"E" de Él es mío, perra
Summary: Sesshomaru se casa, pero no con Kagome; quien es su maldita compañera… Oh sí, definitivamente habría problemas. Perra, te metiste con la sacerdotisa equivocada.
Disclaimer: ¿Realmente es necesario que lo ponga? O sea, de bolas que no soy dueña de InuYasha, porque de serlo; el Sesshome y el KohaRin desde la primera temporada se hubiera hecho canon *roll your eyes*
Sin más que agregar, disfruten la lectura.
― Entonces, ¿lo golpeaste? ― Volvió a preguntar Bloody a su prima política, quien se frotaba con insistencia la mano que había usado para cachetear a su esposo. Aunque se vio más como un gancho derecho que una cachetada, en su humilde opinión. Kagome le envió una mirada desagradable a la morena. ― De acuerdo, capté el mensaje, me callo. ― Levantó las manos al aire, esperando apaciguar a la azabache.
― Es que, ese idiota, ugh. ¿Cómo se atreve? Y lo dijo tan tranquilo, como si hablara del maldito clima. ¿Por qué carajos no me dijo que ya estaba comprometido? Me hizo creer que era la única. ¡Me marcó! ― Exclamó Kagome, totalmente fuera de sí. Quería destrozar algo… más específicamente; a su esposo.
Bloody suspiró. Cuando Sesshomaru había ido en su búsqueda para que le proporcionara un collar que ocultara la marca de Kagome, también lo había golpeado; muy fuerte. Que un compañero hiciera eso quería decir que estaba planeando repudiar a su compañera, por lo que podría tomar otra esposa o concubina, sin matar a la verdadera portadora de su marca en el proceso.
Había tenido que crear uno para su adorada tía Irasue. Luego de haber predicho los acontecimientos futuros de la muerte de su tío InuNo, se negó a dejar que su tía muriera y fuera avergonzada por las acciones irresponsables de su difunto compañero; por lo que ella misma se fue en un exilio voluntario a encontrar la forma de contrarrestar el vínculo de la marca. Lo logró, en cierto punto. No podía romperse, pero con el dije del collar que creó podía bloquear los efectos del vínculo, como si no existiera.
Nunca había despreciado a algún miembro de su manada en toda su existencia. Únicamente sintió animosidad para con su tío, pero fue por lo que le hizo pasar a su querida tía. ¡Ni siquiera sentía aversión a Inuyasha! Sesshomaru, desde que podía recordar había sido su persona favorita en toda su existencia inmortal. De su manada, él y la tía Irasue fueron quienes la aceptaron sin reparos siendo mitad inu y mitad bruja (de allí que no fuera albina como su primo y tía). La familia no había sido tan abierta en aceptarla, pero tampoco en despreciarla, temiendo lo que su ira podría hacerles.
Eso los convirtió en las dos personas más importantes de su vida. Ella jamás haría algo para dañarlos, pero esto, ¡ah!, Bloody nunca había sentido tantas ganas de hacerle daño a alguien, y menos a su primo. Y es que, desde que Sesshomaru le había presentado a sus protegidos; Rin y Kohaku (a quienes les estaba preparando una poción especial, de la que nadie aún tenía conocimiento) y a la mujer que planeaba marcar, los había adorado a los tres en ese instante.
Así que, el hecho de que su primo quisiera hacerle esa deshonra a la mujer que había dicho amar, la hizo querer destruirlo en el acto. Pero el morbo de la curiosidad le pudo más y lo dejó vivir para ver lo que sucedería a continuación.
― ¿Mi primo te dio el collar?
Kagome gruñó, tratando de evitar que las lágrimas cayeran de sus ojos. Asintió sacándolo de entre los pliegues del sencillo kimono amarillo que su doncella le había seleccionado. Reprimió un sollozo; dicho kimono hablaba de estatus de concubina. De esposa, había pasado a puta. Pensó dolida.
La morena, viendo que Kagome se derrumbaría en cualquier momento, le sirvió un poco de su sake especial. La pobre necesitaría elevarse.
― ¿¡Cómo puede hacerme esto!? Sabiendo lo que pasé con Inuyasha. Malditos sean los hombres Taisho. ― Bloody asintió en acuerdo. No había palabras que consolaran a la azabache, sus adorables ojos celestes estaban rojos. Probablemente ya habría llorado antes de que ella llegara a su habitación… Su nueva habitación como concubina.
Gruñendo internamente, Bloody trató desesperadamente de pensar en algo que aliviara el maltrecho espíritu de su sacerdotisa favorita. Su otra sacerdotisa favorita estaba con su nueva compañera; una muy buena amiga suya, quien aún deshacía todo el daño que le habían hecho en su resurrección. Pero esa es otra historia.
― Venga Kagome, bebe esto, te sentirás mejor. ― Con una sonrisa conciliadora le ofreció el cuenco con sake. Kagome aceptó el recipiente y de un solo trago bebió el ardiente líquido. La azabache nunca notó la sonrisa traviesa de la mujer de piel morena.
Con una mirada suplicante, Kagome pidió que le sirviera otro trago. Bloody lo hizo sin chistar, pero ese segundo trago se convirtió en cinco y luego en diez. Ya finalmente Kagome le arrebató la botella y terminó de beber lo que quedaba de ella, haciendo que la de ojos granate palideciera levemente.
―Definitivamente, esto no debía pasar. ― Murmuró para sí misma la morena, viendo como su amiga se reía y tambaleaba de un lado a otro; obviamente borracha. ― Okey, probablemente me meteré en muchos problemas luego de esto. ― Considerando sus opciones, la hechicera se encogió de hombros, dándole igual lo que pasaría. Al fin y al cabo, terminaría divirtiéndose de lo lindo.
Mientras tanto, Sesshomaru trataba de evitar matar a Jaken, porque realmente la pobre cosa fea que lo seguía a todos lados no tenía la culpa; pero necesitaba urgentemente desquitarse. Sin embargo, haciendo gala de toda la paciencia que tenía, siguió "escuchando" al padre de su encantadora futura compañera. Aunque disimuladamente apretaba la mandíbula (lugar con el que el tierno y pequeño puño de Kagome había hecho contacto), el golpe de su azabache en otra ocasión no le habría hecho daño, a menos que fuera un simple humano; pero su pequeña Miko había decidido usar una cantidad considerable de reiki que sí lo aturdió. Súmale a eso el hecho de también haber recibido un buen golpe de su prima.
Hembras, son tan desequilibradas emocionalmente. Pensó con cansancio.
Solo era una pequeña ceremonia de apareamiento, pensó el platinado. Le había dado a su miko una bolsa de cuero llena de monedas de oro para que se comprara algo lindo en lo que los sirvientes preparaban todo. Ahí fue cuando recibió el golpe, y maldición; sí le había dolido, pero nunca lo admitiría en voz alta.
― Lord Sesshomaru, debería mandar a azotar a su concubina, ¿quién se cree para alzarle la mano así? ¡Hnmp! Tanto tiempo soltero debió hacerle creerse con el derecho de una compañera. Ni aun así, ninguna hembra debería ser tan estúpida para atreverse a tal acto impropio de una dama.
Una chillona voz de pito interrumpió groseramente lo que Sesshomaru estaba a punto de decir. ― ¿A quién le importa lo que haya pensado esa perra? Deberá entender que dentro de poco yo seré la nueva ama y señora. Que se vaya acostumbrando a no tener a mi futuro señor compañero a su alrededor, porque no pienso dejar su lado nunca.
Uy, ese nunca sonó muy posesivo; incluso para Sesshomaru, el demonio que no orinaba sus pertenencias porque Kagome lo castraría si incluso pensara en hacerlo.
― Creo que es hora de empezar a prepararnos para la ceremonia. Nuestra unión ha esperado suficiente, después de todo.
― Casi mil años. ― respondió el señor demonio; de rango ligeramente menor, con un tono de regaño en su voz.
Sesshomaru no tomó en consideración su réplica y con indiferencia dijo: ― Cómo pasa el tiempo. ― Haciendo un gesto galante para que su futura compañera tomara su brazo, guió a padre e hija al salón donde se llevaría a cabo la ceremonia.
Bloody trató de no reír en voz alta al ver a su prima política sacar todos los kimonos de los baúles de la habitación, buscando uno que contrastara completamente con la decoración del palacio. Por supuesto, eran los colores de Sesshomaru; blanco, rojo y amarillo. Kagome quería resaltar entre toda la armonía de su esposo, algo como un rosado chillón o un verde fluorescente. Quería que todos la notaran. Que Sesshomaru la notara.
Al no encontrar nada; se frustró, gritó y le arrebató otra botella de sake a Bloody que intentaba servirse un poco para sí misma. Ojos granate parpadearon cómicamente al ver su mano vacía. Bloody resopló, se levantó del bonito y acolchado sillón, abrió la puerta y llamó a su sirviente.
― ¿Me traes una botella, eh, no sé, muy grande; de Biiru? El Sake me lo acaban de robar y si trato de recuperarlo, tal vez pierda uno o dos dedos. ― Dijo con simpleza. El sirviente la miró con vacilación.
― ¿La Dunkel, mi lady?
― Ujum, por eso eres mi sirviente favorito, siempre sabes de cuál necesito. ― Bloody asintió y con un pequeño ademan envió a su sirviente a buscar su bebida. Suspirando, regresó su mirada al desastre que era su linda primita. ― Muy bien, creo que te echaré una mano con tu atuendo. ¿Qué quieres?
La cabeza azabache de Kagome saltó de su lugar entre los kimonos amontonados y arrugados en el suelo al escuchar a Bloody.
― ¿Qué? ¿Ahora serás mi hada madrina? ― La azabache rio estruendosamente al imaginar a la morena en un vestido esponjoso, alas y varita; Bloody arqueó una ceja ante la curiosa mirada que la de ojos celestes le envió.
― No sé qué está pasando por tu bonita cabecita, pero vamos a suponer que sí.
Kagome se levantó del suelo y con gran entusiasmo, luego de dar otro largo trago a la botella, empezó a decir lo que quería vestir.
Mientras Bloody anotaba en un trozo de pergamino lo que su prima decía, llamaron a la puerta. La de piel morena sonrió feliz sabiendo que era para ella. Abrió con rapidez la puerta y suspiró encantada al ver que, efectivamente, era su sirviente con su gran botella de Biiru.
― Bendito el ser que te trajo a mi servicio. Eres un sol, nunca te apagues. ― Dijo con gran emoción recibiendo con adoración la botella, bastante grande; de Biiru. Despidió a su sirviente con una sonrisa, no sin antes decirle que podía tomarse el resto del día.
Kagome miró la botella con el líquido marrón con sospecha.
― ¿Qué carajo es eso? ― Preguntó arrastrando algunas palabras. Bloody se tensó ante la perspectiva de también perder esta bebida, pero ella no era ninguna egoísta; así que le tendió un cuenco con un poco. Kagome arrugó la nariz ante lo amargo y caliente de la bebida, prefería el Sake a esto. ― Ugh, ¿qué mierda es esto? Ew, me recuerda a la cerveza. Mi padre solía tomar los fines de semana cuando invitaba a sus amigos, una vez bebí de su vaso. No me gustó, pero esto sabe peor caliente.
― O sea, ¿cómo? ¿A poco no se bebe caliente? ― Bloody sintió como si le acabaran de decir el secreto del universo.
― Um, no, papá decía que lo mejor de un fin de semana entre hombres, era un pedazo grande de carne bien sazonada y una buena cerveza fría.
― Oh Dios. ¡Frío, por supuesto! Kagome, acabas de abrirme un mundo de posibilidades. Anda, dime lo que quieres porque luego de este desmadre, mataremos a mi primo, a esa prostiputigolfa con cara de moco aplastado, tomaremos todo su oro y luego tú y yo nos iremos en busca de aventuras. ― Sonaba descabellado, pero en su mente borracha, para Kagome ese era el mejor plan que había escuchado en la vida.
Aplaudiendo tonta pero entusiasmadamente, Kagome empezó a quitarse el kimono y a decirle a Bloody qué era lo que quería. Bloody movía sus manos al ritmo de la música imaginaria, de sus dedos salían chispas rojizas que envolvían el cuerpo y cabello de Kagome; quien por cierto empezó a cantar a todo pulmón para diversión de la hechicera.
Que te vas, una vez más
Pero esta vez sí será de verdad
Ahora yo te pido, que saques tus cosas,
Y al cruzar la puerta no regreses jamás
Eras tú el que decía amarme,
Era yo la que llegó a adorarte,
Ahora sé que contarás mil cosas,
Que seré la mala de la historia
Hacía un tiempo, antes de que el pozo se cerrara, Kagome había llevado un reproductor de música para mostrarles a sus amigos la cultura pop de su tiempo. Bloody había amado cada canción que le presentó, tanto que terminó por aprendérselas todas. Así que, ¿el coro? Ese lo cantaba Bloody junto a la voz llena de emoción de la azabache.
Habla blah blah de mí (Habla blah blah de mí)
Habla blah blah de mí, de mí, de mí
Di lo que quieras, habla de mí
Sigue mis pasos que yo iré por ahí
Di lo que quieras, habla de mí
Que todos sepan lo que hay dentro de ti
Con cepillos en mano, ambas empezaron a cantar y saltar.
Di lo que quieras habla de mí
Sigue mis pasos que yo iré por ahí
Di lo que quieras habla de mí
Que todos sepan lo que hay dentro de ti
Vuélveme eterna, una leyenda
Esa a la que los que como tú, le huyan, le teman
Voy a ser esa, ya no la buena
Pensándolo bien, de aquí ya nada te llevas
Habla blah blah de mí
Habla blah blah de mí, de mí, de mí
Al terminar de cantar, Kagome tomó la botella; y dando más tragos, caminó al espejo de la habitación. Al verse, no pudo evitar sonreír con salvajismo. El kimono era indecente, escandalosa y obscenamente corto, con mangas largas que agregaban un toque dulce. Las medias blancas eran largas, haciendo parecer que sus piernas eran infinitas. Alrededor de sus rodillas, en forma de bordado de flores, colgaban unas borlas esponjosas de color morado. El kimono era una mezcla de azul, toques blancos, brillos plateados y uno que otro borde verde. Alrededor de su cuello; el collar que ocultaba su marca había sido camuflado para parecer más llamativo, puesto que pegado al dije del collar, colgaba una amatista bastante brillante.
La faja era roja bermellón, y apretaba lo suficiente para moldear el esbelto cuerpo de la azabache. El cabello de Kagome era una ricura; dos moños altos, con cintas de las que colgaban borlas a juego con las de sus medias. Las tabis estaban pintadas para que combinaran con el kimono. Maquillaje no llevaba porque no le gustaba el que usaban en esta época. Pero en pocas palabras, había logrado lo que quería; destacar como un pulgar rojo. Un pulgar rojo muy atractivo, cabe destacar.
Bloody por su parte, llevaba su vestimenta de siempre pero con ligeros retoques. Ni de chiste acortaba el kimono; solo agregó algunos adornos y cambió algunos colores. Tenía un look que Kagome denominó punk gótico. Quizá era mucho negro, pero a Bloody le encantaba; eso y varias pizcas de rojo, como si la sangre escurriera de entre los pliegues del kimono.
Así que, sí, ambas contrastaban por completo. Sin duda darían filo a las lenguas de la comunidad demoniaca que se preparaba para presenciar la ceremonia de apareamiento de Sesshomaru. Lágrimas caían nuevamente de los celestes ojos de Kagome.
La morena casi gritó de pánico al ver llorar a la azabache. Pero se calmó y trató de animar a su amiga.
― Wou, wou, wou. Ey, sin llorar. Relájate, inhala, exhala; tomate otro trago del buen amigo alcohol. ― Kagome hizo lo que la morena le dijo. ― Eso es, bebe, bebe. Si no quieres manchar ese lindo kimono con sangre, yo misma mato a mi primo, a esa zorra y nos vamos hacia el atardecer, pero no sin antes arruinar esa estúpida ceremonia.
Los ojos de Kagome brillaron ante la idea de arruinarle el momento a la perra esa que se casaría con su esposo.
― De acuerdo, vamos; quiero ver la cara de todos al vernos. Quizá me busque un nuevo esposo. ― Rio ante eso último, pues sabía que no habría nadie luego de Sesshomaru. ― Es más, podemos buscarte esposo a ti.
Bloody, que estaba bebiendo de su cerveza, se atragantó y empezó a toser con fuerza. Luego negó frenéticamente la cabeza.
― No, no, no, no, centrémonos en ti; en tu recuperación y venganza ¿sí? Sí, eso es. Ahora, ¿cuál es el plan? ¿Qué quieres hacer?
Todo era perfecto. La boda que su madre había soñado para ella cuando había arreglado el matrimonio con Sesshomaru. Había sido entrenada toda su vida para servir como cortesana y adorno, y fue un triunfo de la educación sobre el carácter porque ella era tan malvada como superficialmente refinada. Ataviada en un elegante kimono tradicional de tonos conservadores, la hermosa peineta en su cabello era lo que más destacaba.
Mil años atrás, había retozado con Sesshomaru. Había sido grandioso, todo tal como pudo imaginar. Era un Dios en la cama con un futuro indudable al mando del poder. Así que, con unos pocos lloriqueos, chantaje y manipulación, logró un compromiso con el Lord. Si no se aparearon antes fue porque el difunto General Perro, Lord InuNo Taisho, había perecido; por lo que Sesshomaru se vio envuelto en nuevas responsabilidades, lo que atrasó enormemente su compromiso.
Nuevamente, pudieron haberse apareado en aquel entonces. Ella habría aligerado sus cargas, pero pasó lo de Naraku y todo se siguió atrasando hasta ahora; que ella había exigido que se cumpliera su unión y ninguna concubina enamorada se lo arruinaría, menos sabiendo que era una patética humana sin gracia alguna.
Ahora estaba junto a su lord Sesshomaru, proclamando sus votos ceremoniales ante el anciano demonio que haría oficial todo.
Entonces; todo se fue al carajo cuando la concubina de su señor entró en la elegante habitación, destacando entre toda la decoración y los invitados, llevando un vaso de algo más fuerte que el Sake demoniaco normal y buscando problemas. A su lado, la prima Bloody, con una botella diferente de lo que bebía la azabache y en su rostro la sonrisa que hacía que media población la odiara.
Sesshomaru sabía que todo terminaría mal al ver a su mujer y a su prima entrar a la habitación y tomar asiento entre los últimos lugares, pero eso no las hacía destacar menos. Su madre, sentada en la primera fila, cubrió grácilmente su rostro con su abanico; ocultando la socarrona sonrisa que estaba seguro le dirigía a él.
Cuando pasó caminando, guiando a la recatada Dai, Kagome se puso de pie. Sí, era fácilmente capaz de evitarlo, pero realmente no tenía ganas y quería ver hasta dónde llegaba.
La ceremonia fue breve y simple.
Dai se ofreció en cuerpo y espíritu para vincularse para siempre con Sesshomaru.
Unieron sus manos que luego el antiguo demonio envolvió con un hilo de seda, una correa de cuero y una cadena de hierro.
Sesshomaru luego recitó el antiguo voto.
― Te sostendré dentro de la brújula de mis brazos, mi corazón y mis pensamientos, antes de todos los demás lazos. Te amaré, ofreciéndote el refugio de mi alma y la seguridad de mi cuerpo, sin tomar ninguna otra.
― ¡No le creas, niña! ¡Es un bandido! ¡Todos mienten!
Kagome, copa en mano y tambaleándose graciosamente, exclamó con fuerza.
La multitud se agitó y murmuró. Él simplemente continuó.
― Te honraré por encima de mí-
― ¡JAJAJAJAJAJA CHISTON!
Más agitación, más murmullos. Su madre y Bloody contenían la risa a duras penas.
― ¡Y! ― Él gruñó.― ¡Y pondré tu placer y alegría ante todo, haciéndote todo mi despertar y dormir!
― Así me decías anoche, pero lo que sea. ¡Salud y que vivan los novios!
Besó a Dai con lo que parecía auténtico afecto. Bloody interrumpió el momento con un sonido exagerado de arcadas, haciendo reír a Kagome que seguía tomando Sake. Los hombros de Lady Irasue temblaban ligeramente, evidenciando lo mucho que se estaba divirtiendo.
― Esto es tan aburrido como un funeral, nos vemos en el salón de recepción y será mejor que se apresuren perras, porque pienso alcoholizarme hasta que las nalgas me desobedezcan.― Se tambaleó por el pasillo, siendo seguida muy de cerca por Bloody que llevaba otra botella de Biiru. La mirada de Dai trataba, no muy sutilmente, de quemar agujeros en sus cabezas. Era su día especial, se suponía que todos la miraban a ella, y en cambio fue usurpada por esas borrachas estúpidas.
Sesshomaru, internamente, puso los ojos en blanco. Este escándalo era suficiente como para darle dolor de cabeza el resto de la noche. Observaba a su mujer, imperdible en la multitud con su escandalosa vestimenta. Bailaba con todos los hombres guapos y tomaba de sus copas de Sake. Bloody le hacía porras y en la distracción de los invitados centrados en su borracha compañera, robaba la comida de las mesas.
Aunque pensó que su compañera se veía fabulosa con ese kimono, estaba decidido a darle un trozo de su mente cuando todo el drama llegara a su fin. Y a su prima un castigo adecuado.
Irasue nunca se había divertido tanto en su inmortal existencia. Su querida nuera y su sobrina favorita estaban arrasando, atrayendo la atención que, sabía, Dai había exigido fuera exclusivamente para ella en su día especial. Aw, esa pobre idiota. Pensó la elegante mujer de ojos dorados, ocultando otra sonrisa burlona tras su abanico.
Finalmente, las cosas comenzaron a calmarse; después de lo que parecía la fiesta más interminable de la existencia. Entre su esposa sentada en el regazo de un noble señor demonio del norte; dejándole alimentarla con uvas, y su prima lanzando hechizos para hacer tropezar a los familiares de su novia, estaba listo para la cena y para que el espectáculo terminara.
Se había levantado con la copa en la mano y el brazo alrededor de la cintura de Dai, para dar un brindis final y dar sus buenas noches; cuando Kagome se puso de pie en una de las mesas y aulló como lobo a la luna, siendo seguida por su prima, tambaleándose un poco incluso estando parada.
― ¡Yo! ¡Oigan, préstenme su atención, coño! Todos pasaron la noche brindando por la ENCANTADORA pareja y ofreciendo sus mejores deseos, pero no he tenido mi turno. Así que… Bloody, échame una manita, ¿quieres?
La mencionada hizo unos ademanes a los instrumentos y estos empezaron a tocar una melodía demasiado moderna para la época en la que estaban, ¿y Kagome? Ella comenzó a cantar.
Si la azabache estaba borracha, no se notó para nada al empezar a dar su serenata. Dio una risa maliciosa y susurró en voz alta con travesura:
― Sufran, mientras yo gozo.― Suspiró audiblemente con sensualidad. Solo para provocar, movió las caderas al son de la música.
Yo no sé ni cómo, donde, cuando, ni de qué manera
Pero me fui enamorando, me llamaron infeliz
Infeliz dijeron que me harían tus besos
Si supieran como yo he nadado en ellos
Bloody hizo sonidos incitantes de burla, enviándole miradas cizañeras a Dai.
Si supieran cómo, donde, cuando y de qué manera
Tu boca me sube, baja, sube y se me enreda
Nadie me diría infeliz, con lo que te gozo a ti
Apuntó a Sesshomaru y le mandó un beso.
Y que sufran con lo que yo gozo, locos
Si se asustan, yo no los provoco
Todos, cagan, vivan y dejen ya la mía
Yo te amo y no van a cambiarlo
Sesshomaru arqueó una ceja. Un ademan de sonrisa se cruzó en su rostro.
Y que sufran con lo que yo gozo, locos
Que me importa lo que digan, tantos tontos
Es mi vida y yo la hago cada día
No soy de ellos, ni soy tuya, yo soy mía
Baila conmigo sin remordimientos
― ¿Estás sufriendo? Porque yo estoy gozando. ― Kagome le dirigió una sonrisa coqueta a su esposo y un guiño a su nueva compañera. Le tendió la mano a Bloody y juntas empezaron a dar vueltas en la mesa, tirando los platos llenos de comida con patadas de cancán. ― ¡Canta conmigo, Bloody!
La morena no se hizo de rogar y al unísono volvieron a repetir el trabalenguas de estribillo.
Yo no sé ni cómo, donde, cuando, ni de qué manera
Pero yo voy a callarlos, me llamaron infeliz
Infelices ellos que nunca han amado
Infelices ellos por ser desgraciados
Irasue movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música. No era su estilo, pero estaba disfrutando del show. Además, ¿quién diría que su adorada nuera tenía una voz tan encantadora? Ya conocía la voz de su sobrina, así que de su parte esperaba una buena tonada, ¿pero de Kagome? Fue una agradable sorpresa de escuchar.
Si supieran cómo, donde, cuando y de qué manera
Tu boca me sube, baja, sube y se me enreda
Nadie me diría infeliz, con lo que te gozo a ti
Los señores demonios y sus cortesanas bailaban alegremente. Nadie lo sabía, pero Bloody había potenciado el alcohol de sus bebidas. ¿Qué? Ella y Kagome no serían las únicas en hacer el ridículo. Además, todos parecían disfrutar del momento.
Y que sufran con lo que yo gozo, locos
Si se asustan, yo no los provoco
Todos, cagan, vivan y dejen ya la mía
Yo te amo y no van a cambiarlo
Dai estaba muy encabronada. Le envió una mordaz mirada a su padre para que remediara la situación y para que la atención le fuera dada de nuevo.
Y que sufran con lo que yo gozo, locos
Que me importa lo que digan, tantos tontos
Es mi vida y yo la hago cada día
No soy de ellos, ni soy tuya, yo soy mía
Baila conmigo sin remordimientos
Bloody tomó el rol masculino y giró a Kagome, para luego inclinarla sobre la mesa. Los celestes ojos de Kagome buscaron a su esposo en la habitación y estando inclinada hacia abajo, se veía medio gracioso mirarlo al revés. Con una última risa, dieron por terminada la canción. Bloody bajó de un salto de la mesa y buscó su botella de Biiru.
Los aplausos que la azabache recibió fueron genuinos, al igual que algunas de las risas y la misma cantidad de miradas confusas. Todo esto solo hacía que la furia de Dai se elevara aún más.
Entonces Kagome, que recuperó su copa de Sake (cortesía de Bloody), la arrojó al hombro sin importarle dónde aterrizara luego de beber el líquido y se echó hacia atrás de la mesa, para ser atrapada en el último minuto por Sesshomaru que apareció de la nada detrás de ella.
El padre de Dai estaba furioso. Su sentido del humor y paciencia hacía mucho tiempo habían desaparecido.
― Lord Sesshomaru, estaba dispuesto a aceptar que su concubina se quedara, incluso que asistiera a la boda de mi hija porque así es como se hacen las cosas. Pero esta criatura ruidosa, tosca, grosera y borracha ya no debería ser bienvenida aquí, y también se aplica a su prima Lady Bloody.
― ¡Oye! ¡Me parezco a ese comentario! ― Exclamó Kagome, y luego comenzó a reír de nuevo. ― Gracias por atraparme, cariño. ― Dijo, besando en la mejilla a su esposo, para disgusto de Dai y su familia; que pensaron que dicha muestra de afecto de una concubina estaba fuera de lugar.
Bloody por su parte, no apreció tanto el comentario como su prima política.
― ¡Eh! ¿Cómo osas decirme eso? O sea, si soy todo eso, pero, ¿quién carajos te dio permiso, viejo gordo y mamarracho, para señalar lo obvio? No esperes nietos lindos, ¿¡oíste!? ¡Maldeciré a tu escuincla con cara de moco y todos saldrán tan feos como Jaken! ― El mencionado gruñó ofendido, mientras Dai gritaba horrorizada ante la posibilidad. Bloody terminó el contenido de la botella de un solo trago y la estrelló contra la mesa, con la parte rota del culo de la botella apuntó al padre de Dai. ― A ver, vejete asqueroso de segunda, dime otra vez lo que soy. ¡Anda, atrévete!
De la nada, Tsukuyomaru apareció y la tomó en brazos evitando que agrediera al señor demonio. La morena volteó, dispuesta a partirle todo lo que se llama cara a quien estuviera reteniéndola. Al ver al príncipe de los hombres murciélago balbuceó incrédula.
― ¿Qué demonios haces tú aquí? ¿No estabas muerto o algo así? ― Tsukuyomaru solo sonrió.
Irasue intervino con una sonrisa cómplice.
― Ah, yo lo invité. Sabía que sería más divertido si lograba traerlo de regreso.― Bueno, si se preguntan cómo es posible que él estuviera en la historia, pues, recordemos que la autora tiene el poder de los Dioses de su lado para traer a cuanto muerto se le antojase.
Dai ahora estaba mucho más enojada. ¡La atención debería ser para ella! ¡Era su día especial, maldita sea!
― ¡Papi! ― Chilló con su estruendosa voz de pito. Sesshomaru supo que ya era hora de ponerle fin a todo ese desastre. Gruñó fuertemente, callando todo el escándalo del recinto.
― Suficiente. Tsukuyomaru, llévate de mi vista a estas dos. ― Kagome le dirigió una mirada suplicante mientras Bloody le mostraba el dedo corazón de ambas manos. El príncipe demonio de piel morena escoltó amablemente a las dos féminas que ya se habían pasado con el drama y el alcohol. ― Madre. ― El platinado asintió hacia su progenitora, quien entendió el mensaje.
― Bueno, queridos invitados, ya es hora de que los novios se retiren. Gracias por honrarnos con su presencia. ― Palabras vacías, pero corteses. Nada que ninguno de los invitados no esperara de la noble mujer demonio.
En una de las habitaciones principales del palacio, Sesshomaru escoltaba a su novia, quien no podía esperar a ponerle las manos encima a su compañero.
Dai tuvo un arrebato repentino de lujuria. Desgarró su kimono ceremonial, mostrando y ofreciendo su cuerpo sin recato alguno al platinado. Suspirando internamente, Sesshomaru acarició la cabeza de Dai.
― Tan majestuoso como recuerdo.
― Gracias mi señor compañero. Por favor, se lo ruego, no deseo esperar. Tómeme contra la pared o sobre el suelo. ― Los dorados y fríos ojos de Sesshomaru la miraron con desinterés.
Arqueó una ceja. ― Hn, no me refería a ti, sino a esto. ― Entonces arrancó de su cabello la peineta de plata con incrustaciones de ámbar que había estado en su familia desde el inicio de su linaje. Ésta debía ser entregada a la compañera legítima de cada primogénito. Bendecida con la sangre del primer Taisho, estaba destinada a proteger a la compañera del Lord regente de la ancestral casa Taisho. También era símbolo de prosperidad y fertilidad, para que el linaje siguiera creciendo en número y poder.
Cuando, a regañadientes, Sesshomaru aceptó el compromiso, o más bien su padre aceptó; tuvo que entregarle la peineta como muestra de la seriedad del asunto. Pero un buen día, Sesshomaru decidió que nadie tendría que elegir a su pareja más que él mismo y la verdad estaba más interesado en su búsqueda por el poder y la conquista suprema para superar a su padre que en tener una compañera.
― ¿Q-qué?
― No debiste forzar la mano de éste Sesshomaru, hechizando la peineta para casarte con éste. ― Uh oh, cuando él hablaba en tercera persona, no auguraba nada bueno. Pero la tonta mujer demonio no lo notó, en realidad sonrió tímidamente como si no hubiera hecho nada malo.
― Pero funcionó, ¿verdad?
Si se lo preguntan, es un tanto lamentable, porque cuando Sesshomaru quiso recuperar la peineta y romper el compromiso, Dai no lo aceptó y en un arrebato, encontró a un demonio cuervo especializado en la magia oscura que hechizó la peineta para que solo fuera retirada de su mano cuando estuviera casada con Sesshomaru. Aquella acción enfureció mucho al demonio de dorado mirar, podría haberla matado en el instante en que descubrió las acciones de Dai, también podría haber hecho que su prima contrarrestara el hechizo; sin embargo decidió que se ocuparía de eso en otra ocasión… Cuando realmente le importara.
Luego Kagome apareció en la foto.
Y entonces cuando conoció a su Miko sí que le importó recuperar la reliquia familiar. Su bestia desde el principio supo que ella era su elegida, así que, cuando la marcó y su instinto le clamó por llenar su vientre con su cachorro primogénito; decidió que era momento de tener de regreso la peineta de sus ancestros. Era algo que consideró importante; después de todo, era para la protección de su compañera y sus futuros cachorros.
Sesshomaru se inclinó levemente y susurró, haciendo temblar a Dai: ― La ceremonia no es vinculante, no eres la compañera de éste Sesshomaru.
Los ojos verdes de Dai se abrieron en shock. ― ¡¿Qué?!
― Éste Sesshomaru ya tiene una compañera y ciertamente, esa no eres tú.― De pronto y sin avisar, la fuerte mano de Sesshomaru se envolvió alrededor de la garganta de Dai, cortando el flujo de oxígeno. ― Eres realmente patética si creías que sería así de fácil; nadie obliga a éste Sesshomaru. Nadie.
Mentira, hasta hace poco obedecía felizmente las ordenes de su mujer cuando decidió que quería tener el dominio en la cama. Pero nadie debía saber eso, así que Shh.
Dai lo observaba aterrorizada, ¿cómo iba ella a saber que se le voltearían los planes? Esto no era lo que tenía en mente cuando decidió que Sesshomaru sería para ella. Pensó que él estaría extasiado de que ella se convirtiera en su compañera. ¿Qué tenía esa condenada humana que ella no? Peeero, por cómo el demonio de platinada melena apretaba su mano en su cuello, sería mejor no decir nada malo en su nombre. Ella quería seguir viviendo. Gracias.
― Te irás, lejos. Éste Sesshomaru no quiere verte nunca más. ¿Me di a entender? ― Dai asintió con rapidez, el oxígeno se estaba empezando a agotar. Sesshomaru soltó el férreo agarre de hierro que mantenía sobre el cuello femenino. ― Para el amanecer, éste espera que no quede rastro ni de tu olor en el palacio.
Palabras dichas, Sesshomaru abandonó la habitación y fue a buscar a su mujer. La de verdad.
La fiesta no había terminado para Kagome, y Bloody no la dejaba beber sola, así que ambas seguían bien borrachas. Ahora estaban cantando otra canción a una muñeca vudú que Bloody hizo aparecer y que se parecía inquietantemente a Dai; para diversión de Irasue e incomodidad de Tsukuyomaru.
Bloody empezó a cantar la letra que sabía sería adecuada para la situación.
¡Esto es para las mujeres
que se meten con los hombres ajenos! (Wila)
¡Lo mío es mío, y nadie me lo quita!
Pa´ que sepas na´mas
Tomando a la muñeca Dai por el cabello, Bloody se la arrojó a Kagome para que también cantara, como si se la dedicaran a la mujer real y no a la de trapo.
Con mi marido no, no, con mi marido
no te metas (pa' mi solita), parece que
Tú no quieres entender, que lo ajeno
se respeta. (¡Mío!)
Con mi marido no, no, con mi marido no
te metas, parece que tú no quieres entender,
que lo ajeno se respeta. ¡No, no!
Ambas comenzaron a saltar sobre el futón, Kagome sacudiendo con brusquedad la muñeca y Bloody besando su botella de Biiru.
Ese hombre es mío, (ohh, ohh, ohh),
para mi solita, (ohh, ohh, ohh),
soy dueña de su cama de su corazón,
nadie me lo quita.
Ese hombre es mío, (ohh, ohh, ohh),
para mi solita, (ohh, ohh, ohh),
soy dueña de su cama y de su corazón,
nadie me lo quita.
De pronto Bloody arrojó la botella de la Dunkel en dirección a Tsukuyomaru (que, Dios bendiga la amabilidad de la autora, esquivó a raya), con una mirada que decía claramente 'No te emociones'. Irasue tapó una risita con su mano.
Yo ya estoy cansada de que lo llame
y lo moleste; tú lo que estás buscando
es que te agarre y te reviente, que te
tome por el pelo y te rompa la frente,
esto te pasara si tú sigues de indecente.
Me vale cero puntos Reyna lo que tú hagas,
yo soy la que le quita el sueño, también
la pijama, la que duerme con él en la misma
cama, la que le hace el amor cuando me da la gana
Kagome se apartó del futón para comenzar a bailar mientras tomaba el turno para cantar otra de las partes más movidas de la canción.
Aunque le haga brujería y le prenda una vela,
aunque le rece a todos los santos y haga lo
que quiera, tú solo me lo quita el día que yo muera,
¡Porque ese hombre es mío aunque a ti te duela!
No te vengas loca a jugar con candela, la que juega
con fuego tú sabes que se quema, no le temo a nadie,
peleo con cualquiera, yo defiendo a mi hombre
como una fiera
Y así fue como Sesshomaru las encontró; con Kagome cantando una canción muy posesiva y sugerente, su madre riendo disimuladamente al fondo de la habitación mientras tomaba té y Tsukuyomaru esquivando todos los objetos que su prima le lanzaba mientras seguía la letra junto a la azabache.
Con mi marido no, no, con mi marido
no te metas (pa' mi solita), parece que
Tú no quieres entender, que lo ajeno
se respeta.
Ese hombre es mío, (ohh, ohh, ohh),
para mi solita, (ohh, ohh, ohh),
soy dueña de su cama de su corazón,
nadie me lo quita.
Cuando Kagome notó que su esposo había ingresado en la habitación, dejó de cantar y le arrojó una almohada que Bloody estaba por arrojarle al príncipe de piel morena, lo que la hizo parpadear cómicamente al ver sus manos vacías. Otra vez.
― ¡Bandido! ¡Todos son iguales, todos mienten! ― Gritó mientras recogía la almohada del suelo y comenzaba a golpear a su esposo con la misma. Sesshomaru recibía toda la ira de su mujer con calma, sabiendo que necesitaba desahogar sus emociones. Los años que llevaban juntos le habían enseñado el arte de la santa paciencia.
Luego de más almohadazos, Sesshomaru decidió que ya era suficiente. Le quitó la almohada a Kagome y se la tiró a la cabeza a su prima que reía a costa suya haciéndola caer del futón, dicha acción fue recibida por un '¡Serás cabrón!' mientras a su vez le arrojaba un joyero, el cual esquivó sin problema.
― Se acabó el juego. Bloody, no estás borracha. Dale algo a Kagome, la quiero lúcida; debo hablar con ella. Y que sea rápido. ― Tomó asiento junto a su madre y recibió una taza con té, sentía un ligero dolor de cabeza sobreviniendo.
Irasue rio con delicadeza, mirando de reojo a Bloody hacerle muecas groseras e infantiles a su hijo mientras sacaba de un baúl las cosas para el brebaje de Kagome.
― No puedo decir que disfruté de tu ceremonia de apareamiento hijo mío, pero tampoco que no la, ¿cuál era la palabra? Ah, sí, gocé. ― Sesshomaru solo la miró estrechando los ojos, recibiendo otra sonrisa de su madre. ― Lo importante aquí, querido hijo, es; ¿recuperaste la peineta para tu compañera?
El asentimiento que recibió fue suficiente respuesta. Varios segundos después, algunos comentarios mordaces de Kagome reiterando que los hombres eran todos iguales y Bloody diciéndole a Tsukuyomaru que no la tocara, el brebaje estuvo listo. La azabache lo tomó vacilante, pero al sentir un sabor a algodón de azúcar, lo tomó con más gusto para luego empezar a sentirse mucho mejor. Un poco mareada, pero definitivamente ya no borracha.
Suspiró. El día había sido demasiado largo. Generalmente ella trataba de no ser tan impulsiva… bueno, al menos no desde que cumplió veinte años. Y hoy se comportó como si tuviera quince de nuevo, pero vamos; su esposo, su jodido compañero con el que se había casado solo unos meses después de regresar a la época feudal, se había casado con otra mujer, ¡frente a sus narices! No podían juzgarla. ¿Qué habrían hecho en su lugar? ¿Jugar al trío perfecto? Pues no mi ciela. Ella no quería una relación poliamorosa y por la manera en que la mujer demonio la veía cuando se vieron cara a cara, ella tampoco planeaba compartir.
Perfecto, porque Kagome tampoco compartía lo suyo.
Una vez que Kagome se vio sobria, Sesshomaru se levantó de su asiento y ofreciéndole su brazo a su esposa, ambos salieron de la habitación.
Irasue al ver que su hijo y nuera se fueron, decidió que era hora de descansar, por lo que se despidió de su sobrina (que empezó a tartamudear incrédula) y el príncipe demonio (que tenía la sonrisa de un ganador).
― Wou, ¡Wou! Espera, no puedes dejarme sola ¡Con él! ― Señaló con pánico a Tsukuyomaru quien rio silenciosamente.― ¡Tía!
Pero Irasue ya estaba en el pasillo. Sin embargo, escuchó un golpe sordo, un alarido de dolor masculino y la voz de su sobrina exclamando: ― ¡Que no me toques! ¡Soy asexual, pinche pervertido!
Ella dio otra pequeña risa y siguió su camino.
La pareja principal de esta descabellada historia, que ya se extendió demasiado, llegó al jardín privado del palacio. Los dorados ojos que Kagome tanto amaba la miraron de una manera que hicieron de gelatina sus piernas.
Tiritando un poco por el frío, Kagome rompió el silencio.― Entonces, ¿me vas a dejar ahora? Justo como lo hizo tu padre con tu madre, como lo hizo Inuyasha tantas veces.
Sesshomaru resopló y acercó a su pecho a la azabache, compartiéndole su calor corporal.
― ¿Y ser atormentado por Bloody el resto de mi existencia? Por favor, Miko, conoces mejor que nadie a éste Sesshomaru. ― Colocó un beso en su frente y permaneció apoyado en ella un par de segundos. ― Jamás podría dejarte Kagome. Toda esta absurda ceremonia fue una farsa para recuperar algo que me fue quitado.
Los lindos ojos celestes de Kagome se abrieron en confusión.― ¿Eh? ¿Cómo que fue una farsa? En mi opinión se veía muy real. No fue una ceremonia como la nuestra, pero supongo que es porque ella es demonio, pe-
― Miko, si no hubieras estado bebiendo como si tu vida dependiera de ello, habrías notado las incongruencias de todo este montaje. ― Al ver la mirada desorientada de su compañera, suspiró. ― La palabra del que auspició la ceremonia ni siquiera tiene valor, es un simple demonio conocido del herrero Totosai. Nada fue real.
― Esto es tan confuso. ¿Por qué siquiera pensarías en pasar por tantas molestias? Tú no eres así, Sesshomaru.
Su esposo le mostró una pequeña sonrisa, mientras sacaba una hermosa peineta de plata de entre sus ropajes. Las gentiles manos del platinado peinaron su cabello y colocaron la delicada peineta a un lado. Los dorados ojos de Sesshomaru brillaron momentáneamente. Su corazón se estaba acelerando demasiado.
O se estaba enamorando de su esposo otra vez, o le iba a dar un paro cardíaco. Le apostaba más a lo primero.
― Se supone que éste es el regalo más significativo que un compañero debe entregarle a su elegida; para su protección, para la prosperidad de los cachorros… Y como muestra del afecto de su compañero, así como de su lealtad. ― Quitó de su cuello el collar que ocultaba su marca, la luna en su cuello nuevamente visible ante el mundo.
Aquel gesto y palabras fueron más que suficientes para hacerle entender a Kagome que Sesshomaru sí la amaba de verdad. Y así, mientras ambos empezaban a besarse apasionadamente, recostarse entre las flores del jardín y desnudarse mutuamente; la peineta que tantos problemas produjo, comenzó a brillar, marcando un nuevo futuro.
Las actividades sexuales que la pareja realizó, deberán quedar a imaginación del público lector. ¿Por qué? Porque la autora es una sádica bruja que goza de dejar a las personas con ganas de Smut y porque es asexual. Chúpense esa.
Resumiendo los acontecimientos que siguieron a esa noche loca, bueno, solo resaltaremos lo importante:
Bloody huyó de la ira de Sesshomaru en un nuevo autoexilio. Siendo perseguida por el príncipe de los hombres murciélago. Claro que la pobre chica no lo sabía, sería trágico cuando el moreno apareciera repentinamente mientras acampaba. Trágico para él, obviamente.
Irasue contaría durante décadas cómo su nuera y su sobrina sabotearon una "importante" ceremonia de apareamiento, gritando, bebiendo y cantando como si fuera el último día de la existencia del universo.
La familia de Dai no tenía permitido acercarse a alguien perteneciente a la familia Taisho, nunca más. ¿Dai? Bueno, vive si es lo que preguntan. ¿Dónde? Ni la autora lo sabe.
Oh, cierto. Los demonios masculinos que tuvieron el atrevimiento de aceptar los avances de una borracha Kagome, digamos que tuvieron un pequeño escarmiento por parte de Sesshomaru. ¿Qué? Ustedes lo leyeron tranquilo, pero se contuvo los celos como un campeón de primera categoría.
Sesshomaru y Kagome, finalmente esperaban a sus primogénitos. Sip, en plural; se venían días agitados para el palacio. ¿Y el kimono que Kagome usó en la ceremonia? Bueno, ese se reservó exclusivamente para el dormitorio. Las cosas tenían pinta de mejorar, con dosis de drama, locura y unas cuantas botellitas de alcohol escondidas.
Fin.
Canciones utilizadas:
*Hablah blah blah - Gloria Trevi.
*Sufran con lo que yo gozo - Gloria Trevi.
*Ese hombre es mío - La Factoría.
¿Qué? Adoro las canciones de esas mujeres y, ¿La verdad? Son las que me gustan cantar cuando bebo en las reuniones familiares y ponen el karaoke, pero eso sí, yo no bailo, un tronco se mueve más que yo, no mamen. Pero adoro cantar, no me juzguen, el karaoke es una de mis debilidades y según mi familia (Sigo creyendo que tratan de proteger mis sentimientos alv) canto muy bien, idk.
Bueno, espero hayan disfrutado de mis payasadas, la verdad este fic tenía planeado que fuera más corto, empece con cuatro paginas de Word y esas cuatro luego se convirtieron en veintisiete :'v podría haber publicado esto un poco antes, a inicios de semana por allí más o menos, pero mi familia a cogido algún virus y, pues finalmente me atrapo a mi, mi racha de enfermarme muy poco se rompió cuando mi estomago devolvió todo lo que no digirió (?) aún sigo recuperándome del virus junto a mis hermanos y mi mami, gracias a Dios mi papá no se contagio, agh, amo a mi papi, pero cuando se enferma es un terror, no le gusta ser enfermero ni le gusta que seamos sus enfermeras xd es un hombre complicado el padre mío, jo.
Por favor, tenganme un poquito de paciencia con mis actualizaciones tanto de mis historias como en mi pagina, ha sido una época muy difícil, he tratado de mantenerme fuerte y antiparabolica a todo, pero a veces esta mierda me supera, sé que son tiempos difíciles para todos, así que espero que las cosas empiecen a mejorar en los hogares de cada una de ustedes y, Dios, cuídense y tomen sus previsiones al salir de casa.
Y recuerden, sus reviews son, al menos hoy, la medicina para mi virus... Es que, por ahora no puedo tener mucha azúcar en mi café *inserte corazón roto*