NDA: No solo hice un maratón de esta serie en estos días de cuarentena, sino que, tan pronto la terminé, la volví a empezar otra vez, y cuando la terminé de nuevo, oh sí, volví a verla una tercera vez. Para contenerme y no verla una cuarta vez, me puse a escribir. Esto es un ejercicio de escritura para pasar el rato hasta la s05.

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01.

.Dos minutos después

Chloe se echó agua fría en el rostro, mientras resoplaba como un caballo a toda carrera.

¿Por qué?

¿Por qué se sentía al borde de un ataque de pánico?

Ella, que siempre se había preciado de ser una persona sensata, madura, capaz de mantener las cosas importantes en su vida bajo control.

¡De ninguna manera podía permitir que esto la derrumbara!

Sus manos apretaron con fuerza los lados del lavabo mientras veía el agua corriendo hacia el drenaje.

Tenía que pensar en su hija, Trixie, en el futuro brillante que tendría y que ella quería estar allí para ver. En su trabajo y en cuánta gente inocente dependía de que ella sacara a los criminales de las calles.

Nada de eso había cambiado. Nada.

¿Y qué si ella le había declarado su amor al Rey de los Infiernos solo para verle marchar, sin fecha probable de retorno?

Ella no podía detener su vida por eso. Incluso su confesión no había sido algo tan sorprendente considerando todos esos momentos especiales que ambos habían compartido con los años; nunca lo habían expresado con palabras, pero la verdad de sus sentimientos siempre había sido inocultable.

Y luego, cuando inevitablemente todo en su relación con Lucifer se iba al diablo, ella siempre había podido barrer los pedazos rotos de su corazón bajo la metafórica alfombra de su rutina diaria. Pretender que todo iba bien era un arte que Chloe Decker dominaba a la perfección.

¿Por qué iba a ser diferente ahora?

¿Y por qué justo ahora y no antes, estaba perdiendo la razón en medio del cuarto de baño más lujoso y decadente que había pisado en su vida?

En el fondo ella sabía la respuesta. Era diferente porque ahora podía ver a Lucifer por todo lo que él era en verdad.

"¡Te necesito, Lucifer por favor, no me dejes!"

El recuerdo de su propia voz la sacudió. Había sonado tan desesperada, tan patética…

Chloe cerró la llave del agua y el silencio que siguió se le vino encima. Esta vez no se trataba de un viaje a Las Vegas, o de dos meses de orgías ininterrumpidas; esto se sentía definitivo, como ninguna de las veces anteriores se había sentido.

Levantó el rostro y el reflejo en el espejo le devolvió una mirada de ojos hinchados y enrojecidos. Pero había algo diferente. Chloe contuvo el aliento mientras comprobaba que sus ojos estaban completamente vacíos. No había nada en ellos, como si una luz se hubiese apagado en una habitación antes iluminada por el mismo sol. Opacos. Descoloridos. Muertos.

El mundo se inclinó entonces peligrosamente a la derecha y ella perdió el agarre del lavabo. Un golpe seco retumbó en el baño pero Chloe no lo sintió realmente. Ahora luchaba por respirar pero el aire no entraba. Sus dedos tanteaban su garganta buscando aflojar un nudo inexistente. Miró frenética a su alrededor solo para verse a sí misma en el enorme espejo de pared, retorciéndose en el impoluto suelo de mármol del pent-house.

¿Acaso iba a morir?

A ese pensamiento le siguió uno igual de estremecedor, justo antes de perder el conocimiento.

En la muerte estaba ahora su única oportunidad para volver a verle.

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La había olvidado por completo.

Esa sensación única que venía con el poder de la omnipresencia.

Desde su trono todo estaba ante sus ojos y nada quedaba oculto en su reino.

Sus dedos se aferraron un poco más a la piedra caliente, su cuerpo relajándose en el abrazo inesperado pero bienvenido de su vieja vida.

A la vez que familiar, todo era también diferente de algún modo. Su tiempo en la tierra no solo había cambiado su perspectiva sobre los humanos y sobre sí mismo; había afectado de una forma fundamental su poder y no había reparado realmente en ello hasta ahora, que había llegado al único lugar donde podía existir sin restricciones.

¡Era una sensación exhilarante!

Lucifer tomó una bocanada de aire y exhaló despacio, expandiendo su presencia y su poder por todo el reino como un tsunami. Nadie podía ignorarle. Nadie podía desafiarle.

Él era todo en el infierno, y todo en el infierno estaba en él.

Excepto por esa nueva parte de él que ya no encajaba aquí.

El rostro de Chloe, con sus imposibles ojos azules cargados de lágrimas apareció en su mente dándole pausa.

Dos minutos fue todo lo que demoró desde su llegada en volver a pensar en ella.

Dejarla había sido lo más doloroso que había hecho en su vida. Hasta caer desde los cielos a los infiernos fue un paseo comparado con la sensación desesperante que le desgarró el alma cuando la besó por última vez.

Quería maldecir mil veces el nombre de su padre, por ponerla en su camino, por hacerles amarse a sabiendas del imposible en el que estaban atrapados desde el principio…

Pero qué sentido tenía.

Ya sabía que su padre no había facilitado más que un milagro más en su basta creación. Acaso no era él mismo también parte de esa creación. Todo lo demás había sido consecuencia de sus propias decisiones, muchas de ellas tomadas siglos antes de que Chloe entrara en su vida. Esa era la verdad.

Pero ahora él había tomado una nueva decisión. La única posible para el hombre que él quería ser.

Por ella.

Porque por ella –Lucifer entendía ahora– él era capaz de hacerlo todo.

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