Disclaimer: The story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the plot belongs to Simaril. I just translate with her permission.
Disclaimer: La historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la trama de Simaril, solo me adjudico la traducción.
Este capítulo lo betearon mis amadas Yani y Meli, betas de Élite Fanfiction ( www facebook com / groups / elite . fanfiction / )
Capítulo 6: Visitas
POV Bella
Cuando me levanté por la mañana, no recordaba haber soñado nada, pero había tres palabras escritas en la libreta con mis garabatos desordenados: Negro. Ojos. Hambre.
No por primera vez, me encontré a mí misma mirando las palabras sin recordar haberlas escrito. Mi sueño se perdió, ya sea por el caos en mi cerebro o por la confusión del sueño. A veces era difícil diferenciar qué era resultado del accidente y qué porque era humana. Mis sueños solían atormentarme todas las noches, era como si mientras dormía mi cerebro tratara de conectar los puntos desde que dejé Phoenix y me desperté en Forks. Nunca era capaz de darles sentido, incluso con el diario de sueños que tenía.
Había uno que tenía más que cualquier otro. Soñaba que estaba en un bosque, buscando algo. Se sentía como si tuviera una herida abierta en mi pecho y sabía que si simplemente pudiera encontrarlo… a ese algo… ese dolor se detendría. A quién o qué estaba buscando nunca estaba claro. Interrogué a mis padres y a Jacob sobre eso, la frecuencia del sueño me hacía creer que tendría que haber alguna base en mi vida real, pero todos ellos me pidieron que evitara el bosque a toda costa. Aparentemente tenían razón, viendo que la única vez que intenté una caminata terminé cayendo y luchando con mi cerebro.
Eventualmente el sueño se volvió menos frecuente y lo archivé como otro misterio que nunca podría resolver.
Abrí las cortinas y me recibió otro día nublado. Cornell podía ser una gran universidad, pero ¿por qué no podía estar en un lugar más soleado? Pasé las últimas semanas de junio en Florida con mi madre antes de empacar mi habitación en lo de Charlie y hacer el viaje a Ítaca. Jacob, Quil y Embry fueron conmigo, convirtiéndolo en un viaje por carretera. Tomamos prestada la camioneta de uno de los chicos de la reserva para poner mis pocas cajas y, lo que era más importante, mi motocicleta.
No tenía ningún mueble para la casa, pero había muchas tiendas de segunda mano en el área y me divertí un montón comprando gangas. Era más fácil regatear con los vendedores cuando estaba flaqueada por tres hombres jóvenes con grandes músculos. Con lo último de mi liquidación, fui capaz de amueblar la casa de forma cómoda, aunque no con mucho estilo. Sin embargo, me gustaba, era mi propio espacio y el único lugar en el que podía ser libre de mostrar mis diferencias sin prejuicios.
Una vez que los chicos volvieron a casa y le contaron a los demás sobre mi nueva casa, me inundaron con paquetes de sábanas, fotos y comida de parte de Emily. Sue Clearwater me mandó unas fotos enmarcadas de los chicos conmigo en una fiesta de hoguera. Había una muy dulce con su hijo menor Seth tratando de llevarme en su espalda. Era un gran niño, pero solo tenía trece y todavía no había tenido el crecimiento que parecía genético para los hombres de La Push.
Me bañé y me vestí, comprobé la hora, todavía era temprano, pero me había ido a la cama tan temprano la noche anterior, que no había hecho ninguna de las lecturas asignadas. Agarré mi diario y controlé el desastre de pósit que llenaba la página. La mayoría eran innecesarios ahora: recordatorios de llamar a Renée y a Charlie, una nota para ponerle combustible a mi motocicleta. Con las que tenía que lidiar ahora eran lecturas para clases y también un email que responderle a Emily. Aparté mi computadora y abrí mi libro de texto. Leí el texto asignado en voz alta, un truco que había aprendido en la secundaria. Si me leía a mí misma, era capaz de retener mejor la información. La mayor parte de esas técnicas ahora eran redundantes, ya que mi memoria a corto plazo había mejorado mucho comparado con lo que había sido, pero se habían convertido en una segunda naturaleza para mí.
Le mandé un rápido email a Emily, contándole sobre la escuela y agradeciéndole por el último envío de galletas. Con eso enviado, reuní mis libros y salí hacia mi motocicleta. Solo era un viaje de dos millas hasta el campus y deseaba que fuera más largo. Me encantaba la sensación de andar en motocicleta, aunque sabía que la velocidad que podría alcanzar en estas pequeñas calles era nada comparada con la que podía alcanzar en las carreteras secundarias de Forks. Tuve que calmarme un poco después de que me dieron una multa por velocidad. La multa de 100 dólares era bastante mala, pero ser multada por mi propio padre fue mucho peor.
—No puedo evitar que montes en la maldita cosa —había despotricado—, pero me aseguraré de que te mantengas dentro del límite de velocidad.
Estuve molesta al principio, ¿cuál era el punto de tener un padre policía si no hacía excepciones por su única hija? Pero sus siguientes palabras fueron sinceras.
—Casi te perdí una vez, Bells. Hazme un favor y mantente dentro del límite de velocidad, ¿está bien?
Más o menos me mantuve dentro del límite, hasta que llegué a la autopista y sentí la necesidad de velocidad.
Me metí en el estacionamiento y apagué el motor, un Volvo plateado se estacionó después de mí. Era el epítome de un "auto de papá" y me pregunté qué profesor desafortunado había tomado el giro incorrecto y había terminado en el estacionamiento de estudiantes. Me reí estridentemente cuando vi salir a los Cullen.
El tipo grande —Emmett, me recordé a mí misma— me saludó con la mano felizmente. Fue un gesto extrañamente dulce de alguien que lucía como si pudiera romperme a la mitad con una mano. Lo saludé de regreso, sonriendo, hasta que vi a su hermano Edward saliendo del asiento del conductor. Lo observé mientras me sonreía vacilante y me encontré sonriéndole de regreso. Tal vez era un poco particular sobre la seguridad en motocicletas, sin mencionar el auto de papá, pero realmente tenía una sonrisa hermosa. Era un poco torcida, pero en lugar de restarle encanto, se lo añadía.
Sacudí mi cabeza, disipando los pensamientos confusos. Ayer había sido entrometido hasta el punto de ser molesto, pero ahora estaba evaluando sus atributos. ¿Qué diablos estaba mal conmigo?
xXx
Las siguientes dos semanas pasaron rápidamente con la emoción por las clases nuevas, conocer el campus y los nuevos amigos.
Alice Cullen era increíblemente persistente y me convenció de encontrarme con ella para almorzar otra vez. A veces encontraba su personalidad alegre un poco abrumadora, pero su novio Jasper balanceaba la exuberancia de ella con su presencia tranquila. Él no hablaba mucho, ya sea por elección o porque era incapaz de pronunciar una palabra entre Alice y Emmett, pero me gustaba.
Emmett era un hombre de 1,95 metros equivalente a una animadora. Parecía disfrutar de absolutamente todo lo que hacía. Me gustaba su perspectiva positiva, era refrescante y me podía hacer reír como nadie más. Me recordaba a Embry en ese sentido.
Su novia Rosalie era todo lo contrario: era callada, solo sacando la vista de la revista o el libro que estaba leyendo para dirigirme una mirada evaluativa. Cualquier cosa que estaba esperando ver, por lo general parecía que estaba por debajo de sus expectativas.
La única vez que intenté entablar una conversación, me respondió con una expresión más adecuada para una pila de excremento que para la galleta que le estaba ofreciendo. Dejé de molestarla después de eso. Aprendí hacía mucho tiempo que algunas personas no valían la pena el esfuerzo, y la señorita Rosalie Hale era una de ellas.
El último de los Cullen era también el más enigmático. Edward. No podía entenderlo. Después de nuestro primer almuerzo desastroso, pareció decidir que el silencio era el mejor camino a seguir. Él se sentaba con nosotros —lo que era de por sí inusual, ya que no estudiaba aquí—, un observador silencioso de nuestras conversaciones. A veces captaba su mirada en mí, siempre con la misma mirada inquisitiva, como si estuviera esperando ver algo más que mi sonrisa educada.
Después de un almuerzo extraño en el que me había estado mirando ávidamente, ocasionalmente abriendo su boca para hablar y luego cerrándola de nuevo, llevé a Alice a un lado y la interrogué sobre su extraño comportamiento.
—No quiero sonar insensible, pero ¿cuál es el problema con tu hermano?
—¿Emmett? Ni idea, creo que nació de esa forma —dijo con una mirada burlona.
—No, no Emmett. Ya sé qué está mal con él y no es algo que un poco de Ritalin no pueda solucionar. Hablo de Edward. ¿Es un savant* altamente funcional o algo así?
Había estado investigando un poco en línea desde nuestro primer encuentro y parecía la causa más probable. Me había dicho todas esas estadísticas y a pesar de lo loco que eso era, su familia parecía aceptarlo perfectamente.
Alice se había reído histéricamente por minutos, igual que Emmett (pero como él estaba en el lado opuesto del patio debía ser por una razón completamente diferente). Eventualmente, ella recuperó la estabilidad el tiempo suficiente para explicarme que él era increíblemente tímido y lo compensaba con estallidos ocasionales como al que yo había sido sometida.
Había dejado la clase de Historia de Arte, sin querer tener otro encuentro con el doctor Pendejo, como lo había bautizado. Pero todavía lo veía alrededor del campus. Él parecía compartir la misma falta de gracia social que Edward. Lo atrapé observándome un par de veces con mucho más interés del que era apropiado para una estudiante que había visto una vez.
A pesar de su amabilidad, definitivamente había algo diferente sobre los Cullen. Aunque no estaban relacionados biológicamente, compartían demasiadas características para que fuera una coincidencia.
La piel pálida, la oscuridad bajo sus ojos y el extraordinario atractivo ya eran muy extraños, pero que sus ojos gradualmente se oscurecieron hasta volverse casi negros me tuvo googleando enfermedades extrañas después de una semana de conocerlos. Jasper y Edward parecían inmunes al oscurecimiento de ojos, los suyos permanecían de un dorado claro con solo un ligero oscurecimiento.
Acepté esas cosas extrañas como parte de lo que eran. Sabía por mi propia experiencia que, si había algo que estaban escondiendo, probablemente era por una buena razón. ¿Quién era yo para interferir?
Cuando llegué a nuestra mesa habitual en el patio para almorzar el viernes, encontré a Edward sentado solo. Pensé escabullirme y regresar cuando hubiese alguien más para amortiguar la torpeza. Pero cuando me vio, dibujó una de esas sonrisas deslumbrantes que iluminaban todo su rostro. Parecía tan complacido de verme que hubiera sido muy poco amable dejarlo solo.
—Hola, Edward —saludé con falsa alegría, sentándome frente a él—. ¿Dónde están los demás?
—Deben estar retrasados, estarán aquí pronto.
Gracias a Dios por eso.
Saqué mi almuerzo de mi mochila, notando que no tenía comida frente a él.
—¿No tienes hambre?
—Parece que he olvidado mi almuerzo hoy, obtendré algo de la máquina expendedora más tarde.
—No necesitas hacer eso, esas cosas son ridículamente caras.
Sus labios se curvaron en una sonrisa, encontrando divertidas mis palabras. Era muy consciente de que a él y su familia no les faltaba dinero; todo, desde su ropa hasta sus autos, gritaba dinero. Aunque eso no significaba que tuviera que desperdiciarlo.
Saqué un tenedor de repuesto de mi mochila y moví mi ensalada de pasta al centro de la mesa.
—Podemos compartir —dije, entregándole el tenedor.
Parecía un poco sorprendido, pero su rostro se transformó en otra de esas sonrisas deslumbrantes y asintió.
—Eso es muy amable de tu parte.
—Bueno, no es alta cocina, pero no está mal si puedo decirlo yo.
Agarré ensalada con mi tenedor y le hice un gesto para que hiciera lo mismo. Estaba sorprendida de lo cómoda que me sentía con él, perecía una persona diferente cuando estaba solo. Me preguntaba si sus hermanos extrovertidos eclipsaban su personalidad más tranquila.
Me miró con precaución, parecía que quería decir algo, pero se lo pensó mejor. Si esto no iba a ser un asunto silencioso, iba a tener que tomar las riendas de la conversación.
—¿Tienes planes para el fin de semana? —pregunté.
—Nada concreto, Emmett y yo tal vez hagamos senderismo, pero depende de Rosalie. ¿Qué hay de ti?
—¡Iré a Finger Lakes! —Estaba emocionada por el viaje y mi sonrisa era animada. Él lucía un poco confundido, así que continué explicando—: Es un bosque. Hay algunos senderos geniales por ahí.
—¿Vas a hacer senderismo? —Él sonaba tan sorprendido como si hubiese anunciado que estaba planeando pasar mi fin de semana experimentando con drogas duras.
—No. —Lucía aliviado—. Iré a correr. Me gusta el senderismo, pero hay algunos grandes senderos en el bosque y no he sido capaz de realmente estirar las piernas por un tiempo.
Parecía estar luchando consigo mismo. Quizás quería darme otro discurso de estadísticas: los riesgos de correr, esta vez. Su cabeza se inclinó a un lado y su expresión se volvió concentrada, como si estuviera escuchando algo a la distancia.
—Me gusta correr —dijo eventualmente—. ¿Te opondrías a algo de compañía?
—¿Tú? —lo dije sin pensar y su sonrisa se desvaneció.
—Olvida que pregunté, yo simplemente…
—Puedes venir. —Otra vez las palabras salieron sin pensar.
—¿En serio? —Lucía emocionado.
—En serio. Iré en mi motocicleta, así que tendremos que encontrarnos ahí a menos que quieras ir conmigo. —Estaba segura de que eso sería recibido con una gran muestra de orgullo masculino y explicaciones de que "los hombres no son pasajeros" como había experimentado con Jacob muchas veces. Pero una vez más me sorprendió.
—Me gustaría eso. Lamento mi comportamiento grosero sobre tu motocicleta la última vez. Fue rudo e impertinente de mi parte.
—Eso está bien —le aseguré—. Alice me lo explicó.
Hubo un silencio incómodo después de eso y me arrepentí de mis palabras. Sabía muy bien cómo me sentía cuando señalaban mis debilidades y estaba segura de que él tampoco lo apreciaba.
Por suerte, Alice y los demás llegaron en ese momento y rompieron la tensión.
—Hola, Bella —saludó Emmett con entusiasmo—. Lamentamos llegar tarde, espero que Edward no te aburriera demasiado.
El rostro de Edward decayó, y sentí una ola de piedad por él. La personalidad dominante de su hermano definitivamente era un factor para su torpeza social.
—En realidad, estábamos teniendo una conversación interesante antes de que llegaras a meter la pata —le informé, mi tono un poco más duro de lo que pretendía, pero por alguna razón incomprensible me sentía protectora con Edward y su naturaleza gentil—. De hecho, hicimos planes para ir a correr juntos mañana.
—¿Tú irás a correr? —Como Edward, él parecía asombrado, pero también divertido. ¿Por qué los sorprendía tanto? Claramente no era una atleta como ellos, pero tampoco era una muñeca de porcelana.
—Sí, correr. —Estaba cada vez más irritada.
Emmett pareció darse cuenta de que no estaba divertida y su expresión se volvió triste.
—¿Puedo ir?
—¿Para que puedas reírte de mí? No.
—No me reiré, lo prometo. Vamos, Bella, podemos hacerlo un viaje en grupo. Me comportaré, lo prometo. —Me miró suplicante.
Miré a Edward para ver qué pensaba y él asintió.
—Bien, puedes venir —le dije—. Pero si molestas, no podrás ir otra vez.
—Seré bueno —dijo, radiante.
Pasamos el resto del almuerzo organizando nuestro viaje. Los encontraría en el estacionamiento del campus y conduciríamos juntos. Bueno, ese era el plan de todos modos. Si ellos venían en el auto de papá, les mostraría la velocidad que mi motocicleta podía lograr. Y tal vez podría tener un tiempo a solas con Edward también. La persona que había sido en el almuerzo de hoy era intrigante y quería conocerlo un poco mejor.
Cuando terminé mis clases de la tarde, me encontré con una sorpresa en el estacionamiento. Parados al lado de mi motocicleta había tres hombres muy familiares.
—Jacob —chillé, corriendo hacia él y arrojándome a sus brazos. Me gustaba el calor que Jacob y sus amigos parecían irradiar. Decían que era algo genético y Billy no parecía muy preocupado por eso, así que yo tampoco.
Me dio vueltas, riendo.
—Hola, Bells, ¿me extrañaste?
—Definitivamente. Aunque no esperaba verte tan pronto.
Saludé a Embry y Quil con igual entusiasmo. Aunque solo habían pasado semanas desde la última vez que los vi, se sentían como meses.
—Disfrutamos mucho el último viaje por carretera, no podíamos esperar para hacerlo otra vez —dijo Jacob con una sonrisa relajada.
—¿Así que no tiene nada que ver con Charlie volviéndose loco cuando mencioné a mis nuevos amigos? —dije con sospecha.
—¿Nuevos amigos? —preguntó inocentemente—. Él no dijo nada sobre nuevos amigos.
—Huelo la mierda. Si no quieres compartir, está bien, pero no lo arruines para mí, Jake. Realmente me gustan.
—No soñaríamos con ello. ¿No, chicos?
Quil y Embry se apresuraron a tranquilizarme, pero no estaba convencida.
—¿Son ellos? —preguntó Jacob.
Me giré, vi a los Cullen aproximarse y los saludé con la mano.
—Sí, esos son Edward, Alice, Jasper…
Me fui callando mientras veía sus expresiones. Parecían horrorizados.
¿Qué demonios?
*Savant: El Síndrome del Savant es un conjunto de síntomas cognitivos anómalos, que el investigador Darold Treffert define como un estado patológico según el cual algunas personas con desórdenes mentales y pese a sus discapacidades físicas, mentales o motrices, poseen una sorprendente habilidad o habilidades mentales.
¡Hola!
Bella haciendo suposiciones sobre Edward y tratando de entenderlo, apareció Jacob, están pasando muchas cosas...
¡Espero que les haya gustado el capítulo y que me cuenten sus opiniones en los comentarios!
Gracias por los comentarios en el capítulo anterior a: alejandra1987, Tata XOXO, Elmi, Liz Vidal, Andy55TwilightOverTheMoon, Kriss21, Adriu, somas, piligm, Melany, Jade HSos, tulgarita, Tecupi, Fallen Dark Angel 07, Leah De Call, Beatriz Gomes2, Maydi94, Car Cullen Stewart Pattinson, freedom2604, martuu341, Maryluna, .1656 y liduvina.
¡Gracias por leer!