Chat Noir resiente que no se confíe en él. Ladybug muere por poder confiarle todo, pero Fu se lo prohíbe. La brecha entre ambos solo crece cuando el gato conoce otras realidades y Gabriel lo envía lo más lejos posible para no tener que lidiar con él. Ladybug comienza a enfrentar una dura soledad. ¡GRACIAS POR LEER!


DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. Assassin's Creed es del mismo modo, propiedad de UBISOFT. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.


ADVERTENCIAS

La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros.
Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.

Puede haber spoilers de la tercera temporada.


MIRACULOUS CREED

Apertura: Nada es verdad

Techos de París. 23:32 hrs.

¡Qué tremenda soledad! Debería estar acostumbrado a ella en todo caso. Se sentía como una pieza importante, pero desvalorada. Chat Noir suspiró con tristeza: estaba sentado sobre uno de los techos de la ciudad, apoyado sobre un ducto de ventilación, mirando hacia la torre Eiffel. Tenía mucho en la cabeza y todo aquello lo entristecía y enrabiaba a partes iguales. Se cruzó de brazos, pero más que un gesto defensivo era un intento por abrazarse a sí mismo. Estaba muy triste y frustrado.

O sea, debería estar acostumbrado a sentirse así. Toda su vida no había sido sino una soledad muy grande. Su maman era la única que le aliviaba el día y lo hacía sentir importante, pero desde su desaparición se había visto reducido a la nada misma. Cierto, en los últimos meses había ganado más de lo que hubiera soñado: iba a clases, tenía amigos, se había convertido en un superhéroe, pero… pero… para su padre era tan solo un muñeco al que enviar a modelar a distintas pasarelas, un activo de la marca Agreste, cuya opinión no importaba de nada. Más que hijo, era una mascota de exhibición.

La persona de la que más buscaba aceptación, su padre, lo ignoraba por estar inmerso y atormentado en sus propias depresiones.

Y luego estaba Ladybug. Chat Noir se permitió una sonrisa. ¡Su Lady! La chica más asombrosa del mundo, valiente, creativa, genial, la luz de sus días y el motorcito de su corazón. Junto con ella había descubierto todo un mundo de aventuras, y se había probado a sí mismo capaz de lograr grandes cosas. Ladybug fue la primera en confiar en él, en hacerlo sentir parte de algo, lo hizo sentir… que era importante en algún gran esquema de cosas…

… y por eso le dolía tanto que de pronto no confiara en él.

Porque sí se había dado cuenta de ello.

Suspiró. También estaba enojado al respecto. Dos días atrás habían tenido que salvar París del akuma de la Sirena. Ondine, la amiga de Kim, triste por el rechazo del chico, decidió inundar París con sus lágrimas y ¡vaya que lo logró! Fue un día interesante, pues tuvo la oportunidad de probar sus poderes acuáticos, lo mismo cuando hace un tiempo pudo probar los de hielo, pero eso lejos de motivarlo, lo tenía… frustrado.

Ladybug se había marchado en plena batalla, argumentando que tenía que hablar con alguien. ¡El mismo alguien que le había pasado los quesitos con las fórmulas para empoderar a Plagg! No le dijo quien era, pero él sabía que tenía que ser alguien importante, que tenía conocimientos de los kwamis y todo eso. Ladybug le prometió que le diría de donde sacaba esa información, le prometió que esa persona lo contactaría…

¡Pfffff! Había echado raíces esperando que alguien fuera a hablar con él. ¡No! Nadie había aparecido con las ansiadas explicaciones. ¿Acaso estaba bien pensar que se las debían? O sea, estaba arriesgando el cuello por la ciudad, pero… No. Se estaba dando dolorosa cuenta de que no lo consideraban, no creían que él podría tener algo que aportar a la causa, solo era una pieza más del ajedrez, un peón sacrificable, no alguien cuyo aporte pudiera ser considerado valioso. ¿Acaso no era un superhéroe también? ¿No estaba a la par con Ladybug? ¿No se supone que su kwami era el complemento de Tikki y ambos eran los más poderosos que existían? O quizás había entendido mal esa parte… comenzaba a pensar que quizás Chat Noir solo era un acompañamiento desechable.

—¿Qué es lo que no soy capaz de entender? —se preguntó a sí mismo en un susurro.

Estaba enojado. Ya se había llevado suficientes decepciones, pero esta… ¡vaya que le estaba costando trabajo lidiar con esta! Nunca obtendría la aprobación de su padre, él nunca lo vería como persona: podía lidiar con eso. Hacía un estupendo equipo con Ladybug aunque ésta no lo amara de vuelta: podía lidiar con eso… bueno, dolía como herida en carne viva, pero un día a la vez y ya lo aceptaría, pero… ¿Qué Ladybug no confiase en él para decirle… cualquier cosa?

—No, eso no… ma lady sí confía en mí… es… esa persona la que no lo hace.

Chat Noir no tenía pruebas, pero estaba seguro de que debía haber otra persona en la ecuación. Era bueno en matemáticas, esas cosas no le suponían problema. Ladybug sí que confiaba en él, incluso la expresión que le puso la chica cuando le dijo que nadie había hablado con él fue genuina sorpresa y se deshizo en disculpas. No, el problema no era su lady… ¡tenía que ser esa otra persona! La misma que debía haberle dado el miraculous la primera vez. ¡Tenía que haber alguien más al corriente de todo!

—Entonces, ¿Para qué me da un miraculous tan peligroso si luego no va a confiar en mí?

Chat Noir bajó los hombros y se miró el anillo. ¿Y si lo devolvía? Amaba ser un superhéroe, sentía que había nacido para eso, pero ¿de qué servían sus sacrificios si nunca iban a considerar su opinión? No es que buscara gloria personal, muy por el contrario, pero… que al menos lo valorasen siquiera un poco. ¿Y si renunciaba al…?

BANG, BANG.

El primer instinto de Chat Noir fue taparse la cabeza y agacharse apretado contra sí mismo y el suelo. Los balazos habían sonado extraños, como apagados, pero su transformación le había permitido escucharlos a la perfección. Se agazapó contra la pared en la que había estado apoyado y comenzó a escanear con urgencia su alrededor: de pronto el solitario techo en el que había decidido detenerse a pensar se llenó de actividad. Tres hombres armados arrinconaban a un cuarto a punta de pistola y se notaba que en cualquier momento lo iban a ultimar a balazos. Chat Noir aplastó las orejas contra la cabeza y desde su escondite abrió mucho los ojos. ¿Qué estaba pasando aquí? Antes había intervenido en asaltos o peleas de pandilla, pero esas nunca le habían dado tan mal rollo. Esto parecía ligas mayores, como cosas de gánsteres, e iba demasiado en serio. ¡Aquí Iba A Morir Gente! Arrugó la nariz y aguzó la mirada…

—¡Llevas demasiado tiempo siendo un incordio, Asesino!

—¡Gracias! Me alegra saber que mis esfuerzos no han sido en vano —dijo el hombre acorralado mientras se ajustaba la capucha— Acabemos con esto, que tengo que llegar a casa.

—¿Crees que te vamos a dejar escapar? Hoy se acaban nuestras disputas —El hombre que hablaba, que parecía ser el jefe, bajó el arma unos instantes, aunque sus acompañantes no se relajaron ni un momento. Avanzó con pasos seguros y lleno de un aire de pedantería —¿A qué hemos llegado? Tú y yo podríamos ser amigos.

—He visto como ustedes los templarios tratan a sus amigos. ¡No gracias! —el tono del acorralado era burlón, pero Chat tuvo la sensación de que el tipo se sabía entre la espada y la pared.

—No estás en una posición que te permita hacer bromas. ¡No con la oferta que te tengo! Dame esas llaves, asesino. ¡Sé que las tienes!

El asesino, Chat Noir se dio cuenta, se quedó en estoico silencio, sin mover siquiera una pestaña. Toda su postura hablaba de un ataque inminente, de que buscaba una salida, que además estaba asustado, pero en control de sus emociones: necesitaba toda su concentración si quería sobrevivir la noche. Chat Noir entrecerró los ojos, aguantando la respiración, oculto donde estaba. ¿De qué llaves hablaban esos hombres? Hubiera esperado que la discusión girase en torno a dinero o drogas, no unas tristes y patéticas llaves. ¿Qué estaba pasando?

—Ambos buscamos lo mismo, pero nuestros métodos difieren —el hombre armado siguió con su monólogo al ver que no le respondían— ¿Es que no lo ves? ¿En serio eres incapaz de apreciar la belleza…?

—¿Del control total, Templario? ¿De la supresión de las libertades de las personas? ¿Del derecho a ser diferentes y pensar por uno mismo?

—¡Calla asesino! ¡Sabes que las diferencias generan desorden! —exclamó el llamado templario con algo de mala leche, pero siguió con su discurso como si intentara convencerlo— Imagina, Martín, un mundo estable, en el que nadie discuta con nada, ni piense diferente. Donde no haya preocupaciones ni conflictos… ¿No es eso lo que ustedes, los asesinos, buscan? ¿La Paz?

—Buscar la paz mediante el control total y la supresión de las libertades personales está mal. ¡Ustedes no buscan la paz! Buscan el poder que supone el control absoluto… poder sobre la gente, eliminar su humanidad…

Estabilidad es lo que buscamos. Un mundo sin miedos ni ambigüedades. Donde la gente no tenga que pensar, pues todo se le dé hecho… Solo tendrían que vivir y servir a quienes se encargan de pensar por ellos. ¿Para qué quieren libertad si son incapaces de lidiar con eso?

—La libertad es problemática. Pero inestimable —Dijo el asesino muy seguro— La gente necesita la verdad…

—¡No son capaces de ver la verdad! ¡Ni aunque ésta les mordiera el trasero! Las personas no quieren entenderla tampoco, son mulas ignorantes. ¡Deben ser controlados toda su vida!

—Daré mi vida por la…

—¡Imagina el poder que eso conlleva, asesino! ¿Acaso crees que es justo que estemos enfrentados por nuestras diferencias? Podríamos trabajar por un mismo objetivo…

—No me lo parece, Templario, el poder los tiene corrompidos —dijo el asesino mientras asumía una postura de ataque. Chat aguantó la respiración.

—Ustedes no lo hacen mejor. Ustedes aspiran al caos, al desorden…

—Donde todos puedan pensar por sí mismos…

—No te pongas melodramático, Martín —El hombre volvió a apuntarle con el arma— ¡Entrega las llaves! Vivo o muerto igual te las quitaré. ¡No vas a impedir que los templarios entremos a esa cripta y obtengamos el poder que oculta!

El asesino empuñó las manos, activando alguna suerte de mecanismo que reveló dos dagas ocultas en los antebrazos. Chat Noir soltó el aire que estaba aguantando: no le estaba gustando nada de lo que acababa de escuchar y no sabía como intervenir, pero su instinto parecía gritarle que actuase a favor del asesino. No podía explicarlo, no… no tenía garantías, pero si algo nunca lo había traicionado, eran sus tripas, sus corazonadas: y éstas le estaban gritando que ayudase al hombre acorralado...

—¿Quieres las llaves? ¡Pues ven por ellas!

—¡Ah, la basura quiere pelear! ¿Qué no ves que estás en desventaja?

SWISSSH, CLANK, CLANK

Todos los involucrados pegaron un brinco de medio metro cuando Chat Noir salió de entre las sombras, atacó con su bastón a uno de los adultos y procedió a noquearlo, antes de saltar junto al asesino en posición de defensa, siseando igual que un gato. De todas lo que podrían haber pasado esa noche, aquellos hombres se hubieran esperado cualquier cosa, menos que uno de los héroes de París interviniese a favor del asesino.

—¿Es una fiesta privada o puedo venir?

—¡¿Pero qué demonios…?!

—Es porque soy un gato, ¿verdad?

—¡MÁTENLOS!

Al menos Chat Noir había tenido la gentileza de emparejar las cosas. El asesino ni siquiera se cuestionó el golpe de suerte y tanto él como Chat Noir se lanzaron de cabeza a repeler a los dos hombres restantes. Fue una pelea más corta y menos épica de lo esperado, pero no por ello careció de fuerza. Chat Noir estaba histérico, nunca se había enfrentado tan seriamente a hombres adultos que no estuvieran akumatizados y si bien eran bastante peligrosos… digamos que tratar de darle palizas a un akuma seguía siendo más difícil. Tanto él como el asesino pudieron repeler el ataque, noquear a un segundo hombre y huir holgadamente del acoso sin lamentar más pérdidas. Huyeron durante unos veinte minutos hasta que por fin llegaron a un techo lo suficientemente a resguardo como para recuperar el aliento. Chat, por instinto y quizás costumbre, se subió a un punto alto para ver si eran perseguidos o no.

—¿Estás bien, muchacho? ¡Me diste un buen susto! —El asesino le dijo con calma, mientras se quitaba la capucha —Gracias: salvaste mi vida.

Chat Noir no dijo nada. Por instantes se quedó mirando al hombre sin saber si debía o no acercársele. En un gesto muy felino de su parte, se pasó la muñeca por la cabeza antes de saltar junto al hombre, como sopesando lo que acababa de hacer.

—Mi nombre es Martín Blanchet.

—Chat Noir… como si eso no fuera evidente. ¿Está bien, monsieur?

—Respiro, ¡lo que es bastante! —rió de buena gana Martín, antes de ladear la cabeza curioso— ¿Por qué me ayudaste?

—Una corazonada felina —Chat Noir se encogió de hombros— ¿Quiénes eran esos hombres y porqué…?

—¿… buscaban matarme? Es una larga historia.

Martín quiso sonar todo lo grave que podía. Era un asesino, rudo por naturaleza, una pieza más del conflicto que durante milenios había enfrentado su orden contra los templarios. Él sólo sabía de rudeza y era un buen juez de carácter: sabía mejor que nadie que no debía implicar inocentes en las secretas luchas por la libertad de la humanidad… pero Chat Noir puso la expresión más dulce del mundo y lleno de una vivaz inocencia, lo quedó mirando como esperando que comenzara a contarle un cuento. Parecía el gato con botas de Shreck.

Tuvo un tic en el ojo: tampoco se esperaba eso.

—Tengo tiempo, monsieur. ¡Quiero saber!

Ooooh, Chat Noir esperaba que en cualquier momento el hombre rodase los ojos y se retirara dándole la espalda. Nunca nadie lo hacía sentir importante. Otra vez se quedaría con las dudas, en esa soledad tan grande en la que vivía. Vio que Martín rodó los ojos en efecto, pero en vez de darle la espalda… bufó resignado y dejó caer los brazos.

—Supongo que te debo algunas respuestas: salvaste mi vida después de todo —anunció con bastante menos agresividad de la esperada— ¿Cuánto rato llevabas en ese techo, muchacho?

—¡No los estaba siguiendo, monsieur! Cuando ustedes llegaron, ya llevaba un par de horas ahí. —Chat Noir suspiró— Tenía la mente ocupada en otras cosas. Nunca me esperé presenciar algo así. O escuchar lo que escuché…

—¿Te arrepientes?

—No. Lo iban a matar si no intervenía… ¿Qué está pasando?

—¿Qué y cuánto escuchaste?

Las preguntas de Martin eran precisas y exigían la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad por parte de Chat Noir, pero el joven héroe ni siquiera pensó en mentir. Era un gato bien, de su casa, ¡claro que era travieso!, pero sabía cuándo ponerse serio.

—Escuché casi todo, me falta contexto —explicó con tranquilidad— Por eso me gustaría saber más…

—Ah muy bien —Martín asintió con paciencia— Dime, ¿qué opinas de lo que escuchaste?

Chat Noir se quedó callado varios instantes, como repasando lo que acababa de pasar. El asesino lo miró con paciencia, en espera de sus argumentos y sin apurarlo. Chat se mordió el labio inferior.

—… El hombre estaba convencido de lo que hablaba, como si en verdad creyese que eso del control total es la forma para conseguir la paz, pero… esa lógica tiene fallos —Chat se detuvo y miró al asesino como esperando que éste lo interrumpiese. Continuó con su argumentación— El mundo está hecho de colores. Todos pensamos diferente y creo que en el diálogo de nuestras ideas está la vía para lograr grandes cosas. ¡Nadie sobra! Ni los más pequeños, ni los más grandes. Todos tenemos algo que aportar, incluso yo: ¡Esa es la realidad del mundo! Lo que debemos celebrar… ¡Pero ese hombre…!

—Te escucho…

—¡Quiere anular todo eso! eliminar las diferencias que nos hacen únicos, y aplastar a quienes no estén de acuerdo con sus ideales. ¿Qué clase de persona busca eso?

—Te sorprendería saberlo, minet.

—Una ideología así es peligrosa. Se contradice con la realidad… ¿Por qué piensa eso?

—Un hombre así teme el caos que resulta de las diferencias.

—¡Pero para eso están las leyes! Como sociedad podemos alcanzar pactos, acuerdos, regirnos por leyes que sean parejas para todos. ¡Así todos ganamos, incluso con nuestras diferencias! Un mundo monótono es… —Chat Noir se detuvo unos momentos en busca de una palabra que describiera lo que quería decir— deprimente. La humanidad no va a sobrevivir algo así…

—No. No lo hará. —El asesino dio un paso hacia adelante y revolvió los cabellos del gato en un gesto muy paternal— Me gusta como piensas muchacho. ¿Vienes?

—¿Huh? ¿Dónde?

Martín sonrió travieso y de uno de sus bolsillos sacó unas llaves antiguas, que parecían tener cientos de años. Chat Noir parpadeó travieso, como un gato al que le muestran un juguete. Incluso estiró el dedo para topar el objeto.

—Salvaste mi vida, creo que te debo algunas respuestas.

—¿Esas llaves son las que buscaba ese hombre?

—Sí… llevan a una cripta antigua en lo profundo de París. ¿Quieres verla?

—¿Yo? ¡Claro! O sea, me gustaría saber en qué lío me metí, pero… ¿por qué confías en mí? Ni siquiera sabes quién soy.

—Confiaste en mí, sin tener motivos para hacerlo. Gato: solo tendrás esta oportunidad. ¿Vienes o no? Si te involucras con alguien como yo, será un tremendo problema, solo añadiría drama a tu vida, pero…

Un repentino rugido del estómago de Chat Noir interrumpió el discurso de Martín, quitándole varios puntos de gravedad. El gato se sonrojó bastante y entre dientes pidió disculpas al respecto, pero en seguida preguntó:

—¿Hay croissants?

—Tal vez —El asesino hizo un ademán con la cabeza, como diciéndole que lo siguiera —Vamos, apresurémonos a ver si acabamos esto, que mañana seguro tienes escuela.

Martín comenzó a caminar por el techo y se detuvo en el borde, como esperándolo, pero sin voltearse a mirar. Chat Noir tragó saliva, su cola se movió nerviosa unos momentos, pero… ¿qué tenía que perder? El gato se armó de valor, tomó aire y decidió seguir al asesino.

Su vida no volvió a ser la misma.


Colegio Françoise Dupont

Meses después. Jueves, 8:30 am.

Marinette mordisqueaba sus uñas con nerviosismo. Por una vez había llegado temprano a clases, pero eso lejos de quitarle presión de encima, solo agravaron sus nervios. Entre los akumas, el maestro Fu y la creciente animadversión que sentía de Chat Noir no sabía que era lo que la estresaba más. Sus clases ni siquiera entraban a la ecuación. Suspiró: ¿en qué momento se había echado todo a perder? O sea, no es que estuviera todo arruinado o que Papillón estuviera ganando, era tan solo que sentía que el mundo estaba empeñado en anularla y que eran cada vez menos las personas en las que podía confiar.

Todo parecía haber cambiado demasiado rápido, tanto que mareaba. El maestro Fu le estaba apilando demasiadas responsabilidades encima, y comenzó a prohibirle varias cosas, en consideración que ella era una portadora y probable futura guardiana de la caja. Ya había objetado su amistad con Luka, y cada vez que la veía ensoñando con Adrien, la detenía en el acto. ¡Era una portadora! Una heroína por derecho propio: no podía permitirse querer a nadie. El suyo era un camino solitario y nadie debía saber que ella tenía un miraculous. "¡Pero si no les voy a decir nada!" —había dicho Marinette— "Sé que debo mantener el secreto", había añadido… pero no… "Tarde o temprano confiarás en tu pareja. ¡Es mejor que no la tengas!" había respondido el maestro Fu.

Ya no le estaba gustando esto de ser heroína, pero tenía una responsabilidad de la que no iba a huir. Pero si tan solo tuviera algún apoyo en esa soledad se le haría más fácil, lo que a su vez la llevaba a pensar en Chat Noir y en la creciente lejanía que el gato había interpuesto entre ambos. ¡Hacía un gran equipo con él! Ni ella misma entendía a qué nivel lo quería. Ambos habían mantenido una dinámica fenomenal durante los primeros ataques akumas, pero… pero de pronto… de pronto el gato comenzó a resentirla, a estar más distante… incluso hubo akumas que tuvo que enfrentar sola porque Chat no apareció.

¿Por qué la había dejado sola en un momento así?


Flashback

—¡¿Es porque te dije que amo a otro?! ¡No puedes ser tan inmaduro, chaton! Ni me…

—No. Oye, bájale al drama. ¡Por mi puedes amar al que se te antoje!

—¿Entonces por qué estás así tan distante conmigo?

—Solo cumplo mi papel. El de un gato accesorio —Chat Noir se encogió de hombros— Cuando ustedes dos dejen de verme como algo desechable, quizás cambie mi actitud.

—¿Nosotros dos? ¿A qué te refieres? Solo soy yo… —dijo Ladybug con evidente angustia en su voz.

—¿Me viste la cara de tonto o crees que no sé qué hay un supuesto guardián de miraculous que no quiere que hable contigo?

Fin del Flashback


El como se había enterado Chat Noir sobre el maestro Fu no tenía idea, pero lo había hecho. De paso la había metido en un tremendo lío con el anciano guardián, quien la regañó por haber hablado más de lo necesario con Chat Noir y haber insinuado su existencia. Ahora que lo pensaba, tarde o temprano el gato se habría enterado de que Wang Fu era un guardián, sobre todo después del incidente de Feast, en donde hasta Papillón supo de que el anciano existía, pero en su momento había sido muy estresante. ¿Y lo peor de todo? Ni aún así Wang Fu había cedido en su afán de mantenerse en secreto, y se negaba a involucrar a Chat Noir en los asuntos concernientes a los miraculous.

Marinette odiaba todo eso, Chat Noir era su compañero, quien a pesar de todo seguía presentándose a la batalla para apoyarla en lo que fuera necesario (bueno, a casi todas), y sí… el felino era un payaso en toda regla, sobre todo con sus bromas de gatos, pero ella sí valoraba su opinión, su arrojo, su valentía y le dolía tanto mantenerlo al margen. "Eres capaz sola, Marinettte" le dijo Fu en algún momento "¡No necesitas a nadie!" había añadido.

—Pero sí necesito ayuda, no puedo sola… —murmuró entre dientes.

—¿Dijiste algo? —preguntó Alya mirándola fijo. Marinette la miró con una cansada sonrisa.

—Matemáticas. Necesito ayuda, no puedo sola. —se apresuró en decir. Alya sonrió y asintió con ganas.

—Siempre puedes pedirle ayuda al prince charmant

—¿Adrien? No sé… —Marinette se sonrojó con tristeza— No me quiere cerca.

Uy. Si tenía problemas con Chat Noir, entonces lo de Adrien Agreste era todo un nuevo nivel de estrés. El muchacho había tenido un cambio preocupante en los últimos meses, y no solo con ella, conste. Comenzó a pelearse mucho con su padre, a faltar a sus clases, a llegar tarde. Seguía siendo muy amigo de sus amigos, eso nadie lo cuestionaba, pero estaba muy extraño y hacía todo lo posible por incordiar a sus mayores.

En serio, ¿desde cuando un chico que ha pasado siendo enfermizamente obediente toda su vida comienza a portarse así? Suspiró, no digamos que le extrañaba: una persona solo aguanta hasta cierto límite, pero el cambio de actitud de Adrien había sido muy violento. De obedecer ciegamente a Gabriel pasó incluso a enfrentarlo públicamente. No, no modelaría nunca más para él; No, no podía obligarlo; ¿Qué lo iban a encerrar si no obedecía? ¡Cómo si le importase! Vivía encerrado después de todo. Y se escapaba de casa, llegando tarde de regreso, e incluso a veces se pasaba dos o tres días fuera antes de dignarse a volver o avisar que estaba bien, lo que tenía a Gabriel de cabeza sin saber qué hacer. Estaba más respondón que nunca, pero extrañamente… Marinette lo notaba más tranquilo, más libre… ahí cuando todos se preocupaban del colapso del niño de oro de París, Marinette se sentía más tranquila, porque lo veía más… feliz.

Y eso era preocupante. ¿Qué vía de escape había encontrado Adrien que lo tenía así? ¿Qué había pasado con él?

¿Qué había pasado con Chat Noir?

¿Por qué los dos chicos más importantes de su vida habían cambiado tanto? ¿Cómo fue que no les siguió el ritmo? ¿Cómo alcanzarlos? Porque quería estar a la par de ellos, pero… se estaba quedando atrás, como empantanada. ¿Cómo encontrar las fuerzas para hacer lo mismo, estar tranquila en su propia piel?

¿Y… si entregaba el miraculous?

—¿Qué tonteras dices, Marinette? ¡Claro que Adrien te quiere cerca! ¿No has visto cómo te mira últimamente?

—Hmpf. No sé, Alya.

Marinette dejó caer los hombros, pero en seguida se compuso. Seguía adorando a Adrien y aunque se preocupaba por su repentino cambio, adoraba verlo así de feliz. Alya suspiró: entendía bien a su amiga. Como todos, había notado que el Adrien que ahora los hacía reír no era el mismo chico tímido que había llegado a principio de año junto con ella, pero no le preocupaba tanto. Quizás si hubiera detectado algún comportamiento autodestructivo se habría alarmado, pero no. Además Nino no estaba ni siquiera mosqueado: su mejor amigo estaba más rebelde, claro, pero definitivamente de los dos, él era la mala influencia y no el joven Agreste.

Nah. Adrien estaba respondón, pero no lastimaba ni a una mosca. Seguía siendo el chico de oro que…

PFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF

Hablando del rey de Roma, Adrien llegó literalmente pateando piedras. Se dejó caer en su asiento, desparramándose molesto y bufando sonoramente. Tenía los nudillos pelados, estaba más pálido de lo normal y lucía un nuevo moretón en un costado del rostro. Cerró los ojos y siguió incubando rabias, sin saludar a nadie. Alya y Marinette habían dado un brinco y las dos se quedaron viendo a Nino con cara de pregunta. El muchacho les hizo una seña con la mano, indicándoles que luego les contaba, lo que no hizo nada por aplacar a las chicas. Chloé, desde su sitio, miraba extrañadísima a Adrien, lo mismo Kim y Nathaniel que entraron justo después de él. Caline Bustier entonces entró al salón y cerró la puerta tras de sí.

—¡Buenos días alumnos! Prepárense y abran sus libros en la página 30…

—¿Adrien? —Lo llamó Marinette, arriesgándose a que le llamaran la atención. El aludido giró el cuello, sin borrar la expresión de su rostro.

Salut.

—¿Estás bien?

—¿Te parece que esté bien? —respondió el chico cortante.

Marinette se irguió en su sitio, perpleja por la respuesta. Intercambió una rápida mirada con Alya, quien parecía casi tan desconcertada como ella. No tuvo mucho tiempo de pedir una explicación, porque la profesora Bustier les llamó la atención en ese momento. Tuvieron que esperar todo el primer bloque para ver como pedirle explicaciones a Adrien… quien por cierto se portó pésimo. Bufó, no prestó atención, distrajo a sus compañeros, no hizo los ejercicios, nada. Caline estuvo a nada de enviarlo a la oficina del director, pero al final se contuvo.

Al menos logró hacer correr la voz entre sus compañeros que necesitaba hablar con todos, por lo que les pedía que no se fueran al recreo en seguida, por lo que ni bien sonó el timbre y la profesora Bustier los hubo dejado con un pequeño regaño por su actitud, todos se quedaron en el salón para ver qué tanto quería decir Adrien.

—Viejo, tú sí que sabes crear tensión —dijo Kim— ¿De qué se trata todo esto?

—¿Y con quien te peleaste ahora? —preguntó Max, analizando sus nuevos moretones.

—Da lo mismo, Adrien está teniendo un mal día —Se apuró en decir Alya, con las manos en las caderas— ¡Lo que no le da derecho de tratar mal a Marinette!

—Sí, sí, ya sé… ¡No vuelvo a tratar mal a la princesse! No se vaya a romper—reclamó Adrien bastante hastiado.

—¡Adrien!

—Aunque dudo que vaya a tratar mal a alguien de nuevo por aquí.

—No, no hay problemas —reconoció Marinette tratando de ocultar lo mucho que le había dolido el comentario— Adrien solo está molesto, seguro no es conmigo…

—Hmpf. Marinette… ¡Shhh!

Adrien bufó una vez más, pero en seguida cambió su actitud por una de derrota. Su rostro se suavizó y miró al piso, quizás con un dejo de angustia. Nino le dio un golpe en la espalda: el muchacho no se había atrevido a abrir la boca, ¡seguramente sabía de qué se trataba todo esto!, y por lo mismo no confiaba en su voz, por temor a que lo fuera a traicionar. Muchos se miraron entre sí.

—¿Adrien?

—Me voy a Suiza. Hoy… es mi último día aquí.

—¡¿QUÉ COSA?! —exclamó Marinette sintiendo un vacío en el estómago— ¡¿Por qué?!

—Marinette, deja ya el escándalo —gruñó Adrien apretando los puños— Me voy a Suiza: el Agreste finalmente se hartó de mi y me manda a un internado… no… no volveré sino hasta navidad, y eso si el viejo me quiere en casa. Yo… —Adrien suspiró— … no estoy muy contento, pero no puedo hacer nada.

—¿Pero como que te vas así tan de repente? —Preguntó Rosita.

—¡Ridículo! ¡Totalmente ridículo! Tu padre no es de…

—¡Pues bien que lo harté, Chloé! Al punto que no me quiere en casa. ¡Como si me hubiera querido alguna vez! Ya no me puede usar para la marca ni quiere darse el trabajo de ser un padre. ¡Claro que le estorbo!

Mon poté… ten calma, ya lo hablamos —pidió Nino, tratando de poner paños fríos— Lo que Adrien quiere decir es que si bien se va a Suiza, no quiere perder el contacto con todos nosotros. Hoy es un día… difícil.

—Pffff. Lo es. Pero Nino tiene razón. Me voy lejos, y contra mi voluntad… pero no quiero irme mal con ustedes. Fueron los primeros amigos que he tenido y no quiero perder el contacto.

—No lo perderás Adrien. Nos aseguraremos de seguir en contacto —dijo Max con una sonrisa —La tecnología acerca mucho a la gente, y siempre puedes volver en vacaciones…

—¡Más vale que te traten bien en Suiza! —gruñó Chloé— ¿A qué internado te vas?

Adrien iba a responder, pero en ese momento sonó la alarma de akuma, lo que inició la evacuación hacia los refugios de los colegios. Marinette tenía el alma partida en dos: ¡No quería que Adrien se fuera! Con razón estaba tan molesto, pero ¡no quería que se fuera! Era su único cable a tierra, lo que le recordaba a diario que luchar por París valía la pena (bueno, exageraba, pero ni modo). Ya Chat Noir la tenía en el olvido, ¡no la quería ni como amiga!, y ¿ahora Adrien? ¿A Suiza a un internado? ¡¿Qué se había fumado Gabriel Agreste?! ¿En serio el cambio de actitud de su hijo lo había motivado finalmente a…?

Adrien la tomó de la mano y comenzó a arrastrarla en dirección de los refugios. Marinette le siguió el paso un montón de metros, sorprendida por la actitud del muchacho. A medio pasillo sin embargo se soltó. ¡Tenía que ir a derrotar a un akuma! Y si entraba al refugio, jamás podría salir de ahí sin ser demasiado obvia.

—¡Adrien! Tengo que volver, mi mochila, yo… —Marinette se detuvo cuando el muchacho la tomó de las mejillas.

—Hay algo que me enoja mucho, Marinette.

—¿Qué haces?

—Nada —Adrien la soltó y frunció el ceño— Creo… que me hubiera gustado que me dijeras sobre lo que sentías por mí.

—¡¿De Qué Estás Hablando?!

—Tú sabes —Adrien seguía con el ceño fruncido, pero no ocultó el puchero— Me hubiera gustado saberlo. ¡No muerdo! Kagami te lo puede confirmar.

Marinette lo quedó mirando de hito en hito. ¿De qué estaba hablando Adrien? ¿Cómo se había enterado? ¡El Akuma! ¿Por qué Adrien elegía justo este momento para decirle algo así?

—No sé de qué hablas, yo…

—Ya vete a esconder al refugio. No me lo dijiste antes, no me lo vas a decir ahora y yo no quiero cobardes tras mis pasos.

Marinette sintió ácido en su esófago. ¿Adrien sabía de sus sentimientos? ¿Cómo se había enterado? ¿Y porqué la trataba así? Sintió como su corazón dio un latido como en jugo de limón. ¿Cobarde ella?

—Perdiste tu oportunidad —Adrien bajó los hombros, como si estuviera dolido por lo que acababa de decirle— Es mejor así.

Marinette apenas se pudo tragar el nudo en la garganta cuando en ese momento aparecieron un montón de estudiantes corriendo hacia el refugio. En el tumulto, no solo perdió de vista a Adrien, la chica hizo de tripas corazón y en la confusión se escabulló hacia los baños de niñas. Ni bien se escondió en un cubículo, Tikki salió de su bolso muy agitada.

—¡Marinette! ¿Estás bien? —la kwami había escuchado todo, obviamente, y se condolía con su portadora.

—Luego me preocupo de eso. Hay un akuma que tenemos que derrotar. ¡Tikki: transfórmame!

Momentos después, Ladybug escapaba por una de las ventanas del baño directo a enfrentar al akuma, que resultó ser un poco más problemático que de costumbre. Chat Noir también intervino, aunque a desgano, pero se fue sin siquiera despedirse de la heroína una vez que hubieron neutralizado al akuma. Volvió al colegio en momentos en que los alumnos regresaban a sus salones, pero por más que buscó con la mirada, no vio a Adrien por ningún lado.

—Mademoiselle Sancoeur vino por él —dijo Nino— Ya no volverá más…

Marinette sintió como que se le quebraba algo dentro de sí.

Días después Ladybug tuvo que enfrentarse a un sentimonstruo que era exactamente igual que ella. La criatura y Mayura la tuvieron contra las cuerdas y si bien Chat Noir intervino, incluso coqueteándole a Sentibug a propósito, se sintió más sola que nunca. ¿En qué estaba pensando el gato? ¡¿Cómo se atrevía?!

—¿Te crees muy gracioso, Chat Noir? ¡NO ME IGNORES! ¿Cómo se te ocurre…?

—¿Coquetearle a Sentibug? Ma lady, ¿Desde cuando tengo que pedirte permiso para coquetearle a alguien? —preguntó con burlona malicia.

—¡Ah! ¡Ahora me hablas! Qué bueno saber que me consideras persona. ¿En qué estabas pensando?

—En que Sentibug necesitaba sentirse querida.

—¡Te estaba usando!

—Ah, probablemente, pero… al final ella se sintió querida. ¿Acaso no te dan amor que te esponjas tanto?

Se le ocurrieron mil argumentos que decirle a Chat Noir en ese momento, pero se los aguantó. Ya tendría tiempo de preguntarle en alguna otra ocasión, ahora tenía cosas más importantes…

—¿Por qué dejaste de hablarme?

—¿Para qué querrías que yo te hablara?

—¡Eres mi compañero! Necesito tu apoyo y…

—No. No soy tu compañero. Si fuéramos un equipo, confiarías en mí.

—¡Pero yo confío, chaton!

—Pero no con los secretos del guardián. No, Ladybug: yo solo soy apoyo logístico.

—¡No puedo hacer esto sin ti!

—¡Ahí te ves!

Y se fue. Sin mayor despedida ni otra palabra, Chat Noir se fue y la dejó sola. Ladybug se quedó largo rato mirando en la dirección que el gato había tomado sin saber ni como comenzar a recogerse a sí misma. No solo Adrien se había ido, dejándola con ese amargo sabor de boca, sino que ahora sentía que la barrera que la separaba de Chat Noir era aún más grande. ¿En serio querían que enfrentase todo esto sola? ¡Pero ella sí confiaba en su compañero! Incluso ahora, nunca había dudado de él. ¡No lo tomaba por tonto! Necesitaba de su apoyo, de su fuerza, de sus bromas. ¡¿En serio pensaba que ella lo tomaba por poca cosa?!

Quería llorar. Con ganas. ¿Y si iba detrás de Chat? ¡Por último para obligarlo a conversar con ella! Necesitaban…

—Déjalo hija, no lo necesitas. ¡Es peligroso! —dijo Fu de pronto, tomándola de la mano— Es mejor así, una heroína no debe mezclarse con chusma.

—¡Pero Maestro Fu! Yo…

—Vámonos.

Y sin darle tiempo a rechistar, Fu se llevó a Ladybug en la dirección contraria.

Continuará

Por

Misao—CG

Publicado el lunes 22 de junio de 2020


Próximo capítulo: Una década después

… Chat Noir la subió de regreso al techo de un solo tirón y hasta la ayudó a recuperar el equilibrio. No se fue en seguida, como esperando algo. Esto desconcertó totalmente a Ladybug, e hizo que sus emociones se le atoraran en la garganta.

Era la primera vez desde el incidente de Sentibug, hacía 10 años, que Chat Noir se detenía e interactuaba voluntariamente con ella. Aquél había sido un día horrible en una semana de espanto: Marinette había perdido a Adrien, quien se marchó con amargas palabras para ella a su colegio en Suiza, del cual apenas había regresado un puñado de veces en todo ese tiempo. ¿Y Chat Noir? Nunca más le volvió a hablar: se convirtió…


Notas finales: Vaya que me tardé en escribir este fic, pero bueno, aquí lo tienen. No tengo excusas más que decirles que la inspiración para esta locura me sorprendió a medio camino mientras escribía otro fic, así que no solo ya puedo retomar el otro, sino que también puedo plantearles este. Mucho de lo que se habló aquí nació de las conversaciones que tengo con Abby, y de hecho, sugirió algunas tragedias próximas. Espero que les guste y que le den una oportunidad porque sí, es un crossover con Assassins Creed. Mantuve las cosas lo más simples que pude, por lo tanto quienes no han jugado los videojuegos no deberían tener mayores problemas y si los tienen, los invito a preguntarme. En cuanto a mi, sigo en mi metro cuadrado, aguantando el embate de la plaga que azota estas tierras, tratando de mantener toda la distancia de los demás aunque duela. Me siento como el meme de Sheldon con el desinfectante. Pero bueno. Aprovecho de responder algunas reviews a la clausura del anterior fic y pues… dejo de molestarlos.

Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. Del mismo modo, estoy aprendiendo esto del uso del guion de diálogo y salí más cabeza dura de lo esperado, así que un poco de paciencia en lo que aprendo. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!


Gracias Arianne Lune. Ten, naranjas para pasar la plaga. ¡GRACIAS POR LEER Y POR TU APOYO!

Gracias Manu. Ten, naranjas para pasar la plaga. ¡GRACIAS POR LEER Y POR TU APOYO!

¡GRACIAS KALA! O Guest, pero sé que eres tú. Fue muy bonito sumergirme en el mundo de las habilidades diferentes para plasmarlas en el fic, el ejercicio me encantó debo decir y me encantaría que ese tipo de situaciones se visualizara más no solo en el mundo real, sino también en los fics o la inclusión nunca se va a lograr en serio. Sobre segundas partes al menos en este fandom no lo sé, pero no me cierro a la posibilidad. No creo que pueda iniciar toda una nueva saga como ya lo hice en Saint Seiya. Ten, naranjas para pasar la plaga. ¡GRACIAS POR LEER Y POR TU APOYO!