Disclaimer: Highschool DxD no me pertenece. Lo único de lo que soy dueño es de mis OCs y de la organización "protagonista."

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Preparándose mentalmente para lo que era el inicio oficial de su nueva vida, preparó la sonrisa más amigable que pudo y habló con la mayor naturalidad posible ante los que tenía en frente.

- Mi nombre es Issei Hyoudo. ¡Espero nos llevemos bien desde ahora en adelante!

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Capítulo 1
Otro Negocio Sobrenatural

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2 meses después…

Kuoh
Inicios de Junio

Tanto en su tiempo desplegado como Investigador de Campo de la [Organización] como en su estadía en Kuoh siendo consciente de lo sobrenatural, sin obviar su periodo de instrucción, había visto y escuchado muchas cosas que el habitante promedio humano consideraría "raras." De nuevo, sin embargo, lo que uno considera como algo "raro" es algo subjetivo, desde luego, y alguien que había visto cosas como él no encontraría tantas cosas raras como si lo haría alguien que recién obtenía conocimiento sobre el mundo sobrenatural o hubiera entendido alguna materia complicada de alguna carrera relacionada a la astrofísica en la universidad.

La definición de lo que era algo "raro" era muy sencilla: algo poco común o muy poco frecuente. Definir qué cosa a uno le parecía rara, no lo era tanto. El acostumbrarse a las diferentes vivencias del mundo mágico supuso un esfuerzo de adaptación impresionante, y muchas de las cosas de las que tuvo que leer le parecían demasiado surreales en su momento como para creerlas, solo para terminar pareciendo un ridículo al encontrárselas cara a cara tiempo después, usualmente junto al resto de miradas impresionadas de sus compañeros y con las sonrisas burlescas de sus instructores. Desde su instrucción que había desarrollado una cierta inmunidad a las sorpresas conceptuales, y, gracias a Chechenia, la acompañaba de una cierta capacidad de recuperación ante eventos extraños que sucedían a su alrededor, ya fueran estos un tiro de francotirador que le daba en el hombro a la persona al lado suyo, o bien encontrarse con un ibérico en una apartamento abandonado en los suburbios. Con eso, esperaba poder reaccionar ante cualquier cosa "rara" que ocurriera de improviso, siempre y cuando que dicha cosa "rara" no fuera muy bizarra, por supuesto.

¿Y a que venía todo este monólogo sobre lo que uno podría considerar "raro"? Muy sencillamente, se debía a que, en ese momento, Issei Hyoudo estaba viendo algo que, estaba seguro, al menos el 99% de la gente sobre la tierra consideraría raro, independiente de si tenían conocimiento sobre el mundo sobrenatural o no.

- ¿Issei-san?

Ah, y Asia le estaba llamando, para ver por qué había dejado de caminar. Qué maravilla.

- Asia… - señaló la entrada, esperando que la nueva miembro de la [Organización] le negara lo que iba a preguntar. - ¿Soy yo, o hay tres personas con túnicas larguísimas paradas en la entrada principal de la academia?

Por favor que lo negara, por favor que lo negara…

- Sí, Issei-san, hay tres personas con túnicas en la entrada de la academia.

Maldita sea su suerte.

- De hecho, reconozco esas túnicas.

- ¿En serio?

Eso era nuevo. La sorpresa era genuina, pese a la mirada extrañada que le envió la chica ante el tono de su respuesta. Y no era para menos: Asia llevaba una vida muy protegida antes de unirse a la [Organización], por lo que su conocimiento del mundo exterior, tanto del cotidiano como del sobrenatural, era muy limitado. Era una extrañeza, para no usar nuevamente la discutida palabra "rareza," ver algo de lo que ella tuviera conocimiento.

- Sí. Son las túnicas que suelen usar los exorcistas de la iglesia cuando no están en terreno amistoso. También las suelen usar los altos cargos eclesiásticos, pero…

Issei asintió. No había ninguna manera en que algún alto cargo eclesiástico pusiera pie en el territorio demoniaco de Kuoh. Era demasiado estúpido. Eso solo dejaba una alternativa.

- Quédate detrás de mí. – Y comenzó a caminar hacia los extraños. La rubia asintió en silencio y dio un paso al costado, quedando parcialmente cubierta por la figura del castaño, antes de seguirlo de cerca.

El trío parecía estar esperando a alguien, a juzgar por sus posturas. Uno estaba apoyado en la puerta, observando de forman analítica a los estudiantes que pasaban la puerta. Los otros dos estaban a un par de pasos por fuera de los terrenos escolares, rígidamente parados y aparentemente a la espera.

A la espera de qué, Issei no tenía idea.

El castaño se acercó a la primera figura, la que estaba apoyada contra la entrada. Se acercó por su costado, pero manteniendo a las otras dos figuras dentro de su rango de visión. Una vez junto al extraño, carraspeó para llamar su atención. La capucha de la túnica cayó al girar el extraño la cabeza, permitiéndole observar los rasgos mediterráneos de su portador, así como su altura. Y era notoriamente más alto que él.

- Si se quedan mucho tiempo en la entrada con esas ropas, atraerán demasiado la atención.

El extraño lo revisó de arriba abajo no disimuladamente. – ¿Y si eso es lo que queremos?

- Hay mejores formas de atraer la atención de los demonios de la ciudad que pararse en la puerta de su academia – los ojos del aparente miembro de la iglesia se estrecharon. – Y a menos que quieras formar una pelea con los ángeles caídos cercanos, no es buena idea.

- Sabes de nosotros. Ya veo.

- ¿Buscas a alguien en específico?

- Cualquiera de las herederas demoniacas sirve. ¿Sabes dónde encontrarlas?

- …síganme.

El trío rompió la marcha detrás de Issei y Asia, el primero liderando el camino hacia el Consejo Estudiantil y haciendo lo posible para ignorar las miradas extrañadas que le enviaban los alumnos normales de Kuoh. Pese a dichas miradas, nadie los detuvo, salvo un par de alumnos que se acercaron a los dos miembros de la [Organización] por preguntas relacionadas a asuntos académicos. Esto no evitó que el sujeto alto que guiaban les hiciera preguntas en el camino.

- ¿Son ustedes demonios? No siento energía demoniaca en ustedes.

- No, no lo somos. Somos humanos, pero sabemos algo del mundo sobrenatural. Coexistimos con los demonios y caídos que habitan la ciudad, si esa es tu pregunta.

- ¿No era este territorio demoniaco? ¿Qué hacen ángeles caídos aquí?

- No lo sé – una mentira a medias. Sabía claramente que estaban haciendo cuando llegó, al menos. No sabía a qué se dedicaban actualmente. – Quizá los demonios lo sepan, pero dudo que nos digan. Son… algo reservados con sus asuntos, por lo que parece.

- Ya veo. ¿Sabes dónde están esos caídos?

- La última vez que escuché de ellos estaban en la iglesia cristiana a las afueras de la ciudad. No creo que se haya movido de ahí.

- Con eso me basta.

Llegando al tercer piso de la estructura, Issei le indicó al trío de la iglesia que esperara en una esquina en lo que él iba a notificar a los demonios.

Knock knock.

- Pase.

Issei abrió la puerta levemente, asomando su rostro por esta y analizando fugazmente el lugar antes de entrar y, quedándose junto a la puerta, hablar, siempre ante la atenta mirada de los miembros del consejo estudiantil.

- Sitri-san. Hay unas personas que desean verla.

La presidenta del consejo estudiantil, la demonio de clase alta perteneciente al clan Sitri de nombre Sona, cuya identidad en el mundo humano era de Shitori Souna, le miró con una ceja levemente levantada. Conocía muy poco sobre el castaño, al menos en lo que en lo supernatural se refería, pero unas charlas honestas entre ambas partes habían definido que él no deseaba nada más que una vida tranquila durante sus años escolares de preparatoria restantes. También había acordado ayudarla a mantener el secreto sobrenatural en Kuoh. Que la llamara por el nombre de su clan demoniaco y sin el distintivo de presidenta del consejo solo podía significar que era un asunto que se relacionaba con dicho mundo oculto, además de que tenía cierta importancia.

- ¿Quiénes son, Hyoudo-san? ¿Tienen relación con la energía sacra que está actualmente en el pasillo?

El consejo estudiantil se había empezado a ubicar alrededor de la sala en posiciones estratégicas, permitiéndoles atacar desde cualquier ángulo a cualquier intruso que tuviera malas intenciones, alertas. Issei honestamente esperaba que no llegara a eso.

- Así es. Vienen por parte de la iglesia. Solicitaron una audiencia con usted.

Sona Sitri tuvo que reconocer la jugada del castaño. No le preguntó si podían entrar, sino que los llevó directamente a su oficina. Negarles la audiencia no era recomendable si quería esclarecer lo que fuera que trajo a los miembros de la iglesia a aquel lugar.

- Ya veo. Que pasen. – Issei se giró para salir de la sala. – Si desean, tú y Argento-san pueden observar también. Puede que esto les sea relevante también.

- Claro. Con su permiso.

Cuando Issei volvió al pasillo, se encontró con la escena de Asia retrocediendo un paso ante una de las dos figuras aún encapuchadas, la que estaba siendo sujetada por su cuello por el exorcista de rasgos mediterráneos con su mano izquierda mientras la derecha mantenía a raya al tercer miembro del grupo. Asia se retiró detrás de Issei apenas este apareció, lanzándole este último una mirada molesta al trío.

- ¿Qué sucede?

- Uno de mis subordinados se descontroló por una estupidez – explicó rápidamente el que ya a todas luces era el líder del grupo. – Lamento eso. ¿Lograste hablar con los demonios? ¿Es la heredera Gremory o la Sitri?

- Así es. Es la heredera del clan Sitri. Los espera adentro.

- Perfecto. Vamos.

El trío de enviados de la iglesia entró a la sala, secundados por el dúo de la [Organización]. En los pocos segundos que estuviera fuera, Issei notó que la atmósfera del lugar había cambiado. En parte gracias a la nueva ubicación de los miembros de la [Nobleza] Sitri, que estaban preparados para lidiar con una amenaza desde cualquier ángulo, en parte gracias al efecto de las luces que provenían desde la ventana situada a la espalda de la cabeza del grupo, sentada tras su escritorio. Todos ellos llevaban miradas neutras sobre sus rostros. El lugar tenía un toque frío e impersonal, esperable de un lugar en el que se trataban las cosas con una de las más frías cabezas que Issei hubiera visto en su vida.

- Saludos, enviados de la iglesia. Soy Sona Sitri, heredera del clan demoniaco Sitri, perteneciente a las 72 pilares demoniacos, y una de las dos encargadas de vigilar este territorio. ¿Podría tener la gracia de saber con quién estoy tratando?

La postura de la líder de los demonios presentes apenas cambió. Sentada correctamente en su asiento detrás del mueble de oficina, su postura y apariencia eran totalmente correctos y esperables de alguien criado en la alta cuna. Hasta en eso, sin embargo, demostraba la soberbia que caracterizaba a los demonios en sus interacciones con otras especies. El enviado alto apenas cambió su rostro, sin detrimento de lo cual dio una corta inclinación de cabeza, reconociendo a la demonio enfrente suyo.

- Saludos, heredera Sitri. – Issei notó, con interés, que en su tono no había odio, resentimiento o superioridad moral. Algo raro, considerando que venía de una institución en la que sujetos así, que hablaban guiados por sus emociones contra seres "impuros" o "paganos" como ellos consideraban a los caídos o demonios, eran comunes. Sin embargo, tampoco había admiración o respeto. Solo lograba detectar una neutralidad amistosa, aunque formal dentro de todo. – Soy Albrecht Mondrian, exorcista de la Iglesia Apostólica Católica Romana. Mi rango es Contra-Maestre de la [Orden de Exorcistas Unificada].

Si la reacción de Asia y el rostro normalmente inmóvil de Sona mostrándose sorprendido eran señales para guiarse, entonces tenía derecho para sentirse impresionado, tal como lo estaba ahora. Tuvo que forzarse a cerrar la boca, de hecho. En toda justicia, el solo nombre sonaba importante, y podía deducir que probablemente tuviera cierta relevancia, pese a apenas y no saber nada sobre el funcionamiento interno de las iglesias occidentales. O de las orientales, hablando del tema.

- … y-ya veo… - vaya, debía de ser muy impresionante. Incluso la normalmente impasible Sona tenía que tomarse un tiempo para recuperarse. - ¿Y qué hace un Contra-Maestre en Kuoh, si puedo saber?

- Vengo en una misión oficial de la iglesia. Permítame explicarme. – Sona asintió. – Hace cosa de tres semanas atrás, uno de los portadores de Excalibur desapareció en el campo. Logramos hallar el cuerpo al día siguiente, pero la espada había desparecido. Dos usuarios más de Excalibur con escoltas fueron enviados a revisar el lugar, pero se perdieron ambas espadas igualmente, al igual que las vidas de varios exorcistas. El segundo grupo logró visualizar al atacante, que resultó ser un grupo de ángeles caídos. Tras varios días, logramos rastrear las espadas a Kuoh, donde las ubicamos hace cosa de una semana.

"Oh-oh," pensó Issei. Su mente, entrenada gracias a los cursos y experiencias en la [Organización], ya había empezado a conectar los puntos. Lo que deducía no le gustaba para nada.

- ¿insinúas que nosotros las mantenemos escondidas de la iglesia? – La pregunta de Sona iba cargada de un ligero reproche. Eran entendible: le acaban de decir que su territorio albergaba tres armas de disuasión de la iglesia, unas armas especialmente efectivas contra su raza. No era algo para tomárselo a la ligera.

- Para nada. Pero si me resulta curioso, siendo que precisamente ha habido caídos desde hace cierto tiempo en la ciudad. Y luego los ladrones de las espadas escapan hasta aquí. Vaya coincidencia, ¿no?

Era una acusación con sentido, pero no por ello una definitiva. Issei lo analizó de esa forma, y estaba seguro de que ambos interlocutores lo sabían de igual manera.

- No te acuso ni a ti ni a la otra encargada del territorio de ocultar a propósito esas armas – anunció al cabo de un par de segundos, manteniendo su mirada profesional. – Pero si les recrimino su falta de medios y el que permitan que caídos utilicen su territorio libremente y sin control.

Un duro golpe, de seguro. Pero confiaba en que la Sitri era lo suficientemente madura como para tomárselo bien. Agradecía no estuviera la otra encargada de la ciudad: Gremory podía ser… impredecible, en algunas ocasiones. Sobre todo cuando pasaban a llevar su autoridad o su orgullo.

Se preguntó cómo es que no había caído ella o alguno de los miembros de su nobleza contra los demonios renegados contra los que combatían. Recordó que tenía ciervos capaces no muy fáciles de conseguir y una buena fuente de poder. Lo que era tener conexiones en el mundo demoniaco…

Para su crédito, Sona se recompuso bastante rápido. Apenas y no hubo señal de haber recibido un ataque letal contra su habilidad como encargada del territorio.

- … dudo que haya venido solo a comunicarnos esto. Sin embargo, comprendo bien la situación. ¿Sus solicitudes son…?

- Lisa y llanamente, que ustedes demonios se mantengan a un lado del asunto, y nos dejen a nosotros lidiar con el asunto. Este es un problema de la iglesia para con los ángeles caídos, y me interesa que prometan no interferir mientras lo resolvemos.

Huh. Bastante razonable. Nada malo en eso.

- Puedes tener mi palabra como heredera del clan Sitri de que no interferiremos en este asunto. Me aseguraré también de que la otra encargada, la heredera Gremory, se mantenga fuera, aun así deba usar la fuerza para conseguirlo.

No iba a ser necesario. Había notado que ambas herederas eran muy buenas amigas, y solo bastarían unas palabras para convencer a Rías. Pero ante el desconocimiento de esto por parte de los exorcistas, una garantía tan extrema pero factible era más que suficiente. Hubiera estado lejos de ser la primera vez que un demonio detenía a otro con fuerza bruta.

- A cambio de eso, me gustaría que respondieras dos preguntas.

Ah, ahí estaba la avaricia demoniaca.

- Dentro de lo posible y permitido, lo haré.

- La primera es: ¿Qué Excalibur fueron robadas y dónde están las otras?

- Las espadas robadas son Rapidy, Transparency y Nightmare. Blessing se encuentra siendo vigilada por la Iglesia Ortodoxa rusa, mientras que Ruler se encuentra en buenas manos, lejos de aquí. No lograrán tomar ninguna sin que medio mundo sobrenatural lo note. – Sona asintió ante el estamento, señalándole que continuara. – En cuento a las dos que faltan, pues están aquí. Las llevan mis dos escoltas.

Los demonios de la sala se tensaron todavía más de lo que ya estaban, pero un gesto de su [Rey] y jefe los mantuvo en sus lugares.

- Ya veo… ¿ellos son?

- Xenovia, también de la Iglesia Católica – la figura a la derecha de Albrecht bajó su capucha, permitiéndole a la sala ver un rostro femenino occidental, con una evidente muesca de desprecio, y una mata de cabello azul con un mechón verde acompañada de ojos cafés. Llevaba también un bulto envuelto en tela a la espalda. ¿Sería esa la espada sagrada? – E Irina, de la Iglesia Protestante Anglicana – fue ahora el turno de la otra figura, a su izquierda, de revelar su rostro. Esta vez era una chica de notorias facciones orientales, con cabello castaño claro atado en dos coletas largas a sus lados y un par de ojos violetas. Su expresión era mucho más amigable que sus acompañantes, pero no era seguro decir si aquello era por confianza, inocencia o una máscara. No notó ningún bulto o paquete en su personas, no logrando descifrar donde llevaba su arma. – Ambas son exorcistas base regulares y Portadoras Sagradas.

- Eso responde mis dos preguntas. Tu turno.

- Es muy sencilla. ¿Quiénes son ellos dos? – Albrecht señaló a Asia e Issei levemente, no desviando sus ojos de la heredera demoniaca. – Tienen conocimiento del mundo sobrenatural y están aquí escuchando. Cuando menos deben tener alguna relevancia.

- Issei Hyoudo y Asia Argento son magos independientes que residen aquí en Kuoh. No se meterán en asuntos ajenos a menos que los involucre directamente.

Albrecht pareció desconfiar de las palabras de Sona, pero asintió finalmente.

- Entiendo. Con eso, hemos terminado nuestros asuntos. Confió en que ambas partes mantendremos nuestra parte del trato.

- Tiene mi palabra de que así será.

- Con su permiso, nos retiramos.

Se apresuró a hablar. Había algo de Albert que lo alteraba.

- Sitri-san, permítame llevarlos a la entrada de la academia. Es lo menos que puedo hacer para repagarles el avisarnos de esto.

- Como desees, Hyoudo-san. Nos vemos en otra ocasión.

Los exorcistas salieron primero. Sona retuvo a los magos con la mirada.

- ¿Sucede algo, Sitri-san? – Le preguntó Issei, confundido.

- Ten cuidado con ellos, Hyoudo-san. Al menos el líder de estos exorcistas en alguien muy capaz.

- Claro. Gracias por el aviso.

Una vez en el pasillo, el joven japonés empezó a dirigir al grupo de vuelta hacia la entrada. Había pasado ya un tiempo desde que las clases terminaran, y solo los miembros de los clubes permanecían en la escuela, aunque estos se encontraban ya en sus salas de club o en las instalaciones deportivas. Debido a eso, los pasillos estaban en su mayor parte vacíos, sin testigos de cualquier cosa que pudiera ocurrir en ellos. Justamente aquella zona por la que andaban estaba despejada de alumnos: perfecta para asuntos sobrenaturales, aparentemente.

- Asia Argento… ¿verdad? – Preguntó la exorcista de cabello azul, la identificada como Xenovia, cuando estaban a mitad de camino. El lugar era un pasillo desierto del segundo nivel. Asia se paralizó en su lugar ante el tono hostil empleado contra ella, y el resto del grupo, que caminaba tranquilamente, se detuvo un segundo después.

- S-sí.

- Lo sabía. Sabía que eras tú. La bruja que fue excomulgada de la iglesia por sanar a un demonio – la postura de Xenovia se tensó, como preparada para lanzarse contra la miembro de la [Organización]. – Me pregunto cómo fue que acabaste aquí… aunque para volverte una usuario de magia pagana pese a haber sido una Santa habla bastante de tu verdadero ser. ¿Me pregunto si me cuestionarían el si te ejecuto aquí y ahora?

Los músculos de Issei se tensaron igualmente, y empezó a prepararse para utilizar su magia si la situación escalaba.

- ¡Es verdad! No la había reconocido. – Quien había hablado ahora fue la otra exorcista femenina, Irina. – Asia Argento… la Santa Doncella del Norte de Italia. Siempre fue descrita como una inocente persona devota y fiel seguidora de las escrituras. Inspiraba a mucha gente en el entrenamiento de exorcista. Te hace pensar como acabó aquí en primer lugar.

¿Era necesario mencionar que Asia estaba temblando ante la presión de las preguntas y supuestos de las exorcistas? Probablemente no. El tema de la religión y su apego a las costumbres de la iglesia siempre fue algo sensible para ella después de todo, especialmente considerando como ella aún era creyente en Dios.

- Me preguntó si le habrá vendido su alma a algún demonio. Es una forma muy rápida de obtener magia pagana, y vive en una ciudad infestada de ellos. Es la teoría más probable.

La acusación de Xenovia terminó por llevar lágrimas a los ojos de la exmonja. Retrocedió un paso con una de sus manos agarrando el borde de su falda, la otra aferrándose a la dañada cruz de plata que llevaba colgada al cuello, e Issei instintivamente se colocó delante de ella de forma protectora.

- Quarta. Shidou. Es suficiente.

La voz de Albrecht interrumpió el bombardeo de preguntas y acusaciones, dándole un muy necesitado respiro a la maga rubia. Irina pareció querer evitar problemas y retrocedió un paso, acercándose a su superior. Xenovia, por su parte, no parecía querer cejar en su empeño.

- Pero Señor Mondrian, es una hereje que abandonó la iglesia y vendió su alma al diablo. Si aún cree en nuestro Dios, es correcto que la ejecutemos para que encuentre la salvación.

- ¿Y si ya no cree en Dios?

- Entonces no hay importancia en si matamos a un hereje traidor a la iglesia.

Eso fue suficiente para que ambos, Albrecht e Issei, se pusieran en acción apenas Xenovia se giró en dirección a Asia y, de un simple y bruto movimiento, arrebatara la tela que cubría su arma sagrada.

Issei extendió su palma hacia la peliazul. Albrecht mostró una daga escondida bajo su manga y desenfundó un arma de fuego oculta bajo sus ropas. Xenovia salió disparada contra el muro del pasillo, estrellándose contra este y perdiendo el aliento, alojando y cediendo el agarre sobre su arma sagrada. Apenas se recuperó del impacto se encontró con el cañón del arma de su superior apuntándole entre ceja y ceja, la tercera exorcista sudando frío ante la visión de la hoja de la daga a escasos centímetros de su cuello. Ambas exorcistas dirigieron sus aterrados y sorprendidos rostros hacia Albrecht, quien a su vez se encontraba escrutando con la mirada a Issei, quien le devolvía la mirada de manera seria junto con una ceja levantada y preparándose para lanzar otro hechizo, con Asia encogida detrás de él, observando por sobre su hombro. Permanecieron en aquella situación por unos segundos, hasta que el mago japonés, primero, dejó caer lentamente su mano, para después, finalmente, levantar ambas en un gesto de pacificación y desescalación. Albrecht asintió, bajando sus propias armas, y la fuerza que mantenía a Xenovia contra la muralla desapareció, dejándole caer al perder el impulso que la mantenía en su lugar.

- Xenovia Quarta. Irina Shidou. Ha sido suficiente de estupideces.

El tono severo del jefe del trío pareció devolver a la realidad a las dos paralizadas subalternas, Xenovia recuperando su arma en el proceso.

- P-pero s-señor Mondrian, s-seguro no se a-atrevería a dañar a dos usuarias de Excalibur… ¿v-verdad? I-incluso u-usted se m-metería en p-problemas por eso… – Preguntó temerosa Irina. Albrecht le dirigió una mirada neutra, tomando total ventaja de la aun mayor diferencia de altura entre ella y él que la que había entre él y el mago castaño.

- Si peligra la misión, tengo permiso de destruir las Excalibur para evitar que caigan en manos enemigas. Luego de eso, falsificar la muerte de dos Exorcistas de rango base no es algo difícil. Si me vi forzado a destruir las espadas seguro podría encargarse de dos miembros de la orden de rango base. Arriesgo menos de esa forma que enfrentándome al caos diplomático que crearán ustedes si es que ejecutan a un mago que vive en territorio demoniaco, con el permiso explícito de estos, siendo nosotros mismos unos meros invitados que realizamos una misión especial.

Issei admitiría después que estuvo bastante impresionado, y hasta cierto punto asustado, ante la naturalidad y neutralidad con la que dijo esas palabras.

- Tch. Entendido, Señor.

- Espérenme en la entrada ustedes dos. – Se giró entonces hacia Asia, ablandando su semblante. – Signora Argento, ¿podría llevarlas hasta allí? Dudo que le hagan algo de nuevo: deben saber a este punto que la misión está antes que todo lo demás, y confío en que no se les deben decir las cosas dos veces… - su mirada volvió a endurecerse y se enfocó en las exorcistas, quienes en un instinto de preservación se encontraban la una junto a la otra. - … ¿verdad?

Asia miró a Issei, buscando una confirmación de que era seguro, solo para encontrar que este seguía tratando de comprender lo que buscaba Albrecht. Pese a eso, pareció notar que ella buscaba su aprobación, dado que le devolvió la mirada amablemente y la acarició la cabeza con una pequeña sonrisa.

- Está bien. Ve. Yo me encargo de esto.

Asia asintió y, manteniendo las distancias, se llevó a las dos exorcistas con ella, camino de la entrada. Los dos varones quedaron en mitad del pasillo en silencio por varios segundos, esperando que el sonido de los pasos del trío de mujeres se desvaneciera, antes de que el miembro de la iglesia volviera a hablar.

- ¿Puedes decirme ahora a quién están realmente afiliados?

- Como dijo Sona Sitri, somos magos independientes con permiso residencial en Kuoh. Nada más, nada menos.

- Eso funcionará con cualquiera que no haya estado expuesto mucho tiempo al mundo sobrenatural, o que no preste atención a ustedes. No funcionará conmigo.

Esto era malo.

- Pertenecen a la [Organización], ¿no es así?

En el clavo.

- Bingo.

- Me lo temía.

El exorcista dio un pequeño suspiro, apoyándose en el muro junto marco de la ventana a su lado. Issei le siguió, descansando sobre sus brazos ahora ubicados en el marco abierto de dicha ventana.

- ¿Puedo preguntar qué cosa nos delató?

- Ninguna en específico. Más bien, diría que fue un conjunto de cosas. – Levantó ligeramente sus manos, empezando a enumerar con los dedos de una en lo que los señalaba con los de la otra. – Primero: el que sean magos en un lugar tan alejado del foco de las cábalas occidentales y grupos principales era una pista, pero no por ello definitiva. Ustedes obviamente no pertenecían a un grupo de magia oriental, si es que aún existen aquellos de forma independiente. Segundo: para ser magos, no tenían nada de energía mágica. Incluso cuando utilizaste magia para atrapar a Xenovia no logré detectar ninguna. Eso ya descarta a todas las escuelas mágicas conocidas, salvo la escuela de [Magia Contemporánea]. Aunque hay varios grupos e instituciones que la usan, principalmente con fines investigativos, solo hay uno que la utiliza ampliamente y además tiene la capacidad de tener miembros en tareas pasivas tan lejos de sus bases por el tiempo suficiente como para que se ganen la confianza de los sobrenaturales locales.

Issei supuso que debía agradecer que los demonios presentes en Kuoh desconocieran ese detalle. Hubiera hecho mucho más difícil su estadía.

- Tercero: Asia Argento era conocida como Santa por su [Sacred Gear] capaz de curar a la gente, y no hay registros, ya sea eclesiásticos o informales, de que supiera cualquier otro tipo de arte o poder. Sin embargo, aquí se presenta como maga, y no he logrado detectar la energía emitida por el [Twilight Healing]. ¿Mencioné que ha pasado muy poco tiempo desde que fue excomulgada de la iglesia? Seguramente no han sido más de dos meses. La cantidad de grupos con la capacidad de enseñar magia en tan poco tiempo es muy reducida, probablemente menos de tres.

El japonés se rascó la cabeza, genuinamente impresionado ante la capacidad de análisis del exorcista. Incluso a él le hubiera costado revisar todo eso. Pero sentía que faltaba un detalle importante, y Albrecht se veía como que quería decir algo más.

- ¿Eso es todo?

- También luché contra la [Organización] durante la guerra, por lo demás. Estuve en los frentes sudamericano y europeo, y combatí tanto contra las tropas de la [Alianza] liderada por la [Organización] como contra los magos de la [Coalición], liderada por [Golden Dawn]. No me costó mucho conectar los puntos.

Ah. Eso no se lo esperaba. En retrospectiva, debería haberlo sabido. Los exorcistas suelen entrar jóvenes a la iglesia, y este ya se veía pasada la veintena.

Además, su rango sonaba impresionante.

- De verdad que eres más de lo que aparentas, Albrecht.

- ¿Hmm? Curioso. Pensé que los japoneses se referían a otros mediante el apellido.

- Estuve bastante tiempo en Occidente. Conozco varias costumbres de allá, incluyendo el uso del nombre de pila, y tu obviamente eres de allá por tus gestos y uso de expresiones italianas, expresiones que debes conscientemente querer usar pese a que a iglesia les da la capacidad de hablar cualquier idioma conocido en el mundo.

- Ya veo.

Albrecht no se veía especialmente impactado, aunque si curioso.

- Te ves menos impresionado de lo que esperaba cuando mencioné el tema de los idiomas en la iglesia.

- No es que sea precisamente un secreto, menos aún para la [Organización]… pero creo que cualquier persona con una buena capacidad de análisis podría deducir que algo como eso existe en primer lugar. No es difícil, dado el alcance global de los exorcistas.

Issei asintió.

- Pero, en fin, parece que nos atrapaste. Así es, somos miembros de la [Organización]. Asia se unió hace muy poco, por lo que no sabe mucho, pero bueno, así son las cosas.

- ¿Sería posible que llames a tu jefe de equipo? Me gustaría hablar con alguien de cierto nivel en la [Organización] sobre algo.

- Me temo que no será tan sencillo. – Ante la ceja levantada del exorcista, Issei continuó. – Soy un simple observador pasivo, uno que vive su vida natural normal mientras reporta ocasionalmente lo que sucede a su alrededor. Me costaría algún tiempo contactarte con alguien de nivel suficiente.

- Ya veo. Es una lástima… - los ojos de Albrecht dieron un giro dentro de sus cuencas antes de volver a enfocarse en Issei. - …si es que yo no los conociera de antemano. Ya he tratado con personas de la [Organización] antes, Issei, y soy familiar con algunos de sus trucos. De hecho, estoy bastante seguro de que ya los contactaste de antemano, y han estado escuchando toda la conversación durante este tiempo. ¿No es verdad?

El rostro del europeo reveló una pequeña sonrisa de superioridad. Issei solo pudo soltar una corta risa de incomodidad en lo que llevaba su mano derecha a su bolsillo, extrayendo de este un teléfono celular abierto con una llamada que llevaba ya múltiples minutos activa. Dicha llamada estaba silenciada, de modo que, aunque ellos no podían escuchar nada, quien estaba al otro lado si oía todo. Albrecht nuevamente dio en el clavo: el superior local de Issei, Frederick, había prestado atención a todo el intercambio de palabras desde que el grupo entrara a la sala del Consejo Estudiantil. Desactivando el silencio del dispositivo y activando el altavoz, Issei levantó el teléfono hasta que estuvo a la misma distancia entre ambos hombres.

- ¿Con quién tengo el placer esta vez? – Preguntó Albrecht, sonando esta vez más confiado que hasta hace unos momentos.

- Bradley, Frederick Bradley. Comandante de los Equipos Civiles de la Octava División. Me parece que tenemos algunos asuntos que discutir entre nosotros.

- Así es, Bradley. Dime, ¿Qué tal suena el lobby del hotel "Estrella de Kuoh" mañana a las 9?

- Suena como un plan. Nos vemos allí.

La llamada de varios minutos de duración finalmente se cortó.

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Residencia Hyoudo
Esa noche

- ¡Estamos en casa! – Exclamó Issei, entrando al lugar que hace apenas dos meses había vuelto a ser su hogar. Asia repitió el saludo más emocionada que él, ambos cambiando sus zapatos de exterior por aquellos usados dentro de la estructura.

- ¡Issei, Asia, vengan a la sala rápido! – Llegó la voz de la madre del castaño. Ambos estudiantes se miraron entre sí, dudosos, antes de recorrer la distancia que los separaba del lugar. El tono de voz no era alarmado, sino divertido, lo que provocaba que ninguno supiera que esperar. Ambos se asomaron a la sala de estar del hogar justo para escuchar a la señora Hyoudo decir – Y aquí Issei está yendo al baño cuando era pequeño. ¿¡No es adorable!?

El mencionado se quedó paralizado en su lugar, una expresión de terror puro en el rostro, antes de salir disparado (sin ninguna magia involucrada) contra su progenitora, en un intento de arrebatarle el libro de fotos que tenía esta en sus manos. Su cometido, aunque valiente, fue inútil, dado que esta, con una precisión milimétrica que se rumoreaba solo poseían las madres con sus respectivos hijos, lo movió fuera de la trayectoria del castaño, provocando que este cayera al suelo con un notorio ruido, para luego seguir comentando las imágenes que aparecían en el mencionado cuaderno.

- Y aquí está Issei cuando-

- ¡Kaa-san! ¡¿Qué estás haciendo?!

- ¡Eso te debería preguntar a ti! – La abrupta respuesta de reproche lanzada por la madre desarmó y confundió a su hijo, quien quedó a medio camino de levantarse mientras la miraba con una ceja levantada. Ante la falta de consciencia del que fuera su único hijo de sangre, la señora Hyoudo apuntó a su lado, lugar donde tanto Issei como Asia desviaron su mirada…

…encontrando a Irina Shidou, una de las exorcistas de la iglesia.

- ¡Tú!

- ¡Hola, Issei-kun!

- Vamos, Ise, ¿de verdad tienes que estar tan a la defensiva cuando Irina-chan viene a visitarnos?

El mago, para su crédito, no había registrado el hecho de que se había terminado de poner de pie y retrocedido varios pasos, casi de vuelta hasta el acceso a la sala de estar. Asia estaba detrás de él, y en ese momento la exorcista pareció reparar en la presencia de esta última, a juzgar por la breve expresión de disgusto en su rostro.

- Kaa-san, ¿cuándo te volviste tan amistosa con Shidou-san? No es común hacerse amigo de la gente tan rápido.

- ¿De qué estás hablando? ¡Sí hemos conocido a Irina-chan durante mucho tiempo!

Su mente empezó a buscar respuestas a las interrogantes que le surgían a diestra y siniestra. ¿Sus padres conocían a una exorcista de la iglesia? Al menos su madre parecía conocerla a nivel personal. ¿Qué circunstancias habían llevado al encuentro? Múltiples opciones, incluyendo una experiencia sobrenatural de sus padres. ¿Les habría ocurrido algo mientras estaba lejos? Tal vez les habían borrado la memoria, o se lo guardaban muy bien para si mismos. Era una opción, pero de nuevo, nunca se había detenido a analizar a sus padres cómo lo hacia con las amenazas: confiaba demasiado en ellos para eso. Hablando de eso, ¿cuándo la habían conocido? Seguramente mientras él estaba en Europa, dado que no tenía recuerdos de ella previamente. Pero eso dejaba una duda: al menos Sona Sitri no parecía ser familiar con ella, lo que descartaba que hubiera pedido permiso anteriormente para operar en Kuoh. Sabía que ella y Gremory llevaban en la ciudad desde antes de que él se fuera. ¿Pero y si alguien más había pedido permiso? Era posible que un representante hubiera solicitado la autorización para llevar a cabo una operación sin identificar a todos los participantes (o tal vez no fue preguntado), en cuyo caso era indiferente de si era antes o después de su viaje a Europa, y sus padres la encontraron entonces. Un solo encuentro no era convincente, parecían conocerse demasiado bien para ser un solo encuentro fortuito. Pero eso dejaba más preguntas todavía sin resolver. ¿Qué habría llevado a la iglesia a operar en el territorio demoniaco de Kuoh en aquel tiempo, dado que nada había ocurri-

- ¡Ise! – El grito de su madre lo hizo despertar a la realidad, parpadeando sorprendido ante el tono de regaño que empleó. – Deja de mirar así a Irina-chan. La vas a asustar. Dios, tienes la misma cara de concentración que pones cuando estás haciendo uno de esos exámenes en línea.

Seguía pensando que eran exámenes comunes y corrientes, solo que en línea. Eso era bueno: las exorcistas todavía no habían delatado que era un practicante de la magia. Con ese temor ya aliviado, se enfocó en mencionar el asunto más apremiante, quizá un poco más formal de lo que le hubiera gustado.

- Disculpa, kaa-san, pero no soy familiar con Shidou-san. Entiendo que puedas haberte hecho su amiga de ella mientras no estaba, pero no por eso debes estar-

- Pero ¿qué estás diciendo? ¡Si tú también la conoces desde hace mucho!

Esto atrapó tanto al castaño como a Asia de sorpresa.

- … ¿eh?

- ¿No la recuerdas? Si Irina-chan era nuestra vecina hace varios años atrás, antes de que ella y su familia de mudaran a Europa. ¿No recuerdas todas las tardes que gastaste jugando con ella en su hogar?

El castaño estaba más confundido con esas palabras.

- Pero kaa-san, ¿no era Iri-kun, el hijo del vecino, un niño? ¿Un varón, quiero decir?

- Pero qué tonterías estás diciendo, ¡obviamente era una niña!

- Geez, Issei-kun, sé que era bastante masculina en aquel entonces, pero ¿de verdad me tomaste por un niño?

Entonces ambas mujeres, para la mirada impactada del castaño, mostraron la misma fotografía: una en la que aparecía él, de niño, junto a una versión igualmente pequeña de Irina, solo que mucho más masculina en apariencia, en gran parte gracias a sus ropas y el ocultar su cabello bajo una gorra.

La quijada de Issei cayó al suelo. Asia se detuvo a observar ambas fotos.

- Me parece que sí es la misma, Issei-san.

- Q-qué… p-pero… c-cómo… e-es que… ¿eh? – Fue todo lo que pudo decir, llevando su mirada desde las fotografías hacia Irina y de vuelta, su cerebro tratando de comprender lo que veía.

- ¿Ahora recuerdas? – El tono de superioridad de su madre tampoco ayudaba.

- Ehm… ok, creo que ahora recuerdo algo… es solo que… - todavía confundido por el peso de la noticia, caminó tambaleante hasta la cocina, lugar donde se bebió un vaso de agua para intentar calmarse. – No me había dado cuenta de nada. Y eso que la vi hoy en la tarde. Vaya, me siento como un idiota.

"Además de que, con ese cuerpo, es imposible que la confunda con un chico ahora" pensó para sus adentros. Estaba muerto si ese pensamiento salía de sus labios.

- ¿Te la encontraste hoy y no la trajiste aquí? – El enojo en el tono de su madre era notorio. Issei tragó salvia.

- N-no la había reconocido en ese momento…

La mirada de escrutinio se mantuvo en su rostro por unos incómodos segundos más, antes de que su madre dejara ir el asunto y volviera a dirigirse a la exorcista. – Pero no dejemos a Irina-chan o a su amiga de lado.

Solo entonces reparó en que Xenovia, la otra exorcista usuaria de una Excalibur, estaba sentada en el sofá de enfrente, observando todo con una pequeña sonrisa divertida.

- Pero bueno, dejémonos de gastar saliva. Irina-chan, Xenovia-chan, por favor quédense a cenar con nosotros.

- ¿Eh? Pero no queremos ser una molestia…

- Tonterías, no son ninguna molestia. Por favor, esperen a que cocine todo. ¿Por qué no se ponen al día entre ustedes mientras tanto? – Sin esperar respuesta, la señora Hyoudo se puso de pie. – Ah sí. Ise, querido – el castaño se giró hacia su madre, quien ya estaba en el marco de la puerta de la cocina. – Más te vale explicarme por qué no intentaste buscar a Irina-chan mientras estabas allá en Europa – el tono peligroso provocó que un escalofrío recorriera la espalda del castaño. Asintiendo, la señora Hyoudo finalmente desapareció en la cocina, dejando a los cuatro adolescentes, por fin, solos.

No había que mencionar que la atmósfera de amistad y armonía se deshizo apenas ella se fue del lugar. Irina se cambió al sofá donde se encontraba su compañera exorcista, e Issei y Asia se sentaron en el ahora sofá enfrente. Ambas partes se miraron durante unos incómodos segundos, antes de que Irina volviera a tomar la palabra.

- No estamos aquí para pelear. – Dijo Xenovia, rompiendo el hielo.

- ¿Qué garantías tengo para creerles? – Contraatacó Issei, no perdiendo el tiempo. – Intentaron atacar a Asia apenas la reconocieron, y solo fueron detenidas por la fuerza. ¿Qué garantía tengo de que no harán lo mismo en mi propia casa?

- Eso…

- ¿Tú madre sabe del mundo sobrenatural? – Preguntó Irina, interrumpiendo a su compañera.

- No, y deseo que se mantenga así.

- Entonces por eso. Yo tampoco quiero que ella se vea envuelta en esto, tanto como tú quieres mantenerla a salvo.

- … está bien, haremos eso. Que les quede claro: esta casa está fuera de límites para cualquier pelea, ya sea sobrenatural o mundana. ¿Entendido?

Ambas asintieron. Issei relajó su postura.

- Aun así… ¿magia, Issei-kun? – Preguntó Irina, jugueteando con una de sus coletas ante la incomodidad en el ambiente. – No la estudiabas cuando éramos pequeños.

- Tú tampoco me dijiste que estabas envuelta con la iglesia, y sin embargo aquí estás: vistiendo una túnica de exorcista y llevando una espada sagrada. – Replicó el castaño, con un ligero tono bromista. Irina realizó un puchero ante la implicación.

- ¿A qué cábala perteneces? – Preguntó ahora Xenovia.

- Sona Sitri se los dijo, ¿no? Asia y yo somos independientes. Magos por cuenta propia.

- Sí, pero es difícil creerlo. La mayoría de los magos no vuelven a sus casas hasta que son mayores, e incluso dentro de una de las cábalas principales, el aprender a usar la magia lo suficientemente bien como para usarla sin encantamientos, como lo hiciste tú, toma varios años. ¿A qué edad empezaste?

- No recuerdo bien. Debe haber sido hace un tiempo… – una mentira clara, por supuesto, pero no es como que tuvieran forma de acceder a esa información. Eso, a menos que la iglesia hubiera mantenido rastro de su persona o la [Organización] tuviera un topo dentro. Ninguna era probable.

- ¿Y Asia? – Siguió Irina, continuando con la seguidilla de preguntas. – Es posible que tú seas un mago avanzado si tienes talento y suficiente tiempo, pero ella no debe haber estado fuera de la iglesia por más de dos o tres meses. Además, no he sentido energía mágica de ninguno de ustedes.

- Etto… yo…

- Asia está aprendiendo bajo mi tutela – indicó el mago japonés, evitando que la rubia tuviera que dar explicaciones. – Algunas cosas pasaron, y terminó accediendo a aprender magia conmigo.

- Eso me recuerda – volvió a tomar la palabra Xenovia, una mirada curiosa en el rostro. - ¿Qué hace ella aquí?

- Es obvio, Xenovia – Irina le dio un pequeño golpe con el codo, en forma juguetona. – Claramente, al ser dos magos que además son compañeros, necesitaban hablar de lo que ocurrió durante el día en un lugar seguro. No estarás pensando que hablarán de cosas sensibles al alcance de esos demonios, ¿no?

- Ah, eso tiene sentido.

- Eso es parte de la razón, pero hay otra más – informó Issei, recostándose en su asiento. – Es muy sencillo, en realidad: Asia vive aquí.

- …

- …

- …

- ¿Eh?

Reaccionó Xenovia, un poco confundida.

- … ¿Eh? ¡¿Eh?! ¡¿Eeeehhhh?!

La reacción de Irina fue mucho más vocalizada.

- ¿Es tan raro? – Preguntó Issei, levantando una ceja mientas juntaba sus manos detrás de su cabeza. – Ambos somos magos, Asia está en un lugar extraño para ella, y demás cosas así. Mis padres prácticamente la adoptaron cuando llegó.

- ¡¿Qué sí es raro?! ¡Claro que es raro! ¡¿Cómo fue qu-mfm?!

- Aunque un poco extraño, es perfectamente comprensible. Usualmente los miembros de grupos mágicos forman lazos tan fuertes como los familiares, y no es raro que una vez se vayan de los dormitorios de su cábala vivan en grupo – explicó Xenovia, tapando la boca de una agresiva Irina con una mano. – Pero eso me recuerda a mi otra pregunta. Dices que eres independiente, pero seguramente aprendiste bajo alguna cábala, ¿no? ¿Cuál fue?

En este punto, Issei logró entender algo. Toda su charla sobre cábalas mágicas, no organizaciones o grupos, y su aceptación de su magia como una forma avanzada de una de estas, todo apuntaba a una sola cosa.

"Ellas no saben de la escuela de [Magia Contemporánea]" dedujo, enderezándose y entrelazando los dedos bajo su mentón. Eso cambiaba las cosas. Parecían, a diferencia notable de Albrecht, ser solo familiares con las cábalas mágicas tradicionales y su estilo de magia. Pero era imposible que alguien que luchó durante la guerra no supiera de su escuela de magia: si no por experiencia directa, seguramente por rumores, informes o informes. Ello le llevó a deducir otra cosa.

- Ustedes no lucharon durante la guerra, ¿verdad?

La pregunta, y el tono serio en el que fue pronunciada, tomaron desprevenidas a ambas exorcistas, las se tomaron unos segundos para pensar una respuesta, pese a que era algo que debían poder saber en cosa de un par de segundos. Parecía que les costaba procesar la procedencia de la interrogante, la que aparentaba venir de la nada.

- ¿Eso que tiene que ver con mi pregunta? – Inquirió Xenovia, su tono delatándola como igual o más confundida que Irina. Y dado el rostro de extrema confusión de la segunda, era fácil ver que tampoco entendía el motivo de la interrogante hecha por el castaño. Aparentemente, Xenovia era de pocas expresiones faciales.

- Solo respondan.

Ambas se miraron entre sí, probablemente interrogándose con la mirada, antes de encogerse de hombros y volver a encarar a Issei, quien esperaba en la misma posición, y a Asia, quien se había mantenido en un incómodo silencio durante toda el intercambio, sintiendo que no era su lugar intervenir.

- Ninguna peleó en la Guerra Mágica, si tanto deseas saberlo – informó Xenovia, seguida de Irina.

- Xenovia entrenó desde pequeña para entrar a la [Orden de Exorcistas], mientras que yo me decidí hace unos tres años. Al principio no querían dejarnos entrar hasta que fuéramos mayores, pero aparentemente las bajas de la guerra excedieron todas las expectativas y finalmente pudimos ingresar como Junior Exorcists, que es el rango que se le da a los exorcistas en entrenamiento. Poco antes de graduarnos, fuimos elegidas como Portadoras Sagradas, lo que significó que tuvimos que entrenar más tiempo para dominar las espadas. Para nuestra suerte, sin embargo, no logramos graduarnos antes de que terminara la guerra. Desde entonces hemos hecho trabajos pequeños usando las Excalibur, generalmente contra demonios renegados u otras criaturas descontroladas. Este sería nuestro primer trabajo "grande" desde que somos exorcistas.

Procesó toda la información rápidamente, dándose unos segundos para atar algunos datos con cosas que sabía de antemano, antes de asentir.

- ¿Es por eso que Albrecht las llamó "Exorcistas Base"?

- Algo así. Ese es nuestro rango en al orden. No hemos conseguidos méritos suficientes para avanzar.

- ¿Y portar las Excalibur no es mérito suficiente? – Preguntó, esta vez mirando a Xenovia.

- Eso solo un título que indica nuestro estatus. No conlleva nada más.

- Ya veo… ¿y el rango de Albrecht? ContraContra-algo…

- Contra-Maestre de la Orden.

- ¡Exacto, ese mismo! Sonaba muy impresionante.

- Heh. Debería serlo. Es uno de los rangos más impresionantes – Irina dio un gesto de superioridad, como si hablara de sus propios logros, a medida que contaba los valiosos datos. – El rango de Contra-Maestre fue creado después de la guerra para premiar a los exorcistas más veteranos y que fueran a la vez los mejores líderes, pero que aún no tuvieran la calificación de obispos. Incluso sin ser obispos, su opinión y expertiz suelen ser considerados por incluso los rangos más altos de la iglesia, a tal punto que en la orden se les considera informalmente como "obispos de campo."

- ¡Irina! – Xenovia le llamó la atención, dándole un pequeño golpe en la cabeza. - ¡No vayas diciendo cosas como esa por ahí! ¡Él no tiene por qué saber esas cosas!

- … ¿ups?

Issei y Asia soltaron una pequeña risa ante la interacción. Xenovia tenía razón, esa era información que no debían manejar en circunstancias normales. Irina había sido atrapada en el flujo de la conversación.

- No es que importe mucho, Xenovia. – Le llamó amablemente. – Asia viene de la iglesia. Hay bastante información que me ha contado o puede contar, pero seguro que nada confidencial. Además, soy independiente. Muy poca gente a la que le podría importar sabe que existo, menos aún sabe que tengo esos datos. Tienen más seguridad conmigo que con otro exorcista.

Las miradas desconfiadas regresaron por un momento, antes de que la exorcista peli-azul diera un suspiro agotado.

- Supongo que es verdad. Pero eso aún no responde a mi pregunta.

- ¿Qué pregunta?

- La de sobre cuál cábala saliste.

- Ah, esa. – Simuló meditar un momento, como recordando. Decidió ir con una mentira a medias. – La verdad, me fui de intercambio a Europa durante un tiempo. Allí tomé contacto con un pequeño grupo mágico en la ciudad donde estudiaba, y aproveché de aprender magia en mi tiempo libre. Eso sería todo.

- ¿Un grupo? ¿Cuál cábala? No es común que dejen ir a sus miembros – Xenovia estaba obviamente intrigada por la cábala que lo había entrenado a "semejante nivel," pero Issei ya había pensado en como soltar el tema.

- La verdad… - dejó pasar un silencio, como pensando seriamente si seguir hablando o no. – No llegué a ser un miembro completo. No era una cábala como las que piensas. Al contrario, era un grupo pequeño de magos. En muchos lugares de Europa existen grupos mágicos pequeños cuya influencia no va más allá de su región, en ocasiones de su cuidad. Varios comparten ciudades de origen, coexistiendo. El que me acogió era reducido, menos de cien personas en total, todos ávidos del autoestudio de la magia pasado un punto de enseñanza inicial.

- ¿Era?

Intentó hacer lo mejor posible para aparentar pesar en su persona, pese a no realmente sentirlo. No tenía confianza en su actuación. Decidiendo que era mejor jugarse todo para convencer a las personas enfrente suyo, trajo a su mente los acontecimientos de Chechenia. Entonces se sintió lo suficientemente afectado como para hablar.

- Tenía que volver un tiempo a Japón, ya que mi intercambio había terminado. La Guerra Mágica ya había comenzado, pero aún no despegaba del todo, por lo que tengo entendido. Al cabo de un mes de su inicio, exorcistas de una iglesia protestante visitaron la sede del grupo, asegurándose de que se mantuvieran fuera del conflicto. Junto a muchos otros grupos lanzó una proclamación de neutralidad… pero no fue suficiente para las cábalas europeas. No sé exactamente como fue, pero al cabo de un par de meses supe que el lugar había sido arrasado por magos de [Golden Dawn] cuando se negaron a aliarse con ellos en la [Coalición]. Apenas unos pocos sobrevivimos, y decidimos cada uno seguir su propio camino. El resto, como dicen, es historia: la guerra siguió su curso, y al cabo de varios meses se firmó la paz entre la [Coalición de Cábalas], la [Alianza Mágica] y el [Conglomerado Cristiano]. No sé los detalles, pero si sé que todos los bandos terminaron muy golpeados por el conflicto. Desde entonces, intento continuar mi vida aquí en Kuoh, mi ciudad de origen. Esa es mi historia.

Una historia falsa, por supuesto. Pero no tenían que saber eso, y viendo sus caras afligidas al hacerle "recordar" todas esas dolorosas cosas, era mejor mantenerlo así. Era menos probable que le preguntaran cosas comprometedoras en el futuro.

- L… lamento haber preguntado.

- Está bien, no hay problema. Fue hace mucho de todas maneras.

- Issei-kun – lo llamó Irina, los ojos rojizos. – Tú… ¿tú peleaste en la guerra?

- No. Estaba aquí en Japón cuando ocurrió todo. – Esa parte no era mentira, solo que los motivos por lo que era verdad si lo eran.

- Y-ya veo…

- Yo por mi parte no puedo creer que la [Coalición] hiciera eso. – Habló Xenovia, cruzándose de brazos. – La verdad me esperaba más de los magos europeos de las tan famosas cábalas occidentales…

- ¿No lo sabían? Pensé que era de conocimiento común.

- Muchos de los archivos de conflicto son clasificados para todos los exorcistas y clérigo bajo cierto nivel. Además, muchos de los veteranos se retiraron, ascendieron a posiciones donde tienen poco contacto con exorcistas nuevos como nosotros, o se la pasan en misiones peligrosas para las que todavía no calificamos. Los pocos que hemos visto tampoco parecen querer hablar del tema cuando les preguntamos. Es como si hablar de la guerra fuera algo tabú, o algo así…

La madre de Issei los llamó a cenar. La velada transcurrió de forma tranquila, con charlas cortas y animadas entre los adolescentes, hasta que fue la hora para que ambas exorcistas se fueran a su alojamiento. Con una profunda inclinación de agradecimiento, ambas se retiraron del hogar de los Hyoudo.

En buena hora, puesto que Issei debía realizar algunas llamadas antes de irse a dormir.

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XXXXXXXXXX

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Más tarde…

- Issei-san – Asia golpeó su puerta un par de veces antes de entrar a la habitación, ya vestida en su pijama. Issei, por su parte, se encontraba revisando unos papeles con notas escritas desordenadamente, papeles que Asia conocía bastante bien: eran sus apuntes de estudiante de magia, mismos que le había prestado en ocasiones anteriores.

- ¿Sí, Asia? – El castaño dejó caer las notas sobre su escritorio, manipulando la silla giratoria para quedar frente a ella. La exmonja caminó hasta sentarse en la cama, a juzgar por su rostro, concentrada en sus pensamientos.

- Es… ¿es verdad lo que dijiste? ¿Lo de tu grupo mágico eliminado por las cábalas mágicas?

Issei abrió levemente los ojos ante la pregunta, tomando de lleno la mirada preocupada de Asia. En retrospectiva, debió haberlo sabido. Era una historia plausible, debía serlo para que se la creyeran, pero estaba lejos de ser la verdad.

- Claro que no – le dio una pequeña sonrisa para calmarla. Pareció suplir el efecto deseado, pueso que Asia se relajó notoriamente. – Ahora que lo pienso, no te he contado cómo me uní a la [Organización], ¿verdad?

La rubia negó con la cabeza. Issei recorrió con la mirada su habitación, deteniéndose brevemente en el colgador ubicado en la puerta de su armario. Ahí, colgado y sin haber sido usado por un tiempo, estaba su uniforme negro de la [Organización]. Asia también tenía el suyo, aunque dudaba lo hubiera alcanzado a usar en asuntos oficiales. Suspiró mientras se relajaba sobre el respaldo, mirando al techo, pensando sobre cómo empezar a hablar del tema.

- Para resumirlo un poco, más o menos un par de meses antes de que acabara la Guerra Mágica unos magos de [Golden Dawn] intentaron secuestrarme. Seguramente sabes por qué. – Asia asintió, recordando lo que el castaño le pidió que mantuviera en secreto incluso de sus mismos camaradas. – La [Organización] me rescató entonces. Si fue por casualidad y estaban rastreando a los magos de la cábala, o me estaban vigilando a mí, no tengo idea. Luego de eso me uní a ellos, motivo por el cual me fui de "intercambio" a Europa por un año. Nos adelantamos hasta ahora y estoy aquí, en Kuoh, siendo un Observador. No hay mucho más que contar.

- Y-ya veo… entonces, todo eso del grupo mágico eliminado por las cábalas…

- No sé si eso pasó realmente. Sé que algunos grupos mágicos hicieron una proclamación conjunta de neutralidad, haciendo un frente al que se sumaron varios más, pero no sé que habrá sido de ellos después de la guerra. Al menos, no he sabido de ninguno exterminado, ya sea por los nuestros o por otros.

Un sonido interrumpió su conversación. Ambos desviaron su mirada hacia el objeto causante de aquel ruido, encontrándose con el teléfono móvil del castaño. Dando una pequeña disculpa, contestó la llamada.

- ¿Sí?

- Issei. Soy yo, Frederick – le llegó la voz del inglés que era su comandante local. – ¿Está Asia contigo?

- Sí, aquí estoy – respondió la aludida, acercándose al teléfono para que el mago del bastón pudiera escucharla.

- Bien, escuchen. Mañana, cuando salgan camino a la escuela, desvíense y diríjanse al centro. Da igual donde. El punto es, necesito que estén en el vestíbulo del hotel "Estrella de Kuoh" mañana poco antes de las nueve, idóneamente cerca de la puerta para encontrarlos rápido.

- ¿Por qué? ¿No vas a reunirte con el señor Albrecht a esa hora? – Preguntó Asia, confundida.

- Allí discutiremos el rol de la [Organización] en todo este asunto. Tenerlos cerca confirmará que son miembros de la [Organización], además de que tener algo más de seguridad nunca es mala idea. Este hombre es un Contra-Maestre, y nunca paga mal ser precavido. El que estén en sus uniformes llamará un poco la atención dada la hora, pero menos que si estuvieran en el uniforme nuestro. Recuerden que son magos independientes. – Ambos asintieron, pese a que Frederick no podía verlos.

- ¿No sería mejor que llevaras a gente de tu equipo? ¿O a alguien del mando de la división? – Preguntó ahora Issei, con un ceja levantada. No podía entender por qué tenían que ser ellos los que asistieran.

- Entre menos gente externa a Kuoh presente, mejor. Si llevara más gente sería sospechoso, pero ustedes cuentan, para todos los efectos, como locales. – Explicó. – Además, son los que más conocen la ciudad sin contar a los demonios: servirán cuando haya que definir planes y posibles áreas.

- Entiendo.

- ¿Algo más de lo que deba estar enterado?

- Las dos exorcistas que acompañan a Mondrian no parecen conocer la [Magia Contemporánea], y desconocen sucesos de la guerra. Parecen no conocer a la [Organización] tampoco. – Informó Issei. Eran datos obtenidos hacia relativamente poco, pero al haber escuchado Frederick todo lo ocurrido en la escuela durante la tarde después de clases, no había muchas cosas de las que pudiera informarle. – También, según Irina Shidou, el rango de Contra-Maestre fue creado para ascender a los exorcistas hábiles y líderes que aún no son obispos. No sé si ya sabías eso.

- Lo del rango sí, pero que las dos escoltas desconozcan sobre la guerra es intrigante. Supongo que o deben ser muy poderosas o la iglesia simplemente envió lo que tenía a mano. Me inclino a pensar lo segundo.

- ¿? ¿Y eso por qué?

- Por lo que tengo entendido, las iglesias parecen haber enviado a sus exorcistas a lidiar con misiones en las Américas y Asia continental. Siguen relamiéndose las heridas de la guerra, y los números de los exorcistas no son lo que eran. Aunque bueno, eso va para todos. – Asia e Issei escucharon un profundo suspiro provenir del otro lado de la línea. – Cómo sea. Los veo mañana en el hotel a las nueve. Vayan presentables. Hasta luego.

Frederick colgó la llamada. Issei y Asia se miraron entre sí, confundidos, antes de que el primero se inclinara de hombros y se reclinara sobre su asiento.

- Supongo que tenemos trabajo mañana. – Se giró extrañado al escuchar un quejido de Asia. – ¿Qué ocurre?

- Cómo… ¿cómo justificaremos nuestra ausencia a Shitori-kaichou?

El rostro de Issei imitó su semblante aterrado.

Puede que fueran magos "independientes," pero nadie, NADIE, se salvaba de los castigos de Souna cuando se trataba de asuntos académicos de la que era su escuela.

Más les valía empezar a pensar en alguna excusa.

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XXXXXXXXXX

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Base Central, Suiza
En esos momentos…

La mayor parte de los que no tenían que seguir un horario fijo estaban aún a varios minutos de empezar a almorzar. Los que sí debían seguir un horario fijo, usualmente ya se habían marchado para entonces. Eso hacía aquella hora la ideal para comer tranquilamente, no solo por la falta de personas, que provocaba que hubiera tranquilidad, sino porque se aseguraba una mayor variedad de comida disponible para su persona.

Llevaba ya un rato sirviéndose sus alimentos cuando escuchó a alguien dejarse caer a su lado. Girando levemente la cabeza, notó cómo su nuevo vecino de mesa descansaba la cabeza sobre sus manos, mismas que se mantenían en su lugar debido a los codos apoyados sobre la mesa. Identificando al individuo a su lado y girando los ojos, creía ya saber cuáles serían las primeras palabras en salir de la boca del sujeto en cuestión.

- Fuck this shit.

Bingo, había ganado su adivinanza mental. Suspirando internamente, hizo lo mejor posible para poner el mejor rostro posible (uno nunca sabía cuando estaba siendo vigilado, después de todo) y entablar una conversación amistosa, una que no le afectara si alguien más la escuchaba.

- ¿H-hmm? ¿O-ocurrió algo, Señor Haugen?

El aludido hizo un gesto molesto con su mano en lo que se masajeaba el entrecejo con la otra.

- Ahórrame la fachada tímida que tienes, Rose. Te conozco lo suficiente. – Ella no cambió su gesto y él pareció saberlo pese a no mirarla, puesto que suspiró notoriamente antes de enderezarse y empezar a comer. – La entrada al lugar está prohibida y ordené que echaran a los pocos que seguían aquí. Puedes ser honesta.

La postura correcta que tenía se relajó automáticamente al escuchar unas palabras. Lanzó una tardía mirada de vigilancia a su alrededor, pero como dijera su compañero de trabajo, no había nadie más en aquella pequeña sala de almuerzo. La puerta estaba cerrada, y estaba segura de que la gente estaba siendo redirigida a uno de los casinos principales. Uno pequeño como ese no levantaría sospechas por estar cerrado durante un día.

- ¿Cámaras?

- Señal cortada.

- ¿Micrófonos?

- Se desactivan durante el almuerzo debido al ruido de fondo. De todas formas, fueron silenciados.

- ¿Sensores?

- Corté los circuitos.

- Bien.

Terminó de eliminar el aura de inocencia que llevaba encima, quedando un rostro en una expresión desinteresada en lo que seguía engullendo su alimento.

- ¿Y? ¿A qué debo la ocasión? – Le preguntó a Christopher, quien se había dado una pausa de comer para tomar un sorbo de jugo. – ¿O solo querías verme a solas tan desesperadamente? – Comentó, dándole un pequeño guiño.

- Shut it, Rose. Tenemos problemas. O, mejor dicho, tengo problemas que podrían involucrarte a ti y a un montón más de personas. – El gesto cansado de su acompañante provocó que la chica diera un sonoro suspiro en lo que abría una lata de refresco.

- ¿Qué pasó ahora?

- Tenemos una situación. Un Observador que tenemos en Japón nos contactó hace cosa de quizá una hora. Tres Excalibur robadas de la iglesia-

- Pero eso ya lo sabíamos – interrumpió Rose, con un gesto despectivo.

- Cómo decía, tres Excalibur fueron robadas de sus portadores de la iglesia. Las espadas fueron robadas por ángeles caídos y las rastrearon hasta una ciudad en Japón con un pequeño nido de caídos, ciudad donde está este Observador. Las iglesias enviaron tres exorcistas portando dos Excalibur aparentemente a recuperarlas.

- ¿Y cuál es el problema? Ese es un asunto entre la iglesia y los caídos.

- Esa ciudad es también el territorio de dos herederas de clanes demoniacos de los 72 pilares originales. No solo eso, son las hermanas de dos de los Reyes Demonios actuales. Exorcistas que pelean por el cielo, herederas demoniacas de personas influyentes y al menos una importante figura de los caídos. Es una receta perfecta para una crisis diplomática a gran escala.

Rose midió el peligro en un segundo, apretando inconscientemente la lata en su mano y derramando parte de su contenido.

- Esto es demasiado serio. Apenas ha pasado un año desde la última guerra abierta sobrenatural. ¿Alguien más de la [Organización] sabe de esto?

- Eso es tu trabajo. Podemos deducir que el jefe de los Equipos Civiles de esa división ya lo sabe. – Indicó Christopher, volviendo a devorar su comida. – Quizá ya acordó una reunión.

- Tenemos que evitar que el conocimiento se generalice demasiado. Desviaré los canales de información y me encargaré de que solo algunos de los Altos Mandos y Miembros de Consejo se enteren. – Informó Rose por su parte, volviendo a comer para dar un aura de naturalidad. – ¿Sabes de la lealtad de ese jefe de equipos civiles?

- Fuertemente hacia el [Consejo de los 10]. Seguramente estén enterados hoy o mañana.

- Carajo. ¿Cómo te enteraste?

- Recuerda lo que dije antes. Hay un Observador desplegado en esa ciudad. Dudo que nos dé información errónea a propósito, pero estará de manos atadas debido a su trabajo.

Ambos siguieron comiendo en silencio unos momentos, cada uno sumido en sus pensamientos.

- Enviaré una de las unidades de vigilancia a terreno. – Anunció Haugen después de un rato. – De esa forma tendremos información confiable y opciones en terreno. También podremos mantener a raya a cualquier imbécil que los Consejos envíen.

- Me parece bien. Por mi parte me encargaré de que la menor gente posible sepa sobre el asunto. Si logramos jugar bien nuestras cartas, nuestras posiciones se verán más reforzadas.

Terminando sus almuerzos y con un asentimiento, ambos jefes de departamento, Seguridad Interna y Seguridad Externa, se levantaron, dejaron sus bandejas en el lugar correspondiente, repusieron sus facetas públicas y abandonaron el casino. Antes de salir, ambos murmuraron para sí mismo:

"It's Showtime"

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Saludos y bienvenidos a este primer y nuevo capítulo de la reescritura del fic. Si con el prólogo tenían dudas, ahora saben bien que habrá diferencias notables con el original. Sí, comencé por el arco de las Excalibur, y no, no está relacionado al hecho de que en ese arco quedó la versión original. Esperen cambios notables respecto a esas. No tengo mucho más que decir, por lo que espero se encuentren bien y les haya gustado, dejen un review y nos leemos en otra ocasión. Ahora vamos con las respuestas a los reviews.

RedSS.

Erendir: Ese almacén te perseguirá el resto de tus días en tu memoria. Recuerda mis palabras.

Soviet Omega: Brutal x2