Notas de autor: No obtengo suficiente contenido InoAoi como me gustaría leer, así que aquí vine para aportar con mi granito de arena y que crezca el amor por esta shipp. Y me encanta escribirlos en el universo del Gakuen porque allí todos son más felices y llevan vidas normales, y pienso que Inosuke no sería tan inocente a practicamente todo, así que puedo pervertirlo a mi gusto.

Descargo de responsabilidad: Ningún bello personaje que haga parte de este manga/anime ha sido de mi invención.


Capítulo 1: Resfriado repentino.


Todo comenzó cuando los dejaron solos durante un largo período de tiempo.

Hashibira Inosuke, el autoproclamado jefe del grupo y rey, y Kanzaki Aoi, la chica gruñona, estaban actualmente en la habitación de Tanjirou, quien había ido a buscar a sus hermanos pequeños al parque en el que estaban jugando y se había llevado a Kanao con él. Zenitsu debía ayudar a su abuelo en algunas cosas, por lo que tardaría en llegar, y Genya no estaría en la residencia Kamado hasta después de sus prácticas de tiro. Nezuko estaba en la planta baja de la casa haciendo quién sabe qué.

Era más que seguro que Inosuke y Aoi no estaban acostumbrados a estar solos juntos durante demasiado tiempo. Incluso ya siendo más maduros que cuando eran niños—al menos Aoi si lo era—, seguían discutiendo y gritándose el uno al otro como en aquellas épocas. Las únicas veces que estaban solos por más de cinco minutos era cuando se encontraban de camino a la escuela por casualidad. Por supuesto, antes de que comenzaran las clases, la gente preguntaba por qué Aoi estaba de tan mal humor o por qué Inosuke tenía una marca roja en la mejilla.

Y lo peor de todo era que discutirían sobre las cosas más tontas, como su ropa—incluso el uniforme—, la personalidad silenciosa de Kanao, la tendencia de Zenitsu a llorar por todo, por qué el otro era tan feo y gruñón por todo, cómo el otro era tan estúpido, y así podía seguir la lista, interminablemente. Por lo tanto, como línea de acción obvia para ambos, luego de versen más de veinte minutos en la compañía del otro, comenzaron a discutir por la revista para chicas que estaba leyendo Aoi.

Concretamente, sobre la sección de los besos. Inosuke había dicho que no entendía por qué las chicas hacían tanto drama por un simple choque de labios, lo que, a su parecer, era desagradable, y Aoi alegó que él no entendía porque era un adolescente con el cerebro de un niño de cinco años y que probablemente sería terrible besando si seguía pensando así.

—¡¿Ah?! ¡Por supuesto que soy un buen besador! ¡Genial incluso! —exclamó Hashibira mientras miraba con rencor a la tonta de las colitas.

Aoi resopló y se cruzó de brazos. —Me parece difícil de creer. Ninguna chica se acercaría lo suficiente a ti sin llevarse un golpe en el proceso.

—No eres quién para hablar. Con lo bruja que eres, dudo que alguien haya sobrevivido a eso.

La chica apretó la mandíbula. Su recipiente para aguantar a Inosuke ya se estaba agotando. —Pues, para tu información, yo ya he besado a un chico y a él también le gustó —ella finalizó con una sonrisa de dientes en su rostro que irritó a Inosuke hasta el núcleo. Estaba aún más molesto por el hecho de que no podía decir nada ni refutarle el hecho porque ella podría estar diciendo la verdad, y eso era algo aún más irritante.

—Pues ese tipo probablemente te dijo mentiras —no se iba a quedar con las ganas de contestarle algo, no obstante.

La chica de cabello negro le miró con fiereza. —¿Y tú de qué hablas? Labios vírgenes —se burló, sintiéndose victoriosa cuando lo vio apretar su mano en un puño —. Es posible que las chicas se desmayen por ti, pero no hace falta ser un genio para saber que nunca has imaginado besar a alguien. Eres demasiado estúpido para eso.

La ira que Inosuke había acumulado explotó finalmente. Una mirada oscura y amenazante cubrió su rostro, pero Aoi optó por volver a concentrarse en su revista, hasta que él habló de nuevo.

—¿Qué mierda acabas de decir? —la voz del chico goteaba veneno cuando comenzó a ponerse de pie. Aoi dejó a un lado la revista e hizo lo mismo, lista para la confrontación.

Aún con la ligera diferencia de alturas, se miraron cara a cara. Sus cuerpos estaban tan cerca que podían sentir el calor que irradiaba del otro. Inosuke hizo todo lo posible para elevarse en toda su altura y sacar ventaja de que era más alto y fornido para intimidarla porque, maldita sea, estaba condenadamente enojado en ese momento con ella. ¿Cómo se atrevía la condenada a atacar su orgullo y cuestionar sus habilidades? Así tuviese razón, él no iba a permitir que lo pisotearan así nada más. Los ojos verdes miraron las rebeldes esferas de color azul de su contrincante, que lo estaban probando; desafiándolo a que le dijera algo más.

—¿Estás sorda o qué? Dije, ¿qué mierda acabas de decir? ¿O el gran Inosuke ya te intimidó?

Ella se rio internamente. —Dije —abrió los labios, alzando una ceja —, que eres demasiado estúpido como para besar a alguien —las comisuras de sus labios se arquearon hacia arriba, casi divertida por su reacción. Ella lo estaba probando, Inosuke lo sabía. Ella siempre intentaba sacar toda la mierda fuera de él. Y siempre l conseguía, maldita sea —. Pero es comprensible. Un mocoso como tú, después de todo, sólo piensa en cosas de mocosos —terminó diciendo Aoi, diabólicamente.

Mocoso. La tonta le llevaba dos años y ya se sentía muy mayor por eso. Inosuke le enseñaría quien era el mocoso.

De un solo golpe, el chico estampó las palmas de sus manos contra las mejillas de la niña y presionó ferozmente sus labios contra los de ella, sorprendiéndose al descubrir que eran suaves, como las plumas. Los labios de Aoi eran regordetes, jugosos y...

¿Eso es fresa? Él se preguntó débilmente, manteniendo apretado su agarre sobre sus mejillas y presionando aún más sus labios. Se quedaron así por lo que pareció ser un minuto, sin ninguno de los dos dando indicios de movimiento. La ira que Inosuke tenía antes se evaporó rápidamente cuanto más tiempo permanecían sus labios sobre los de Aoi, dándose cuenta que bueno, si, este fue su primer beso y fue con ella y, como siempre lo había pensado, fue horrible. Luego se dio cuenta de que ninguno de los dos cerró los ojos y ella todavía se veía sorprendida de que incluso haya procedido de esa manera. Al menos la dejó sin palabras.

¿Esto es un beso? Pensó entonces, antes de dejarla ir lentamente. Pues fue bastante…

—Malo —Aoi terminó sus pensamientos en voz alta. Un sonrojo cubrió sus mejillas a pesar de sus palabras, y las manos que Inosuke le había puesto en la cara ahora estaban sobre sus hombros —. Muy malo.

—¡Cállate! ¡Ya sé que fue horrible! ¡Pero eso solo prueba que Inosuke-sama siempre tiene la razón! —su corazón martilleaba contra su pecho y sintió la cara arder. No le ayudó que Aoi, de todas las jodidas personas del mundo, fuera quien le explicara como realmente debía ser un beso.

A él no le importaba nada de eso. Tenía suficiente con haber probado su punto de que los besos eran desagradables y no había necesidad de hacer tanto drama por eso. Sin embargo, Sus oídos no querían soportar mucho más de "Literalmente no había nada en ese beso", "Mi primer beso fue mucho mejor", o incluso el "No puedo creer lo malo que eres al besar".

—Eso solo prueba que eres tremendamente tonto. En serio, si ya le hiciste algo como eso a una chica, la compadezco —Aoi se dio cuenta de la falta de asalto verbal que normalmente recibiría del chico en este momento, a causa de sus palabras. Ella lo inspeccionó rápidamente, echándole un vistazo y quedando horrorizada del hecho de que le gustó ver cómo sus mejillas se ponían rojas como una manzana, y que ni siquiera la estaba mirando en ese momento. Él no puede mirarme.

Finalmente, lo que había acabado de ocurrir le dio un buen golpe en las entrañas a Aoi, y no quería hacer más que desaparecer justo ahora. Estaba demasiado avergonzada como para volver a mirarlo. ¿Por qué se había dejado besar así? ¡¿Y por él?! Tragó saliva para hacer desaparecer su nerviosismo antes de hacer su siguiente pregunta.

—Inosuke-san… es... ¿soy tu primer beso realmente? —ella cuestionó, de repente gentil con él, porque no debió haberse burlado ni nada, sabiendo como era el chico de impulsivo.

Inosuke también odió esa pregunta. Lo hizo sentir inferior a esa mujer, y el gran rey no era inferior a nadie. Pero la verdadera razón de no gustarle el cuestionamiento fue porque se sentía como un niño pequeño cuando ella se preocupa así por él. Cuando ella le hablaba en ese tono suave—en ocasiones raras—se sentía mareado, como si estuviese flotando.

Sin responder, él la miró, clavando esos hermosos ojos verdes en ella. —Muy malo —susurró, principalmente a sí mismo, pero Aoi lo escuchó de todas formas. Suspirando, ella puso su mano sobre la de él y la colocó en su cintura.

¿Qué estás haciendo Aoi? Detente.

Pero no le hizo caso a esa parte del raciocinio. Él la estaba mirando con tanta curiosidad y se veía tan lindo, que no tuvo tiempo de reconsiderar sus acciones. —Tienes que hacerlo así —ella susurró y apoyó sus palmas en su pecho.

Luego, empinándose lo suficiente, Aoi presionó sus labios sobre los de Inosuke. Sus manos entonces se arrastraron hasta su cuello antes de clavarle los dedos en el cabello largo y suelto y revolver suavemente los mechones negros azulados. Finalmente, se separó y le dio una pequeña sonrisa al niño, tratando de calmarse, porque su corazón parecía estar corriendo una maratón. Sin embargo, su cerebro aún no estaba del todo racional.

—Algo como eso —ella dijo, presionando otro beso ligero. No tenía idea de lo que le estaba haciendo o por qué; solo sabía que quería hacerlo.

Inosuke gruñó profundamente en su garganta con placer mientras Aoi le daba un beso más largo antes de viajar a la esquina de sus labios. Un sentimiento que nunca había conocido se estaba haciendo presente y, curiosamente, no lo odiaba. Le encantaba lo suave y cuidadosa que ella estaba siendo con él. La sensación de sus labios tocando ligeramente su piel sensible hizo que su columna se estremeciera agradablemente.

Entonces, ¿así es realmente un beso? Los ojos verdes revolotearon con felicidad ante la idea, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de la chica para atraerla más cerca de él. Devolverle sus toques ligeros le resultó tan fácil como respirar. Aoi hizo que fuera fácil para él seguir su ejemplo y pronto, perdidos el uno en el otro, se encontraron en la cama de Tanjirou.

Las piernas de Aoi colgaron del borde del colchón, extendiéndose por debajo del cuerpo del chico más joven mientras él trataba de asimilar cada sensación y toque agradable que ella le proporcionaba. Había un cierto tipo de sentimiento en él, algo que nunca había experimentado antes; ese deseo de tener más. Aunque la sensación de los labios de la chica era asombrosa, él quería más que eso.

Más. Era como si su cuerpo le estuviera susurrando eso, pero, ¿más de qué?

Dejándose llevar por su instinto, Inosuke lamió el labio inferior de la chica bajo él. Ella jadeó, sorprendida, y él aprovechó esa oportunidad para tratar de saborear el interior de su boca. Su lengua casi rozó la de ella antes de que Aoi se removiera en sus brazos, girando la cabeza hacia un lado, rompiendo cualquier contacto íntimo y esforzándose por soltarse.

—D-detente —el tartamudeo fue evidente. Alejándose, el chico la soltó y la miró confundido.

¿Por qué se detuvo? ¿A ella no le gusta? Una mirada al rostro sonrojado de Aoi más los temblores que su cuerpo estaba haciendo visiblemente le aseguraron que sí, sí, a ella le gustó. ¿Y entonces por qué? Las esferas verdes se estrecharon ligeramente mientras Aoi tropezó un poco para ponerse de pie, enderezando su uniforme escolar, tratando de hacer desaparecer todas las arrugas.

—D-de todos modos ... Así es como besas —dijo ella, sin mirarlo.

Dándose la vuelta, tomó su mochila y la arrojó sobre su hombro. No le gustaba la forma en que su corazón latía mil veces por minuto. Era tan fuerte en sus oídos que se sorprendió de que Inosuke no pudiese escucharlo—o sentirlo, como él lo diría—. Ella necesitaba alejarse de él lo más pronto posible. Había estado tan perdida besando a Inosuke, disfrutando de la sensación, pero cuando la situación se fue tornando más intensa, tuvo que detenerlo. Si iban más lejos, temía que su corazón saltara y que muriera.

La idea era risible, Aoi lo sabía. Pero así fue como se sintió cuando su lengua casi tocó la suya. Su corazón nunca antes había corrido así. Era como si ella no pudiera respirar. Casi tenía miedo de que él continuara. ¡Y él es un principiante, Ugh! Frunciendo el ceño a sí misma, Aoi intentó escapar rápidamente.

—Oye —Kanzaki no se detuvo ante el llamado —. Aoi —la voz de Inosuke fue profunda cuando la llamó por su nombre, lo que la hizo temblar ante su tono, tan bajo y sensual, aún si él no lo hubiese hecho a propósito. Sus mejillas se colorearon de un rojo más intenso cuando sintió la necesidad de juntar sus muslos y frotarlos.

Nunca me ha llamado así tampoco. Tensándose un poco, Aoi se dio vuelta, encontrándose a Inosuke todavía en la cama de Tanjirou, estirando un brazo hacia ella. Su cuerpo se contrajo ante su postura de invitación. Él no le dijo nada más, pero todo lo que hubiera querido decirle se lo dijo a través de sus ojos. La quería a ella. Una oleada de calor llenó el cuerpo de Aoi logrando que temblara más. La mochila escolar que tenía en su hombro cayó al suelo y, como si hubiese sido hechizada, se acercó al adolescente más joven. Los pasos la llevaron hasta que estuvo parada justo delante de él, lo más cerca posible. Entonces las manos grandes se encontraron envolviendo palmas más pequeñas y suaves. Ella podía escuchar su corazón latir de nuevo ferozmente, y ya estaba segura de que Inosuke lo sentía retumbar contra su sensible piel.

—Tengo que irme a casa ahora —su voz salió temblorosa.

Él asintió, mirándola fijamente, con la cara más inocente del mundo. —¿Podemos hacerlo de nuevo antes de que te vayas?

Aoi se mordió el labio inferior, lista para rechazar. Pero, aun sabiendo que no debería, ella cedió de todos modos, inclinándose para presionar sus labios contra los de él una vez más. Grandes manos se posaron en su cintura al instante y de repente la voltearon hasta estar acostada sobre el colchón con Inosuke flotando sobre ella de nuevo. Él mordisqueó su labio inferior haciéndola jadear y, pronto, algo suave, cálido, húmedo y extraño entra en su boca. Ella casi dejó escapar un gemido en el beso. La agradable sensación que Inosuke le estaba dando a Aoi logró que sus dedos se doblaran sobre la sábana, apretando con fuerza. Este beso que le estaba dando era largo, lánguido y tan bueno. Le resultó difícil creer que él no sabía cómo besar a alguien no hacía más de cinco minutos.

El alumno se había convertido en el maestro, aparentemente.

Inosuke estaba besando a la chica debajo de él con todo lo que tenía, guiado más que todo por su instinto. La boca de Aoi era increíblemente buena y la forma en que jadeaba cuando necesitaba aire le daba cierta emoción, logrando que sus manos dejaran de estar quietas y empezaran a deambular por el cuerpo de la niña. Sus brazos, su cintura, su cara, manos, piernas. Cualquier cosa que pudiera tocar; la quería tocar. La piel de Aoi era suave al tacto y las vibraciones que él sentía de su cuerpo eran adictivas. La sensación de antes, de querer más, revolvió su estómago nuevamente. Gruñendo, Inosuke dejó de besarla y comenzó a bajar sus labios hasta llegar a su cuello, dejando un rastro de besos, para finalmente morderla suavemente.

—¡Ah! —el cuerpo de la chica tembló en un lugar en particular, e Inosuke se detuvo inmediatamente, mirándola. ¿Qué había sido eso?

—¿Qué? ¿Te dolió algo? sentí que temblaste —le preguntó con curiosidad.

Ella sacudió la cabeza, demasiado avergonzada para vocalizar una respuesta. Maldita sea los sentidos de este chico. Sus labios en su cuello y ese suave mordida habían sido una sensación tan agradable que ella no pudo evitar soltar ese sonido tan vergonzoso y temblar bajo su toque.

Los ojos verdes recorrieron la cara y el cuerpo de la chica. Su mirada estaba como aturdida, sus labios hinchados, el color azul de sus ojos era un poco más oscuro de lo usual, respiraba agitada y la forma en que su pecho subía y bajaba era una visión agradable. Inosuke inhaló bruscamente. La mirada que ella estaba dándole era algo que nunca había visto antes, y eso hizo que el calor se acumulara en la base de su abdomen.

—I-Inosuke-san —su voz se rompió entre un jadeo y un gemido. Todo el proceso de pensamiento de Aoi había volado por la ventana. Lo único que sabía era que quería besar al chico que estaba sobre ella otra vez. Movió sus manos entonces para agarrar el cuello delantero de la camisa de vestir blanca abierta de Inosuke, haciéndolo inclinarse —. Bésame —ella susurró casi contra sus labios.

El corazón de Aoi se aceleró aún más cuando el niño asintió, chocando sus labios juntos nuevamente, mientras ella disfrutaba con el toque de sus manos. La sensación de sus labios y lengua la obligó a gemir. Sus manos encontraron el camino a su cabello nuevamente, acariciando los mechones azabaches antes de acercarlo más a ella. Más. Aoi pensó. Su cuerpo quería más de este chico. Más, más, más, más. Su cerebro empañado de deseo registró repentinamente que algo se había acomodado entre sus piernas, las cuales se cerraron a su se dio cuenta de que ese algo era la rodilla de Inosuke.

Él podía sentir el temblor de sus piernas alrededor de la suya. Las mariposas revolotearon al pensar en ello, porque se hacía una idea de a donde estaban llegando con todo esto, y lo quería. Profundizando más el beso, dejó que sus manos se arrastraran por las piernas de Aoi, levantándole la falda para llegar a la suavidad de sus muslos y apretando justo allí, lo que la hizo temblar de nuevo y, llevando su cuerpo hacia abajo, su entrepierna chocó directamente contra su rodilla.

—¡Ah! —ese gemido fue música para sus oídos, e Inosuke se dio cuenta de que, si quería escuchar más de eso, tenía que seguir frotándola contra su rodilla.

—Tanjirou, en serio, siento que mis piernas están destrozadas —esa fue la voz de Zenitsu desde las escaleras —. Voy a subir primero al cuarto.

Los ojos de Aoi e Inosuke se abrieron de golpe, aun con los labios unidos, pero cesando todo movimiento posible. Los dos, que estaban haciendo cosas desvergonzadas en la cama de Tanjirou no hacía mucho, se separaron brutalmente, lo más alejados que pudieron, organizándose la ropa—más que todo Aoi—. Ambos adolescentes escucharon el pomo de la puerta girarse y abrirse.

—Ah, sí está el cerdo aquí —Zenitsu comentó, irrumpiendo en la habitación de Tanjirou con una mirada fulminante —. ¡Tanjirou dijo que te quedaste solo con Aoi-san! —el rubio lo señaló, acusándolo —. Bastardo con suerte. No le hiciste nada malo, ¿verdad? —su pregunta, aunque no inesperada, hizo que los dos sacudieran la cabeza frenéticamente, respondiendo al mismo tiempo.

—Yo no le hice nada.

—Él no me hizo nada.

Nada que ninguno de los dos no hubiese querido, de todas formas.

Eso fue sospechoso. Zenitsu arqueó una ceja, escuchando como el corazón de ambos latía bastante rápido para haber estado haciendo "nada". Además, sus mejillas estaban bastantes rojas y parecían estar muy incómodos. Pero antes de que el rubio cuestionara si se habían estado ahorcando antes de que él llegara, Aoi se levantó, se arregló la falda y soltó su caballo negro para que este cubriese todo lo que no debía ser visto por los ojos de ninguno de sus amigos.

Después se aclaró la garganta antes de ir a recoger su mochila. —Yo, umm... tengo que irme a casa de todos modos. Entonces ... —riéndose forzosamente, ella comenzó a caminar hacia la puerta.

Zenitsu la agarró de la muñeca antes de que ella pudiese atravesar la puerta. —Espera, ¿qué hay de la explicación que nos ibas a dar? En serio, Shinazugawa-sensei da miedo y no le entiendo nada en clase —Él se quejó mientras le daba su mejor mirada de cachorro para conseguir que ella se quedara. Y para lograr el efecto dramático, tomó las manos de la niña entre las suyas y las levantó. Inosuke alzó una ceja ante esto, resoplando —. Por favor, Aoi-san. No me dejes morir.

—Ehhh —Aoi intentó no notar la forma en que Inosuke seguía mirando hacia ella y Zenitsu. Tienes que estar bromeando —. Umm…

—Hola chicos, he vuelto —Tanjirou dijo mientras entraba a su habitación —. Kanao y Nezuko están abajo. Vamos a ver una película mientras llega Genya. ¿Vienen? —Él pidió. Antes de que Aoi pudiese responder, Tanjirou le echó un segundo vistazo a su cara y frunció el ceño —. Aoi-san, ¿estás enferma? No te ves tan bien —él puso una mano sobre su frente para controlar su temperatura —. También estás ardiendo un poco.

Inosuke gruñó audiblemente, logrando que Tanjirou y Zenitsu lo miraran.

Aoi entonces soltó sus manos de las del rubio y golpeó ligeramente la mano de Tanjirou en su frente lejos de ella y retrocedió. —Así es, estoy enferma —dijo. Hubo otro resoplido en algún lugar en el fondo, que fue rápidamente ignorado —. Entonces por eso debo irme ahora —volviéndose hacia Zenitsu, sonrió lo mejor que pudo —. ¿Tal vez la próxima vez te ayude con matemáticas? ¿Está bien?

Zenitsu gimió, con lágrimas en los ojos, pero asintió con la cabeza igualmente. —Bien.

Dicho esto, Aoi salió corriendo de la habitación sin perder un segundo.

—Los resfriados repentinos son lo peor. Espero que mejore pronto —Tanjirou dijo —. ¿Se sintió mal cuando estaban solos? —le preguntó entonces a Inosuke.

—No. Ella se sintió perfectamente bien antes de que ustedes llegaran —con eso dicho, el chico se levantó de la cama para salir de la habitación escalera abajo —. ¡Quiero palomitas!

Zenitsu y Tanjirou se miraron mutuamente un momento, antes de encogerse de hombros y salir también de la habitación.


Más notas de autor: Como ya podrán haberse dado una idea, esto será muy cargado de tensión sexual no resulta (quizá resulta para el último capítulo, aún no lo sé). Tampoco será un fic largo ni mucho menos. Cuatro o cinco capítulo si mucho. Espero poder actualizar de nuevo antes del fin de semana, cruzando los dedos.