¡Hola a todas de nuevo!

Mizzy Frost: Así es. Gaara con una mujer casada. Es raro. Totalmente. Lo acepto. Pero es que siempre he pensado que se contiene demasiado. Todos lo pintan como un hombre perfecto en todo, pero bueno, sigue siendo un hombre. No puedo contarte más detalles, porque serían spoirlers. Pero se explicará la relación más adelante. Y si. El y Kankuro han sido unos idiotas. Temari es un amor de persona¡ La relación de Gaara y Matsuri se está poniendo cada vez peor. Habrá más personajes nuevos que irán apareciendo de a poco. Y la pareja de Mikoshi y Aki también aparecerá un poco más. …CHICA. Te adoro por comentar. Y espero que me sigas leyendo.

GAB: Saludos Gab. Creo que la interacción entre Matsuri y Gaara no ha sido muy buena en este capítulo, pero ya vendrás más. Gracias por comentar y espero que sigas leyendo.

MARY-04 : Hola Mary. Bueno esta historia tendrá mucho drama. Espero que no te aburra. Yo también adoro el GaaraMatsu. Y no te preocupes que la continuaré.

Anika-san: Gracias por comentar. Y si. Gaara tiene una aventura con una mujer casada, aunque nadie lo crea. Sigue leyendo, por favor.

Ukyyoe1: Yo adoro que te guste este fic. Y si. Vendrá lo fuerte. Muchas gracias por tu comentario. Espero que sigas leyendo. Y está puesto como M por varias razones que irán apareciendo de a poco.

Muchas gracias a todas por comentar. Informe de ante mano que se vendrán muchos más enredos políticos y juegos de poder. Pronto se ventilarán todas las razones, así que si quieren saber más solo tienen que seguir leyendo. Ya estoy trabajando en el otro capítulo, así que no debería tardar tanto como este.

¡Las amo!

La versión que Baki contó fue escueta pero reveladora.

Jun había llegado ebrio al orfanato. Había intentado propasarse y ella se había defendido. Él llegó y los encontró enfrascados en una pelea a mano limpia que ya se había salido de control. La chica estaba perdiendo, Jun la superaba en fuerza y todos podrían adivinar que es lo que hubiera pasado si él no se hubiera aparecido a tiempo.

-¿Es la primera vez que sucede? –La mirada del Kazekage era gélida, pero ningún tipo de sentimiento se podía reflejar en su rostro.

-Había notado ciertas actitudes poco apropiadas hacia Matsuri y las demás tutoras del orfanato, pero nunca había visto que se llegara al contacto físico. –Baki era un buen mentiroso. Siempre lo había sido. Mentir para sobrevivir. Enredar las versiones hasta conseguir la interpretación que más le conviniera. Era excelente.

Gaara resopló molesto. –Sabes que sólo con tu testimonio no alcanzará para encerrar a Jun. Esa es una acusación muy grave en contra de un jounin que trabaja de manera directa para un consejero. En este momento hacer público un problema como ese es poco conveniente para la aldea, sobre todo por la presencia de personas importantes e influyentes.

-Puede volver a suceder. –Baki frunció el ceño. Sinceramente creyó que las cosas serían un poco distintas, pero no estaba ni sorprendido ni decepcionado. Vivían en un mundo cruel. Él lo sabía mejor que nadie.

El Kazekage no despegó su vista de él. –Quiero tu completa discreción en este asunto. Jun no se volverá a aparecer por el orfanato.

Matsuri y Mikoshi lo estaban esperando.

-¿Qué ha sucedido? –Preguntó la chica ansiosa.

-No habrá otra reunión. –Respondió serio pero tranquilo.

Matsuri frunció el ceño. -¿Y entonces por qué traes esa cara de funeral? ¡Eso es genial!

Baki venía con la intención de contarle todo, pero algo dentro de sí mismo no dejó que lo hiciera. El hombre que era antes no le hubiera importado para anda aquellos asuntos de niños, pero ya no era como antes. Había cambiado. Se estaba volviendo blando. Y por primera vez, después de tanto tiempo, era feliz. Y era gracias a todas esas personas. Era gracias a ella. No quería ser el causante de su sufrimiento.

Matsuri se alejó de los dos hombres, distraída y contenta con los niños que habían venido a buscarla para que jugara con ellos.

-No resulto como esperabas ¿Verdad? –Mikoshi le preguntó tranquilamente, observando la fina espalda de la chica alejarse.

-Me ordenó discreción. No quiere que problemas de este tipo se hagan públicos justo ahora, ya que le traería mala reputación a la aldea.

El chico suspiró hastiado. -¿Entonces qué pasara con Jun?

-Dijo que Jun no se volvería a acercar al orfanato.

-¿Qué diablos significa eso?

Baki sonrió. –Quién sabe. Gaara es completamente indescifrable.

El pelirrojo estaba de pie en su oficina, observando detenidamente por la ventana. Daba la impresión de tener una apariencia calmada, casi tranquilizadora, pero hasta el más imbécil se daría cuenta de que estaba con un humor del demonio.

Kankuro se hizo presente de manera ruidosa y llamativa, como era costumbre en él.

-Quiero que te infiltres en el orfanato. –Gaara le ordenó sin siquiera mirarlo. –o en el restaurante. No quiero que salga ni que entre alguien sin que yo lo sepa.

El marionetista alzó una ceja y sonrió. –Tranquilo, hombre. ¿Ha pasado algo?

-Jun ha a atacado a Matsuri. –Gaara lo miró esta vez. Tenía el ceño fruncido.

-Podemos arrestarlo. –Kankuro se puso serio. –Nunca me ha agradado ese infeliz.

-No. –Gaara volvió su mirada hacia la ventana otra vez. –Sabes muy bien que si ordeno que lo arresten, el consejo abrirá una investigación completa antes de tomar cualquier decisión. Trabaja para uno de ellos, después de todo. Matsuri tendría que dar su declaración, y no pienso permitir que termine enfrentada y expuesta ante los ancianos.

-¿Y qué haremos?

-Quiero que estés presente en el orfanato. Y también en el restaurante. Y esta vez, sí tendrás que hacerlo discretamente. No confían en nosotros y no quiero involucrarlos más de la cuenta. Pero necesito saber qué es lo que está sucediendo realmente o si es que está sucediendo algo. No puedo simplemente desplegar un escuadrón de ninjas para que vigilen el orfanato, llamaría demasiado la atención. Así que estarás a cargo. E intervendrás si es necesario.

Kankuro asintió, sonriendo.

-Nadie debe salir herido. –Sentenció Gaara, sentándose en su silla. Más molesto todavía, por la sonrisa burlona de su hermano.

-"Si vuelven a tocar a la chica otra vez, te mato". Supongo que algo así es lo que intentas decirme. Ya he aprendido a interpretar tus mensajes ocultos.

Kankuro sonrió con más ganas y Gaara frunció el ceño.

Era de noche ya.

Temari estaba en la oficina de su hermano, con el ceño fruncido y una mirada de hastío que se agrandaba a cada minuto que pasaba.

Tenían una reunión con la familia regente del país de la Nube. Renzo, el señor feudal de dicho país, y Hana, su esposa, estaban tranquilamente sentados en el sofá, uno junto a otro. Sus brazos nunca dejaban de rozarse y se sonreían mutuamente de cuando en vez.

Si ella no supiera el tipo de mujer que era Hana, apostaría que eran una pareja realmente feliz y enamorada. Pero esas sutiles sonrisas y los gestos cariñosos y amables que la mujer tenía hacía su esposo, no eran totalmente verdaderos. Temari sabía de la relación que Hana mantenía con Gaara. No podía decir con certeza cuando había empezado, pero las visitas de aquella extraña familia comenzaron a ser más constantes. Y, claramente, suponía la razón.

No podía negar que la mujer era bonita. Tenía el cabello rubio y largo hasta la cintura. Ojos azules. Delicadas y bellas facciones. Y usaba ropa lo bastante provocativa para hacer notar varios de los atributos de su cuerpo. Pero fuera de eso no tenía nada en especial. La había tratado poco. Siempre evitaba estar en su presencia. No le gustaba para nada que Gaara tuviera una aventura con ella. Y eso era lo que más la sorprendía y la molestaba.

No cabía en su cabeza como fue que su hermano, el Kazekage de Suna, el frió, sin sentimientos, calculador, el cubo de hielo de Gaara, pudo verse envuelto en una cosa así. Una mujer como esa no podía tener la capacidad para doblegar el carácter de su hermano.

Y todavía más extraño era su esposo.

Renzo tenía que saber algo, o por lo menos sospechar que era lo que hacía su esposa tanto tiempo en una oficina, y a solas, con otro hombre. Pero ahí estaba, amable y receptivo. Afectuoso y cordial con ella. Y nunca había tenido un mal trato con Gaara. Nunca le había echado en cara alguna cosa. Todo lo contrario. Estaba más que dispuesto a cooperar con la aldea y llegar a acuerdos que beneficiara a ambos.

No entendía como un señor feudal podía ser tan tarado para no darse cuenta que su esposa se la está montando delante de sus narices.

Temari observó el reloj nuevamente.

Era extraño que Gaara no estuviera en su oficina.

Y era rarísimo que llegara tarde a una reunión importante.

El pelirrojo abrió la puerta de su oficina tranquilamente y todas las miradas se posaron en él.

-Siento la demora. Tuve algunos asuntos que atender. –Se disculpo sin darle demasiada importancia al asunto. Y caminó hacia su escritorio, ignorando la mirada fastidiada de su hermana. –Bien. Empecemos.

Renzo suspiró. –Han seguido desapareciendo niños cerca del palacio. En mucha menor cantidad y con menos frecuencia. Habían estado desapareciendo niños de familias adineradas, pero estas contrataron sus propios guardias para vigilar. Sin embargo, de los tres orfanatos que hay en mi país, en todos ha desaparecido una gran cantidad de niños.

-Eso no estaba en su último informe. –Respondió Temari.

-Los tres orfanatos son muy grandes. Hay mucho niños huérfanos y aún así siempre ha habido capacidad para más. Ha resultado imposible llevar un recuento fidedigno de todos los críos que viven ahí. Pero en el último tiempo, mi cuñado Takeshi, ha estado pendiente de ellos y junto con los encargados de los orfanatos notaron que faltaban bastantes. Que desparecían misteriosamente.

-Supongo que raptar a niños de los orfanatos es mucho más sencillo. –Gaara no parecía contento con la situación.

-No he podido encontrar ninguna pista. Ningún indicio de quién podría estar haciéndolo o porqué. Mi gente ha trabajado sin descanso pero no ha podido conseguir nada. Si esto continúa así, se difundirá el rumor rápidamente y el turismo y la economía de mi país se verán realmente afectados.

Temari odiaba aquellas reuniones. Odiaba tener que tratar con gente como aquella. No estaba tratando de solucionar el problema por los niños que desaparecían, sino solo por mantener su reputación. Se alegraba que a ese hombre lo estuvieran engañando. Se lo merecía. Los aldeanos no eran un simple número, eran personas. Personas como ellos. En este caso, niños, niños pequeños que nadie protegía.

-En su última visita rechazó mi ayuda. –Gaara tenía el semblante serio y su voz se hacía escuchar. –Le ofrecí a dos escuadrones ninjas para que vigilaran su casa y sus alrededores. Los ninjas cuentan con un entrenamiento especial, que las personas normales no tienen. Pueden ver cosas que a simple vista nadie notaría. Es lo único que puedo hacer por usted ahora. Ayudarlo a encontrar alguna pista.

-Mi hermano, Takeshi, dice que tenemos que aceptar esta ayuda, cariño. O podría ser peor. –Hana dio su opinión en el asunto tranquilamente. Y tocó suavemente el hombro de su esposo.

A Temari le dieron ganas de vomitar.

Renzo frunció el ceño. –No me queda otra opción al parecer. Pero no quiero que el poder político o militar de mi país sea menospreciado por el resto por la presencia de ninjas. Soy un señor feudal joven y tengo que ser capaz de resolver mis propios problemas o la gente perderá la confianza en mí.

-Los ninjas no llamarán la atención. Ni siquiera notarán que están ahí. –Contestó el pelirrojo inmutable.

-Tengo otra pregunta. Y espero que sea totalmente sincero conmigo. –Renzo estaba decidido.

Temari tragó saliva con dificultad. Y no pudo comprender como era que Gaara ni Hana mostraban algún tipo de preocupación ante la posibilidad de ser descubiertos.

-¿Ha habido otros países que le hayan pedido ayuda por lo mismo?

-No puedo responderle eso. Seria desleal hacia los demás. No hablo de ellos, así como tampoco lo hago de usted.

-¿Han desaparecido niños en su aldea, Kazekage-sama? –Renzo siguió insistiendo.

Gaara lo miró fijamente. –No.

La reunión terminó y Temari se quedo a solas con Gaara.

-¿Tienes alguna idea de lo que está pasando? –Le preguntó la rubia algo alterada.

-Estoy tratando de averiguarlo. –Gaara le respondió suavemente.

-Siento que hay algo muy extraño detrás de todo esto y que estás ocultándome cosas. Tiene que ver con esa mujer ¿Verdad?

-Claro que no.

-¡¿Entonces explícame qué demonios estás haciendo?! –Temari le golpeó el escritorio, frustrada por la situación.

-Mandaré al país de la Nube a ninjas de confianza para poder entender con exactitud cuál es el problema. Hana no tiene nada que ver con esto.

Temari frunció el ceño. -¿Los niños de nuestro orfanato corren peligro?

-No.

-Te voy a decir una cosa. –Temari suspiró. –No puedo entender qué es lo que le viste a esa mujer, pero ahí tú asumirás las consecuencias. Pero ahora estamos hablando de personas. Y si algo le pasa a alguno de los niños y no haces nada para evitarlo, no te lo perdonaré jamás. –La rubia se quedo en silencio por unos segundos, es más, hasta casi sonrió de manera maliciosa. –Matsuri no te lo perdonará jamás. –Abandonó la oficina dándole otro portazo a la puerta.

Gaara sonrió.

Temari siempre había sido demasiado inteligente e intuitiva.

Le haría falta.

La extrañaría.

Pasaron algunas horas y Kankuro entró a la oficina y se sentó despreocupadamente. -¿Cómo te fue en la reunión?

-Renzo accedió a que ninjas ayudarán en la investigación. Al fin podremos tener a nuestra gente en el país de la Nube. –Gaara lo observó por unos segundos. -¿Cómo está el orfanato?

-Bien. Los he observado de lejos. Matsuri y su equipo pasan con ellos. Aki también ha estado presente. Y Baki. Es gracioso ¿no? Baki de niñero. Fuera de eso no he visto nada fuera de lugar, aparte de que forman un grupo extraño.

-Lo único que importa es que estén a salvo.

-He estado espiando a Renzo también y no he podido encontrar nada. Al parecer de verdad intenta descubrir lo que está pasando con los críos de su país. Y creo que no debimos dejar fuera a Temari. Es muy molesta con sus preguntas. Y está comenzando a sospechar.

-Es mejor así.

-Mañana llegan los ninjas de la hoja y también la Mizukage con sus ninjas. El festival empezará en tres días. Y todavía falta que llegue el señor feudal del país de las rocas y su familia, además de todos los demás invitados que irán llegando de todos lados. Se nos viene complicado.

-Ryu será el que nos traerá información importante.

A la mañana siguiente, cuando apenas había salido el sol y la temperatura comenzaba a subir un poco, Dai se apareció en la oficina de Gaara, escoltado por Kano Y Keiji. Ambos eran ninjas, además de hermanos, y trabajaban de manera directa para él.

Kankuro bostezo de manera mal educada al verlos. Tenía sueño y Gaara, prácticamente lo arrastro a la oficina, demasiado temprano para su gusto.

-Lamento molestarlo tan temprano, Kazekage-sama, pero ha ocurrido un grave problema.

Gaara lo observó, esperando que continuara hablando.

-Jun ha desaparecido. Desde ayer en la tarde que no se sabe nada de él. –Dai se notaba molesto y asustado.

De pronto, todos los sentidos de Kankuro se pusieron en alerta. Temari le había comentado ayer en la noche que Gaara había llegado tarde a la reunión sin dar explicación alguna. Quiso mirar la expresión de su hermano de reojo, pero aquello hubiera sido demasiado sospechoso. Se quedo inmóvil en su lugar. Atento a cualquier movimiento. Jun era un desgraciado. Todo el mundo lo sabía, pero no podían matarlo sin razón alguna. Y sintió como si un balde de agua fría le cayera por la espalda al recordar que el mismo Gaara le había mencionado que Jun había atacado a Matsuri. Todas las piezas parecían encajar en su mente a la perfección.

La desaparición de ese bastardo llamaría inevitablemente la atención. Y se supone que eso era exactamente lo que más tenían que evitar.

-¿Ha desaparecido otras veces? –Preguntó el líder de Suna con fingida preocupación.

-No. Nunca. Siempre tiene que estar a mi lado. –Dai estaba más preocupado aún.

-Ordenaré un escuadrón de rastreo ambu para que comiencen la búsqueda de inmediato. –Gaara lo observó detenidamente. –Y todo se hará bajo la mayor discreción posible. Aún tenemos invitados importantes que recibir.

A Dai solo le quedo asentir y marcharse de la oficina. No podía cargarle la culpa a alguien porque ni siquiera él mismo sabía lo que había pasado con Jun.

-Tu cinismo es increíble. –Comentó Kankuro una vez que estuvieron a solas. -Has matado a Jun y mandas a un grupo especializado de ninjas a buscarlo.

-No sé de qué estás hablando. –Mintió.

-¿Pensaste acaso en las consecuencias que habrá si te descubren?

-No lo harán. Y en el peor de los casos, toda la responsabilidad recaerá en mí.

Kankuro sonrió. –Mataste a Jun porque ha lastimado a la que era tu alumna. Tienes una razón más que justificable para hacer lo que hiciste. Y lo quieres mantener en secreto excusándote, como siempre, en que es lo mejor para la aldea. Pero sabes que es lo que creo, que la principal razón por la que lo ocultas es porque no quieres que Matsuri se entere. Tienes una manera retorcida de demostrar afecto.

-Maté a Jun porque se lo merecía. Eso es todo.

Pero el marionetista no borro la sonrisa de su rostro.

Cuando era medio día aparecieron en su oficina los ninjas de la hoja. El sexto Hokage no había podido asistir por asuntos diplomáticos en su propia aldea, así que la quinta había tomado su lugar.

Tsunade estaba de brazos cruzados, con aspecto cansado y tedioso. El viaje había sido largo, cómodo pero largo. Y ella no era muy amiga de moverse entre un lugar y otro.

Naruto y Lee ocasionaban un bullicio poco común en aquella oficina, y que estaba logrando que la cabeza de Gaara lo resintiera. Sakura y Hinata lo saludaron y se mantuvieron en silencio de manera respetuosa. Shikamaru estaba detrás de ellos, silencioso y aburrido, posiblemente avergonzado por la actitud escandalosa de dos de sus compañeros.

-Kankuro los guiará al lugar en donde se hospedarán durante el festival. Espero que sea de su agrado. –Los estaba corriendo de su oficina lo más sofisticadamente que podía, haciendo sonreír a su hermano que estaba a su lado.

-¿Qué ha sido de Matsuri? Desde el examen chunin que no he vuelto a verla. –Lee le preguntaba directamente a él, con un ánimo que sólo el poseía.

El marionetista pareció más que divertido de momento. Era gracioso. Últimamente, por más que Gaara tratara de evitarlo, Matsuri se hacía notar como una presencia constante.

-¿Podríamos ir a visitarla? –Naruto preguntó, estando de acuerdo con su compañero.

-Ha vuelto hace poco de una misión. Pueden ir a visitarla al orfanato.

Kankuro quiso rodar los ojos.

Gaara era muy bueno revirtiendo las cosas a su favor. Con los ninjas de la hoja en el orfanato se aseguraba de la protección de este, pasando totalmente desapercibido por los viejos del consejo. Además sabía que por la personalidad de Naruto y Lee, si pasaba algo no tardaría mucho en enterarse. Aquellos dos no iban a ser capaces de mantener ningún secreto. Ahora, lo único que faltaba era que se marcharan de su oficina. Y había creído en su triunfo demasiado pronto.

-¿Quién es Matsuri? –Preguntó la quinta Hokage con una pequeña pero notoria sonrisa en su rostro.

-Era mi alumna. –Contestó el pelirrojo. Cortante y seco.

-¿Y es una ninja joven? –Tsunade era una de las pocas personas a las que el carácter de Gaara la entretenía más que la asustaba.

-Temari mencionó que hace poco había estado de cumpleaños. –Respondió Kankuro, igual de divertido, pero dándole una pequeña tregua a su hermano.

-¡Genial! ¡Le llevaremos un regalo entonces! ¡Todos tenemos que recibir un presente por nuestro cumpleaños! –Lee estaba molestosamente animado, como siempre. – ¿Hay algo en especial que le guste?

Gaara frunció el ceño. La pregunta era dirigida directamente hacia él.

Si Kankuro hubiera podido reír, hubiera estallado en carcajadas. Pero sabía que su hermano ya fantaseaba con aplastarlos a todos con arena.

-¡Sí, danos alguna idea, Gaara! –Naruto estaba totalmente de acuerdo.

Y Gaara se arrepentía totalmente de haberlos invitado.

-Las chicas pueden encargarse de eso. –Mencionó cansado Shikamaru desde su posición. –Es problemático hacerle un regalo a una chica.

Sakura y Hinata asintieron entusiastas.

-Además, primeramente tenemos que avisar de nuestra visita. –Shikamaru continúo hablando. –No podemos dejarnos caer simplemente a un orfanato. Podríamos traerles problemas a los niños.

Kankuro siempre había pensado que su futuro cuñado era una aguafiestas. Esto se lo terminaba de confirmar.

Ni una hora alcanzó a estar en paz en su oficina, cuando Temari apareció con la Mizukage y su guardaespaldas. Aquel día prometía ser malditamente largo.

Para su suerte, la reunión con Mei sucedió tranquila y rápida. Venía cansada y no terminaba por acostumbrarse al clima del desierto. Temari los escolto a sus habitaciones para que descansaran.

Ya solo en su oficina, suspiro cansado, observando el cielo por la ventana. Había aprendido a lidiar de a poco con los temas políticos de la aldea. Había cometido muchos errores cuando recién fue nombra Kage, pero ahora era un experto. Se escondían cuestiones turbias que no debían salir a la luz y que, como el líder de su aldea, debía cuidar que se mantuvieran en las sombras por el bien de toda su gente.

Había logrado cambiar muchas cosas. Y todavía quedaban muchas más. Todavía había consejeros que no confiaban en él y que lo miraban con desprecio y temor. Pero se había ganado el respeto y la admiración de varios de ellos. Sólo restaba quitar a los más problemáticos del camino para que la aldea de la arena se convirtiera en lo que él siempre había querido. Y ya estaba ideando un plan para hacerlo.

Había movido los hilos. Y se abría camino lentamente, cuidando que sus personas importantes no se vieran afectadas si él cometía algún error.

Observó de reojo la repisa de su oficina y se quedó mirando el cactus que siempre estaba ahí. Siempre perenne en el tiempo.

Algo parecido a una sonrisa se asomó en su rostro.

Cambiaría definitivamente la aldea de la Arena. Cambiaría sus políticas oscuras y sus decisiones frívolas. La convertiría en un lugar apacible para vivir, en donde ninguna injusticia cometida hacia una persona quedara impune. En donde las próximas generaciones puedan vivir y crecer libremente, sin miedos y sin ataduras.

Ningún niño o niña volvería a pasar por el infierno que le hicieron pasar a él. Aunque fuera productivo no se sacaría beneficio alguno del sufrimiento ajeno.

Estaba decidido a cambiar las cosas. Hasta tal punto que no le importaba mancharse sus propias manos, con tal que la de los demás se mantuvieran limpias. Él era el líder de su aldea y como tal, protegería a su gente sin importarle nada.

Matsuri estaba en el patio del orfanato, ayudando a Sadashi a tender la ropa de cama que habían lavado, cuando notaron la presencia de aquellos hombres. Visita completamente inesperada y extraña.

-Perdón por molestarlas. –Las saludó el que parecía mayor. -¿Ustedes trabajan en el orfanato? –Preguntó cordialmente.

-Así es. –Contestó Matsuri. Extrañada totalmente. Era el señor feudal del país de la Nube después de todo. ¿Qué rayos hacia ahí?

-Soy Renzo. Y él es mi cuñado, Takeshi. Nos gustaría hablar con el encargado del orfanato. ¿Podrían avisarle?

-Por supuesto, señor. –Sadashi partió apresurada a avisarle a Hiro.

-¿Cómo te llamas, niña? –Renzo le preguntó observando todo a su alrededor.

-Matsuri, señor. –Respondió con respeto.

-¿Hace mucho que trabajas para el orfanato, Matsuri?

-Así es. Esta es mi casa.

Renzo le hacía preguntas que podía contestar tranquilamente, pero la mirada del otro hombre la tenía incomoda. Era la primera vez que lo veía.

-Qué extraño. –Pronuncio Takeshi. -¿Por qué una ninja trabajaría para el orfanato?

Renzo observó a su cuñado para luego dirigir su vista hacia Matsuri.

-¿Ves, Renzo? Esa es la típica banda que usan todos los ninjas. –Apuntó el brazo de Matsuri, quién ahora llevaba la banda en aquel lugar.

-Vaya. Qué sorpresa. –Renzo no disimulaba su asombro. –Eres bastante joven para ser una ninja.

Takeshi le sonrió dulcemente. –No fue mi intención incomodarla, señorita. Es solo que me sorprendió encontrarla en este lugar.

-Esta es mi casa. –La castaña se relajó. –Cuando no estoy en una misión ayudo con el cuidado del orfanato y de los niños.

-Eso es genial. –Renzo le sonrió también.

-Buenas tardes, señores. –Hiro apareció con su caminar calmado como siempre. –Si son tan amables, me gustaría que me acompañaran a un lugar más cómodo.

Sadashi y Matsuri volvieron a lo que estaban haciendo antes de que aquellos hombres aparecieran.

-¿Renzo es el esposo de Hana, verdad? –Sadashi consultó interesada.

A Matsuri el nombre de esa mujer le hizo fruncir el ceño, molesta. –Así es. Y supongo que el otro es su hermano menor. Nunca había venido antes.

-El otro muchacho es bastante joven y muy guapo. –Comentó la mujer sin rastro de malicia en su voz.

Matsuri no contestó nada. Ella también lo había notado. Takeshi era alto y de cabello negro. Tenía los ojos de un azul intenso y una piel blanca. Si no fuera por los ojos, no tendría casi ningún parecido con su hermana.

Sin embargo, la presencia de aquellos hombres no la dejaba de inquietar.

Cuando se marcharon, Hiro le comentó que habían venido a ver las instalaciones del orfanato. Y que Takeshi estaba muy interesado en ayudarlos a mejorar las condiciones para los niños, ya que él en su país, se encargaba personalmente de esas cosas.

-No me mientas, anciano. ¿Te estás guardando algo, verdad? –Matsuri lo conocía.

-Renzo me preguntó si se nos habían desaparecido algunos niños en el último tiempo.

-¿Qué? ¿Y por qué diablos te preguntaría una cosa como esa?

-Al parecer, en los orfanatos de su país, han estado desapareciendo niños. Y Takeshi quería asegurarse de manera presencial que aquello no estuviera sucediendo aquí. Me pidieron la mayor discreción posible. Y nos ofrecieron su ayuda en caso que necesitáramos algo. Es más, quedamos de acuerdo en que Takeshi nos haría más visitas ya que por el tiempo que este en nuestra aldea, quiera asegurarse de nuestra protección.

-¿Confías en ellos? –Matsuri le preguntó dudosa.

-Bella niña, no se puede confiar en nadie en estos tiempos, pero todo aporte y ayuda que recibamos será siempre bienvenida. Además, con la presencia del cuñado de un señor feudal, Dai dejará de molestarnos por un tiempo.

-Bien. –La castaña no estaba muy de acuerdo.

Hiro sonrió. –Sé muy bien que tomarás medidas en el asunto y que averiguaras sobre ellos. Lo único que te pediré es que tengas cuidado. No nos gusta verte lastimada.

Matsuri le sonrió. –No te preocupes. Iré averiguando por ahí si es que se traen algo entre manos o solo nos quieren ayudar realmente.

Ya en la tarde, el orfanato recibió otra visita. Una mucho más alegre y bulliciosa. Y mucho más bienvenida y menos sospechosa.

Matsuri y Mikoshi estaban tratando de mejorar algunas de las camas de los niños, cuando los ninjas de la hoja se hicieron presentes.

-¡Qué gusto verlos, muchachos! ¡Por lo que veo la primavera de la juventud sigue ardiendo con fuerza en su interior! –Lee casi se les aventó encima.

Mikoshi sonrió, sorprendido y alegre de verlos.

Y Matsuri rió abiertamente con las extrañezas que tenía Lee.

-¿Qué tal Matsuri? ¿Cómo te ha ido? –Naruto la saludó alegremente junto con su esposa y todos los demás.

-Lo siento, Matsuri, pero estos insistieron en venir a verte sin avisar. –Temari le sonrió.

-No hay problema. Solo estábamos arreglando algunas camas viejas. –Respondió alegremente. Sin embargo, aunque estaba realmente feliz de verlos, sabía que no podía darse el lujo ni siquiera de invitarlos a cenar. Tenían pocas cosas y ya eran muchos en el orfanato. Se sintió terriblemente culpable, pero lo disimulo completamente.

-Supimos que estuviste de cumpleaños, así que te trajimos un presente. –Hinata le tendió el regalo, sonriéndole.

-¡Pero no se tenían que molestar! ¡En serio! Muchas gracias. –Abrió el regalo, descubriendo un hermoso y sofisticado álbum de fotos. –Esta increíble, de verdad, muchas gracias.

-Matsuri, no tenemos todavía donde cenar, así que lo haremos con ustedes. Ya me muero de hambre.

-Naruto, no seas grosero. –Sakura lo reprendió.

Tanto Mikoshi como Matsuri quedaron en silencio por unos segundos. Ambos conocían muy bien la situación del orfanato.

-¡Por supuesto! –Hiro apareció felizmente por el pasillo. –Haremos una cena especial para recibirlos como corresponde.

-¡Muy bien! ¡Esa es la actitud! –Lee siempre estaba anormalmente entusiasmado para todo.

-Hemos traído algunas cosas para cocinar. –Pronunció Shikamaru. –Ayudaremos.

-Por favor, no tienen de que preocuparse. –Hiro les sonrió sinceramente a todos.

Los niños ya habían cenado, así que una vez que estos estuvieron en sus habitaciones, se sentaron todos en el comedor que habían habilitado para muchas personas.

Hiro y las demás mujeres que trabajaban en el orfanato estaban muy contentos por Matsuri y Mikoshi, ya que estos raramente se rodeaban de amigos de su edad. Los tenían, pero eran realmente muy pocos. No confiaban en casi nadie y verlos así de relajados y felices fue muy esperanzador para ellos.

Ninguno de los ninjas, ni siquiera Naruto y Lee, que eran los más imprudentes de todos, hicieron algún comentario sobre los cardenales que tenía Matsuri en el rostro. Todos habían escuchado a Gaara decir que había vuelto de una misión hace poco, así que asumieron que se debía a eso. Después de todos, ellos mismos habían llegado en peores condiciones a sus casas. Nadie se preocupó por aquello. Excepto Temari, quien sabía que esas marcas no eran producto de su última misión, pero no arruinaría el momento siendo impertinente.

Los ninjas de la hoja y Temari se marcharon, satisfechos, felices y cansados.

-Hace mucho tiempo que no teníamos una cena así. –Comentó Akane. –Así de felices deberían estar siempre ustedes dos.

Matsuri y Mikoshi sonrieron.

-Mañana terminaremos de arreglar las camas. –Comentó el chico. –Ahora es mejor descansar.

Ryu y su familia llegaron temprano por la mañana a la aldea de la Arena. El cabecilla del país de las rocas, una vez instalada su familia, pidió de inmediato una audiencia con el Kazekage. La nota que había recibido, lo trajo todo el viaje preocupado.

Gaara lo recibió de inmediato junto con Kankuro.

-Perdón que me presente de esta manera tan apresurada, Gaara, pero vamos a tener problemas. Y usted me prometió la completa seguridad de mi familia.

-Por favor, tranquilícese. No pienso faltar a mi promesa. Este el mejor lugar en donde puedo protegerlos. Pero necesito saber que pasa.

-Me llegó esta nota antes de partir. –Ryu le tendió el papel a Gaara.

Era una nota con una amenaza de muerte, tanto para la familia real del país de las rocas como para el Kazekage de Suna, por intervenir en asuntos que no les importaban.

-Como podrá imaginar, estoy desesperado. Me preocupa mi familia y ahora me preocupa que se tomen represalias hacia su gente también. Después de todo, sus ninjas mataron a su líder.

-No se tiene que preocupar.

-¡En esa nota dice que vendrán a este lugar! No los conoce. No tiene que subestimarlos. Yo ya perdí a mi hija menor y a mi esposa. Por favor, no cometa el mismo error.

Kankuro frunció el ceño. Aquel hombre lucia completamente aterrado.

-Estoy haciendo todo lo posible por llegar al fondo de todo esto. Puedo asegurarle que si esa gente se infiltra en nuestra aldea, lo sabremos. Y será mejor así de todas formas. No tendremos que estarlos buscando. Así que, por favor, le repito, tranquilícese. Usted y su familia estarán a salvo.

-Hay otro problema.

Gaara lo miró y frunció el ceño.

Matsuri apresuró su paso y entró al restaurante. Baki y Mikoshi estaban arreglando el mostrador.

-¿Lo han escuchado? –Les preguntó acelerada.

-¿Qué cosa? –Mikoshi la miró preocupado.

-Jun ha desaparecido.

Baki no se inmutó y siguió trabajando.

-¿De dónde has sacado eso? –Su amigo estaba tranquilo, ya que sabía lo arrebatada que era la chica.

-Me lo ha dicho una fuente confiable. Uno de los ninjas del escuadrón de búsqueda se lo mencionó ayer en la noche. Supongo que no has sido tú ¿Verdad? –Preguntó mirando a Baki.

Este sonrió. –No. Aunque no me arrepentiría.

-¡No digas eso! Estoy segura que Dai sospechará de nosotros y no nos dejará en paz.

-Tranquilízate ¿Quieres? –Mikoshi tenía el ceño fruncido levemente. –Ni siquiera sabemos si es verdad.

-¡Pero si no está, te estoy diciendo! ¡Qué se lo ha tragado el desierto!

Baki casi sonríe.

-¡Ya basta! –Mikoshi la reprendió. –Nosotros no tenemos nada que ver con eso. Si hay un escuadrón ninja buscándolo es porque no tienen idea qué es lo que paso.

No pudieron seguir hablando porque Kankuro apareció en el restaurante. Tenía una expresión sombría, así que no necesito explicar que algo malo sucedía.

-Gaara quiere hablar contigo. –Le dijo a Matsuri directamente. –Te está esperando en su oficina.

Baki y Mikoshi quedaron de piedra. El marionetista sería el que la acompañaría, así que ellos no tenían nada que hacer, salvo esperarla.

La desaparición de Jun quedó completamente en el olvido.

El camino hacia la oficina de Gaara fue en completo silencio, solo unos pasos antes de llegar a su destino el marionetista habló.

-Te has metido en una grande esta vez. –Le dijo casi de forma cariñosa.

La castaña no tenía idea de qué estaba hablando, pero ya sentía que las piernas habían comenzado a fallarle.

Entro a la oficina, sólo para descubrir que Gaara estaba sentado en su escritorio, esperándola. Y estaba molesto. Muy molesto.

La puerta se cerró.

Caminó hasta estar casi en medio de la oficina y lo saludo de manera educada.

Se sentía temblar. No tenía miedo de que fuera a lastimarla. Sabía muy bien que eso jamás ocurriría, aunque ese hombre solo necesitaba mover un dedo para acabar con su vida. Pero que estuviera enfadado con ella, le dolía más que un golpe físico.

-¿Desde cuándo te has vuelto una mentirosa?

El tono glacial y cortante le apretó las entrañas. Quería responder. Quería defenderse si podía, pero no lograba entender a que se refería con aquella pregunta.

-Disculpe…pero no entiendo.

Gaara frunció el ceño más todavía. -¿Quién asesinó al ladrón en el país de las rocas? –Le preguntó autoritario.

Ahí fue donde la castaña entendió todo.

-Fue Aki…-Respondió en tono casi inaudible. Nadie iba a creerse eso. Menos él.

-Entrega tu banda.

Matsuri quedó de piedra, incapaz de moverse.

-¿No me estás escuchando?

Reaccionó casi por inercia. Desató la banda ninja de su brazo y camino unos pasos hasta dejarla sobre el escritorio.

-Estás suspendida, así que ya no tienes nada más que hacer aquí.

No entendió como pudo hacer que sus pies se movieran y la sacaran de aquel lugar. Pero lo hicieron. Y caminó con prisa hacia el orfanato. Las lágrimas le caían por las mejillas. Con dolor y rabia.

Entro de manera silenciosa, sin que nadie la viera, y se encerró en su habitación. Se dejo caer en el suelo y abrazó sus rodillas. Sentía impotencia y miedo. Los niños dependían de su salario como ninja. ¿Qué demonios iba a ser ahora? Además no podía evitar pensar en Aki y en los demás. A ellos también les pasaría lo mismo y solo por su culpa. Sólo porque habían querido protegerla de Dai. Se sentía tan débil y miserable.

Sabía que las cosas habían cambiado completamente con él. Sabía y entendía que su amor, su gran amor, jamás iba a ser correspondido. Hace años que se había resignado. Hace años que había dejado de guardar esperanzas infantiles. Se sentía frustrada y humillada, no por el claro desprecio hacia sus sentimientos, sino porque ella había intentado mantener con todas sus fuerzas algún lazo con él, aunque fuera mínimo. Y cada uno de sus intentos no había significado nada. Era como si él no la quisiera en su vida. En los contados encuentros que tenía con él, lograba percibir como su actitud cambiaba con solo estar ella presente, cómo si solo con su presencia lo molestara.

Las lágrimas habían dejado de salir. Ahora un gran sentimiento de decepción la invadía por completo. Lo único que quería era encontrar una manera de arrancarse sus sentimientos de adentro. No volver a pensar en él de esa forma. Ser igual de indiferente. Se restregó los ojos, borrando el rastro de las lágrimas. Ella no había nacido en una familia importante. No tenía habilidades extraordinarias y nadie la recordaría por sus acciones. Pero a pesar de lo diminuta que era a comparación con otras personas, a pesar que nunca sería como ellos, estaba segura que nadie lo amaría igual.

Aquello no la hacía más feliz, pero por lo menos le daba la opción de levantarse y tratar de seguir adelante. Tenía que hacerlo por los niños.

Salió de su habitación y se dirigió a la cocina.

Hiro estaba ahí. Ni siquiera se sorprendió de verla.

-¿Te sientes mejor? –Le preguntó, ofreciéndole una taza de té.

Los ojos de Matsuri se volvieron a llenar de lágrimas. Se sentía impotente. –Me ha suspendido. –Dijo suavemente.

Hiro frunció el ceño. –Te voy a decir una cosa, señorita. A las personas que hacen todo lo posible para que te alejes de ellas, hay que hacerles caso.

Estuvo aturdida toda la mañana.

Ayudó a las chicas con la mirada perdida y un semblante triste.

Hiro se marchó al restaurante junto con Akane, ya que Baki los estaba esperando allá.

Un poco antes del almuerzo Temari volvió a aparecer por el orfanato. Quería hablar con ella.

-Me dijiste que todo estaba bien. ¿Qué rayos te ha pasado en la cara? –La rubia preguntó al instante.

Matsuri no tenía ganas de hablar del tema, menos con ella. Sabía que la chica solo estaba preocupada, pero su presencia no ayudaba con su intento de sacarse a Gaara de la cabeza. Últimamente sentía que estaban demasiado presentes y se inmiscuían demasiado en su vida. –He tenido un pequeño percance, pero ya está solucionado.

-Te ofrecí mi ayuda.

-Estoy bien. De verdad. –No quería molestarse y ser grosera, pero estaba tan cansada ya.

-No tienes porque mentirme.

-¡Yo no soy una mentirosa! –Explotó con rabia. -¡Hay cosas que no entiendes! ¡No voy a pararme y decirles simplemente lo que quieren escuchar, cuando ni si quiera se lo toman en serio! ¡No les importa el orfanato, lo único que les importa es quedar bien con la demás gente! ¡Es un juego para ustedes! ¡No me interesa ese tipo de ayuda interesada! ¡No necesito que se preocupen por mí!

Temari ni siquiera pestañeó. Quedó algo sorprendida por el arrebato de la chica pero comprendió que debía estar muy angustiada. Ni siquiera se ofendió ante lo dicho.

Matsuri respiraba aceleradamente. –Lo lamento…No quise decir esas cosas. Estoy un poco cansada y molesta. No me estoy excusando. De verdad. Lo siento mucho. Jamás he creído eso que dije. Estoy muy agradecida por su preocupación…

-Está bien. Está bien. –Temari le sonrió. –Lo entiendo. No tienes que disculparte. Mis dos hermanos son estúpidos, así que entiendo perfectamente cómo te sientes.

-Pero aún así no debí hablarle de ese modo. Lo lamento mucho, de verdad.

Temari suspiró. -¿Te has peleado con Gaara?

Matsuri se quedó en silencio unos segundos. Aquello no podía considerarse una pelea. Le había dicho que era una mentirosa y la suspendió. Ni siquiera le dio la oportunidad de defenderse. –No. Está todo bien. –Sus entrañas se removieron. Lo único que hacía era mentir, por eso le había dolido tanto que se lo dijeran a la cara.

Temari suspiró. –Comprendo que estés reacia a confiar en mí. Pero entiende esto, puedo ayudarte de verdad si es que necesitas algo. O por último, si no quieres pedírmelo a mí, habla con otra persona, pero no te quedes callada. Tienes amigos. Tienes ha gente que se preocupa por ti.

Respetaba realmente a esa mujer. Y por eso mismo respeto no la cargaría con problemas que ella no tenía porque solucionar. Además, así era mejor. Mantener toda la distancia posible con ella, ayudaría a su paz mental. No quería cerca a nadie que le recordara tan vivamente a Gaara.

Temari se marchó poco convencida. Y Matsuri lo agradeció. Ya no quería seguir mintiéndole más. Y tampoco quería involucrarla en algo que podría resultar peligroso.

También agradeció que ninguna de las chicas le haya hecho preguntas, es más, le pidieron si podía ir al orfanato a dejarle a Akane algunas cosas para que cocinara. Estuvo encantada. Tenía que hacer algo y mantenerse ocupada para no pensar.

Las cosas resultaron ser dos grandes bolsas que cargó con algo de incomodidad pero nada insoportable. Avanzó unos pasos fuera del orfanato, cuando escuchó que la llamaban.

-¡Matsuri! ¿Me recuerda? Soy Takeshi, el hermano de Hana. Estuve ayer en el orfanato. ¿A dónde va con esas bolsas? Déjeme ayudarla. –Le quitó una de las bolsas de las manos y la cargó él.

-No es necesario y claro que lo recuerdo. –Matsuri le sonrió en forma de saludo. –Voy al restaurante de Hiro a dejarle estas cosas.

-La acompañaré si no es molestia.

-No se preocupe, señor Takeshi. No quiero que tenga problemas por mi culpa.

-¿Pero por qué me metería en problemas? Y me gustaría que me llamaras solo Takeshi. Eso de señor todo el tiempo me incomoda.

Matsuri sonrió.

Aún no conocía las verdaderas intenciones de aquel hombre, por lo que tenía siempre precauciones, pero a pesar de eso, era agradable. Para ser miembro directo de una familia principal, era bastante humilde y cercano.

En todo el camino que llevaban caminando juntos, Takeshi no paraba de hablar sobre lo encantado que estaba con el trabajo que Renzo le había otorgado en su país. Le gustaban mucho los niños y nunca había tenido la oportunidad de compartir con tantos.

-Al principio estaban un poco reacios. Por pertenecer a la familia principal, a la gente le costó confiar en mí, pero con el tiempo se dieron cuenta que, independiente del apellido, soy una persona normal igual que ellos.

-Es admirable lo mucho que ayuda a los niños huérfanos. Ellos deben estar muy agradecidos con usted.

-Por favor, deja de tratarme de usted. Me haces sentir viejo. Y me atrevo a apostar que tenemos casi la misma edad.

-Lo siento. –Matsuri se disculpó con una sonrisa. –Las costumbres aquí son un poco anticuadas y si alguien nota que no me dirijo hacia usted con el debido respeto, me puedo meter en problemas.

-Que estupidez. –Takeshi frunció un poco el entrecejo. –Bien, pero cuando nadie esté escuchándonos, como ahora, me gustaría que me trataras como a un igual.

La chica asintió. –Es raro conocer a personas como tú.

Takeshi sonrió. –Me gusta compartir con las personas, Matsuri. Además pienso que para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella.

Matsuri lo observó en silencio.

Le agradó lo parecidas que eran sus opiniones.

Llegaron al restaurante y lo invitó a pasar, complacida con su compañía.

Solo le basto dar unos pasos para encontrarse con Kankuro que almorzaba junto con Baki en una mesa.

Ambos la observaron.

Y comprendió que Kankuro había notado casi de inmediato la presencia del otro hombre junto a ella, sin poder evitar su asombro.

Takeshi había logrado que por unos minutos se olvidara completamente de sus problemas con Gaara. Del trato que había recibido injustamente. Incluso de la suspensión.

Pero ahí iba el marionetista, con su sola presencia, había mandado todo al traste.

¿Qué no podían simplemente dejarla en paz?