Nuevo fic de los que os hablé en la página (no, no estoy dejando los otros). Sé que hay fics con esta temática ya pululando por el mundo de fanfiction, pero es que vi unas imagenes y no pude negarme a aportar mi propia idea. No he leído los otros fics, así que cualquier parecido será casualidad, lo juro. Ya saben que a mi el tema del plagio me escama.
Disclaimer: Naruto no me pertenece. La historia usa el cliché de versiones más jóvenes de los personajes que pululan por internet. En ningún momento mi idea es plagiar nada de eso. Sólo tomo la idea de unas imágenes en las que ellas son más pequeños que ellos.
Advertencias: Ooc. Puede parecer Shota pero NO lo es.
Parejas: Canon: Naruhina, Shikatema, Sasusaku, InoSai.
Tipo: 1 capítulo por pareja más prólogo. 4 +1.
La trampa del pasado
Prólogo
No pongas a una mujer celosa. No te conviene.
La culpa la tenía Kiba.
Si tan sólo no hubiera ido de bocazas a casa de los Uzumaki justo cuando Hinata tenía organizada una reunión con las kunoichis nada de eso estaría pasando. Todas eran conscientes de que estaban actuando mal. Como ninjas, como esposas, como mujeres mismas. Pero a veces la conciencia de una mujer podía tirar más por el lado malvado que otra cosa.
La idea había sido de Ino, por supuesto, y apoyada por Sakura. Que arrastraran consigo a Hinata y que lograban sacar gruñidos de protesta de Temari, que aunque decía no estar de acuerdo con ellas seguía ahí, en pie, con ellas y buscando por las diferentes estanterías el pergamino en cuestión.
—No entiendo por qué estás aquí, frentona —gruñó Ino mientras sacaba un montón de pergaminos y soplaba el polvo acumulado—. Tu hombre ni siquiera estaba en esa reunión.
Sakura sopló también uno de ellos.
—¿Y? ¿No puedo tener empatía con mis amigas? Además, dos de ellos son mis compañeros de equipo y no puedo creer que estén metidos en eso.
Ambas miraron hacia Hinata, quien se encogió. Todavía tenía ciertas dudas y no era para menos. Ella idolatraba a Naruto. Seguramente, jamás habría esperado una noticia así.
—Os juro que mataré a ese bebé llorón —juró Temari tirando uno de los pergaminos inservibles contra una de los estantes—. ¿Cómo diablos se atreve?
Ino suspiró.
—La verdad, es que me resulta algo extraño viniendo de un vago como Shikamaru. Creía que era suficiente con una —reconoció Ino.
Temari la mandó a callar con la mirada y Ino recordó por qué la había temido cierto tiempo atrás. Por no olvidar que Tenten continuaba algo resentida con la Kunoichi de la arena. Pero se había casado con su compañero de equipo y amigo de la infancia, así que algo bueno tenía que tener. De ahí que no comprendiera el comportamiento de Shikamaru.
—Y Karui se ha largado —puntualizó Sakura—. Confía demasiado en Choûji. Porque él también estaba allí.
—Sí, pero ya sabes, supongo que si fuera porque le han ofrecido comida sí que lo haría, pero otra cosa… —opinó Ino—. No, Choûji claramente no.
—¿Y por qué vuestros maridos sí? —cuestionó Sakura cruzándose de brazos—. Porque no me lo explico.
Hinata carraspeó, incómoda. Tanto, que tiró de uno de los pergaminos con demasiada fuerza. El esfuerzo provocó que otros siguieran el mismo camino. Curiosamente, desde la cabeza de Temari, a la de Ino y de allí a la de Sakura y finalmente, a Hinata.
Al final, se abrió frente a ellas. Una nube de polvo las rodeó, tosiendo. Luego los demás fue silencio hasta que una de ellas chilló.
.
.
Naruto, séptimo Hokage y estaba frustrado.
Había regresado a su casa con intenciones de pasar una noche tranquila con su mujer, aprovechando que sus hijos estaban fuera con su tía y abuelo. Esperaba una gran noche de acurrucarse, besos candentes y quizás dedos húmedos.
Sin embargo, no se encontró a su mujer esperándole como costumbre. No olía a comida y tampoco tenía el baño preparado. Más bien, la única cosa que no encajaba en todo aquello, además de que su esposa no estuviera presente, es que había una figura encorvada en la entrada de su casa.
Podía reconocerlo perfectamente, pero dudaba que Hinata dejase a uno de su equipo en aquellas condiciones y desapareciera, así que supuso que algo había pasado y sólo él tenía las respuestas necesarias.
Lo zarandeó —con más ganas de las debidas, debía de reconocer—, hasta que logró traerlo de vuelta.
—¡Naruto! —exclamó Kiba manoseándole la cara mientras intentaba retroceder de su agarre—. ¡No vas a creerte lo que han hecho esas locas!
Naruto frunció el ceño, quitándose las manos sudadas de Kiba de la cara y esperando una explicación más clara, porque si a él le costaba captar ciertas cosas, que dieran las vueltas al asunto no ayudaba.
—¿Quiénes están locas?
—¡Hinata, Sakura, Ino, Temari…!
Kiba buscó a su alrededor.
—Espera. ¿Tú estás bien? ¿No te ha mandado a volar o algo?
Naruto estaba más perdido.
—¿De qué diablos hablas, ttebayo? Kiba. No entiendo nada.
Kiba abrió la boca para hablar, pero ambos se volvieron al notar otra figura tras ellos, en la puerta. Un Ninja bajo sus órdenes saludó.
—Hokage-sama. Es importante que regrese a la oficina cuanto antes. Ha ocurrido una situación delicada. Su esposa está allí.
Naruto se olvidó de Kiba y desapareció. Apareció en la oficina del Hokage, abriendo la puerta de sopetón.
—¿Qué ocurre? ¿Y Hinata? —exclamó.
Shikamaru estaba justo de espaldas a él. Al volverse, estaba pálido y se rascaba la nuca con cierta molestia.
—Esto es un caos, Naruto —reconoció Shikamaru haciéndose a un lado.
Naruto entonces enfocó mejor detrás de él. Había cuatro jóvenes en fila, con diferentes posturas y muecas. Podía reconocerlas a todas porque las conocía de su infancia. Y porque una de ellas era su esposa.
—¿Hinata? —cuestionó alargando una mano hacia ella.
Hinata se encogió, avergonzada y jugando con sus dedos. Reconocía esa faceta suya del pasado.
—Hokage-sama.
Se volvió hacia uno de sus científicos. El hombre cargaba con un pergamino polvoriento entre los dedos que parecía haber sido utilizado hacía poco. Reconocía el cordel que lo rodeaba como uno de los pergaminos prohibidos y antiguos.
—¿¡Qué!? —exclamaron dos voces tras de él—. ¿¡NARUTO ES HOKAGE!?
Naruto miró por encima de su hombro hacia ellas dos. Como siempre, ambas escandalosas, que enseguida se enfocaron en una disputa.
—Dígame que pueden arreglar esto cuanto antes —demandó hacia su trabajador.
Este carraspeó, nervioso.
—Lo siento mucho, Hokage-sama, pero tendremos que traducir la solución y llevará tiempo.
Naruto se llevó una mano hacia la frente, temeroso.
—Apresúrense. Una de ellas es la médica en jefe y la necesitamos de vuelta cuanto antes —ordenó.
El científico desapareció y Shikamaru, a su lado, suspiró.
—Esto va a ser muy problemático.
Sakura, más joven, como la niña que recordaba, se adelantó. Con las manos a su espalda y mirándole con sus ojos grandes y brillantes.
—Será mejor que hagamos que Sasuke regrese —le pidió a Shikamaru—. Dile que es urgente.
—Lo haré —asintió Shikamaru marchándose y dejándole a solas con las chicas.
—¿Has dicho Sasuke? —cuestionó Sakura más interesada. Hasta Ino se acercó.
Sintió por un instante pena por Sai, que debía de estar en camino. En la época en la que Ino estaba transformada adoraba a Sasuke como las demás. Menos la niña tímida que se escondía tras las demás, regalándole miradas tímidas y a la que ansiaba estrechar entre sus brazos, controlándose.
—Sí, he dicho Sasuke —respondió al fin hacia las otras dos.
Notó que Temari permanecía a cierta distancia. Volvía a ser la misma joven de miradas peligrosas y alerta. Al convivir con Shikamaru se había relajado lo suficiente, pero en aquel tiempo, pese a que las cosas se arreglaron gracias a su pelea contra Gaara, continuaba siendo una ninja inteligente y recelosa.
No pudo evitar preguntarse qué habría sentido Shikamaru al verla. ¿Se sentiría como él al mirar a Hinata?
No había deseo sexual. No había ningún tipo de sentimiento horrendo. Más bien, se sentía culpable. Esa adorable muchacha había estado colada por él por aquel entonces y no le había hecho mucho caso.
—¡Naruto! Porque eres Naruto —repitió Sakura al notar que la ignoraba—. ¿Lo eres?
—Lo soy —asintió—. Sakura, habéis caído presas de algún tipo de maleficio o jutsu prohibido. Habéis regresado atrás en el tiempo.
Todas se miraron entre sí, confusas e incrédulas.
—¿Por qué debería de creerlo? —cuestionó Temari—. Podrías estar fingiendo ser Naruto.
Shikamaru entró por la puerta justo en ese momento, escuchando su pregunta. Chasqueó la lengua.
—Yo puedo responderte eso —dijo acercándose con cautela.
Se inclinó para susurrarle algo que no lograron captar, que provocó que la chica retrocediera, sonrojándose.
—¿Cómo sabes eso? —exclamó atónita.
Shikamaru se señaló.
—Bebé llorón —citó imitándola.
Temari palideció.
—Esperen —ordenó. Las otras se pegaron contra ella, curiosas—. ¿Cómo diablos sabes eso? ¿Qué sois… de nosotras?
Antes de que pudiera responder, la pared junto a ellos se abrió y Sasuke apareció. Primero los estudió con la mirada a ellos y luego se fijó en las chicas.
—¿Qué ha pasado, Sakura?
Sakura dio un respingo, sorprendida.
Ino y ella se miraron. Sai también entró, sudando, más pálido de lo normal. Por supuesto, las chicas no le prestaron demasiado atención. Por aquel entonces no le conocían.
—¿Sas… Sasu… ke-kun? —cuestionó Sakura.
Ino parpadeó.
—¿En serio? ¿Ese hombre tan atractivo es Sasuke? —cuestionó.
Naruto sintió pena por Sai, quien les miraba sin comprender.
—¿Son…? —inquirió.
Naruto suspiró.
—Hinata, Sakura, Ino y Temari —señaló a cada una—. Cuándo eran más jóvenes. No es sólo su cuerpo lo que ha cambiado. Su mente también.
Ino y Sakura estaba completamente en babia con Sasuke, quien enarcó una ceja sin comprender. Extrañamente, soportó que Sakura se aferrase de su brazo y lo nombrase en llantos, mientras que Ino, intentaba evitar que continuara tocándole.
Hinata dio un respingo cuando sus ojos se encontraron y Temari gruñó al volver al encontrarse con la mirada de Shikamaru y musitó un "no puede ser" entre dientes.
—Son nuestras esposas, sí.
Ino y Sakura se quedaron en silencio. Temari tuvo que sujetar a Hinata antes que diera de bruces contra el suelo mientras miraba con los ojos muy abiertos hacia ellos, especialmente a Shikamaru.
Naruto se frotó el ceño, acercándose para asir a Hinata con sumo cuidado.
—Hay una sala de recuperación en las instalaciones —explicó—. Iremos allí. No podemos ir con ellas a casa.
Las chicas le siguieron, dudosas. Cuando entraron, Naruto dejó en una de las literas a Hinata, arropándola con cuidado. Sakura se acercó a él.
—¿Realmente te has casado con ella?
Él la miró, de cuclillas y le sonrió.
—Sí, lo hice.
Notó que se mordía los labios, mirando hacia atrás. Sasuke intercambiaba algunas palabras con Shikamaru acerca de lo ocurrido. Naruto no pudo evitar sonreír.
—Sí, lo hiciste.
Sakura reprimió un grito contra los nudillos, con las lágrimas brotando por sus ojos. Naruto posó su mano sobre su cabeza, sonriente.
—Era tu sueño.
—Lo era —asiente—. Pero pensé que… nunca pasaría. Hinata debe de estar feliz también. Ella te quiere mucho. Siempre está mirándote.
Naruto miró hacia la susodicha, asintiendo.
—Lo sé, ttebayo. Lo sé.
Ino se acercó a ellos, dándose golpecitos en el brazo.
—¿Sakura se ha casado con Sasuke? —cuestionó mirándola incrédula—. ¿Qué hay de mí? ¿Shikamaru? No, espera, él está con Temari de la arena. ¿Choûji?
Naruto negó y señaló hacia Sai, quien al notar que le miraban, sonrió y saludó, algo incómodo. Ino parpadeó e hizo un gesto que no supo interpretar. Por supuesto, en aquel tiempo Ino estaba demasiado encaprichada con Sasuke.
—Es una copia. ¿Me quedé con una copia?
Sakura le miró.
—¿En qué mundo ese hombre es una copia de Sasuke, Ino-cerda? —acusó.
Ino le tiró de las mejillas.
—Borra esa sonrisa de orgullo, frentona —ordenó.
—Basta —ordenó Temari antes de que fueran a más—. ¿Por qué estamos así? ¿No se supone que tendríamos que tener vuestra edad? O acaso…
Los miró de una forma demasiado aterradora hasta para él.
—¡NO! Tenéis nuestra edad —garantizó—. Bueno, tú eres tres años mayor, claro. Pero las cuatro estáis casadas con nosotros y hasta tenéis hijos. Lo que ha pasado es… —se rascó la nuca, suspirando—. Que por algún motivo que desconocemos os habéis colado en la biblioteca prohibida y uno de los pergaminos que había o lo habéis activado o a saber.
—Ah, eso puede que sea culpa mía —reconoció Kiba.
Los adultos miraron hacia él.
Naruto se movió incluso antes que los demás, dejando a las chicas dentro. La sala estaría protegida para cualquier intento de escape. Hasta las invocaciones estaban prohibidas.
—Habla —ordenó Sasuke pese a que era sus manos las que rodeaban el cuello de Inuzuka.
—Puede que… dijera algo sin querer y las enfadase. En realidad, no sé por qué Sakura estaba ahí, porque claramente Sasuke no está metido en eso, pero…
—¿Qué les dijiste? —cuestionó Sai cruzándose de brazos.
—Que ustedes… querían irse de… putas.
Naruto estuvo muy tentado de estrangular más fuerte.
—¿¡Qué!? —exclamó Shikamaru—. ¿De dónde sacaste eso?
—Os escuché antes. Entré en shock sin poder pensar en lo cerdos que érais por no invitarme y…
—¿¡Pero tú eres idiota!? —exclamó Naruto ya sin poder controlarse—. ¿Quién diablos se iría de mujeres cuando tiene en su casa lo que necesita? ¡Ni Sasuke que viaje por todos lados lo haría!
Sasuke se cruzó de brazos con gesto orgulloso.
—¿¡Y yo qué sabía!? —ladró Kiba—. ¡Ni lo pensé!
Shikamaru se frotó el ceño.
—La madre… tsk, eso es problemático para decirle a Temari.
—A cualquiera de ellas —remugó Naruto soltándole—. Imagino que idearon algo para hacernos.
—Sin duda —confirmó Sai pensativo—. Alguna receta que nos acorta el pene, por ejemplo.
—Ya, bueno —carraspeó Naruto—. No necesitamos tanta información.
Se volvió hacia los otros.
—Por ahora, tenemos que mantenerlas ahí, explicarles la situación y esperar que logren traducir la solución. Pero… es algo complicado dado la edad que tienen, así que me preocupa que eso deje algún tipo de secuela en el tiempo. Podrían odiarnos por dejarlas encerradas y…
—Me llevaré a Sakura.
Naruto se detuvo para mirar a Sasuke.
—¿Qué? —masculló extendiendo una mano hacia él—. Espera. Llevártela podría ser peligroso o sobre excitante para ella. Sobre todo esto último —recalcó.
Pero Sasuke estaba dispuesto a hacerlo, sin escucharle si quiera. Cuando se le metía algo entre ceja y ceja, no importaba que él fuera el Hokage. Especialmente si de Sakura se trataba. Por eso, cuando salió con ella de la mano ni siquiera se inmutó y desapareció tras una de sus entradas dimensionales.
No fueron muy lejos. Podía sentir su presencia, pero igualmente, le frustraba.
—¿Qué hacemos con las demás? —cuestionó Shikamaru.
—A este paso no sirve de nada dejarlas aquí —sopesó Sai—. Pero Ino no querrá venir conmigo como si nada. No me conoce.
—Eso es cierto —corroboró Shikamaru—. Y natural.
—¿Por qué no vais juntos? —propuso Naruto—. Yo llevaré a Hinata a casa. Si se pone la cosa demasiado tensa, la llevaré con su padre.
Los otros dos asintieron y aunque Ino fue gustosa con Shikamaru, Temari permaneció algo reacia y Sai, el pobre, no sabía cómo controlar aquella situación que se le escapaba de las manos.
Al fin y al cabo, su esposa no le amaba en ese momento.
El punto era que los problemas no hacían más que empezar…
Continuará…
Próximo: Shikatema.