Paradoja

Todos los caminos me conducen a ti


5

Rey Vegeta


Cause I want it now, I want it now

Give me your heart and your soul

And I'm breaking out, I'm breaking out

Last chance to lose control

(Hysteria / Muse)


(638-75)


El calor era insoportable, así como la multitud que iba de un lado a otro, algunos preocupados de comprar a buen precio y otros de vender su mercadería. Vegeta había caído en el mercado principal a la hora de mayor concurrencia, lo que provocaba que fuese difícil avanzar entre la muchedumbre cuando toda su vida había evitado quedar atrapado en una situación así de incómoda, pero en este universo no podía volar, por lo que no quedó otra opción que caminar para dirigirse al lugar donde sintió la presencia de Bulma.

Sus ropas de fina tela, blancas y holgadas para resistir el infernal sol destacaban por sobre las humildes de la mayoría de la gente. Era claro que no pertenecía a ese lugar y pronto acaparó la mirada de muchos. Por supuesto, Vegeta ignoró y continuó avanzando, molesto y harto de los codazos y empujones de extraños.

Pese a ir concentrado en la presencia de Bulma y a no contar con sus sentidos superiores, notó enseguida a dos hombres tras él hace ya varias tiendas atrás, lo que lo incitó a caminar más rápido para deshacerse de ellos. No tenía tiempo para andar metiéndose en cualquiera problema que sea que tuviera este Vegeta. Miró de reojo y logró divisar a uno de ellos, un pelirrojo alto y musculoso que destacaba por sobre la gente. Cuando se concentró intentando recordar algo de él para sacar ventaja, no encontró nada.

Se apresuró más para intentar perderlos, Bulma ya estaba demasiado cerca y no la expondría a ninguna situación de peligro con estos dos matones. Decidió concentrarse en los recuerdos del mercado para saber por dónde ir y en cuanto reconoció el sitio de memoria se largó a correr. Los hombres no tuvieron la intención de seguir pasando desapercibidos y empujaron a quién fue necesario para dar caza al joven príncipe.


En este universo Vegeta no poseía un poder extraordinario de saiyajin, pero al menos contaba con un estado físico formidable que le permitió meterse en callejones y pasajes más pequeños hasta que logró perder a los dos hombres entre tanta gente y tiendas. Se aseguró de no verlos por ningún lado antes de acercarse al edificio de tres pisos color tierra donde debía estar Bulma.

En cuanto ingresó, sintió un cambio en el ambiente: estaba mucho más fresco y agradable. Una atmósfera íntima de luz baja, mesas redondas, sillas frente a un escenario un tanto más iluminado para apreciar el show.

—¿Qué acaso no saben leer? —vociferó un hombre desde el interior de algún cuarto cuando escuchó la puerta abrir. Era gordo, de aspecto desagradable y vestía telas azules y doradas de mucho mejor calidad que la mayoría de la gente en la calle, pero no tanto como el príncipe—. Está cerrado, abrimos a la noche y no hacemos excepciones.

Vegeta no necesitó amenazarlo para que lo dejara en paz y pudiera buscar a Bulma, ya que cuando el tipo lo reconoció, su actitud cambió por completo.

—¡Príncipe Vegeta, es usted! ¡Qué estúpido de mi parte! Usted no necesita esperar —dijo servicial, e indicó con una exagerada reverencia una de las mesas cercanas al escenario—. Tome asiento, por favor, le traeré lo de siempre.

—¿Dónde está Bulma? —preguntó altanero. Se dirigió a la mesa que le sugirió al tipo y se sentó en el agradable asiento de cuero—. La quiero ahora.

—En seguida, príncipe. —Desapareció a paso rápido para satisfacer cada capricho del joven heredero.

Vegeta ya tenía una botella de su licor favorito junto con un vaso cuando una joven Bulma apareció en el escenario. No se trataba de su mujer, pero no fue capaz de irse al verla tan bella y sensual en aquel atuendo de telas coloridas y transparentes que revelaban su piel y curvas. Bajo aquellos colores llenos de vida, se podía ver un ajustado corpiño de joyas brillantes que levantaba su busto y un pantaloncillo dorado corto y ajustado. Su piel más tostada por el sol brillaba ligeramente por alguna loción con brillantina que puso en todo su cuerpo.

La tentación fue más fuerte y permaneció en su asiento con la esperanza de verla bailar al ritmo de los instrumentos de percusión. Solo unos minutos y volvería a su misión. Fue como si el cuerpo le ordenara quedarse para apreciarla tan atractiva y cautivadora.

—Paren esa maldita música —exclamó Bulma y desde atrás del escenario alguien se preocupó de apagar la música envasada.

Vegeta levantó las cejas cuando la vio acercarse con cara de pocos amigos, en lugar de seductora, acorde a su vestimenta.

—Pensé haberte dicho que no te quería ver más en este lugar —dijo amenazadora, y apoyó las manos en la mesa para mirarlo más de cerca y supiera que hablaba en serio.

—¡Qué te dije sobre tratar al príncipe, Bulma! —gritó el obeso desde detrás de la barra de tragos.

—Necesito privacidad, gracias —exclamó Vegeta, adelantándose a la respuesta de Bulma—. Y cómo ella me trate solo me incombe a mí y a ella.

—Lo siento mucho, príncipe, no volveré a molestarlo. —Nuevamente se perdió en una de las habitaciones traseras, preocupado de darle en el gusto.

—¿Crees que voy a cambiar de trato hacia ti porque me defiendes con mi jefe?

—Toma asiento —dijo Vegeta y le ofreció la silla a su lado.

Bulma aceptó la invitación, pero se sentó en las piernas del hombre. En cuanto Vegeta la tocó, tuvo recuerdos de su historia juntos, y no importara qué tan buenos o malos fueran, siempre le provocaban un terrible dolor de cabeza. Su mente se llenó de imágenes de ellos dos discutiendo, cogiendo en callejones oscuros o tras bambalinas, Bulma agrediéndolo con lo que tuviera a la mano y unas pocas escasas conversaciones civilizadas.

—¿Estás bien? —preguntó ella al verlo fruncir el ceño y cerrar los ojos.

—Todo bien —se limitó a responder y bebió un poco del contenido de su vaso. De pronto pasó por su cabeza que llevaba demasiado tiempo sin comer ni tomar agua. No tenía idea cuánto tiempo real llevaba metido en este laberinto y si realmente necesitaba alimentarse y beber agua para mantenerse.

Se valió de sus recuerdos con ella para hacer la conversación más fluida—. Este es solo un trabajo temporal… —susurró pensativo—… Estás construyendo tu propia nave para salir de este planeta.

—Ahora es cuando te interesas de mi vida —dijo incrédula—. ¿Es una nueva estrategia para meterte en mis pantalones, de nuevo? Porque la última vez te dejé bien en claro que no quería verte más.

En ese momento Vegeta supo que tenía una cicatriz en el abdomen y la causante de aquello había sido Bulma. También se dio cuenta que jamás se había tomado en serio lo que tenían, así que sería muy difícil conseguir ayuda de esta Bulma que al parecer tenía las habilidades para trabajar en su reloj.

—Pues te tengo una mala noticia —dijo un tanto mareado por el alcohol. No supo si era porque realmente no había comido nada desde antes de partir en este viaje interminable o porque el cuerpo que vestía era demasiado débil ante las bebidas alcohólicas—. No tenemos más opción que terminar juntos, nos guste o no. Estamos destinados a encontrarnos, ya me di cuenta de eso —dijo mirándola a los ojos. Era como hablar con su Bulma, pero a la vez no. Ya debería haberse levantado e irse, pero continuó ahí, con ella sentada en sus piernas, prendado a su aroma y a su contacto.

—¿Estás tratando de ser romántico conmigo? —dijo burlona y también bebió del whisky.

—No es algo que me caracterice, no importe el universo donde caiga, si lo hago en este universo no valgo la pena y está bien que quieras alejarte de mí —dijo pensativo y agotado.

Ella le acarició el rostro y bajó su mano hasta su pecho para remover un poco su ropa y poder tocar directamente su piel.

—Sabes que cuando me dicen que no puedo hacer algo, más ganas me dan.

—Lo sé perfectamente, creeme. Como también sé que mientras me manoseas estás intentando robarme.

Bulma se tensó e intentó levantarse, pero él la tomó de la muñeca y la mantuvo a su lado.

—¿Qué es lo que pretendes? —preguntó ella, muy cerca de su rostro.

—Necesitaba unos minutos para mirarte y descansar, nada más… —Extrañaba tanto a su Bulma que casi dolía, y si con esta podía llenar un poco ese vacío, perfecto—. Y adelante, puedes llevarte todo lo de valor que encuentres en mi ropa.

La joven no esperó y ahora sin el pretexto de acariciarlo le vació los bolsillos. De entre las cosas que encontró, había bastante dinero en efectivo y un par de joyas de incalculable valor. Cuando intentó quitarle el reloj de la muñeca, él se lo impidió con delicadeza. No porque no fuese su Bulma sería brusco con ella.

—Lo siento, esto lo necesito.

—Estás muy raro, aunque me gusta. No has intentado toquetearme sin mi permiso.

—No te ilusiones, pronto volveré a ser el mismo idiota de siempre. No pierdas el tiempo conmigo, vende esas joyas, termina tu nave y vete de aquí.

—Siempre he sabido que eres un idiota que no me conviene ni merece… Y ya que estás tan directo, dime ¿sientes algo importante por mí como tantas veces lo aseguraste?

—En otras realidades daría la vida por ti, pero en esta soy demasiado estúpido como para ver lo valiosa que eres —dijo honesto. Era mejor decírselo para que se marchara.

—Entonces todas las promesas que hiciste…

—Todas vacías, de hecho estoy comprometido, y por lo que acabo de recordar, tampoco estoy interesada en ella.

Bulma se separó del torso del hombre, pero continuó sentada en sus piernas. Estuvo un rato pensativa y en silencio. Vegeta pudo reconocer enseguida aquel semblante que indicaba la llegada de una tormenta.

—No me sorprende lo que acabas de decir… Siempre supe que eras un príncipe mimado que si llegó hasta estos barrios fue para alardear en sus reuniones aburridas con sus amigos igualmente aburridos y limitados intelectualmente… Pero no por eso duele menos.

—Esto no es nada, en otros universos he sido un verdadero… —No terminó de hablar. Debió apretar los dientes para no gritar cuando Bulma sacó una daga de algún lugar escondido por las telas y se la enterró en la mano con tanta fuerza que el metal atravesó su mano y quedó incrustado en la madera—. ¡Mierda! —gritó entre dientes.

—Muy príncipe serás, pero yo soy Bulma Brief y nadie juega conmigo —dijo furiosa, ya de pie y con los objetos robados en sus manos, en caso de que el príncipe cambiara de opinión.

—¡Maldita sea! —exclamó el príncipe cuando se quitó el cuchillo de la mano. Inmediatamente la sangre comenzó a correr libre y manchó su perfecto traje blanco.

—¡Bulma, que te dije sobre atacar a los clientes! ¡Es el príncipe, maldición! —gritó el jefe desde otro cuarto.

—¡Está bien! ¡No ha sido nada! —respondió Vegeta. La herida le palpitaba de dolor y no paraba de sangrar. Estiró la mano sana hacia Bulma que continuaba cerca y le arrebató una de las telas de color que estaba unida al pantaloncillo ajustado. Se vendó la mano y la observó con cara de pocos amigos—. Estás loca.

—Tienes otro recuerdo mío para cuando me extrañes, porque en cuanto termine mi nave me iré de aquí y no volveremos a vernos nunca más.

—No creo tener la suerte de no volver a verte —respondió molesto.

—Si vuelves a molestarme, me aseguraré de que así sea. —Se dio la media vuelta y se retiró sin ningún ápice de remordimiento.

Ya que no tenía nada más que hacer en ese lugar, Vegeta se retiró pese a los intentos del dueño del local para que se quedara. La mano le dolía como los mil demonios, pero nuevos recuerdos comenzaron a surgir en su cabeza, causándole más dolor y al menos tuvo el consuelo que no sería el único en sufrir, ya que cuando se marchara, el problema de la mano sería para el dueño de este cuerpo, y se merecía pasarlo un poco mal.

No alcanzó a estar un momento tranquilo cuando se topó cara a cara con el hombre pelirrojo y el de tatuajes en el cuello que había logrado perder, y por lo que se apreciaba en sus caras rojas por el sol, habían estado buscándolo sin parar.

—No de nuevo —susurró malhumorado, tanto que de haber tenido sus poderes no hubiera dudado en matar a esos dos sujetos. Se largó a correr entre las calles, tiendas y gente que poblaban el mercado, necesitaba estar lo más alejado de Bulma para que el Vegeta idiota de este universo no fuera enseguida a su encuentro y atrajera a estos dos matones hasta su lugar de trabajo, aunque considerando el molesto dolor en la mano le vendría bien un susto a esa mujer tan agresiva.

Continuó corriendo y empujando gente a su paso. Debió cortar camino por otra calle por culpa de una manada de dromedarios que no querían avanzar y casi choca con un hombre que se agachó a recoger sus telas del suelo. Ya debía estar lo suficientemente lejos para darle el mal rato al Vegeta de este mundo. Activó su reloj y continuó corriendo hasta que todo se volvió negro.


(...)


Bulma perdió la mirada en la taza de té por varios segundos antes de regresar a la realidad y darle un sorbo. Debió tener cuidado con su labio hinchado, que luego de una semana de haber sido golpeada, aún quedaban rastros en su delicada piel, al igual que las marcas en el cuello que al parecer no querían desaparecer. Mientras tomaba desayuno, Milk recorría la habitación preocupada de limpiar y ordenar cada rincón.

—Gracias por arreglar la ropa —dijo Bulma un tanto desanimada y ahora centrando su atención en Milk. Era increíble lo ágil y rápida que era para todo, considerando que ya no era una mujer joven. Estaba segura que la Milk de su tiempo sería igual al llegar a esa edad, siempre preocupada de tener todo impecable, hacer las mejores comidas y además darse el tiempo para coser ropa.

—No es nada. Me distrae. No tengo mucho que hacer cuando no hay nadie aquí.

Bulma ya no podía seguir con la ropa con la que llegó, y lo único que había en el closet eran vestidos largos y elegantes que le recordaban la época mediaval de su tiempo. Le quedaban a la perfección, como si hubieran sido confeccionados a la medida especialmente para ella. Lo único que tuvo que hacer Milk fue acortar un poco las mangas y especialmente las colas para no tener que arrastrarlas. También habían joyas a su disposición, pero rechazó usarlas. La primera vez que este Vegeta la vio con uno de esos vestidos puestos, su rostro palideció como si hubiera visto un fantasma. De eso, cuatro días. Para su suerte no la había ido a ver a diario y solo se besaban, pero no sabía hasta cuanto lograría hacer tiempo.

—Milk, hablame de Vegeta Black, por favor —dijo luego de dejar la taza en la mesita de centro junto al sitial. Casi no había tocado su desayuno. No había comido mucho últimamente y se estaba notando.

—¿Vegeta Black? —repitió y dejó de hacer la cama para mirarla.

—Ese hombre no es mi Vegeta, no le voy a decir Vegeta a secas.

—¿Qué quieres que te diga?

—Ya llevo más de una semana aquí, y además de seguir viva porque supongo que le gusté, imagino que también te dio permiso para pasar más tiempo aquí conmigo. Dime todo lo importante que deba saber.

Milk continuó haciendo la cama, preocupada de que todo quedara sin una sola arruga. Bulma la dejó terminar, con lo poco que había visto a esta mujer, se había dado cuenta que era incluso mucho más metódica que la Milk de su tiempo. Una vez que estuvo la cama hecha como se debía, la mujer se sentó a los pies de ésta, con la espalda recta y las manos en sus piernas. Le costó comenzar a hablar, pero fue directo al grano.

—¿El señor te ha forzado?

—No —respondió, e inmediatamente sintió un nudo en la garganta.

—No me sorprende… El señor es impaciente, pero debe ser porque te pareces mucho a la original… Cuando ocurra, más te vale ceder, no luches, de lo contrario terminarás con más de una herida en el labio.

—Mi Vegeta vendrá a buscarme. Él me encontrará, lo sé —dijo un tanto nerviosa. Odiaba no tener control de la situación, se sentía como una niña indefensa a merced de su raptor.

—¿Tu Vegeta es quien te hizo eso en el cuello? —preguntó un tanto escéptica de la confianza de Bulma hacia su Vegeta.

—Él no quiso hacerme esto, ahora lo entiendo —dijo pensativa—... Unas semanas antes de llegar aquí, Vegeta estaba teniendo pesadillas muy violentas y estoy segura que tiene que ver con todo esto. Él jamás me haría daño, no como Black… Dime por favor de la Bulma de este tiempo, la original.

—Bulma era muy inteligente —dijo Milk, sonriendo por primera vez al recordar aquellos viejos y buenos tiempos—. Creo que era la persona más inteligente de la galaxia, y lo sabía… tenía razones para ser engreída. Fue ella quien creó estos aparatitos que parecen relojes para viajar entre dimensiones, la verdad es que nunca entendí muy bien, eran cosas que habitaban en su cabeza loca y podía inventarlas… En ese tiempo, el señor era príncipe y él financió todos su experimentos. Bulma sabía que era porque se había encantado con ella y aprovechó la oportunidad para pagar todas sus locuras…

—Entonces tu Bulma pudo controlar los viajes entre dimensiones.

—En esa época todavía no. Fue después de convertirse en reina… Cuando el señor se convirtió el rey, ya todos lo conocían como el rey abrasador. Nunca dejaba sobrevivientes, le gustaba quemar a sus enemigos y sus castillos para que su paso se hiciera notar… Bulma jamás estuvo de acuerdo con su actuar, pero aún así no pudo evitar enamorarse y se casaron…

Bulma no supo qué pensar ni decir. Le recordó tanto su relación con Vegeta y que cuando se enamoró de él no había cambiado para nada, incluso continuaba amenazando con matar a Goku y sus amigos después de haber tenido sexo.

—Mientras estuvieron casados, vivieron muchos años entre peleas y reconciliaciones. Bulma reprochaba el estilo de vida del señor, pero continuaba a su lado porque lo amaba y él prometía que cambiaría, pero luego de un tiempo volvía a saberse de él y las cientos de víctimas calcinadas… Nunca pude entender lo de ellos, era agotador, pero cuando estaban en sus tiempos buenos, podría decir que era amor de verdad, bastaba ver cómo se miraban… Hasta que tuvieron una de las peores peleas...

—¿Y qué pasó con ella?

—Como era de esperarse, el señor no cumplió, y llegó a oídos de Bulma la noticia de su última conquista y la tremenda cantidad de muertos que dejó, incluido niños. Estuvieron mucho tiempo sin hablarse, y ella se obsesionó con su trabajo… Siempre pensó que estaban hecho el uno para el otro, y quería demostrarselo… Quería enseñarle al señor que eran capaces de estar juntos y felices en algún lugar, y fue ahí cuando hizo ese aparato para viajar entre dimensiones.

—¿Y funcionó? ¿Qué pasó? —preguntó más que intrigada. Su motivo para hacer el reloj era tan superficial y banal en comparación con esta Bulma que se sintió mal.

—No alcanzó a probarlo. Los enemigos del señor averiguaron el paradero de Bulma y la raptaron… —Hizo una pausa. Habían pasado tantos años, pero continuaba doliendo como si hubiera ocurrido ayer—. Entonces el señor enloqueció, jamás lo había visto de esa manera. Ya era conocido por su violencia, pero pasó todos los límites con tal de encontrarla. Mató a reinas y príncipes en frente de sus enemigos para que la soltaran, no le importó si no tenían nada que ver con el rapto, arrasó con todos. Todos eran sospechosos de tenerla.

—¿Y pudo encontrarla? —susurró con los ojos húmedos. No se había dado cuenta, pero estaba a punto de llorar, igual que Milk.

—Hombres cercanos al señor le dieron la información del paradero de los hijos del rey que se supone la tenía, pero luego supo que todo era mentira, era una traición hacia el señor... Y el lugar que hizo quemar hasta las cenizas era donde tenían a Bulma encerrada… La reconocieron por sus joyas y porque parte de su cara… —Cuando sintió un par de lágrimas recorrer sus mejillas, calló, no fue capaz de continuar.

—¿Y desde entonces ha estado raptando Bulmas de otros universos para reemplazar a la suya?

—Al principio se recluyó en su castillo y no se supo de él. Fueron meses muy dolorosos, y los enemigos casi se apoderan de su imperio de no ser por los hombres de confianza que continuaron por él. Luego, de la nada me trajo a este lugar y ya casi son treinta años desde que trajo a la primera.

—¿Treinta años? —dijo sin poder creerlo—. ¿Este hombre lleva treinta años secuestrando y matando a Bulmas?

—No han sido los treinta años. A veces paraba por mucho tiempo, en otras lo hacía sin parar… Ahora llevaba muchos años sin hacerlo, pensé que ya se había dado por vencido, pero lo retomó... Trajo a una Bulma que estuvo unos días aquí, pero no volví a verla ni tuve que limpiar su sangre —dijo más respuesta, relatando los hechos como si no fueran dignos de indignación—. Aunque debe haber tenido el mismo destino que las otras… Y luego te trajo a ti.

—Es una historia muy triste. —Se puso de pie y caminó por la habitación. Su vestido negro la hacía lucir como toda una reina. Si no fuera por su cabello corto sería innegable su parecido exacto a la antigua dueña de los vestidos—. Pero eso no justifica nada de lo que ha hecho. Ese hombre está loco, es un asesino.

—Se desquició —dijo casi excusándolo.

—¿Por qué no has intentado escapar? ¿No le has pedido ayuda a Goku?

—¿Goku?

—Kakarotto —se corrigió—. En mi mundo tú y él son pareja, y es totalmente diferente a este loco sin emociones.

—Mi Kakarotto murió hace muchos años defendiendo el imperio que el señor dejó de lado por su luto. Este es uno que trajo de uno de sus tantos viajes. No se parece ni un poco a lo que fue mi hombre.

—No te preocupes, yo saldré de aquí y vendrás conmigo.

Milk no pudo evitar sonreír. Le recordaba tanto su amiga de juventud que dolía y traía recuerdos hermosos a la vez, sin embargo, eran tantos los años que ya había perdido toda esperanza.

—No hagas nada —dijo con calma—. Muchas lo han intentado y todas terminaron mal.

—No soy igual a ellas.

—Lo mismo decía Bulma…

Las dos mujeres se asustaron cuando la puerta se abrió de imprevisto. Esperaban que se tratara de Vegeta, pero esta vez era una mujer, y lo primero que notó Bulma en ella, además de la característica armadura saiyajin, fue el rabo alrededor de la cintura.

—¿Qué estás haciendo aquí, Hagen? —dijo Milk de pie y sacando ese carácter fuerte que Bulma vio en la contraparte de su tiempo—. Sabes que no puedes meterte aquí.

La guerrera, que no aparentaba más de 28 años, ignoró por completo a Milk y se acercó a Bulma para verla de cerca.

—Así que esta es la última adquisición de Vegeta. Le he visto mejores —dijo despectiva.

—Hagen, vete de aquí —exclamó Milk y cuando se le acercó, la saiyajin solo tuvo que aplicar un poco de fuerza con su mano para tirarla al suelo. Bulma retrocedió unos pasos, incómoda por su ropa y no poder hacerle frente a una persona tan poderosa.

—¿Estás bien, Milk? —preguntó sin quitarle la vista de encima a la mujer.

Milk no respondió. Se puso de pie y salió corriendo del cuarto en busca de Kakarotto.

La saiyajin era una mujer ligeramente atractiva y de excelente estado físico. Vestía armadura sin hombreras color café con líneas negras, botas del mismo color y traje ajustado negro sin mangas y cuello alto. Su cabello largo y negro lo tenía sujeto en una cola tirante que endurecía mucho más sus rasgos.

—Me asombra que sigas con vida, y por lo que veo aún estás en una pieza.

—No des un paso más —dijo Bulma sin miedo en su voz—. Si me tocas un solo pelo Vegeta lo sabrá y se encargará de ti.

La mujer rio ante su comentario, pero no se acercó más a Bulma.

—Si supieras lo que Vegeta ha hecho contigo una y otra vez no me amenazarías así. ¿Tienes idea cuántas veces te he visto muerta en esa cama? Cuántas veces te ha roto el cuello, cuántas veces tu cuerpecito patético ha terminado azotado contra los muros de esta habitación… Cuántas veces tú misma le has ahorrado el trabajo y te has cortado las venas o saltado por una ventana… Y cuántas veces lo he presenciado.

—Y aún así tú no tienes permitido tocarme, ¿o me equivoco? —respondió mirándola a los ojos. No era primera vez que trataba con un saiyajin altanero y agresivo. Su Vegeta había sido así cuando recién llegó a la Tierra y la clave estaba en tratarlo como igual y no demostrar miedo—. Veo que no.

—Tal vez ahora no, pero pronto cuando lo arruines, Vegeta me dará la autorización y ya no tendrás esa mirada de superioridad, mujer insignificante.

Bulma sintió tan raro que esa mujer le hablara como si existiera una antigua rivalidad entre ellas.

—Hagen —dijo Kakarotto en la puerta—. Sal de aquí, ahora.

Era la primera vez que Bulma escuchaba hablar a Kakarotto desde que llegó.

La saiyajin le echó una mirada más a Bulma antes de salir del cuarto. Kakarotto no tardó en cerrar la puerta y ponerle llave desde afuera.

Bulma se dejó caer en el sofá y se llevó la mano al pecho, su corazón latía acelerado. ¡Qué frustrante! Tenía todo en su contra y no había sido capaz de idear un plan para escapar. Sabía que su Vegeta vendría por ella, pero no por eso se quedaría sin hacer nada, debía intentar escapar y descubrir la forma de comunicarse con él, pero para eso debía sobrevivir, y según todo lo que ya sabía, eso sería muy difícil.


(25-753)


Esta vez Vegeta tuvo consciencia de su nueva realidad más rápido que nunca. Sintió que no necesitó concentrarse ni recordar cuál era su propósito, como también el terrible dolor en todo su cuerpo se hizo presente en el acto. Estaba encadenado de brazos y pies, imposibilitado de moverse en una incómoda posición que no le permitía estar correctamente de pie o sentado y la gravedad estaba haciendo lo suyo con la sangre que goteaba de múltiples heridas, especialmente del rostro hinchado de golpes. Varias costillas rotas le imposibilitaba respirar bien y un silbido constante le molestaba en su oído derecho.

No debió esforzarse para saber qué había pasado. El mismo dolor hizo que los flashes de la tortura se incrustaran en su cerebro como vidrios filosos: había desobedecido a Freezer y le había faltado el respeto, y por mucho que fuese el "mono" favorito del monarca, todo tenía un límite. Al parecer el tirano quería dar una lección a todo el mundo y él pagaría las consecuencias.

Agotado, y con un cuerpo joven de 25 años, pero mucho menos poder a mano, el guerrero se concentró en sus propios conocimientos y experiencia para calmar los latidos acelerados de su corazón y encontrar una forma de liberarse. En medio de su mal estado logró captar la presencia de Bulma, eso quería decir que se encontraba cerca y debía ir por ella, ya sea si se trataba de su mujer o de una que pudiera ayudarlo.

Antes de poder intentar algo, se mantuvo alerta cuando escuchó voces fuera de la celda. Por lo que logró entender, venían por él.

—No puedo soltarlo, ordenaron que estuviera en confinamiento toda la semana. Ya saben cómo es el protocolo, primero tienen que avisar a la sección roja y ellos me comunican a mí.

—Seguramente Freezer va a tomarse la molestia de avisar a la sección roja. El emperador lo pidió, entonces el emperador lo tendrá, ¿o irás tú a decirle que tiene que seguir el protocolo? Todos vamos a terminar sin cabeza antes que termine el día si no nos pasas al maldito saiyajin.

No hubo respuesta, pero se escuchó el ruido que hace una reja pesada de metal al correr y luego otra más antes de abrir la gruesa puerta que dejó entrar luz y lastimó el único ojo funcional de Vegeta.

El hombre encargado de resguardar al prisionero se preocupó de liberarlo y ponerle unas esposas en sus muñecas por detrás de la espalda. En cuanto Vegeta sintió que tocó su muñeca para quitarle el reloj, intentó luchar para detenerlo, pero los dos hombres que venían por él lo tomaron de los brazos y le impidieron moverse.

—Se supone que tenían que quitarte todo antes de venir aquí —dijo el guardia observando con interés el reloj bañado en sangre.

—Bueno, ya tienes un reloj nuevo —respondió el mismo soldado que habló con él en la entrada.

—Sí, algo que consiga en este puesto de mierda —respondió—. Ya pueden llevárselo.

Vegeta alcanzó a lanzarle una mirada asesina al tipo antes de salir de la habitación. Luchó para liberarse, pero los dos hombres lo afirmaban muy bien de los brazos y se encontraba demasiado débil.

Aún sangrando y tremendamente agotado con dificultad para caminar, lo condujeron por los pasillos de las instalaciones. Estaba desesperado, si no recuperaba el reloj estaría obligado a quedarse ahí para siempre y su para siempre no sería muy largo considerando al lugar dónde se dirigía.

Se concentró en los recuerdos de este cuerpo para encontrar algo que lo ayudara a escapar, y esta vez no necesitó estar tanto tiempo metido en este universo para lograr imágenes y recuerdos certeros. Lo primero que notó al absorber los conocimientos de este Vegeta, fue que estos hombres no lo estaban llevando con Freezer, esta área de las instalaciones estaban abandonadas por trabajos. Algo no estaba bien y a medida que se acercaban a su supuesto destino, se obligó a recuperar fuerzas de la nada y concentrarse, dejar de lado el dolor y recordar que pese a todo era un saiyajin, un guerrero que había sobrevivido verdaderos infiernos como para dejar que todo acabara aquí. Bulma lo necesitaba, su hijo esperaba a su madre, no les fallaría a ellos, jamás les fallaría.

Logró enderezarse y caminar mejor, y su rostro palideció aún más cuando por el reflejo de las ventanas oscuras que le daban privacidad a las oficinas vio la cara de uno de los hombres que lo llevaban. Era el pelirrojo de un par de universos atrás, el mismo que lo había perseguido con tanta urgencia en aquel mercado. Sin levantar sospecha alguna miró al otro, y tal como lo pensaba, era el hombre de los tatuajes en el cuello. ¡¿Qué demonios estaba pasando?!

No, esto no estaba bien. Solo Bulma era quien se repetía en cada universo, ella era su destino, ya lo había comprendido hace muchos universos atrás, lo de ellos estaba destinado a ser. Estos dos hombres no podían ser una simple coincidencia, había algo más y debía averiguarlo, y también debía recuperar su reloj.

Sin dejar de caminar, se tomó el pulgar derecho y con un certero movimiento lo dislocó. No hizo una sola mueca de dolor, había quebrado huesos y torturado por tantos años en su juventud, que sabía de memoria cómo y qué mover para sacarlos de su lugar sin quebrar para hacer más duradero y terrible el tormento.

No aguardó un segundo más y se liberó de la esposa. Para cuando el pelirrojo lo notó, Vegeta ya lo había golpeado en la cabeza con el codo y arrojado al suelo. El hombre de los tatuajes se lanzó con su cuerpo para derribarlo, pero el saiyajin alcanzó a hacerse hacia atrás y esquivarlo, estaba en tan mal estado que cayó sentado al resbalar con su propia sangre, pero no se permitió flaquear, se levantó y corrió hacia las instalaciones abandonadas con los sujetos pisándole los talones. Si estos hombres no pertenecían a este universo, entonces no conocían el lugar, en cambio él sí y eso le serviría para perderlos.

Era de suma importancia saber qué demonios estaba pasando, pero primero debía recuperar el reloj.


(...)


Luego de dejar el postre en la mesa, Milk retrocedió y aguardó a la espera de las indicaciones del señor. No pasó mucho hasta que Vegeta abrió la boca para despacharla.

—Ya puedes retirarte.

—Sí, señor —respondió la mujer y se retiró a su habitación. Recogería las cosas mañana temprano, a estas horas de la noche hacía mucho frío y las paredes de piedra contribuían a que el frío se impregnara en cada rincón del solitario palacio. Sus huesos ya no soportaban tanto este clima y los años encerrada habían comenzado a pasarle la cuenta.

Bulma observó a Milk hasta que la perdió de vista. Odiaba estos momento de la noche cuando ella se marchaba y quedaban solos, era cuando Vegeta se acercaba y comenzaba tocarla. No fue capaz de tocar el postre ya que sentía un nudo en el abdomen, mientras que el hombre parecía concentrado en éste. Aprovechó la oportunidad de mirarlo y no pudo evitar recordar la historia de Milk… no podía creer que en un momento llegó a sentir lástima por él.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó él y la miró de reojo.

—¿Cómo? —dijo apretando una servilleta de género.

—No estás comiendo, y no dejas de mover las piernas bajo la mesa. —Dejó los servicios, limpió su boca y la miró con atención.

—Tengo una pregunta —se apresuró en responder, no quería que se enterara cuánto le perturbaba que la conociera cuando en realidad no era así—. Ayer vino una mujer saiyajin a mi cuarto…

—Hagen —dijo tranquilo, y agregó—: ¿Ha estado molestandote?

—No, pero me incomodó un poco su presencia.

—Es una de mis soldados, solo está acostumbrada a tratar con gente que sabe pelear y matar. Puedes estar tranquila, no te hará daño. —Estiró la mano y la puso sobre la de ella.

Bulma inmediatamente miró sus manos unidas y cómo él acariciaba sus dedos con la misma delicadeza que su Vegeta lo hacía. Se mordió el labio antes de responder la caricia entrelazando los dedos, tal como ella solía responder.

—Estaba pensando… Llevo tanto acá y no he podido salir, siento que me estoy sofocando. Me encantaría poder salir de palacio y observar el lugar, contigo, claro. —De reojo vio una sombra moverse con agilidad detrás de los altos y gruesos pilares de piedra. Debía tratarse de la saiyajin, ya que Kakarotto solía desaparecer durante las cenas. La ignoró para enfocarse en Vegeta.

—Si tanto lo necesitas, mañana saldremos a tomar aire fresco.

—Maravilloso —exclamó contenta y le sonrió. Su mano continuó jugando con la de él como un par de enamorados—. Le pediré a Milk que prepare algo ligero para llevar, me encantaría comer al aire libre.

Vegeta hizo una pausa antes de hablar. Bulma supo que era porque estaba pensando cuidadosamente las palabras que diría a continuación.

—Te conozco, y sé que estás haciendo esto para congraciarte conmigo… No lo hagas.

—No estoy haciendo eso —dijo fingiendo su mejor sonrisa—. Pero si voy a estar contigo todo el tiempo me gustaría que pudiéramos conocernos mejor.

—Sé que cuando te obsesionas con algo no lo dejas ir aunque eso pueda traer graves consecuencias. Detestas que te subestimen y sueles tomarte todo como un desafío personal. Amas el vino al igual que el tabaco, odias que te digan qué hacer, y te encanta que lama tus pezones mientras estoy dentro de ti. —Se puso de pie, y sin soltar su mano, la atrajo para que también lo hiciera—. Sé todo sobre ti, y tú sabes todo de mí porque es como debe ser, porque estamos hechos el uno para el otro, así de simple.

Bulma sintió el rostro rojo y mucho más cuando sus torsos se juntaron. Era abrumador escucharlo hablar de esa forma, decir tales verdades, pero no, no conocía nada de ese hombre, era un completo desconocido para ella pese a que lucía exactamente igual a su Vegeta con unos años encima. Pero tenía que sobrevivir, tenía que hacer tiempo para que vinieran por ella o hasta encontrar una forma de escapar, no podía continuar tentando su suerte con él. Sabía muy bien qué debía hacer.

Tomó el rostro de Vegeta Black entre sus manos y acarició la cicatriz de la mejilla. Lo vio cerrar los ojos y supo que se estaba conteniendo, lo sentía en todo su cuerpo tenso y sus manos que se aferraron más a su cintura. Ahora fue su turno de cerrar los ojos y aceptar su destino, debía hacerlo, debía sobrevivir.

Besarlo con los ojos cerrados sirvió para dejarse llevar y no pensar que se trataba de otra persona, era como besar a Vegeta, el mismo cuerpo, el mismo aroma, los mismos músculos. Lo que sentía hacia este hombre lo distinto. No había amor, no había pasión, ni esa necesidad casi enfermiza de estar unida a él.

Fue él quien tornó el beso más apasionado, ya había esperado lo suficiente para perderse en sus brazos y dejar el pasado como si se hubiese tratado de una pesadilla. Esa noche, Bulma había escogido un precioso vestido rojo para usar, sin saber que era uno de sus favoritos. No quedaría mucho de éste al terminar la noche.

A medida que los besos se tornaban más fieros y acalorados, los guantes del hombre terminaron en el suelo y sus manos la recorrieron con ansiedad, deseoso de sentir su piel, probarla y comerla en vida después de tantos años buscándola. Era ella, sabía que lo era, lo supo en cuanto llegó a su realidad y la observó de lejos tratando con su hijo pequeño y su contraparte de ese universo.

Bulma dejó escapar un pequeño grito cuando sin aviso, el hombre la tomó de las caderas y la sentó en la mesa para ponerse entre sus piernas. Algunas cosas cayeron al piso, pero las alfombras minimizaron el sonido. Cuando Vegeta, sediento por ella, le subió el vestido para acercarse más y llevó la boca a su cuello tentador, Bulma se permitió abrir los ojos y casi agradeció que la saiyajin estuviera mirándolos descaradamente, sin intención de ocultarse detrás de los pilares como lo había estado haciendo hasta ahora. Aquello le sirvió a Bulma para distraer la atención en algo más que no fuera en lo que estaba a punto de suceder.

Debió regresar su atención a él, cuando sintió su mano en la mejilla. Se miraron a los ojos y pudo encontrar ese brillo que tanto adoraba descubrir en los ojos de Vegeta. Este hombre que apenas conocía estaba tan enamorado de ella que casi dolía. Era inteligente, tenía que aprovechar eso a su favor y dejar de atormentarse de lo que estaba ocurriendo. Todo por sobrevivir.

Sin dejar de mirar sus ojos negros, llevó las manos a los lazos del corsé y lo soltó hasta que sus pechos estuvieron expuestos para él. Vegeta terminó lo que ella comenzó y rasgó la tela hasta exhibir la piel blanca de su torso hasta su ombligo. No tardó en volver a su boca y casi desesperado rasgó el resto del vestido.

Bulma cerró los ojos cuando sintió sus manos sobre la piel de sus muslos, en su sexo, y no pudo evitar abrazarlo y aferrarse con fuerza a su cuello cuando finalmente lo tuvo en su interior. Apretó los dientes para no quejarse por el dolor de cada embestida y volvió a abrir los ojos. La saiyajin continuaba ahí, observando en silencio, odiandola con todo su ser. Se aferró a esos ojos negros e inundó su mente con ellos, era lo único que le quedaba.

Todo era tan surrealista: estaba con Vegeta, sentía sus manos firmes, su aliento, sus quejidos, pero no era él y eso la perturbaba. Sin embargo lo había decidido. Haría de todo para sobrevivir y volver a su realidad, con su Vegeta y su hijo, y nada ni nadie se lo impediría.


Continuará...


Hola a todos y todas. Muchas gracias por llegar hasta aquí. Este es el capítulo más largo de Paradoja hasta ahora y creo que por lo que se viene no habrá más capítulos cortos.

Afortunadamente Bulma no ha corrido la suerte de las otras Bulma que habían caído en las manos de Vegeta Black, pero no por eso le tocaría fácil. Ya se dio cuenta que tendrá que hacer sacrificios para mantenerse con vida hasta que su Vegeta la encuentre o ella busque una forma de escapar (lo que ocurra primero)

Ya conocieron la historia de Vegeta Black (le di un "apellido" para que no se confundieran más a la hora de mencionarlo. Todo fue idea de Diana n.n) y pronto tendrá más participación en la historia.

También apareció una nueva saiyajin, Hagen, la cual también tendrá su papel en todo esto que sucede.

En cuanto a nuestro Vegeta, está comenzando a agotarse de tanto viaje, pero por otro lado está comenzando a manejar mejor su consciencia en los universos, como también los recuerdos, aunque eso le provoca demasiado dolor. Esta vez le tocó una Bulma bastante agresiva, pero sobre todo, ahora ya se dio cuenta que esto no se trata de un simple accidente. Hay algo mucho más profundo y tiene que averiguar qué es. En el próximo capítulo se sabrá cómo termina su estadía en aquel universo, si logra encontrar a Bulma y sobretodo, si recupera el reloj.

Muchas gracias por sus comentarios. Estoy feliz de que haya gustado tanto esta historia, y todavía le quedan 15 capítulos, así que estamos recién comenzando.

Pueden encontrarme en facebook como Dev-Fanfiction y en mi biografía de esta página también pueden encontrar el link que los lleva a mi face.

Espero sus reviews que me llenan de energía para seguir escribiendo y publicar semanalmente.

Nos estamos leyendo.

Dev.

27/07/20.