Capítulo 1.- Groom Lake Road
«En un lugar de la Marcha de cuyo nombre no quiero acordarme, ha mucho tiempo que vivía un ponidalgo, de los de lanza en astillero, adarga antigua, más bien flaco, y galgo corredor. Una olla de algo más heno, que pasto, salpicón vegetariano las más noches, cupcakes y tartas los sábados, tortitas de lentejas los viernes, alguna sabrosa manzana de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. (...)
Es pues, de saber que este sobredicho ponidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio del galope, y aún la administración de su hacienda»
«Don Cascote de la Marcha»
Don Miler de Sidrantes.
Twilight decidió cerrar el «Don Quijote» y se frotó los ojos, la vista cansada. No había podido dormir mucho la noche anterior y el vaivén del minibús por la cada vez más polvorienta y estrecha carretera de Groom Lake había conseguido marearla. Encontró la mirada preocupada de Spike, que la observaba en el espejo retrovisor desde el asiento del conductor.
–Lo siento, Twi. ¿Voy demasiado rápido?
–¿Demasiado rápido? –protestó cáustica Rainbow Dash–. ¿Vivimos tú y yo en la misma dimensión, joven dragón?
Twilight sonrió para poner paz.
–Está bien. Es sólo que quizás éste no es el mejor lugar para leer, Spike.
–Que me aten a un granero y me pinten de rojo –intervino Applejack con el sombrero aún sobre sus ojos, desde el fondo del minibús–. Creo que es la primera vez que te oigo decir algo así Twi.
–Bueno, no sé si es la primera vez querida –sonrió Rarity desde la fila de atrás–, pero ya que has terminado de leer el libro, te ruego te recuperes y revises la lista de ropa que me pediste.
Twilight asintió, recuperando el interés por llevarse algo a los ojos. Revisar la ropa que Rarity había preparado era el último y, por tanto, más desquiciante punto por tachar de su lista de preparativos. Tomó con su magia el documento grapado y comenzó a revisar. Varias páginas. Vaya. No le extrañaba que llevaran la panza del minibús hasta arriba de maletas.
–¿Por qué leer ese libro justo ahora? –se interesó Pinkie Pie–. Me dijiste que sólo hablaba de cosas antiguas.
Twilight notó un suspiró de alivio no pronunciado por todas sus amigas. Pinkie había mantenido un respetuoso silencio durante el viaje después del quincuagésimo «¿hemos llegado ya?», pronunciado dos millas después de haber salido de la base Edwards. Los rugidos de ira de Rainbow Dash y la cinta americana de Applejack inmovilizándola al asiento habían conseguido un viaje relativamente plácido después de eso.
–Sí, son cosas antiguas Pinkie. Pero es... Son importantes –suspiró sin levantar la vista de la lista de la ropa de Rarity–. «El Don Quijote de la Mancha» es un libro que guarda muchas similitudes con el «Don Cascote de la Marcha». Trata el mismo tema. ¡Hasta hay capítulos prácticamente idénticos!
–¿«Don Cascote de la Marcha»? –bufó Rainbow Dash–. ¿Ese muermazo? ¿Me estás diciendo que los humanos tienen su propia versión del «Cascote» y que encima te la estás leyendo?
–A lo que voy –retomó Twilight–, es que habla de un viejo hidalgo español que enloquece como resultado de leer demasiados libros de caballerías.
–¿Caballerías? ¿Qué son caballerías para los humanos? –se extrañó Fluttershy
–Parecido a las nuestras. Caballeros andantes. Héroes. Monstruos –explicó Twilight–. En el siglo XVI era prácticamente la única literatura de entretenimiento. Al menos la más popular. De tanto leer, tanto don Quijote como don Cascote, enloquecen.
–Apuesto a que eso te toca una fibra sensible, azucarillo –sonrió Applejack desde atrás.
–Creo que a todas debería –señaló Twilight–. Ya sabéis de lo que hablo.
Rainbow Dash fue la primera en protestar.
–¡Oh, vamos! ¿Otra vez con ese tema? ¡Las películas humanas no tienen nada de malo! ¡Ni los videojuegos! Además, ¿cómo se suponía que íbamos a preparar esta aventura si no tenemos información del sitio? ¡Es como súper secreto!
–¡Súper-súper-súper secreto! –apoyó Pinkie Pie.
Twilight aceptó asintiendo sin ánimo para una nueva discusión. En el fondo, Rainbow Dash tenía razón. El Área 51 era uno de los pocos sitios de los que no habían encontrado referencias fiables. Hasta sobrevolarlo en la misión de Serena (*1), ¡ni siquiera habían sabido que un lugar tan importante existía! Buscando información en bibliotecas, archivos y material videográfico, sólo habían sido capaces de encontrar vagas referencias a experimentos militares, extraterrestres, ovnis y documentales de muy dudosa veracidad. Incluso la fuente más aparentemente seria, la recopilación de declaracions de Bob Lazar, un supuesto ex-trabajador, estaban llenas de incongruencias. Ante la falta de datos fiables, finalmente, Twilight había dado su pata a torcer y habían recurrido a las películas. Más allá del entretenimiento, había tenido que aceptar que daban pistas muy útiles sobre la cultura humana. Al menos las que tenían cierta calidad. El resto... En fin... Aún tenía pesadillas con aquella producción de bajo coste llamada «Área 51» (*2). No por la sangre. Sino por lo mala que era. Conseguía que echase de menos ver de nuevo «Top Gun».
–Y además –aleteó Dash, triunfante–, olvidas que gracias a «La jungla de Cristal II» (*3), Derpy pudo aterrizar en Dulles (*4).
–Ciertamente me alegro de que lo consiguiera, pero no podemos dejarnos llevar por...
–Derpy. Dulles. Éxito. Caso cerrado señoría.
Y Dash se sentó volviéndose a poner las gafas de sol de espejo.
Twilight iba a protestar enérgicamente, pero entonces Spike detuvo el minibús entre una nube de polvo.
–Creo que hemos llegado.
(*1).– Ver «Lo que fuimos: SR-71»
(*2).– Está en youtube. No sé si de manera legal, o porque es tan horrible que nadie se ha molestado en hacer un cease and desist.
(*3).– En España es como se tituló a «Die Hard II»
(*4).– Ver «Lo que fuimos: Derpy Down Under»
Rarity bajó del minibús en cuanto el polvo se asentó un poco. Decidió recogerse las crines en un pañuelo para evitar la tierra y con sus gafas rojas de sol vintage, llenas de brillantes ideales, finalmente se decidió a pisar aquel desierto tan... Tan... Esponiartano. Trotó un par de pasos y se acercó a los carteles que estudiaban sus amigas. Twilight y Spikey-Wikey los revisaban con sumo interés a pesar del insoportable claro.
–Dicen que a partir de este punto –informó Twilight–, se autorizará el uso de fuerza letal.
–¿Qué es fuerza letal? ¿Es como la película de «Arma letal»? –se interesó Pinkie dando saltitos.
Rarity se apiadó de ella y empezó a quitarle cinta americana del lomo delicadamente, o acabaría con una depilación innecesaria. Se había puesto su gorro paraguas para protegerse del sol; con respecto a moda, Rarity había decidido hacía tiempo hacer la vista gorda con ella.
–Significa que según las leyes humanas, si hay alguien vigilando pueden matarnos sin temor a consecuencias –explicó Twilight.
–Eso no suena divertido –protestó Pinkie.
Applejack se echó el sombrero atrás.
–Bueno. No sé si será divertido o no, azucarillo. Pero creo que no hemos llegado hasta aquí para deternos sólo por lo que diga un cartel oxidado.
Rarity fue a abrir la boca, pero entonces vio sacudirse a Pinkie Pie. Un golpe de cola, dos sacudidas, las crines revueltas. Se llevó un casco al pecho y justo cuando creía que la pobre estaba teniendo algún tipo de convulsión, comprendió que se había activado su «Pinkie Sentido».
–¿Es el «Pinkie Sentido»? –se interesó Fluttershy.
–Aha –contestó Pinkie, la mirada perdida.
–¿Y... Qué has sentido? –se interesó Applejack.
–Todo.
–¿Cómo que todo? –se extrañó Rainbow Dash.
–Bueno... Pinchazo en la rodilla, varios, así que varias cosas aterradoras van a pasar. Se me movió la cola, así que algo va a caer... Orejas caídas, tick en el ojo... ¡Y la sacudida completa!
–Algo inusual, ¿umh? –pareció recordar amargamente Twilight.
–¡Oh! ¡Y hay algo nuevo! ¡Un hormigueo en la pata izquierda que no sé qué significa!
Fluttershy se acercó a Pinkie y Rarity vio cómo agarraba delicadamente con su boca un pequeño animal. Luego lo dejó en el suelo un poco más lejos.
–No te preocupes, Pinkie Pie. El hormigueo era sólo un Hadrurus Arizonensis. Una hembra.
–¿Un qué?
–Un escorpión gigante peludo –explicó Flutty dulcemente–. Endémico en este tipo de ecosistema. Su picadura no es muy peligrosa.
–¿Y... Cómo sabías que era una hembra, cariño?
–Tenía todo el caparazón exterior cubierto de huevos. Es como tienen a sus bebés. Es adorable, ¿no creéis?
Rarity sintió un escalofrío en el lomo hacia lo que Fluttershy podía considerar adorable, aunque gracias a Celestia y por fin, Twilight propuso entonces subir al minibús y continuar camino. Antes de hacerlo, sin embargo, detuvo a Rarity en la escalerilla.
–¿Rarity?
–¿Sí?
–¿Por qué en la lista de ropa hay una docena de tops y braguitas de algodón blanco?
Rarity se extrañó con la pregunta.
–Cielo, necesitamos ropa interior.
Twilight la miró, una ceja levantada. Siempre hacía ese gesto cuando una respuesta no la satisfacía. Rarity encontraba que a veces, en palabras de Pinkie Pie, Twilight Sparkle podía ser un poquito cargante.
–No está en la sección de ropa interior, sino en la de «atuendos»
Rarity hizo memoria entonces. ¡Tantos preparativos! Había tenido que adaptar casi cincuenta chalecos de kevlar a tres diferentes medidas de pegasos y eso no contando con toda la colección que llevaban en el minibús. Los tops y las braguitas, claro. Como apenas le habían dado problemas, los había olvidado.
–Bueno querida. Ya me conoces. ¡Hay que vestir para el éxito! ¿Recuerdas aquella película de «Alien, el octavo pasajero»? La protagonista hace frente a la temible criatura haciendo uso de su intelecto, su femineidad y un top y braguitas blancos –razonó Rarity–. Si nos encontramos una temible criatura alienígena ahí dentro, debemos estar preparadas. (*5)
Twilight se llevó el casco a la frente.
–¿Ves? Esto es lo que me temía cuando hablaba de «Don Quijote». ¡El peligro de tomar la realidad por una fantasía! –gruñó–. Sigourney Weaver lleva ese atuendo en «Alien» porque Ridley Scott, su productor y probablemente su guionista, tenían claros niveles de hormonas disparadas. ¿Cómo se supone que vamos a hacer frente a una criatura del espacio exterior en ropa interior?
Rarity se encogió de hombros.
–Bueno, al menos admites que son atuendos. Cielo... Yo no hago la moda. Sólo la sigo –suspiró–. ¿Quieres saber cómo vamos a hacer frente a un alienígena si lo encontramos ahí dentro? Bueno, no lo sé. Pero sí te diré algo: será yendo vestidas adecuadamente. Y juntas –se le ocurrió–. Juntas también. Lo que siempre hacemos.
Rarity se dio la vuelta y vio a todas las demás al pie de la puerta del minibús, sonriendo, segundos antes de abalanzarse sobre la, a veces cargante, Twilight Sparkle.
–¡Pues claro que juntas! –rió Applejack–. ¿De qué otra manera nos enfrentaríamos a un alienígena comecerebros?
–O a un humano enloquecido que haya quedado allí dentro –continuó Rainbow Dash– y le haya dado por disparar misiles a aviones desprevenidos. (*6)
–No olvidéis... La Magia en el Mundo –recordó Fluttershy–... Puede que lo mismo que se le apareció a Derpy en Australia aparezca aquí. (*7)
–¡Oh! ¡Oh! ¿Y robots? ¿Creéis que encontraremos robots? –saltó entusiasmada Pinkie.
Todas miraron a Spike.
–A mí no me miréis –rezongó–. Yo aún creo que vamos a encontrar el sitio completamente vacío.
–Bueno –sonrió Rarity–. Sea como sea, lo que encontremos, le haremos frente juntas.
Twilight las abrazó a todas, incluído a Spike, y suspiró con fuerza.
–Está bien. Vamos para allá –propuso–. Despleguemos la pancarta para que vean que venimos como amigas y en son de paz.
(*5).– Después de que se me ocurriese la idea, recordé que la había visto en un episodio de «American Dad». Prometo evolucionar esto de forma diferente.
(*6).– Ver «Lo que fuimos: SR–71»
(*7).– Ver «Lo que fuimos: Derpy Down Under»
NdA: Y aquí estamos. Me volví a bloquear con «Guerra Civil» y necesitaba desconectar.
Normalmente hago una introducción en plan prólogo, pero revisando he visto que va contra las normas de fanfiction (supongo que para evitar el descabalgamiento de capítulos), así que lo hago aquí. «Lo que fuimos» fue creación de SG–91 y este es un spin-off de esa historia. De esa y de otro relato (también spin-off de «Lo que fuimos»), llamado SR-71 y que perpetré yo. Hay, que yo sepa, al menos otro relato de Volgrand en proceso que es también un spinoff de SR-71 y que se llama «Área 51». Lo último que quiero es pisar su trabajo (y el de cualquiera que quiera escribir una continuación de SR-71 en el universo «Lo que fuimos», que bienvenido sea), así que tendréis que leer este (jeje, spoiler), para encontrar un motivo por el que ambos (o más) relatos puedan co-existir.
He estado dándole vueltas y vueltas al tema del rating. Todos mis relatos de ponies son K+ a lo sumo, pero este es T. Lo he subido un poco porque hay referencias ochenteras y de cultura pop que no son tan políticamente correctas, además de referencias más o menos veladas a temás más adultos. Aquí en España eso merece por lo menos una T.
Más cosas. «Don Cascote de la Marcha» lo leí por primera vez de FHix, hasta donde recuerdo. Leí el concepto por primera vez en su relato «Día a Día en la Biblioteca» y me gustó tanto que lo he metido un poco en el canon de esta historia. Si el autor es otro (¿pude leerlo en otra historia de SG-91?), mil disculpas y corregidme que rectifico.
Intentaré que los capítulos no superen las 2000 palabras y la cosa, como mucho, debería llegar a 20. Respecto a frecuencia de posteo... Ni idea. El de Derpy lo pude hacer a varios por semana porque llevaba material escrito. Con este voy a lo loco, me temo, así que habrá huecos; espero en todo caso no tardar demasiado entre uno y otro.
Gracias por leer.