Discleimer: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, solo soy dueña de mis Ocs. El presente One Shot se escribió como parte de las actividades en el marco del Día Internacional de la mujer.


¿Qué es lo más triste que puede sucederle a una mujer?

En éste relato se inicia con ésa pregunta: He escuchado que lo más triste es perder la dignidad, sentirse sola, no tener aspiraciones para vivir.

Mientras tengas un propósito, un ideal, nunca desistas. O al menos Junet lo comprendió.


Forjando un destino

(One shot Spin off de Saint Seiya: Dioses y Guerreros)

1

Habían transcurrido las guerras contra los dioses, parecía que todo volvería a la normalidad.

Se conocía que el caballero de Andrómeda, Shun había desarrollado su habilidad como médico y, que por su alma pura se le había designado ser el heredero de la armadura de virgo.

Durante éste tiempo, el guerrero de cabellos verdes se había reservado sus sentimientos pero, había algo que le inquietaba.

-¿Estaré a tiempo? – Fue la pregunta que se hizo en voz alta. Al parecer había retornado a la Isla de Andrómeda (o lo que quedaba por ella) para poder rendir honores a sus compañeros caídos y, cumplir una promesa que había hecho años atrás.

Aunque ese es el contexto de la historia del varón coprotagonista, sabremos que en ésta ocasión, no nos centraremos en él.


2

La última sobreviviente, Junet, se había transformado en una mujer con madurez emocional. La etíope de tez canela y cabellos rubios entrenaba duramente a la orilla del mar, utilizando con la diestra el látigo característico de la armadura del camaleón.

Se había propuesto a superarse para convertirse en una amazona de gran envergadura y se prometía así misma luchar por la justicia y principalmente, vengar a su maestro Albiore en quien veía en él a una figura paterna.

-¡No me rendiré maestro, lo juro!

Podía escucharse la violencia de las olas al estrellarse contra las rocas mientras la joven amazona incrementaba su cosmos.

-¡Junet, Junet! – Se escuchó la voz de una pequeña de cabellos castaño quien usaba un vestido en color rosa, tendría aproximadamente 8 años.

La mujer dejó su entrenamiento.

-¿Qué ocurre Stella? – Le menciono con voz neutra Junet.

-¡Unos hombres llegaron a la parte norte de la isla, son mercenarios y están destruyendo todo! – Gritó con desesperación. – Si no fuera por lo que me has enseñado, no habría logrado escapar.

Junet asintió en silencio y decidió aumentar su cosmos para invocar a su armadura y revestirse de ella. Hasta la fecha portaba la máscara, a pesar de que su rostro había sido visto por Shun, a quien le tenía amor.

-¡Quédate aquí Stella! – Le dijo mientras se inclinaba hacia la menor – Si no vuelvo, usa el bote que está tras las rocas y huye.

-Confío en que ganarás Junet. – Le dijo la menor.

La joven etíope se dispuso a cumplir con su deber de amazona, debía cumplir con su deber.


3

La isla Andrómeda había cambiado mucho desde que Junet y Shun entrenaban. Ahora, existían casas de piedra con techos de paja en las cuáles familias de pescadores habían llegado a vivir. Lo que antes fue un lugar de entrenamiento, ahora, se convertía en un refugio para las personas que no tenían un hogar.

Junet había hecho amistad con los lugareños quienes provenían de otras regiones en donde existían las dictaduras y la esclavitud. Con el paso del tiempo, ella se ganó enemigos cuyos valores estaban en contra de los ideales de Athena.

No tenía un digno oponente de batalla, esperaba hallar a uno que le involucrara usar toda su fuerza.

Con cautela se acercó y notó que había doce hombres a diestra y siniestra causando alboroto entre los lugareños.

Estos sujetos estaban utilizando armaduras como los que usaban los guardias que cuidaban el santuario en los tiempos del patriarca Saga.

-¡Vamos, camina! – Gritó un hombre de tez morena que indicaba que había perdido el ojo izquierdo en batalla, su cabello de fuego se ondulaba con el viento.

Usando su fuerza física había logrado a aventar de bruces a uno de los pescadores.

Los once restantes imitaban las actitudes de su compañero. Junet observaba sin precipitarse mientras que percibía como los hombres eran reunidos en medio junto con algunos niños. Las mujeres permanecían separadas por aparte siendo vigiladas por tres caballeros que las observaban con lujuria y deseo.

-¡Escúchenme todos! – Habló el hombre tuerto. - ¡Ésta isla nos pertenece! Ustedes se dedicarán construir casas decentes en medio de ésta pocilga – Explicaba el hombre sin perder su autoridad. – A partir de hoy, su descendencia será de guerreros.

Al decir esto, uno de los hombres que vigilaba a las mujeres tomó a una de los cabellos y por la fuerza la arrastró en el interior de una de las casas. Junet notó que la mujer en cuestión se trataba de la madre de Stella.

-¡No, por favor, no lo haga! – Se alcanzó a escuchar los gritos de súplica.

Uno de los hombres intentó revelarse pero el tuerto lo golpeó con brutalidad.

-¿A dónde crees que vas, estúpido? – Le preguntaba con ironía.

Los hombres murmuraban qué clase de sujetos eran, mientras los gritos de la mujer en pedir ayuda se hacían más fuertes.

Sin embargo, el sujeto que había entrado para cometer el abuso salía proyectado con violencia sin mostrar señales de vida.

Los lugareños contuvieron la respiración mientras el enojo y sorpresa de los forasteros se veía reflejado en sus rostros.

-¡Posición de defensa! – Gritó el tuerto.

El viento soplaba fuertemente, y así como no puede verse, pero si sentir su presencia, de la misma manera los forasteros Caían fulminados por golpes mortales. Intentaban golpear a quien osaba desafiarles, pero, sus esfuerzos eran en vano.

Poco a poco los lugareños se alegraban al ver que sólo un hombre quedaba de pie.

-¡Muéstrate cobarde!

Así como el viento deja de soplar, de la misma manera apareció Junet de Camaleón usando su látigo que, como si fuese una serpiente se había enredado en la garganta de su rival.

El tuerto apenas puede articular palabra y observa a la mujer.

-Creí que Shun era el último discípulo de Albiore….

Junet no mencionó palabra alguna y de un tirón que ejerció con la diestra había estrangulado a aquel guerrero.

Se hizo el silencio mientras la calma regresaba.

-Nadie va a lastimarlos, lo prometo por mi maestro Albiore.


4

Junet guardó silencio.

-¿Por qué había mencionado el tuerto a Shun y Albiore?

"¡¿Acaso no soy una verdadera Amazona?!" – Se reprendía mentalmente.

"El cosmos es eterno"

Se escuchó la voz gentil del caballero de Cefeo.

La etíope susurró el nombre de su maestro recordando sus lecciones mientras su corazón se rodeaba de calidez.

Stella llegaba a acompañar a la amazona por las mañanas y continuar con su entrenamiento hasta que, por azares del destino, habiendo transcurrido tres meses del incidente, un hombre vestido de Sayal aparecía en la isla de Andrómeda.

-June de Camaleón. – Se escuchó la voz profunda del hombre.

Stella y June se giraron hacia el forastero que le habían hablado.

-¿Te conozco? – Preguntó la Etíope como si lo desafiara.

-¡Te desafío! – le indicó el hombre.

-Mi maestra está comprometida, no puede aceptar su desafío. – le dijo la niña.

-Lo sé. – Respondió el hombre de forma neutra. –Conozco la regla de las máscaras, tanto ella y yo conocemos el riesgo.

-¡No estoy comprometida! – Mencionó Junet.

Tanto Stella y el forastero se extrañaron de aquella respuesta tan desafiante.

-Pero el caballero de Andrómeda…. – Le indicó Stella

-Olvidó su promesa por una causa mayor, y ésta se invalida. – Dijo Junet mientras se dirigía hacia el forastero. – Stella, nunca hagas una promesa que no cumplirás con el corazón.

Un leve titubeo se dejó escuchar en el forastero.

-Acepto tu desafío, ¿estás listo? – Preguntó Junet.

-No. – Respondió con voz tajante – Pelearemos allá. – Señaló con la diestra el forastero.

Tanto la menor como la amazona giraron la vista y se percataron que era el espacio de entrenamiento donde Albiore les entrenaba.

Junet asintió con la mirada mientras Stella le seguía.

Parecía como si los dos oponentes se conocieran. Habiendo tomado distancia Junet elevó su cosmos para enfrentar a su rival y de inmediato, la armadura de Camaleón se unió a la amazona.

El forastero no hizo ningún movimiento y espero el ataque.

La etíope inició su ataque con una serie de latigazos que parecían doblegar a su oponente mientras que éste último se movía más rápido.

-Eres lenta, amazona, ríndete. – Le expresó con suavidad.

-¿Estás seguro de lo que dices? – Dijo la amazona quien rápidamente soltó el látigo y utilizó sus puños y piernas para golpear al forastero quien no esperaba una reacción.

El hombre del sayal salió proyectado violentamente.

-¡Maestra! – Gritó Stella con entusiasmo.

Sin embargo, poco tiempo le duró cuando de la nada un ataque dulce y violento a la vez había golpeado a la amazona…

Junet sintió parte de su armadura destrozada mientras caía de bruces contra la arena.

El forastero se levantaba y se dirigía hacia la guerrera del cabello rubio. Sin embargo….como pudo, la mujer se había levantado.

-El maestro Albiore dijo que El cosmos es eterno. – Dijo Junet mientras se levantaba. - ¡No me daré por vencida!

-Junet… - Dejó escapar la voz el forastero mientras ella se dirigía con todas sus fuerzas a atacar.

Stella observaba con asombro y respeto la pelea, el guerrero aún conservaba el sayal sin saber alguna seña o rasgo físico para distinguirlo.

-¡Maestra! – Gritó la niña.

Aquella mujer se movía ágilmente como si fuese hija del viento mientras que el guerrero la llevaba a esforzarse.

-Junet, ¿qué quieres demostrar con esto? – La voz del guerrero empezó a tener un matiz familiar.

-Yo… soy una amazona, no fui considerada digna de la armadura de Andrómeda, ¡no fui de ayuda para mis compañeros! Sin embargo, ¡No pude vengar a mi maestro!

La velocidad de combate aumentaba.

-¡No podía darme el lujo de no despertar mi cosmos!

Al decir esto… como si fuese una señal del más allá una luz proveniente del fondo del mar se intensificó y en medio de ella, emergió una caja que contenía una armadura.

-¡La armadura de Cefeo! – Expresó el forastero mientras observaba que reconocía a alguien digno de ser su portadora.

Junet pudo sentir como aquella del color del océano se unía a ella y en un movimiento violento hizo estallar su cosmos, las cadenas de Cefeo se habían activado atrapando y proyectando de forma brutal al forastero.

-Maestro… Albione…. – Susurró mientras la máscara de la amazona caía y como sus ojos se perdían cerraban.

Escuchaba a lo lejos los gritos de Stella, como la voz del forastero quien había recuperado su voz gentil y después… todo se hizo silencio. La menor lloraba por la preocupación.

-No llores Stella. – Le dijo el hombre quien se retiraba el sayal. – Junet no va a morir.

-¡El…el…caballero de Andrómeda! – mencionó la menor con la emoción desbordada.

-Cumpliré mi promesa. –Respondió mientras llevaba a la amazona entre sus brazos.


Nota del autor: En el longfic, el encuentro entre Shun y Junet se narra de forma diferente con más romanticismo, pero aquí deseaba plasmarlo a modo de expiación y desafío como en su momento Kanon lo experimentó con Milo de scorpio al recibir la aguja escarlata.

Gracias por leer.