Disclaimer: applied.
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EL CAMBIO
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El ambiente era tan sombrío y tenso que parecía increíble que unos días antes hubiesen estado de fiesta, riendo, emborrachándose y celebrando por la primera recompensa de un pirata que nadie conocía pero del que Ace no había parado de hablar desde los días en que intentaba matar a su capitán. Todo había terminado en una escaramuza contra el idiota de turno que había ido a retar a oyaji, y del que Thatch se había ocupado sin mucho trámite regresando intacto y con una fruta del diablo en mano.
Habían celebrado doble por esa victoria sin alcanzar a comprender como iban a cambiar sus vidas desde ese instante.
En el momento en que Marco y Ace habían hallado a Thatch agonizando supieron que nada nunca sería lo mismo.
Ace solo podía pensar en toda la sangre, y en las pocas personas que lo habían querido y había perdido: su madre y Sabo. En el Moby Dick había hallado cosas que pensó nunca tenía derecho a poseer, algo que solo su torpe, atolondrado y querido hermano menor representaba: una familia, personas que lo protegían y que quizá pensaban que su vida merecía la pena.
Al menos se suponía que era así, que todos eran una familia, que había lazos más fuertes que la sangre entre ellos, y, sin embargo… sin embargo… Thatch estaba muriendo y alguien en quien habían confiado era la causa de eso.
Era lo único en lo que podía pensar mientras Marco gritaba órdenes, mientras la lluvia caía implacable, y algunos comenzaban a llorar al sentir la caída del haki de Thatch. Miró sus manos llenas de sangre y recordó las palabras de su abuelo, recordó que su madre había muerto para protegerlo, y Sabo, cuyo cuerpo nunca fue encontrado, lo hizo para conseguir su libertad.
Así se suponía que debía ser una muerte… por elección o por sueños, no por traición, no a manos de alguien que se llamaba tu amigo.
Ace comenzó a temblar, sus puños empapados de sangre, el fuego lamiendo su cuerpo, y Marco lo miró cerrando los ojos con frustración y dolor.
"¿Quién había sido? ¿Por qué?"
—Teach… Teach es el único que falta.
El anuncio fue como un golpe. Ace levantó la mirada hacia Marco con incredulidad, rabia y dolor.
—¿Teach? —Por primera vez desde que encontraron a Thatch, Ace abrió la boca, y aunque su voz era moderada había un timbre extraño y una presión que hizo que todos tuvieran escalofríos y algunos se desmayaran.
Haki del conquistador.
Nadie aparte de los comandantes había visto a Ace utilizar alguna vez el haki del conquistador (la mayoría ni siquiera sabía que lo tenía), pues era un poder del que el muchacho había decidido renegar a su totalidad desde que le explicaron lo que ello conllevaba. Para él solo había un rey y era Shirohige; no necesitaba de más, no necesitaba de ningún poder que lo marcara como alguien especial o importante, así que jamás había intentado controlarlo ni utilizarlo a su favor. Era algo que se le escapaba de las manos en situaciones muy peligrosas o cuando su temperamento hacía gala como en ese momento, y sin control alguno su haki no discernía amigos de enemigos, solo aplastaba la voluntad de los débiles.
—¿Por qué? —Preguntó en voz queda sintiendo que todo era una pesadilla—¡¿POR QUÉ?! —¿No bastaba con ser el hijo de un demonio? ¡¿Ahora tenía que cargar con el peso de saber que uno de sus subordinados había traicionado y deshonrado a oyaji y Thatch?!
—La fruta del diablo que encontró no está —explicó Marco en tono monótono y frío. La comprensión de eso lo había hecho destrozar parte de la habitación de Thatch con rabia e impotencia, pero frente a Ace se mostraba calmado como debía ser. Era el primer oficial, era el comandante de la primera división y su deber era mantener la cabeza fría.
—¿Una fruta del diablo? ¡¿Hizo esto por una fruta del diablo?! —exigió Ace a Marco intentando no perder la cabeza.
—¡Si, Ace! ¡HIZO ESTO POR UNA FRUTA DEL DIABLO, YOI! ¡HAY PERSONAS QUE HARÍAN COSAS PEORES POR UNA DE ESAS FRUTAS, MALDICIÓN! —Marco no necesitaba que Ace repitiera sus palabras para entender el horror de todo.
—¡NO AQUÍ! ¡NO EN ESTE BARCO! —Gritó él a su vez llevándose las manos al rostro con desesperación y odio— ¡TEACH! —Su bramido se escuchó en todo el barco y Shirohige, sentado en su sitio, cerró los ojos como si eso bastara para poder bloquear la realidad.
Lo siguiente que sucedió, sin embargo, fue tan rápido que nadie pudo asimilarlo bien hasta que Ace salió de su camarote con una mochila en mano, la mirada en sus ojos bastó para alertar a los otros comandantes y a Shirohige.
—¡No! —Marco se interpuso al instante con el ceño fruncido al notar sus intenciones— ¡Padre no ha dado ninguna orden!
—¡No necesita dar ninguna orden! ¡Está claro lo que se debe hacer! —rugió Ace de forma sombría— ¡Apártate! —No esperó para ver si Marco se apartaba, lo empujó con una mezcla de rabia y haki, y fue hacia la borda cuando fue detenido nuevamente por su división.
—¡Ace!
—¡Comandante Ace!
—¡Suéltenme, maldición! —gritó irritado, intentando soltarse de todos los que se le habían prendido.
—Ace… —Oyaji intentó decir algo pero otra persona habló al mismo tiempo.
—Oyaji…—La puerta de la enfermería finalmente se abrió y una mujer salió quitándose los guantes ensangrentados. No pareció reparar en la pelea que se llevaba a cabo, solo prestó atención a su capitán, en su rostro cansado se formó lentamente una débil sonrisa—. Está vivo.
Y eso fue suficiente.
Está vivo.
Nadie pudo adivinar en ese momento como esas dos simples palabras cambiarían todo el curso de la historia.
Ace dejó de ser detenido porque de pronto todos estaban llorando de alegría, abrazándose y pidiendo más información, y él se quedó parado en su sitio mirando todo como si contemplara algún tipo de fantasía.
Thatch había sobrevivido…
Tuvo que repetírselo una vez, luego otra vez, y otra y otra para asimilarlo y, cuando comprendió lo que eso significaba y sintió el haki de Thatch, lloró. No había llorado ni siquiera cuando sostuvo a su amigo y por un momento no sintió su pulso, tampoco cuando fue llevado de sus manos a la enfermería dejando un regadío de sangre.
No había llorado desde que Sabo murió y Luffy fue herido por aquel oso.
No había llorado nunca de alegría, fue extraño y al mismo tiempo tan liberador que no le importó nada más. Alguien le dio unas palmaditas a modo de consuelo y felicidad y, por un momento, Ace se permitió perderse en esos minutos de desesperante alegría, llorando con el resto, dejando que la noticia sedara parte de su ira.
—Su estado es aún crítico pero sobrevivirá con los cuidados adecuados.
Shirohige cerró los ojos nuevamente, pero esa vez sonrió: su hijo estaba vivo… podrían pensar con claridad lo que iban a hacer después de su recuperación.
—Lo has hecho bien, Irma —agradeció.
—Gracias, oyaji —sonrió la mujer regresando a la enfermería.
Aquello hizo que Ace volviera bruscamente a la realidad, ¿por qué razón en especial? Él no lo sabía, pero sintió su piel erizarse al captar un destello de la habitación blanca que odiaba. Quizá porque le hacía pensar en su madre sobre una cama llena de sangre, porque le hacía pensar en Sabo, porque le hacía recordar cuan frágil podía ser una vida, con cuanta facilidad podía perder a quienes quería mientras él se mantenía con vida.
Volvió la mirada casi perdida a sus manos, y frunció el ceño al sentir como si aún estuviesen llenas de sangre a pesar de que se había lavado insistentemente antes.
"Teach… Teach… Teach…", se repitió el nombre buscando que la ira quemara en su cuerpo de nuevo. No fue difícil. Se limpió las lágrimas y se preparó para partir.
Thatch estaba vivo pero Teach no podría ser perdonado jamás.
Marco fue el primero que lo notó y, por alguna razón, por un casi interminable segundo vio la espalda de Ace sin ser capaz de reaccionar, una sensación helada engarrotándole el cuerpo. Los años como pirata le habían enseñado muchas cosas, y tuvo la terrible sensación de que si lo dejaban ir así, Ace jamás iba a volver.
Era la misma sensación que Shirohige había sentido en el momento en que se dio la alerta de la traición, en el momento en que vio la reacción de su hijo. A él no le importaba que Roger fuera su padre, pero no podía evitar pensar que, por muy diferentes que fuesen, ambos tenían la misma tendencia a cometer actos de imprudencia total.
—¡Ace! —Marco finalmente encontró la voz, su sonrisa desvanecida totalmente. El grito fue lo suficientemente fuerte para perforar la alegría y celebración de todos. El hombre rechinó los dientes más por preocupación que por rabia— ¡¿A dónde vas?!
Ace no se detuvo ni un segundo.
—¡Voy por Teach! —gruñó sin ningún tipo de vacilación. Ya no había esa desesperante y enloquecida necesidad de destrozar a Teach, pero eso no significaba que lo iba a dejar pasar. Thatch estaba vivo pero no gracias a ese bastardo, no gracias a él que ni siquiera había podido controlar a su subordinado.
—Ace… —llamó Shirohige en voz baja consiguiendo su atención—. Está bien, déjalo ir, será una excepción.
El joven miró a su padre con sorpresa e incredulidad. No podía estar hablando en serio.
—¡Violó la ley sagrada de un barco pirata! —exclamó sin comprender la postura de su padre. Sabía (podía) sentir el dolor, la ira y la pena que le había causado ese acto de traición bajo su mando— ¡No puede ser perdonado!
—¡Es suficiente! ¡Tienes que calmarte! —exclamaron sus subordinados, sujetándolo.
Vista, Haruta, Jozu, Izo y el resto de los comandantes observaron en silencio, sin saber exactamente como intervenir o detenerlo. Eran una gran familia, se querían, se respetaban y cuidaban todos del mismo modo, pero sólo había tres personas capaces de manejar a Ace en su totalidad: oyaji, Marco y Thatch. Si ellos no podían detenerlo, nadie podría.
Ace se revolvió entre las manos que lo aprisionaban pero no estaba poniendo todo de sí, y no fue difícil detenerlo.
—¡Oyaji ha dicho que hará una excepción! ¡No tienes que ir tras Teach!
—¡Es de mi división! ¡¿Cómo podré mirar a Thatch a la cara si no soy capaz de ocuparme de esto?! —reclamó, indignado.
—¡Thatch está vivo! —exclamó Marco perdiendo los estribos.
—¡Pero pudo haber muerto! —gritó Ace cada vez más irritado por esa postura casi… resignada que habían tomado. Eran los piratas de Shirohige, nunca perdonaban una ofensa o agresión hacia uno de los suyos— ¡Dejarlo ir sin más es un insulto a Thatch y a oyaji! ¡Voy a matarlo! —Y con eso empujó a todos y se liberó.
—Déjalo ir. —Esta vez ya no era un pedido y Ace se detuvo bruscamente—. Tengo un mal presentimiento de todo esto.
—¡Oyaji…!
—¡Escucha, Ace! —Shirohige levantó la voz con firmeza—. Teach ha navegado bajo mi bandera por décadas, conoce las reglas y el castigo por romperlas. Es un hombre inteligente y astuto, si ha hecho esto a pesar de saber y haber visto lo que pasa con los que tocan a uno de los nuestros no ha sido por nada. —Por primera vez desde que lo conocía, Ace vio a Shirohige tenso y preocupado, y fue eso lo que lo hizo calmarse—. No sé qué puede tener oculto pero hay algo, y temo que ni siquiera tú puedas detenerlo.
El joven apretó los puños, ¿oyaji no confiaba en su fuerza?
—No te sobreestimes, Ace —le regañó. No tenía intención de explicarse mucho pero Thatch estaba vivo y era imperativo detener cualquier acción imprudente de Ace. Shirohige conocía de sobra el temperamento de la sangre que llevaba, aunque lo odiara Ace había heredado algo de Roger y él temía por su hijo. Roger había hecho cuanto había querido sin ningún impedimento, cosas buenas y cosas terribles, Ace podría hacer lo mismo algún día pero aún no era el momento, aún era joven—. Eres fuerte, más fuerte incluso de lo que tú puedas soñar, mira tu edad y el lugar donde estás… pero no es solo la fuerza lo que da una victoria, y a pesar de todo sigues siendo un mocoso fácil de provocar.
—¡Yo no…!
—Mira lo que estás a punto de hacer —replicó—, ignorar una orden de tu capitán.
—¡Oyaji!
—Un hijo debe escuchar a su padre —dijo Shirohige suavemente—. Por favor, Ace, escucha a tu padre.
"Hijo"… Fue esa palabra lo que finalmente logró calmar el fuego de su rabia, esa palabra que, aún después de esos dos años y medio, seguía haciéndole sentir tan feliz, tan amado y aceptado.
Una palabra y una vida salvada cambiaron todo. Si Thatch hubiese muerto, Shirohige no habría tenido la convicción necesaria para impedir la ida de Ace y su desesperación por borrar la deshonra de la traición tras cargar durante años con la tortura de ser hijo de Gol D. Roger. Pero Thatch estaba vivo y Ace escuchó… así como había aceptado tener un padre, hermanos y amigos, así como había dejado de ser un capitán y se había convertido en un subordinado, así como había aprendido a amar, respetar y admirar al hombre que le había dado lo que siempre había deseado.
Fueron unos largos segundos en que ambos se miraron y todos, especialmente Marco, esperaron llenos de ansiedad. Entonces, Ace apretó los dientes con rabia y asintió.
—Está bien.
Hubo un alivio general en todo el ambiente que incluso él notó y, ligeramente irritado e incómodo por la ansiedad y preocupación que había añadido, suspiró mirando a otro lado.
Nadie dijo nada, estaban demasiado agotados por todo lo sucedido. El silencio era la mejor forma de lidiar con la situación.
Shirohige se relajó y se permitió dar un trago a su sake mientras Marco caminaba hacia Ace parada darle unas palmaditas, una sonrisa perezosa de vuelta a su rostro. Ace se sintió profundamente enfurruñado y traicionado por haber sido chantajeado de ese modo, pero no lo apartó. Una parte de él quería aun correr tras Teach, y otra se sentía a salvo tras haber sido detenido, ambas partes luchaban en su interior y él no sabía qué hacer. Podría volverse loco de la frustración.
—Resulta que a veces tienes sentido común —felicitó Vista después de un rato, acariciando su bigote con una gran sonrisa.
Sin embargo, había sido pronto para hablar. El comandante de la quinta división se dio cuenta de pronto que la atención de Ace se había desviado hacia un papel que estaba no muy lejos de él: el cartel de recompensa de Mugiwara no Luffy. Casi al instante en que lo notó, sintió que los vellos se le ponían de punta, conocía la mirada que había puesto Ace.
Marco frunció el ceño cuando su hermano se removió e inclinó la cabeza hacia oyaji.
Shirohige dejó de beber y esperó.
—Está bien —repitió Ace, y era claro que no le gustaba pronunciar esas palabras—. No lucharé con Teach, lo juro por tu honor… pero déjame ir.
—¿Qué estás…? —increpó Marco incrédulo con ganas de golpearlo. Brutalmente fuerte o no, como lo había dicho oyaji, Ace seguía siendo un mocoso.
—No pelearé —enfatizó el joven, irritado, rechinado los dientes ante lo que eso significaba. Solo una vez había tenido que retroceder ante algo, y había sido porque agotado como estaba no pudo impedir que Dadan lo atara a un árbol el tiempo suficiente para que su discurso le hiciera entrar en razón. Ella lo había dicho bien, morir en ese entonces no habría significado nada, no habría hecho justicia a Sabo, pero en la actualidad tenía el poder para vengar a Thatch, solo tendía que esperar (porque Ace no consideraba por un segundo rendirse ante eso). No había podido hacer nada por Sabo pero nunca volvería a pasar por esa situación—. No hasta que lo ordenes, oyaji… pero no puedo quedarme tranquilo aquí mientras Thatch está en ese estado y Teach vaga libre por el mundo. —Miró a su capitán los ojos con resolución—. Si dices que hay algo escucharé tus palabras y reuniré información personalmente… luego volveré.
Marco quiso protestar y no fue el único, Haruta abrió la boca e Izo resopló, sin embargo Shirohige hizo un gesto que los mantuvo al margen. No habló pero Ace entendió y siguió.
—También es una buena oportunidad para buscar a mi hermanito menor. —Y por primera vez desde esa ajetreada y espantosa noche él sonrió, fue una sonrisa cansada pero también infinitamente cálida, lo hizo parecer mucho más joven de lo que ya de por si era. A muchos aún les sorprendía e intrigaba Monkey D. Luffy solo por esa reacción—. Ya está en Grand Line y quiero asegurarme que lo está haciendo bien, que las personas que estén con él sepan cuidarlo. Sé que ha crecido pero siempre será mi hermano menor y es mi deber protegerlo.
Shirohige frunció el ceño, considerándolo. Como todos había escuchado lo suficiente de ese niño para saber cuánto le importaba a su hijo.
—¿No buscarás pelea con Teach?
—No.
—¿Tampoco lo provocarás para que él vaya a ti deliberadamente?
—No —resopló Ace. Era una opción que ni se le había ocurrido y quizá fue notorio porque Marco rio, dividido entre la exasperación y la resignación.
Poco a poco la tensión se perdió de nuevo. Ace no quería preocuparlos así que se prometió alejarse de todo problema posible hasta que regresara a casa. No perdonaría a Teach, lo cazaría sin un ápice de piedad cuando oyaji diera la orden.
—Ese hermanito tuyo tiene bastante suerte —comentó Vista alegremente.
—Eres peor que Marco —dijo Izo, rodando los ojos—. Mamás gallinas sobreprotectoras.
—Prudencia y sobreprotección no son lo mismo, yoi —murmuró el aludido, irritado.
—Lo que digas.
—¿Qué es lo quieres averiguar? —siguió preguntando Shirohige sin perder la atención de Ace.
—A dónde va, qué quiere, cuáles son sus objetivos, cuál es esa ambición de la que me habló… —Podía recordarlo claramente, en ese entonces había pensado que Teach no apostaba muy alto y no era algo insólito. Dentro de la banda la mayoría querían cosas que distaban de la fama, la riqueza o la gloria. Ser un comandante era un honor y un status extraordinario, y esa había sido la principal razón por la que había estado reacio al puesto al principio, primero por el secreto que guardaba, luego por su juventud cuando había otros con más derecho, y finalmente por su comportamiento hostil del principio. Si ser un comandante no satisfacía la ambición de Teach, Ace quería saber qué cosa lo haría.
Había algo tétrico en la respuesta que hallaría, mientras más lo pensaba más lo intuía. Miró con aprensión los diversos aparatos médicos que rodeaban a oyaji, liberado de la rabia y con la cabeza despejada Ace se dio cuenta de cosas que había pasado por alto cegado por buscar venganza, y tuvo miedo.
—¿Estás seguro de que podrás obtener todo eso sin acercarte demasiado? —exigió Shirohige.
Haruta arqueó una ceja. Ace apretó un puño al comprender el gesto, sabía cómo era su temperamento, no necesitaban decírselo.
—Un mes, solo un mes, volveré después de eso obtenga lo que obtenga. No lucharé con Teach hasta que lo ordenes —juró—. Soy el comandante de la segunda división, honraré mi palabra, jamás te avergonzaré, oyaji.
El hombre más fuerte del mundo se reclinó contra su asiento, sintiéndose de pronto más cansado que nunca. Sabía que haber detenido a Ace ya era una gran proeza, aunque no podía mantenerlo quieto mucho tiempo. Miró a Marco pidiendo una opinión, su hijo mayor solo se encogió de hombros con resignación.
Ace era un hombre que se enorgullecía de cumplir su palabra, al menos podían tener ese consuelo.
—Bien, tienes el permiso, hijo.
—Gracias, oyaji.
—¿Cuándo partirás?
—Ahora —dijo Ace con tranquilidad para la consternación de todos, Marco se dio una palmada en la frente y desistió de decir algo—… hacia el East Blue.
—¿El East Blue, yoi? —Marco preguntó ignorando su pensamiento de no decir nada— ¿Por qué irás primero a uno de los Blue?
Ace se encogió de hombros pero había una extraña torpeza en su postura.
—Será más sencillo así —murmuró sin mirar a nadie.
Marco ladeó la cabeza y, de pronto, formó una sonrisa divertida.
—Nah, yo no me creo eso, yoi. —Pasó uno de sus brazos por los hombros de Ace—. ¿Qué más piensas hacer?
—¿Eh?
—Hay algo más ¿cierto? —insistió ante la mirada perpleja e interesada del resto.
—No, no hay nada más —protestó inútilmente.
—Oh, entonces si hay algo —comentó Vista sonriendo anchamente. Ace era tan transparente a veces…
—¡Que no!
—Es esa mujer, yoi —resolvió Marco riendo. Era liberador olvidar por un momento todo lo sucedido, y ¿qué mejor manera de hacerlo que molestar un rato a su temperamental hermano?
—¿Esa mujer? —preguntaron algunos mientras el mismo Shirohige prestaba atención.
Ace enrojeció.
—¡No hay ninguna m-mujer!
—Vaya, ¿no era asexual? —preguntó Izo a Haruta.
—Siempre creí que sus fantasías más intensas eran con comida —respondió este con malicia.
—¡Cierren la boca todos! —chilló Ace.
—¡Gurarararara! —Era la primera vez que Shirohige o cualquiera en realidad veía a Ace reaccionar así ante esas insinuaciones. Como bien lo había dicho Izo, la reacción de Ace ante las mujeres era bastante plana. Incluso Jozu se permitió perder su expresión de piedra y sonrió un poco.
—Es la mujer de la que está enamorado, yoi —siguió molestando Marco, revolviendo el cabello de Ace con soltura—. Vas a hacerle una visita ¿eh?
—¡Si visitaré a alguien pero no estoy enamorado de ella! —exclamó el joven más rojo si era posible, haciendo que todos rieran más.
Las lágrimas se habían transformado en un coro de risas de alegría, llenando todo el barco de paz, incluso en su estado crítico Thatch pareció sentirlo porque sonrió en la inconsciencia.
Ace no partió en ese mismo momento, nadie quería perder la oportunidad de tomarle el pelo un rato y, aunque más irritado y rojo que nunca, tuvo que aguantar todas las bromas con resignación. Casi pareció ser un día normal, un día donde todo transcurría con tranquilidad, donde no hubo un intento de asesinato, donde no hubo una traición, un herido y un prófugo. Casi pareció ser como antes… pero no lo era, Marco y Shirohige lo sabían, había algo en el ambiente, en el viento, en el mar, en las aves sobre el cielo, en los peces bajo el mar…
Había algo en todos lados y lo podían notar… un cambio…
Thatch estaba vivo, Ace no haría ninguna locura, pero Teach no iba a detenerse.
Su presa original nunca había sido Ace para empezar.
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¡Hola!
En primer lugar gracias por leer, este es el primer fic largo de One Piece que espero terminar.
Hice este fic como un auto-regalo nacido por el deseo de ver a Ace vivo, a los tres hermanos reunidos y saber qué hubiese pasado si hubiese sido Luffy el capturado. No sé si realmente lo hice muy bien, escribí basándome solo en suposiciones así que espero que tampoco se lo tomen muy en serio, espero que los personajes no hayan salido OoC. Como dije, este fic nació solo como un deseo porque en realidad a pesar de que la muerte de Ace me rompió el corazón y aún sigue haciéndolo cada vez que recuerdo la forma en la que murió, es algo que jamás cambiaría. One Piece dio un vuelco tras ese acontecimiento y todas las cosas que sucedieron fueron necesarias, las muertes de Ace y Shirohige son de las escenas más épicas y tristes de One Piece, marcó un antes y un después para la vida de Luffy y el mundo entero, nunca dejará de doler por supuesto, pero como dije creo que era algo necesario.
Eso es todo.
Espero puedan comentar que les pareció si les gusto. Muchas gracias!
Besos, Bella.