Draco despertó lentamente sintiéndose agotado y atontado. No tenía idea de la hora que era, mucho menos qué día era. Se acurrucó acercándose a la calidez confortante que lo envolvía, le tomó un momento a su brumosa mente procesar que era Potter contra quien se acurrucaba. Estaban en su dormitorio, no sabía cuando fue que se movieron hasta allí, pero recordó uno o dos momentos de sus cuerpos moviéndose en la cama.
Draco se puso rígido y rodó sobre su espalda. Parpadeó tratando de espantar el sueño, miró con los ojos muy abiertos el techo mientras hacía un balance del estado de su cuerpo.
Se sentía adolorido y exhausto, pero al menos su culo no se estremeció luego de tantas rondas follando. Captó breves destellos de recuerdos de las muchas veces en las que él y Potter y se habían venido. La habitación apestaba a sexo y sudor. Sin embargo, Draco ya no sentía esa insaciable necesidad de someterse a su alfa. Se sentía nuevamente como él mismo, pese a la sensación de que su energía hubiese sido absorbida completamente.
Sus dedos palparon cuidadosamente su cuello, haciendo una mueca por el ardor de los moretones que podía sentir allí. Mientras toqueteaba las dulces mordidas de amor, un vívido destello surgió de sus recuerdos brumosos, en ellos Potter hincaba salvajemente sus dientes sobre su piel de porcelana, una y otra y cada vez que exponía su cuello en señal de sumisión. Draco contuvo el aliento al pensar en cómo Potter había marcado su cuello, reclamando a Draco como suyo. La emoción revoloteo en su estómago.
Reuniendo coraje, giró la cabeza para mirar de reojo a Potter. Dormía todo desparramado, su negra melena caía sobre su frente y aplastaba su cara contra la almohada de manera nada elegante. Sus labios estaban hinchados y se veían tan besables que rodó para quedar de lado y poder saborearlos, sin embargo, se contuvo y siguió viéndolo dormir.
Justo cuando estaba animándose a trazar el contorno de su nariz, Potter inhalo profundamente, parpadeando soñoliento hasta abrir sus verdes ojos. Potter se le quedo mirando por el espacio de dos latidos antes de que sus ojos se aclararan en señal de reconocimiento. Elevó la comisura de sus labios y echo un gran bostezo.
Draco supuso que no podía culparlo de estar cansado, habían quedado completamente agotados luego de tantas rondas de sexo alucinante inducido por sus feromonas.
"Hola" murmuró Potter.
"Buenos días, creo" dijo Draco. Se mordió el labio y apartó los ojos mientras Potter se estiraba cual gato, suspirando felizmente cuando sus articulaciones crujieron.
"¿Cómo te sientes?"
Potter se movió deslizando un brazo por su cintura como si nada, como si lo hubiesen estado haciendo durante años. Draco no quería más que hundirse de nuevo entre sus fuertes brazos. Podía ver los moretones y marcas de mordiscos que había dejado en el interior de los bíceps de Potter. Tentado a besar su piel en ese mismo instante, para poder recordar exactamente a qué sabía.
"Yo..." Empezó Draco, sin saber cómo describir exactamente lo que estaba sintiendo. "Tengo hambre."
Potter bufó acercándose, frotando su mentón contra su hombro desnudo. Eso iba con él, decidió Draco. En definitiva, podía recordar sentir los residuos de su incipiente barba restregándose en el interior de sus muslos. Se preguntó en cuál de todas sus rondas había sucedido. Todo lo que podía recordar era una oleada de placer recorriéndolo y una perversa lengua.
"Yo también" acordó Potter, sacando a Draco de sus pensamientos.
Ambos continuaban callados mientras los segundos se extendían entre ellos. La mente de Draco marchaba a un ritmo acelerado mientras procesaba la situación en la que se encontraban. Con una repentina sacudida recordó algo importante, algo que había leído en Hogwarts.
Se sentó y dirigió una mirada inquieta a Potter.
"Por las jodidas bolas de Merlín. Creo que... quiero decir, no estoy completamente seguro, porque todavía estoy procesando esto conforme te lo digo, pero creo que lo que hicimos cuenta como... emparejarnos Potter" murmuró Draco, sus mejillas completamente sonrojadas por la vergüenza. Escondió su rostro entre sus manos, esperando que Potter no notase la forma en que temblaban.
Potter se apoyo en su codo para apartar las manos de Draco. "De acuerdo, ¿y...?"
"Potter" dijo Draco rotundamente. Apretó las sábanas con fuerza tratando de evitar perder la cordura. "Es el equivalente al matrimonio. El lobo que se apodera de mí una vez al mes, ahora piensa que te pertenece, como si yo fuese algo que poseer."
Potter le dio una sonrisa de medio lado. Lucía despreocupado y recién follado, el corazón de Draco latía como loco por sus sentimientos desenfrenados. Recorrió con su pulgar su labio inferior hasta mejilla.
"No eres una posesión Draco" dijo Potter después de unos momentos. "Pero no me importa pertenecerte a ti y a tu lobo, siempre y cuando tú estés de acuerdo con eso. Se que empezamos por el final, pero ¿te gustaría salir a cenar conmigo alguna vez?"
Draco balbuceo por la facilidad con la que Potter aceptaba la situación. Sin saber cómo responder a un Potter diciéndole que estaba bien siendo su compañero. Solo así, como si no trabajasen juntos, o como si esto no afectase todas sus vidas. Los aurores no debían relacionarse entre ellos, además estaba el pequeño asunto de su licantropía, algo que la DSM aún no había descubierto.
Potter lo salvó de tener que responder tirando suavemente de él, dándole un beso lento y suave. Hizo que su corazón cantara de felicidad y que su lobo interior aullara de placer.
Por primera vez desde que había sido mordido y convertido en lobo, Draco se sintió en paz con su nueva realidad. Su vida nunca sería tan glamorosa o fácil con el estigma de ser un hombre lobo -dejando de lado que era un mortífago- pero si Potter estaba a su lado, entonces tal vez podría sobrevivir. Él lo hacía sentir valiente.
"Entonces, ¿Qué tal si nos consigo algo de desayunar? Oh no, no te levantes" insistió Potter con una sonrisa traviesa, rodando para atrapar a Draco entre sus brazos. Dejó caer un beso juguetón en la punta de su nariz. "Voy a traerle a mi lobo-marido un gran banquete a la cama."
Se levantó de la cama y huyó antes de que la certera puntería de Draco le diese en la cara con la almohada. Draco gruño y se dejó caer entre las sábanas. "Ugh Potter."
"¡Harry!" Gritó Potter canturreando divertido tras la seguridad de la puerta. "Si ahora estamos medio casados, lo correcto es que llames a tu pareja por su nombre."
"Oh. Maldita sea" se quejó Draco, Arrojando la almohada a Potter, solo por si acaso. Falló por un gran trecho, pero el resonar de la risa encantada de Potter por el pasillo le hizo sonreír de todos modos. Se cubrió la cara sintiendo que sus labios se contraían en una risa que ya no pudo contener.