Hola! Qué tal?^^
32. Soy Mitsuki-Wing y aquí vengo con un oneshot de Fugou Keiji: Balance:Unlimited! Es la primera vez que escribo un fic para este fandom, pero la verdad es que me gusta mucho este anime! Ya me gustaba el diseño de personajes, y cuando se estrenó, me gustó todavía más (OP y ED *cheff kiss*). Además, uno de los personajes tiene la voz de Mamoru Miyano… (Adoro la voz de esta hombre XD), así que quizás por eso me gusta más Haru jajajaja
Además, creo que este anime tiene mucho potencial! Claro que, hay que tener en cuenta que apenas han salido dos episodios, dado que el resto se ha retrasado debido a la situación por el covid. Por lo que a lo mejor muchas cosas del fic terminan siendo solo headcanons.
También decir que parto del hecho de que Suzue es la hermana de Daisuke (no sé si está confirmado, dado que al llevar el mismo apellido podría ser su prima o incluso su mujer XD Pero dado su parecido, como muchos otros, me atrevo a decir que es su hermana :P), y de que HEUSC es una IA (no sé si al final resultará ser un mayordomo de carne y hueso XD).
Al final, he tardado en escribir este fic mucho más de lo que me esperaba, porque no esperaba que me saliera tan largo! Jajajaja
Hay poquitos fics de este fandom en Fanfiction net, pero espero que a la larga haya más! Porque Haru y Daisuke dan para mucho! Imposible no shipearlos XD
Sin más que decir, solo muchas gracias por dar una oportunidad a mí y a mi historia! Gracias por leer y comentar! :)
Disfruten leyendo!^^
**..**
PRICELESS
1. El detective.
Haru Kato se consideraba un hombre de principios. Desde siempre. O desde que recordara, lo que venía a significar lo mismo.
La justicia, como concepto, era sencilla de entender y de llevar a cabo. Pero ese no parecía ser el caso para otras muchas personas, cuya difuminada definición de justicia hacía que él mismo se planteara por qué parecía tan difícil de entender.
Justicia ingenua, la habían llamado incluso, con ese tono de voz que no dejaba lugar a dudas de que se lo decían con intención de mofa. Y eso sí que no lo entendía, tan solo consiguiendo enfadarle en el proceso.
Porque Haru Kato también era un hombre temperamental. Él habría preferido la palabra apasionado. Le apasionaba lo que hacía, su trabajo. Era su vocación. Desde hacía años lo había sido, al igual que el judo, que durante años le había ayudado a mantenerse en forma, y centrado también.
Para llevar bien a cabo su trabajo, si quería proteger a las personas, llevar ante esa justicia en la que él creía a los malhechores, había que hacer las cosas bien. De forma correcta. Por eso trabajaba más que nadie. Cuando hay pasión, y voluntad, lo demás es secundario.
Sentirse realizado en la vida era de las pocas cosas que Haru creía que podría conseguir a base de esfuerzo.
Y a pesar de dar el primer y firme paso hacia ello, cuando entró en la Primera División de Investigación de la Policía Metropolitana de Tokyo, se dio de bruces con el primer escalón. Casi literalmente.
Había agentes buenos y capaces entre las filas de aquel departamento, pero las cosas no siempre se hacían como Haru querría, o más bien, como creía que debían ser.
Pero él solo era un novato, un novato muy prometedor, y hacía años que nadie tenía ninguna clase de expectativa buena de él, por lo que se mordía la lengua, y llevaba el trabajo lo mejor que podía. Porque como siempre había escuchado, de la teoría a la práctica, hay un trecho.
No es que hubiera tenido una infancia ni especialmente fácil ni especialmente dura. Era una respuesta algo recurrente cuando entró en el cuerpo, ante el por qué quería ser policía. Su vocación parecía blanco y negro. Lo correcto y lo que no. Lo moral y lo que no. Al empezar a ejercer, al empezar a llevar el peso de una placa y un arma de fuego cada vez que salía de servicio, vio que el mundo era de un gris muy difuminado. Era difícil distinguir los límites. Quizás por eso los demás parecían mofarse de su comportamiento y de sus creencias sobre cómo debería ser la justicia impartida.
Aun con todo, subió rápidamente. Con cada caso resuelto, su fama, la percepción que los demás tenían de él, la estima, se alzaba varios escalones. Su ego también, y quizás eso fue lo que le hizo retroceder. Hasta caer.
Haru Kato llegó a creer que lo tenía todo. Todo lo que siempre había soñado y por lo que había trabajado tan duro.
"Me lo he ganado", pensaba.
Tenía un trabajo para el que vivía, del que estaba orgulloso, tenía amigos y colegas en el departamento, incluso un compañero, Ryo Hoshino, en el cual veía cierto aire de admiración brillar en sus ojos cuando le miraba, y que terminó siendo algo más que un compañero.
Pero como todo en su vida, llegó a un alto. Subió paso a paso, con esfuerzo. La caída, sin embargo, fue rápida y dura.
Él vivía por proteger a la gente, no para dañarla. El peso del metal, el olor a pólvora, y a hierro, y el inconfundible sonido del disparo y del grito de dolor. Todo eso, de pronto, fue demasiado. Le envolvió como una manta, se le pegó a la piel, y no le volvió a dejar. Y no amortiguó el duro golpe de la caída.
Fue degradado de la Primera División. Sus colegas, su compañero, todos, le dieron la espalda, como si no fuera nada más que una vergüenza para el cuerpo, como si todo lo que había conseguido durante su tiempo allí no fuera más que polvo y cenizas. Así es como se sentía por dentro. Vacío, hueco, lleno de las cenizas de lo que una vez fue.
Sintió que se había convertido en lo que más aborrecía, y quizás no estuviera tan lejos de la verdad.
Y con ese frío trato, fue trasladado a la Unidad de Combate de Crímenes Modernos.
Siendo sinceros, apenas había oído hablar de ellos hasta que fue reasignado allí. Era un departamento que parecía ocuparse de todo aquello de lo que no querían ocuparse ni la Primera ni la Segunda División, por no considerarlos casos dignos de sus capacidades. Buscar niños perdidos, campañas de prevención contra el crimen… Era exasperante. Haru se llegó a preguntar si sobreviviría en esa unidad.
Las personas de esa unidad eran un cuadro de lo más variopinto. Daba la impresión de que alguien había cogido a todo aquel que no encajaba y los había juntado allí, en una pequeña sala que parecía más un sótano o un almacén de archivos que un despacho donde poder trabajar.
No eran malas personas. Cada uno tenía sus idiosincrasias, pero era fácil llevarse bien con ellos. Lo que no era tan fácil era aceptar su modo de hacer el trabajo. Puede que fueran trabajos menores de a los que, desde luego Haru, estaba acostumbrado, pero debía llevarse a cabo con la misma seriedad y buena conducta. Los demás le decían exactamente eso, que se lo tomaba demasiado en serio, que bastaba con hacerlo bien para cumplir, rellenar el informe e irse a casa, con un poco de suerte, temprano aquel día.
Haru creía entender el flujo de razonamiento de sus nuevos compañeros, pero no lo compartía. Mientras él pudiera hacer el trabajo como dios manda, no se quejaría al respecto, aunque tuviera que alzar la voz o imponerse de vez en cuando. Quizás no ayudaba mucho que el propio jefe de la unidad, Kiyomizu, fuera tan laxo. Puede que por eso los otros departamentos no les tomaran en serio.
Una vez más, era exasperante. Pero Haru podía vivir con ello.
"Esto, también me lo merezco", pensó.
Por no cumplir bien el trabajo del que tanto se enorgullecía. Por herir a un civil. Por dejar en mal lugar a la Primera División. Por creer que podía llegar a ser más de lo que podía conseguir con sus manos.
Una vez más, como cuando era pequeño, nadie volvía a tener ningún tipo de expectativas de él. Ni siquiera el propio Haru. Puede que hubiera cometido una gran equivocación en su vida.
Pero Haru era un hombre de principios. Reflexionó una y otra vez sobre ello, y cargaría con la culpa. Lo único que tenía que hacer era no dejarse aplastar por ella. Haría todo lo que pudiera, lo mejor que pudiera, lo correcto, desde su nueva posición. Aunque no fuera a tan gran escala, aunque solo fuera repartiendo panfletos, u organizando la seguridad de algún evento público, era otra forma de ayudar a la persona de a pie. Y Haru lo haría, porque es en lo que creía.
Se ajustaría a lo que tenía ahora. Menos medios a su alcance, menos respaldo, menos dinero con el que subsistir, lo cual desarrolló en él hobby de cocinar, porque le resultaba más barato; aunque muchas veces siempre era más barato comprar una caja de ramen para precalentar o, directamente, no comer. Cuando se ofuscaba mucho en el trabajo, tendía a olvidar lo que era cuidarse a sí mismo. Se daba cuenta de ello, pero no lo mitigaba. Quizás era otro modo de castigarse.
Pensó que su vida se limitaría a eso desde que apretó a aquel gatillo, y se sentó frente a un ordenador en un sótano rodeado de marginados.
"Esta es tu vida a partir de ahora. Acéptala, y sigue adelante. Mientras te guíes por tus principios, no pasa nada. No te has perdido a ti mismo todavía"
La convicción, la voluntad, la justicia, la resignación, y un sueño demasiado grande para sus hombros ya cargados de culpa. Eso es lo que le quedaba a Haru. Y creía que seguiría siendo así siempre.
Quizás esa fuera otra de sus grandes equivocaciones.
2. El millonario.
Daisuke Kambe era un hombre que tenía las cosas claras. Las personas no entrañaban grandes misterios cuando podías definir perfectamente a qué se reducían sus ideas y prioridades con números. Más largos o más cortos. Más o menos ceros a la derecha.
Era como ver el mundo tras un espejo cristalino. Era fácil saber cómo actuar, qué decir, qué hacer, viendo a las personas.
Y todo se regía, o más bien se resumía en que, todo tiene un precio.
Si das con ello y lo pagas, no hay secretos para ti. No hay nada que no puedas conseguir.
Y Daisuke Kambe tenía dinero, mucho dinero.
El concepto en sí del dinero, no es que no lo entendiera, es que no le importaba. Gastar una suma pequeña era lo mismo que gastar una suma grande. Era al resto del mundo al que le interesaba el dinero y tenían precio fijo.
No es que no le hubieran inculcado la importancia del dinero desde que era pequeño. No, todo lo contrario.
Había nacido para estar en lo alto. Y ahí debía permanecer. Debía manejar el dinero, a las personas, para estar siempre ahí. No importa perder… No, no perder. No importa gastar (porque dinero invertido por un Kambe nunca es dinero perdido) dinero si con eso consigues tu propósito. Ya había ganado algo a cambio. Y sin esfuerzo. Así es como eran las cosas, como se hacían las cosas.
Por eso, a corta edad, Daisuke se dio cuenta de algo: sin dinero, no consigues nada. No consigues buena ropa, buena comida, buena compañía. Y eso le producía cierto sentimiento de alienación con el mundo. No se planteaba qué haría si no tuviera dinero, porque la idea era simplemente absurda, pero le hacía preguntarse cómo podía vivir la gente que no tuviera las facilidades que él. No podía imaginarlo. O quizás en parte sí, ya que lo único que no tenía que pagar, y que era una constante en su vida, era su hermana Suzue. Quizás si no la tuviera a ella todo sería distinto. Por eso se alegraba de tenerla a su lado.
Sin embargo, el dinero no le provocaba placer. ¿Cómo, si era su medio de vida, si hacer grandes transacciones era como respirar?
Si alguien, que no fuera su hermana (y no haría falta, porque ella ya lo sabía), se interesara de verdad por él, más allá de lo que él podía ofrecer para que se mostraran interesados, Daisuke diría que le gustaba tocar el piano, aunque también tenía sus notas amargas.
La serenidad, la sensación de notas consecutivas, de una amalgama de sonidos que, solo si él presionaba las teclas, emitían sonido, y solo si él usaba una partitura, se formaba una melodía. Podía ser un caos ordenado. Y, como siempre, era él el que tenía control sobre las cosas. Sin él, el piano permanecía mudo. Nada de ruido, nada de melodías. Era un control que ejercía usando sus manos, sin estas estar sujetando un cheque o un fajo de billetes.
Aun así, no recordaba con exactitud la última vez que había tocado el piano. O más bien, que alguien le había escuchado tocar el piano. Y por supuesto, no creía recordar haber tocado nunca para alguien. No como para expresarse a través de la música.
De pequeño, alguna vez había regalado a su hermana alguna composición, pero no desde hacía años. Y los regalos materiales tenían poco sentido entre los hermanos Kambe. Se demostraban su amor y admiración de otras maneras.
Daisuke Kambe creía tener una fachada, aquello que mostraba al resto del mundo, pero no era exactamente lo que él pensaba de niño. No solo consistía en cómo comportarse y verse frente a los demás para dar la imagen deseada, sino la imagen que los demás ya se hacían de ti; lo que creían ver, y de buenas a primeras, uno nunca cree estar equivocado hasta que alguien le desmiente de ello. Sin embargo, puede que llegara un momento en que esa fachada terminara por convertirse en parte de sí mismo.
Aun así, gracias a eso era fácil manejar y entender a las personas a su alrededor. Eran transparentes para Daisuke, y los demás creían que Daisuke era transparente para ellos.
"No del todo"
Daisuke Kambe tenía las cosas claras, sí, y por eso actuaba en consecuencia.
Nunca nadie se le había negado ni le había negado nada. No con su fortuna, no con sus modales, no con su forma de descubrir el precio de cada uno. Una vez que das con eso, el resto es sencillo.
El mundo es sencillo.
Dada su fortuna, y todas las inversiones que tenía, no es como si necesitara un trabajo. Desde luego no como objetivo de obtener más dinero (sería algo nimio, en comparación). Pero si había algo que Daisuke no podía hacer, o más bien, soportar, era el estarse quieto. No literalmente, sino en el sentido de que siempre quería mantenerse ocupado. Le ayudaba a mantener la mente siempre activa.
Tenía mucha (muchísima) confianza en sus capacidades, tanto físicas como mentales, por lo que no es de extrañar que el trabajo de detective le fuera como anillo al dedo. Además, era una buena causa en la que invertir dinero.
Toda su vida se había preparado… Le habían preparado para que fuera mejor, el mejor. Entrenamiento, clases de etiqueta, y una muy clara filosofía de vida: Tú arriba, y los demás debajo, y te asegurarías de que eso siguiera siendo así. Para eso tienes tu dinero. Y Daisuke no lo cuestionaba, por lo menos no cuando era más joven. Y a estas alturas de la vida, tenía claro cómo actuar.
No perder la compostura, analizarlo todo, buscar puntos débiles, y en última instancia, usar dinero, siempre dinero. ¿Para qué lo tenía, si no?
Ser imperturbable, por lo menos, de cara a los demás. Nunca mostrar en el rostro tus emociones, porque entonces los demás verían en ti los puntos débiles, y se aprovecharían de ti, y no a la inversa. No podía tener equivocaciones; no un Kambe.
A veces, era agotador. Y si necesitaba liberar estrés que no podía exteriorizar, como llevaba enraizado en su cabeza y cuerpo desde siempre, había encontrado cierto alivio en el boxeo. Liberaba esa tensión que le hundía los hombros y amenazaba con hacerle caer. Pero él no podía caer. Era un Kambe. No podía caer.
Fumar un buen puro también ayudaba en ocasiones.
Solo quedaba seguir demostrando que era capaz de hacer todo, como siempre habían esperado de él, y seguir usando un dinero que, en el fondo, no necesitaba.
Después del entrenamiento que había recibido en Inglaterra, volver a Japón era casi un alivio. Casi.
Dado su historial (y su fortuna), le ofrecieron sin ninguna duda un puesto tanto en la Primera como en la Segunda División de Investigación. Pero, ¿qué gracia, qué desafío había en ello? Además, no necesitaba que aquellos inspectores le besaran los pies por su nombre (solo se los ensuciarían).
Por eso pensó que bastaba con ser asignado a la Unidad de Combate de Crímenes Modernos.
¿Qué mejor forma de mostrar el buen uso de sus capacidades y de su dinero que escalar desde lo más bajo hasta lo más alto? Les mostraría lo que un Kambe puede hacer.
Dudaba que tuviera algún tipo de obstáculo. Nunca lo había tenido. Y nunca se había equivocado.
Quizás esa fuera la primera de muchas equivocaciones.
3. Los opuestos.
La primera impresión, por supuesto, fue nefasta.
No podían haber sido más opuestos, en un primer momento, y colisionaron con la fuerza de las convicciones de cada uno, como polos opuestos de un imán, que por propia definición, se repelían, dando igual la fuerza aplicada para intentar juntarlos.
No podían ser más distintos. Y ambos pensaron que aquella asignación como compañeros iba a ser una de las pocas cosas más difíciles a las que se habían enfrentado en sus vidas.
Parecían representar todo lo que rechazaban o no comprendían.
Por lo que, desde el primer momento, las emociones que sentían el uno por el otro eran fuertes.
Todo dependía de cómo cambiara el carácter de esas emociones fuertes.
3.1
Había sido un día como cualquier otro. Les habían asignado supervisar un desfile de coches y la búsqueda de niños perdidos. Pero luego llegó el aviso de bomba. Y un coche valorado en una cifra con la que ni Haru soñaba, apartando coches de su camino como una estampida de animales desbocados.
Y entonces llegó la nube de humo, el traje caro y la sonrisa condescendiente.
Las circunstancias llevaron a Haru a subirse al mismo coche que aquel individuo, y de no ser por él, las cosas podrían haber acabado bastante mal, aunque el otro no parecía darse cuenta, o peor aún, no le importaba en absoluto. Pero Haru sacó a la ladrona de poca monta de la furgoneta, la cual cayó por el puente abierto y explotó en el agua.
El dolor por la herida que se había hecho en la frente no era nada en comparación con la furia que sentía al estar ahí, con los brazos tensos, los dedos resbaladizos aferrados al metal y aquel hombre mirándole desde arriba.
Y al verle esbozar aquella sonrisa sardónica de medio lado, Haru lo supo. No iba a ayudarle.
Haru echó un rápido vistazo hacia abajo. Una altura considerable, pero si caía bien, con buen ángulo en el agua, no se haría mucho daño.
Y eso le parecía mejor alternativa que complacer al otro pidiéndole ayuda.
Por lo que Haru cayó. Y cayó. Hasta que llegó la sensación de asfixia. La lucha contra el agua, hasta volver a respirar al subir a la superficie.
Y por si eso fuera poco, a pesar de que luego le dejó claro que no podía ir actuando así, como le diera la gana y resolverlo todo después con dinero, el estúpido millonario le preguntó "¿Cuánto?".
La prepotencia que desprendía ponía enfermo a Haru.
Por lo que el ver que iban a ser compañeros a partir de ahora solo hacía que Haru quisiera tirarse de un puente. Otra vez. Y el hecho de que el resto del equipo le recibiera con los brazos abiertos solo enfurecía más a Haru.
Daisuke Kambe hacía las cosas de una forma totalmente distinta a como lo haría un (buen) policía. Es como si comprara la justicia, y eso a Haru le hacía hervir la sangre, y por mucho que le gritara al respecto, el otro no ponía remedio, simplemente porque no quería, el muy cabrón.
Bien. Que cada uno hiciera las cosas a su manera. Y aun así, Daisuke siempre parecía ser el que salía ganando. Desde luego así se lo pareció en el que fue su primer caso oficial como compañeros.
No contaba con él, iba por su lado, hacía las cosas como no deberían hacerse (según Haru).
Casi prefería a su hermana, Suzue, que por lo menos tenía más tacto y sabía tratar mejor a la gente y no ofrecía dinero a modo de presentación. Además, era muy guapa. Claro que, no lo diría, dado su gran parecido con su hermano, lo cual sería admitir que Daisuke era guapo (que lo era), pero Haru no lo admitiría, claro que no (como el hecho de que Daisuke no hubiera comido nunca ramen instantáneo; casi le resultó adorable. Otra cosa que no admitiría, por supuesto).
Pero aquel fue el primero de muchos otros casos.
Al principio, no casos muy grandes, luego otros algo más importantes, dados sus buenos resultados y es que, contra todo pronóstico, o más bien, a pesar de todo, si ponían empeño en intentar encajar con la mentalidad y el modo de hacer las cosas del otro, eran muy buenos compañeros, y resolvían casos sin ningún tipo de problemas.
Quizás no eran tan diferentes. O quizás sí. Pero también eran compatibles.
Y, quisiera o no, desde que Daisuke era su compañero, Haru volvía a sentir un resquicio de lo que una vez tuvo: esperanza en poder obrar bien, ayudar de verdad a la gente, e intentar sobrellevar mejor la culpa que le impedía volver a empuñar un arma de fuego (cuando vio que Daisuke estaba enterado de eso, bajo toda la rabia que expresó, se escondía la vergüenza que le hacía sentir el cómo actúo aquella vez, incluso si fue un accidente).
Puede que el cómo se sentía ahora, tiempo después, para con Daisuke y con esa esperanza ciega y ya no tan lejana, fuera como aquel primer encuentro: olor a humo de tabaco, la sensación de vértigo ante una gran caída, y la asfixia momentánea ante el golpe contra la superficie del agua.
Molesto, confuso, a veces sin respiración, y luego el alivio de una primera bocanada de aire.
Así es como se sentía al estar con Daisuke Kambe.
3.2
Haru Kato le resultaba, ciertamente, incomprensible en la gran mayoría de las ocasiones, lo que frustraba en suma medida a Daisuke, porque creía conocer a la gente, saber lo que quiere la gente. Pero no Haru Kato. Estaba claro que no quería tener nada que ver con su dinero (era muy vehemente al respecto), y eso es lo que no entendía Daisuke. ¿Cómo iba a entender lo que quería su nuevo compañero si rechazaba una forma de entenderle, que era a través del dinero? Daisuke nunca se había visto en esta tesitura.
Incluso se planteó proponerle que conseguiría meter a Haru de nuevo en la Primera División, pero Haru ni siquiera quería oír hablar del tema. Incomprensible, sin duda. Porque Haru Kato era uno de los mejores agentes con los que había trabajado, y sin duda merecía un mejor puesto que el que regentaba actualmente. Daisuke podía dárselo (tras conocerle, había pedido a HEUSC un informe completo con todo lo que pudiera encontrar de Haru Kato), y Haru no lo quería.
Era la primera vez que necesitaba entender (y quería entender) a alguien que, no solo no le interesaba su dinero en absoluto, sino que lo rechazaba fervientemente. Era algo nuevo, sin duda.
A Haru no le gustaban sus métodos para conseguir las cosas. ¿Pero qué importaba, si conseguía los mismo resultados, o incluso mejores, en menos tiempo si usaba su dinero y su tecnología?
El interés que sentía por el detective era…poco natural, para ser él, en palabras de Suzue.
Puede que fuera la persona que había estado buscando hasta ahora, sin saberlo realmente.
El resto de la Unidad eran personas de lo más variadas. Eran fáciles de entender. Aunque no Haru, el cual se veía que no pertenecía ahí, por mucho que le hicieran sentir bienvenido los demás. Haru podía ser mucho más.
Perdía los nervios enseguida, le gritaba más de lo que le hablaba, y le molestaba más de lo que le gustaría admitir (cosa que no mostraba o expresaba en demasía, porque eso no era propio de él, un Kambe), pero también había desafío en su voz, en sus ojos, y eso sí que le gustaba a Daisuke.
Ambos eran orgullosos. Daisuke sabía que él era orgulloso (así había sido criado), y descubrió que Haru también lo era, en aquel puente. Porque allí, mirándole desde arriba, como siempre se suponía que tenía que estar alguien de su posición, esbozó una sonrisa, esperando que le suplicara que le ayudara (como si quisiera que Haru le necesitara, aunque apenas le conocía), y Daisuke lo haría. Pero Haru prefirió caer, y cuando le vio y escuchó chocar contra la superficie del agua, Daisuke sintió que el mismo Haru le había dado una bofetada igual al rechazarlo de aquella manera.
Supuso que ahí empezó todo.
Lo que sí entendía del detective es que era apasionado, hasta el punto de no ser sano, porque se abandonaba al trabajo. Podía pasarse noches en vela, apenas beber y comer, sin un mínimo de higiene. Daisuke tenía un sentido del olfato bastante bueno, aunque no era difícil detectar el mal olor de Haru en aquel ascensor, tras varios días en su coche, de vigilancia. Era un olor desagradable, porque normalmente Haru olía (muy) bien.
Fue extraño tenerle en su casa, aun si no había sido exactamente por invitación expresa suya. Vio su estado, y quiso que se quedara. Que comiera, que se duchara, que durmiera. Pero era demasiado obstinado, y se marchó con el ceño fruncido, como casi siempre.
Y aun con todo, hacían buen equipo, teniendo en cuenta sus discrepancias. Subir peldaños en aquella escala de investigación al lado de Haru era algo que nunca pensó que pudiera disfrutar, gastara o no dinero.
Así era Haru Kato. Obstinado, trabajador, muy irascible y con un particular sentido de la justicia que ya no se solía encontrar, aunque era bueno.
Haru era como tocar el piano. Como un buen puro.
Si le presionas, suena. Si le enciendes, arde.
Así es como se sentía al estar con Haru Kato.
3.3
-Tenemos que obtener información sobre la zona-comentó Haru.
Estaban al cargo de vigilar y supervisar una convención que tendría lugar en unos días. Un caso más, como cualquier otro.
Daisuke asintió.
-Pediré a HEUSC toda la información que…
-No-negó Haru-Tenemos que ir a hablar con todo el personal y los encargados del sitio donde se va a llevar a cabo. Pero puede que haya información sensible sobre la red de seguridad del recinto, y puede que haya información que los jefes no quieran revelar…
Daisuke se encogió de hombros.
-Si los hay reacios a hablar, les pagaré…
-No-volvió a decir Haru, mientras dejaba el informe en su escritorio, para luego soltar un largo suspiro.
Daisuke se le quedó mirando, esperando a que elaborara más, aunque no sabía por qué. Ya habían tenido conversaciones parecidas (sino iguales) a la que estaban teniendo ahora, con otros casos. Pero ellos eran así. Se llevaban mucho la contraria. Haru, al menos en ciertos aspectos o según la situación, se había resignado a ello, por eso no siempre gritaba, como ahora.
Uno cedía a veces, y el otro cedía otras veces. Hasta ahora, les había ido bien. Ya llevaban bastantes casos a sus espaldas.
-Ah…-Haru volvió a suspirar, dejándose caer en la silla frente a su escritorio-Ya hemos hablado de esto. Hay un orden y una forma de hacer las cosas.
-Y todo puede hacerse rápido y bien si les ofrezco dinero, Kato.
Haru le miró.
-Parece que aún no nos entendemos…-murmuró.
-Es que eres muy…obstinado.
-¿Obstinado?
-Terco. Cabezota.
Haru resopló.
-Sé lo que significa. Pero a eso se le llama tener principios, Kambe-se sentó recto, y giró la silla para encararle, mirada y voz serias-Habrá un momento en que, por mucho que quieras, el dinero no te servirá de nada. Hay cosas que no tienen precio.
"Hay cosas que no tienen precio"
Daisuke le sostuvo la mirada. Pareció meditarlo.
-Como tú-terminó por decir.
Ante aquello, Haru soltó una carcajada, y el gesto serio de su cara se relajó por completo. Era raro verle así, al menos delante de Daisuke, el cual se felicitó internamente por conseguir esa reacción por parte de su compañero.
-¿Sabes?-dijo Haru, con una pequeña sonrisa y ojos cansados-Puede que sí nos entendamos al fin y al cabo.
4. El incidente.
-¡Buenas noticias!-exclamó Kamei aquella mañana, al abrir la puerta del departamento.
-¿Oh?-Saeki se mostró interesada, desde el sofá comiendo gominolas. Nakamoto, a su lado, siguió bebiendo su café, no interesado, o quizás porque ya sabía de qué se trataba.
Kiyomizu entró tras Kamei. También parecía contento. Y, para variar, en sus manos no había ninguna pieza de maquetas (éstas estaban desperdigadas por su escritorio), sino varias carpetas, que por lo gruesas que eran, era evidente que tenían muchos documentos.
-¿De qué se trata?-preguntó Haru desde su escritorio.
-¿Hemos ganado algo?-preguntó Yumoto, dejando ligeramente de lado su afición por las apuestas, como si no tuviera nada mejor que hacer (quizás no).
-Podría decirse-asintió Kiyomizu.
Haru mandó una mirada interrogante a Kamei, pero este se limitó a sentarse en su sitio y no decir nada.
Entonces Kiyomizu se acercó a Haru y le dio una carpeta, para luego dar otra a Daisuke, que había observado todo en silencio.
Haru frunció el ceño en cuanto leyó las primeras líneas.
-Esto es un caso de la Primera División-dijo, estableciendo lo obvio.
Daisuke empezó a echar un vistazo rápido a toda la información.
-Así es-asintió el jefe, nuevamente-Al parecer, es un caso con el que llevan meses. Van tras una gran organización. Transacciones ilegales, apuestas y drogas, encubiertas por supuestos negocios limpios, a lo largo de toda nuestra jurisdicción-empezó a explicar, mientras entretenía sus manos con su maqueta; esta vez era un avión, aunque Daisuke sabía que su predilección eran los barcos-Llevan tras ellos bastante, como ya he dicho, pero no hay pruebas físicas para encarcelarlos, ni siquiera para retenerlos para interrogatorios de más de veinticuatro horas. Al parecer, estaban en guerra con otro grupo de la región colindante, y han ganado, por lo que se han hecho con más territorio y negocios sucios.
-¿Y?-preguntó Haru, impaciente como siempre.
-Están asignando nuevos cabezas de negocios en esas zonas, algunos que han subido de puesto recientemente y tienen que ganarse el respeto de sus subordinados, por lo que ahora son blancos más fáciles de donde poder extraer información para pillar a los mandamases de la organización-continuó Kiyomizu, para nada molesto por la ligera interrupción, a pesar del tono de Haru-Así que…-hizo una pausa, y alzó la vista, que viajó entre Haru y Daisuke-Se va a llevar una nueva operación para ello. Y en la Primera División necesitan más efectivos. Y han pedido nuestra colaboración-finalizó-Bueno, la colaboración de nuestros dos mejores agentes, por supuesto-sonrió.
Haru y Daisuke intercambiaron una mirada.
-¿Por qué nosotros?-preguntó Haru.
Haru no sabía si le extrañaba la petición o no. Es cierto que tanto él como Daisuke estaban más que capacitados para llevar a cabo misiones más importantes, como habían demostrado durante los últimos meses trabajando juntos. Gracias a ellos, la Unidad de Combate de Crímenes Modernos había acaparado algo más de atención. Habían podido cambiar los escritorios y las sillas, y comprar una nueva impresora (a Daisuke le molestó que no le dejaran que comprara un edificio entero para instalar a la unidad, y tener que conformarse con eso; tras una muy molesta mirada de Haru, no volvió a sacar el tema. Por el momento), lo que ya parecía un logro.
-No debería extrañarte, Haru-chan-dijo el jefe con su sonrisa afable-Kambe-kun y tú habéis demostrado en muchas ocasiones de lo que sois capaces, y ellos lo saben perfectamente. Es un caso importante, y necesitan ayuda. Y esto también ayudará a nuestro departamento.
-¡Nos tomarán más en serio! ¡Ganaremos fama! Ya no seremos el hazme reír-exclamó Kamei, dejando ver por qué estaba tan contento con el asunto.
Había conflicto en las facciones de Haru, Daisuke lo veía, pero también veía emoción. Parecía ansioso por empezar. Casi parecía buscar una excusa para poder reafirmar que podía participar.
Haru asintió, agarrando con fuerza la carpeta.
-¿Kambe?-se dirigió a él.
Daisuke cerró su propia carpeta. Se echó hacia atrás en el respaldo de la silla. Sonrió de medio lado, por toda respuesta.
-Perfecto-aplaudió Kiyomizu-Siendo así, los implicados en el caso de la Primera y Segunda División os esperan en la sala de juntas en una hora, para una reunión sobre el caso.
-Patead traseros-le susurró Kamei a Haru-Y dadle en las narices a esos estirados de la Primera y Segunda.
La convicción tiñó el rostro de Haru. Por fin. Por fin un caso verdaderamente importante en el que demostrar su valía.
-Eso pienso hacer-dijo, con determinación.
*.*.*
La reunión fue larga y agotadora. Más que nada porque ellos eran los que más tenían que informarse, al incorporarse ahora al caso.
Daisuke podía ver sus miradas de desdén, pero no le preocupaban. Estaba acostumbrado a que le miraran así allí. Creían que no tenía nada más que ofrecer, a parte de su dinero, cuando más bien era que tenía mucho que aportar aparte de su dinero. Además, toda esta información podía investigarla por su cuenta gracias a HEUSC y su tecnología. Incluso, si surgiera la necesidad, podía pedir la asistencia de Suzue, ya que no sería la primera vez que les ayuda a Haru y a él en trabajos en cubierto.
Lo que llevaba peor era cómo miraban a Haru.
Muchos de los allí presentes habían sido compañeros de Haru cuando éste estaba en la Primera División. Y el casi desprecio que veía en sus gestos y miradas ponían enfermo a Daisuke. Si realmente habían sido compañeros de Haru, ¿cómo podían juzgarle así, como si no supieran todo lo que había conseguido y todo lo que podía conseguir, dada la oportunidad?
El que más le molestaba era Ryo Hoshino, sin duda alguna. No sabría decir si era por la mirada aún anhelante y de admiración hacia Haru, como si le echara verdaderamente de menos, o porque había sido anterior compañero más directo, o porque era el exnovio de Haru.
Cuando investigó a Haru, nada más conocerle, esa información no podría haberle importado menos, pero ahora, meses después, tiempo trabajando juntos, comiendo juntos, compartiendo horas extras, discutiendo sin cesar, bebiendo de Haru durante horas, pues sí que le molestaba. Aunque no quisiera admitirlo, y aunque, por supuesto, no lo demostrara.
La reunión finalizó después de que les asignaran sus puestos. Se encargarían de vigilar una zona de almacenes donde se sabía que de vez en cuando hacían intercambios de mercancías. Por el momento, sería una misión de vigilancia. Si obtenían más información importante, debían de comunicarlo a su enlace con la Primera División (porque, por supuesto, ellos seguían siendo los que mandaban en el asunto) para ver cómo actuar.
-No actuéis por vuestra cuenta-fue de lo primero que les dijeron, como si fueran niños.
"Haremos lo que nos dé la gana", llegó a pensar Daisuke; a fin de cuentas, estaba casi seguro de que Haru y él trabajarían mejor por su cuenta.
Además, el enlace con la Primera que les habían puesto era, cómo no, Ryo Hoshino. Y el ver cómo parecía querer mostrarse frío con Haru, y fallando y mostrándose nervioso, no ayudaba a calmar al propio Daisuke.
Se repartieron documentos e intercambiaron varias palabras. También se les proporcionó un arma de fuego.
Haru volvió a sentirlo, en el momento en que el peso de la pistola se aferró en su mano. El frío, el olor, la culpa, las miradas, la decepción. Volvía a hundirse. No estaba allí. Solo…
-Kato-sintió una mano en el hombro, ese que tanto pesaba por el cargo de consciencia que llevaba. Era Daisuke-Es protocolo. Lo más seguro es que no tengamos que usarla.
Sonaba casi reconfortante.
Haru volvía a respirar.
-Sí… Tienes razón-guardó el arma en la funda, la cual luego quedó oculta por su chaqueta.
Vio de reojo que Ryo les miraba. Volvió a centrar su atención en Daisuke. Como desde hacía tiempo, igual que la cocina y el judo, Daisuke le ayudaba a estar centrado. Le hacía sentirse seguro. Si estaba con Daisuke, nada podía salir mal.
Inspiró hondo.
-Vamos.
*.*.*
Los primeros días fueron bastante aburridos, y aun así agotadores.
Cambiaban de sitio cada día, para tener distintos ángulos de visión, pero tras pasar varios días sentados encerrados en el coche, la paciencia, el cansancio y la higiene de Haru alcanzaron extremos, a pesar de que luego los relevaban, y que había otro equipo, Ryo y su compañero, que estaban en otra zona del polígono, ya que había mucho terreno por cubrir y varios almacenes, y que servirían de refuerzos si la situación lo requería. Pero hasta ahora, nada.
Hubo un par de días donde vieron a un grupo de personas que claramente no era personal que trabajara en el polígono de almacenes, y menos a esas horas y de forma tan secreta. Parecían trapicheos de poca monta. Unos kilos de droga, unas cajas de alcohol importado. Podían arrestarles por ello, pero no sacarían nada de ello, no si querían coger a alguno de los hombres de las más altas esferas de la organización.
-Creo que sería aconsejable que empezaras a traer otro tipo de comida-hizo una observación Daisuke-No es sano que lleves casi una semana alimentándote solo de eso.
-Eso se llama ramen instantáneo, y es de lo más cómodo para este tipo de situaciones. Además, no me mires como si ya no supieras qué es. Y Mita me ha dicho que ahora tienes tu propia marca y todo.
-De mejor calidad que la que te estás comiendo, seguro.
-Sí, sí, todo lo que tienes es siempre mejor, asqueroso niño rico.
-¿Cómo planeas enfrentar a alguien si tienes una dieta tan penosa?-Daisuke enarcó una ceja-Además, ya he estado en tu apartamento, y sigo sin creer que puedas llamar a eso cama. No me extraña que parezca que no duermes más de dos horas al día.
-Disculpa, estoy en perfecta forma-Haru puso voz de ofendido-Y mi apartamento y mi cama están bien. Solo porque no sea una monstruosidad como tu mansión y tu cama de suite de hotel…
-Vuelvo a ofrecerte comprarte una casa en condiciones, con todo tipo de comodidades y mobiliario…
-Agh, olvídalo. Siempre tienes que sacar el tema.
-Y tú siempre tienes que rechazarlo.
A pesar de estar discutiendo, algo más que normal en ellos, no había esa malicia inicial, y desde luego no era algo por lo que discutir más en serio. Era hasta agradable, se atrevería a decir Daisuke. Aquella…normalidad, era lo que parecía definirlos a ambos, su relación.
Haru esbozó una pequeña sonrisa.
-Cierto-dijo, terminando de comer y dejando a un lado la caja vacía en una bolsa de plástico-Ah… Por lo menos esto no es tan aburrido como hacer la vigilancia solo.
-¿Es eso un cumplido? Casi diría que parece que aprecias el valor de mi compañía, Inspector Kato-dijo Daisuke con sorna.
-No me hagas retractarme de unas palabras que he dicho apenas hace unos segundos-contuvo una risa.
-No tienes que hacerl…-Daisuke se cortó a media frase, frunciendo el ceño.
-¿Qué ocurre?-Haru se tensó de inmediato.
Daisuke se tocó el pendiente.
-He recibido una alerta de que HEUSC perdía señal-informó-Soy incapaz de que vuelva a estar operativo.
-¿Es la primera vez que hace eso?
Daisuke bufó.
-¿Tú qué crees?-dijo, sacando del bolsillo de la chaqueta sus gafas, las cuales se puso; torció el gesto-Tampoco funcionan.
-No creo que sea solo tu súper tecnología…-empezó a decir Haru.
-Mi tecnología es de lo mejor del mercado y…
-No, quiero decir…-Haru frunció el ceño-Tampoco funciona mi móvil. Ni el navegador del coche-cogió el walkie talkie-Oye, Hoshino, ¿me recibes? ¿Hoshino? Mierda-maldijo-¿Inhibidores de señal?-se aventuró.
-Parece lo más probable-le dio la razón Daisuke, al ver su móvil en el mismo estado.
-Entonces puede que vaya a pasar algo gordo. Con los camellos y demás nunca había pasado esto.
-Cierto. Quizás se trata de un intercambio más importante o algo parecido. Seguramente se traigan hoy algo más grande entre manos.
-¿Y a qué estamos esperando entonces?-dijo Haru, mientras sacaba las llaves del contacto (siempre puestas por si había que salir persiguiendo a alguien, aunque no fuera lo más recomendable) y salía del coche-Vamos.
-No creo que sea lo más sensato-dijo Daisuke, apeándose también del vehículo-No tenemos modo de comunicarnos ni de pedir refuerzos en caso necesario.
-¿Y? Ya has visto estos días cómo operan. No será un grupo muy grande. Nosotros dos solos nos bastamos.
-Me halaga tu optimismo, pero aun así…
-Todo irá bien. No nos separaremos mucho el uno del otro, ya que no podemos contactarnos. Basta con que nos cubramos las espaldas.
Daisuke terminó por suspirar.
-Está bien-cedió-Vayamos a ver qué ocurre.
Haru sonrió.
-Así se habla. Pillemos a esos cabrones.
*.*.*
Recorrieron el perímetro que tenían asignado con calma (no querían levantar sospechas, no todavía que no sabían cuál era la situación) y con tensión (precisamente porque no sabían cuál era la situación).
Eran de las primeras horas de la tarde. Horas intempestivas, porque la mayoría de los trabajadores y guardias de seguridad del polígono hacían cambios de turno o tenían pausas para comer, según se diera.
La zona estaba desierta. Y por mucho que lo intentara Daisuke, HEUSC seguía sin dar señales de vida, lo que indicaba que seguían sin ningún medio de comunicación, lo que no le gustaba en absoluto.
Tras supervisar más de un almacén, por fin vieron algo de movimiento.
Vieron a un par de hombres que, a juzgar por su aspecto, no trabajaban allí. Haru le hizo señas, Daisuke asintió y se separaron ligeramente para seguirlos por dos ángulos.
Los hombres entraron en uno de los almacenes de carga y los siguieron a una distancia prudencial. Allí, se reunieron con otros tres hombres. Escuchó a Haru maldecir por lo bajo. No era porque fueran un grupo de cinco (Daisuke estaba seguro de que podrían con ellos), sino porque uno de ellos, si no le fallaba la memoria (y la memoria nunca le fallaba), aparecía en una de las fotos del expediente del caso, y era de la cúpula cercana a los altos cargos. Era un jefe de negocios secundarios subsidiario y asignado personalmente por uno de los verdaderos jefes de la organización. Éste sí que tendría información que merecía la pena sacarle.
Ahora Daisuke entendía lo de los inhibidores de señal. No siempre iba un jefe a supervisar personalmente uno de los trabajillos, por lo que era una precaución previa, para que no pudieran rastrear y detectarle. Evitar cualquier tipo de peligro para un jefe. Éstos solían estar limpios en cuanto a pruebas se refiere porque siempre dejan que otros hagan el trabajo sucio por ellos, pero si le pillaban allí, como estaban viendo ahora, asegurándose de una mercancía ilegal, podían detenerle y retenerle más de veinticuatro horas para sacarle información de la organización. Habían dado con un premio gordo.
Daisuke miró a Haru. Podía ver la emoción en su rostro, la tensión en cuerpo, sin necesidad de que dijera nada.
Ahora el tema era cómo iban a abordar la situación. Aquellos hombres iban seguramente armados, y por lo menos necesitaban vivo al jefe, por lo que debían evitar cualquier tipo de fuego cruzado…
-Ey, ¿quién anda ahí?-exclamó alguien; otro hombre apareció en su periferia, y les vio.
-Mierda-masculló Haru-No queda otra…-salió de su resguardo-¡Policía! Manos arriba.
-Joder, ¿nos han encontrado?-dijo otro de los hombres.
-¡Poned a salvo al jefe!
-¡Kambe!
-No hace falta que me lo digas.
El jefe salió huyendo por una puerta secundaria del almacén, con uno de sus hombres como guardaespaldas. El resto se quedó para enfrentarlos. A pesar de la mala suerte de cómo habían sido descubiertos (seguían siendo solo dos personas y sin medios para asegurar toda la zona), tuvieron algo de suerte al ver que no todos tenían armas de fuego.
-Ocúpate de la derecha-le dijo Haru.
Daisuke asintió y se desplegaron.
Aprovecharon las cajas y material de obra desperdigados por el almacén como cobertura ante las balas.
Aunque algunos eran corpulentos, otros parecían escuchimizados (algo propio de consumo continuo de drogas), y fueron fáciles de tumbar. Por algo Daisuke practicaba boxeo y Haru judo.
Aun así, seguían siendo más. Pero pudieron reducir al más peligroso, que era el portaba la pistola. Otros se armaron con sus propios puños y otros con barras de metal. Una de ellas impactó en el costado de Daisuke, dejándole momentáneamente sin aliento y equilibrio. Se recuperó, y a pesar del dolor palpitante, no era una herida grave. Retorció el brazo del atacante y le hizo soltar la barra. Un puñetazo en la quijada le dejó sin sentido, como al resto de compañeros.
-Kambe, ¿estás bien?
-Sí-le miró; Haru tenía pinta de haber recibido una buena paliza, aunque Daisuke supuso que él parecía igual de desaliñado; el polvo y la suciedad del sitio no ayudaba, pero le aliviaba ver que ninguno portaba heridas graves-¿Y tú, Kato?
-Solo he recibido unos golpes. Nada que no pueda aguantar.
Daisuke asintió con la cabeza.
Se apresuraron a atar y amordazar al grupo reducido de malhechores. No podían dejar que salieran de allí o que pudieran comunicarse con alguien, ya que no sabían dónde estaban los inhibidores y ni siquiera si afectaba a la frecuencia de sus comunicadores. Además, no tenían tiempo que perder. El jefe había salido corriendo.
-Vamos. No podemos dejar que se escape.
Por inercia, Daisuke volvió a intentar conectar con HEUSC, pero en vano.
Mientras corrían, mirando a todos lados, internamente, Daisuke tuvo el breve pensamiento de que se alegraba que no había habido necesidad de sacar las armas de fuego. No es que fuera un problema para él, pero sí para Haru. No estaba seguro de que, dado su trauma, fuera capaz de disparar, o incluso podía bloquearse ante esa posibilidad, y eso podría haberle salido caro. Daisuke no quería siquiera pensar en esa posibilidad.
Pero no estaba preocupado. No con Haru cerca de él. Ellos dos siempre cumplían lo que se proponían.
Se detuvieron cerca del límite del perímetro. No habían visto a nadie.
-¿Escuchas algo?-resolló Haru.
-No.
-Si hubieran cogido un coche o algún tipo de vehículo, lo habríamos escuchado. Y la única salida del complejo en esta dirección está en el perímetro asignado al equipo de Hoshino.
-Así que lo más probable es que aún estén por aquí…
Haru asintió.
-Echemos otro vistazo.
Se separaron y empezaron a buscar nuevamente.
Daisuke se sentía inquieto. Podía salir alguien de cualquier lado en cualquier momento. El silencio le agobiaba. Puede que Haru tuviera algo de razón en que, a veces, confiaba demasiado en su tecnología. Ahora mismo, se sentía ciego, y quizás no fuera así si no estuviera tan acostumbrado a usar su pendiente y sus gafas.
No es como si reinara un silencio absoluto. Se escuchaba ruido de fondo a lo lejos, de máquinas de construcción en algún lugar del polígono. Pero no era algo en lo que centrarse.
Se movió con cuidado, con precisión, buscando posibles recovecos donde pudieran estar escondidos.
Entonces, un sonido de estática. Fue tan repentino que detuvo sus pies un instante. Y HEUSC volvió a estar operativo.
Seguramente los delincuentes habían anulado los inhibidores para poder pedir refuerzos o algún modo de extracción, ya que Daisuke dudaba que pudieran salir del polígono, teniendo en cuenta que la salida estaría vigilada. O los de la Primera habían dado con los inhibidores y los habían neutralizado. Fuera como fuere, era un hecho de que ya había comunicación.
Perfecto. Contactaría con…
Se escuchó un disparo.
Daisuke se dio rápidamente la vuelta. Otro disparo.
Vio a Haru desplomarse en el suelo. A varios metros de él, estaba el guardaespaldas del jefe mafioso.
De un rápido y fluido movimiento, sin pensar, Daisuke sacó el arma y descargó toda la recámara de balas en el cuerpo del hombre, que cayó muerto al suelo.
Daisuke exhaló.
-Kato-murmuraron sus labios, a la vez que sus pies se ponían en movimiento. La pistola se le escurrió de los dedos al llegar a la altura de su compañero.
Se dejó caer de rodillas a su lado. Notó algo caliente y viscoso calar sus pantalones. Tragó saliva.
-Ugh-gruñó de dolor Haru-Mierda…
Daisuke vio la herida de bala. En el abdomen. Y a juzgar por el rostro contraído de dolor de Haru, lo más probable es que la bala siguiera dentro.
-Joder-maldijo Daisuke, sin perder el tiempo y poner sus manos en la herida para hacer presión. Haru gritó de dolor-Joder-repitió.
-E-es…la pri-primera vez…q-que te escucho m-maldecir así…-dijo, las palabras fallándole, intentando soltar una carcajada, pero terminó por escupir sangre.
-Cállate-siseó Daisuke-HEUSC, contacta con los servicios de emergencia.
-Enseguida, señor-le llegó la distintiva voz de su mayordomo. Se habría sentido aliviado si no fuera porque Haru se estaba desangrando en sus brazos.
Daisuke miró frenéticamente a su alrededor, como si la solución a toda esa situación fuera a salir de la nada.
Vio el arma reglamentaria de Haru no lejos de allí, tirada en el suelo. Daisuke apretó los dientes.
-¿Por qué demonios no disparaste, imbécil?
Daisuke notaba cómo la ira se iba apoderando poco a poco de él. De manera lenta, pero inexorable. De la misma forma que la sangre abandonaba el cuerpo de Haru.
-Y-yo…-tosió, e hizo otra mueca de dolor.
-Cállate.
-E-eres tú q-quien me ha pre-pregunt… Agh.
-Cállate-le espetó Daisuke, nuevamente. Incluso en una situación así, le replicaba todo-No hables. Estás…-no terminó la frase.
-Mm… D-duele…
-Lo sé. Pero tienes que aguantarlo, ¿me escuchas, Kato?
-E-estoy…c-cansado…
-La ambulancia ya está de camino. Así que no se te ocurra dormirte, ¿me oyes? Permanece consciente-exigió, con voz grave, como si realmente tuviera poder sobre él.
Estaba más pálido por momentos, y cada vez se movía y quejaba menos. Un sudor frío le recorrió el cuerpo a Daisuke, sintiéndolo entumecido.
-Ugh…-se escapó otro quejido de los labios de Haru, sus ojos se cerraron, y se quedó inmóvil.
-¿Kato? ¡Kato! Joder-liberó una mano temblorosa de la herida para ponerse las gafas-HEUSC, análisis de Haru Kato.
Letras y números y rojo, más rojo, empezó a llenar la visión de Daisuke. No lo veía bien. No sabía si era por la humedad de sus ojos o porque no quería verlo. Tiró las gafas al suelo. No soportaba ver con cifras cómo la vida de Haru se escapaba de sus manos.
-Haru. Haru, por favor, mantente consciente. Maldita sea, siempre tienes algo que decir, ¿no es así? ¡Pues respóndeme!
Pero Haru no respondió.
En la lejanía, Daisuke apenas era consciente del sonido de sirenas.
-Suzue-musitó, derrotado.
-Enseguida, señor-respondió HEUSC.
-¿Daisuke?-le llegó la voz de su hermana; pensó que le calmaría, pero no fue así-Hermano, ¿estás ahí?
-Haru-casi sollozó éste. Su voz y rostro imperturbable se caían en pedazos. En pedazos, como empezaba a sentirse por dentro-Ha… Ha habido un incidente. Le han disparado. Yo no…
-Ya tengo tu ubicación-dijo Suzue, con voz firme-Estoy de camino-una pausa-Aguanta, Daisuke.
Meros minutos después, ¿o fueron segundos? ¿Horas? Qué más daba. El olor nauseabundo de la sangre seguía ahí, y Haru seguía igual de quieto y callado.
Llegaron los servicios de emergencia.
Daisuke solo fue consciente de ello cuando alguien tiró de él.
-Señor, por favor, apártese del herido. Tenemos que ponerle en camilla y trasladarlo al hospital.
Daisuke enfocó la vista. Vio los sanitarios. La ambulancia. Las luces.
Daisuke obligó a su mente a funcionar.
-Sálvenlo-dijo, casi imploró, cuando encontró su voz-Pagaré un millón, mil millones, un billón, cien billones de yenes. Lo que sea. Pagaré lo que sea. Solo… ¡Sálvenlo!
El sanitario se le quedó mirando. Luego miró al herido. Le hizo apartar las manos, y sus compañeros movieron a Haru a una camilla.
-Haremos lo que podamos-le dijo.
Y con esto, se reunió con el equipo que subía a Haru a la ambulancia.
Otro sanitario se acercó a él, preguntándole si tenía heridas, explicándole que estaba en shock, pero Daisuke no registraba nada.
Cuando las puertas de una de las ambulancias se cerraron, y Daisuke perdió contacto visual con Haru, a su mente vinieron unas palabras que Haru le dijo tiempo atrás.
"-Habrá un momento en que, por mucho que quieras, el dinero no te servirá de nada."
Daisuke se miró las manos. Tenía sangre reseca pegada a la piel. Tenía a Haru pegado a la piel.
"-Hay cosas que no tienen precio."
Aquellas palabras eran una maldición.
*.*.*
Agónicas horas después, le informaron de que Haru Kato había muerto.
5. La mecánica.
Suzue Kambe era una mujer hecha a sí misma. Había crecido en un ambiente opresivo que solo buscaba que creciera con una cierta identidad y valores. Su vida estaba dictada, desde pequeña, pero aun así, con el paso de los años, se había convertido en quien ella quería ser. Podía tomar perfectamente sus propias decisiones.
No sabía si podía decir lo mismo de su hermano Daisuke. O quizás fue precisamente por eso. Él, al ser el heredero, estaba todavía más restringido, y tenía más expectativas que cumplir.
No es porque él fuera varón, o porque era el mayor de los dos y por tanto el primogénito. Suzue era perfectamente capaz de exponer una y mil razones de por qué ella también sería una buena candidata a ser la heredera de una fortuna todavía mayor de los Kambe.
Pero el caso es que Suzue no quería aquel puesto. Es más, estaba segura de que su hermano tampoco lo quería. Y ante esta situación, sí que no le quedaba otra que ser él.
Por eso Suzue siempre apoyaba a su hermano. Porque le quería, porque le respetaba, y porque, por encima de todas las cosas, quería que Daisuke fuera feliz.
Mucho había soportado desde corta edad, por un nombre que le fue impuesto, solo por haber nacido en aquel seno familiar. Daisuke se merecía más que eso.
Daisuke, al igual que ella, era muy diestro y capaz en muchos campos. Pero, si hay algo que diferenciaba bien a los hermanos, si le preguntabas a Suzue, es que Daisuke era más…delicado. Sus hábiles manos se manejaban mejor con las teclas de un piano, mientras que las hábiles manos de Suzue se manejaban mejor con los engranajes de un motor de vehículo, o fabricando todo tipo de maquinaria. O pilotando esa maquinaria.
Era divertido. Montar y desmontar. Crear cosas con tus propias manos, sin necesidad de recurrir directamente al dinero. Claro que, las piezas se compran, pero también se compra el producto final entero y, ¿qué gracia había en eso, qué desafío? Daisuke también era así, lo que pasa es que no encontraba desafíos que le provocaran placer, y parecía vivir contento consigo mismo, hasta que encontrara algo que le hiciera pelear para conseguirlo.
Y Suzue estaba segura, también, de que ya lo había encontrado.
Cuando su hermano volvió a Japón, y prefirió enfrentar el crimen desde una posición mucho más baja de la que merecía (un desafío, Suzue lo entendía), había algo que se volvió una nueva constante en su vida: Haru Kato.
Tras el primer día, cuando Daisuke volvió a la mansión y le contó lo que había pasado: la bomba, el puente, el nuevo equipo, su nuevo compañero… Fue difícil olvidar el nombre de Haru Kato, por la de veces que su hermano le sacaba a colación. Era curioso. Su hermano no solía mostrarse tan interesado en alguien, mucho menos nada más conocerle.
Cuando Suzue le conoció en persona, Haru Kato le pareció una persona demasiado seria, demasiado inmerso en su trabajo, haciendo que descuidara otras cosas. Rechazó su ofrecimiento, y aun a pesar de su claro enfado (tal y como le había dicho Daisuke, era muy irascible), tenía la suficiente educación y modales. Además, era bastante mono, aunque es cierto que Suzue no le conoció en las mejores circunstancias. Pero podía entender por qué su hermano se mostraba tan interesado en él.
Quizás al principio no era más que un desafío. A ellos, Kambe, se les había enseñado a doblegar, de un modo u otro, a las personas para poder conseguir lo que querían o poder avanzar. El dinero era el método más fácil y rápido. Pero Haru Kato no se doblegaba, y mucho menos por dinero.
Según fue pasando el tiempo, Suzue vio cómo evolucionaba la relación de esos dos. Por lo que le contaba su hermano, ignorante todavía de lo que estaba empezando a desarrollar por el otro. Por lo que veía en su hermano, en Haru y, sobre todo, por lo que veía cuando estaban los dos juntos.
En más de una ocasión, Suzue les había asistido en alguna misión, estando en cubierto, ya que ella no formaba parte de la Unidad. Era en esos momentos, cuando los veía discutir o compartiendo su opinión sobre el expediente de un caso, cuando los veía trabajar y luchar juntos, que Suzue sentía que, por fin, su hermano parecía haber encontrado algo realmente valioso.
Colisionaban como fuerzas opuestas, y aun así se atraían. Se amoldaron el uno al otro, y terminaron por encajar.
Aunque Daisuke nunca lo había expresado en palabras, Suzue entendía a su hermano, y sabía que sus ojos no la engañaban. Y la gustaba lo que veía. Le gustaba cómo era Daisuke cuando hablaba de Haru, cuando estaba con Haru.
Suzue era una mujer hecha a sí misma, tomaba sus propias decisiones y actuaba en base a ello. Y su fin último era que su hermano fuera feliz.
Por eso, cuando estaba trabajando en unos planos para mejorar uno de sus aviones, y recibió una llamada de Daisuke, al oír su voz rota, todas las alarmas se dispararon en su cuerpo, y ya estaba determinando su posición a través de HEUSC. Para cuando colgó, sin saber muy bien qué decirle, ya estaba saliendo por la puerta de casa, camino al helipuerto.
Cuando aterrizó en una zona baldía cercana a un gran almacén, y se apeó, con las aspas aún terminando de girar, vio la cantidad de gente que allí había. Sanitarios y policías. Se identificó y se abrió paso. Exigió saber cuál era la situación. En cuanto la informaron, pidió que redirigieran al herido a uno de los hospitales que estaban bajo su nombre; tendría el mejor tratamiento, si no era demasiado tarde. Se negaba a pensar en lo peor. Haru le gustaba, era bueno para su hermano, y ahora Suzue debía ser fuerte por los dos.
Se cruzó con un par de hombres que decían ser de la Primera División, uno de ellos claramente afectado por la situación. Por lo que sabía, Suzue determinó que aquel debía ser un antiguo compañero de Haru, cuando éste aún estaba en la Primera División. Pero eso ahora poco importaba.
Encontró a su hermano de rodillas frente a un charco de sangre que empezaba a secarse por los bordes. Suzue habría jurado que no se había movido ni un milímetro de esa posición desde que la llamó.
-Hermano-dijo, sin aliento, al llegar a su lado.
Éste alzó la vista. Parecía un niño extraviado. Suzue no recordaba haberle visto nunca tan perturbado.
Se arrodilló a su lado y le envolvió en un abrazo.
-Todo irá bien. Ya lo verás. No te preocupes-le susurró al oído.
Daisuke le devolvió el abrazo.
No lloraba. Pero temblaba como una hoja en pleno otoño.
A Suzue se le rompió el corazón.
Ella quería que su hermano fuera feliz.
Y pensaba asegurarse de ello.
6. El después.
El funeral fue como un recuerdo difuso para Daisuke. Era como una amalgama de formas y colores.
Mucho negro, muchos rostros, muchas lágrimas, muchas flores, muchas palabras vanas.
Pagó un dineral para el funeral, uno que los padres de Haru, desconsolados, no podían permitirse. Daba igual que fuera innecesario o desmedido. Era lo menos que podía hacer.
Fue de las pocas veces que Daisuke no se sintió bien al utilizar tal cantidad de dinero.
Daisuke no recuerda haber llorado. No recuerda haberlo hecho en ningún momento. Se sentía tan vacío por dentro que no tenía ni lágrimas. O quizás no fuera eso. Quizás en él ya solo quedaba una culpa desmedida que impedía que cupiera nada más en su interior. Las entrañas se le desgarraban cada vez que lo pensaba.
-Todo irá bien-le volvió a decir Suzue en el funeral, dándole un apretón en la mano.
A Daisuke le gustaría creerla.
Tras el shock inicial, y tras el shock de la muerte ineludible, Daisuke repasó todo lo que había acaecido ese día. Había sido otro día más. Podrían haber completado aquella misión sin problemas ellos dos solos, y sin embargo…
Vio las grabaciones de las cámaras de seguridad del polígono de almacenes, porque aun a pesar de no poder recibir ni mandar señales para comunicación, las cámaras seguían grabando.
Fue ahí cuando la culpa se lo tragó entero.
Vio el momento en que se separó de Haru y se detuvo momentáneamente mientras buscaban al jefe mafioso y su guardaespaldas. Era cuando las comunicaciones se habían restaurado.
Fue tan solo un momento de distracción. Pero eso solo confirmaba que parecía que sin su dinero, sin su tecnología, no podía hacer nada.
Y luego vio algo que no se esperaba.
Aquel día, en aquel momento, antes de que Daisuke descargara todas esas balas en un cuerpo ya muerto, se escucharon dos disparos.
Uno, que no se escuchaba en la cámara. Él dándose la vuelta. Luego el otro. Y Haru cayendo al suelo.
Pero Daisuke lo vio claramente entonces, allí, sentado frente a la pantalla.
"-¿Por qué demonios no disparaste, imbécil?"
Daisuke había creído que los dos disparos habían sido del otro hombre, y que solo uno había alcanzado a Haru.
Pero no fue así.
El guardaespaldas salió de una esquina detrás de Daisuke, y le apuntó con el arma, y le habría matado, pues por un instante, se había distraído. Pero Haru, todavía no demasiado lejos, se había dado cuenta, y sin vacilar, sacó la pistola y disparó. Le dio en el hombro.
Fue entonces cuando Daisuke se dio la vuelta y escuchó el segundo disparo, de la pistola del otro, alcanzando a Haru.
Había estado tan ocupado en matar al otro cabrón como para darse cuenta de que ya estaba herido.
Ya poco importaba. Ahora Daisuke sabía que Haru había muerto por su culpa.
Daisuke, inconscientemente, se sentía invencible cuando estaba con Haru. Y ahora Haru ya no estaba. Y era por su culpa.
Nunca se lo perdonaría.
*.*.*
Arrestaron a los hombres que tanto él como Haru habían reducido en uno de los almacenes adjuntos, y se les interrogó, pero tal y como suponían, no eran más que peones, y no sabían casi nada de la cadena de mando ni de los negocios que llevaban a cabo sus jefes más allá de lo que les habían asignado.
Luego estaba el que había matado Daisuke. Y el jefe, que había conseguido escapar, según le informó Ryo Hoshino, debido a la conmoción provocada por los servicios de emergencia.
Según las premisas, y aprovechando que salió en las noticias la muerte de un policía a manos de una organización criminal (ya buscarían culpables por el tema de la filtración de datos), la propia organización utilizó la muerte de Haru como ejemplo para amenazar a la policía para que los dejaran tranquilos, y como no había culpables directos vivos… Eso solo imposibilitaba todavía más la investigación.
Daisuke pidió, más bien, exigió volver al caso. Tenían que pillar a esos hijos de puta, y lo harían cuanto antes. Pero le declararon incapacitado y estrechamente comprometido con el caso como para volver a dejarle participar. Daisuke les mandó a la mierda, pero no sirvió de mucho. Le dijeron que, además, dada la situación y los anuncios públicos, no iban a tener tanta manga ancha para poder actuar, además de que ahora podían atentar más contra los miembros del cuerpo de policía involucrados, ya que la operación ya no era encubierta como en un primer momento, al estar la organización enterada de que en aquellos momentos iban tras ellos. Y Daisuke era el compañero directo de Haru, por lo que era mejor que se mantuviera al margen.
Daisuke solo quería gritar.
Ni siquiera le dejaron volver a la Unidad de Combate de Crímenes Modernos, alegando vacaciones forzadas o, directamente, una baja laboral ante indisposición. No querían dejarle trabajar. Querían, todos y cada uno de ellos, con sonrisas tristes, que se tomara unos días.
Todos le miraban con pena, pero Daisuke no quería su compasión. Y no le reprochaban nada, al menos en ese departamento. Y eso solo le hacía sentirse peor.
Daisuke no sabía qué hacer.
No es como si buscara exactamente venganza. Pero debían pagar por todo, sobre todo por la muerte de Haru. Y, más aún, quería… debía acabar el último caso que le habían asignado con Haru.
Daisuke sentía que se consumía, como un puro encendido abandonado en un cenicero, hasta desaparecer por completo en una montaña de cenizas.
Buscaba formas de calmarse, de despejar la mente para poder intentar pasar página. Pero lo que antes le ayudaba en eso no servían ahora.
Fumar un buen puro solía ayudarle a relajarse, aunque tampoco los fumaba con tanta frecuencia, dado que no era exactamente bueno para la salud. Pero, cada vez que exhalaba una nube de humo, y pensaba que Haru ya no podía exhalar ni un suspiro, el puro quedaba, pues, abandonado en el cenicero.
Tocar el piano ya no le calmaba. Le hacía llenarse de una extraña sensación de pérdida, y ni siquiera estaba seguro de haberle dicho a Haru que tocaba el piano. Quizás debería habérselo dicho. Quizás se habría reído de él, o mirado con incredulidad, o habría dicho que era algo propio de niños ricos. Habría tocado para él.
El boxeo casi solo parecía servir para hacerse daño a sí mismo. No tenía una persona de verdad en quien descargar su rabia. Y su rabia, ahora, era infinita.
A veces, se imaginaba que aún le oía, comentando sobre cosas que él creía que diría. A veces creía hasta verle, por el rabillo del ojo. Estaba seguro que hasta soñaría con él si fuera capaz de dormir algo.
Casi tres meses después de la muerte de Haru, supo que por fin habían dado con uno de los jefes de la banda, y que le habían ido sacando información, y en cuestión de tiempo, la organización se fue a pique, con la gran mayoría de los integrantes sometidos a juicio y encarcelados.
Daisuke creyó que encontraría alivio en ello. Pero Daisuke…
Daisuke solo se sentía exhausto.
7. La resolución.
Aquella mañana se despertó pensando que debía haber dormido unas cuatro horas. No estaba mal, teniendo en cuenta noches anteriores durante aquellos tres meses. Aunque no habían sido cuatro horas seguidas de sueño…
Se duchó y se vistió. Aunque no tuviera mucho que hacer, ya que, por el momento, tras volver de la baja forzada, no hacía más que trabajo de despacho, y muchas veces podía hacerlo perfectamente desde casa, Suzue le decía que la rutina y la higiene ayudan a mantener la salud mental.
Fue al salón, con unos documentos en la mano a los que pensaba echar un vistazo mientras se tomaba un café.
Al llegar allí, vio a Haru de pie frente a uno de los sofás.
Daisuke se le quedó mirando. Se pinchó el puente de la nariz y se frotó los ojos.
"Otra vez no"
Se dirigió a la máquina de café. Cuando quería un café rápido y no molestar al servicio de la casa, se lo preparaba así. Dejó los documentos en la mesa y cogió una taza.
Vio movimiento en su periferia. Se giró y vio que Haru seguía ahí. Normalmente, si no les hacía mucho caso, las visiones terminaban por irse…
El Haru que veía es tal y como recordaba. Se le veía enfadado y molesto.
-Es la última vez que hago caso a tu hermana-dijo, mientras se rascaba la parte de atrás de la cabeza-Me ha dicho que lo estabas pasando mal y que debía ir a verte en cuanto todo se resolviera… Bueno, claro, primero he ido a ver a mis padres, que después del susto que les he dado… Pero vengo, ¡y tú vas y me ignoras! Juro que no entiendo a los Kambe…
La taza resbaló de sus dedos y se estrechó contra el suelo. El chasquido al romperse detuvo la perorata de palabras de Haru.
-Oye, cuidado con eso-dijo Haru-Es solo una taza (y no vayas a pisarla), pero estoy casi seguro de que eso también cuesta una pequeña fortuna. A fin de cuentas, todo lo que hay en tu casa parece que cuesta más de lo que yo podría ganar en…
-Haru-le llamó, interrumpiéndole, en un susurro.
-¿Mm?-frunció ligeramente el ceño, confuso-¿Desde cuándo me llamas por mi nombre, Kambe?
"Es él de verdad", Daisuke se maravilló ante este pensamiento.
El Haru que creía ver no solía hablar demasiado, y decía solo cosas que Daisuke pensaba de antemano. Pero ahora… Daisuke no tenía ni idea de qué estaba pasando, ni entendía nada de lo que estaba diciendo Haru.
"Tan solo es un sueño", le dijo su parte racional.
Pero… ¿Y si…?
-¿Estás aquí de verdad?
-Oh, sí, bueno… Es una larga historia, pero… Resumiendo…
-¿Estás…vivo?
Entonces Haru esbozó una pequeña sonrisa avergonzada.
-Sí.
Daisuke dio un par de pasos en su dirección, y cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, le pegó un puñetazo en la cara.
-Oh, joder-maldijo Haru, trastabillando hacia atrás, llevándose la mano a la cara-¿A qué cojones ha venido eso?
Daisuke se maravilló una vez más ante la solidez del golpe, del dolor de sus nudillos. Era tangible.
"Real"
-Poco más y me arrancas un diente… Pero es verdad, practicabas boxeo…
Daisuke volvió a darle otro puñetazo.
El alivio que sentía al verle ahí, vivo, respirando, enfadándose...quedaba opacado por la furia que sentía al haber estado en la ignorancia durante todo este tiempo.
Haru dio un paso atrás. Se masajeó la mandíbula.
-Oh, tú lo has querido.
Arremetió contra él y le tiró al suelo con esa llave de judo que tanto le gustaba usar. Daisuke se quedó sin aliento ante el pensamiento y el golpe.
Haru se puso encima de él y le devolvió el golpe. Daisuke bloqueó el siguiente. Contraatacó.
-¿Has estado vivo todo este maldito tiempo y no me has dicho nada?-le recriminó, mientras le golpeaba, esquivaba y bloqueaba golpes.
-La situación era complicada, ¿vale?-se excusó.
-¡Deberías habérmelo dicho!-le gritó-¿Tienes idea de…?
"¿De cuánto he sufrido por tu ausencia?"
-Suficiente-se alzó una voz.
Ambos pararon en seco, tirados en el suelo, dándose puñetazos y patadas, para ver de pie en el quicio de la puerta a Suzue y, detrás de ella, Ryo Hoshino.
Haru resopló y le soltó para ponerse de pie. Daisuke le imitó.
Haru hizo una mueca de dolor.
-No deberías hacer estupideces como esa, Kato-sama-le reprendió Suzue.
-Sí, no hace falta que me lo digas… Aún me duele un poco aún después de todo este tiempo…
Daisuke sintió cómo la furia seguía desbordándose de su cuerpo.
-Lo sabías-la acusó. Suzue le miró-Sabías que estaba vivo. Sabías lo mal que lo he estado pasando estos últimos meses, y no me dijiste nada-se sintió traicionado por la única persona que pensó que nunca sería capaz de hacerle algo de eso.
Suzue se mostró avergonzada y dolida ante aquello.
-Sí. Lo sabía. Y siento no habértelo dicho. Ahora… ¿Podrías por favor calmarte, para que podamos explicarte la situación?-dijo, tan diplomática como siempre.
Daisuke inspiró hondo. Relajó los puños. Se dejó caer en uno de los sofás.
-Adelante-dijo, con gesto ceremonioso.
Suzue se sentó en un sillón a su izquierda, y Haru y Hoshino juntos en el sofá frente al de Daisuke.
El hecho de que Hoshino también parecía estar metido en el ajo solo hacía que Daisuke se sintiera más molesto.
Daisuke se cruzó de brazos, en un gesto claro de estar a la defensiva.
-… ¿Quién más lo sabía?-preguntó, al ver que nadie empezaba a hablar.
-Aparte de nosotros dos-dijo Suzue, señalando levemente con la cabeza a Hoshino-La doctora y dos enfermeros. Ya que era uno de los hospitales bajo mi nombre, fue fácil manipular los registros y demás.
-¿Y el funeral?-Daisuke enarcó una ceja.
-Una pantomima. Te he reembolsado todo el dinero que has usado en él. Y también les he dado una pequeña compensación a los Kato por cómo se ha dado la situación con su hijo-contestó Suzue.
-¿Y por qué mantenerlo en secreto?
Suzue frunció los labios.
-Fue idea mía, y de Suzue-san-intervino Hoshino.
-Una vez que Kato-sama estuvo fuera de peligro, y recuperó el conocimiento tras la operación, y tras la publicación del ataque de la organización, dada la situación, la Primera y la Segunda División no iban a poder moverse tan libremente, por lo que decidimos declarar la muerte de Haru Kato para que él pudiera trabajar en cubierto en esta misión sin suponer un peligro, conmigo como refuerzo, dado que yo no formo parte de la policía-continuó Suzue.
-Fue difícil, pero después de estos meses, por fin hemos desmantelado la organización. Así que, en cuanto todo estuvo en orden, Kato-senpai ya podía moverse libremente-añadió Hoshino-Me tenían a mí como enlace con la Primera para poder tramitar información y pruebas, y la verdad es que terminó funcionando bastante bien, cada uno trabajando por su lado y aunando todo.
-Aún tenemos algunas cosillas que arreglar, especialmente en el tema de que se ha dado oficialmente por muerto a Haru Kato, y que habrá que pedir bastantes disculpas en los departamentos de investigación, pero, por fin, el caso está cerrado-Suzue terminó con una sonrisa.
Daisuke lo sopesó. En realidad, tenía mucho sentido. Habían aprovechado una oportunidad en una situación nefasta, y la habían utilizado bien, aunque habían tenido que engañar y mentir a allegados y amigos. Daisuke dudaba que fuera el único que reaccionara de esta manera al enterarse de lo de Haru. Claro que, la felicidad suele sobrepasar lo demás.
Haru no había vuelto a abrir la boca.
Suzue les dirigió una pequeña sonrisa.
-Bueno-dijo, a la vez que se levantaba-Supongo que aún tendréis cosas que hablar, y otros detalles al respecto se pueden tratar en otro momento-miró a Hoshino, y éste se levantó, algo reacio, y la siguió hasta la puerta de la sala-Sed buenos, y nada de peleas, ¿sí?-vaciló un instante-Lo siento, hermano.
Y cerró la puerta, dejando solos a Daisuke y Haru.
El silencio era pesado, incómodo.
-Oye, no la tomes con tu hermana…-rompió el silencio Haru, con ademán nervioso-Quería contártelo… Queríamos contártelo, pero después de la filtración de información y las amenazas, no queríamos que hubiera represalias hacia tu persona, así que… Oh, y descubrimos que había un topo en la Segunda División, y…
Daisuke se levantó, y Haru se tensó. Se acercó, quedando frente a él. Pocas veces había tenido Daisuke la oportunidad de mirar a Haru desde arriba, desde un sentido más literal, teniendo en cuenta que el otro era algo más alto en estatura que Daisuke.
-…No irás a pegarme otra vez, ¿verdad?-preguntó Haru, que seguía sentado-Es decir, puedo entender que estés cabreado, pero…
-Disparaste-dijo entonces Daisuke, interrumpiéndole nuevamente.
-¿Qué?
-Creí que no volverías a empuñar una pistola, y menos usarla sin vacilación.
-Sí, bueno…-Haru reculó; bajó la vista a sus manos-Aquel cabrón te estaba apuntando a la espalda, ¿qué querías que hiciera? Se supone que nos cubrimos las espaldas, ¿recuerdas? Somos compañeros.
Daisuke sentía cómo la furia se iba disipando poco a poco… O simplemente pasaba a un segundo plano, esperando atacar en otro momento, porque ahora Daisuke sentía cómo una extraña y a la vez familiar calidez empezaba a recorrerle el cuerpo.
"-Basta con que nos cubramos las espaldas."
Daisuke exhaló, nuevamente cansado y hastiado de todo. Ya no sabía ni qué sentía, con el conflicto interno que tenía en esos momentos.
Daisuke cerró los ojos un instante.
-…No vuelvas a hacerme esto-musitó.
-Ja-una pequeña carcajada escapó de la garganta de Haru-No es que tenga la intención de repetirlo, la verdad. Creí que no lo contaría-se llevó instintivamente una mano al costado, donde había recibido el disparo-Kamei y los demás se pondrán como locos cuando sepan que estoy vivo. Ah… No es algo que espere con muchas ganas ahora, la verdad.
-Será una reacción proporcionada a la situación-dijo Daisuke, con deje de sabelotodo.
-Sí, claro, como la tuya-replicó Haru con sarcasmo.
Daisuke torció el gesto. Haru se limitó a esbozar una sonrisa cansada, a la vez que alargaba el brazo y agarraba suavemente a Daisuke de la muñeca. Acarició con la punta de los dedos allí donde había piel, debajo del puño de la manga de la camisa; Daisuke se estremeció por dentro, pero no se apartó. Le miró, confuso.
-¿Tan preocupado estabas por mí?-bajó el tono de voz. Buscaba una afirmación, como si el aspecto y comportamiento de Daisuke no fueran confirmación suficiente.
Daisuke esbozó una sonrisa de medio lado.
-¿Usted qué cree, Inspector Kato?-dijo, con sorna, sintiendo que volvía a ser él mismo, ahora que Haru había vuelto.
Entonces Haru tiró de su muñeca, con decisión, para acercarle a él, y sus bocas chocaron.
Daisuke se apartó de él como una exhalación. Haru rompió a reír.
-Deberías verte la cara, Kambe. ¡No tiene precio!-rio.
La sensación cálida se instaló en su pecho y Daisuke se dijo que ya estaba bien.
"Ya está bien. Ya no tienes por qué sufrir más. Ya no tienes por qué negarte nada"
Por eso, hincó una rodilla en el sofá, cogió a Haru de las solapas de la camisa y le besó. Y Haru le echó las manos a la nuca, y le devolvió el beso.
Era cálido, placentero y casi un desafío. Era como el mismo Haru.
A pesar de que nunca habían hablado de ello, la atracción entre ambos ya estaba presente desde hacía tiempo. Era… una sensación desbordante, a la que quizás aún no era capaz de poner en palabras. Ninguno de los dos.
Una mano de Daisuke bajó por el pecho contrario, hasta que llegó al estómago, y levantó la camisa para tocar piel. La mano de Haru le detuvo.
-Ey, no tan rápido-le dijo, sin aliento.
Daisuke volvió a sonreír de medio lado. Era un gesto claramente Kambe.
-¿A dónde ha ido toda esa valentía de antes, Kato?
Haru se sonrojó hasta las orejas. Era adorable.
Daisuke tocó la cicatriz, haciendo que un escalofrío recorriera a Haru.
-Oh, querías ver…-Haru le miró-No pongas esa cara, ya no me duele. Bueno, quizás cuando hago algún movimiento brusco… Pero está bien. Además, algo así no es tan raro en nuestra profesión.
Lo sabía. Daisuke lo sabía, y aun así… Había estado tan cerca de perderlo… O más bien, creía haberlo perdido para que luego el mundo, o más bien, su hermana, le hiciera un regalo que era más como un milagro. Luego tendría una buena charla con Suzue.
Haru sopesó el gesto serio y dolido de Daisuke. Era raro ver tantas expresiones en un rostro por lo habitual imperturbable. Y todo era por él. No debería sentirse bien por eso, pero así era. Que pudiera perturbar de aquella manera a aquel hombre estoico, y que pudiera besarle de aquella manera. Se dijo que no quería volver a hacerle daño, no si Haru podía evitarlo.
-No volveré a desaparecer así, ¿de acuerdo?-jugueteó con la corbata de Daisuke-No te librarás de mí tan fácilmente, Kambe.
Daisuke sonrió contra sus labios.
-No esperaba menos de mi compañero.
Volvió a besarle.
"Haru Kato, sin duda, no tienes precio"
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Espero que les haya gustado! Dejen sus comentarios para que sepa su opinión!
Los que ya me conocen saben que parece que no sé escribir otra cosa que no sea drama XD Pero es que dado el tipo de anime que es, creo que este tipo de situaciones se pueden dar, y no hay nada como un buen angst, pero luego con su final feliz, eh? No soportaría matar a uno de los dos en el primer fic que me da por escribir de ellos XD
El fic es largo, y pensé dividirlo y quizás hacerlo un two-shot, pero no quería dejarles con la angustia, como a Daisuke, de pensar más de lo necesario que Haru estuviera muerto :P
También decir que adoro a Suzue. Un personaje femenino fuerte siempre es bienvenido, y creo que dará mucho juego en el anime, o eso espero XD
Una vez más, muchísimas gracias por leer y comentar! El feedback hace muy felices a los autores, pensando que su esfuerzo y trabajo ha merecido la pena! :)
Cuídense y espero que estén bien, dada la situación actual.
Bye~!^^