Por Severus_divides_into_H
Traducción de Levimakesmecry
.・:。ೋ ೋ.•:。
Capítulo tres: Construyendo Bases. Parte 1
Una notita del autor:Ya que en los libros en sí no mencionan directamente a los abuelos de Harry, hice a Charlus su abuelo y a Fleamont su bisabuelo.
• • • •
King's Cross estaba lleno de Muggles. Estaban por todos lados, sudorosos, caras rojas, y sucias, cargando bolsas igualmente sucias, y Tom odiaba, las odiaba, los odiaba. Se veían justo como cada cuidador de su orfanato, como los mendigos que él y Harry veían en las calles Muggles con cada vez mayor frecuencia. No importaba lo que Harry dijera, ellos eran animales sin propósito. Ratas de laboratorio. Los Muggles conducían sus experimentos sobre diferentes criaturas porque las consideraban menos, así que, ¿por qué los magos no deberían hacer lo mismo?
Naturalmente, Tom mantuvo sus opiniones para sí mismo, sonriendo educadamente cuando algún pasajero representante de esta basura humana le echó una mirada interesada a la gran ave sentada orgullosa en su hombro. Un chico Muggle particularmente tonto se quedó tan embobado que se tropezó y cayó de cara, gritando de dolor.
Su piel se erizó con anticipado disgusto, pero aún así Tom ofreció su mano, forzando una radiante sonrisa sobre sus labios.
―¿Estás bien? ―preguntó, su tono perfectamente angustiado. Con la esquina de su ojo, pudo ver a Harry brillar, sin duda encantado de verlo ser tan cortés con Muggles.
Por qué Harry estaba tan obsesionado con la idea de jugar a ser simpático con todos estaba más allá de él, pero a Tom no le importaba seguirle el juego si esto le daba lo que quería. Concretamente, las sonrisas satisfechas de Harry, y su orgullo, y el indisimulado afecto y calidez en sus ojos. Era penoso, francamente, cuánto Tom tenía que depender de estas cosas aparentemente irrelevantes, pero ya no trató de pelear contra ello. Las consecuencias de su resistencia fueron inaceptables y él nunca iba a revivirlas.
El chico Muggle asintió, mirándolo asombrado, y cuando Harry se alejó, Tom le lanzó una fría sonrisa de desprecio.
Patético. Aparte de complacer a Harry de vez en cuando, él no tenía la necesidad de atraer muggles a su lado. Hogwarts le estaba ofreciendo acceso a numerosos magos y brujas, y ellos eran en quienes Tom iba a usar todo su encanto y su estatus como heredero de Slytherin.
Pasó todos estos años con Harry aprendiendo sobre el mundo mágico, sus tradiciones y políticas. Había cosas que no entendía todavía, pero en el futuro, él sabía que lo haría. Sólo era cuestión de tiempo. Así que leyó y planeó, y ya tenía varios objetivos finales claros en su mente.
Iba a conquistar el mundo de los magos. Ser un político parecía la manera más lógica de lograrlo, pero estaba abierto a intentar otras maneras también. Primero, sin embargo, necesitaba estabilizarse y hacer crecer un círculo de adeptos de confianza. Los sangre pura eran la mejor opción, pero a pesar de su ascendencia, Tom dudaba sobre cómo iba a ser aceptado por ellos.
Sus posibilidades habían aumentado tremendamente después de la revelación de su estado sanguíneo, pero Harry le había contado suficientes historias de intolerancia que dejaron a Tom preocupado.
Por supuesto, eventualmente destruiría cualquier resistencia, pero prefería comenzar a ganar apoyo temprano, no quería perder su tiempo en probar su valor. Sus planes ya habían tenido que someterse a varias revisiones serias luego de Gringotts porque… porque…
La odiosa ansiedad se agitó en su interior, despertando de su sueño, y Tom sujetó la mano de Harry con fuerza, apretándola en la suya.
Él tenía una debilidad. De algún modo, Harry había logrado echar raíces en él, y lo hizo tan lentamente que Tom no lo vio hasta que fue demasiado tarde. Harry sólo estaba… ahí. Todo el tiempo. Siempre hablando con él, siempre cumpliendo sus deseos e involucrándolo en cada aspecto de su vida. Se había convertido en una presencia tan confiable en su vida que Tom dejó de notarlo, lo dio por sentado.
En Gringotts, fue cegado por la idea de riqueza y conexiones que estaban a punto de abrirse para él. Se sintió borracho de poder y Harry se desvaneció en algo pequeño e insignificante. Era un simple escalón, un objeto útil con una fecha límite que se necesitaba sólo hasta que Tom pudiera avanza a su siguiente meta.
Pero entonces, Harry de repente no estaba ahí, e irónicamente, allí fue cuando sobrepaso el mundo entero en la mente de Tom. Cuanto más se distanciaba, más brillante brillaba, y Tom anhelaba esta luz, anhelaba el amor y la aceptación a la que se había acostumbrado.
Harry era suyo. Era incomprensible que pudiera simplemente decidir regalarlo, para olvidarlo, para construir una nueva familia por sí solo.
La rabia y el pánico lo inundaron de nuevo ante los meros recuerdos, haciendo que su corazón se estremeciera de miedo, y Tom se clavó las uñas en la mano de Harry, tratando de anclarse.
Eso estaba en el pasado. No volvería a cometer este error. Harry se quedaría a su lado todo el tiempo que él quisiera, y Tom sospechaba fuertemente que este extraño e inexplicable deseo nunca se desvanecería.
La niebla roja se disolvió, tranquilizándolo un poco. Tom aflojó su agarre y frunció el ceño cuando vio que en su ataque de rabia, había roto la piel de Harry con sus uñas.
Sus ojos se fijaron en Harry, que lo observaba atentamente y que no parecía afectado en lo más mínimo.
―¿Estás nervioso? ―preguntó. Tom resopló, tanto por el fracaso de Harry en entender lo que podría provocarle como por la suposición de que alguna vez podría estar nervioso por algún viaje en tren.
―Un poco. ―mintió, y cerró sus ojos por un dichoso momento cuando Harry envolvió su mano sangrante alrededor de sus hombros, acercándolo.
―Eso está bien ―él murmuró―. Ellos te van a amar, Tom. Y si no lo hacen, aún así querrán adular todo tu ser, así que te tratarán bien de todos modos.
Una risa espontánea se le escapó antes de que Tom pudiera detenerse. Apophis, que estaba pegado a su hombro, dejó escapar un sonido insatisfecho ante el movimiento, y Harry le frunció el ceño.
―¿Estás seguro que no quieres renombrarlo? ―preguntó―. Sé que han pasado meses, pero quizás no se ha aprendido esa monstruosidad de nombre y puede ser reenseñado.
Tom frunció el ceño. No esto de nuevo.
―Es un nombre apropiado ―espetó―. Apophis era una deidad de la oscuridad y una―
―Serpiente, sí. Una malvada ―Harry le lanzó una poco impresionada mirada―. Le diste a tu pájaro un nombre de serpiente.
―Yo soy―
―No repitas eso otra vez, ya lo sé. Todavía no veo el por qué ser un heredero de Slytherin haría tal elección de nombre apropiado… Pero de nuevo, es tu pájaro.
―Exactamente. Y dudo mucho que puedas crear algo creativo en primer lugar. Probablemente le darías a tu mascota un nombre Muggle.
―Tú y yo tenemos nombres Muggle. ―Harry señaló, y Tom tuvo que exhalar lentamente para evitar decir más. Discutir con Harry era imposible a veces. Era francamente irritante y, aunque esto complació a Tom, también lo volvió loco.
―Estamos aquí ―Harry se detuvo, asintiendo al simple muro gris―. ¿Recuerdas cómo pasar?
Tom respondió con una mirada mordaz. Por supuesto que lo recordaba, no era un idiota. Aún así, la idea de correr contra una pared parecía ridícula. ¿Quién había ideado tal entrada? Tal vez lo cambiaría en algún momento en un futuro lejano. Definitivamente alejaría la plataforma de los Muggles. ¿Por qué los magos tienen que preocuparse por ser vistos incluso cuando hacen algo tan mundano? Los muggles estaban en todas partes y eran una amenaza constante.
Frunciendo el ceño, Tom giró la cabeza hacia un lado, asegurándose de que no pasara nadie, y luego se adelantó. El muro lo aceptó fácilmente, dejándolo fusionarse con él por un momento antes de empujarlo hacia el otro lado.
La plataforma 9 también estaba abarrotada, pero las personas aquí no eran muggles. La magia que reinaba en este lugar era tan espesa como en el Callejón Diagon, haciendo que la magia de Tom revoloteara.
Este era definitivamente su mundo. El único mundo en el que vale la pena vivir.
Harry se unió a él un momento después, observando la plataforma con una expresión que Tom no pudo identificar de inmediato.
―¿Qué estás pensando? ―preguntó, frunciendo él ceño. Había hecho un estudio de Harry hace tiempo. Conocía cada pliegue de su frente, cada variación de sus sonrisas y cada matiz de verde que sus ojos tomaban según su estado de ánimo. Esta mirada en su rostro era algo que Tom no podía descifrar, sin embargo, el codicioso deseo de cercanía se intensificó, haciéndole apretar la mano de Harry de nuevo, cavando sus dedos en heridas frescas, esta vez deliberadamente.
―Sólo recordando mi primera visita aquí. No es nada ―Harry le dedicó una sonrisa cansada pero genuina, aún ignorando el dolor que sin duda tenía que sentir en su brazo―. ¿Te gustaría ir ahora? Seguramente querrás tener la oportunidad de elegir un compartimento antes de que lo tome otra persona y tengas que pedir un lugar.
Tom se enderezó inmediatamente preocupado y Harry se rió antes de envolver sus brazos a su alrededor y acercarlo de nuevo. Tom se sonrojó, avergonzado de ser abrazado frente a todos, pero disfrutando demasiado del abrazo para alejarse. Un parpadeante resplandor calentó su pecho cuando observo a otros adultos ser afectuosos con sus hijos, cada uno a su manera.
Si él no hubiera tenido a Harry, habría venido aquí solo, con nadie para despedirlo y explicarle cómo llegar a la plataforma.También habría sido obligado a usar ropa de segunda mano que inmediatamente lo revelaría como un nacido de muggle: peor, un nacido de muggle que incluso los muggles no querían.
Estremeciéndose, Tom apretó su agarre alrededor de la cintura de Harry, ignorando las protestas de Apophis. Harry lo dejó ir demasiado rápido, y mientras sus ojos prácticamente gritaban de amor, Tom lo encontró insuficiente.
Él quería palabras también. Quería palabras, y acciones y emociones; quería cada posible afirmación de Harry que pudiera obtener.
Como si escuchara sus pensamientos, Harry le tocó suavemente la mejilla.
―Te amo ―dijo―. Espero que me escribas.
―Y tú responderás ―la voz de Tom sonó extraña. Casi ronca―. A cada carta.
La sonrisa de Harry se ensanchó.
―Por supuesto ―prometió dulcemente―. Trata de no meterte en muchos problemas. Y por el bien de Merlín, no molestes a Dumbledore.
―Sólo si él no me molesta primero.
Harry resopló divertido antes de rápidamente cambiar su expresión.
―Buena suerte ―dijo de verdad―. Espero que ames Hogwarts tanto como yo lo hice.
Tom asintió, luego dudó. Por alguna razón, apartar la mirada de Harry fue un desafío. La idea de que no lo vería durante meses dejó un sabor agrio en su boca, uno que no podía lavar sin importar cuántas veces tragara.
Deseó poder congelar a Harry en el tiempo, así él podía seguir parado aquí, en esta plataforma, cuando Tom regresara. Deseó poder meterlo en su baúl y dejarlo allí hasta las vacaciones porque de esta manera, Harry no podría continuar con su vida. Se mantendría exactamente igual que Tom lo recordaba sin distraerlo de sus planes escolares.
Tal vez él buscaría más opciones pronto.
Respirando hondo, Tom se obligó a darse la vuelta.
Luego subió al tren.
• • • •
Sin Harry para consumir toda su atención, Tom era finalmente capaz de concentrarse en su entorno. Recordando cuidadosamente todo lo que había sucedido antes de entrar, se dio cuenta de que ya había atraído la atención de varias familias. Parecía que Apophis había realizado su primera tarea diligentemente: le consiguió a Tom el escrutinio que necesitaba. Esperaba que fuera suficiente para tentar al menos a algunos estudiantes a buscarlo y preguntarle su nombre.
De lo que reunió, los sangre pura, especialmente los Slytherins, formaron un círculo cerrado. La mayoría de los niños se conocían antes de llegar a Hogwarts y probablemente estarían atentos a aquellos de los que no sabían nada para expandir su grupo o seleccionar a un objetivo entretenido para futuros ataques
Tom esperaba que fuera el primero que visitaran.
Pronto, la puerta de su compartimento se abrió. Cuatro niños de su edad se asomaron al interior, y Tom los estudió fríamente, notando su ropa claramente cara y sus rostros inexpresivos.
Sangres pura. Tenían que serlo.
El regocijo se extendió a través de él en una carrera fría y complacida, pero Tom se aseguró de que su voz fuera uniforme cuando comentó: ―Se supone que uno debe tocar antes de entrar. Pensaría que alguien con su educación lo sabría.
Los cuatro intercambiaron miradas. Entonces el más alto de ellos cerró la puerta y envió a Tom una sonrisa que era demasiado abiertamente sospechosa para el gusto de Tom.
―Mis disculpas ―dijo―. Espero que no te importe si nos sentamos aquí. Todos los demás compartimentos ya están tomados.
Una mentira, pero Tom no lo iba dejar pasar. Tenía que ser paciente y caminar con cuidado si quería llegar a alguna parte con este tipo de magos.
―Al menos no hay ninguno lo suficientemente libre para nosotros cuatro ―un chico de cabello oscuro le sonrió a Tom, mostrando los dientes―. Sin embargo, estoy seguro de que puedes encontrar un lugar para ti por ahí.
Tom elevó una ceja, sin impresionarse.
―Viendo que he elegido este compartimento primero, tendré que declinar ―pronunció―. Sin embargo, puedes sentarte si gustas.
Los cuatro sangre pura intercambiaron otra mirada. ¿Debían de ser tan obvios?
Dos de ellos tomaron lugar frente a Tom y el más alto se sentó junto a él.
―Soy Julian Avery ―él dijo―. Y estos son Alphard Black, Lois Lestrange, y Calder Mulciber. Alphard y Lois son quintos años, yo y Calder ya estamos en nuestro segundo año. ¿Y tú eres?
Tom había estado esperando por esto. Él había imaginado este momento muchas veces, en cada manera posible. El único elemento unificador de sus escenarios era el resultado.
―Tom Marvolo Slytherin. ―dijo alargando las palabras, y deleitándose en las expresiones de conmoción e incredulidad en cada cara.
―Correcto ―Black se rió con vacilación―. ¿Realmente esperas que nosotros―
Apophis se animó, enfocando sus ojos en Black. Sus alas oscuras temblaron de anticipación, pero Tom las palmeó suavemente, satisfecho con el profundo silencio que llenaba el compartimento.
―Mi tutor está separado de su familia ―dijo después de una pausa―. No es particularmente extrovertido, por lo que no hemos estado haciendo muchas apariciones públicas. Tampoco veo ninguna razón para anunciar el hecho de que la línea de Salazar Slytherin sigue viva. Eventualmente, todos lo descubrirán tal como es.
―Pero todos los Gaunts se extinguieron, ¿no? ―preguntó Mulciber, sonando tan inseguro como Black lo había sido―. Mis padres me dijeron que los últimos eran…
Locos. Endogámicos.
Sí, Tom lo sabía. Había pasado los últimos siete meses buscando cada mención de los Gaunt en los libros y acosando a Harry para obtener más información. Era desafortunado que no todo su origen fuera estelar, pero había tenido tiempo suficiente para planear cómo contrarrestar posibles argumentos contra él y su línea de sangre.
―Tienes razón, por supuesto ―Tom se encogió de hombros, su máscara de indiferencia firmemente en su lugar―. La línea de Slytherin estaba casi destruida. Fue entonces cuando mi madre decidió rebajarse a alguien que sería completamente indigno de ella en cualquier otra circunstancia.
Pasó un momento antes de que la comprensión se reflejara en los rostros de sus potenciales seguidores.
―¿Eres un mestizo? ―Lestrange exclamó, y sonaba tan angustiado que Tom quería gruñirle. Harry tenía razón. La superioridad de la sangre no era más que un estereotipo antiguo. Estos niños no podrían ser más poderosos que él a pesar de la diferencia en su estado sanguíneo. Tom aún no estaba seguro acerca de los nacidos de muggles, tendría que probar esta teoría él mismo, pero estaba casi seguro de que la destreza mágica no dependía del estatus de uno.
―Lo soy. ―Tom entrecerró los ojos, llamando a su magia y dejando que se deslizara hacia cada persona dentro del compartimento. Casi podía verlo brillar, envolviéndose alrededor de los sangres puras y apretando su agarre sobre ellos.
Cuatro jadeos fueron música para sus oídos.
―Y como pueden ver ―continuó en voz baja―, la decisión de mi madre nos ayudó a recuperar nuestro poder y preservar la línea de Slytherin. Tengo toda la intención de restaurarla a su antigua gloria, y más ―Tom suavizó su voz, permitiendo que sus labios se curvaran en una misteriosa sonrisa―. Aquellos que me ayuden naturalmente se encontrarán en la posición envidiada por el resto del mundo mágico. Esa es una promesa, y no las doy a la ligera.
Tal vez estaba exagerando un poco. Harry siempre se reía de sus discursos, o resoplaba o ponía los ojos en blanco antes de inevitablemente llamarlo exagerado. Si bien enfureció a Tom, no pudo evitar preguntarse si Harry era inmune a su persuasión o si realmente estaba siendo pretencioso.
Lestrange, Black, Avery y Mulciber lo miraron con asombro, y la tensión que Tom no sabía que tenía se enroscó en algún lugar de su pecho de repente.
Justo como pensaba. Algo estaba mal con Harry, no con sus discursos. Y bueno, Harry fue una excepción en muchas cosas, así que no fue tan sorprendente.
Frunciendo el ceño, Tom alejó los pensamientos sobre Harry. Ahora no era el momento de pensar en él.
Él ya tenía estos cuatro sangre pura de su lado.
Fue un buen comienzo.
• • • •
Debería haber sabido que evitar los pensamientos acerca de Harry era imposible. De una forma u otra, todo siempre lo condujo a él.
―Entonces, ¿quién es tu guardián? ―Avery preguntó emocionado, inclinándose más cerca de él. Todos lo estaban, y Tom se bañó en sus atenciones, sintiendo un hormigueo de placer en cada parte de su cuerpo. Había esperado más moderación y resistencia por parte de los sangre pura, pero no podía quejarse. Su plan iba a la perfección.
―Harry Potter ―respondió, y fue inmediatamente desconfiado del cariño que se deslizó en su voz. Esto no funcionaría. Su debilidad era suya y tenía que mantenerla alejada de la atención pública―. Es bastante solitario pero me proporciona todo lo que necesito.
―¿Potter? ―Black parpadeó como un búho―. ¿Uno de los Potter está acogiendo al heredero de Slytherin? Pero ellos son la familia de la luz, ¿no es así? Nunca favorecieron las creencias de Salazar Slytherin.
Tom se congeló, sus pensamientos se detuvieron abruptamente.
¿Los Potter eran una familia notable? Harry era mestizo, pero Tom asumió que había nacido de magos comunes. De lo contrario, ¿cómo podría haber terminado con muggles? Muggles que lo llamaron un fenómeno y probablemente lo maltrataron, a pesar del silencio de Harry sobre este asunto.
Si los Potter eran sangre pura... ¿Habían rechazado a Harry y lo habían regalado porque era un niño bastardo, un mestizo?
La furia ardió en su mente, prendiéndose fuego y devorando cada pensamiento racional. Por un momento, sólo vio enrojecimiento, pero aún así se obligó a respirar hondo varias veces.
Luego. Lo pensaría luego.
Todavía tenía una audiencia para entretener.
―Harry es diferente ―dijo Tom con tanta calma como pudo―. No mantiene contacto con su familia.
―Fascinante ―exclamó Lestrange, aún mirándolo con ojos muy abiertos y enamorados―. ¿Sabes en qué casa estaba?
Tom hizo una pausa y una sensación desagradable se arrastró hasta su estómago, envenenándolo desde adentro.
Él no lo sabía. Nunca se había molestado en preguntar ni siquiera algo tan simple, demasiado centrado en su próximo año escolar.
Todavía tenía una vaga idea sobre el pasado de Harry. Esto fue inaceptable. Ahora, tenía que pensar rápido.
Harry no tenía la mente de un Ravenclaw: estaba perfectamente satisfecho con su conocimiento limitado. Tampoco podía ser un Hufflepuff, su lealtad no era ciega ni absoluta y, a veces, jugaba sucio. Él seguramente estaba listo para entregar a Tom con suficiente facilidad.
Tom apretó los puños debajo de la mesa, luego los aflojó lentamente cuando captó la mirada curiosa de Mulciber.
Eso dejó a Slytherin y Gryffindor. Harry era lo suficientemente manipulador cuando quería serlo, y a veces, cuando Tom lo miraba, notaba una gracia fría y mortal en él, algo que no podía describir adecuadamente y que desapareció tan rápido como apareció.
Pero eso fue todo. Harry no era lo suficientemente ambicioso ni astuto como para calificar para un Slytherin. Gryffindor, por otro lado...
Terco, sin miedo a revelar sus debilidades, y generoso hasta la exageración.
Sí, eso encaja perfectamente.
Harry era un maldito Gryffindor.
―Gryffindor. ―respondió Tom agriamente. Avery soltó una carcajada.
―Fiel a las tradiciones familiares, ya veo ―dijo con humor―. Un Gryffindor criando al heredero de Slytherin, eso sí es algo.
―Eso traerá una mayor cantidad de seguidores a nuestro lado cuando llegue el momento. Hasta entonces, te sugiero que te quedes callado al respecto. ―comentó Tom casualmente, y todos volvieron a callarse, sus miradas se llenaron de asombro.
Gracioso. Tom sólo tenía planes vagos, el único claro implicaba reunir a tantas personas dispuestas a apoyarlo como fuera posible, y sin embargo Mulciber, Black, Lestrange y Avery ya se comportaron como si tuviera respuestas a todos los misterios del universo.
¿Quién era Tom para discutir eso?
• • • •
Hogwarts era hermoso. Era alto, majestuoso, y emanaba poder, pero aunque Tom estaba impresionado, no sintió la atracción que Harry había descrito.
Era sólo una escuela. Una escuela legendaria, probablemente incluso el centro del mundo mágico, pero nada que haga que Tom se enamore de ella al instante. Harry dijo que era su hogar, pero Tom ya tenía un hogar, y aunque estaba seguro de que disfrutaría estudiar, eventualmente, planeaba regresar.
El pasillo donde los conducían estaba iluminado con miles de velas. El techo reflejaba las imágenes de las oscuras nubes de la tarde, y finalmente, Tom sintió la agitación de la emoción infantil.
Hogwarts podría no ser un hogar, pero era impresionante. Representaba todo lo que amaba de la magia, de este mundo, y donde quiera que mirara, veía detalles que quería estudiar, misterios que quería descubrir.
El mundo muggle no era nada en comparación con esto. Nunca debería haber existido en primer lugar.
La forma en que Lestrange y Black estaban pegados a él ya atraía la atención general. Algunos otros de primer año lo miraban con curiosidad y Tom los ignoró por ahora, mirando constantemente hacia adelante. Mulciber y Avery se habían ido, habiéndose retirado a donde sus compañeros de clase, y Tom sabía que estaban difundiendo la noticia sobre su llegada por toda la mesa.
Otra mirada pesada quemó agujeros a través de él, y finalmente, Tom giró la cabeza para inspeccionarlo.
Dumbledore. Dumbledore lo estaba mirando, parado cerca del taburete y sosteniendo el rollo de papel en sus manos. Su rostro era sombrío. Tom sabía que era inmaduro e ilógico, pero aún se burló de él, incapaz de evitarlo.
Algo sobre este hombre hizo a sus pelos ponerse de punta. Tal vez fue su arrogancia que trató de esconder detrás de su fachada de abuelo defectuosa, o el increíble poder que lo acompañaba cada vez que se movía, pero la verdad era innegable: Tom lo detestaba.
Podría haber apreciado conocer a un mago tan fuerte si dicho mago no hubiera intentado separarlo de Harry. Habló de oportunidades y conocimiento, pero todo lo que Tom vio fue un intruso que quería destruir la vida que él y Harry ya habían construido.
Nunca dejaría que eso sucediera.
―Ashton, Kimberly. ―leyó Dumbledore.
La primera chica se acercó tímidamente al alto taburete y Tom la vio clasificada en Hufflepuff. Lestrange dejó escapar un ruido grosero.
―No me sorprende. ―murmuró.
―¿No te gusta Hufflepuff? ―Tom lo miró y Lestrange se echó a reír, como si no estuviera seguro de si estaba bromeando.
―Hufflepuff es para aquellos que no caben en ningún otro lugar ―explicó―. Es peor que Gryffindor. Todos los Hufflepuff son idiotas ingenuos que darán su lealtad a la primera persona que les sonríe.
―Los hace útiles, entonces, ¿no? Aplica algo de esfuerzo y morirán por ti. Ese es un rasgo admirable.
Lestrange se quedó boquiabierto mientras Black lo analizaba con una mirada pensativa.
―Depende de a quién te refieras ―dijo―. En tu argumento, todavía no quisiera ser un Hufflepuff.
―Entonces no lo seas ―Tom sonrió―. Todos toman sus propias decisiones.
Dudaba que todo fuera tan blanco y negro como Lestrange y Black pensaban, pero no iba a decirlo en voz alta. Primero, sacaría sus propias conclusiones. Después, comenzaría a elaborar planes más específicos para difundirlos.
Black quedó en Slytherin, aunque el Sombrero permaneció sobre su cabeza durante bastante tiempo antes de tomar una decisión. Desde su lugar, Tom vio a Black caminar rígidamente hacia su mesa, sonrojado por la vergüenza.
¿No tan Slytherin como quería aparentar? Interesante. Era una debilidad que Tom podría explotar si las cosas iban mal.
El nombre de Lestrange fue llamado muy pronto, y le envió a Tom una mirada emocionada.
―Nos vemos en un minuto. ―susurró. Tom asintió, ignorando la satisfacción que brotó dentro de él con estas palabras. Varios niños que habían escuchado a Lestrange lo miraban fijamente, pero él aún se negaba a hacer lo mismo.
Lograr despertar el interés de todos antes de ser clasificados fue bueno. Harry estaría igualmente exasperado y complacido.
―¡Potter, Charlus!
El tiempo se detuvo por un momento cuando el corazón de Tom dio un salto de alegría ante el familiar apellido. Entonces el primer nombre también le llegó, y lentamente, el aire a su alrededor comenzó a oscurecerse.
Charlus Potter era pariente de Harry. No hay duda de eso.
Claro, Potter era un nombre bastante común, pero era poco probable que hubiera muchos Potter sangre pura, y Harry le había dicho que su padre era uno. Y el chico mismo...
Tom había hecho un mapa mental con todas las características de Harry y podía ver un parecido físico distante pero innegable entre él y Charlus Potter. Otras personas pueden considerar el apellido de Harry como una mera coincidencia, sin saber toda la historia, pero Tom vio la verdad. Se le estaba mirando directamente a la cara.
Además de tener rasgos físicos vagamente familiares, el niño era bajo y de hombros cuadrados, con cabello grueso y oscuro y la superioridad que sólo poseía un sangre pura.
Harry no se comportó de esta manera. Por el contrario, Harry siempre trató de fingir que no estaba allí, como si odiara la idea misma de la atención. Y si Tom tenía razón, los Potter tenían la culpa de esto.
Lo habían rechazado. Alguien en su línea se había acostado con un muggle o un nacido de muggle y luego se negó a asumir la responsabilidad del niño. Lo abandonó con muggles que odiaban la magia, despojándolo del cuidado y el lujo que se suponía que obtendría como Potter, y continuó con su línea, criando más sangre pura.
Él y Harry realmente eran similares.
Tom no estaba seguro de si sus propios parientes estaban vivos, así que por ahora, había puesto sus pensamientos de venganza en los rincones más oscuros de su mente. Pero Harry... la familia de Harry no estaba simplemente viva, se atrevieron a vivir como si nada hubiera pasado. De hecho, con el tiempo de vida de los magos, era posible que Charlus fuera el hermano de Harry, un reemplazo para el mestizo indigno que los Potter habían engendrado.
El odio, oscuro y amargo, se arremolinaba, quemando sus entrañas con intensidad.
―¡Gryffindor! ―anunció el Sombrero, y Tom miró sin parpadear mientras Charlus se alejaba, memorizando cada aspecto arrogante de su rostro.
Algún día habría una retribución, se prometió en silencio.
Los Potter se arrepentirían de haber echado a un lado a Harry.
―Slytherin, Tom. ―El tono de Dumbledore era tenue, como si estuviera tratando de evitar anunciar su nombre lo suficientemente alto como para que todos lo escucharan. Sin embargo, toda la sala se congeló antes de estallar en susurros y exclamaciones conmocionadas, cientos de ojos de repente le hicieron cosquillas en la espalda a Tom con su escrutinio.
Retorciendo sus labios en una sonrisa, se acercó a Dumbledore y se sentó en el taburete, finalmente mirando a la masa de estudiantes curiosos.
Desde esta posición, podía imaginarlos fácilmente viniendo aquí para escuchar su discurso, esperando lo que tenía que decir con entusiasmo. Una oleada de poder atravesó su cuerpo ante la idea, casi haciéndolo temblar, pero luego la oscuridad descendió, con el Sombrero tomando su lugar en su cabeza.
Oh, dijo, su voz consternada, y antes de que Tom pudiera parpadear, gritó: ―¡Slytherin!
Su mesa estalló en aplausos y vítores tan ensordecedores que parecía que incluso el piso comenzó a temblar.
Tom lanzó una mirada oscuramente engreída a Dumbledore y se dirigió a los Slytherins, donde Lestrange lo saludaba con entusiasmo. Black, Mulciber y Avery sonreían, y Tom estaba seguro de que el resto de la mesa se uniría a ellos pronto.
Era hora de comenzar a expandir su imperio.
• • • •
La emoción y las preguntas interminables se extinguieron sólo alrededor de las dos de la mañana. Alrededor de las tres, Tom se levantó de su cama, escuchando ruidos. Al no oír nada más que ronquidos, se puso la ropa y salió de la habitación en silencio.
El primer hechizo que usó oficialmente ayudó a silenciar sus pasos. Se suponía que el segundo lo llevaría a su destino.
―Adducerlo Lechucería. ―murmuró Tom. Su varita cobró vida en su mano cuando la magia la atravesó antes de que una bola de luz azul emergiera en medio del aire, rodando hacia adelante sin prisa.
Tom la siguió, sus oídos se esforzaron por escuchar cualquier sonido potencialmente amenazante. Si lo atraparan, culparía de su viaje nocturno a la curiosidad, pero eso no sería bueno para su reputación, por lo que era mejor pasar desapercibido.
Sin gente, Hogwarts parecía aún más regio. Tom pasó por alto los retratos que roncaban en silencio, observando las paredes y los techos tallados.
Como heredero de Slytherin, una parte del castillo le pertenecía. ¿Significaba que podría reclamarlo en algún momento? Ese fue un pensamiento digno a considerar.
La lechucería era oscura y espaciosa. Tom parpadeó, tratando de ajustar su visión ahora que la bola de energía azul había desaparecido, y luego recordó que era un mago.
―Lumos. ―siseó, molesto consigo mismo. Al menos no tenía testigos de esta patética exhibición.
Apophis, finalmente sintiéndolo, se abalanzó sobre su hombro, mordiéndole la oreja suavemente en señal de saludo. Tom lo toleró con un suspiro. Domar a Apophis no había sido tan difícil, pero forzar un apego genuino era una tarea. Pasaron meses antes de que el pájaro comenzara a seguirlo, cada vez más obediente a sus órdenes.
Tom lo había estado preparando para una misión muy específica.
―¿Te acuerdas de los cuatro chicos que viajaron con nosotros en el compartimento? ―preguntó―. Mulciber, Avery, Lestrange y Black.
Los ojos inteligentes lo estudiaron antes de que Apophis inclinara la cabeza hacia un lado, casi como un humano.
―Bien ―alabó Tom brevemente―. Quiero que te quedes aquí en la Lechucería hasta que vengan a enviar cartas a sus familias. Recuerda qué búhos usan. Después de que se vayan, ponte al día con la lechuza y toma la carta. No lastimes al pájaro en sí, no quiero dejar rastros, y asegúrate de que regrese a la Lechucería en lugar de volar sin nada. Tráeme cada carta. Lo mismo con su correo de vuelta. Interceptalo antes de que sea entregado. Quiero que te concentres en estos cuatro por ahora. ¿Puedes hacer eso?
Apophis lo mordió de nuevo, esta vez con más fuerza, como irritado porque sus capacidades fueran cuestionadas. Tom sonrió.
―Entonces está decidido. ―murmuró.
Se enteraría de lo que sus nuevos conocidos le contaban a sus familias sobre él. Con suerte, no sería diferente de la información que otros Slytherin sangre pura estaban a punto de intercambiar. De esta forma, Tom podría evaluar la impresión que había causado, identificar posibles enemigos y descubrir datos privados que podría utilizar para su ventaja. Tendría que revisar las cartas de respuesta en caso de que estuvieran encantadas, pero dudaba que incluso los sangre pura se molestaran con tales precauciones, al menos por ahora. Nadie esperaba que el correo de los primeros años fuera interceptado.
Comenzaría pequeño al principio. Los búhos no podrían quejarse, y Tom se aseguraría de pasarles las cartas tan pronto como terminara. En este momento, sin embargo...
―Lleva esto a Harry ―Tom sacó una carta que había compuesto mientras esperaba que sus compañeros de casa se durmieran―. Te quiero de regreso aquí en la mañana, así que sé rápido. Despiértalo y moléstalo hasta que escriba una respuesta.
Otro mordisco cariñoso y Apophis saltó, fundiéndose con la oscuridad.
Satisfecho, Tom regresó al castillo y se metió en la cama.
En general, estaba satisfecho. El primer día resultó ser productivo.
• • • •
Querido Tom,
Primero, gracias por poner a tu pájaro demonio sobre mí en medio de la noche. Casi tuve un ataque al corazón cuando irrumpió dentro. Honestamente, ¿no podrías esperar hasta la mañana? Tu carta tenía cuatro oraciones, ¡y eso cuenta el saludo y tu nombre al final!
Estoy feliz de que te hayan clasificado en Slytherin. No es como si fuera una sorpresa o como si estuviera esperando alguna otra noticia, pero aún así, felicidades. Espero con todo mi corazón que enorgullezcas a tu Casa; correctamente orgullosa, quiero decir, nada de esa mierda de supremacía de sangre. ¿Eso tiene sentido? Probablemente no. En mi defensa, es tarde y no estoy en la mejor forma.
Lo que intento decir es que creo en ti. Sé que ya debes tener un plan, siempre lo haces, y espero que puedas cumplirlo. Puedes marcar la diferencia, Tom, sólo espero que sea por las razones correctas. Pero si simplemente quieres disfrutar de tus estudios y hacer amigos, ¡también está absolutamente bien! Te apoyaré de todos modos. Estoy balbuceando, ¿no? Han pasado años desde que tuve que escribir una carta adecuadamente, mis habilidades necesitan un poco de refinamiento, como estoy seguro de que ya lo haz notado.
En cuanto a mi familia... No estoy seguro de qué te llevó a preguntar sobre ellos ahora. Mis padres murieron cuando era niño y crecí con muggles, pero eso ya lo sabes. No fue el mejor momento de mi vida y desearía que las cosas pudieran haber sido diferentes. Técnicamente, en este punto, me quedan algunos familiares, pero en realidad no son mi familia.
Dime cómo pasan tus primeras lecciones. Con toda seriedad, incluso si es la mitad de la noche, me gustaría saberlo. Ya te extraño, la casa se siente vacía sin ti.
Con amor,
Harry
Lentamente, Tom volvió a leer la carta. Luego lo volvió a leer de nuevo, con los ojos fijos en las tres últimas líneas. A esta hora temprana, sólo unas pocas personas estaban presentes en el Gran Comedor, sin nadie cerca, por lo que Tom enterró la cara en el periódico e inhaló profundamente. Le gustaría lamer las líneas de la carta, para hacerlas parte de él, pero era imposible, así que a regañadientes, se apartó, doblando cuidadosamente la respuesta de Harry y escondiéndola en su bolsillo.
Harry era tan abierto con sus emociones. Fue patético, pero de alguna manera, también fue adictivo. Tom no lo tendría de otra manera.
Harry evitó magistralmente darle la respuesta que necesitaba, pero incluso de ese breve párrafo, Tom entendió lo suficiente.
Harry no quería reconocer a sus padres. Tal vez uno de ellos había muerto, pero el otro, el sangre pura, seguro vivía. Tom necesitaría mirar en la línea de los Potter para obtener la imagen completa. Y él vigilaría a Charlus.
―¡Tom! ―Lestrange se dejó caer en el asiento cerca de él, con los ojos entusiastas y entusiasmados, tal como habían sido ayer―. Eres un madrugador.
Tiempo de ponerse la máscara.
Volviéndose hacia él, Tom sonrió.
• • • •
Las primeras lecciones pasaron sin problemas. Tom incluso las llamaría decepcionantes porque después de sus lecciones caóticas y explosivas con Harry, lo que Hogwarts tenía para ofrecer era menos que estimulante.
Tenía algunos problemas con pociones. Cuando estaba preparando varias cosas en casa, le encantaba experimentar. Cambiaba las recetas todo el tiempo, perfeccionándolas, algunas veces alterando su naturaleza por accidente, y ocasionalmente, terminaba en explosiones.
Ahora, no podía permitirse algo como esto. Tenía una reputación que mantener y ya era conocido como el primer año más brillante entre todas las Casas. Así que se vio limitado a recetas aburridas porque, por ahora, no estaba seguro de poder experimentar sin explotar su caldero. Todavía sabía poco acerca de las propiedades de los ingredientes de pociones, no importa cuán frustrante lo encontrara.
Los maestros lo amaban. Todos menos Dumbledore, que seguía mirándolo impasible. El anciano no lo trataba injustamente, pero sospechaba constantemente, eso era obvio, y aunque no era bueno, Tom aún no podía encontrar energía para preocuparse.
Esperaba que Dumbledore lo superara eventualmente.
También se estaba ganando rápidamente una reputación de alguien que hacia amigos entre todos, independientemente de las casas y la pureza de la sangre.
―¡Pero no está bien! ―Mulciber siseó un día, después de que Tom lo rechazó a favor de estudiar con un estudiante de segundo año nacido de muggles― ¿Por qué te asocias con esta escoria? ―captando la mirada de Tom, se sonrojó―. Puedo entender mestizos ―se apresuró a agregar―. ¿Pero sangres sucia? Son inferiores.
―¿Por qué? ―Tom preguntó, realmente curioso. Había observado a los nacidos de muggles con atención y tuvo que admitir que Harry tenía razón. No eran necesariamente más débiles o menos inteligentes que los de sangre pura. De hecho, algunos sangre pura hicieron que Tom sospechara que en realidad eran mitad Squibs, con lo débil y deficiente que era su magia.
También sabía que no todos aceptaban su propia condición de mestizo todavía. Hubo confusión entre muchos Slytherins que se debatían entre apoyarlo como el heredero de Salazar y rechazarlo por su linaje.
Sin embargo, según las cartas de Avery, Mulciber, Black y Lestrange, la mayoría de las familias estaban lo suficientemente interesadas como para permanecer neutrales y verlo crecer como alguien que podrían seguir. Tom sabía que sería capaz de influir en todos ellos, tarde o temprano, pero le tomaría años de trabajo. Y realmente no entendía la obsesión con la pureza de la sangre.
En otras circunstancias, podría haber seguido las creencias sangre pura. Era más fácil tomar la posición conocida de Salazar Slytherin y aceptar el papel de su heredero perfecto; entonces definitivamente podría moverse más rápido.
Pero Harry... Harry. Siempre, inevitablemente, Harry.
Te apoyaré de todos modos. Ya te extraño. La casa se siente vacía sin ti.
Tom apreciaba estas palabras. Ansiaba más. Pero la verdad era que Harry nunca lo apoyaría si generalizara a todos los nacidos de muggles y comenzara a promover la idea de su eliminación. Tom sabía que a medida que pasaran los años, podría empujarlo más y más, pero también entendió que Harry nunca toleraría la destrucción masiva de magos. Y como Harry se iba a quedar con él para siempre, Tom supuso que podría hacer algunas concesiones.
―¿Que quieres decir con por qué? ―Mulciber farfulló―. ¡Son peores que nosotros!
―¿Por qué? ―Tom preguntó de nuevo―. No son mágicamente débiles. Varía de forma individual. Al principio pueden quedarse atrás porque no están acostumbrados a la magia, pero la mayoría de ellos mejoran rápidamente. Entonces, ¿qué en particular los hace peores?
―¿Estás seguro de que eres el heredero de Slytherin? ―Abraxas Malfoy preguntó inesperadamente. Tom inclinó la cabeza en su dirección cuando la tensión y la curiosidad se estrellaron dentro de él, luchando por el dominio.
Los Malfoy eran una familia respetada. Tendría que obtener su apoyo, pero hasta ahora, Abraxas, que estaba en su cuarto año, no había iniciado contacto con él, observando desde las sombras.
―¿Y tienes dudas? ―Tom preguntó cortésmente. La cara de Malfoy era ilegible.
―Salazar Slytherin creía en la pureza de la sangre. Quería cerrar el acceso a Hogwarts a todos los nacidos de muggles. Si no compartes sus creencias y no tienes la intención de continuar con su política, ¿qué derecho tienes de llamarte a sí mismo su heredero?
La Sala Común se calmó, los ojos de todos de repente sobre él. Lentamente, Tom se recostó en su sillón, inspeccionando a otros miembros de su casa antes de concentrarse en Malfoy.
Este era un momento importante. Muchas cosas dependían de cómo presentara su posición.
La emoción calentó su sangre, enviando chispas eléctricas a su cerebro, alimentándola y haciendo que sus pensamientos giraran más rápido.
Era hora de jugar sucio.
―¿Sabes por qué Slytherin estaba en contra de los nacidos de muggles, Malfoy? ―él pregunto. Malfoy entrecerró los ojos.
―Porque son inferiores ―repitió―. Una desgracia para el mundo mágico.
Tom torció los labios en una sonrisa burlona.
―¿Tienes algo más que generalizaciones vagas? ―preguntó, notando cómo Malfoy se erizó ante su tono―. ¿Inferiores cómo? ¿Por qué le tomó tanto tiempo a Salazar Slytherin formar sus creencias? ¿Por qué no anunció su criterio en la selección antes de construir Hogwarts? ¿Realmente has estudiado este tema o simplemente repites lo que tus padres te dijeron: quién, a su vez, repiten a sus propios padres?
Rápidos murmullos rodaron por la habitación, las sensaciones de excitación y nerviosismo se intensificaron, se entrelazaron, y Tom lo absorbió todo sin apartar los ojos de Malfoy, que palideció de ira.
―Tú―
―Responde a mis preguntas primero. ¿A menos que no estés interesado en escuchar mis propias respuestas? Fuiste tú quien cuestionó mi estatus, después de todo.
―Todos saben lo que Slytherin creía ―siseó Malfoy, un leve sonrojo golpeó su pálida piel―. Incluso el maldito Sombrero lo recuerda. Los detalles no son importantes.
―Por el contrario, los detalles lo son todo. ¿Sabías que Slytherin escribió varios libros? Están en mi poder. Los escribió en lengua Parsel, y como su único descendiente que habla este idioma, pude leerlos.
Más silencio cruzó su mentira, pero esta vez, estaba asombrado. Incluso Malfoy lo miró con la boca abierta.
―Libros ―murmuró finalmente―. Pero... ¿me los puedes mostrar? ¿Están ellos aquí? ¿Qué dicen ellos?
―No puedo mostrártelos ―se rió Tom, aunque su corazón comenzó a latir más rápido. Si insistían, tendría que pensar en algo durante las vacaciones, incluso si tuviera que escribir estos libros inexistentes―. Son demasiado valiosos para que los lleve a Hogwarts. Están en la bóveda de mi guardián, a salvo. Los recupero sólo cuando los necesito. Pero puedo revelar algunas partes de lo que dicen, ya que estamos hablando de esto.
Malfoy se acercó a él, fascinado. Toda la arrogancia se le escapó y parecía atolondrado como un niño, emocionado por la oportunidad de aprender más sobre su ídolo.
Tom no lo entendió. Él mismo tenía cierta reverencia por Salazar Slytherin, pero eso era principalmente porque estaba orgulloso de estar relacionado con un mago tan conocido y poderoso. ¿Por qué otros estaban tan obsesionados con él cuando claramente sabían poco y ni siquiera podían intervenir a Tom por su mentira?
―Slytherin creía que los nacidos de muggles amenazan la exposición de nuestro mundo ―anunció distante―. Tienen fuertes conexiones con sus familias muggles, y cuanto más la gente sepa de nosotros, más peligrosa será nuestra situación. Slytherin no creía que fueran inferiores, sólo los veía como no confiables. Tenía una actitud similar hacia los mestizos con un padre muggle.
―Entonces... ¿Pensó que los muggles son el problema central? ¿No nacidos de muggles? ―Malfoy aclaró, con los ojos aún abiertos, y a Tom le hubiera encantado reírse de lo fácil que todo estaba encajando, de lo ansioso que estaban comprando sus palabras.
―Sí ―dijo en su lugar, su voz grave―. Y puedo asegurarles que me ocuparé de este problema en el futuro. Las creencias de Slytherin no serán olvidadas, pero tampoco dejaré que otras personas las malinterpreten. Los nacidos de muggles siguen siendo magos. Simplemente necesitan ser convencidos de romper sus lazos con sus familias, y hay muchas maneras de hacerlo.
―Entonces, ¿estás diciendo que los nacidos de muggles son iguales a nosotros? ―Goyle exigió con incredulidad, y Tom lo miró, casi aburrido a estas alturas.
Por otra parte, Goyle había dado a entender que Tom era parte de su camarilla de sangre pura.
Ese fue otro paso en la dirección correcta.
―No del todo ―admitió Tom―. Naturalmente, tienen menos conexiones y, por lo tanto, menos oportunidades. La mayoría de nosotros podemos superarlos fácilmente porque se sienten como extranjeros en nuestro mundo. Pero eso sólo significa que tienen que mejorar, no ser expulsados de nuestra comunidad.
Más y más murmullos comenzaron a rodearlo. Malfoy asintió con la cabeza en silencio antes se retiraba al sofá, y Tom se relajó, la viciosa felicidad floreció en él.
Lo hizo. Había plantado las semillas que probablemente darían a luz los frutos que necesitaba.
Puede que hayan complicaciones, por supuesto; tal vez algunos se negarían a creer sus palabras o incluso exigirían ver los libros, pero aún así terminaría en su victoria porque nadie más que él podía entender la lengua Parsel. Aquellos que no cayeran a sus pies por su estatus, se arrastrarían hacia él una vez que practicara y expandiera su poder.
Los convertiría a todos en sus títeres. Era sólo cuestión de tiempo y paciencia. Harry tenía razón, usar el encanto era mucho más gratificante que dominar físicamente a los demás.
Sin embargo, tal vez fuera necesaria una pequeña demostración para solidificar su éxito del día.
―Elige un nacido de muggles. ―dijo Tom perezosamente a nadie en particular. Todas las cabezas volvieron a él.
―¿Qué quieres decir? ―Preguntó Black, con un brillo intrigado en sus ojos.
―Exactamente lo que dije. Elige un hijo de muggles de primer año y te mostraré lo fácil que es romper sus apegos muggles y convertirlos en seguidores obedientes.
―Walter Taylor ―ofreció Malfoy―. Ese sangre sucia sigue siendo efusivo sobre su familia todo el tiempo. Es repugnante.
La sonrisa de Tom se ensanchó.
―Se detendrá ―prometió sombríamente―. Y muy pronto.
• • • •
Robar las cartas de Taylor a sus padres muggles no fue nada con Apophis a su servicio. Editarlas, interceptar las respuestas y editarlas también fue sólo un poco más complicado.
Por un lado, Tom despreciaba la regla de Hogwarts de no tener contacto con sus familias que no sea por cartas. No tener la opción de ver a Harry era frustrante. Por otro lado, funcionó bien para sus planes de hacer que Taylor y su familia se enfrentaran.
Pronto, ya no tuvo que editar nada. Las cartas se llenaron de verdaderas acusaciones y disputas, y Taylor se aferró a Tom como su fuente de consuelo, para diversión y aprobación de otros Slytherins.
El truco con cartas era demasiado lento y poco confiable para usarlo en otros, por lo que en el futuro, Tom tendría que pensar en otra cosa. Por ahora, sin embargo, estaba completamente satisfecho.
Cuando no estaba estudiando y cosechando admiración, estaba observando a Charlus Potter y aprendiendo todo lo que podía sobre su familia.
Parecía que los Potter, como la mayoría de los sangre pura, luchaban con producir hijos. Charlus era el único heredero oficialmente reconocido, y si los rumores eran ciertos, sus padres no podían engendrar otro descendiente.
Fleamont Potter y su esposa ya pasaban los cincuenta. Como no tenían otros parientes, estaba claro que uno de ellos era el padre de Harry, y cuanto más pensaba Tom en ellos, más ardía su odio.
Charlus Potter era mimado y arrogante. Se jactaba abiertamente de su riqueza y constantemente rompía todas las reglas, confiando en que su comportamiento no tendría consecuencias duraderas.
Su Harry merecía la riqueza de los Potter mucho más que este pequeño idiota indigno y repugnante.
A Tom le hubiera gustado presionar a Harry para que confesara, pero hacerlo por medio de cartas era inconveniente. Necesitaba contacto personal para que sus tácticas de persuasión funcionaran.
Sin mencionar que recientemente, Harry se volvió extrañamente callado. Intentó fingir que todo estaba bien, pero Tom podía sentir que algo estaba sucediendo. No estaba seguro de cómo, era solo un sentimiento que tenía cada vez que leía las respuestas de Harry.
Las palabras joviales carecían de sinceridad. Cada línea estaba escrita de una manera poco entusiasta, como si Harry estuviera demasiado cansado para presionar la pluma con fuerza, y cuanto más tiempo continuaba, más furioso se sentía Tom.
Harry no tenía derecho a ocultarle cosas. Todo lo que hizo era asunto de Tom, ¿o no lo sabía?
Si no me dices qué te pasa, iré a por ti. ¿Quieres que escape de Hogwarts? Porque lo haré.
Era una falacia, obviamente, pero Harry era lo suficientemente ingenuo como para creerla.
Como Tom había esperado, la siguiente carta de Harry llegó rápidamente, y fue más informativa y menos exasperantemente engañosa.
Querido Tom,
Ni siquiera pienses en huir, o juro que contactaré a Dumbledore y le pediré que te vigile. No pasa nada, ya te lo dije. Acabo de estar ocupado recientemente.
Encontré trabajo. No es mucho, estoy trabajando como camarero en uno de los establecimientos de Diagon Alley. Es parte de la tienda de escobas, y eventualmente, creo que me gustaría solicitar un puesto de fabricante de escobas. Es deprimente, no voy a mentir, pero recientemente hice una compra muy cara y ahora nos estamos quedando sin dinero. Cuando regresé a Gran Bretaña, traje mis ahorros conmigo, pero básicamente ya están agotados, así que es hora de que empiece a trabajar.
En el pasado, solía tener otro trabajo, uno que disfrutaba, pero no tengo los documentos necesarios para encontrar un puesto similar, por lo que mis opciones son limitadas. Antes de sugerir que los restaure: no es posible, pero es una historia larga y tediosa.
Lo siento si parecía diferente en estas últimas cartas y si te preocupaba. Estaba demasiado ocupado revolcándome en la autocompasión. Para ser honesto, no disfruto de la compañía de la mayoría de las personas, y después de mi puesto anterior, encuentro el trabajo de un camarero desalentador. Pero ese es mi problema. Me acostumbraré pronto.
Espero no sonar demasiado como uno de esos creídos sangres pura. Tal vez debería comenzar a tomar turnos dobles para curarme de este orgullo herido. Mantente a salvo, sé bueno y avísame si vienes a casa por Navidad.
Con amor,
Harry
PD: No me preguntes sobre esa costosa compra. Es un secreto, uno que sé que te gustará.
Gruñendo en silencio, Tom arrugó la carta en su mano, casi temblando de furia. Avery se detuvo en medio de uno de sus chistes interminables, boquiabierto. Mulciber, Black y Lestrange también se congelaron, y Tom supo que su magia se liberó, infectando la habitación y rodeando a todos los que estaban dentro, envolviéndolos en una manta fría y sofocante.
No pudo detenerlo. La rabia latía en su cabeza, llenándola de un dolor candente que amenazaba con destrozar su cerebro. Cada uno de sus pensamientos perdió su forma racional, adquirió una forma líquida furiosa y se disolvió en algún sitio en su sangre, calentándola incómodamente.
Harry. Trabajando como camarero en un sucio bar. El guardián del heredero de Slytherin haciendo algo tan degradante.
No. No lo permitiría. Harry era demasiado bueno para un trabajo como este, él era... él era...
―¿Tom? ―Malfoy preguntó con cautela. Tom parpadeó y la niebla roja disminuyó, dándole una apariencia de control.
Sus manos temblaban con ira y adrenalina, así que escondió la carta con cuidado, concentrándose en mantenerse firme y superar los escalofríos de enfado.
Nunca había considerado el hecho de que el dinero de Harry podría llegar a su fin. Harry siempre fue ridículamente generoso, comprándole lo que quisiera. Y esta costosa compra también debe ser para él, con la forma en que Harry la había redactado.
Este idiota le había comprado un regalo que lo dejó en la miseria. Los dejó a ambos indigentes.
Esto no estaba bien. Tom no dejaría que sucediera.
Pero, ¿qué podía hacer? Iban a pasar años antes de que tuviera la oportunidad de comenzar a recaudar dinero para sus campañas. Estaba indefenso. Pero tampoco podía dejar que Harry trabajara como camarero.
…Los Potters. Una parte de su riqueza pertenecía a Harry.
Pero nunca lo ayudarían, ni cuando lo hubieran abandonado tan indiferentemente, ni siquiera visitándolo para presenciar el abuso que estaba sufriendo bajo el llamado cuidado de esos muggles.
Tom apretó los puños, sintiendo una nueva ola de furia ardiente.
No había nada que pudiera hacer en este momento. Nada en lo que pudiera pensar de inmediato.
Pero aun así se le ocurriría algo. Él tenía que. Y un día, se aseguraría de que Harry no deseara por nada.
También se vengaría en su nombre.
• • • •
Si Tom odiaba a Charlus Potter antes, ahora, no podía soportar verlo. Cada vez que lo veía, la semilla del resentimiento ardía, convirtiéndose en un núcleo de odio más fuerte que cualquier cosa que había sentido antes, superando incluso los sentimientos por sus propios cuidadores Muggles, por la familia traidora que aún podría estar allí.
Harry le había dado un nuevo comienzo, un comienzo digno. Harry alivió el odio que Tom sentía por aquellos que lo habían perjudicado hasta cierto punto, ¿pero aquellos que le habían hecho lo mismo a Harry? ¿De quién eran las acciones que ahora también afectaban a Tom? Quería destruirlos. Los quería muertos.
Los Potter mismos podrían ser intocables por ahora, pero su heredero estaba en el dominio de Tom. Y si desapareciera... si muriera...
Al principio, Tom se sacudió estos pensamientos. Odiaba admitirlo, pero era incapaz de planificar y ejecutar el asesinato de un mago con éxito a esta edad. No podía usar su varita sin ser detectado, no sabía todo acerca de la magia espontánea que podría poseer un mago moribundo, y no tenía idea de cómo acercarse lo suficiente como para matar a Charlus. Él era querido por la mayoría de los estudiantes, eso era cierto, pero la mayoría de los Gryffindor mantuvieron su distancia, incluido el Potter más joven. Tom podría usar sus conexiones con los sangre pura mas oscuros, pero aún no confiaba en su lealtad.
Tenía que aprender demasiado antes de intentarlo. Lo único reconfortante fue que descubrió cómo obtener dinero para él y Harry, pero palideció en comparación con lo que la fortuna de Potter podría aportar.
Y Charlus se estaba volviendo cada vez más irritante, hasta el punto en que Tom no podía mirarlo sin fantasear con su muerte.
Sin Charlus, los Potter restantes se quebrarían. Si los rumores sobre su salud fueran ciertos, no vivirían mucho de la pena, y Harry se convertiría en el único heredero de su fortuna.
Cuanto más lo pensaba Tom, más claras se volvían sus ideas.
No necesariamente necesitaba una varita para matar a alguien. Por un lado, había armas muggle, que probablemente podrían funcionar aún más eficientemente y le restaría sospechas.
Luego hubo venenos.
Por curiosidad, Tom se sumergió en el estudio de libros sobre pociones e ingredientes venenosos, memorizando los que parecían prometedores.
Dos semanas antes de las vacaciones, lo encontró.
Los colmillos secos y previamente guisados de una víbora cornuda. Mataba dentro de los tres minutos de contacto y provocaba dolor agudo, parálisis y asfixia lenta.
Perfecto.
La emoción recién descubierta le dio vida, haciendo que los pensamientos sobre Harry siendo camarero fueran más llevaderos. Tom devolvió el libro a la biblioteca y pasó los siguientes días encantado a Slughorn, inspeccionando en secreto sus estantes en pausas ocasionales. Estos colmillos se usaban en pociones elaboradas por sextos años, por lo que tenían que estar presentes en algún lugar.
Lo estaban.
Tom sabía cómo calcular las dosis correctamente. Tomó lo que necesitaba y lo ocultó en su baúl, pero todas las noches sacaba el polvo seco, examinándolo, incapaz de dejar de mirarlo. El núcleo odioso continuó evolucionando, dando a luz frutos oscuros y deliciosos.
Estaba sosteniendo la muerte de Charlus en sus manos. Tenía los medios para cambiar drásticamente la vida de los demás en tres simples minutos.
La sensación de poder que venía con este conocimiento era intoxicante, lo dejaba sin aliento por la emoción y le llenaba el pecho con cálidos hormigueos.
Pronto. Muy pronto. Sólo tenía que ser paciente.
Charlus estaba enamorado de Amber Steins, una mestiza de Ravenclaw, y los sentimientos eran claramente mutuos. Tom se dio cuenta de su lechuza antes de indicarle a Apophis que hiciera lo mismo.
La parte de preparación en su plan se completó. En unos días, avanzaría hacia su ejecución.
―¡Te compré un regalo, Tom! ―Lestrange anunció, agarrando su mano. Tom lo toleró, obligando a la sonrisa a permanecer en su rostro. Acababan de llegar a King's Cross y la mayoría de los padres ya esperaban, sin duda evaluándolo con sus miradas.
―Estoy seguro de que estaré encantado con tu elección. ―dijo en voz alta, y Lestrange asintió con entusiasmo.
―¡Lo estarás!
―Nos vemos, Tom. ―Mulciber le dio una palmada en la espalda. Malfoy asintió con la cabeza y luego Tom tuvo que convivir con decenas y decenas de estudiantes que se acercaban para despedirse también. En algún momento, levantó la vista y vio a Harry mirándolo, con una sonrisa suave y cariñosa en su rostro.
Todos los demás se desvanecieron y Tom se acercó a él, murmurando distraídamente sus propias despedidas. Ya no existía nada más para él, nada más que Harry.
Parecía más delgado y pálido. Había círculos azulados debajo de sus ojos, pero su sonrisa era tan cálida y brillante como siempre.
Tom se estrelló contra él sin pensar, olvidando de repente que todavía lo estaban observando. Sus manos se deslizaron alrededor de la espalda de Harry mientras trataba de destruir cualquier distancia entre sus cuerpos, con la esperanza de fusionarse con él.
Harry lo sostenía con la misma fuerza.
―Bueno, ciertamente es un saludo entusiasta ―bromeó―. ¿Me extrañaste tanto?
―Sí. ―dijo Tom, su rostro aún enterrado en la sección media de Harry mientras inhalaba su aroma con avidez.
Hubo silencio por un momento, como si Harry fuera sorprendido por su admisión. Pero Tom no había dicho que lo echaba de menos, ¿verdad? Solo lo confirmó.
El pecho de Harry se movió y suspiró.
―Yo también te extrañé ―dijo―. Mucho más de lo que puedas imaginar.
Tom no respondió, demasiado concentrado en absorber todo el calor que Harry emanaba.
A decir verdad, había calculado mal lo mucho que realmente extrañaba a Harry. En Hogwarts, su anhelo era fuerte, pero no era nada en comparación con esa avalancha de emociones que actualmente lo estaban devorando vivo, llenándolo de sensaciones que no entendía y que no podía describir.
Quería meterse en Harry, infectar cada parte de él y dejar las yemas de los dedos sobre sus entrañas. En estos meses de separación, a veces, un lado más frío de Tom se preguntaba si tal vez había sobreestimado el valor de Harry. ¿Seguramente ninguna persona podría brillar tanto? Pero ahora, sus preocupaciones medio conscientes se hicieron añicos.
Harry todavía estaba cegado, y Tom todavía no quería mirar a nadie más que a él.
―Mío. ―murmuró.
―¿Qué? ―Harry se inclinó más cerca y Tom finalmente se obligó a retroceder un poco.
―Vamos a casa. ―dijo, ofreciendo su primera sonrisa genuina para siempre. Harry acarició su mejilla brevemente.
―Vamos. ―estuvo de acuerdo.
• • • •
―Puedo ver que has hecho un montón de amigos ―comentó Harry tan pronto como se aparecieron. Tomando el baúl de Tom, comenzó a subirlo―. Nunca mencionaste eso en las cartas, solo me dijiste que había hecho conexiones.
―Eso es porque son conexiones ―señaló Tom, examinando la casa con astucia. Todo parecía estar en su lugar, no se usaron nuevas atrocidades para la decoración―. No los considero amigos.
Harry hizo una pausa, enviándole una mirada extraña.
―¿Ninguno de ellos? ―preguntó―. Seguramente debe haber alguien a quien realmente estés apegado.
―¿Apegado a ellos? ―Tom repitió, horrorizado―. No absolutamente no.
Harry parecía molesto.
Maldición. Había logrado olvidar lo sensible que era Harry.
―Respeto a algunos más que a otros. ―corrigió Tom, y la expresión inquieta abandonó el rostro de Harry, reemplazada por diversión.
―Eso suena como tú ―señaló, rodando los ojos―. Todavía estoy seguro de que nuestra casa estará inundada de regalos para ti en Navidad.
―Y en mi cumpleaños. ―agregó Tom con aire de suficiencia. Tenía curiosidad sobre lo que sus asociados podían darle, pero sobre todo, quería saber cuál era la costosa compra de Harry.
Perdió unos minutos en cambiarse de ropa y desempacar su baúl. Luego fue a buscar a Harry nuevamente.
―¿Me ayudarás a cocinar hoy? ―Harry preguntó, girándose para mirarlo. Sus manos ya estaban blancas por la harina―. Tendré que irme como a las siete, pero podríamos cenar temprano.
¿Qué?
―¿Salir? ―Tom repitió lentamente, su voz cada vez más tenebrosa. ¿Acababa de llegar hoy después de meses de ausencia y Harry lo iba a dejar?
Su magia arremetió, alcanzando a Harry instintivamente para atraparlo en un lazo fuerte y posesivo, pero Tom logró detenerlo en el último momento.
Lo guardaría para más tarde, si todas las demás opciones fallaban.
Harry no lo dejaría, ni hoy ni nunca.
Tom estaba seguro de que nada traicionaba sus pensamientos, pero Harry de repente parecía receloso.
―Lo siento ―dijo, y para su mérito, sonaba arrepentido―. Tengo que trabajar hoy. Me tomé días libres de Navidad y Año Nuevo para poder celebrar juntos, pero hasta entonces, tendré que ir al Callejón Diagon.
Oh. Entonces sólo era trabajo.
Un obstáculo fácil de superar.
―No es necesario ir allí. ―anunció Tom alegremente―. Te prestaré Apophis. Escríbeles y diles que ya no estás interesado en este trabajo.
―¿Y desde cuándo no me interesa? ―Harry levantó una ceja sin impresionarse. ¿Por qué nunca reaccionó a las declaraciones de Tom de una manera suficientemente asombrada? Cualquier otra persona estaría intrigada, pero Harry sólo parecía un poco divertido.
¿Qué diría si supiera los pasos que Tom tomaría para comenzar a despejar el camino hacia la fortuna de los Potter? Quizás entonces, finalmente se vería impresionado.
Por otra parte, Harry era Harry. No aprobaría el asesinato, por muy justificado que fuera, así que eso era algo que Tom tendría que mantener en secreto.
―Te encontré un nuevo trabajo. ―anunció, esperando un cambio de expresión, pero en todo caso, Harry parecía aún más impresionado.
―¿Haciendo qué? ―preguntó incrédulo.
―Ser tutor de preescolar para niños mágicos. Hice arreglos con algunas de las familias. Comenzarán a contactarte una vez que terminen las vacaciones.
Finalmente, los ojos de Harry se abrieron, una mirada atónita e incrédula entró en ellos.
―¡Dime que estás bromeando!
―¿Por qué haría eso si eso no es cierto? Pensé que no te gustaba mentir.
―No me gusta- ¡Tom! ¿Qué demonios has hecho? ¡Cómo puedo ser un tutor preescolar, de todas las cosas! ¿Qué puedo enseñarles?
―Las mismas cosas que me enseñaste ―Tom se encogió de hombros―. Eres un buen maestro. Careces de un conocimiento profundo, pero afortunadamente, mi reputación lo suavizará. Todos sienten curiosidad por el guardián del heredero de Slytherin. Te contratarán incluso si no piensan mucho en tus métodos de enseñanza.
Una variedad de emociones parpadearon en la cara de Harry, cambiando tan rápidamente que Tom lo miró fascinado, tratando de atraparlas a todas. Finalmente, se detuvieron entre asombro y exasperación. No la peor combinación, pero definitivamente no la mejor. Tom esperaba gratitud, preferiblemente expresada en uno de los abrazos habituales de Harry, no sólo una mirada.
―Tom, eso es... maravilloso ―pronunció Harry vacilante―. Pero no tenías que hacer nada. Al menos podrías haberlo discutido conmigo.
Tom entrecerró los ojos.
―Estoy cuidando de ti ―señaló―. Me dijiste que odias tu trabajo. Encontré una solución.
―Sí, pero... ―Harry lo estaba estudiando con esa inquietud que realmente había llegado a odiar―. No es tu trabajo cuidarme. Soy un adulto, puedo tomar mis propias decisiones.
―Aparentemente, no puedes, si pensabas que ser un camarero era tu única opción.
Harry respiró hondo antes de que sus hombros se relajaran lentamente.
―Fue una gran idea ―admitió, y Tom también se relajó, la tensión saliendo de su cuerpo―. Todavía desearía que lo hubieras discutido conmigo primero, pero lo entiendo. Gracias.
Harry no lo abrazó, pero se acercó y le dio un beso largo y descuidado en el medio de la frente. Una descarga de electricidad lo atravesó y Tom se derritió, apenas evitando aferrarse a Harry para mantenerlo cerca por más tiempo. Su piel se sentía febril, y cuando Harry dio un paso atrás, lo miró fijamente, aturdido.
―Gracias ―repitió Harry tímidamente― Es una idea maravillosa. Bueno, todavía no creo que sea un buen maestro, al menos para preescolares, pero definitivamente es mejor que tener que trabajar en ese bar ―arrugó la nariz―. Y lo siento si parecía... desagradecido. No fue por ti, no realmente. Tuve problemas con otras personas que intentaban controlarme antes y cada vez que me siento controlado ahora, tengo el instinto de arremeter.
Tom trató de sacudirse la bruma que lo rodeaba y concentrarse en lo que Harry le estaba diciendo.
Harry rara vez hablaba de su pasado. Cada dato de información no tenía precio.
―A veces ―continuó Harry distante―, siento que cada movimiento que hice en mi vida anterior había sido manipulado para existir. Cada decisión, cada elección resultó ser parte del plan de alguien. Y no me arrepiento de mis acciones, al menos no todas, pero aún así, saber que fui parte de las manipulaciones... me enferma, y cuanto más lo pienso ahora, más enojado me pongo.
―Siempre separas tu vida pasada y presente como si fueran dos cosas tangiblemente diferentes. ―observó Tom con curiosidad, y una sonrisa irónica torció los labios de Harry.
―Eso es porque se siente así. ―dijo.
―¿Qué vida amas más, entonces?
Sólo había una respuesta correcta a su pregunta y Tom esperaba sinceramente que Harry la eligiera. No estaba seguro de lo que haría de otra manera.
Sorprendentemente, Harry le dirigió una mirada misteriosa.
―Te lo diré cuando seas grande. ―prometió. Tom frunció el ceño, no estaba seguro de estar contento con tal respuesta, pero al final, decidió no presionar.
Al menos Harry no había elegido la respuesta incorrecta. Y todavía tenía tiempo para mejorar y para aprender a aceptar la idea de ser controlado.
• • • •
―Cuéntame sobre los muggles con los que creciste. ―pronunció Tom. Estaban cocinando la cena, ambos ocupados con sus propios procesos.
―Ya sabes todo lo que vale la pena saber sobre ellos ―respondió Harry, su humor jovial se oscureció palpablemente―. Eran personas simples. Querían normalidad y yo era cualquier cosa menos normal.
Fenómeno. Hijo del diablo. Monstruo.
El propio estado de ánimo de Tom se oscureció en respuesta cuando sus recuerdos surgieron, sin duda haciendo eco de los que Harry estaba recordando actualmente.
Sí, él conocía la clase. Y tenía planes muy particulares sobre qué hacer con estas criaturas sucias y podridas.
―¿Abusaron de ti? ―preguntó―. No mientas. Nunca confirmaste nada, pero no soy estúpido.
―Entonces, ¿me preguntas o me dices qué decir? ―a pesar de la dureza de estas palabras, la voz de Harry fue divertida.
―Ya sé la respuesta ―descartó Tom―. Lo que me gustaría saber es, ¿los odias? ¿Y odias a tu familia que te dejó con ellos?
―¿Mi familia? ―Harry hizo una pausa y se giró para mirarlo―. No me dejaron exactamente. Murieron.
Sus mentiras se estaban volviendo molestas. ¿Por qué no confiaba lo suficiente en Tom como para compartir la verdad con él? ¿O Harry odiaba tanto a los Potter que se había convencido de su muerte real?
―¿Todos ellos? ―Tom dejó que el escepticismo tocara su voz, y justo como había esperado, Harry suspiró derrotado.
―Supongo que se podría decir que uno de mis parientes me dejó, pero no fue su culpa. Fue impulsivo. Trató de hacer lo correcto y terminó mal.
Finalmente. Finalmente, la confesión.
Obviamente, Harry estaba hablando de su padre, Fleamont Potter, quien tuvo una aventura impulsiva con un muggle o nacido de muggles y luego trató de apegarse a los valores de su familia y se quedó con su esposa, rechazando a su hijo.
Incluso si Harry estaba tratando de justificar su comportamiento, Tom no iba a ser tan indulgente.
Él destruiría a los Potter. La sola idea lo llenó de temblorosa emoción.
―¿Y los muggles? ―preguntó. Harry se concentró en extraer huesos pequeños del pez nuevamente.
―Depende ―dijo vagamente―. Realmente no me siento enojado con ellos por cómo me trataron. Me dejaron quedarme con ellos a pesar de sus sentimientos sobre este asunto y creo que al final cambiaron un poco. Pero cuando trato de imaginar a otro niño, o peor aún, tú, en mi lugar... ―Harry se detuvo de nuevo, sus ojos se oscurecieron y sus manos se alzaron en puños―. Quiero matarlos. ―susurró, y la furia silenciosa que emanaba de él era tan intoxicante que Tom se estremeció, disfrutando de ella.
Sí, su Harry tenía oscuridad en él. Oscuridad que sería muy útil una vez que Tom avanzara hacia la ejecución de sus planes más sombríos y relacionados con los muggles.
Por supuesto, Harry no era lo suficientemente oscuro como para participar en ellos, pero Tom no lo necesitaba. Sólo necesitaba aceptación y apoyo, y estaba seguro de que Harry los proporcionaría eventualmente. No había otra opción.
Ocultando su sonrisa, tomó el pescado deshuesado y comenzó a marinarlo en especias.
Se sentía como si nunca se hubiera ido.
• • • •
Según su tradición anual, compraron un tupido árbol de Navidad y luego pasaron todo el día elaborando juguetes para decorar. Tom estaba usando la varita de Harry mientras Harry trabajaba con sus manos; después de una hora, cambiaron, y Tom tuvo que pintar y tallar manualmente mientras Harry experimentaba con su magia, ideando cada vez más diseños únicos.
Sentados así, en su casa, haciendo una tarea tan mundana y hogareña con Harry a su lado, Tom sintió una felicidad burbujeante iluminando su pecho. Era extraño lo mucho que comenzó a disfrutar la Navidad y su cumpleaños desde el momento en que Harry lo sacó del orfanato. Antes, nunca había pensado que hacer lo que otras millones de familias estaban haciendo podría sentirse tan bien.
Pronto, la nieve comenzó a caer, y Harry le devolvió la varita antes de retirarse a la cocina para prepararles chocolate caliente. Se tomaron un descanso, sorbiéndolo y observando el trabajo que habían logrado hacer hasta ahora.
―¿Cuatro juguetes más, creo? ―preguntó Harry, y Tom asintió.
―Tal vez cinco, también, si el lado izquierdo todavía se ve vacío. ―agregó.
Después del chocolate caliente, Harry puso la música y continuaron con decoraciones.
Tom amaba su rutina. Le encantaba el hecho de que podía anticipar cada paso de lo que iba a suceder: decoraciones, chocolate caliente o cacao, música, baile, cena y lectura. Predecible pero inmensamente agradable: una rutina que de la que no se aburría sin importar la frecuencia con la que se repitiera.
Tarde en la noche, Tom se durmió con la cabeza en el regazo de Harry, escuchando su voz uniforme murmurando las líneas del libro. Las luces de su árbol brillaban intensamente, cambiaban de tono y enviaban patrones de muchos colores a través de sus párpados.
No podía esperar la Navidad.
• • • •
Tom nunca le regaló a Harry ningún regalo. En los primeros años, no había querido molestarse. Más tarde, simplemente no creía que hubiera algo digno que pudiera darle.
Sin embargo, este año fue una excepción. Ya le había regalado a Harry la oportunidad de dejar su degradante trabajo. Otro posible regalo fue la muerte de Charlus, aunque ahora, en la comodidad y el calor de su hogar, Tom ya no estaba tan seguro de su idea como antes.
El problema con el dinero ya no era urgente. Sus vacaciones fueron demasiado cortas para desperdiciarlo en otras distracciones, y aunque los Potters tuvieran que irse, no tenía que ser ahora. Tal vez Tom debería esperar hasta que sea mayor: tendría más opciones a su disposición y habría más tiempo para considerarlo todo.
―¿Listo para abrir tu regalo? ―Harry preguntó con palpable emoción, empujando el paquete bellamente decorado hacia él.
A diferencia de él, Harry siempre le daba regalos, comenzando con el primer año que pasaron juntos. Lo que más sorprendió a Tom fue lo reflexivo y personal que era cada uno de ellos, tan rápidamente que se obsesionó con la idea de ver lo que Harry había conseguido para él.
Hoy no fue una excepción.
Harry emanaba fuertes olas de emocionada energía y Tom sintió que lo alcanzaban, burlándose de él y alimentando su propia curiosidad.
Rápidamente desenvolvió el paquete antes de mirar dentro. Un pesado medallón dorado yacía sobre una plataforma plateada, con una 'S' en forma de serpiente grabada en el centro, hecha de brillantes gemas verdes. Incluso sin tocarlo, Tom sabía de qué se trataba y a quién pertenecía.
―Es mi reliquia ―susurró, una alegría salvaje hacía que su voz fuera apenas audible. La emoción ardió a través de él y sus dedos temblaron mientras tocaba la fría superficie con reverencia―. ¿Dónde lo obtuviste?
―Quería que tuvieras algo tangible de tu familia ―dijo Harry en voz baja―. Perteneció a tu madre. Se vio obligada a venderlo para alimentarse poco antes de su nacimiento. Logré localizarlo.
―¿Mi madre? ―Tom levantó la cabeza, su corazón de repente dio un vuelco―. ¿Supiste lo que le pasó a ella? ¿Cómo terminó en el orfanato muggle?
Por un momento, algo vacilante cruzó la cara de Harry, pero luego la determinación tomó su lugar.
―Lo hice ―dijo―. Y también puedo contarte sobre el resto de tu familia, si quieres escucharlo.
Tom presionó la caja con el relicario contra su pecho posesivamente.
―Sí ―dijo bruscamente―. Dime.
• • • •
Cuando Harry dejó de hablar, Tom no lo miró. Estaba tocando el relicario con avidez, negándose a expresar sus pensamientos.
―¿Estás molesto? ―Preguntó Harry, y Tom podía sentirlo cerca, tratando claramente de decidir si quería ser tocado―. Sé que no es la historia más feliz, pero pensé que tenías la edad suficiente para escucharla. Todos merecen saber qué pasó con su familia.
―No. ―Tom finalmente levantó la vista, entrecerró los ojos.
―¿No que?
―No son mi familia. Ninguno de ellos lo es.
Madre patética y débil que había perseguido a un muggle y había elegido morir como tal en lugar de cuidar a Tom. Un tío loco que no tenía cerebro para restaurar la gloria de los Gaunt, y toda una rama de parásitos, como su padre y sus abuelos.
No fueron nada. Ciertamente no eran dignos de él y de su relicario. Tal vez algún día, Tom los visitaría: los Riddles podrían convertirse en los primeros sujetos en la serie de experimentos basados en muggles que iba a dejar que condujeran sus futuros seguidores, y su tío estaba mejor muerto que empañando la línea Slytherin con su existencia.
Pero si sucediera, tendría que suceder más tarde. Tom no tenía tiempo para estas pestes molestas y sin sentido en este momento, y no tenían poder para interferir con sus planes. Según la descripción de Harry, realmente dudaba de que Morfin se mantuviera en contacto a las noticias, por lo que no podría avergonzar a Tom al anunciar su conexión entre ellos.
―Tu padre probablemente no sabía que te habías quedado huérfano ―dijo Harry suavemente―. Y estoy segura de que tu madre debe haberte amado. Si tú quisieras―
―¡No me importa! ―Tom siseó, frustrado. Se negó a reconocer a la mujer que lo había dado a luz como su madre. Lo que sea que sintiera por él, era menos de lo que sentía por un muggle, y eso la hacía tan sucia e inútil. Y su padre... ¿Harry sugirió honestamente que intentara construir algún tipo de relación con él? ¿Con un muggle?
―Tom.
―Eres mi familia. No tengo ningún interés en nadie más.
Los labios de Harry se separaron en clara sorpresa. Luego sus ojos se suavizaron y agarró a Tom por los hombros antes de acercarlo por la fuerza, casi sofocándolo en su abrazo.
―Está bien. ―murmuró, y Tom rápidamente envolvió sus manos alrededor del cuello de Harry en respuesta, apoyando su cabeza contra su pecho. El relicario era agradablemente pesado y lo apretó entre sus dedos, una sensación de paz se apoderó de él, ahuyentando los restos de pensamientos desagradables.
Sí, esto era todo lo que necesitaba. Harry, su magia y su estatus, la primera evidencia clara de su gloria. Su supuesta familia biológica era demasiado patética para molestarse con ellos, por lo que Tom recurriría a ellos sólo cuando su imperio estuviera mayormente construido y no tuviera nada mejor que hacer.
―Quiero que seas feliz ―dijo Harry, el calor de sus labios haciéndole cosquillas en la frente de Tom―. Si alguna vez quieres conocerlos, solo dímelo. Puedo ir contigo Si no quieres volver a escuchar sobre ellos, también está bien. Tengo una pregunta para ti: no tienes que responder, pero...
―¿Qué es? ―Tom se retiró con curiosidad.
―¿Estás enojado con ellos? Sé honesto.
Tom lo consideró, pero tal como lo había sentido anteriormente, no había ira en él, solo un vago asco e indiferencia.
―No ―dijo sinceramente―. No lo estoy.
Harry sonrió, luciendo tan cegadoramente feliz que Tom no pudo evitar mirarlo.
No tenía idea de lo que le agradaba tanto a Harry, pero ver su brillante sonrisa era realmente impresionante. Nunca quiso que se desvaneciera.
―Creo en ti, Tom. ―susurró Harry, haciendo eco de su primera carta, y Tom tarareó pensativamente. Escuchar estas palabras lo excitó aún más que verlas en papel. Lástima que él y Harry tenían ideas algo diferentes sobre lo que se suponía que implicarían.
―Ponme el relicario. ―murmuró Tom. Con una sonrisa aún bailando en sus labios, Harry obedeció, colocando cuidadosamente su regalo alrededor del cuello de Tom.
―Te queda bien. ―señaló.
―Claro que sí. Es mío.
Harry se adelantó para ajustar un rizo suelto de su cabello y Tom lo permitió, mirándolo.
Harry había gastado casi todo su dinero restante en este regalo. Se enteró de la familia de Tom y le dio otra Navidad sincera. Harry parecía contento con dejar que su vida girara en torno a Tom, tal como debería ser.
Se merecía una recompensa.
―¿Harry?
―¿Si?
―También tengo un regalo para ti. Pero no sabrás qué es hasta más tarde.
―¿Un regalo? ¿Para mí? ―por un momento, Harry se vio tan infantilmente aturdido que Tom se echó a reír, encantado con esta reacción.
No sabía cuánto Harry podría querer un regalo propio. Por otra parte, creció con muggles que nunca lo habían incluido en sus celebraciones, por lo que no fue sorprendente.
Hizo que el regalo de Tom fuera aún más apropiado.
• • • •
Al día siguiente, envió a Apophis para averiguar dónde vivían los Potter, con la orden de esperar a la lechuza de Amber Steins e interceptar la carta que llevaba. Era un riesgo: la niña podría haberse olvidado de su novio de la escuela una vez en casa, pero Tom lo dudaba, considerando su comportamiento tonto en Hogwarts.
Para su alegría, Apophis regresó al día siguiente, con un sobre hecho a mano en el pico. Tom leyó atentamente las tonterías empalagosas y luego comenzó a escribir su propia carta, copiando sin problemas la letra rizada.
Mi querido Charlus
Tuve que sobornar a mi hermano para que enviara esta carta a través de la Oficina de Correo por lechuza porque mis padres encerraron la mía. Aparentemente, ¡no les gusta que pase tanto tiempo escribiéndote en lugar de estudiar!
Espero que hayas tenido una maravillosa Navidad. Muchas gracias por tu regalo, ¿cómo sabías que quería estos pendientes? ¡Son encantadores!
Te extraño muchísimo No ha pasado mucho tiempo, pero realmente deseo que podamos vernos. ¿Qué piensas? Mis padres y yo estaremos visitando el Callejón Diagon mañana a la una de la tarde. ¿Podrías hacer el viaje en Floo también? Podríamos encontrarnos en la segunda curva del callejón Knockturn. Lo sé, no es el mejor lugar, ¡pero mis padres nunca pensarán en buscarme allí una vez que se den cuenta de que me fui y me gustaría que pasáramos al menos una hora juntos!
No respondas a esta carta o mis padres descubrirán que desobedecí y te escribí de todos modos. Te estaré esperando de 13:10 a 13:30. Si no puedes hacerlo, lo entiendo, pero todavía espero verte allí.
Enviándote mi amor,
Amber
Incluso si Charlus se sintiera incómodo por ir al callejón Knockturn, estaría demasiado preocupado por su pequeña novia como para dejarla esperando allí sola. Como un verdadero Gryffindor, él vendría. Tom no lo dudó.
Ahora, tenía que llegar a la Oficina de Correo por lechuza y enviar su carta.
Harry estaría encantado de tragarse su mentira sobre encontrarse con amigos, por lo que no haría preguntas sobre su ausencia. Su plan realmente iba perfectamente.
El veneno cantaba desde el fondo de su baúl, listo para ser usado.
• • • •
Harry había accedido fácilmente a prestarle su varita para que no se quedara desprotegido, e incluso si pensaba revisar los hechizos usados después, no vería nada incriminatorio. Tom lo estaba tomando como precaución, no porque realmente lo necesitara.
Había convertido el polvo venenoso en un líquido y había empapado cuidadosamente el sobre de Amber. Un toque y Charlus sólo tendría tres minutos de vida. Incluso los guantes no lo salvarían. Para protegerse, Tom había preparado un espeso brebaje a base de bezoar y cubrió sus propios guantes con él, revisándolos meticulosamente antes de permitir que una pequeña sonrisa levantara las comisuras de sus labios.
Todo estaba listo en menos de un día, los Potter perderían a su heredero.
Sus manos comenzaron a temblar de anticipación y ansiedad desde la madrugada. Tom no podía desayunar adecuadamente, sus pensamientos constantemente caían en lo que ocurriría en varias horas. Sólo cuando Harry comenzó a lanzarle extrañas miradas, se recordó a sí mismo e intentó actuar con normalidad.
No parecía hacer mucha diferencia.
―¿Estás bien? ―Preguntó Harry, acercando la taza de té a él―. ¿Con qué amigos te encuentras?
Oh. Inconveniente.
A veces olvidaba que Harry podía ser observador y sospechoso.
―Sólo algunos de mis compañeros de casa ―respondió Tom vagamente―. Lamento tener que perder el día con ellos, pero tengo que mantener una fachada amigable.
―Qué amable de tu parte ―el comentario de Harry fue seco, pero sus ojos se volvieron cautelosos. Tom odiaba cuando sucedía―. ¿Por qué te estás comunicando con alguien que ni siquiera te agrada?
Necesito conexiones. Además, tú mismo me dijiste que encantar a alguien para que haga lo que quiero es más desafiante que usar la fuerza contundente. Estoy siguiendo tu consejo.
Harry parecía estar dividido entre sentirse divertido y horrorizado.
―Todavía eres un niño ―pronunció finalmente―. Debes hacer amigos y divertirte genuinamente, no pensar en conexiones y manipulaciones.
―No tienes ambiciones en absoluto ―Tom suspiró profundamente, apoyando su cabeza en su mano―. ¿No se vuelve aburrido?
Riéndose, Harry envió una sonrisa maliciosa en su dirección.
―Soy extremadamente ambicioso ―aseguró―. Tengo un objetivo de vida muy específico y todavía estoy trabajando en ello.
―¿De verdad? ―Tom se animó, todos los pensamientos de Charlus se disiparon cuando su atención se dirigió a Harry y Harry solos―. ¿Qué podría ser? Nunca haces nada.
Una breve risa escapó del pecho de Harry y extendió la mano sobre la mesa, pasando los dedos por la mandíbula de Tom, haciéndole temblar.
―Te estoy criando ―dijo con ternura―. Puedes verlo como mi ambición a largo plazo.
Tom resopló con incredulidad incluso cuando algo cálido se revolvió en su estómago, enviando chispas de suficiencia a través de su cuerpo.
Era el objetivo de la vida de Harry.
Era más perfecto que cualquier cosa que pudiera haber inventado.
• • • •
Cuando tuvo que partir, estaba completamente compuesto. El sobre yacía en una pequeña carpeta resistente a los venenos, y los minutos se deslizaban uno dentro del otro, midiendo los últimos momentos de la vida de Charlus.
Como Tom había esperado, esta parte del callejón Knockturn estaba casi vacía. Tenía las tiendas menos populares, por lo que los clientes rara vez se veían aquí. Charlus Potter ya estaba esperando, apretando un pequeño paquete envuelto en la mano y mirando ansioso a su alrededor.
El resentimiento y la emoción se fusionaron en una emoción ardiente que no pudo nombrar, y Tom se acercó, poniéndose una máscara amigable.
―Hola, Potter. ―saludó, y sus ojos oscuros lo atravesaron con una mirada sospechosa.
―Slytherin ―dijo Charlus con rigidez―. ¿Compras?
―Realizando un recado, en realidad. Amber Steins me pidió que te diera esto. ―Tom sacó el sobre y se lo ofreció a Charlus, su corazón saltaba ansiosamente, latiendo cada vez más fuerte. Casi le temblaba la mano y gruñó en silencio, haciendo todo lo posible por mantenerla firme.
Charlus entrecerró los ojos, pero tan pronto como cayeron en el sobre, sin duda reconociendo la letra de su novia, se relajó y una expresión estúpida empañó su rostro.
Sin decir una palabra, tomó el sobre y lo agarró, sólo para parpadear confundido ya que no encontró nada adentro.
―¿Que es esto? ―su mirada volvió a Tom―. ¿Qué le hiciste a la carta? ¿Dónde está Amber?
Tom sonrió cruelmente, el triunfo oscuro creció, se expandió en su pecho y estiró las garras.
―¡Respóndeme! ―Charlus dio un paso amenazador hacia él, pero en el siguiente segundo, jadeó, sus manos volando a su corazón. Su expresión atónita y dolorida era pura felicidad, y Tom la bebió, tratando de evitar el parpadeo para no perderse nada.
―¿Qué es? ―Charlus susurró, sus piernas lentamente se doblaron debajo de él―. ¿Qué hiciste? ¿Qué está pasando?
―Te estás muriendo ―respondió Tom, inclinando la cabeza con curiosidad―. Si mis cálculos son correctos, tienes aproximadamente dos minutos y treinta y seis segundos para vivir.
El horror y el pánico ciego en los ojos de Charlus eran como un soplo de aire fresco. Sus piernas finalmente cedieron y cayó al suelo, sacudiéndose débilmente.
Voces apagadas los alcanzaron de repente, rompiendo la concentración de Tom. Se lanzó hacia adelante, agarrando a Charlus por el pelo y arrastrándolo detrás del edificio, ignorando sus luchas y gemidos de pánico. Después de una breve consideración, lo colocó entre dos partes de la valla rota de una manera para que su cara fuera visible.
―¿Que estás sintiendo? ―preguntó. Leer sobre el veneno fue fascinante, pero no fue nada en comparación con cómo se sintió al ver sus efectos de primera mano. Charlus parpadeó, las lágrimas nublaron su rostro y lo pusieron aún más feo.
Era un patético parecido. Cuanto más lloraba, menos se parecía a Harry.
―¿Por qué? ―Charlus raspó―. Nunca... nunca hice nada. A ti. ¿Por qué?
―Tu familia perjudicó a alguien muy querido para mí ―respondió Tom. Su corazón se calmó ahora que sabía que había tenido éxito, pero la euforia seguía aumentando, calentando su sangre. Quería ralentizar este momento, examinar cada minúsculo cambio de expresión en la cara de Charlus, ya que su cuerpo sin duda era consumido por más y más dolor.
Nunca había pensado que la agonía podría tener tantos tonos.
―Amber ―la voz de Charlus era tan ronca que Tom tuvo que acercarse para escucharlo. Su rostro ya se estaba volviendo gris pálido, sus manos tontas tratando de agarrar la nieve a su alrededor débilmente―. ¿Es ella... ella está...?
―La maté. ―mintió Tom, y una nueva ola de dicha surgió a través de él cuando Charlus gimió, más lágrimas caían de sus ojos.
¿Tom había pensado que era feo? No, estaba equivocado. Charlus era hermoso en su agonía, casi tan hermoso como Harry cuando sonreía.
Ya habían pasado tres minutos y, sin embargo, Charlus seguía aferrado a la vida. Interesante. ¿Fue porque Tom había convertido el polvo en líquido?
El paquete caído atrajo su atención. Lo recogió y lo desenvolvió, haciendo una mueca al ver una pequeña caja azul.
―¿Es esto un anillo? ―él arrastró las palabras burlonamente―. ¿O otro par de aretes? Seguro que te estabas moviendo rápido, Charlus. Charlus, no Potter. Este apellido pertenecía sólo a Harry.
―Mamá... ―El niño miraba a algún lugar sin ver, su pecho todavía se sacudía con dureza―. Mamá. Dónde-
―No me aburras. ―advirtió Tom. Abrió la caja y miró dentro. Un anillo dorado yacía allí, con un león Gryffindor rugiendo desde un pequeño pedestal igualmente dorado.
No era un anillo familiar. Tom vio a algunos de los de sangre pura usando unos similares, cada uno reflejando su propia casa, y aunque debían costar una fortuna, no eran tan raros. Nada que lo relacione con la muerte de Charlus.
―Steins era una Ravenclaw, ¿verdad? ―Tom preguntó, mirando a Charlus otra vez―. ¿Por qué crees que darle un anillo que simboliza tu casa es una buena opción?
Charlus no respondió, aunque sus ojos se movieron lentamente hacia Tom. Ahora estaban casi vacíos, con sólo un destello de conciencia luchando por sobrevivir allí.
―Afortunadamente, tengo una idea mucho mejor ―sonriendo, Tom escondió el anillo en su bolsillo―. Se verá bien en mi tutor. Harry también es un Gryffindor, ya sabes. El lo apreciará. Una especie de regalo familiar, supongo.
Una lágrima final cayó por la mejilla de Charlus y luego los restos de luz abandonaron su mirada, dejándola opaca y vidriosa.
Bien. Eso fue un poco decepcionante. Tom ciertamente esperaba sentir más.
Suspirando, recogió el sobre. Lo dispondría en una de las calles muggles.
Con la última mirada a Charlus, que parecía aburrido incluso en la muerte, se arregló la túnica y se dirigió hacia el Callejón Diagon, el peso del anillo calentando su bolsillo.
Una misión cumplida. Quizás las futuras serían algo más entretenidas.
• • • •
Lo primero que Tom notó cuando entró en su casa fue un extraño silencio electrificado. Frunciendo el ceño, cerró la puerta y luego fue a la cocina, esperando encontrar a Harry allí.
―¿Harry? ―gritó. No hubo respuesta.
¿Se había ido a alguna parte? Pero la sensación de magia en la casa... era tan extraña y oscura que Tom inmediatamente se mostró cauteloso.
Apretando la varita en la mano, subió las escaleras y se dirigió hacia la habitación de Harry. En este punto, le era tan familiar como el suyo, y en algunos aspectos, comenzó a preferir pasar tiempo dentro de él.
El aroma de Harry era abrumador aquí y Tom lo inhaló profundamente, manteniéndolo en sus pulmones todo el tiempo que pudo. Luego su mirada se movió hacia el piso cerca de la ventana y de repente, todo el aire fue sacado de la habitación.
Harry estaba acostado allí inmóvil, con varios libros dispersos cerca, como si los hubiera llevado al estante antes de caer repentinamente al suelo.
Tom lo miró, incapaz de creer lo que estaba viendo. No recordaba cómo se acercaba: un momento estaba parado en el umbral, congelado, y al siguiente, ya estaba arrodillado cerca de Harry, sus manos volando sobre su cuerpo inútilmente, tratando de hacer algo.
El pecho de Harry no se movía. Sus ojos estaban abiertos, todavía bellamente verdes pero ya no vivos.
Apagados. Vacíos. Justo como los ojos de Charlus Potter habían sido.
No.
Harry no podía estar muerto. No pudo ser. ¡No fue posible!
―Mírame ―siseó Tom. Ola tras ola de emociones extrañas seguían chocando contra él, haciéndolo temblar con la magia que comenzó a acumularse bajo su piel caóticamente, amenazando con estallar―. Deja de fingir. ¡Para!
Harry no se movió, continuó mirando a algún lado, a un lugar que Tom no podía seguir, no podía ver, y de repente parecía tan odioso que Tom le agarró la cara y la giró hasta que los ojos verdes lo miraron.
Pero no cambió nada. Todavía no lo veían, e incluso ahora que estaban dirigidos a él, lo miraban directamente. Como si él no existiera.
Tom aulló de rabia, hundiendo los dedos en las sienes de Harry, rompiéndose la piel en un intento de perseguir la vida que seguramente todavía le latía en alguna parte, para asegurarse de que su sangre aún estuviera caliente.
―¡Levántate! ―Él escupió―. Levántate, ahora mismo, levántate, levántate-
Jadeó, las palabras de repente lo ahogaron, hinchándose en su garganta hasta que no pudo respirar. Su visión se hizo un túnel, se volvió gris y luego negro, y agarró a Harry con más fuerza, trató de respirar pero falló.
Nada funcionó. Nada se sentía real porque Harry no podía estar muerto y, sin embargo, no estaba respirando, nunca podía dejar a Tom y, sin embargo, lo estaba ignorando.
Algo caliente y oscuro explotó en su cabeza, devorando los últimos fragmentos de coherencia y destruyendo sus anclajes a la realidad.
Tom gritó.
.
.
.
N/T: muchas gracias a todas las personas que apoyan esta historia y su traducción; leyéndola, comentando o votando. Son lo que me anima a sentarme eones frente la computadora. por cierto, el próximo capítulo es mi favorito.
Venus
