Disclaimer: Nada de FINAL FANTASY VII/ FINAL FANTASY VII REMAKE me pertenece.
¡ALERTA!: Esta historia tiene SPOILERS del juego original y en las notas que hace esta autora al final de la misma, habrá SPOILERS de Final Fantasy VII Remake, así que si aún no conoces la historia de ambos juegos y no quieres saberlo aún, por favor, guarda la historia y léela más adelante! ^^
LA NOCHE MÁS OSCURA
El aterrizaje en Midgar fue solventado con éxito. Los tres plegaron los paracaídas y los guardaron en sus respectivas mochilas, para luego caminar hacia la tapa del alcantarillado público que haría las veces de entrada triunfal en la metrópoli.
-A estos perros de Shin – Ra les va quedando muy poco. Ya puedo oler su caída desde aquí – farfulló Barret, con el tono de superioridad que utilizaba siempre que se refería al mayor enemigo de toda su existencia, la mega corporación que le robaba la vida al Planeta, lenta y dolorosamente.
-Tengo ganas de acabar con esto cuanto antes – murmuró Tifa, apretando los puños con fuerza, mientras agachaba la cabeza. Necesitaba acabar aquella contienda cuanto antes, aunque la joven veinteañera sabía que sólo era la punta del iceberg y que un enemigo mayor y más tenebroso esperaba en el Cráter del Norte – sin embargo… creo que es mejor que descansemos primero. El viaje para llegar hasta aquí fue bastante largo, y con las energías tan bajas, Shin – Ra nos quemaría hasta convertirnos en cenizas, de un plumazo.
Cloud, quien se había mantenido en silencio hasta entonces, asintió, con un leve mohín.
-Tienes razón – dijo el rubio – buscaremos un lugar dónde pasar la noche y mañana mismo terminaremos con esto.
Tras deambular un rato, llegaron a una posada en los Suburbios del Sector 3, donde pudieron alojarse cómodamente y sin levantar demasiadas sospechas. Ocuparon los tres una habitación y Barret aceptó dormir en el suelo para ofrecerle a Cloud una de las dos camas que había.
Se acercaban las diez de la noche cuando Cloud, despierto todavía, dio la enésima vuelta sobre sí mismo en la cama.
Cuando mencionaron que volverían a la ciudad de Midgar, el joven mercenario la recordó inmediatamente a ella. Todavía tenía una conversación pendiente con la madre de la persona que más había amado y que seguía amando en el mundo. Debía disculparse, pedir perdón por no haber sido capaz de protegerla. Eso no traería de vuelta a la florista, pero quizá aliviaría un poco más su dolor, ayudaría a descansar su mente…
Se incorporó lentamente, evitando hacer ruido. Abrió la puerta del cuarto y salió. Dio unos pasos por el pasillo, iluminado tenuemente por las luces del techo, cuando alguien lo detuvo.
-¿Cloud? – dijo Tifa, a sus espaldas. La miró por encima del hombro, mientras veía como se acercaba a él con rostro preocupado - ¿no puedes dormir? – preguntó, una vez que estuvo a la altura de su amigo.
El rubio negó con la cabeza.
-No es eso. Es…algo que tengo pendiente por hacer y necesito solucionarlo cuanto antes – explicó.
-¿Algo pendiente? – repitió Tifa, cruzándose de brazos y examinándolo con detenimiento. – No será… no será lo que estoy pensando, ¿verdad?
Cloud dejó escapar un pequeño jadeo, mientras esquivaba la inquisitiva mirada rubí de Tifa.
-Cloud…es mejor dejarlo así… Reeve me contó que ya había hablado con ella…Elmyra debe haberlo aceptado ya.
-No. – murmuró él – no se trata de eso. Cuando fuimos a buscar a Aeris al Edificio Shin – Ra, prometí a Elmyra que cuidaría de su hija, que la traería sana y salva a casa. Y no cumplí mi promesa. Aeris…nunca volvió.
-Pero, Cloud…-insistió la de ojos rubí, tomándolo de la mano.
-Es la única forma que tengo de mitigar mi dolor.
Cloud clavó sus ojos azules en los de su amiga. Una sola mirada le bastó a Tifa para saber que él hablaba desde lo más profundo de su corazón, desde los rincones más ocultos de su alma. Su amigo de la infancia buscaba algo a lo que aferrarse, algo que redimiese un poco su culpa, su infinita pena y tristeza. Algo que ayudase a cicatrizar, aunque fuese levemente, aquella herida que corroía su mente y que lo hacía agonizar en silencio. Y ese algo, era el perdón de Elmyra. Y… ¿quién era ella para impedírselo?
La de pelo negro asintió con la cabeza y formó una sonrisa comprensiva en sus labios rosados.
-Ve, Cloud. Pero…ten cuidado, por favor. No nos conviene que nos descubran…
Un rato después, Cloud se adentraba en los Suburbios del Sector 5. Cada paso que daba por el lugar, traía a su mente un recuerdo de Aeris. La primera vez que se conocieron, cuando huyeron de la Iglesia, cuando conoció y ayudaron juntos a los niños del Hogar Fronda, cuando se hicieron más amigos y comenzaron a tener una relación más profunda y especial…todos eran recuerdos cargados de luz y felicidad, una felicidad que ahora le sabía algo amarga.
Finalmente, llegó a su hogar. Estaba exactamente igual que la última vez que anduvo por allí. Elmyra había seguido cuidando las flores con esmero. Las calabazas gigantes relucían en una esquina del jardín. Algunas luciérnagas rondaban por el campo de lirios.
Tragó saliva y alzó una mano temblorosa para llamar a la puerta de madera. Las luces estaban encendidas, por lo que supuso que la mujer estaba despierta aún. Unos momentos después, abrió.
La mujer, de mirada profunda, con su moño rubio algo despeinado, se quedó observándolo. Había una extraña mezcla de sensaciones en su mirada. Por un lado, se podía decir que era una mirada emocionada, unos ojos brillantes por volver a ver una cara conocida después de tanto tiempo; por el otro, una mirada de cierta desaprobación ante la persona que tenía frente a ella y lo que para ella suponía su presencia.
-Cloud…no te esperaba. Pasa, no te quedes ahí – dijo Elmyra, haciéndose a un lado para dejarle pasar.
-Gracias – dijo el rubio. Dio unos pasos, situándose cerca de la ventana.
Se produjo un pesado silencio entre ambos que duró apenas unos instantes, hasta que Elmyra inició la conversación. Cloud se giró hacia ella y le dio la cara nada más empezó a hablar.
-Hace un mes, vino un hombre trajeado a casa que respondía al nombre de Reeve Tuesti. – Elmyra tenía la mirada perdida mientras hablaba - Y me contó que Aeris había muerto en la Ciudad Olvidada. No entró en mayores detalles. Sefirot la apuñaló. ¿Por qué? ¿Cómo pudo ocurrir algo así? – cuestionó, entonces, clavando sus ojos azul claro en los del joven mercenario que tenía delante.
Cloud sintió que sus manos temblaban levemente cuando dejó escapar sus palabras:
-Lo siento. No…no pude proteger a Aeris.
La mujer se tensó, acercándose al joven que acababa de llegar a su casa, deseando, por alguna extraña razón, que no continuase con sus palabras.
-Le prometí, hace un tiempo, que Aeris estaría protegida mientras estuviese conmigo – continuó él – pero…pero yo… - apretó los puños con fuerza mientras agachaba la mirada, sintiéndose avergonzado de sí mismo, adolorido – no pude cumplir con mi promesa de traer a Aeris sana y salva a casa. Aeris… murió por mi culpa. Murió en mis brazos sin que yo pudiera hacer nada por evitarl…
El sonido de la cachetada retumbó en el pequeño hogar. Cloud sintió como la mejilla le ardía, lo que fue suficiente para desatar en él todas las lágrimas que llevaba acumulando en su interior desde hacía mucho tiempo y que se había obligado a sí mismo a reprimir. Lloró en silencio, apretando los labios, mientras contenía los dolorosos sollozos que amenazaban con salir de su interior. Para él, aquel golpe no era sino la reafirmación de su fracaso.
Pero, entonces, sintió como Elmyra apoyaba la cabeza en su pecho, mientras sollozaba amargamente:
-Jamás vuelvas a decir eso, Cloud. Tú no la mataste. ¡Tú no le hiciste daño a Aeris! ¡Demonios! Mi pequeña…mi pequeña Aeris…
Cloud la sostuvo entre sus brazos, hasta que Elmyra y él dejaron de llorar, uno en silencio constante y la otra con quejidos cargados de pena y rabia.
Un rato después, la mujer se separó, pasando una mano con suavidad por la mejilla de Cloud, que previamente había golpeado.
-Siento haber reaccionado así. Aeris… cuando te pedí que te marchases y no hablases con ella, ella se marchó. Escapó para ir tras de ti, cuando ella jamás había hecho algo igual. Ahí…empecé a darme cuenta de que eras diferente. Y cuando…cuando insististe en salvarla de Shin – Ra y el Profesor Hojo, pude ver cuánto la apreciabas y te preocupabas por ella. Por eso…por eso te pegué. ¿Cómo puedes culparte de algo así?
Cloud frunció el ceño, intentando buscar una respuesta a su pregunta, pero todas eran demasiado duras contra su propia persona. Sin embargo, halló una:
-Vine hasta aquí para que me perdonase, Elmyra. Para que me perdonase por no haber sido capaz de…
-No sigas, Cloud. – dijo ella, con consternación – Yo no tengo que perdonarte. No tengo nada que perdonarte. No hay más que verte para saber que hiciste todo lo que estuvo en tu mano para cuidar de mi niña, hasta el final… Mira tus lágrimas. ¿Crees que yo tengo derecho a juzgarte?
Cloud comenzó a calmarse, poco a poco, mientras intentaba interiorizar las palabras de Elmyra. Aunque no podía borrar del todo su culpa y su frustración, parecía que haber hablado con ella lo hacía sentirse algo mejor, algo más ligero.
Entonces se llevó una mano al bolsillo del pantalón, recordando. Extrajo de él el lazo rosa que, antaño, había pertenecido a Aeris y que adornaba su trenza. Lo sostuvo un momento entre sus manos y luego se lo tendió a Elmyra.
-Lo he guardado…todo este tiempo – explicó Cloud – pero creo que usted debería tenerlo.
Elmyra entrecerró los ojos en una expresión cariñosa, mientras observaba el lazo, completamente intacto, colocado con cuidado sobre el desgastado guante del joven.
-No, Cloud. – dijo, cerrándole el puño con sus manos – yo tengo muchos lazos de Aeris. Pero ese…ese quiero que te lo quedes tú. Al fin y al cabo, ella lo llevaba cuando te conoció. Así, siempre que lo mires…recordarás cuando estaba contigo.
El rubio asintió con la cabeza, respirando profundamente, mientras observaba cuidadosamente el lazo antes de volver a guardarlo, con el mismo cariño con el que una madre arropa a su bebé para que no pase frío.
-Gracias por haber venido, Cloud. Y, prométeme que vendrás más a menudo, por favor.
-Así lo haré.
Sin pensarlo dos veces, ambos se abrazaron de nuevo, compartiendo el dolor que sentían en aquella, que parecía ser la noche más oscura de todas. Pero, ambos habían conocido una vez el rayo de la esperanza y sabían que, algún día, volvería a brillar como antaño.
NOTAS DE LA AUTORA (ME HARÍA ILUSIÓN QUE ME LEYERAS! ^^): quería escribir esta historia, prácticamente, desde que vi las interacciones entre Cloud y Elmyra en Final Fantasy VII REMAKE. Cuando jugué al juego original, tenía la sensación de que Elmyra era una mujer muy dulce y campechana. En este REMAKE me pareció que era más arisca, en un principio, pero luego, a partir de que secuestran a Aeris, la comprendí con profundidad. Todos y todas, tenemos nuestra forma de proteger a las personas que amamos. Y la forma de proteger a Aeris que tenía Elmyra era ser arisca con Cloud, era su forma de ahuyentarlo, de cuidar de su "niña", de que no le pasase nada malo. Pero nunca me pareció que Elmyra no apreciase a Cloud. Al contrario, creo que ambos establecieron un vínculo de confianza muy especial cuando él le promete a Elmyra que salvará a Aeris de Shin - Ra.
Debo confesar que se me escaparon algunas lagrimitas escribiendo este relato. Este, en particular, es una historia sobre el perdón, pero también, sobre dos personas que, a pesar de su carácter fuerte, sufren en silencio, como lo son Cloud y Elmyra. Aeris es un personaje muy especial para mí, y me dio mucha tristeza escribir esta historia, pero, por alguna extraña razón, necesitaba profundizar en la relación de estos dos personajes que tanto la amaron durante los juegos :'( Espero haberlo hecho lo mejor posible!
Gracias por leerme! ^^