Hola de nuevo, creo que es un poco tarde para decir que las actualizaciones de esta historia van a ser lentas, yo solo escribo esto por pura diversión y placer. Otra cosa, revise mi primer capítulo y sinceramente, no es como yo lo imaginaba, así que talvez lo elimine para reescribirlo y volverlo a publicar.

Respondiendo preguntas o dudas:

DarkRock: TODO, y cuando digo todo me refiero a toda la región del Cono Sur

Decidí cambiar la trama original y crear una historia aparte pero dentro del mismo universo de GATE. Aquí no será una puerta la que conecte a dos mundos (por lo menos hasta ahora), aquí será parte de un mundo moderno viajando a otro mucho menos tecnológico y mágico, sin la posibilidad de volver a su mundo de origen.

Ese es el único comentario (gracias), así que continuemos con la historia.


Nos vamos a quedar aquí un largo tiempo

Capítulo 2: Otra vez no.

Falmart, Fuerte/Colonia Sol de Mayo, territorio del Cono Sur, Domingo 16 de Mayo de 2067, 10:30 am, Muro Norte.

La caminata hasta el puesto de guardia duro aproximadamente cincuenta minutos, cincuenta minutos en los que Franco camino sin ninguna prisa por la calle pavimentada y admirando los edificios en las que cientos de familias vivían. Siempre fue de las personas puntuales y de las que llegan con algunos minutos de sobra. En su pequeña travesía, pudo observar cómo un grupo de obreros estaban por terminar de agregar los últimos toques a la nueva biblioteca de la colonia.

La biblioteca tenía un estilo arquitectónico europeo, para ser más precisos un estilo francés. Esto se debe a que la persona que estaba a cargo de la construcción de la mayorías de los edificios de uso exclusivo de civiles era un arquitecto francés, (un hombre llamado Arthur sino se equivoca) que quedó atrapado en el país cuando turisteaba por la Patagonia.

Literalmente el país había desaparecido o mejor dicho el resto del continente americano había desaparecido. Luego del transcurso de un par de horas empezaron los verdaderos problemas.

En primer lugar habían perdió contacto con el resto del mundo. Es segundo lugar el francés no era el único turista atrapado en el país, aproximadamente 10 millones de turistas extranjeros también quedaron sin poder volver a su país de origen, lo que causo que todos los aeropuerto se vean sobrepoblados. En tercer lugar y último, los embajadores y consulados de diferentes países pedían o exigían a todo pulmón respuestas inmediatas al gobierno sudamericano. ¿Por qué habían perdido conexión con sus respectivos países?, era una respuesta que no podían responder ya que ellos estaban igual de sorprendidos como conmocionados por la misma razón. Todo eso sin sumar al gran terremoto que hubo en el norte del país austral.

El gobierno intento por meses contactar con sus embajadas en el extranjero, pero todo era inútil, los celulares y teléfonos no respondían y habían perdido total acceso a Internet. Sin mencionar el caos que hubo en el país por la falta de comunicación y la falta a acceso a Internet, de las que muchas compañías y empresas eran dependientes. Se mandaron numerosos barcos y aviones de todos los tipos para que exploraran y la repuesta siempre era la misma por parte de los marineros y los pilotos: "no hay nada señor, solo vemos un enorme océano en todas partes". Donde antes hubo tierra ahora solo había agua.

Cuando la noticia se izó publica muchos se pusieron histéricos, tenían familias o amigos afuera del país, incluso Franco pensó: "Adiós a mis vacaciones en Roma".

Dejando de recordar sucesos ya pasados, otra cosa que también llamo la atención de Franco cuando doblo por una esquina, era que los habitantes del fuerte ya no mostraban signos de preocupación o miedo se ser atacados por soldados imperiales como había ocurrido hace 4 años. En cambio, las personas ahora parecían más relajadas y con un sentimiento de que nada pasaría, que estaban seguros tras los muros y que sus defensores los protegerían como lo habían hecho en numerosas ocasiones.

Y hablando de las personas, a Franco le sorprendió también escuchar el inconfundible acento de la región de Chile entre el mar de personas en el área de comercio. También podía escuchar otros acentos como el rio platense y el paraguayo, pero en menor cantidad. Al parecer a muchos le gustó la idea de mudarse del viejo continente y probar suerte en el nuevo. Ya sea para iniciar una nueva vida, volverse rico comerciando o emprender una empresa, o en otros casos temerarios que buscan vivir aventuras, retos o ser los primeros en explorar los lugares más lejanos de Falmart que el ejército o los propios falmartianos no habían explorado aun.

Cuando Franco llego al puesto de guardia en el extremo del muro norte, esperaba encontrarse con su amigo ya preparado con su equipo listo para el cambio de guardia. En cambio lo que observo por la ventana de la pequeña caseta, fue a su compañero y amigo Hugo tomando un café (sospecho que era eso) y con una media luna depositada sobre un plato en la pequeña mesa de madera y otra a medio comer en su mano izquierda.

Con un poco de irritación y cansancio, Franco decidió entra para saludar y tal vez, tal vez, poder comerse la otra media luna que aún está en el plato sobre la meza.

Al entrar por la puerta, la nariz de Franco fue abordada por el inconfundible aroma del café recién hecho. Al observar más detenidamente, vio que la pequeña salamandra de la caseta estaba encendida y que encima de esta, se encontraba una tetera, y que, si la nariz de Franco no lo traicionaba, era donde se encontraba el café que era mantenido caliente gracias a la salamandra.

-Hola-Dijo Franco con un tono alegre, entrando por la puerta de la caseta. Este pudo ver a Hugo un hombre corpulento de 1,95m, de unos 30 años, de cabello corto y barba color marrón. Franco vio como Hugo dejo de desayunar cuando entro y este se paró de golpe de la silla de madera en la que estaba sentado.

-¡Franco!- Grito Hugo de pie, yendo a saludar a su compañero/amigo. Hugo abrazo a Franco por la cintura cuando lo tuvo a su alcance y lo elevo unos 20cm del suelo.

-¡Oye!, ¡está bien! ¡Ya puedes soltarme!- Hablaba Franco entre palabras en un intento de que su amigo lo liberada de su abrazo de oso.

-JAJA, cuanto tiempo sin verte- Decía Hugo mientras meneaba a Franco que aun estabas en sus brazos de izquierda a derecha.

Luego de que Hugo se tranquilizara y liberara a Franco de su abrazo de oso, este procedió a saludar a su amigo como se debía.

-¿Cómo estás?- Dijo Hugo, ya más tranquilo de su ataque de alegría por ver a su amigo.

-Bien, sin contar el hecho de que estoy endeudado hasta el cuello y que los yanquis me quieren romper las piernas. Entonces sí, estoy bien- Dijo con una sonrisa sarcástica mientras pasaba al interior de la caseta. Cuando entro lo primero que hizo fue depositar su equipo en un rincón y luego buscar un asiento al lado de la meza.

-Me alegro por ti- Dijo siguiendo por detrás a Franco y también tomando asiento en la silla original en la que está sentado.

Pasaron unos 10 minutos en silencio en el que ninguno dijo nada al otro. Habían pasado 4 cuatro años en el que uno no supo nada del otro y apenas hace 2 semanas se habían vuelto a reencontrar.

-Y dime, ¿Cómo han ido las cosas por aquí?- Pregunto Franco mientras se quitaba su gorra se servicio e intentando acomodarse en la silla de madera sin mucho éxito.

-Todo tranquilo por acá- Respondió Hugo mientras sacaba del bolsillo de su uniforme un paquete de cigarrillos y una caja de fósforos- Nada nuevo, lo típico, camiones entrando y saliendo por la entrada del muro.-Respondió mientras prendía un cigarrillo con ayuda del fósforo- ¿Por qué lo preguntas?- Pregunto mientras la daba una calada a su cigarrillo y dejar escapar una pequeña nube de humo de su boca.

-No has escuchado la radio- Dijo Franco mirando directamente a Hugo a la cara- El gobierno intenta establecer conservaciones otra vez con el Imperio- El tono de voz de Franco estaba cargada de incertidumbre, como si no quisiera creer lo que escucho por a radio.

-Eso si es una noticia- Dijo Hugo sin darle mucha atención a su compañero. No es que lo ignorase apropósito, pero la verdad era que Franco no tenía otra cosa que hablar que no fuese el Imperio. Y de cierta forma, las conversaciones con Franco no llevaban a ningún lado más que hablar mal del Imperio. Pero no podía culparlo, en tan solo un día de que empezara todo esto, lo perdió todo.

-Oye, ¿puedo?- Dijo Franco apuntando a la media luna con su dedo índice, que estaba sobre la meza y nadie la había tocado aun. Ya estaba sintiendo hambre.

-Si claro, adelante, come- Respondió Hugo rápidamente y sin darle mucha importancia. Estaba más concentrado en terminar su cigarrillo y en pensar en una idea. No es que Hugo ignorase a Franco a apropósito. Su cerebro estaba trabajando a mil por segundo por pensar una idea o un tema de conversación que pudiera levantarle el ánimo a su amigo.- Oye Franco, recuerdas lo que nos dijeron la semana pasada en la reunión con el general- Dijo Hugo sacando el cigarrillo de su boca y poniendo una pequeña sonrisa en sus labios. Lo que le estaba por decir y mostrar a Franco seguro lo pondría muy contento y tal vez lo aria enfurecer demasiado.

- Si, me acuerdo. ¿Por qué?- Respondió Franco limpiándose las manos con una servilleta.

-Sí que come rápido- Pensó Hugo- Bueno, veras- Hugo no sabía cómo decir lo que vendría a continuación- La reunión no solo fue para hablar de las tareas que cumpliríamos en el fuerte. Había otra razón.

-¿Y esa razón es?- Franco empezaba adivinar lo que quería decir Hugo, pero necesitaba estar seguro si era "eso" que estaba en su cabeza. Y más tarde iría hasta la oficina del general para pedir una explicación del por qué no se le informo a él también de que la reunión no había terminado y lo dejaran marchar sin más.

Hugo metió su mano derecha dentro de su abrigo de invierno y saco una hoja de papel blanco y doblada en cuatro. Este se la tendió a Franco que miraba el papel con intriga. Hugo solo rezaba mentalmente al ver como Franco tomaba el papel y lo desdoblaba para poder ver su contenido. A medida que pasaban los minutos Hugo podía ver como el rostro de Franco iba cambiando de mal en peor a medida que seguía leyendo.

-Es una carta del Teniente General Romeo Roca, Gobernador de las cuatro colonias que autoriza el rearme del 3º batallón como guardia permanente de la colonia Sol de Mayo.- Dijo Franco de forma lenta y sin energía. No lo podía creer.- ¿Hay otra cosa de la que deba enterarme a último momento o que no me quieran decir?, Hugo- Ha Hugo no le gusto la forma que dijo su nombre. La voz de Franco estaba cargada de odio. Odio que Hugo sabía que no era dirigido hacia él o cualquier otra persona de la colonia. Solo hacia sí mismo, Franco se odia a si mismo por haber fallado como soldado, esposo y padre.

-Si- Dijo mientras buscaba las palabras correctas en su cabeza- Todos los anteriores integrantes del 3º batallón serán reincorporados para que los nuevos integrantes del 3º batallón aprendan más rápido y se adapten mejor a la vida en la colonia-

-¿Todos?- Pregunto Franco con incertidumbre. Era imposible que vuelvan a poner en servicio a todos los que sobrevivieron a esas dos semanas en el que ellos conocieron como el mismo infierno. El mismo tuvo que ayudar al médico a amputar los miembros de muchos de sus camaradas para que la infección no los matara a ellos.

-No, todos no- La voz de Hugo parecía cansada, hablar de esto traía recuerdos que le dieron pesadillas por muchas noches. Pero Franco se merecía por lo menos una vez en la vida escuchar la verdad- Solo quedamos 71 soldados en condiciones para el servicio activo. El general prometió mandarnos a un escuadrón de 9 dogos para redondear, llegan mañana al continente.

En el momento que Hugo levanto la vista para ver la reacción de Franco por la noticia, este solo lo veía como si todo lo que dijo fuera una locura.

-Perdón, creo que escuche mal. ¿Dijiste Dogos?- Pregunto Franco como si quisiera estar seguro de que escucho mal o era solo su cerebro que le estaba jugando una broma.

-Sí, exacto- Afirmo Hugo.

-¿Los mismos Dogos que enfrentaron a cuarenta mil imperiales en el bosque de Coan por tres días?- Pregunto Franco queriendo estar seguro si eran los Dogos que él y todos conocían.

-Sí, los mismos- Reafirmo Hugo.

-¿Los mismo que rescataron a dos mil de los nuestros de las minas de carbón de Romaria?- A medida que preguntaba la voz de Franco iba cambiando de la incertidumbre a la alegría.

-Ya te di…

-¿Los mismo que capturaron al príncipe Zorzal en la tomo de Sadera?- El tono de la voz de Franco era como la de un niño cuando habla de sus ídolos o de sus héroes.

-¿Puedo terminar de explicar?- Pregunto Hugo mirando a Franco de forma cínica.

-He, sí disculpa. Lo siento- Se disculpó Franco un poco apenado por dejar que su emoción le ganara.

-Bueno, como decía- Sin darle mucha importancia a la actitud resiente de Franco- Mañana llegan los nuevos reemplazos del 3º batallón junto a los dogos y también- Hugo se puso de pie de su lugar y llevo su mano derecha al bolsillo izquierdo de su pantalón. Acto seguido saca otra hoja de papel blanca doblada en cuatro como la anterior y se la entrega a Franco.

Franco extiende su brazo derecho para tomar la hoja de papel doblada que le estaba dando Hugo. No sabía que decía en su interior pero por la expresión en el rostro de Hugo era algo importante.

-¿Qué es esto?- Pregunta Franco mostrando la hoja doblada que Hugo le dio. No la iba a leer, prefería que Hugo se lo diga todo sin rodeos.

-Es un permiso de reincorporación, a todos los que quedan del 3º batallón se les dio uno.

-¿Y por qué a mí no se me dio uno?- Pregunto Franco.

-Por lo que hiciste en Italica y en Rondel- Dijo a secas Hugo haciendo que Franco suspirada pesadamente.

El recordaba todo lo que hizo en esas dos ciudades, y el hecho de que hoy el estuviera libre y no en una cárcel de máxima seguridad era un milagro.

-¿Y por qué tú me lo das?- Pregunta Franco mirando Hugo que prendía su segundo cigarro.

-Por qué presiento de que vamos a necesitar a alguien como tú.- Respondió Hugo con una gran sonrisa que le empezó a dar miedo a Franco.

La sonrisa sospechosa de Hugo le estaba empezando a dar mala espina a Franco. Más de lo habitual.


Hola de nuevo, perdón por tardar demasiado, pero aquí el segundo capítulo por fin. Solo quiero decir que responderé a las preguntas que me escriban como lo pudieron ver arriba. Eso era todo, así que chau.