Esta historia está basada en la idea de N_Beatriz espero que te guste.
(Harry/Draco)
Siempre estarás a mi lado
Harry se talló el puente de la nariz, y levantó levemente sus gafas.
Llevaba varios días con un horrible dolor de cabeza. Las pociones hacía mucho no le surtían efecto.
—Jefe.—Entró un novato abriendo la puerta haciendo más ruido del que Harry podía tolerar.
Harry le apuntó con la varita, y lo echó de su oficina.
Hacía cinco años que era jefe de aurores, y 10 que era auror.
Le gustaba su trabajo, casi siempre. Salvo cuando el dolor de cabeza le iba destruyendo lentamente.
Esos días todos sabían que era mejor no tocarle las pelotas al jefe, o serían las suyas las que peligrarían.
El novato aún no se había enterado.
Lanzó un tempus, aún había muchos casos sin resolver, algunos magos y brujas desaparecidos, muchos hurtos menores; alguna actividad de renegados, exmortífagos.
No los habían podido cazar a todos, y a pesar de haber matado a Voldemort sus ideas, las originales, aún prendían fuego como la pólvora.
Solo hacía falta un mago o bruja más poderoso para que quisiera acumular poder y dictar sus propias normas. Siempre era así, Harry ya lo había comprendido. La cuestión únicamente era cuándo.
Lo mejor era irse casa, agarró los expedientes más importantes que tenía que revisar y dejó a Ron al cargo.
Su mano derecha, confiable, manejable, solo veía lo que quería ver. Así era su mejor amigo.
—Avísame solo si es estrictamente necesario—le dijo antes de irse. Las sienes le iban a explotar.
—Amigo, deberías ir a ver a un medimago.
Harry apretó la mandíbula, no había medimago que pudiera ayudarle, pero palmeó el hombro de su amigo.
—Lo haré, lo prometo.
Ambos sabían que Harry no iría.
Las protecciones a su casa eran de las más potentes que había, Harry no permitiría que nadie entrara sin que él estuviera, y aún así, estando en su interior, nadie podía acceder a Grimmauld Place sin que Harry diera su aprobación.
Cuando Hermione y Ron iban a visitarle, tenían que pasar por una serie de hechizos realmente elaborados.
Harry decía que eran secuelas de guerra, nadie le cuestionaba. De hecho, hacía mucho tiempo que nadie le cuestionaba nada.
La casa estaba en silencio, como realmente le gustaba.
Fue poner un pie en su casa y comenzó a sentirse mucho mejor.
—Kreacher, prepárame un baño.
El elfo sabía que no debía aparecerse cuando su amo llegaba. Sino cuando era requerido, no tenía nada en contra del viejo elfo. Pero la mayoría de los días no soportaba el sonido hueco que hacían sus apariciones.
Escuchó el sonido del agua correr, deseaba un baño relajante, un lugar donde pudiera sumergirse y aplacar un poco la ebullición de su cabeza.
Se desnudó rápidamente y se metió de lleno, la bañera tenía un hechizo de ampliación para que realmente hiciera su efecto.
Cuando sacó la cabeza del agua, el dolor aún estaba allí.
—Sería tan fácil ahogarte ahora mismo.—Al borde de la bañera estaba Draco, mirándolo.
—Hoy me duele muchísimo—se quejó Harry. Sabía que Draco no iba a ahogarle, y no porque no lo hubiera deseado. Quizás el deseo no fuera ahora tan fuerte, pero las consecuencias serían mucho peores.
Sintió sus largos dedos acariciar sus sienes masajeándolas, el alivio fue rápido.
En el pasado Harry había obligado a Draco a hacer eso, necesitaba sus manos, pero se daba cuenta que cuando la acción salía de Draco el dolor se iba antes.
Harry suspiró, y se dejó masajear, los dedos bajaron por su cuello y hasta sus hombros.
Un poco de paz para su cabeza.
Por fin pudo abrir los ojos, miró como Draco seguía apretando su cuerpo con las manos.
Draco era su secreto, y su salvador. Draco era lo único que le hacía mantenerse estable, reducirle al Harry que debía ser.
Porque el que podría ser, ese nadie quería verlo, los dos lo sabían.
Todo comenzó cuando mató a Voldemort, comenzó como ahora, con fuertes dolores de cabeza. Pero al fin y al cabo había recibido dos Avada Kedavra en su vida, siempre pesaron que eran solo efectos secundarios.
La verdad era que nadie podía ayudarle, y ahí comenzaron a complicarse las cosas.
Harry siempre andaba de un humor horrible, se encerraba en su casa, prohibía las visitas a sus amigos. Rompía todo aquello que encontraba, y Kreacher se escondía para no toparse con su amo.
Uno de aquellos días de destrozos y dolor, Harry se cortó accidentalmente. Siseó cuando la sangre brotó pero sintió alivio a su vez.
Ahí empezó su fase de automutilación, una vez que se sentía algo mejor, sanaba sus heridas.
Gracias a ello pudo ingresar en la Academia de aurores, pero pronto se dio cuenta de que no era suficiente. Eso solo eran pequeños arreglos para lo que fuera que anduviera mal dentro de él.
Era brutal en sus entrenamientos, se ganó demasiadas amonestaciones por herir a sus compañeros, pero el placer y alivio que sentía cuando infringía dolor, ya fuera a él o a otro, le hizo correr al mundo muggle. Nunca recurrió a la magia, solo usó sus puños.
Cuando aplacaba la oscuridad que habitaba en él, se sentía horrible, verdaderamente horrible. Aún no había matado a nadie, pero sabía que acabaría haciéndolo, solo era cuestión de tiempo.
Fue en su primer año como auror licenciado, había mortífagos sin revelar, ellos solo conocían a los más cercanos al círculo de Voldemort, pero había más, muchos más, algunos que nunca llevaron la marca pero servían a su señor de muchas formas.
En la casa de uno de ellos encontraron algo, de hecho, fue Harry quien lo encontró.
Atado, demacrado encontró a Draco Malfoy desnudo y maltratado. Estaba más muerto que vivo, y lo sacó de allí.
Salvo que nunca lo llevó a San Mungo.
Cuando Draco le reconoció en las mazmorras en las que estaba encadenado, le tocó la cara. El alivio en su interior fue inmediato.
Uno pensaba estar viendo una visión, el otro, solo quería devorarlo antes de que la oscuridad le devorara a él.
Draco había sido declarado muerto después de la guerra, en la Mansión de los Malfoy encontraron tres esqueletos carbonizados.
Pero no, Draco estaba vivo y encerrado en su casa.
Nunca más salió de ella, Harry no podía consentirlo.
Lo vistió, lo curó, le suministró suplementos alimenticios. Cuando Draco comenzó a entender que no estaba alucinando comenzó a chillar, a amenazarlo, incluso le suplicó que le dejara salir.
Necesitaba ver a sus padres, que supieran que estaba vivo.
Draco lloró semanas al saber que ellos estaban muertos.
Harry le obligó a varias cosas:
La primera era jamás salir de la casa, esta no se lo permitiría en cualquier caso.
Otra fue dejar de gritar y llorar, ese no era el Malfoy que él conoció en la escuela, pero él tampoco era el Harry que alguna vez fue. Le selló los labios para que no emitiera ningún sonido.
Por último, le obligó a tocarle, que pusiera sus manos sobre su cabeza. Al principio solo cuando Harry no podía más, en esas ocasiones Draco acababa con heridas en sus muñecas de la presión que Harry ejercía.
Harry no volvió a meterse en peleas, no mató a nadie como tanto había temido. Pudo trabajar, ascendió en su profesión.
—No puedes tenerme encerrado toda mi vida, Potter—le dijo un día Draco—. Sencillamente no puedes.
Harry no le dijo que la casa jamás le dejaría irse, ni aunque él muriera.
—Fuera estás muerto, no hay nadie que te espere. Y yo te necesito.
—Me importa una mierda lo que tú necesites, ¿qué hay de lo que yo necesito?
Harry lo entendía, pero no podía permitir que se fuera la única fuente de alivio que encontraba.
No sabía que era, no sabía porqué era Draco, solo sabía que aplacaba todo lo horrible, lo mucho más horrible que él creía estar viendo de él.
—Tú siempre estarás conmigo, asúmelo, nos irá mejor así.
—No volveré a poner mis manos en tu sucia cabeza—le gritó.
—No me obligues a que sea más extremo.—Le sacudió Harry, Draco no tenía varita, Harry no era estúpido, nunca más volvería a tener varita y nunca saldría de Grimmauld Place.
—¿Acaso vas a matarme? Me necesitas.
—Hay muchos modos de hacerte daño sin matarte, muchos modos de que me supliques que deje que me toques, ¿quieres comprobarlo? ¿Quieres ver de lo que puedo ser capaz?
Draco quería sostenerle la mirada, no sabía lo que había hecho aquel mortífago con él, pero Harry podía ser mucho más cruel, y en su interior sabía que lo disfrutaría. Estaba casi tentado a acorralar a Draco a que le retara para comprobarlo.
Pero Draco era un superviviente. Harry lo tenía claro.
Fueron meses, las quejas de Draco iban y venían, pero siempre acababa haciendo lo que tenía que hacer.
—No te quejes tanto, al menos, aquí no estás desnudo y atado.
Fue la primera vez que Draco le pegó, la tentativa no triunfó, el rubio acabó en el suelo, con varios golpes y sangre en su labio.
No le habló por varias semanas, por Harry estaba bien, él no tenía necesidad de hablar en su casa.
—¿Qué te pasó?—preguntó tiempo después.
—¿A qué te refieres?—Harry había instalado algunas mejores a la casa de su padrino. Cosas mágicas y muggles que les servían para distraerse. Draco pasaba sus horas viendo programas de televisión.
—En la escuela no eras así, ¿verdad?
Harry le miró, no había hablado con nadie de eso. Sabía que en el momento que lo pusiera sobre la mesa, lo considerarían una amenaza. Harry era una amenaza si se salía de control.
—Creo que algo oscuro se quedó dentro de mí cuando morí.
—¿Vol... Voldermort?
—No, no creo que sea él, sino algo peor.
—Vaya. ¿Y qué te hace hacer?
—Secuestrar sangres pura para que me den masajitos en la cabeza.
Draco le miró mal, pero al final sonrió. Harry no se dio cuenta de cuanto necesitaba aquello, estaba harto de pelear, dentro y fuera de casa; dentro y fuera de su cabeza.
—Aún no he matado a nadie.
—¿Eso es lo que quieres hacer?
Harry lo meditó, decir aquello en voz alta era como firmar su propia condena. Pero Draco no podía contárselo a nadie, no lo permitiría.
—Sí, quiero matarlos, hacerles daño, dejar mi magia salir y reventarlos.
—¿Y con mis manos se te pasa?
—Lo mantiene bastante bajo, sí.
Draco meditó mirándolo como el fenómeno en el que se había convertido.
—¿Y si me corto las manos?
—Quizás me sirvan tus pies.—Se encogió Harry de hombros. Jugar a lo macabro no le iba a servir a Draco.
—Gracias, Potter, lo haces todo mucho más humano.
—Si algún día estallo, lo más probable es que tú seas el primero al que ataque aquí encerrado. Ni a ti ni a mí nos conviene eso, solo llevemos una convivencia pacífica.
No hablaron más en todo el día.
Harry aguantaba los dolores de cabeza, hasta que acorralaba a Draco para que le tocara. Este lo hacía, ya no trataba de negarse. Ambos ganaban, ya le empezaba a quedar claro.
Llevaban un año juntos, cuando Draco lo preguntó.
—¿Qué harás conmigo cuando te cases?
—No voy a casarme.
—¿No quieres tener una mujercita pelirroja y un montón de pequeños Potter?
—Si querías preguntar por Ginny, podrías hacerlo sin dar tantas vueltas.
—No es mi estilo.
—No estoy con Ginny, y no voy a casarme, mucho menos tener hijos a los que pueda pasarles "esto".
—Quizás no funcione así.
—No te dejaría marchar en cualquier caso.
—¿Ni aunque otra persona pudiera hacerte lo que yo te hago?
—Ninguna puede, ya lo he intentado.
—No me iré nunca de aquí, ¿verdad?
Sonaba resignado, un año había necesitado para entenderlo.
—Nunca.
Harry había ascendido poco después, Ron le había obligado a celebrarlo.
Harry siempre ponía excusas para que fuera él el que fuera a verlos a ellos, y no al revés. No iba a durar siempre.
Fue hasta la habitación de Draco, se despertó de inmediato, mejor, así se lo preguntaría.
Se sentó en su cama, no era un mal lugar, le había dejado decorarlo a su gusto.
—¿Te violó?
—¿Qué?
—El mortífago que te tenía preso, ¿te violó?
Draco le mantuvo la mirada fija.
—No.
—¿Por qué te mantenía desnudo?
—Era su modo de humillarme.
—¿Qué quería de ti?
—Información.
—¿Sobre qué?—Draco sí desvió la mirada en ese punto.
—Reliquias—volvió a mirarle—, de Voldemort, mi padre guardaba algunos objetos que le pertenecieron. Pero yo nunca supe dónde los guardaba.
—¿Quería traerlo de vuelta?
—Supongo.
Harry le agarró las manos, y se las puso en la cabeza, Draco movió sus dedos masajeándole el cuero cabelludo.
No le volvió a doler la cabeza en más de una semana.
—¿Quieres tener sexo conmigo?—Le preguntó tiempo después cuando estaban comiendo viendo una película. Draco se quedó estático con su porción de pizza en la mano a medio camino de su boca.
—Pero, ¡Qué mierda, Potter!
—No vas a salir de aquí nunca, imagino que tendrás necesidades físicas, solo te digo que soy tu única opción y por mí está bien.
—¿Eres gay?
—No.
—¿Es un extraño modo de avisarme que a partir de ahora vas a usar mis manos para otra cosa?
—No, solo es un ofrecimiento, no tienes porque aceptarlo.
—No, gracias.
—De acuerdo.—A Harry le pareció justo el ofrecimiento.
—¿Puedo salir al parque de enfrente?—Draco trató de aprovechar la ola.
—No.
De vez en cuando, Draco le proponía algo, salir al parque frente a la casa. Ir a Malfoy Manor a recoger algún objeto personal. Ir al Londres Muggle a beber una cerveza.
La respuesta era y sería siempre sería no.
Hacía tiempo que Draco había tratado de quitarle la varita, de hecho lo había intentado muchas veces. Sin ningún tipo de éxito. Su varita solo le atendía a él, jamás aceptaría ser sostenida por otra mano, Harry se había asegurado. Lo más que podría hacer Draco con ella era clavársela en un ojo.
Por eso, cuando unas noches después de la conversación que tuvieron Draco entró a su habitación Harry pensó que quería hacer una tentativa de robo para levantar las barreras y huir. Por lo visto se había equivocado y no había aceptado su realidad.
Pero no fue hacia la varita en la mesilla sino que se subió a su cama, y sobre Harry. Ambos se miraron a los ojos.
—Acepto la propuesta.
Harry le desnudó y aquella fue su primera noche juntos. Hubo muchas más, Draco aparecía en su habitación algunas noches, Harry mejoraba mucho cuando tenían sexo.
Le pidió que se quedara a dormir, y ya casi nunca tenía dolores de cabeza.
Salvo cuando Draco se enfadaba, y Draco solía enfadarse más de lo que le gustaba a Harry.
—Por favor, volveré a ti siempre que me necesites—le prometió abrazado a su pecho—Déjame ir, necesito sentirme libre.
Harry acariciaba su espalda.
—No puedo arriesgarme, Draco. No puedo dejarte ir.
Draco sabía que aquella era la única respuesta de Harry.
—Te odio, te odio.—Abandonó la cama, no volvió en una semana.
A Harry le iba a reventar la cabeza, pero le dejó su espacio, realmente no quería hacerle sufrir, no a él, sinceramente. Pero sabía de lo que era capaz si no tenía a Draco, y no pagaría el precio de arriesgarse.
Draco volvió a sus brazos en una semana, Harry, al final era lo único que tenía.
Habían pasado nueve años, donde le había comprado mascotas, ampliado el jardín trasero para hacerlo casi tan grande como Regent Park. Había creado cuantas ilusiones quiso Draco, pero jamás le había dejado poner un pie fuera de aquella casa.
Draco le pasó una toalla para ayudarle a secarse cuando salió de la bañera.
—¿Un día duro?
—Mucho, ayer un grupo de renegados atacaron un orfanato muggle. Mataron a cinco niños.
Draco besó su frente mientras Harry se vestía.
—¿No has pensado nunca en matarlos directamente? ¿Podrías hacerlo si los vieras?
—No me corresponde a mí aplicar la justicia por mi mano.
—Tanto poder y tan mal gestionado, Potter.
—No me voy a convertir en el próximo señor oscuro.
Draco le besó y luego sonrió.
—Ya lo eres, cariño. Y yo soy tu propio horrocrux.
Harry le había contado el modo en el que pudo acabar con Voldemort, le contó todo de su vida. Y tenía razón, la cuestión ya no era quién, sino cuándo, siempre había sido cuándo, ¿verdad?
No aún, se dijo, no aún.
Draco nunca más volvió a pedirle salir, Harry nunca más tuvo que decirle que él siempre estaría a su lado.
FIN
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Tenía tantas ganas de escribir este OS que no he podido esperar.
Así que dos OS en un día, estoy que lo tiro.
Un dark!Harry es un reto enorme para mí, creo que he cumplido la propuesta que me hizo N_Beatriz , yo al menos la he disfrutado muchísimo.
Pues con esto y un bizcocho hemos acabado con estos regalos.
Espero que los hayáis disfrutado, y que algunos os hayan sorprendido.
Yo solo puedo daros las gracias por seguirme día a día, por apoyarme en mis historias y disfrutarlas conmigo. Y por qué no, por 4000 más, soñar es gratis XDDD
Nos vemos en otras historias.
Un beso.
Shimi.