Hinata era el amor de su vida, la mujer más preciosa que había conocido y la única novia que quería tener. Sería muy infeliz si dejaba de tenerla cerca de él. Lo había comprobado en múltiples ocasiones, razón por la que siempre terminaba siendo incapaz de alejarse.
A veces pensaba que era posible estar a su altura, ya tenía algo de ahorros, y tenía la preparación para liderar puestos altos, suponía que si se esmeraba podría llegar a ser alguien que Hiashi podría aprobar.
Sin embargo, había otros días donde creía que no era posible, como esa tarde que hablo con el Hyuga. Si pensaba en Itachi como un hombre de negocios y de posición social, sabía que sería un buen prospecto para Hinata, sin duda entendía porque le había interesado a Hiashi, pero si pensaba en su forma de ser y en cómo trataría a Hinata, se le revolvía el estómago. Sabía de sobra que los Uchiha eran del tipo egocéntricos y mujeriegos, en ese sentido sabía que no sería para nada su tipo.
En realidad, nadie era su tipo, solo él. Solo de pensar que alguien pudiera besarla o acariciarla como él lo hacía, le hacía sentir una enorme molestia en todo el cuerpo.
Se tomó la molestia de conseguir la información sobre Itachi, aunque solo por curiosidad, porque para nada le entregaría a su Hinata, primero muerto. Y confirmó aquel sentimiento cuando se dio cuenta que no solo tenía una novia de nombre Konan, sino que además estaba comprometido con una tal Izumi. El muy descarado se lo había dicho con orgullo.
Ciertamente había sido un idiota todo este tiempo con Hinata, nunca estuvo seguro de cuál era la mejor decisión. Pero ahora tenía la certeza que no quería apartarse de ella, su vida sería un infierno si lo hacía, pero también sabía que ella sería muy infeliz si se separaban, estaba seguro de su amor, y de que él siempre había sido su debilidad.
Tenía claro lo que tenía que hacer. Renunciar. Conseguiría un empleo decente en otro lugar, de ese modo podría tener la relación que tanto deseaba con Hinata, al no depender de su padre.
Pero antes tendría que hablar con Hiashi, se aseguraría de ser enfático en el amor que sentía por su hija, en hacerle comprender que la cuidaría por sobre todas las cosas, y que seguiría buscando ser un mejor partido para ella, tenía bastantes ahorros, siendo justo había desquitado cada centavo después de que empezó a trabajar enserio. Y seguiría creciendo laboralmente porque deseaba ser el mejor prospecto para Hinata, esperaba que Hiashi algún día pudiera perdonarlo, y aunque lo estimará demasiado, su amor era más grande por Hinata, y la felicidad de Hinata seguía siendo más importante, ya no le haría más daño, de eso estaba seguro.
Curiosamente sentía una enorme tranquilidad de tener claras las ideas, siempre le había parecido difícil pensar en traicionar a Hiashi, pero era más idiota si lastimaba a Hinata, su Hinata.
Sonrió con ganas de solo imaginarla, de tener una relación formal con ella, de abrazarla sin arrepentimientos.
Esa noche había sido un desastre, y la verdad es que no podía culparla a ella, aun cuando a veces fuera un poquito explosiva. Pensaba que Hinata estaba terriblemente consentida por su padre, y aunque le costara aceptarlo, también por él, y no era que le molestara consentirla, en realidad era un placer hacerlo. A veces pensaba que era una manera de compensar sus terribles fallos, como el de esa noche, que se había marchado enfadada y diciéndole que no quería nada de él, creía recordar que también le había dicho que lo odiaba, pero él sabía perfectamente que no era verdad. Ni siquiera se lo podía tomar a mal.
Cogiendo su celular marco su número para asegurarse que había llegado a casa, por supuesto, ella no le respondió ninguna de las dos llamadas, tampoco respondió sus mensajes, y él solo pudo intuir que estaba muy enfadada con él, lo cual entendía, pero aquello lo obligo a revisar su ubicación con su celular, le había instalado una aplicación que ella de mala gana acepto, pero era algo que a él le daba tranquilidad, odiaba que lo ignorará y no le respondiera cuando no le permitía llevarla a su casa. Quizá era un paranoico, pero moriría si algo le pasará.
Contento de saber que estaba en su casa, pensó que la buscaría al día siguiente, justo después de presentar su renuncia, sin embargo, estaba dispuesto a trabajar hasta encontrar a alguien que fuera capaz de cubrir su puesto, incluso se quedaría el tiempo suficiente para capacitar a quien sea que se quedará en su lugar, era lo mínimo que podría hacer.
Llevando la mano a su bolsillo encontró la pequeña braguita de Hinata, que sin dudarlo llevo a su nariz, inhalo su aroma y supo que estaba perdido, la dejo sobre su almohada, esperando que su olor durará mucho tiempo. Aunque generalmente no duraba el tiempo que él quisiera, su olor era como ella, muy suave.
Si recordaba las veces que le había quitado prendas a Hinata, estaba seguro que tendría toda una colección, lamentablemente, ella siempre las terminaba recuperando cuando iba a su cuarto, sabía exactamente el lugar donde las almacenaba, y ella siempre terminaba regañándolo.
"Eres un pervertido, no puedes mezclar mis prendas usadas con tu ropa limpia"
Sonrió al pensar en ella. Era suya, su Hinata, su princesa.
Apenas había salido de la ducha cuando escucho el timbre de la casa, curioso de recibir visitas a esa hora, se vistió rápidamente con un pantalón de pijama color gris y una playera azul sencilla, luego opto por ponerse unos tenis, bajo antes de que pudieran despertar a su padrino, pues el timbre volvió a sonar un par de veces más.
Se asomó por la mirilla de la puerta, y ahí pudo darse cuenta que se trataba de Hiashi Hyuga. Rápidamente abrió la puerta y le hizo pasar, se sintió ansioso porque no era común que les visitara a esas horas.
Hiashi se veía claramente enfadado, y él pronto supo que aquello tendría que ver con Hinata, porque si pensaba en el trabajo todo iba de maravilla, de hecho, se sentía bastante orgulloso de su trabajo, no había nada que pudieran reclamarle.
Le hizo pasar a la sala y ahí mismo Hiashi le volteo a ver frunciendo la frente. Solo pudo tragar grueso, y esperar lo que tuviera que decirle, lo cual no tardó mucho en llegar.
- De todas las personas, jamás creí que tu pudieras traicionarme – ahí estaba, por supuesto que se sintió mal ante aquella acusación. Hubiese preferido que fuera él quien le buscara para explicarle todo, de ese modo al menos estaría preparado.
- Me gustaría poder explicarle mis razones…
Por supuesto el señor Hyuga estaba tan furioso, que ni siquiera le dio oportunidad de hablar, y temía que ni siquiera le fuera a escuchar.
- Te casaras con Hinata – le dijo, y él se sintió extrañado ante aquellas palabras, no pudiendo evitar mostrar su sorpresa – le darás la relación bonita con la que ella ha soñado, e incluso los hijos rubios que añora – sintió sus mejillas arder, aquello de tener hijos rubios era algo que Hinata solo de vez en cuando le decía mientras tenían relaciones, y Hinata no era de ir contando las cosas que hablaban en la intimidad, o eso creía. Aun confuso porque el supiera aquella información presto atención a sus palabras – vivirán en mi casa y la harás feliz. La tratarás como una princesa, nunca más la harás llorar porque de hacerlo puedes estar seguro que te arrepentirás.
- Señor Hiashi, supongo que se ha dado cuenta de mi relación con Hinata – trato de hablarle lo más correcto posible, era una situación que para nada esperaba y para la que no estaba preparado, podría tener la preparación para ser Gerente, pero no tenía ninguna experiencia para esto – le parece si tomamos asiento para hablarlo, le aseguro que su hija es muy importante para mí, lo menos que quiero es dañarla.
El Hyuga se negó rotundamente, haciéndolo callar en el proceso.
-Ahora mismo iremos a la casa, y harás que Hinata deje de estar triste, harás lo que sea necesario para conseguirlo, no me importa si tienes que arrastrarte a sus pies, no me importa si tienes que quedarte a dormir en su cuarto, no me importa maldita sea – finalmente pudo ver que estaba realmente enfadado – pero vas a conseguir ahora mismo que deje de llorar.
A unos pocos meses de que Hinata regresará por última vez de Londres, y de haber pasado uno de los mejores veranos de su vida, había tenido la oportunidad de platicar con Hiashi en varias ocasiones. Sin embargo, en varias pláticas se había sentido muy mal, en particular recordaba una que le había hecho que se desestabilizara emocionalmente.
- ¿Sabías que el idiota del Ototsuki quiere pretender a Hinata?
- ¿Toneri? – le había preguntado el rubio al pensar en el hijo más joven.
- Así es, ¿y sabes que le respondí al muy sin vergüenza?, ¡que primero muerto!, ese idiota no tiene nada para aspirar a Hinata. Mi niña será millonaria cuando herede mi dinero, ¿por qué habría de salir con un don nadie como Ototsuki? Ese vago irresponsable, apenas y tiene una cuarta parte de lo que yo tengo, Hinata está destinada a casarse con alguien de valor, no con alguien como ese mediocre.
- ¿Y si ella se enamorará y fuera feliz con alguien inferior?
- No Naruto, no digas eso. ¿Por qué habría de fijarse en alguien de una clase inferior?, creo que me moriría de tristeza si eso sucede. Sabes lo mucho que me he esforzado por ella, mi mayor tormento sería que se rebajará a alguien de la clase de Toneri.
En aquel momento Naruto se había sentido muy mal. Sabía que podría aspirar a tener un buen capital y con ello darle una buena vida a Hinata, incluso darle lujos, de eso estaba seguro, pero aunque trabajara todo el día apenas y lograría tener el dinero que Toneri, era realista, había riqueza que se pasaba de generación en generación. Grandes negocios que solo ellos podrían financiar, tal vez en el pasado sería más sencillo escalar a una buena posición, pero en la actualidad, no era así de sencillo. El dinero que el hiciera sería por esfuerzo, podría ser muy perspicaz y atinar en invertir en algunos negocios, pero ni con todo eso logaría aspirar a la riqueza de Hiashi, y de alguna manera defraudar al hombre que lo había ayudado se sentía éticamente incorrecto.
Para su mala suerte, Hiashi tendría ese tipo de conversaciones con el rubio durante muchas ocasiones. Haciendo que constantemente se sintiera mal por sus acciones.
Y ahora tenía a Hiashi pidiéndole no solo que tuviera una relación con Hinata, sino que se casarán.
- No entiendo – le dijo sincero – está desesperado porque Hinata está triste ¿y por eso me pide algo semejante?
- No puedo creer que tú te atrevieras a jugar con ella, mi niña es muy dulce y buena, ¿por qué no la querrías como una pareja?
- No creo que este entendiendo lo que está pasando entre nosotros.
- Y no me interesa saberlo, si ella te quiere, te va a tener, ¿me oíste?
Se sintió claramente indignado, como si de un objeto se tratase, y sin embargo no se atrevió a discutir, nunca había visto tan enojado al Hyuga.
- Vamos – le dijo al dirigirse a la entrada de su casa.
- Tal vez debamos hablar antes, en verdad tengo que hablar con usted de cosas importantes, por supuesto relacionadas con su hija – trato de comportarse con serenidad, pero eso no pareció importarle al Hyuga.
- Pues mañana hablaremos – le corto su discurso – hoy te encargarás de que Hinata sonría.
Con eso corroboraba lo mimada que estaba. Y lo ridículo que podía ser el amor de Hiashi por su hija, nadie en su sano juicio imaginaría que aquel hombre fuera por el para consolar a su hija, podría esperar un golpe, que lo despidiera, pero aquello le dejaba realmente intrigado.
-Vamos – le dijo como si se tratara de un crío regañado. Se sintió un objeto y por lo tanto estuvo a punto de negarse, pero al ver su expresión supo que era mejor ceder, tal vez de ese modo tendría manera de hablar con él. Obediente subió al coche de Hiashi, le parecía absurdo que fuera mucho más alto que el Hyuga, y aun así pudiera imponerle tal respeto, ya que estaba accediendo a sus absurdas peticiones.
Durante el trayecto Hiashi no le permitió hablar, más bien fue él quien se explayo dándole discursos sobre la caballerosidad, del respeto hacia las damas, ya que según sus palabras él carecía de dichas cualidades.
Tenía solo 25 años, para nada creía ser la persona más madura del mundo, pero estaba seguro que el acto de Hiashi era más inmaduro que él. Por supuesto aquello no se lo diría, no era tonto.
-Nunca pensé que tendría que enseñarte de mujeres, siempre me pareciste alguien inteligente, pues ¿sabes qué?, no lo eres en cuestiones de caballeros.
Le permitió hablar más que nada porque sabía que se estaba desahogando, se imaginó a Hinata triste y le partió el corazón, por lo que acepto que Hiashi tenía razón, era un idiota por hacerla sufrir, y ahora se merecía esa horrenda tortura.
Antes de bajar del coche no espero lo que a continuación le diría Hiashi, y en realidad fue tan impactante que por un momento creyó que ya estaba loco.
-Vas a subir a su cuarto y la vas a tranquilizar, si ella quiere que sean novios, lo van a ser, si ella quiere que te quedes, te quedas, no me importa. A partir de hoy la tratarás como una princesa, si la haces llorar puedes estar seguro que me vengaré no solo de ti, también de tu padrino.
Le había molestado un poco su amenaza, aunque en el fondo sabía o quería creer que no lo decía enserio. No respondió a su amenaza, porque no tenía palabras bonitas para responder, y realmente prefería guardárselas.
Bajo del coche pensado que era una tontería acceder a sus peticiones y aun así le siguió al interior de la casa. Se preguntó si Hinata estaba tan triste como el Hyuga aseguraba, quizá por ello se había portado tan poco civilizado.
Realmente esperaba que al día siguiente pudieran hablar, que le permitiera hablar a él. No era la primera vez que le conocía esa faceta de padre sobreprotector, pero sin duda ésta actitud rayaba en lo tóxico.
Llegó fuera de la habitación de Hinata y para su alivio le había dejado solo, por un momento creyó que estaría con ellos para asegurarse de que se portaría como un maldito tapete.
Después de un par de toquidos y anunciarle que era él quien estaba detrás de la puerta, Hinata por supuesto le había pedido que se fuera.
- Abre preciosa
- No
- Oh vamos, Hina, ¿qué quieres que haga?
- Que dejes de ser un idiota.
Se dio cuenta que la puerta no tenía seguro, sin pensarlo ingreso cerrando tras de sí, esta vez echando el cerrojo, no quería ser interrumpido por Hiashi.
Hinata estaba sentada en el medio de su cama, con un bote grande de nieve entre sus piernas y una cuchara en sus labios. Sus ojos claramente se veían hinchados y hasta sus mejillas se veía el rímel corrido.
- Te ves fatal – le dijo divertido y ella de inmediato enterró otra vez la cuchara en el bote para tomar más helado.
- ¿Por qué estás aquí? – le pregunto, mientras jugaba con el helado.
Aquello era lo peor que podía pasarle, Hinata pensaría que volvería con ella por sentirse obligado por su padre, y no era así, le había costado tanto decidirse, para que su decisión se viera tan apagada. Suspirando supo que de alguna manera era el karma por no decidirse a tiempo.
Hiashi le había dejado tan en shock por su actitud, que ahora que pensaba en ello, en verdad tenía la duda de si todo lo que le dijo era verdad, o solo era por su disgusto. No podía saberlo hasta que lo hablaran al día siguiente.
Así que se limitó a decir únicamente lo necesario.
- Tu padre me ha dicho que estas triste.
- Se ha vuelto loco, ¿sabes que quiere emparejarme con Itachi?
- Me lo dijo esta mañana.
- ¿Y tú estás de acuerdo? – le dijo claramente atenta a su respuesta.
- Por supuesto que no – le dijo enfadado. Luego aprovechó y le quito el bote de helado de las manos y lo dejo sobre una de las tantas mesitas del cuarto.
Se sentó a su lado y luego sencillamente la abrazo.
- Hinata, perdóname por lastimarte.
- No tienes que hacerlo, sabes lo temperamental que soy, si tú no me quieres…
- Te quiero – le dijo tocando sus mejillas – te adoro – la beso despacio y ella al instante respondió.
Realmente no recordaba mucho de él consolándola, generalmente cuando estaban molestos, no se buscaban, y generalmente cuando ella lloraba, no le dejaba ver sus lágrimas.
Así que en esto era totalmente nuevo, no sabía cómo lograría consolarla, pero realmente lo intentaría.
Aquello había sido realmente sencillo, porque Hinata no era nada rencorosa, al instante ya le había pasado los brazos por el cuello, acariciando su cabello, y él sencillamente se había dedicado a disfrutar de sus besos.
Habían terminado por caer abrazados en la cama, al principio él había estado encima de ella, y luego decidió que no quería aplastarla, así que tomando sus caderas rodo con ella, dejándola encima, su falda claramente le daba escasa movilidad a sus piernas, y él tratando de hacerle más cómoda la postura, trabajo en su falda para retirarla.
Ella de inmediato coopero con aquella acción. Su intención no era tener sexo, aunque de inmediato desecho aquella idea, él siempre quería estar con ella, así que al darse cuenta que no llevaba su ropa interior (la cual ahora estaba sobre su almohada) le prendió a un punto sin retorno.
Acarició sus caderas y muslos mientras la besaba, la necesitaba lista para él, tomó el elástico de su pantalón, que para su fortuna era de elástico, junto con su bóxer, y rápidamente los bajo. Al instante la tomó de las caderas para alinearla y trato de meterse en ella. Como lo suponía estaba lista para él. Siempre era así, ambos se prendían solo con besos.
En cuanto estuvo dentro, Hinata se incorporó un poco para moverse, y el sencillamente le dio apoyo al tomar sus caderas. No duró mucho en correrse, pero tuvo que moverse un poquito más para que ella también tuviera su orgasmo. Agitada se lanzó a su pecho y luego le abrazó efusivamente.
-No te vayas – le dijo en un hilito de voz – quédate – le volvió a pedir.
Tomándola de las nalgas se levantó de la cama junto con ella que estaba aferraba a su cuello, sencillamente abrió las sabanas para meterse en ellas junto con Hinata, quien le abrazó emocionada.
Cubrió bien su espalda con las sabanas y dejo que Hinata se acurrucará en su pecho, no quería salirse de su interior, por lo que volvió a dar un embiste solo para encajarse más dentro, a lo cual escucho su dulce gemido.
Hinata era quizá la mujer con mayor seguridad en cuanto a su físico, jamás se mostraba avergonzada, en realidad parecía bastante cómoda con su figura, y eso le encantaba, le gustaba que tuviera seguridad en ello. Jamás se limitaba a comprar ropa por temor a cómo luciría, aceptaba sus cumplidos con sonrisas, y estaba seguro que jamás tendría problemas de autoestima. Pero si hablaba de su corazón, sabía que él era el culpable de que se sintiera tan insegura, y supo al instante como enmendaría su terrible error.
- Mi preciosa – le hablo en el cuello.
- mmm – le parecía que estaba cansada, pero eso no le impidió poner en marcha lo que necesitaba para convencerla de lo mucho que la quería.
- No puedo vivir sin ti, eres la mujer más bonita, la mujer con el corazón más radiante.
- Yo tampoco puedo vivir sin ti – le respondió. Y aquello le confirmaba lo poco rencorosa que era. Aunque era claro que ella ya no esperaba nada de él.
Lo ideal era hablar con Hiashi y hasta ese momento formalizar las cosas con Hinata, pero dadas las circunstancias, su plan ya no podía ser el mismo, y estaba cansado de pensar y planear. Así que, tomando aire, tomo la cara de Hinata entre sus manos y la obligo a observarle. Se veía cansada, probablemente ya se estaba quedando dormida, pero eso no lo detuvo.
- Se mi novia – el asombro por lo escuchado borró cualquier señal de cansancio en su rostro.
- ¿Cómo? – le pregunto perpleja
- Que seas mi novia, por favor – su carita le demostraba lo sorprendida que estaba, incluso parecía creer que estaba soñando – Hina – volvió a besarla suavemente y en el proceso le mordió su labio inferior – por favor, se completamente mía, se mi novia.
- Eres un romántico – le dijo bromista – ¿me pides tal cosa enterrado en mi interior?
- Sí, pero puedo pedírtelo como tú desees, ¿prefieres que te lo pida en una cita?
- Oh no, no me arriesgaré a que te eches para atrás – le dijo con tal firmeza, que supo que no estaba mintiendo.
- Hina…
- Somos novios, y no puedes retractarte.
- Jamás – la abrazo con fuerza.
Ser novios no le daba ninguna tranquilidad, en realidad, se sentía terriblemente mal de estar en esas circunstancias, Hinata quería explicaciones, ella jamás se conformaría con un noviazgo, ella querría saber el porqué de su indecisión durante tanto tiempo, y era algo que le debía. Quizá después de hablar con su padre podría tener esa parte en claro, porque no estaba dispuesto a hacerle quedar mal y el salir bien librado, le parecía muy cobarde hacer algo así.
Ella parecía aferrada a él, al tener sus bracitos sobre su cuello, y entonces se dio cuenta que él también estaba aferrado a ella.
Finalmente, cuando su pene tuvo que salir de ella, opto por ponerse su bóxer.
-Yo no me pondré nada – le dijo mientras se incorporaba lo suficiente para quitarse la blusa y el sostén, dejando a su vista sus apetitosos pechos – estoy muy cansada como para pensar en cubrirme.
- Creo que podré con tu falta de decoro – tomándola de la cintura, nuevamente se volvieron a acurrucar. Esta vez para dormir.
Estaba completamente seguro que no pasaron ni dos minutos cuando se quedó dormido, siempre era una sensación agradable dormir con ella.
Él fue el primero en despertar, llevaba tanto tiempo despertando a la misma hora que, aunque lo intentará jamás podía dormir más allá de las 7 de la mañana, estuviese lo desvelado que estuviese.
La observó, su cuerpo estaba ligeramente sobre el suyo, y su cabeza recargada en su hombro. Se veía preciosa, que estuviera desnuda la hacía ver más adorable.
Pero entonces de repente todo lo sucedido la noche anterior llegó de golpe. Decidido y con mucho cuidado salió de la cama, no quería despertarla. La cubrió bien con las sabanas y luego se adentró al baño privada de su habitación.
El cual era más grande que su propio cuarto, pues además contaba con un vestidor, le sorprendió la cantidad de ropa que Hinata podría tener, era ridículamente exagerado.
Después de asearse, regreso a la habitación de Hinata, solo para verla dormir, se veía adorable con todo y su cara manchada por el rímel, quería acostarse con ella y volver a abrazarla, pero el momento de presentar su renuncia y hablar con Hiashi había llegado, y por ello no dudo en tomar el computador de Hinata, necesitaba redactar su renuncia.
Tenía una fotografía de él como fondo de pantalla, una donde salía sonriendo, sin duda había sido una toma espontanea, y entendía que por ello la tuviera. Había tomado su computadora para redactar un documento así que no tendría que fijarse en otras cosas. Empezó escribiendo rápidamente, estaba habituado a muchas tareas, por lo que redactar una sencilla carta de renuncia no le tomaría mucho tiempo. Sin embargo, el primer distractor fue una notificación que apareció en el lado derecho de la pantalla, entendió que tenía vinculado su teléfono a su computadora, así que trato de ignorarlo.
Aquello no fue posible cuando una pantalla se abrió, era una conversación y fue a punto de cerrarla cuando leyó su nombre.
- La solución es que te embaraces, así solo le dirás a Naruto: Ups, olvide tomar los anticonceptivos.
- Kiba, sabes bien que no haría algo así.
- Ah, pero sabes que funcionaría.
- Si, y por mucho que tenga ganas de tener bebés rubios, no puedo hacer algo que él no quiere.
- ¿Cómo sabes que no quiere?, creo que se le daría bien ser papá.
- Chao, creo que ya está por salir de la oficina
- Suerte!
Mensajes nuevos…
- ¿Cómo te fue?
- ¿Ya son novios?
- ¿Le sacaste al menos un bebé?
- Sé que estás ahí, responde…
¡Diablos!, ni siquiera era su intención husmear, pero en automático había leído los mensajes e indudablemente Hinata sabría que lo hizo.
- Soy Naruto, y sí, ya somos novios. Los bebés esperarán por un momento, pero ten por seguro que los habrá.
- No bromees…
- No bromeo, Hina está durmiendo.
- Diablos… perdón jefe. Que tenga un buen día.
Tuvo que reírse sin poder evitarlo, entonces comprendió que su Hinata no era tan discreta como creía.
Volteó a verla nuevamente y sin poder controlarlo sonrió, realmente era una mujer muy bella.
Bebés rubios…
Claro que se los daría, cuando ella quisiera…
Volvió a su tarea de redactar aquella carta, no tenía dudas de que tendría una impresora, que esperaba no hiciera mucho ruido, porque después de imprimir aquella carta iría directo a buscar a Hiashi. Hinata podría tener las últimas tendencias en moda y estar rodeada de lujos, pero su impresora era la cosa más arcaica del mundo, y por supuesto era una cosa muy ruidosa.
- mmm
- Preciosa, duerme – se acercó a ella para acariciarla y Hinata de inmediato busco abrazarle.
- Debo salir un momento, pero nos podemos ver más tarde, ¿te parece? – ni siquiera sabía porque le hablaba, estaba medio dormida.
- No, quédate – se aferró un poquito más y él estuvo a punto de ceder.
- Hina – le dio ligeros besos en sus mejillas – dame un ratito.
- ¿Prometes que volverás? – le dijo todavía abrazándole.
- Puedes estar segura – le dio un beso más en su frente y reemplazo sus abrazos con almohadas para que Hinata se sintiera cómoda, ella parecía agradecer ese gesto al acurrucarse en aquel montón de almohadas, y así pudo tomar aquella hoja y salir de la habitación.
Ahora, la pregunta era donde le encontraría…
Pocas veces había ido a la casa de los Hyuga, aquella casa era impresionantemente grande, por lo que tardaría bastante en recorrerla. Su instinto le dijo que seguramente estaría en la planta baja. Eran cerca de las 8 de la mañana por lo que estaba completamente seguro que ya estaría despierto, en realidad se lo imaginaba con un periódico en mano y una taza de café, seguramente en el comedor o un lugar así.
Camino decidido, porque estaba seguro que podría dar con él, recorrió un par de pasillos cuando escucho una pieza de música clásica, ese debería ser él. El papá de Hinata era un hombre lo bastante culto para imaginarlo frente a un piano.
Siguió el sonido, y cuando llegó no pudo evitar contemplar asombrado el lugar, era una sala grande, rodeada de estantes llenos de libros, y por supuesto había un piano que se veía bastante lujoso como el resto de los muebles del lugar. El Sr. Hyuga parecía concentrado hasta que se percató de su presencia.
No se veía enfadado como el día anterior, eso era algo positivo para poder hablar con él. Sin esperar más, fue a sentarse en un sillón cercano.
- ¿Podemos hablar?
- Así que tú y Hinata – no era una pregunta, era como si estuviera reconociendo ese hecho. Y él decidió que era su momento de expresarse.
- Antes que nada, quiero pedirle una disculpa sincera – Hiashi parecía capaz de escucharle esta vez y eso le motivo a seguir – Debe saber que lo admiro y respeto, que estoy profundamente agradecido por todo lo que hizo por mí y mi padrino. Y que estoy consciente de que si no fuera por usted no sería el hombre que hoy soy…
- Ya, ya – le dijo Hiashi – te he dicho muchas veces que esos son tus méritos.
- Bueno usted me dio una oportunidad y eso lo agradezco – inhalo aire antes de hablar la parte difícil – sin embargo, yo le he fallado al enamorarme de su hija, la quiero desde que somos niños, y estoy enamorado de ella desde mi adolescencia. Estoy seguro que ella corresponde a mis sentimientos y lamento decirle que jamás fui capaz de alejarme de ella, a pesar de mis intentos siempre fracase. Y lamento profundamente fallarle de este modo, pero me he decidido por ella, y quiero que sepa que esto no tiene nada que ver con lo que paso ayer. Ya lo había decidido antes de que timbrara a mi puerta. He decidido que quiero luchar por Hinata, y sé que le estoy fallando porque no soy el prospecto que usted quisiera para ella.
En ese momento Hiashi seguía sin hacer algún comentario, por lo que aprovecho para seguir en su discurso. Le entrego el papel que seguía en su mano, y espero a que lo leyera.
Cuando supo que ya lo había leído, o al menos la mayor parte de él, intento proseguir en su discurso.
- He decidido…
- No acepto tu renuncia – le dijo al mismo tiempo que rompía aquella hoja.
- Entiendo que necesitemos de tiempo para conseguir a otro Gerente para que pueda hacerse cargo, yo me quedaré hasta que esté capacitado…
De pronto Hiashi le cortó nuevamente su discurso al levantar una mano y pedirle que parara.
-Naruto… ¿qué te hace pensar que yo no te considero un buen prospecto para Hinata?
Avergonzado trato de buscar las palabras, era muy sencillo decirlo, pero de alguna manera reconocerlo con palabras era muy duro, tuvo que tomar valor para observarlo y entonces hablar
- Que no tengo la posición económica de Hinata – reconoció finalmente – entiendo que le gustaría que Hinata se emparentara con alguien de su estatus.
- Rayos – dijo de repente Hiashi, luego le observo rascarse la cabeza – ya entiendo, ya entiendo – parecía estar apenado
- Lo entiendo Señor Hyuga…
- No, no lo hagas… ven muchacho – le vio levantarse y caminar hacia un escritorio al fondo de aquella habitación y él le siguió sin más.
Curioso observo como Hiashi Hyuga abría el ultimo cajón con una llave que llevaba con él, luego saco un folder grueso que coloco sobre la superficie del escritorio. Parecía realmente buscar algo importante en aquellos papeles, y el espero paciente sin husmear.
-Aquí esta – dijo contento y luego le tendió los papeles señalando un párrafo. Fue a leerlo concentrado, dándose cuenta que aquellos papeles eran su testamento.
Asombrado releyó aquel párrafo otra vez, porque realmente creía que estaba confundido o no había entendido bien.
- ¿Por qué? – le pregunto confuso.
- Porque es evidente que Hinata no nació para trabajar en la empresa – Sabía que el trabajo que estaba desempeñando Hinata no era su pasión, lo podía sentir, sin embargo a él no le molestaba sacar su trabajo adelante, y a pesar de lo que muchos creían equivocadamente, él sabía que Hinata podría encajar en algún otro puesto en la empresa – ahora entiendo porque ha querido trabajar ahí – comenzó a reír – o soy un tonto para no haberme dado cuenta, o fueron muy inteligentes para ocultarlo – Naruto no quiso responder aquella pregunta, porque evidentemente toda la empresa sabía de su relación, menos él…
- Pero… ¿por qué cederme la empresa?, Hinata podría no trabajar en ella, pero aun así ser la dueña.
- ¿Por qué crees? – le pregunto y el no supo responder.
Nuevamente Hiashi sonrió y luego se acercó para darle una palmadita en la espalda – porque te quiero muchacho, eres como un hijo para mí. Le prometí a tus padres que cuidaría de ti cuando murieron, y cada día que pasabas en la oficina me hizo ver lo valioso que eres, y lo mucho que me hubiese gustado tener más hijos. Por supuesto, Hinata sigue siendo mi favorita – Naruto rio ante aquella aclaración, pero luego negó.
- Aun así, esto es demasiado – nuevamente Hiashi no le dejó seguir hablando.
- No lo es, tú has hecho que la empresa crezca y Hinata jamás podría valorarlo como tú lo haces. Por otro lado, tengo que confesarte algo – le observó curioso y Hiashi pronto volvió a hablar – tus padres hicieron más por mí de lo que yo he hecho por ti, me apoyaron en situaciones difíciles, tu padre me enseño mucho del negocio, me consiguió bastantes clientes y sin duda por él fue que este negocio salió adelante. El hecho de que tus padres te dejaran sin recursos fue porque habían apostado por varios negocios que finalmente no resultaron, fue un pésimo manejo por parte de los asesores que se quedaron a cargo cuando fallecieron, lamenté mucho no haber podido evitar que se cometieran tales bajezas, lamentablemente cuando quise intervenir había muy poco que se pudiera hacer. Yo… - pareció titubear, pero luego pareció tomar valor – quise llevarte a vivir con nosotros, pero cuando supe que ya tenías alguien que cuidaba de ti, y que además tu adorabas, no fui capaz de separarte de tu padrino. Pero quiero que sepas, que yo te habría adoptado, quizá por ello fue que siempre te vi como un hijo, como un hermano para Hinata.
- Sabía lo de su relación con mis papás y que además les apreciaba, pero tanto como para…
- Naruto – le volvió a interrumpir – está hecho, no es como si dejara a Hinata en la calle, porque mis bienes materiales son para ella, y eso es mucho más de lo que te estoy dando, en realidad he estado esperando a que Hinata se decida por un proyecto o trabajo que sí le interese, y ahí es donde la apoyaré para que sea feliz en lo que quiera desempeñarse, así que no discutas mi decisión. Se suponía que te enterarías de esto cuando muriera, y se leyera el testamento, espero que falte mucho para ese día, pero no podía no decírtelo el día de hoy.
No tenía idea de que decir en esos momentos, un gracias no le parecía suficiente, y realmente no acababa de comprender. Hiashi debió notarlo.
-Nunca he pensado que seas menos para Hinata, porque sencillamente siempre te vi como un hijo más, y por lo tanto como un hermano para ella. Jamás me pasaría por la cabeza que mis palabras podrían lastimarte. Te dije que algunos bastardos no eran suficiente para Hinata, y lo sigo creyendo, por ejemplo, el idiota de los Otsutsuki, ese es un pésimo partido para mi hija, un mantenido conformista. Pero de ti, pienso todo lo contrario, tienes mi admiración y respeto, eres trabajador y dedicado, responsable, bueno, no te voy a estar halagando todo el día, sencillamente creo que eres el mejor prospecto que puede tener, y lo siento Naruto, pero si ella te quiere te va a tener.
Lo sabía, y no podría negarse si era lo que más anhelaba. Charlaron durante mucho tiempo, Hiashi le hablo de sus padres y Naruto escucho atento todo lo que tenía que contarle. Entendió que todo lo que Hiashi le había dicho era verdad, el tipo nunca había hecho caridad por nadie, él era la excepción, recordó que siempre estuvo interesado en sus estudios, siempre se tomó el tiempo para hablar con él, e incluso recordó que nunca olvido sus cumpleaños y que siempre le daba muestras de cariño, una palmadita en la espalda, o felicitarlo por su trabajo.
Pudieron hablar por más tiempo hasta que fue Hinata quien les interrumpió, estaba vestida con un vestido color lila, se amoldaba perfectamente a su cuerpo, su cabello se veía húmedo, por lo que seguramente se acababa de bañar, su carita estaba limpia, sus ojos se veían radiantes, aunque su boca estaba ligeramente fruncida.
- Chiyo me dijo que estabas aquí – le dijo mientras se acercaba – no puedes renunciar Naruto.
- Hinata…
- No puedes aceptar su renuncia papá, en todo caso seré yo quien renuncie.
- Estoy de acuerdo contigo pequeña – dijo de inmediato Hiashi – tu renuncia si puedo aceptarla.
Hinata le frunció el ceño y el Hyuga no pudo evitar reír.
-Yo debor irme – anunció el Hyuga – seguro que tienen mucho de qué hablar, y yo no quiero estar aquí cuando Hinata quiera gritarme, creo que me iré a Paris o Londres, todavía no me decido, creo que haré ahora mismo mi maleta, encárgate de contarle todo en un par de horas cundo haya huido – le dijo.
Tuvo que reír por sus ocurrencias, pero luego supo que no eran ocurrencias, era real que se estaba marchando. Camino directo a la salida. Luego como si se hubiese dado cuenta que necesitaba un empujón se volvió antes de salir por la puerta.
-Hija – de inmediato capto su atención – Naruto pensaba que no era suficiente para ti por no tener tu posición económica, tuve gran parte de la culpa de que Naruto creyera que yo no lo aprobaría como tu pareja, pero eso es una completa tontería.
Hinata le observó y entonces pareció atar todos los hilos. Antes de que pudieran decir nada, Hiashi literalmente huyó.
-¿Qué es esa tontería que acababa de decir mi padre?
- La verdad…
- Oh pero que tonto eres, a mí eso no me interesa, me interesas tú, y en todo caso es más reconfortante saber que si lo perdemos todo, tu eres capaz de salir adelante por las múltiples habilidades que tienes, estoy completamente segura que eres capaz de proveerme de todo lo que necesito para ser feliz, y eso es sencillamente si te quedas a mi lado.
- Lo sé, de ti nunca tuve dudas – estaba seguro que Hinata le amaba por sobre todas las cosas, en realidad, se sentía algo egocéntrico al estar tan confiado de su amor por él – tu padre era quien me preocupaba, pero como puedes ver, hemos charlado y él me ha hecho saber no solo que está de acuerdo en nuestra relación, sino que me obligará a casarme contigo si es necesario.
Ella se puso roja – oh no puedo creer que te dijera eso.
- ¿Le contaste ayer lo nuestro? – pregunto curioso.
- Claro que no.
- ¿Cómo lo supo entonces?
Hinata pareció meditarlo y luego salió de aquel lugar, él la siguió.
Llegaron hasta la cocina, donde la cocinera ya estaba preparando el desayuno. Hinata frunció el ceño al llegar ahí y luego se dirigió a la empleada.
- Chiyo, sabes si había aquí un bolso? – le pregunto
- No niña, no había nada desde que empecé a trabajar, pero si vi un bolso en la oficina de su padre. Seguramente fue allá que lo dejo.
Naruto pudo observar como Hinata se ponía roja y caminaba deprisa a dicho lugar. Solo pudo saludar con la mano a la empleada y luego correr tras Hinata.
Ahí estaba su respuesta, el celular de Hinata estaba sobre el escritorio de Hiashi.
-Cómo se atreve – estaba claramente enfadada.
La siguió hasta que tomo el celular entre sus manos y luego la abrazo desde atrás por la cintura.
Ella desbloqueo su teléfono fácilmente y luego observo desde su hombro una foto de él como fondo de pantalla, pensó que así fue como Hiashi se dio cuenta de ellos. Luego observó como abría sus mensajes. Tenía un mensaje nuevo de Shino que no tardó en abrir.
-¿Cómo te fue?, ¿Ya son novios?
De inmediato cerró aquella conversación y supo que estaba roja como un tomate.
- Hinata, creo que no eres muy discreta con nuestra relación – le dijo sonriendo y luego le dio un par de besos en el cuello – si tanto quieres bebés podemos empezar a fabricarlos cuando tú quieras – en parte quería bromear por descubrir que aquello lo iba diciendo a todos, aunque en realidad no veía mayor problema para cumplir aquel deseo, tenía ahorros suficientes, tenía un buen sueldo, sabía que podía con ello.
- No – le dijo exaltada – es decir, si quiero, pero no hay porque apresurarnos.
Su dulce aroma y tenerla de ese modo abrazada le hizo desearla, quería tenerla bajo su cuerpo y con sus piernas abiertas para él, quería sus dulces besos y escuchar sus dulces gemidos, estuvo a punto de empezar a estimularla cuando una voz desde la entrada le hizo desistir.
- Niña, el desayuno está listo, ¿quiere que preparé la mesa? – él no tenía ese tipo de hambre, pero supuso que tendrían que ocuparse de esas necesidades básicas. De mala gana soltó su cintura.
- Gracias Chiyo, en un momento estamos ahí.
El comedor como el resto de la casa, era muy elegante. Por ningún lugar vio a Hiashi, y comprendió que al no estar ahí, era porque seguramente había cumplido sus palabras, se había ido de viaje. No era algo raro en él, muchas veces se iba de la nada, le había tomado la suficiente confianza para irse por meses y dejarle a cargo de sus negocios.
Pocas veces había ido a la casa de los Hyuga, siempre trató de alejarse de aquel lugar por temor a que pudiera hacer cosas inapropiadas con Hinata, ella siempre le provocaba, y realmente no tenía que hacer nada para lograrlo, su simple existencia le hacía deseaba.
Durante el desayuno hablaron de muchas cosas, pero sobre todo tuvieron la oportunidad de aclarar los malentendidos. Y aun cuando ella se mostró molesta de que por esas "tonterías" según sus palabras, no hubiesen estado juntos durante tantos años, podía ver que tenía una enorme sonrisa, mostrándose completamente feliz, lo cual significaba que la había convencido de su amor y que no tenía ningún remordimiento con nadie, en ese momento creyó que no podía ser más afortunado, ella era perfecta.
Hinata fue la primera que comenzó a acariciarle sus brazos, se habían sentado en el mismo lado de la mesa, pues ambos buscaban estar cerca. Pronto se dio cuenta que ya ninguno prestaba atención a la comida, él tenía rato que jugaba con una de sus pequeñas manos, dándole besos en la palma y acariciando su piel suave.
-Naruto, ¿podrías acompañarme a mi habitación? – le dijo tímidamente – necesito…
Parecía realmente estar buscando una excusa y por ello se acercó a su oído para darle una buena razón – ¿quieres que practiquemos el método adecuado para hacer bebés?
Su sonrojo fue adorable, pero luego la vio levantarse y asentir, él no dudo en seguirla hasta su habitación.
Hinata podría ser mucho más pequeña que él, pero sin duda cuando se lo proponía podía dominarlo. Llevándolo hasta el borde de la cama le empujo y él cediendo más por complacerla se sentó en la misma, observo como con sus pequeñas manos trataba de deshacerse de su vestido. No se atrevió a ayudarla, era realmente un espectáculo el que le estaba regalando, tan pronto como desabrocho el cierre que estaba de lado, pudo bajar el vestido con mayor facilidad, lo primero que pudo apreciar fue su bonito sujetador, ella siempre usaba prendas interiores muy suaves, seguramente eran muy finas porque no marcaban su sensible piel. Cuando deslizo el vestido por su cadera tuvo un poco de dificultades, eso le gustaba, que sus caderas fueran anchas, después de un momento de sacar completamente el vestido, lo dejo con cuidado sobre un pequeño sillón.
Se levantó para tocarla, pero de inmediato ella le puso las manos en el pecho y lo volvió a lanzar a la cama, el acepto su petición, quería complacerla, así que nuevamente se sentó sobre la misma tratando de ser paciente.
Hinata se desabrochó el sujetador tan lentamente que sintió una necesidad abismal de arrancárselo, ella se tomó su tiempo, y cuando creyó que podría verla, se dio la vuelta.
- Hinata, voltéate.
- Espera…
Él no quería esperar…
Ella seguía dándole la espalda, y sin poder ver más, observo como se quitaba completamente el sujetador y lo lanzaba a un lado. Estuvo a punto de levantarse para ir por ella, cuando observo como sus pequeñas manos tomaban los lados de su braguita. Se quedó sentado viendo, realmente estaba interesado, aunque Hinata lo estuviera torturando se quedó quieto, viendo como deslizaba muy lentamente aquella prenda hasta darle una completa visión de su trasero. Se le hizo agua la boca, quería darle varias mordidas por esas redondeces, quería tocarla. Y nuevamente cuando estuvo a punto de perder la paciencia, Hinata se dio la vuelta, dándole ahora una completa visión de sus tetas. Ahora sí sintió que babeaba.
Le gustaba que después de tantas veces de haber estado juntos ya no se inmutara de estar desnuda frente a él, tan solo portando la delicada joyería de oro que llevaba ese día.
Debió mostrar en su cara el deseo que siempre despertaba en él, porque la vio sonreír, le gustaba que se sintiera cómoda con su desnudez, que supiera que podría dominarlo por completo.
Intento llevar sus manos a sus caderas, pero ella fue más rápida impidiéndolo.
-No tocar – le dijo divertida y él aceptó a regañadientes su juego.
Se dio varias vueltas con lentitud, pareciera que quisiera castigarlo, ella tendría que darse cuenta que era una tortura verla y no tocarla, sobre todo porque ya estaba caliente y listo para la acción, su pants no sería capaz de cubrir la enorme erección que sobresalía.
Se puso de lado y le mostró sus senos. Él sonrió al recordar que él siempre le pedía eso por videollamadas – Hina… – le suplicó. Quería penetrarla en ese mismo instante, quería saborearla con su boca y manos.
Lo torturo por unos minutos más, donde ella le había impedido que la tocara, mientras le mostraba muy de cerca cada parte de su cuerpo.
-¿Te gustan mis manos? – le pregunto y él puso atención a ellas. Hinata movió sus dedos sobre sus pechos y comenzó a tocarlos con suavidad, luego empezó a masajear sus pezones, acción que lo tenía totalmente embobado.
No, ya no podía soportarlo, la necesitaba.
Sin importar sus protestas la tomó de la cintura y la beso con esmero. Ella todavía trato de alejarlo, pero él no podía con más juegos.
- Hina, si querías ponerme cachondo, créeme que lo estoy – esta vez fue el quien la lanzó a la cama, y aprovechando su confusión se quitó la ropa en tiempo récord.
- No eres paciente – le acuso.
- Mis huevos están a punto de explotar – Hinata rio ante sus palabras y luego le observó su pene, que se lamiera los labios fue lo que termino por calentarlo hasta la cabeza. Fuera de control tuvo que tomar sus muslos y separarlas para meterse entre sus piernas y luego alcanzar sus labios, no se detuvo a besarla con ternura, sino que la beso metiéndole la lengua y le apretó los pechos en el proceso. Hinata respondió a sus besos y él se sintió complacido de su reacción.
Quería besar su sexo, quería olerla, pero estaba demasiado caliente para pensar en otra cosa que penetrarla. Esperaba que estuviera lista, porque el ya no podría detenerse a los preliminares, sencillamente tomo sus nalgas y se impulsó para penetrarla fuerte – ella de inmediato emitió un ligero gritito y él tuvo que detenerse en su interior.
- ¿Te hice daño? – le pregunto jadeando al sentirse apretado, ella lo estaba apretando.
- No, ya muévete – al parecer ella también estaba necesita, porque al ver su rostro estaba totalmente entregada al placer.
- Es la primera vez que hacemos el amor en tu cuarto – le dijo al sacar lentamente su miembro.
- ¿Eso importa? – le dijo Hinata un segundo antes de volver a penetrarla con fuerza.
- Claro que sí – empezó a mover sus caderas, haciendo que ambos sintieran el placer de su unión – me pone más cachondo hacerlo en la guarida de la princesa. Mi princesa – se movió más fuerte y, ella se apretó a él con brazos y piernas.
- Tu siempre te pones así cuando te enseño mis tetas.
- Tus tetas, tu culo, tus piernas, siempre me tienes caliente, incluso cuando solo escucho tu voz.
Sí Hinata pensaba responder a sus palabras, sencillamente ya no pudo hacerlo, pues tomo sus piernas para ponerlas en sus hombros y la embistió con energía, lo único que escucho de ella fueron dulces gemidos, y no se detuvo hasta verla satisfecha, que lo apretará tan fuerte por sus contracciones le hizo derramarse también. Estaba tan agitado que se volvió a meter entre sus piernas para abrazarla.
Ella le acarició sus cabellos y su espalda y él se sintió feliz de recibir sus atenciones.
-Creo que aún podemos practicar un par de años, luego puedo dejar los anticonceptivos…
Solo pudo sonreír a sus palabras y besarle el cuello – cuando tú quieras preciosa…
En los días siguientes le habían notificado a Hiashi por llamada de su noviazgo formal, y por supuesto en su locura había insistido en que se casaran de una vez por todas, Hinata tuvo que ser clara en que eso lo decidirían ellos, y que no vivirían ni con él, ni con Jiraiya, tendrían su propio hogar llegado el momento, Hiashi bufo y les dijo que estaban perdiendo el tiempo. Pero Naruto no lo creía así, Hinata por fin empezaba a prestar atención a las actividades que le gustaban, y en poco tiempo le empezó a contar de sus planes, sin duda Hinata tenía ideas maravillosas, ideas que encajaban a la perfección con la empresa. Naruto le dio la oportunidad de hacerse valer en un departamento donde sería más feliz, y ella finalmente mostró que sí estaba capacitada para tal puesto, y por lo tanto era una excelente idea que se quedara en la empresa, solo que en un área totalmente diferente a la administrativa, en el área de publicidad.
Por otro lado, Jiraiya se había emocionado tanto por la noticia de que Naruto tenía novia, que no paro de escribir relatos sobre ellos, esta vez bonitos y románticos, logrando que por fin Naruto permitiera que aquellos escritos se lo mostrará a su novia, quien agradecida prometió atesorarlos. Le gustaba que Hinata también se esforzará por llevarse bien con su padrino, ella parecía tomarse muy enserio la tarea de ser amigable al siempre llevar postres y regalos que estaba segura le gustarían.
También anunció a todo el personal de la empresa sobre su noviazgo formal con Hinata, ya que era probable que trabajaran juntos durante muchos años, así no quería que su relación se prestara a malos entendidos.
…
-Naruto ha pedido que nos reunamos todos en la sala grande – le dijo su secretaria – aparentemente tiene un anuncio importante que decir.
Hinata le siguió sin sospechar nada de lo que rubio fuera a hacer, y tal como el resto de los empleados espero paciente a que el rubio saliera para decir el "aviso importante"
Se había subido a una pequeña tarima, de inmediato sintió que sus emociones se avivaron, estaban juntos, y Naruto realmente lucía muy guapo con su cabello revuelto post sexo, con su traje a medida que llenaba con sus músculos y con una sonrisa tan radiante que tuvo que sonreír.
-Les he citado, pues tengo algo importante que decirles. Siempre he pensado que las relaciones personales deben mantenerse alejadas del trabajo, pero dado que Hinata es la hija del dueño y yo soy el Gerente, es importante hacer oficial nuestro compromiso aquí mismo. No quiero chismes, ni habladurías que vengan de alguien más, por ello he decidido yo mismo decírselos, el trabajo sigue siendo el mismo, solo no quiero que se sorprendan si un día nos ven tomados de las manos. Eso es todo.
Naruto parecía satisfecho con su discurso, pero lo que ella escucho entre murmullos la había hecho ruborizarse con violencia.
"Ay por favor, ya todos sabíamos que tenían una relación"
"Si claro, tomarse de las manos"
"Todos sabemos que el jefe tuvo sexo cuando se anda paseando con el cabello así"
Agradecía que su padre ya no estuviera laborando en la empresa, y que no fuera tan perspicaz para interpretar lo que todos en la oficina habían resuelto hace años.
Quizá empezaría por ser más discreta a la hora de intimar con Naruto, porque siendo realista no podría dejar de tener sexo con él, no se creía lo suficientemente fuerte para soportar todo un horario laboral sin al menos tener un par de caricias de su parte. Y por ello, estaba completamente segura que a partir de ese momento comenzaría un nuevo reto para ellos…
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Gracias por sus comentarios, apreció cada uno de ellos :)
y gracias por leer la historia hasta el final.
Si me quieren dejar su opinión me harán muy feliz!