Ya sé el título que le puse, pero no tiene nada que ver porque ni siquiera miro la serie esa.


Desde la planta baja, Jotaro escuchó cómo su hija necesitaba ayuda para algo desde el baño de arriba; pues Jolyne lo llamó varias veces a gritos. Dejó su lectura en su sillón favorito y subió a ver qué era lo que necesitaba su única hija. — ¿Sucede algo, Jolyne?-Pregunta a través de la puerta.

— ¿Puedes ayudarme a tallar mi espalda?-Súplica ella. Jotaro se asoma por el pequeño espacio entreabierto de la puerta y al final entra. En la bañera, Jolyne sostiene el cepillo de cerdas con mirada tierna para convencerlo. Él entonces toma el banquillo que tenía arrinconado en una esquina junto al lavabo de manos y se posiciona junto a la tina para ayudarla. Jolyne se hace a un lado el cabello suelto que ya está todo mojado. Su padre toma el cepillo ya enjabonado y lo talla contra su espalda siendo muy cuidadoso de no rasparla demasiado. —Pa...-Comenta ella de forma suave.

—Mh.

—Me preguntaba...-Estaba dudosa de si decírselo o no, pero él la animó a hacerlo.

—Solo dilo, hija.

—Me preguntaba...si podías contarme la historia de cómo conociste a mamá.

Jotaro guardó unos segundos de silencio antes de contestar. Incluso también se olvidó de seguir tallando con el cepillo, pero luego prosiguió. — ¿Por qué la pregunta?

—Solo quiero saberlo. Me da curiosidad, nunca me la has dicho.

—Bueno, supongo que ya tienes edad para saberlo.-Jolyne oculta su sonrisa victoriosa y se pone atenta a escuchar el relato. Jotaro le comienza a explicar. —Creo que yo tendría tu edad en ese entonces.-Recuerda al hablar. —No, un poco mayor.-Aclara. —Fue cuando estudiaba en la universidad, en Nueva York. Estuve rentando un apartamento cerca de la zona donde viven los abuelos.

— ¡Joseph y Suzie!-Exclama ella con emoción y nostalgia.

—Sí.-Prosigue. —Busqué trabajo para pagar el alquiler, la universidad, los gastos de la casa, ya sabes, lo de siempre.

—Entonces...

— Entonces me acomodé en el acuario de la ciudad. Así ganaba dinero y ponía en práctica lo aprendido en la facultad.

— ¿Hiciste muchos amigos?

—Algunos, sí. Cómo Jean Pierre Polnareff; un extranjero francés que venía a ganarse un espacio en tierras americanas. Su animal favorito es la tortuga marina. Ahí la conocí a ella.

—Awww.

—Primero, Anne se encargaba del espacio acuático de los delfines. Era la entrenadora de todos ellos.

Anne era una mujer sumamente dulce, comprensiva, y llena de motivación. Le enseñó a Jotaro todo lo que debía saber sobre estos animales, pues el jefe la dejó a cargo de capacitar a los nuevos.

"No mentiré, comencé a notar cierta belleza en ella cuando hacía su trabajo. Siempre tenía una sonrisa cálida en su rostro. Los delfines la querían mucho, le tenían un gran aprecio y viceversa".

Un día, Anne se enfermó y no se presentó a trabajar. Dependió de Jotaro hacerse cargo de los mamíferos con lo que había aprendido de Anne, quien ya era una experta y una buena maestra. Fue la primera vez que entró al estanque solo, pero se sentía confiado. Nadó con Dee Dee. Era la más terca de todos los delfines. Aún le daba miedo tenerles confianza a los humanos, pues la trasladaron desde otro acuario y aún no se acostumbraba a ellos ni al nuevo ambiente. Pero ese día fue por pura suerte que se sintió cómoda con Jotaro. Se acercó a él y le permitió acariciarla.

"Noté que picoteaba mucho mi entrepierna con su hocico por encima del traje de licra".

Dee Dee se puso con el estómago hacia arriba. "Toqué su cloaca por accidente, pero a ella le gustó así que seguí haciéndolo. Para cuando pasaron los minutos comprendí que la estaba excitando. — ¿Esto te gusta, pequeña traviesa?-Le decía mientras continuaba metiendo mis dedos ahí y ella chillaba escandalosamente".

— ¡Papá!

—Creí que querías saber toda la historia.-Comenta indignado por la interrupción.

—Sí pero no seas tan específico...-Comenta con sonrojo. —bueno, no importa. Continúa.

El acto continuó hasta el final como debía de hacerse. Hubo amor, hubo pasión. Después de ese día, Dee Dee ya no quería a Anne cerca. Solo a Jotaro. Según las reglas de los mamíferos marinos, aquello implicaba que la delfín ya estaba comprometida. Anne nunca supo qué pasó exactamente.

"Siguió creyendo que sólo me prefería más a mí que a ella, y eso era todo".

En secreto, Jotaro dibujaba corazones en su libreta, cosa que nunca hizo antes. Con los nombres de ambos: JoJo y Dee Dee. Que bien se oía eso.

Pronto el staff se dio cuenta que Dee Dee estaba preñada. Jotaro se ofreció a ser quien la asistiera en el momento del parto.

"No quería perdérmelo".-Asegura.

Mientras tanto, Dee Dee se mantuvo con cuidados especiales. Jotaro ordenó que sacaran a todos los machos de ahí para dejarla tranquila.

"Pensé que también me dejarían cuidarla y alimentarla durante la gestación, pero ese trabajo se lo dejaron a Anne".

Solo pudo resignarse a ver a su amada Dee Dee través del cristal. Ella siempre lo golpeteaba con su hocico para llamar su atención, al sentir como le hacía falta su pareja.

"El día en que dio a luz, como se lo prometí, estuve ahí para ella. — ¡Puja, Dee Dee, puja! Y entonces te vi. Eras tan pequeña y hermosa. Te sostuve entre mis brazos. Pero no podían enterarse en el trabajo que ya habías nacido o comenzarían a sospechar, por eso lo hablé con Dee Dee y le dije que tenía que llevarte conmigo para que estuvieras segura. Ella confió en mí, dijo que estaba de acuerdo con la decisión y aceptó. Aunque…no creas que no le dolió dejarte ir. Le juré que nunca te haría falta nada ni te descuidaría. Jamás olvidaré su rostro amargo esa última vez que la vi. Renuncie a mi cargo ese mismo día para ponerte a salvo. Y así fue como pasó todo".

— ¡¿Quééééé?! ¡¿Quieres decir que mi mamá en realidad fue un delfín?!

— ¿Pensabas que era otra humana, o un pez espada, o qué?

—Mmmm…noooo…-Mintió. —pero aun así, no me esperaba ese plot twist...qué triste, papá, y que romántico, también.

—Tu madre te quería mucho, Jolyne. No lo olvides.

—Lo sé.-Admite con tristeza. —...Ahora, ¿puedes ayudarme a quitarle las escamas a mi cola? Se me están cayendo muchas aquí, ¿ya viste?-Jolyne elevó su aleta sobre el borde de la bañera. El agua estaba llena de virutas semitransparentes de todas las escamas que estaba perdiendo en ese momento. Mudar de piel era muy vergonzoso para ella, pero estaba acostumbrada ya que le pasaba cada mes.

—Sí, pues ¿por qué no le preguntas a Hermes como se conocieron sus padres entonces?

—Tienes razón. Empiezo a entender porque ella es un centauro.-Con mucha paciencia, Jotaro le ayudó a quitarse los excesos de piel muerta. Al terminar, Jolyne lució su mitad pez con presunción en el aire. Su parte inferior tenía todo un nuevo brillo fresco.—Gracias, pa. También se me quitó la comezón.-Después su padre se ofreció a trenzarle el pelo y hacerle dos molotes como a ella le gusta. Se aprenden muchas cosas cursis como esas al ser papá soltero.

Jolyne se maquilló, se puso su mejor top con el dibujo de una mariposa con lentejuelas bordadas y se pasó a su estanque con rueditas, pues esperaba una visita especial para poder salir esta tarde.

A las 12 del día en punto tocaron a la puerta y Jotaro atendió.

— ¡Buenas tardes, señor Jotaro! Vengo por Jolyne.-Exclama el chico de cabello rosa con su mejor sonrisa. Venía con un ramo de flores y un par de boletos para llevarla al cine.

— ¿A qué horas piensas traerla de regreso?-Cuestiona serio.

—A…a la hora que usted me diga, señor.-Contesta nervioso y sudando.

—Solo vamos por un helado al parque.-Habla Jolyne.

—Entonces tráela aquí en una hora.

— ¡Papá, ya no soy una niña! Volveremos a la media noche.-Comenta muy segura y altanera. —Porque también vamos a ir al cine, al restaurante, y a bailar después.

—A las once.-Responde con voz firme.

—Once y media.

—Hecho.

— ¡Anasui, nos divertiremos mucho!-Comenta Jolyne mientras emprenden camino y deja que su pretendiente acarree y empuje su pesado estanque sobre la plataforma móvil.

— ¡Sí! ¿Con qué quieres acompañar tu helado?

— ¡Con charales secos! Esos me encantan. A mi mamá también le gustaban, por lo que me ha dicho papá.

—Muy bien, charales será.-Anasui ama mucho a Jolyne, y haría todo por ella. Ese amor y sacrificios son un precio justo a pagar por haberse enamorado de una sirena.


¡La loca del besto ship Jotaro x delfín ataca de nuevo!

Diría que la cuarentena no está acabando con mi sanidad mental, pero ya veo que sí. Sí, necesitaba sacar esto de mi sistema después de que lo soñé. Aunque en mi sueño todavía se ponía más dramática la cosa, como telenovela mexicana.