Día 4: Lion-León
Steven y Connie reían extasiados montados en León mientras éste corría sobre el océano. El felino abrió un portal que los llevó a la playa y frenó de golpe, haciendo que los jóvenes cayeran sobre la arena, aun riéndose por la adrenalina.
León se tiró de espaldas en la arena y miró a Connie hasta que ella se levantó de su lugar y comenzó a rascar el vientre del animal. Steven los vio interactuar y sonrió.
—A veces siento que te quiere más a ti que a mí —comentó.
Ella lo observó y dejó de acariciar al felino, causando que se volteara y la aplastara.
—¿Tú dices? —dijo con la voz amortiguada debajo del león. Logró escapar de su suave prisión y se sentó apoyando su espalda en él.
—Definitivamente te quiere más a ti. —Entre risas, Steven se sentó a su lado y acaricio la melena de su compañero mágico. Suspiró y volteó a ver a su novia—. Connie.
—¿Si?
—¿Recuerdas mis planes de recorrer el país en auto? —Ella asintió—. Quiero que cuides de León por mí.
Connie lo vio sorprendida.
—¿Estás seguro?
—No puedo llevarlo conmigo y no creo que se deje cuidar por nadie más —razonó—. Claro, si no es un problema para ti.
Ella sonrió.
—León no es un problema —le respondió—. De hecho —agregó—, ya ha pasado algunas noches en casa. Casi logra que le dé un infarto a mamá.
Steven contempló con falso enojo al felino.
—¿Así que ella es la mujer con la que estás en las noches? —dijo con gracia e indignación.
Connie rio.
—Es fabuloso en los días fríos.
—Oh, en eso no te puedo contradecir.
Ambos rieron y Steven abrazó a León.
—¿Me vas a extrañar? —le preguntó, haciendo que el felino volteara a verlo—. Pestañea si es un sí.
Ambos jóvenes contemplaron expectantes a la criatura hasta que Steven sopló e hizo que pestañease.
—Yo también te extrañaré.
Connie rio.
—No hagas tanto drama. Lo verás cada vez que yo vaya a visitarte.
Steven se levantó y caminó hasta quedar cara a cara con el felino.
—León, sé que vas a ser el responsable de que Connie y yo nos veamos en persona, pero aunque te molestemos un poco quiero que sigas cuidando de ella, ¿Okay?
Connie miró con ternura cómo su novio abrazaba al gran felino. Sólo ella lo vio pestañear, pero decidió guardarlo para ella. Se unió al abrazo y León se dejó mimar un poco más.