Dos rubios estaban acostados en una cama, ambos estaban en su pijama mientras estaban viendo las primeras luces del día. El joven que era de cabello corto y de ojos azules se paraba de la cama estirándose todos los musculos debido al gran tiempo que le tomó conciliarse el sueño, se rascó el trasero y se fue al baño para hacer las necesidades del ser humano como en lavarse los dientes y afeitarse como siempre.

Mientras tanto una rubia de frondoso como extraño cabello, pecosa y ojos verdes estaba sentada en la cama mientras usaba una camiseta blanca que se encontró tirada en el suelo, le costaba ponerse el sostén que estaba en el suelo o quizás tenía mucha pereza, pereza la cual la obligaba a esperar la venida de su amado rubio de ojos azules.

El joven rubio caminando algo torpe por el reciente despertar se dirigió al suelo para ponerse una chaqueta negra con capucha que hacía juego con la bermuda negra que tenía puesta mientras la rubia pecosa estaba con una camiseta del River Plate, blanca con una franja cruzada roja, pantys con dibujos de corazón y cabellos parados que uno pensaría que se había convertido en Super Saiyajin.

El hombre de ojos azules se sentó cerca de la chica la cual de manera animosa se acercó su mirada esmeralda hacia los zafiros del muchacho

-Daisuki, Candy-chan

La rubia acomodó su cabeza sobre el hombro del muchacho como si fuera una niña enamorada

-Hm, yo también te quieyo, Albert- Manera infantil de hablar pero tierna en sus expresión facial lo que hacía sonrojar y reír

-Ahora esto se está poniendo raro, ¿Ne?- Albert abrazaba la cintura de Candy la cual seguía estando tranquila ahora acomodándose sobre el pecho de su amado príncipe como en ocasiones le decía en base a su apariencia y forma de ser- No, supongo que esto no es una charla usual

Inhaló y exhaló mientras unos brazos se aproximaban a su cuello y los dirigió a la cara de la pecosa de ojos verdes que miraba con dulzura a su amado mientras unos dedos acariciaban esos rizos que formaban semejante peinado de pelos parados

-I love you, Candy

-¿Qué dijiste?

-Ich liebe dich

-No te escucho

-Je t´aime

-Dilo de nuevo

-Te quero

-Ahora eso es mejor, ¿Verdad Berty-kun?

-Ti amo

-¿O no?- Después de actuar como una niña tonta se volteó haciendo un puchero- Tengo hambre

-¿Qué quieres que te prepare?- Preguntó el muchacho que sonreía, le parecía tierno en como a veces esa pecosa boba actuaba como una niña

-Quiero leche

-¿Leche?

-Sí, pero no esa leche- En eso la joven aprovechó para abrir la cremallera de la bermuda y en menos de nada miró que usaba ese bóxer negro, su favorito y en menos de nada dio una lamida al hombre que estaba rojo mordiendo sus labios, un solo movimiento y estaba excitado como duro a lo cual se volteó como si fuera un niño asustado

-¿Ah?- La rubia pecosa ahora estaba tirada bocabajo sobre la cama mientras el pobre Albert ya estaba con una pequeña vena roja en su cabeza

-Ah demonios… Me doy por alto, por tu culpa estoy más avergonzado que nunca

La pecosa en menos de nada se acercó hacia la espalda de su príncipe y lo abrazó mientras el pobre a pesar de sentir ese contacto lidiaba con el problema de su casi reciente erección

-Estoy feliz- Susurró como una niña tierna

-¿En serio?- Suspiró- ¿Qué estoy haciendo?- De pronto oyó un dulce respiro de su chica sobre su espalda, se volteó y en menos de nada vio esos hermosos ojos esmeraldas que seguían brillantes en tan corta situación- Candy, ¿Justo ahora estás feliz?

La respuesta fue un rápido abrazo de la chica pecosa que en menos de nada movía su cabeza como si fuera una fangirl al ver a una estrella pop

-¿Qué hago?- El joven de ojos azules se sorprendió ante esa pregunta y en menos de nada un beso se plantó en sus labios- Kiss me, baby- Dijo con esa vocecita de niña pequeña a lo que el joven sin dudarlo le correspondió con otro beso, la pecosa le respondió con un pico y luego el rubio de ojos azules

-No debiste robar mi línea, pecosita tonta

-Ya cállate y dame más, bobo

El rubio se encogió de hombros y decidió besar de manera fogosa a su princesa mientras sus manos sostenían las caderas mientras la rubia de ojos verdes abrazaba su cuello mientras las piernas amarraban la espalda del joven rubio hasta que se tumbaron en la cama.

-Ya basta, mi pecho está caliente

-Estoy feliz

Estaban abrazados mutuamente pues era divertido tener a la luz del día a la persona que amaban, el rubio aprovechó para robar otro beso a su pecosa favorita

-Aishiteru, Candy-chan- Se empezó a reírse mientras la pecosa infló las mejillas de enfado pero el buen Albert sabía mil y unas cosas con tal de subirle los ánimos a su chica que en menos de nada volvió a probar los labios de su pecosa favorita la cual estaba feliz en tener que estar cerca de su amado príncipe azul para luego nuevamente fundir su cuerpo con el suyo.