Sentía la mano de su mejor amiga en su hombro, apretándolo con cariño en una muestra silenciosa de apoyo, pero él no podía prestar atención, sus ojos fijos en el ataúd de piedra que se cerraba con lentitud a dos metros de él.
Su padre había muerto.
La gente le dedicaba una mirada de respeto mientras pasaba a su lado, retirándose del funeral en silencio, sólo el ruido de los pasos y las túnicas arrastrándose por el suelo llenando el lugar. No le importaba que no estaba siendo respetuoso, su padre había muerto; al parecer, cuando alguien cercano moría, había una regla no escrita donde los familiares podían ignorar las miradas del resto y tratarlos como si no existieran, siendo terriblemente grosero e irrespetuoso.
"Cosas de imbéciles, Lucius; si alguien es respetuoso y culto, lo será en toda circunstancia. Así como en la cena o como en el funeral de un ser querido", había dicho su padre alguna vez. Creyó que era verdad, en su momento, pero no ahora. No en ese momento. Su padre había muerto, y Lucius no podía ver a los ojos a nadie, no podía hablar con nadie, no podía hacer nada, por miedo a romper su máscara de indiferencia.
Si hablaba, sus pulmones apretarían levemente y una sonrisa cruzaría su rostro, al igual que sus ojos brillarían en satisfacción. Él lo sabía.
Él había estado esperando este día durante tanto, tanto tiempo, que estaba muy orgulloso de sí mismo de no haber llegado riendo al funeral.
Tragó saliva y Narcissa, con un pequeño empujón, le hizo darse cuenta que ya se encontraban completamente solos. Miró a su amiga y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—No es propio, querido— murmuró ella, aunque había una sombra de sonrisa en sus labios. Lucius quería reír.
—¿Qué importa eso, en este momento?— a pesar de lo dicho, Lucius se mordió la lengua hasta hacerse sangrar para evitar la risa en su voz y agradeció que estén solos, por la sonrisa sólo iba aumentado cada segundo.
—Mejor vayamos a casa— ofreció Narcissa, pasando su brazo por el de Lucius con suavidad—. Supongo que querrás celebrar.
—Invitaré a Severus— comenzaron a caminar hacia los límites para aparecerse, manteniendo la voz baja en caso de que haya algún oyente no deseado. Narcissa lo miró de reojo, divertida—. ¿Qué sucede?
—Como si Sev ya no estuviera allí.
Lucius hizo todo su esfuerzo para no largarse a reír allí mismo de la felicidad, tratando de no apurar su paso y no hacer tropezar a Narcissa, quien lo miraba con cariño. Quería abrazarla en ese mismo instante.
Por Merlín, Lucius quería correr por todo el lugar mientras reía a carcajadas.
MPYP
Besando por última vez la cabellera rubia de su pequeño dragoncito, Lucius se lo pasó con cuidado a Narcissa antes de atraer a Severus a sus brazos, colocando su rostro en el cuello del joven pocionista y respirando profundo. Olía a hierbas y café. Lucius tenía el estúpido pensamiento que olía a hogar. Se rió suavemente y besó el cuello de Severus, sacándole al mismo un pequeño estremecimiento. Narcissa los dejó solos silenciosamente.
—Lamento tu pérdida, supongo— dijo Severus, devolviendo el abrazo con simpleza y sonando aburrido, aunque Lucius lo conocía mejor: estaba nervioso. Severus estaba nervioso, y Lucius sólo quería estar sólo con él y sacarle toda duda de su cabeza.
—Lástima, yo no lo hago— Lucius se separó hasta quedar frente a frente a Severus y recorrió su rostro con la mirada. Sonrió levemente cuando las mejillas de Severus comenzaron a sonrojarse debido al escrutamiento que estaba recibiendo y lo atrajo con una mano en la nuca hacia un beso, que no dudó en corresponder.
Maldición, Lucius era un maldito adicto cuando de Severus se trataba. Lo quería todo, todo lo que Severus quisiera darle y más. Profundizó el beso luego de unos segundos y una de sus manos se instaló en la cadera del pocionista, mientras éste solamente lo sostenía por la cintura, agarrando levemente su camisa en puños débiles.
—Lu...— Severus se detuvo cuando Lucius comenzó a besar y a morder levemente su cuello, mordiéndose el labio con fuerza, sabiendo que Narcissa estaba sólo en la habitación continua—. Lucius, ahora no.
—Lo sé— lamentó el rubio, dejando un último beso en los labios del menor y sonrió, sus ojos brillantes—. Pero ahora, por primera vez, no me importa. Ahora te tendré por aquí día y noche, y voy a aprovecharlo al máximo.
—Imbécil— Severus frunció el ceño, pero aún así parecía tímido y complacido—. El año que viene comenzaré con las clases, sabes.
—Mhm— Lucius sonrió de lado—, seis meses, entonces, para disfrutarte todo el día antes de tener que compartirte con toda una escuela. Molesto, en realidad— terminó susurrando, viendo los labios de su pareja, que le frunció el ceño.
—Tan posesivo como siempre— escupió, el desagrado palpable en su voz. Lucius sonrió con disculpa.
—¿Puedes culparme? Al fin no tengo que esconderme en mi propia casa, querido.
Severus rodó los ojos, aunque no dijo nada mientras volvía a abrazarlo. A Lucius no le gustaba la compasión de nadie, pero Severus siempre será su excepción. Suspiró con felicidad y dejó un beso en la frente del pocionista, sonriendo con ansias al camino que comenzarían a recorrer desde ese mismo día.
Podían suceder muchas cosas, buenas y malas, pero estaba seguro que, con Severus sosteniendo su mano, Lucius las superaría con una sonrisa.
MPYP
al parecer, soy débil.alguien debería sacarme el internet, sinceramente, pero no me arrepiento de nada. nunca leí nada snucius, pero de la nada mi cerebro decidió que era una buena idea combinarlo junto con el severitus así que,aquí estamos.