Declaración: Ranma 1/2 no me pertenece, hago esto por diversión.


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VIRUS

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Ranma bajaba rápidamente las escaleras del Dojo Tendo, sobándose los brazos intentando darles calor, con la nariz congelada y su estómago chicharreando por el hambre.

— ¡Maldito viejo! ¿Por qué siempre tiene que dejar la ventana abierta? ¡Que frío! Además, ¿por qué nadie me despertó? — Mascullaba un poco molesto, mientras chocaba con un pequeño cuerpo de una chica que conocía muy bien.

—Mira por donde caminas. —Le dijo la chica molesta por el golpe de su frente en el pecho duro del muchacho.

— ¿Dónde vas Akane? — Le respondió mientras la enderezaba.

— ¡Ohhh Ranma, despertaste! Akane va a comprarme algunas cosas que necesitamos, sabes que solo puede ir uno de la familia y nuestros padres están dentro de los grupos de riesgo y tú estabas dormido. — Le respondió amablemente Kasumi, asomando la cabeza por la puerta de la cocina con un lápiz en la mano y una pequeña libreta donde anotaba algo, para sacar la hoja, finalmente.

Ranma miró a su prometida, la niña lo miró ceñuda mientras se sobaba la frente, luego lo ignoró y siguió su camino hasta el vestidor donde comenzó a ponerse el abrigo, una mascarilla y comenzaba a ponerse unos guantes rosados duros, mucho antes que siquiera terminara de hacerlo Ranma se los quitó.

— ¿Qué haces Ranma? ¡Devuélvemelos!

—Pasa para acá… — Y le quitó la lista, la bolsa con bolsas, sacó una mascarilla y guantes, comenzando a vestirse.

—Ranma, ¿qué pretendes? Tengo que hacerlo antes que…

—Que no, que voy yo, quédate en casa. — Kasumi los miró desde la puerta de la cocina sonriendo.

¡Awwww son tan tiernos!

—Pero Ranma, tú no sabes cómo comprar ni dónde.

—Venga Akane, no puede ser tan difícil si tienes una lista. Ya, nos vemos más tarde. — Se despidió el chico cerrándole un ojo y haciendo con sus dedos el símbolo de la paz. Iba cubierto de un abrigo negro, gorro y botas para el frío.

—Ranma…—Suspiró Akane.

—A veces puede ser muy tierno, ¿no lo crees Akane? —Le comentó Kasumi llegando a su lado frente a la entrada principal.

—Si tú lo dices…—Murmuró la más pequeña de las herederas Tendo, quedándose largo rato mirando por donde había desaparecido el muchacho, perdida en sus pensamientos.

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El centro estaba casi vacío, gracias a dios las personas estaban respetando las cuarentenas en sus casas y solo salían a lo necesario, que prácticamente era comprar alimentos frescos y de primera necesidad, como tomando distancia entre ellos, usando su respectivo espacio personal.

Por lo poco que se conoce de este virus, no quedaba más que respetar lo poco que sé sabía acerca de sus síntomas y su forma de contagio.

Rápido, rápido, mientras más rápido termine podré estar en casa disfrutando de un delicioso almuerzo, mmmmm…Corría el joven por los muros.

— ¿Pescado? ¿Dónde compra siempre Kasumi?— El artista marcial trató de hacer memoria equilibrándose con una mano sobre la verja.

—MIAUUUUU…

—AAAAAAHHHHHHHH, ¡aléjate de mí Xiau Puu! ¡Aléjate! Debes respetar el espacio personal. — Intentó decirle mientras casi cayó de la reja, la pequeña gata morada no entendiendo razones de todas formas se lanzó contra él.

— ¡ALÉJATE DE MI XIAU PUU, SAOTOME! — El joven chino arremetió contra el heredero Saotome, sacando de sus mangas un sinnúmero de objetos, entre ellos cadenas, pesas y armas cortantes, una de ellas pasó cerca de la mano del chico de trenza y cortó sus guantes.

— ¿QUÉ PASA CONTIGO PLEBEYO? ¿CÓMO OSAS DE MOLESTAR A MI RANMA QUERIDO? —Atacó la Rosa Negra, tomando del cuello con una larga cinta al chino.

— ¿Y QUIÉN DIABLOS ERES TÚ? —Apostilló molesto por la interrupción y la falta de aire.

—JO JO JO JO, PAGARÁS MUY CARO TU INSOLENCIA. — Y apretó más fuerte.

— ¡OHHHH DIABLOS! ¡Lo único que me faltaba! ¿Cuándo entenderán estos chicos? —Torció las labios molesto, intentando concentrarse en las tareas encomendadas, sin perder más el tiempo bajó a la calle y lanzó una pequeña piedra, con tanta fuerza que cortó la cinta y de paso lanzó lejos los lentes del chino. El joven se levantó al combate nuevamente y comenzó a amenazar un poste mientras había amarrado a la gata y a la rosa negra en el mismo e intentaban infructuosamente deshacer las amarras.

Ranma Saotome, estaba lejos en minutos.

¡PAR DE LUNÁTICOS! Quiso gritar enrabiado, pero no lo hizo. Rápidamente compró los productos que necesitaba, no sin antes convertirse en mujer en los túneles sanitizadores y luego al lavarse las manos en varios lugares que lo pedían al entrar.

Estaba exhausto, había recorrido el mercado dos veces buscando unas verduras para darse cuenta que no tenía que comprarlas ahí, sino en otro lugar, luego, encontró a un anciano que no podía cargar sus bolsas y lo había acompañado calle abajo, después de dejarlo seguro en la puerta de su casa, alguien gritó porque no encontraba sus bolsas y resulta que no las había traído desde casa. Después una pequeña había perdido su perro y había intentado ayudarla subiéndose a los postes para encontrarlo, lo hizo, lo llevó de regreso y no era el perro de la niña. Devolvió el perro equivocado y trajo al correcto, no sin antes recibir una reprimenda por parte del infante.

Finalmente lo último que quedaba en la lista eran productos de aseo personal y solo faltaban las toallas sanitarias, pero ¿qué eran las toallas sanitarias?

Espero pacientemente la fila y entró a la farmacia, comenzó a buscar en los distintos pasillos y no las encontraba.

¡QUÉ DIABLOS!

Solo quedaba un pasillo, el que estaba lleno de productos femeninos y todas esas cosas que usan las niñas, esos días del mes, pensó.

Esos días del mes.

Esos días del mes.

Esos días del mes.

Esos días.

¡ESOOOOS!

¡DÍAS!

¡AY CARAMBA!

Ranma Saotome, el heredero de la Escuela de Artes marciales todo vale, se rascó la chasquilla y apretó los ojos mientras miraba en inacabable pasillo lleno de la más amplia gama de colores, sonrojado a más no poder comenzó sacando la lista de su bolsillo y la miró por largos minutos tratando de orientarse.

¡BIEN!

¡NO DECÍA NADA!

¡AHORA CALMÉMONOS Y PENSEMOS, SAOTOME!

Tomó con manos temblorosas el pequeño paquete y no entendió lo que leyó de los nervios y lo tiró devuelta a su lugar como si quemara.

¡OHH DIOS! ¡AYÚDAME!

Volvió a tomar el paquete, serenándose al llenar pausadamente sus pulmones y dejar que el aire llegara hasta su estómago, bien, ahora sí.

"Toallas sanitarias con alas", tomó otro paquete y lo comparó con el que ya tenía, "toallas sanitarias sin alas", miró otro paquete en la estantería y leyó:

—"Toallas sanitarias diarias", "Toallas sanitarias nocturnas", "Toallas sanitarias con olor a manzanilla", "toallas sanitarias con olor aloe vera", "toalla sanitaria olor jardín del edén…"—Se sintió mareado, ¿es que acaso estaba teniendo un cortocircuito? ¿Cómo es que las chicas podían pasar por todo esto? En secreto comenzó a orar y dar las gracias a los dioses por ser varón, al menos la mayor parte del tiempo, se dijo, agrio.

Tomó las que pensó que podían ser mejores para las chicas, "toallas sanitarias con alas y olor a jardín del edén", ¿quién era él para córtales las alas? Sacó varios paquetes echándolos a un carro de compras y los llevó nervioso a al mesón de pago. La vendedora le sonrió amorosamente a la pelirroja sonrojada y nerviosa que no la miraba al rostro y le preguntó:

—Quiere llevar la oferta de tampones 2x1, son más absorbentes y más cómodos. —Señalándolos y por fin teniendo la atención de la muchachita. Esta la miró conmocionada, con los ojos tan abiertos que pensó que saldrían de sus cuencas.

—Yoooo…—Tragó, porque se le había secado la garganta, miró el dinero que le quedaba…—Solo quiero esto. —En un hilo de voz. La vendedora le envolvió los paquetes y se los entregó.

La pelirroja lo metió en el fondo de las bolsas que tenía y juró jamás volver a pensar en lo que acababa de pasar.

NOMEINTERESASABERQUESONLOSTAMPONESNOMEINTERESASABERQUESONLOSTAMPONESNOMEINTERESASABERQUESONLOSTAMPONES.

¿Cómo diablos apago mis pensamientos?

—Benditos sean los ojos que dios me ha dado para embeberme de tu belleza, tesoro mío, que tuvo que mandar este castigo divino de privarnos de tocarnos y convertirnos en mártires de nuestros deseos…—No pudo terminar porque comenzó a volar muy rápido.

— ¡NO MÁS IDIOTAS! —Gritó la pelirroja con el puño en alto y las bolsas desperdigadas en el suelo. —Caray, banda de locos con los que me junto. —Comenzó a juntar las bolsas, otra vez. —OHHHH DIOS, ¡NO PUEDO CON ESTO! — Después susurró muy despacito. — No es muy divertido hacerlo sin Akane. — Miró las grandes bolsas sostenidas en sus pequeñas manos sin esfuerzo. —Boba, ¿querías llevar todo esto tú sola?

— ¡RAAAAANMMMAAAAAA PREPÁRATE A MORIR! — La pelirroja saltó al muro rápidamente equilibrando todas las bolsas que llevaba y dejando al chico perdido de bandana amarilla con puntos negros, en medio de la calle con un pesado paraguas introducido en el pavimento.

— ¡Lo único que me faltaba! ¿Se ponen de acuerdo? Ehh Ryougaaa, ¿perdiste la cabeza otra vez?

—SERÁÁÁS…

—OIGA USTED, ¡DETÉNGASE DE INMEDIATO!

—EHHH…— Los dos muchachos miraron paralizados al oficial que se había bajado de una patrulla de policías que se había detenido al inicio de la calle, gritándole a Ryouga, el chico los miró confundido.

—Yo…—Dijo señalándose el pecho.

— ¡Sí, usted! ¡Deténgase! No lleva mascarilla ni ningún elemento que lo proteja a usted ni al resto del virus. — Le comenzó a gritar uno de los policías por parlante, mientras otro salía corriendo a encontrarse con él, abriendo de paso un palo flexible utilizado para detener a los rebeldes.

— ¡RANMAAAA ESTO ES TU CULPA! — El muchacho le gritó colérico a la pelirroja.

— ¿Ahh, si? No me digas. — Ranma se acuclilló en el muro y cruzando las brazos con las bolsas incluidas sobre sus rodillas, rasgando sus ojos amenazantes.

— ¡PRONTO TE DARÉ TU MERECIDO! — Y comenzó a correr como alma que se lo lleva el viento.

—Ufff, cobarde…—Comentó mirando divertido como se escapaba.

— ¿Conoces al individuo chiquilla? — Le preguntó el oficial cansado de su pequeña carrera y viendo lo imposible de atraparlo.

—No señor, probablemente sea un vagabundo, estaba intentando robarme mis bolsas. —Dijo la pelirroja con su timbre de más suave y ojos brillosos de lágrimas retenidas.

—Ohhh, menos mal llegamos a tiempo, ahora entiendo por qué estas sobre el muro, baja o te harás daño. —Le señaló el policía.

—Sí, oficial. —Bajó rápidamente al pavimento.

—Adiós, señorita si llega a saber algún dato de ese rebelde, llámennos. —Sonó la baliza y rápidamente siguieron su camino.

—Por supuesto, oficial. — Se despidió la pelirroja y los miró mientras abandonaban el lugar. — ¡Idiotas!

Sin darse cuenta ya estaba cerca del Dojo, solo una par de metros más y podría volver a ser un hombre y por fin, desayunar. Saltó el muro y corrió a la puerta de la cocina, dejando las bolsas ahí, mientras buscaba la botella de alcohol para higienizarlas, la encontró y las roció inmediatamente.

— ¡LISTO! — Pronto se dio cuenta de su error había tomado la botella de alcohol con las manos descubiertas y sin lavárselas. — ¡Diablos!

Rápidamente se fue al lavadero cercano y comenzó a lavarse las manos contando mentalmente los segundos, primero las palmas, luego los dedos, el dorso de la mano, y finalmente estaba listo. Apretó la llave para cortar el flujo del agua sonriendo.

— ¡HECHO! — Estaba por tocar la entrada de la cocina cuando notó su nuevo error, había tocado la llave con las manos sucias. Volvió sobre sus pasos y tomó el pote de alcohol y comenzó a rociarlo sobre la llave, por fin.

— ¡TODO LIMPIO! ¡Ahora, a desayunar! — Estaba por tomar el pomo de la puerta y se horrorizó. Tomó la botella de alcohol había quedado contaminada luego de tocarla con las manos sucias y sin lavárselas. Se devolvió, otra vez, tomó la botella de alcohol mirándola con odio, abrió la llave y lavó concienzudamente la botella, la llave y luego sus manos.

— ¡OHHHH DIOSS, POR FIIIIN! — Se estaba sacando los zapatos para entrar por la cocina y entendió todo. Dirigió la vista a sus manos y luego a los zapatos. — ¡SOY UN IDIOTAAAAAA!

Akane lo miraba risueña desde la ventana, el chico llevaba media hora tratando de entrar a la casa y no podía al seguir contaminándose una y otra vez, quiso ir en su ayuda, deseando que terminara pronto su martirio, pero antes prevenir que lamentar y solo siguió mirándolo a escondidas, ocultado su risita con la mano.

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— ¡BIEN! ¿ESTÁS CONTENTO MALDITO VIRUS? — Decía la pelirroja enfurruñada sacándose la última prenda de ropa que llevaba puesta mientras la introducía en una balde con agua, tomó con un palo la botella de cloro y la dejo caer completa sobre el tarro. — ¡PARA QUE TE MUERAS, BICHO FEO! JA JAJAJAJAJ— Comenzó a reír completamente desnudo en medio del patio, con la nariz roja y las manos a ambos lados de la cintura. Tomó el palo, le prendió fuego y quemó los fósforos que había tomado. — No más cabos sueltos.

—Ranma, ¿estás bien? —Le dijo la mayor de las Tendo, preocupada.

—Ehh sí Kasumi, deje las cosas limpias y sanitizadas en la entrada de la cocina.

—Ohhh si las vi Ranma, ¡muchas gracias! Pero… Tu ropa, ¿estarás bien?

—Ohh sí, no te preocupes Kasumi, no quería poner en riesgo a nadie de la casa. — Le comentó feliz, mirando cómo se terminaba de consumir el pequeño palo al que prendió fuego, cuyo flama abrasadora se repetía en sus ojos azules.

—Sí, lo entiendo, pero no sé si tú me estas entendiendo, Ranma. — Kasumi se llevó la mano a una de las mejillas, acongojada.

— ¿A qué te refieres Kasumi?

—Acabas de introducir toda tu ropa en cloro…

—Por supuesto que sí Kasumi, para evitar los contagios. — Cruzó los brazos sobre su pecho como si le estuviera explicando a una niña pequeña, mirándola.

¡Qué densa estaba hoy Kasumi!

—Sí, el problema está en que se despintará con el cloro.

— ¿Qué...? — Un ojo comenzó a tiritarle mientras se daba cuenta de lo que había hecho.

—No te preocupes Ranma, todo te queda genial, el amarillo es el nuevo negro. —Sonrió cálidamente la muchacha mayor, revolviendo las ropas en el balde y sumergiéndolas completamente dentro del agua con cloro.

—Sí, el nuevo negro…—Se dio media vuelta y comenzó a caminar lánguidamente a la casa, descalza y desnuda, con el fin de llegar al baño.

—Ranmaaa…—Lo llamó Kasumi, girando el rostro de donde estaba agachada.

—Después Kasumi…—Le susurró y movió su mano a modo de despedida. Saltó al techo y volvió a saltar al patio, el baño estaba en el primer piso y se metió a la casa por una ventana.

¡Soy un estúpido!

Se dijo mientras se introducía al ofuro caliente, intentando olvidar todo.

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Akane miraba concentrada un libro que estaba leyendo con las puertas del comedor cerradas, perdida en el calor de kotatsu, imaginado que ella era esa chica que se convertía en princesa y tenía varios dragones a su disposición. Sintió un pequeño ruido en las maderas del piso y se dio cuenta que Ranma estaba allí, la miraba con los labios torcidos desde la puerta.

¿Es que Ranma estaba a punto de hacer un puchero?

¿Es que no lo había visto hacerlo ya? ¿Y muchas veces?

— ¿Ranma…?— El chico solo la siguió mirando con el cabello húmedo mojándole la camisa china de color verde y manga larga que utilizaba. — Ranma vas a resfriarte… — La chica salió rápidamente bajo la manta cálida con las mejillas sonrojadas, tomando la toalla que tenía el muchacho en sus manos y lo sentó de golpe.

—Serás bobo Ranma, ¿ahora quieres resfriarte? — Le regañó la chica mientras le secaba el cabello frotándolo suavemente. Trajo rápidamente un secador y ¡listo!, desenredó ligeramente su cabello azabache con los dedos, mientras el muchacho se dejaba mimar, sonrojado hasta más no poder con la vista en el piso. Cuando la chica había terminado, se sentó frente a él y lo miró.

— ¿Ranma…? ¿Tu ropa…?— Se atrevió a decirle la chica, pero no siguió porque el chico escondió su rostro en el pecho, completamente avergonzado, tapándolo con los mechones de cabello que ocultaron sus bellos ojos.

— ¿Ranma…? ¿Por qué no me hablas? Hace rato que quieres decirme algo y no lo haces, no soy idiota. Ranma solo juntó sus dedos índices y la miró por entre sus mechones de cabello.

—Akane, yo… —El muchacho la miró de frente y volvió a sonrojarse, no estaban tan cerca como pensaba.

¡Rayos!

*Deslizar.

El joven sentado, hizo fuerza con sus brazos y se adelantó.

Un poco más.

*Deslizar.

¡Suficiente!

El heredero quedó muy cerca de su prometida, que lo miraba extrañada por su comportamiento, ¿qué le pasa a este chico?

—Ranmaa, ¿tú…?— La chica no lo dejó terminar y solo se impulsó hacia adelante, abrazándolo. Posó delicadamente sus brazos por sobre los hombros fornidos y comenzó a masajear ligeramente su espalda y nuca, tocando nuevamente el cabello que caía sobre los hombros del chiquillo.

El chico conmocionado, al principio no la abrazó, luego reaccionó rápidamente. Pensando como ella había comprendido lo que quería y que su vergüenza lo privaba de expresarlo abiertamente, abrazándola fuertemente. Akane quiso quejarse, pero sabiendo que eso probablemente lo alejaría no dijo nada, sonriendo satisfecha mientras apiraba el olor de su shampoo fresco.

El chico poco a poco se fue relajando y con ello su abrazo, dejándose llevar por las suaves caricias en su cabello.

—Gracias…— Le susurró Ranma tan despacio que Akane casi se lo perdió, pero no lo hizo y sonrió maravillada ante su calor, su olor…

—Gracias a ti…— Le respondió de vuelta, apretando su abrazo y enterrando su nariz cerca del espacio que queda entre la oreja y el cuello.

Había sido un día horrible y probablemente vendrían muchos más, pero podría soportarlo todo, siempre que estuviera cerca de esta chica. La marimacho más grande Japón, pero la más dulce y tierna que conocía.

La única que calzaba perfectamente entre sus brazos.

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N/A: Solo un pedacito de cielo, dentro de esta gran pandemia.

¡Cuídense mucho y muchísimas gracias a todos los que comentan!