Ranma 1/2 y sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.
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(You Know i)
Love You So Bad
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Habían pasado dos días desde que Ranma y ella se habían visto y no podía dejar de pensar en él. Por suerte, los fines de semana eran los días que tenía más trabajo en la casa de té con todos los turistas que recibían y podía enfocar su atención en otra cosa que no fuera aquella historia juvenil de amor que no pudo ser.
Pero por las noches fue diferente, estuvo hasta altas horas de la madrugada recordando una y otra vez aquellos cuatro meses que habían estado juntos en la preparatoria. Cada que se sumergía en esas introspecciones, recordaba más y más detalles de ellos dos, palabras sueltas, frases, discusiones, miradas. Y cada vez experimentaba una emoción diferente, a veces quería esconderse bajo una piedra y no salir nunca más, avergonzada por su conducta de esa época. En ese tiempo sentía que el peso del mundo estaba sobre sus hombros, enojada con todo el mundo; con su padre por considerarla moneda de cambio, con los hombres por su acoso en general, con su hermana por ser diferente a ella, con Kasumi por haberse ido de casa en cuanto tuvo oportunidad, con su madre por haber muerto y con Ranma por ser como era, tan desesperadamente guapo, tan alegre tan libre…
"Si tuvieras la mínima oportunidad de estar con Ranma ¿lo harías?"
Ese día había mentido a Nabiki, porque la verdadera respuesta era sí, lo haría…y se odiaba por ello.
Habían pasado siete años, por el amor de Dios, ella ya no era la misma y seguramente Ranma tampoco era el mismo. Aunque él no estuviera a punto de casarse, una persona puede cambiar demasiado en siete años.
Ella sabía que el pasado es pasado…pero…
Suspiró pesadamente, si tan sólo no hubiera sido tan terca en esa época… Lo que daría por regresar y sacudir a esa Akane de los hombros para evitar que hiciera o dejara de hacer ciertas cosas.
Pero no debía de ser tan dura consigo misma, todo aquello había contribuido para convertirla en la mujer que era y de la que estaba orgullosa.
Akane suspiró de nuevo, dejando escapar un pedacito más de su alma, parecía que no había más que encontrar la gracia y reír de todo aquello. Trató de sonreír, pero fue la sonrisa más forzada y patética en la historia de la humanidad.
Rodó sobre sí misma y con la cara sobre la almohada y trató de forzarse a dormir. Veinte minutos después hizo a un lado las sábanas con un gemido de frustración y se levantó de la cama, fue a la cocina a servirse un vaso de leche caliente, con la esperanza de que la ayudara a conciliar el sueño.
Salió al balconcito que tenía su departamento y observó el cielo nocturno, todavía perdida en sus pensamientos, mientras tomaba la leche a sorbos pequeños. Finalmente bostezó.
Lavó el vaso y lo dejó escurriendo en su impoluta cocina, luego se lavó los dientes observándose atentamente en el espejo del baño, buscando cambios físicos entre ella y su yo de diecisiete años, ¿Ranma la encontraría muy diferente?
Cuando regresó a su cama había llegado a dos conclusiones.
La primera era que había aceptado finalmente que Ranma si había gustado de ella en esa época. Se sentía tan tonta por haberse negado a ver lo obvio durante tanto tiempo. Tal vez todos se habían dado cuenta menos ella. Por algo Kuno no soportaba a Ranma, pues antes de que lo retara, ella sabía que nunca se habían dirigido palabra. Nabiki y Ukyo también lo sabían, se lo habían dicho a la cara más de una vez, pero ella, tontamente, se había dedicado a negar algo que era tan obvio como el monte Fuji en un día despejado.
Tal vez incluso sabían que ella también había gustado de él.
La segunda conclusión era que parecía que Ranma se presentaba en momentos cruciales de su vida. ¿Sería acaso una especie de señal? ¿Habría llegado de nuevo a su vida, de esa manera efímera y catártica, para que se diera cuenta que no podía dejar que aquella Akane de la preparatoria, impulsiva, voluble y terca siguiera atormentándola? ¿Para que dejara de engañarse a sí misma?
Se permitió, por última vez, dejar vagar su mente, pensado en él. Después de esta noche, desterraría para siempre todos los sentimientos que aún quedaban en ella por Ranma Saotome.
Era la última noche para recordar aquella vez en los bebederos. La última noche para recordar aquel beso desesperado bajo la lluvia, aquellas miradas furtivas que ambos se dieron, aquella tensión sexual entre los dos que podía cortarse con tijeras.
Esa noche le dijo adiós para siempre a Ranma Saotome y a la Akane juvenil. Era hora de dar la bienvenida a la Akane madura, que luchaba por sus sueños y sus aspiraciones profesionales…
Era hora de avanzar.
Miró su reloj, estaba a quince minutos de la una de la mañana.
—Ahora o nunca.
Akane tomó su teléfono e hizo finalmente aquella llamada que había estado posponiendo desde hacía mucho tiempo. Esperó unos instantes y escuchó aquella suave voz, Akane sonrió.
—Hola Picolet.
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Shampoo se quitó las gafas oscuras y observó el letrero:
"Aoyama Market Flower.
Green Tea House."
Miró a todos lados, como si alguien la estuviera siguiendo. Nadie la seguía, sólo era su sentimiento de culpabilidad, pues Ranma le había prohíbo regresar. Pero ella era una princesa, pensó mirando decidida el letrero con los brazos en jarras, una orgullosa mujer guerrera Amazona y como tal no recibía órdenes de ningún hombre, y menos de un súbdito, que era la categoría de Ranma dentro de su sociedad, aunque ella lo considerase un hermano.
Estuvo el fin de semana lanzando comentarios discretos por aquí, otros tantos más indiscretos por allá, pero él no daba su brazo a torcer. Ranma era el tipo más cabeza dura que había conocido en su vida, por fuera su semblante podía parecer sereno e incluso despreocupado, pero Shampoo podía leer auras. Y el aura de Ranma en esos días parecía succionar toda la luz y alegría que había a su alrededor. Era evidente que el hombre estaba frustrado y muriendo de amor.
Bueno, vale, tal vez eso último era bastante exagerado. Shampoo era una mujer de contradicciones; conocía cientos de formas para matar a un hombre solo con sus manos sin que nunca nadie supiera que había sido el asesino y otros cientos más de conjuros y venenos con propósitos oscuros que era mejor no revelar y, sin embargo, aun así, era una romántica empedernida. No podía concebir el mundo sin almas gemelas o hilos rojos del destino.
Y como la romántica empedernida que era, no podía entender que ganaba Ranma con todo aquello, ¿porque no venía y hablaba con Akane de una vez y ponía fin a su miserable sufrimiento?
Estuvo rumiando todo el fin de semana en tomar aquella decisión, incluso había hablado con Mousse. Moría de ganas de contarle todo lo que había pasado esos últimos días y que le dijera que estaba haciendo bien, porque obviamente Ranma era un incapaz para controlar su vida amorosa, sin embargo, para su sorpresa, luego de contarle todo su maquiavélico plan para que Ranma y Akane pudieran estar juntos, Mousse la bajó de las nubes; con su característico tono tranquilo y mesurado le había dicho que aquello era una mala idea.
Perder la alianza de Mousse en aquella empresa le había mermado un poquito su confianza. Por eso, quince minutos después aún seguía observando el letrero sin atreverse a entrar. Dió unos cuantos pasos de un lado a otro y bufó, repentinamente molesta. Hombres, pensó, ellos no entendían nada.
Los transeúntes la miraban asombrados, ver a una chica tan despampanante enfundada en aquel sexy qipao que miraba con gesto furibundo aquel local y caminaba de un lado a otro no se veía todos los días.
Shampoo intuía, no, SABÍA, que Akane tenía también sentimientos por Ranma. Ya se había hecho a la idea de que nunca se iba a enterar que había pasado en la preparatoria. Pero no podía dejar que su mejor amigo dejara pasar al amor de su vida, así como así.
No, alguien tenía que hacer algo, y si lo tenía que hacer ella pues que así fuera. Cuando se casara con Akane (porque se iban a casar), se lo agradecería.
Se volvió a colocar las gafas, atusó su cabello, alzó el mentón y caminó decidida hacia el local.
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—No me lo puedo creer —dijo Nabiki mirándola con la boca abierta dejando caer la galleta que se llevaba la boca de la impresión —. ¡Es que no me lo puedo creer!
Akane la miró sonriendo, sabía que aquella noticia le caería como bomba a su hermana.
—¡Te vas a Francia!
Akane asintió satisfecha, fiel a sí misma, había estado dudosa de aquella decisión que, aunque pareciera precipitada, lo cierto es que desde que Picolet se lo había propuesto, ella le había estado dando vueltas en la cabeza. Sólo había necesitado un pequeño empuje del destino para tomar aquella decisión. Mirar la cara de sorpresa y emoción de Nabiki le daba a entender que había hecho lo correcto. Tomó complacida, un sorbo de su receta de su té de la casa que preparaba con más absoluto secretismo. Ni si quiera a Kasumi, que le había rogado durante tanto tiempo la receta, se lo había dado.
—Ya he notificado esta mañana, me voy en dos semanas.
Nabiki cerró la boca y parpadeó asombrada y se recargó en la silla.
—¿Tan pronto? Entonces si es en serio.
—Por supuesto —Akane dejó la taza sobre la mesa de forma muy delicada y la miró. —Me pareció que ya era hora de avanzar. Llevo cuatro años trabajando aquí y la propuesta de Picolet es muy buena como para rechazarla.
—Pero lo habías rechazado todo este tiempo, él te lo propuso hace un año —Nabiki frunció el ceño y cruzó los brazos bajo el pecho. —¿No me digas que todo esto tiene que ver con Ranma Saotome?
Akane volvió a tomar la taza y a ocultar la mirada en ella.
—Claro que no —balbuceó antes de tomar un trago.
—Puedes engañar a todos e incluso al pobre de Picolete hermanita, pero a mí no. —Nabiki sonrió de lado, su sonrisa de sabelotodo —. Esto tiene que ver con Ranma Saotome.
Akane suspiró.
—No en la forma que crees. Simplemente me di cuenta que yo también tenía que avanzar —le dijo Akane subiéndose de hombros, tratando de quitarle hierro al asunto.
—Entonces, ¿eso significa que también has aceptado casarte con Picolet?
—¡No! —gritó Akane atrayendo la atención de la gente en las mesas, luego bajó la voz. —No, por dios, que clase de persona crees que soy. Jamás jugaría con los sentimientos de él de esa manera.
—Y, sin embargo, te vas a ir a Francia.
Akane la miró y frunció el entrecejo, desconcertada por el tono condenatorio en la voz de Nabiki.
—No entiendo que te pasa, hace menos de una semana me reprochaste que no tenías comida gratis en Francia. Y ahora que por fin vas a tener oportunidad de ir a visitarme, te molestas.
—Eso era antes hoy es hoy. Además, es mi trabajo como hermana reprocharte cosas.
Nabiki alargó la mano para tomar la galleta que había dejado caer y le dio una elegante mordida sin dejar de ver el rostro enfadado de su hermana.
—Se te va a quedar marcado el ceño, Akane.
—Entonces dime qué es lo que te molesta.
—Pues simplemente que una buena decisión tomada por la razón equivocada puede estar equivocada. Hay "circunstancias" que claramente no has dejado atrás — dijo Nabiki haciendo las comillas al aire, hablando evidentemente de Ranma Saotome. Akane rodó los ojos —. Creo que estas actuando precipitadamente.
Pese a la advertencia de Nabiki de no fruncir el ceño, lo hizo.
—Estoy trabajando en dejar esas "circunstancias" atrás —rebatió molesta, juntando aún más las cejas— O te refieres a que si me voy tarde, o temprano acabaré aceptando la propuesta de matrimonio de Picolet.
Nabiki se echó el resto de la galleta a la boca y se subió de hombros por respuesta, como diciendo, ya lo has dicho tú.
—Si es eso, hemos dejado en claro que sólo es por trabajo. Él ha accedido, me ha dicho que no hay problema —la miró con ojos límpidos y sinceros, a Nabiki se le figuró la mirada de un cachorro que es pura inocencia, antes de agregar. —Sólo somos amigos.
Nabiki sacudió la cabeza negativamente, sin decidirse a burlarse de la ingenuidad de su hermana o preocuparse seriamente por ella.
—Ay, Akane, como se nota que eres una inocente. ¿Nunca has escuchado esa frase que no existe amistad entre hombres y mujeres?
Akane subió una ceja, mirándola con incredulidad.
—Tú tienes amigos y no los veo enamorados de ti.
Nabiki frunció la boca al ser interrumpida.
—¡Porque son gays, Akane! —contestó rodando los ojos — ¡Como sea! Sabes a qué me refiero. Siempre hay alguien que termina gustando o enamorándose del otro, y siempre hay alguien con el corazón roto. Aunque en este caso es el pobre de Picolet el que ya está enamorado.
—Te equivocas, tienes una visión muy cínica del mundo, hermana —dijo Akane aún con esa actitud de cachorro inocente que estaba poniendo de los nervios a Nabiki.
Abrió la boca para replicar, pero Akane la interrumpió.
—Dime una cosa —le dijo recargándose en la mesa —, si yo fuera cualquier otro de tus clientes y esta excelente oferta de trabajo se me presentara, ¿qué me aconsejarías?
Nabiki parpadeó algo asombrada por aquel cambio en la conversación, alegar a la parte racional y fría de todo aquello, era una astucia que no era muy común en ella.
—Bueno, primero analizaríamos los pros y contras y…
—Pero financieros, no sentimentales, ¿cierto?
—Cierto —admitió Nabiki de mala gana.
—Entonces, si yo fuera cualquier otro cliente, y tú, como mi asesora financiera, ¿qué me dirías?
Nabiki torció el gesto, molesta por aquella disyuntiva moral en que la estaba metiendo Akane. Ella tomaba su trabajo muy en serio, pues el dinero era un tema serio y su ética le impedía dar una respuesta que no tuviera cien por cien bases fundamentadas. Así que no le quedó de otra que hablar en su papel de profesional.
—Te diría que es una excelente oportunidad y que deberías irte mañana mismo. El restaurante de Picolet está cobrando renombre internacional. Tengo entendido que ganó por segundo año consecutivo dos estrellas Michelin, y ganó el año pasado el premio AA de Hospitalidad. Serías una tonta si no te fueras a Francia, pues hiciste que el Green Tea House ganara un Bib Gourmand y ganara dos premios Zagat como mejor decoración y servicio. Eres una chef excelente.
Nabiki había dicho todo esto de forma corrida, casi sin hacer pausa. Cuando terminó se enfurruñó en su lugar. Akane, por el contrario, se echó hacia atrás con semblante satisfecho. Ganarle una batalla verbal a Nabiki Tendo era como ganarse un premio Nobel de física. O por lo menos así se sintió ella. De pronto tuvo la urgencia de un cigarrillo para acompañar su victoria.
—Entonces está decidido. Me iré a Francia —dijo sonriendo de oreja a oreja.
Akane se levantó de la mesa y tomó la última galleta que había en el platito ante la asombrada mirada de Nabiki, que observó desolada como se la echaba a la boca.
—Regreso a trabajar, tengo mucho por hacer en estas dos semanas para dejar todo listo para mi reemplazo. ¿Te veo el miércoles para cenar como siempre?
—Como sea— gruñó Nabiki observando como su hermana se alejaba alegre, poco le faltaba para saltar. Se levantó, se puso la chaqueta de cuero encima de su blusa negra tipo halter que sabía le quedaba increíble y se acomodó el pelo.
Cuando Akane la había llamado en la mañana para decirle que necesitaba verla con urgencia y que tenía una increíble noticia que darle, nunca había imaginado que era para eso. Sabía que Akane estaba tomando esa decisión movida por la impresión de haber visto de nuevo a Ranma Saotome y saberlo comprometido. Ella no creía en amores eternos, ni romances épicos que trascendían en el tiempo, para Nabiki, el dinero era su religión y la pragmática su filosofía. Por eso sabía que Akane estaba siendo visceral nuevamente, dejándose llevar por sus emociones y sentimientos, la única que se creía su mentira de que había aceptado irse a Francia por la propuesta de Picolet, era la misma Akane.
—Tonta Akane —dijo saliendo aún enfurruñada, molesta por haber perdido en su juego, cuando sintió que chocaba contra alguien —¡Qué diablos! — exclamó por lo bajo, pero de inmediato cerró la boca cuando reconoció a la otra persona después del momentáneo disgusto.
—Discúlpame no te vi — se disculpó Shampoo, algo avergonzada, pues ella nunca se tropezaba o chocaba contra alguien, claramente estaba más nerviosa de lo que creía. Levantó la vista y observó el semblante asombrado de la chica de cabello corto con la que había chocado. Algo en el rostro de la joven le llamó la atención.
—Tu eres…
—Te conozco —Shampoo parpadeó, tratando de que su cerebro reconociera aquel rostro que se le hacía tan familiar.
—¡Eres la novia de Ranma Saotome! Shampoo, ¿no? —dijo Nabiki adelantándose a la amazona.
Shampoo no dejaba de parpadear, de inmediato la luz se hizo en su memoria.
—¿Nabiki Tendo? ¿Eres la hermana de Akane?
—Así es.
—¿Dijiste… novia de Ranma Saotome? —contestó con lentitud al registrar lo que Nabiki le había dicho.
—Sí, mi hermana me ha dicho que eres su prometida. Van a casarse, ¿cierto?
—No —susurró Shampoo poniéndose un poco pálida, recordando que Ranma le había dicho algo similar. Se llevó las manos a la boca, cuando cayó en cuenta que había hecho una terrible confusión sin querer.
—Claro que no. No voy casarme con él. ¿De dónde has sacado eso?
Nabiki subió las cejas, claramente desconcertada.
—Bueno, tú ordenaste un pastel de boda y mi hermana…—Nabiki señaló hacia dentro del local. Observó como el bonito rostro de Shampoo se ponía blanco gradualmente y comprendió que Akane había malinterpretado las cosas, como era su costumbre.
Ay, Akane. Susurró para sus adentros.
—Discúlpame —dijo Shampoo recomponiéndose —. Tengo que hablar con tu hermana.
—Espera. —dijo Nabiki poniendo una mano frente a ella cuando Shampoo trató de pasar a un lado para meterse al local.
En otras circunstancias Nabiki habría dejado que Shampoo entrara y sacara a su hermana de su error. Ella se quedaría atrás observando con morbosa perversidad y después se reiría de ella y la señalaría para decirle, te lo dije. Si, en otro escenario eso sería lo ideal pero ahora mismo había novedades, (el viaje a Francia) que hacían que todo fuera menos fácil de lo que era.
—No tengo tiempo para esto Nabiki Tendo, es de vida o muerte.
Nabiki era pragmática y realista, así que su cerebro privilegiado evaluó rápidamente numerosas opciones ante esta nueva información y llegó a una conclusión: Su intervención en ese asunto era requerida.
Suspiró satisfecha consigo misma, que buena persona era, todo lo que tenía que hacer por la felicidad de su hermanita. Así que miró a Shampoo como si se tratase de unos de sus complicados problemas financieros. Si ella podía lidiar con la bolsa de valores e inversiones millonarias, bien podía con algo tan ridículo como el amor.
—Dime una cosa ¿Ranma tiene sentimientos todavía por mi hermana?
Shampoo parpadeó asombrada, ¿acaso esa mujer le estaba leyendo la mente? Se mordió el labio, indecisa de contestar. Una cosa era hablar con Akane y otra con su hermana. No podía ir por todos lados gritando los sentimientos de Ranma. Hasta ella tenía un límite.
—¿Tu hermana está enamorada de Ranma? — preguntó en cambio, sondeando el terreno. Mirando a Nabiki como si fuera uno de sus rivales en una pelea cuerpo a cuerpo, evaluando la mejor técnica para vencerlo. Es más, si había luchado contra un documento de Excel y había resultado victoriosa, que problema podría tener un duelo de voluntades con Nabiki Tendo. Además, tal vez ella sabría algo, lo cual haría su labor infinitamente más sencilla.
—¿El cielo es azul? ¿La lluvia moja? —contestó Nabiki tomándose de los codos con ambas manos y sacudiendo la cabeza dramáticamente—. Aunque lo niegue mi hermana estaba total e irremediablemente enamorada de Ranma Saotome en la preparatoria. No sé con certeza si sigue enamorada de él, pero es evidente que el verlo de nuevo puso su mundo de cabeza.
Shampoo parpadeó, se llevó una mano al pecho y suspiro.
—¡Lo sabía, lo sabía! —repitió con alegría y renovada determinación. Nada podría detenerla esta vez —Muchas gracias Nabiki Tendo, pero ahora tengo que hablar con tu hermana. Es urgente.
—Akane se va a ir a vivir a Francia en dos semanas — Shampoo comenzó a caminar, pero de inmediato se detuvo cuando Nabiki habló.
—¿Qué? ¡No, no puede hacerlo, Ranma y ella son el uno para el otro! ¡Si no es con Akane, Ranma está condenado a vivir por siempre sin amor y amargado! ¡Lo sé!
—Bueno, yo no diría tanto —dijo Nabiki, un poco turbada por el dramatismo de la mujer china. Lo que Nabiki pretendía era que Akane se sacara de su sistema a ese hombre con sexo sucio y salvaje y luego se fuera a Francia sin más remordimientos a vivir la vida como mejor le pareciera.
Shampoo quitó las manos de los hombros de Nabiki y la miró, seria, casi lúgubre.
—No lo conoces como yo.
—Precisamente, y tú no conoces a mi hermana. Ella ha cambiado mucho desde la preparatoria.
—También Ranma—contestó Shampoo un poco a la defensiva.
—Bueno, es evidente que los dos siguen frustrados por todo lo que pasó en aquellos tiempos — Nabiki la miró pensativa
—No es frustración, es amor —contestó la china con una seriedad que le impidió a Nabiki burlarse de lo cursi que aquella frase le había parecido—Por eso tengo que hablar con tu hermana. Tiene que saber lo que Ranma siente por ella.
—¿Y porque no ha venido Ranma en persona? —preguntó Nabiki volviendo a cruzarse de brazos, frunciendo el ceño.
Shampoo era varios centímetros más pequeña que Nabiki y la miró alzando el rostro.
—No ha venido porque es un necio —dijo cruzándose de brazos, con un poco de más confianza.
—Bueno —Nabiki puso los ojos en blanco, imitó el gesto de Shampoo y se cruzó de brazos también moviendo la cabeza negativamente de un lado a otro—, creo que son el uno para el otro.
Las dos permanecieron así, unos instantes, reflexionando en silencio, pero luego al mismo tiempo alzaron la vista, se observaron con los ojos brillantes y muy lentamente sonrieron con malicia.
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El viernes por la tarde de esa misma semana, en la bodega, Akane hacía inventario de la despensa, era lo último que solía hacer en el día para que a la mañana siguiente pudiera abastecerse todo lo que hiciera falta. La primera semana desde que había dado su renuncia estaba terminando muy rápido. Había trabajado incansable para dejar todo listo y parecía que no estaba dejando ningún cabo suelto. Ella siempre había sido una chica bastante meticulosa; odiaba el desorden y la desorganización, por lo que siempre tenía recetas, ingredientes y utensilios ordenado en pulcros listas y carpetas, así que no había sido tan difícil como había creído al principio.
Ella había recomendado a su sous-chef para quedarse con su puesto, pero la gerencia quería contratar a alguien más. Finalmente, tras entrevistar a varios candidatos, habían decidido ascender al chico. Akane estaba feliz, por él. Ryotoko era un chico gay que no había tenido mucha suerte en la vida, venía de una familia bastante pobre y había trabajo desde que era muy pequeño. La cocina siempre le había llamado la atención y había entrado a la escuela de gastronomía con media beca y había trabajado mientras estudiaba. Akane había entrado al Green Tea House, cuando él estaba por terminar la carrera, en ese tiempo él estaba de lava loza. Akane le había dicho que podía ganar más dinero de mesero, él había contestado que lo que quería era aprender para un día ser un buen chef y desde entonces Akane lo había tomado bajo su ala, haciendo muy buena mancuerna. Así que poco a poco él fue ascendiendo. Era solo unos pocos años más chico que ella y sabía que estaría a la altura de la situación, era bastante creativo y podía trabajar bajo la presión que era requerida en el puesto.
Anotó la última casilla, palomeándola y suspiró. Luego observó satisfecha el resultado de su trabajo. Se tomó unos minutos más para observar los anaqueles llenos y rebosantes de productos de primera calidad y sonrió con aprobación. Había estado hablando mucho esta semana también con Picolet para ultimar los detalles de su contratación. A mediados de la semana le enviarían su contrato a través de un abogado que Picolet había mandado desde Francia exclusivo para eso. Cuando platico aquello a Nabiki, durante su cena semanal en el restaurante de ramen en el que siempre se veían, su hermana la miró como diciendo te lo dije. ¿Quién era capaz de mandar un abogado desde Francia para contratar a alguien?
—Seamos honestos Akane—le dijo sin pelos en la lengua —eres buena, pero no eres tan buena.
—Gracias, Nabiki, sé que siempre cuento contigo —molesta, Akane tomó una generosa porción de ramen con los palillos y se la llevó a la boca, luego de poner los ojos en blanco.
—A no ser que seas buena, pero en otras cosas—le dijo guiñándole el ojo.
Akane terminó de sorber el ramen y la miró con ojos bien abiertos, tardando varios segundos en entender la indirecta. Luego se puso roja y comenzó a toser. Nabiki le pasó un vaso de té verde frío.
—¡Eres una pervertida!
Nabiki sonrió enigmáticamente, como si ella supiera algo más, luego cambió drásticamente la conversación, hablaron de Kasumi y otras cosas, pero no volvieron a tocar el tema. A Akane le extrañó, siendo Nabiki como era, el tema alrededor de Ranma, Shampoo y Picolet era para que la molestara sin problema durante un mes.
Cuando estaban por despedirse en el subterránea donde cada una tomaba camino diferente, Nabiki la miró.
—¿Cuándo firmas tu contrato? —preguntó como si la respuesta no le importara.
—Jueves de la próxima semana— respondió Akane sacando sus inseparables audífonos de la bolsa.
—Bien, luego nos vemos.
Nabiki le dio la espalda y caminó hacia su línea. Akane la miró de nuevo moviendo la cabeza. A veces podía jurar, aunque tuvieran ochenta años, nunca iba a entender a su hermana.
Akane salió de la alacena, poniendo de nuevo toda su atención en su trabajo y caminó con paso rápido hacia su pequeña oficina, antes de llegar una chica la interceptó y le avisó que su jefe quería hablar con ella. Akane fue de inmediato a la oficina del señor Gurē Hanabatake, el dueño del lugar.
A pesar de lo que su nombre pudiera indicar, (Jardín de Flores) el señor Hanabatake no era una persona dulce o agradable para estar con él. Siempre tenía un rostro adusto, serio y sus maneras eran casi rudas. Era una persona honorable que creía en el trabajo duro y la recompensa inmediata. Si veía que algún empleado trabajaba con entusiasmo y mucho empeño, el señor Hanabatake trataba de incentivar en lo que fuera posible a aquel trabajador, sin embargo, si la persona era floja y hacia las cosas de mala manera, los despedía sin más. Sin tocarse el corazón ni dar segundas oportunidades.
Akane y él tenían una relación de respeto mutuo, había aprendido a apreciar al señor Hanabatake a pesar de su carácter fuerte y hosco. Y el señor Hanabatake había aprendido que Akane era una trabajadora valiosa que no necesitaba su constante presencia sobre ella. Akane sabía hacer las cosas y las hacía bien, y mucho mejor sin alguien que estuviera sobre su cuello constantemente.
Akane toco la puerta del despacho del señor Hanabatake y Akane entró tras escuchar un leve gruñido que indicaba que podía entrar. Akane entró y se sentó con la confianza que cinco años de trato le daban. La oficina contrastaba enormemente con toda la decoración del restaurante, no había ni una sola planta o flor. Las paredes eran blancas, sin ningún tipo de decoración o cuadro. El escritorio era grande y tenía papeles encima de él y pilas de libros. Una taza de té vacía estaba a un lado y un puro se consumía lentamente encima de un lujoso cenicero, la única muestra de opulencia del lugar. Una sola foto de la pequeña familia del Señor Hanabatake, su esposa y su hija, estaba colocada en una esquina, casi oculta tras la pila de papeles.
El señor Hanabatake la miró un segundo por el rabillo del ojo cuando Akane se sentó, sin despegar la atención de las cifras que tenía impresas en la hoja que examinaba con cuidado. Tras unos cuantos minutos más de silencio, colocó las hojas cuidadosamente en la carpeta que tenía delante de sí y carraspeó. Luego miró a Akane. La chica le sonrió.
—He decidido que esta semana será la última que trabajes. No tomaste vacaciones este año, así que la próxima semana serán tus vacaciones pagadas. Espero que las aproveches antes de irte a Francia.
Akane abrió los ojos, asombrada.
—No tenía que hacer eso, señor Hanabatake.
Gurē entornó los ojos, esperaba que esa chica no se pudiera sentimental de pronto. Miró su reloj, quería acabar lo más rápido posible con eso.
—Ryotoko ya está sobre aviso y listo para tomar sus deberes.
Akane asintió, sabía que el chico estaba más que listo.
—Sólo hay una última cosa.
El hombre buscó entre su montaña de papeles y sacó otro fólder con el logotipo de la empresa estampado en bajo relieve y se lo entregó a Akane. La chica abrió y leyó rápidamente.
—Es tú última tarea como representante de la Aoyama Flower Market Tea House. Es un evento con empresarios deportistas de alto nivel. Lo han contratado hoy, y han pedido que prepares un menú para un evento que van a tener el lunes por la tarde. Requieren un servicio completo de cuatro horas.
—¡Pero es muy poco tiempo para planear el menú! Sabes que necesito saber más.
—Puedes tomarte el resto del día y mañana para preparar el menú, han dejado especificaciones muy claras. Por lo visto confían mucho en tu trabajo o te conocen.
Akane frunció levemente el ceño, volvió a mirar la hoja para ver el nombre del cliente "Amesores" no le dijo nada. Sabía por experiencia que preparar las cosas tan rápido no siempre era algo bueno, aunque confiaran en ella.
—De acuerdo —concedió, pues no le quedaba de otra.
—Cuento contigo para dejar en alto el nombre de nuestra empresa, Akane.
La chica asintió.
—Eso es todo —el señor Hanabatake volvió su atención a los papeles sin más.
Akane se levantó. Estaba a punto de salir cuando la voz del señor Hanabatake la detuvo.
—Buena suerte en Francia —dijo sin más, sin mirarla, pero Akane sabía que para él había sido una muestra, sino de cariño, si de estima. Akane sonrió y salió para siempre de aquella oficina.
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Ranma mordisqueaba el lápiz. Miraba la pantalla tratando de poner toda su atención en el documento que tenía abierto, pero en realidad era que estaba luchando por no tomar su celular y abrir aquella aplicación.
Tenía que entregar la propuesta en la que Shampoo y él habían trabajado esta última semana. El lunes era la última oportunidad que tenían para lograr que el arte de las amazonas y la escuela libre se abriera paso en Japón y así ser considerada por fin un arte marcial reconocido internacionalmente. Sabía que todo dependía de él. Los números y las palabras nunca habían sido su fuerte, pero confiaba que la exhibición fuera la carta fuerte si la parte escrita no convencía a los inversionistas. De por sí toda esta semana había estado nervioso, y bastante desconcentrado y había estado avanzando lentamente, casi se la había pasado metido en el gimnasio preparando su exhibición, aunque eso no hacía falta. Toda la vida se había estado preparando prácticamente para aquello, conocía los movimientos y técnicas al dedillo y su cuerpo estaba afinado y listo como el más letal y veloz instrumento. Si no quería pasar el fin de semana encerrado en esas cuatro paredes con la vista clavada en la pantalla de la computadora, tenía que concentrarse de verdad.
Tal vez una taza de café le ayudaría a poner su mente en el estado que necesitaba. Dio una leve mirada al celular que había alejado de sí para evitar la tentación y se dirigió a la cocina. Puso la cafetera y esperó pacientemente. Se sirvió el café y después de un segundo de duda tomó una caja de galletas de mantequilla que tanto le gustaban y regresó al escritorio.
Después de dos tazas y un paquete de galletas después, el cielo ya estaba comenzando a enrojecer, y decidió que eso sería todo por el día. Estaba orgulloso, en cierto momento había logrado concentrarse y avanzar, pero la mayoría del tiempo encontraba a su mente divagando en el tema que le parecía su preferido estos últimos días. Para evitar la tentación resolvió apagar el celular.
En cierto momento Shampoo entró y mencionó algo que ya había contratado el servicio de catering para la presentación del lunes. Ranma alzó la mano en señal que la había escuchado y volvió al trabajo. Shampoo estuvo entrando y saliendo de su habitación, y luego dijo que iría con sus primas, que no la esperara y salió del departamento.
Una hora después Ranma cayó en cuenta que había mucho silencio y decidió que podía parar por hoy. Miró su reloj, eran las seis de la tarde, podía ir al gimnasio que habían rentado para dar la exhibición y aprovecharía para practicar y desentumirse. Regresó tres horas después, entró de inmediato a darse un baño y después calentó agua para cenar una simple sopa de ramen instantánea. Vio su celular en el sillón y con un suspiró se levantó a tomarlo. Revisó su correo y redes sociales, compartió unos memes y después abrió Instagram.
Había descubierto hace dos días que Akane tenía una cuenta en esa red social. Anteriormente, en China, la había buscado en Facebook o Twitter pero no había encontrado rastro de ella, aquello le había parecido raro pues todo mundo tenía por lo menos una cuenta. Incluso había encontrado a unos cuantos ex alumnos Furinkan, pero de Akane no había rastro. Sin embargo, un día Shampoo había dejado su celular abierto en una foto en la mesa de la cocina y la había mirado sin querer. Reconoció al instante el lugar, con todas las plantas y flores. Entró a esa cuenta desde su celular y encontró varias menciones a la propia cuenta de Akane en Instagram. Usaba un sobrenombre, haciendo un juego de palabras con su nombre y por eso no la había encontrado.
Se sentía como un acosador, pero no podía evitarlo. A pesar de haberla visto no sabía nada de ella. Pensándolo bien, en realidad desde la preparatoria no sabía mucho de ella. Akane siempre había sido una persona muy recelosa de su vida privada e incluso había muchos rumores en torno a ella, algunos demasiado increíbles o insidiosos para ser verdad. Cómo era muy popular entre los varones de la escuela, había muchas chicas que le guardaban rencor. Uno de los rumores que más fuerza tenía y recordaba, era que Akane había estado comprometida. Ranma no lo había creído pues ella había estado con Tatewaki. No era muy usual, pero tampoco era raro que las familias casaran a sus hijos de esa manera, pero se daba más cuando los hijos pasaban o estaban cerca de los treinta y no se habían casado.
En sí no había muchas fotografías de Akane, la mayoría eran fotos bien hechas de pasteles, algunos bastante artísticos, que se veían realmente deliciosos. Aún no podía creer que de entre todas las profesiones, Akane había resultado ser chef. Eso hablaba del carácter fuerte que Akane tenía. No muchos podían convertir su mayor debilidad en su medio de vida.
Y al parecer a juzgar por los comentarios en las fotografías y el número de fans en su página, le iba muy bien. A pesar de todo, a pesar de que eran prácticamente unos desconocidos el uno del otro, Ranma no pudo evitar sentirse orgulloso de ella.
La tetera comenzó a silbar y sirvió el agua caliente en un tazón y preparó la sopa con una loncha de jamón que había en el refrigerador. Mientras esperaba a que estuviera la sopa, bajó por las fotos hasta encontrar su fotografía favorita. Akane sonreía casi tímidamente a la cámara, usaba una filipina blanca y el gorro de los chefs. Tenía en las manos una manga pastelera y estaba colocando una cobertura rosa a un pastel que tenía frente a ella.
Ranma sonrió y recargó la cabeza en la palma de su mano, estudiando una vez más todos los detalles de la fotografía, que, por la fecha de publicación, había sido tomada hace unos cuantos meses. Luego movió el dedo y bajó hacia fotos más antiguas hasta llegar a otra de las pocas fotos donde salía Akane. El problema era que había otras personas con ella. Una chica que estaba a su lado izquierdo y otros dos hombres a los extremos, dejando a Akane y ala otra chica en medio. Como si estuvieran por parejas. El que estaba a un lado de Akane, tomándola familiarmente de la cintura y atrayéndola sin empacho hacía él, era un hombre de pelo rubio insípido, ojos azules demasiado claros, piel demasiado pálida, y para rematar flaco y larguirucho. Todos usaban cofia, sin gorro, lo cual le hacía pensar a Ranma que eran sus compañeros de facultad por la fecha de la foto. Que ya tenía varios años.
El mismo hombre rubio aparecía en dos fotos más con Akane, y en todas ellas tenía esa misma actitud familiar con ella. Ranma frunció el ceño; se fijó que en una de las fotos él había comentado desde su cuenta, así que Ranma supo que se llamaba Picolet Chardin II. Ranma rodó los ojos al leer aquel nombre tan pomposo. Entró al perfil y descubrió que al parecer el tipo vivía en Francia. Al igual que Akane él también posteaba muchas fotos de platillos. Con morbosa curiosidad se dedicó a revisar aquel perfil hasta que llegó a la fotografía de un hermoso pastel rojo. Al parecer aquel pastel lo había hecho ganar un premio allá en Francia. Todo estaba escrito en francés, idioma que Ranma desconocía por completo, sin embargo, entre todas aquellas palabras en ese idioma destacó el nombre de Akane en rōmaji. Usó el traductor de la aplicación y una avalancha de celos primitivos y sin fundamento bulló por todo su cuerpo.
El tal Picolet había escrito una declaración de amor a Akane en esa fotografía. Había hecho ese pastel usándola como inspiración y se había dedicado a escribir cosas que el rojo de su nombre, que las nubes, que su pelo.
¡Tonterías! Que tipo tan ridículo. Aventó el celular nuevamente hacia el sillón, lo más lejos de él y destapó la sopa y comenzó a comer mientras reflexionaba en que el amor era uno de los sentimientos más tontos que había.
Engulló dos tantos de sopa y volvió a ir por el celular. La aplicación seguía abierta en la misma fotografía del pastel de Picolet.
Más celos irracionales lo inundaban conforme leía de nuevo esa mala traducción pero que le daba una idea muy general y acertada de que iba todo eso.
Se comió el resto de la sopa de golpe, llevó su plato sucio a la cocina y lo lavó. Tomó una botella de agua y se bebió un litro completo, aplastó la botella con su mano y la tiró a la basura. Luego cerró los ojos y trató de calmarse.
Siempre le había afectado de esa manera Akane. Con ninguna otra chica le había importado tanto al grado de sentir semejante reacción. A su parecer, los celos eran un sentimiento horrible y siempre se había enorgullecido de nunca haberlos sufrido…excepto con Akane. Literal y figurativamente había explotado cada vez que la veía con Kuno en la preparatoria.
De repente las palabras de Shampoo volvieron a su cabeza:
"Morirás solo y sin amor, Saotome, todo por no poder controlar esa boca y celos tuyos"
¿Estaba cometiendo un error?
Sin embargo, la última vez Akane lo había dejado hecho un guiñapo, ¿valía la pena volver a sufrir aquel dolor?
Bueno, no es que estuviera enamorado de ella. Lo de la preparatoria fue un crush juvenil. Akane le gustaba mucho físicamente y ahora entendía que las hormona habían jugado un papel súper importante.
Volvió a abrir el Instagram y fue hacia la fotografía donde Akane sonreía a la cámara y Ranma sin darse cuenta sonrió también. Y entonces sin querer su dedo se movió sobre la fotografía y de repente vio como el pequeño corazón debajo de la foto se ponía rojo.
Sintió que toda la sangre abandonaba su rostro.
¡Le había dado like a su fotografía! ¡Le había dado like a su fotografía!
Dejó el celular encima de la mesa y se alejó, como si algo peligroso fuera salir de él. Se llevó la mano a la boca, asustado, y fue cuando se dio cuenta que estaba reaccionando como un muchacho estúpido.
Cerró la boca y tomó control de sí mismo de nuevo, se acercó al celular, debía de aceptar las consecuencias de sus actos. Quitarle el like a la fotografía no era opción. Porque a estas alturas la notificación ya le habría llegado a Akane y lo más seguro es que ya lo habría visto. Quedaría como un tonto ante ella y de todas maneras sabría que había estado viendo sus fotos, lo cual lo ponía en una situación de acosador. Lo pensó un instante.
Bien, no había otra opción.
Escribió en el recuadro debajo de la fotografía, leyó el mensaje cinco veces y cambio una palabra por otra hasta que estuvo satisfecho y finalmente lo mandó.
A varios kilómetros de ahí Akane escuchó el tono de notificación en su celular. Lo ignoró, pues estaba sacando en ese momento unos diminutos croissants de chocolate del horno. Instantes después escuchó de nuevo el tono de notificación, sin embargo, lo ignoró también. Anduvo unos quince minutos más yendo de aquí a allá por su cocina, ocupada en planear el menú del evento para el lunes, hasta que finalmente tomó el celular, desbloqueó la pantalla. El aparato resbaló y se le cayó de las manos cuando vio de quién era aquella notificación.
No pudo reaccionar, el teléfono cayó al suelo y con un chasquido doloroso, se abrió totalmente, la carcasa y batería salieron volando en direcciones contrarias. Akane se dejó caer al suelo y con manos temblorosas se apresuró a armarlo nuevamente maldiciendo por su negligencia de no comprar la carcasa protectora, tenía una semana que había cambiado la anterior.
Después de unos tensos y ansiosos minutos más, colocó todo en orden y lo encendió, rogando porque no se hubiera averiado por el golpe. Tras lo que le pareció una eternidad finalmente pudo abrir Instagram y ver las notificaciones.
No lo podía creer, Ranma Saotome había comentado y dado 'like' a una de sus fotos. Leyó y releyó el mensaje varias a veces:
"Me ha dado gusto verte de nuevo Akane. Saludos"
Saludos.
Akane nunca entendía aquella forma de escribir. Saludos, era como si no le diera derecho de réplica, como si fuera una forma de poner, no me interesa lo que tengas que decirme. Saludos era el equivalente a adiós. Pero si no contestara sería una falta de educación, ¿no? ¿Tal vez un emoji? ¿Una cara sonriendo? Alguien le había dicho que cierto tipo de ese emoji en particular era una contestación pasivo agresiva, no sabía cuál era y no quería cometer un error, así que mejor pensar algo más. ¿O un corazón? No, claro que no, eso la haría ver demasiado desesperada. Ya había hecho el ridículo ese día que se habían visto. ¿Un pulgar arriba? No, odiaba ese pulgar, ponerlo era como decir: no me interesa la conversación.
—¡Qué demonios estoy pensando! —se gritó Akane al darse cuenta de la estupidez y desvaríos de su mente. Siempre hacía eso, siempre sobre pensaba las cosas.
Bajó la vista, frunció el ceño y decidida tecleó y oprimió mandar de inmediato, sin darse tiempo a recapacitar.
Ranma estaba sentado en la encimera de la cocina todavía, con medio cuerpo recargado sobre el falso mármol, la cabeza la escondía bajo sus manos, y se malicia por ser tan estúpido. Ya había pasado más de media hora y Akane no contestaba.
Tal vez estaba ocupada, tal vez estaba todavía en el trabajo…o tal vez estaba en una cita, era viernes por la noche, una chica como ella era indudable que tendría invitaciones por montones a salir.
Odiaba sus dedos anchos y odiaba las pantallas tan susceptibles al tacto.
Justo estaba en medio de ese pensamiento cuando el tono de notificación resonó, haciéndolo saltar. Desbloqueó la pantalla con una velocidad inaudita y leyó con nerviosismo el mensaje que acababa de llegar.
"Me ha dado gusto verte de nuevo, Akane. Saludos"
"A mí también, Ranma"
Y de inmediato le llegó otra notificación. Akane había comenzado a seguirlo. Ranma sonrió. Le dio 'me gusta' al comentario de Akane y luego fue a su perfil y comenzó a seguirla también.
Akane tenía abierta la aplicación así que se dio cuenta cuando le llegó la notificación de que Ranma había comenzado a seguirla, fue de inmediato. Akane se dio cuenta que en algún lugar de Tokyo en ese momento Ranma estaba viendo su perfil y sonrió bastante contenta. A pesar de que no sabía dónde se encontraba, se sintió cercana a él.
¿Tal vez podría mandarle un DM?
Fue a su perfil y estaba por presionar el símbolo de mensajería directa cuando una notificación de WhatsApp le llegó.
La ventana emergente le mostró que era de Picolete.
"Ya he firmado el contrato, con suerte podrás fírmalo el martes. No veo la hora que te unas a nuestro equipo :D"
Akane dejó de sonreír.
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(You Know i)
Love You So Bad
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*Notas y aclaraciones*
Estrellas Michelin. Las estrellas Michelin son la distinción más alta de los premios internacionales. Las tres estrellas solo se les dan a los mejores restaurantes, oficialmente clasificados en la guía Michelin como "cocina excepcional, merece la pena una visita especial". Dos estrellas, y tu restaurante tiene una valoración de "excelente cocina, vale la pena un desvío". Una estrella significa "muy buena cocina en su categoría". El chef que más estrellas ha conseguido son 31.
Bib Gourmond. Este reconocimiento es otorgado para reconocer al 95% de restaurantes que no tienen estrellas Michelin. Es un honorable elogio dado por los inspectores de Michelin a sus restaurantes favoritos alrededor del mundo que proveen experiencias de alimentos de calidad superior, pero a precios moderados. Consultar la lista de restaurantes Bib Gourmond en la guía Michelin es una garantía confiable de que encontrarás un restaurante de alta calidad en el cual no tendrás que gastar más de US$60 por persona.
Premios Zagat. La guía Zagat es una orientación internacional para los mejores restaurantes de Estados Unidos y el mundo. También reconoce a los restaurantes "promedio", y todos los que están en medio, y los conmemora con una lista de premios.
Es compilada cada año e incluye categorías como la mejor comida, el mejor debutante, las mejores compras, el más popular, ganadores por cocina, mejor decoración y mejor servicio. La última ceremonia de premios tuvo lugar en Londres, uno de los mejores sitios para comer en el mundo, de acuerdo con Tim Zagat.
AA de Hospitalidad. Los Premios AA de Hospitalidad son asistidos por algunos de los mejores profesionales de la industria de comida y bebida alrededor del mundo.
El rōmaji en japonés se refiere en grandes rasgos al alfabeto latino. En Occidente, se suele emplear este término para referirse a la escritura de la lengua japonesa en letras romanas o latinas en contraste con la mezcla habitual de kanji, hiragana y katakana.
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¡Hola!
¿Cómo están? Espero que todo esté mejor en donde viven, pareciera que estamos a punto de salir, pero luego que siempre no. Traten de quedarse en casa, ya sé que es difícil y no siempre se puede, pero cuidémonos lo más posible.
Bueno, sí, fueron casi dos meses de ausencia, no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo. ¡Khe esta pasandaaaaa!
Si alguien me sigue en instragram o Twitter se habrán dado cuenta que ahí he estado un poco más activa, es que con la tableta es más fácil dibujar. Y hay veces que la musa sólo quiere dibujar y a veces no puedo parar de escribir, que se le va a hacer… por cierto, gracias a las chicas de Ranma Latinoamérica por compartir mis dibujitosssss.
Bueno, mil gracias a todas por leer, espero que les haya gustado el capítulo. Y dos mil gracias más a DanisitaM por su ayuda revisando mi capítulo, ¡y por ayudarme a escribir bien Picolet! No sé porque siempre lo escribo mal jajajaja perdontssssss daniii. ¡Lean su fic, Dani es super buena para la comedia! No se van a arrepentir.
Bien, pues, me voy, no olviden dejar su review. ¡Nos leemos luego!