—Ranma 1/2 y sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi—
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(You Know i)
Love You So Bad
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—¡Aiyaa, se me había olvidado comentarte! ¿A que no adivinas a quien vi?
Ranma apenas alzó las cejas para indicarle a Shampoo que la escuchaba. No quitó su atención de la computadora.
´A Akane Tendo, ¿te acuerdas de ella?
Ranma dejó de teclear de inmediato.
"Uno sesenta y tres, cabello largo y negro amarrado con una cinta amarilla, sonrisa encantadora, cuerpo ardiente, excelente artista marcial, rebelde, carácter de los mil demonios."
—¿Tendo, Akane? — dijo lentamente, saboreando aquellas sílabas, luego llevó los ojos al techo, como si estuviera pensando seriamente la respuesta —No me suena —y volvió a pegar la vista a la pantalla del monitor.
—Iba a esa escuela que estuviste un cuatrimestre. Antes de irnos a China. ¿Cómo se llamaba?
"Furinkan, en Nerima"
—Creo que no tengo tan buena memoria como tú.
—¡Oh, vamos! —dijo Shampoo haciendo un aspaviento de que no le creía nada —¡Estabas totalmente enamorado de Akane!
Ahora Ranma dejó de fingir que prestaba atención a lo que fuera que estaba escribiendo y la miró.
—¿Yo? ¿Enamorado? —refutó con una sonrisilla de suficiencia y volvió a teclear—Por, favor.
Shampoo se recargó en la silla y cruzó los brazos bajo sus pechos, logrando que estos parecieran que iban a escapar de la escotada blusa que usaba. Un par de hombres que estaban en la cafetería se le quedaron mirando como hipnotizados. Shampoo siempre llamaba la atención de los hombres donde quiera que fuera.
Lo miró con una sonrisa malvada.
—Puedes engañar a todos, Saotome, menos a mí. La adorabas.
—¿Adorar? —hizo un gesto de repulsión ante aquella palabra tan deshonrosa y poco masculina—No digas tonterías.
—¿Acaso tengo que recordarte el estado en el que estuviste después de que regresamos a China?
—No sé de qué estás hablando —murmuró moviendo los ojos de un lado a otro de la pantalla, casi ignorándola.
—Fuiste directo a ver a mi abuela y pedir el entrenamiento del Neko Ken —le dijo Shampoo mirándolo seriamente.
—Y soy el hombre más joven que ha conseguido dominar esa técnica. Muchas gracias. ¿Tu punto es?
—Mi punto es, que fuimos nosotros quienes te soportamos todo ese tiempo que estuviste en la escuela y cuando regresamos a China. Fuiste bastante insufrible, ¿sabes?
Ranma suspiró y volvió a mirarla, el reflejo del texto que tenía en pantalla en los lentes y la luz blanca en la cara.
—¿Puedes volver al trabajo?, tenemos que entregar esto en dos semanas antes de volver a casa—dijo señalando hacia la pantalla —, el tiempo lo tenemos contado —Shampoo se limitó a mirarlo, y luego añadió: — Y no recuerdo a esa tal Tendo.
—¡Vamos! ¿porque sigues fingiendo! —dijo Shampoo azotando una mano sobre la mesa. Los hielos del vaso de té helado que estaba sobre la mesa, repiquetearon contra el vidrio.
—¡Oh, espera! —dijo Ranma de repente quitándose los lentes y cerrando la laptop — Creo que ya recordé. ¿No era aquella chica que anduvo con Ukyo?
—Ella es Nabiki, la hermana de Akane.
Ranma jugó con la montura de los lentes y subió la mirada al techo nuevamente bajo la molesta mirada de Shampoo, sabía que su amigo estaba fingiendo solo para molestarla. Al cabo de un rato Ranma la miró con los ojos chispeantes de risa y la miró encogiéndose de hombros.
—Lo siento, nada — dijo y se señaló la cabeza. Volvió a colocarse los lentes y abrir la computadora.
Shampoo entrecerró los ojos y lo miró con desagrado.
—Eres un idiota —después sonrió maliciosamente y lo miró atentamente —. Pero, ella sí que se acuerda muy bien de ti.
Los dedos de Ranma volvieron a detenerse sobre el teclado y miró rápidamente a Shampoo sobre la laptop, no quitaba su sonrisa gatuna. Tan odiosa ella.
—Pues, si la vuelves a ver, dale mis saludos a esa tal Kana.
—Akane, Saotome, Akane.
—Bien, bien. Akane, Akane. Ahora, ¿quieres volver a trabajar? No quiero a mi padre y a tu abuela sobre la nuca, por favor.
Shampoo hizo un gesto de escalofrío, luego lo miró de mala manera, pero procedió a abrir la laptop que tenía enfrente de ella y volvió a concentrarse en el documento abierto.
Ranma suspiró internamente al poder lograr desviarla de su objetivo. Trabajaron en silencio por otra hora más. Ranma a veces podía sentir la mirada de Shampoo sobre él, pero no iba a caer en su juego.
Akane Tendo.
Claro que se acordaba de ella. Se acordaba como si fuera ayer y no hubieran pasado casi siete años desde que la vio por última vez a punto de tener relaciones con el idiota de su novio. Kuno Tatewaki. Un sujeto odioso, snob y pretencioso entre muchos adjetivos más. Todo lo que Ranma odiaba en una persona, ese sujeto lo era.
Sin embargo, Akane, con diecisiete años, tenía una personalidad magnética, y una belleza natural que quitaba el aliento; el que tuviera en ese entonces a casi todo el alumnado masculino rogando por una cita con ella, era la confirmación a ese hecho. Ella era una de las mujeres más hermosas que Ranma había conocido —Shampoo era otra, pero ella no contaba porque era casi como su hermana—, y podía tener a cualquier hombre que quisiera.
Suponía que Akane había elegido a Kuno por su posición social. Los Tendo no eran especialmente ricos, tenían un dojo que estaba casi en bancarrota. Seguro que ahora era Lady Kuno, o algún otro título idiota de ese estilo.
¿Qué ella se acordaba de él? Eso sí que lo había sorprendido, pensó viendo el cursor del procesador de textos, pulsando una y otra vez sobre la misma línea desde hacía diez minutos.
Shampoo dio un suave quejido en ese momento y él agradeció la interrupción a sus pensamientos. La chica estiró la espalda como un gato, descontracturándola por estar tanto tiempo con la cara sobre el monitor. Ranma la miró y sonrió con afecto.
—No sirves para esto.
—Claro que no, preferiría estar entrenando —bufó mientras giraba el cuello de un lado a otro —. No sé cómo aguantas estar tanto tiempo pegado a esta cosa infernal.
Ranma se subió de hombros.
—Alguien lo tiene que hacer. Y está claro que ni tu abuela o tú y mucho menos mi padre lo harían.
Shampoo le sacó la punta de su lengua por toda respuesta.
Shampoo era bisnieta de la líder de las Niujetzu, una chica habilidosa en extremo para el arte marcial; tanto que ella era la próxima heredera del Clan. La estructura y antigüedad de aquel pueblo era tan antigua y con tanto poder que incluso podría considerarse que Shampoo era algo así como una princesa bárbara.
Ranma, con dieciséis años ya cumplidos, había sido aceptado para entrenar en aquel Clan por un periodo de cinco años, que podía alargarse más dependiendo de las habilidades del muchacho. Era, ciertamente, un gran honor, puesto que solo aceptaban a un estudiante cada tres años. Shampoo y él, al tener la misma edad y la misma pasión por las artes marciales, habían congeniado de inmediato.
Al ver aquel vínculo entre los dos jóvenes, Genma habían acariciado la idea de que ellos dos se casaran, pero sus ambiciones se vieron frustradas cuando se enteró que Shampoo ya estaba prometida con el hijo de la segunda familia al mando, Mousse. El que la chica estaba totalmente enamorada de él desde que eran unos niños, no ayudaba.
Pero todo había cambiado cuando la madre de Ranma, Nodoka, que se había quedado en Japón esperando a que padre e hijo volvieran de aquel entrenamiento en China, se enteró que su único hijo iba a pasar otros cinco años entrenando en ese país, había puesto el grito en el cielo. La carta que envió a Genma había sido más que enérgica.
Así que Ranma y Genma, acompañados de Shampoo, que quería ver un poco del mundo antes de asumir sus deberes para con su Clan, fueron a Japón para poner las cosas en orden. Decidieron que la casa de su madre la pondrían en renta y ella se iría a China con ellos durante el periodo de entrenamiento, ya después verían que sucedería.
Nodoka no estaba muy contenta con aquella decisión. Logró que el entrenamiento de Ranma fuera pausado unos meses más. Quería pasar un poco de tiempo con su hijo antes de que este se viera inmerso en un mundo de duros entrenamientos y técnicas imposibles. De la misma manera logró que Ranma fuera aceptado en la preparatoria del barrio en el que ella vivía, la escuela Furinkan.
Al parecer la escuela no tenía mucho potencial para ganar competencias deportivas y el que Ranma fuera un consumado deportista había ayudado a su ingreso a pesar de su curriculum escolar era casi inexistente. Ranma sospechó eso al ver la cantidad de clubes deportivos a los que había sido inscrito. El director parecía ser un sujeto que no tenía mucha ética en cuanto a la educación se refería. Director, que poco después descubrió, era el padre de Tatewaki.
Ranma frunció el ceño. ¿De nuevo con ese idiota en la cabeza?
Cerró el procesador de textos después de guardar el documento y decidió que ya no tenía ánimos para seguir trabajando más en aquella propuesta.
Siguiendo el ejemplo de Shampoo, se estiró cual largo era y después miró su celular.
Pasaban poco de las cinco de la tarde.
—¿Tienes planeado hacer algo hoy? — preguntó a Shampoo que acababa de regresar de los servicios. La chica se sentó haciendo su abundante melena hacia atrás.
—Mis primas quiere ir a bailar—contestó simplemente.
Ranma frunció el rostro con desagrado al oír la mención de las primas de Shampoo. Ling y Lang. Dos gemelas que habían desertado del Clan y que ahora vivían en Japón. Vanidosas, superficiales, sin escrúpulos. Eran hermosas y ellas usaban su cuerpo y juventud para atraer hombres y vivir a expensas de ellos. En opinión de Ranma, el peor tipo de mujer que había en el mundo. Ellas habían protagonizado un asunto demasiado turbio dentro la familia de Shampoo y por eso habían sido enviadas a Japón, excusándolas de sus deberes con su comunidad, eufemismo para decir que estaban desterradas. Ranma siempre había querido saber la razón, pero era uno de esos secretos que todas las familias protegen a piedra y canto. Shampoo juraba que incluso ella desconocía la historia.
—Sabes que puedo obligarte a acompañarme, ¿verdad? Es uno de tus deberes como mi acompañante—comentó Shampoo con malicia—Podrías bailar con Ling, a ella siempre le gustaste, ¿sabes?
Ranma se estremeció.
—Prefiero hacer el entrenamiento del Neko Ken miles de veces, pero gracias.
Shampoo rió abiertamente.
—Pobre Ling. ¿Debería decirle que alguien piensa que hacer un entrenamiento maldito es mucho mejor opción que bailar con ella una noche? —comentó sin que sentir un gramo de culpabilidad por que alguien pensara así de su prima.
Ranma alzó la mirada hacia ella con seriedad.
—Por favor —dijo.
Después de pagar la cuenta, salieron del restaurante y caminaron en una bulliciosa calle de Tokyo.
—De acuerdo, por esta vez prescindiré de tus servicios— comentó dándole un golpecito en el brazo. Golpe que a cualquier otro hombre hubiera sacado un buen moretón.
Ranma alzó los ojos al cielo.
—Gracias, su alteza —contestó irónico.
—Pero a cambio quiero que hagas algo por mí—indicó Shampoo rápidamente.
Llegaron hacia el estacionamiento donde habían aparcado y Shampoo se apresuró a meterse al asiento del conductor.
—¡Hey! —gritó Ranma, indignado— ¿Qué crees que haces? Ese carro está a mi nombre.
Shampoo lo ignoró y buscó algo en su bolso tarareando una cancioncilla con su aguda voz.
—¡Aquí está!
Sacó un papel verde que resultó ser un tiquet de apartado de lo que parecía ser un pastel.
"Aoyama Market Flower.
Green Tea House."
Leyó Ranma.
—¿Puedes recoger ese pastel por mí? He olvidado completamente que me lo entregaban hoy.
Ranma miró el papel y a Shampoo y luego volvió a mirar el papel, su rostro se inflamó de indignación.
—¡Oye, no! ¡Yo no soy un maldito mandadero! ¡Y esto está en Aoyama!
—Así es, Saotome Ranma — dijo Shampoo, tomando su rol de princesa guerrera, alguien a quien Ranma había jurado respeto y fidelidad por sobre todas las cosas. Luego miró su reloj de pulsera que bailó en su delgada muñeca —Y tienes exactamente una hora y media para llegar antes de que cierren.
Ranma se llevó la mano al pelo y se despeinó el flequillo.
—¿Estás de broma, cierto? —dijo sintiéndose un tanto estúpido.
—Noup —dijo Shampoo acomodándose el cinturón y encendiendo el motor— ¡Te lo encargo mucho! ¡Xiè xiè! —y sacó la mano a modo de despedida sin decir una palabra más.
Ranma se quedó parado viendo como Shampoo desaparecía tras un mar de carros, pensando todas las malas palabras que conocía en mandarín y japonés, al verse sus planes —entrenar hasta estar reventado— esfumarse si remedio. Se acomodó la mochila de la laptop a la espalda y echó a andar. Pensó en tomar el metro, estimó que llegaría en unos veinte minutos, pero decidió que después de estar tanto tiempo sentados con la vista en la computadora, le hacía bien la caminata. Así que, sin otra opción, echó a andar hacia el barrio de Aoyama.
En el camino se compró un okonomiyaki y eso le hizo acordarse de Ukyo, ¿qué sería de su vida? De inmediato pensó en Nabiki Tendo. Él había conocido a las tres hermanas Tendo. Ellas eran una especie de celebridad local por lo hermosas que eran, cada una a su manera. Kasumi, la mayor quien le llevaba cinco o seis años a Akane, era tranquila y apacible; cuando la conoció ella ya estaba casada con un doctor del barrio, del que no recordaba el nombre.
Nabiki, por su parte, era sensual, voluptuosa y terriblemente inteligente. Era temida y amada por igual en la escuela, parecía que no había nada que ella no supiera. Nunca había conocido a alguien que desde tan joven supiera exactamente lo que quería. Ella gustaba de chicas y chicos por igual, y mantuvo una relación con Ukyo. Ukyo era de Osaka y por lo que sabía sólo estaría, al igual que él, un año en Nerima, Tokyo, para aprender una técnica ancestral para hacer Okonomiyakis…o algo así.
Ranma se echó el último bocado a la boca y lamió un poco de salsa que quedó en su dedo. A Ukyo le gustaba vestirse de hombre, recordó Ranma. Ella era también una chica muy hermosa, tanto que había un par de sujetos que gustaban vestirse de mujer y pretenderla, pero en ese momento, Ukyo sólo tenía ojos para Nabiki.
Una ligera sonrisa apareció en su rostro al recordar aquello. Qué escuela más loca.
Por un segundo lamentó no haber podido quedarse más tiempo, tal vez, tal vez si se hubiera quedado más tiempo, Akane…
Ranma sacudió la cabeza. No hacía falta. No hacía nada de falta recordar algo tan distante. El pasado era el pasado. Y en su futuro no había nada más que éxito y gloria.
Tan embebido iba en sus pensamientos que estuvo a punto de pasarse el local. Sin embargo, el letrero negro con las letras "Aoyama Market Flower" en naranja le indicaron que estaba en el lugar correcto.
Ranma bajó unos cuantos escalones que llevaban hacia un piso inferior, que a simple vista parecía ser nada más que un mercado de flores, como el nombre indicaba. Avanzó entre empleados, clientes e incluso turistas tomándose fotos con las flores y se sintió incómodo. Llegó a un enorme ventanal que le mostró al otro lado mesas y diversos comensales sentados. Camareros iban y venían con órdenes. Ranma observó su reloj, faltaba media hora para que cerrara y el lugar se veía aún a reventar.
Refunfuñando contra Shampoo por haberlo mandado a un lugar tan femenino, observó el letrerito que anunciaba la flor de la semana, "Las Peonias". Al abrir la puerta, el olor le pegó de lleno en la nariz, tuvo que boquear un poco para aguantar el malestar que sintió de inmediato. Con ojos llorosos observó bien a su alrededor. ¡Dios! Enredaderas y flores caían de todas partes. Las mesas estaban adornadas con profusos arreglos de peonias que hacían que todo parecía ser sacado de un cuento de hadas. Todo era tan verde.
Pensó en su madre y lo mucho que le gustaría tomar el té en ese lugar. Ese pensamiento lo sacó de su estado de incomodidad inicial y le recordó lo que había venido hacer. Buscó en la bolsa de su chaqueta la nota para recoger el pastel y se acercó a una empleada quien le indicó hacia donde se tenía que dirigir para recoger su pedido. Ranma agradeció y se dirigió de inmediato, quería salir lo antes posible de ese lugar. Esperó mientras traían el pastel con un movimiento de pierna ansioso. Pagó el resto que quedaba de liquidar, tomó el postre con ambas manos y salió del establecimiento.
Cuando llegó a las escaleras que conducían a la calle respiró un poco más tranquilo. No sabía porque, pero había algo que lo había mantenido incómodo todo el rato, más que las propias flores. Cuando dio el primer paso para subir las escaleras escuchó aquella voz que hizo que miles de agujitas invisibles se clavaran en la piel de su cara.
—¡Ranma!
No pudo controlar su cuerpo, cuando fue consiente él ya estaba dando vuelta, reaccionando sin poder evitarlo a esa voz que se dio cuenta era tal y como la recordaba.
Remarcada entre flores, verde follaje y luz naranja ambiental observó aquella silueta y luego vio esos ojos que sabía eran casi negros.
Akane parpadeó un par de veces, luego ladeó la cabeza y muy lentamente, le sonrió.
"No de nuevo", pensó Ranma con el alma hasta en los pies.
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(You Know i)
Love You So Bad
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*Notas y aclaraciones*
Xiè xiè: Gracias
El "Aoyama Flower Market, Tea House",existe en realidad, un buen día me enteré de su existencia y desde entonces supe que tenía que ubicarlo en un fic.
¡HOLA A TODOS!
Esta historia venia girando en mi cabeza desde hace mucho tiempo, pero no quería empezar una nueva sin terminar otra (Hijos de Jade dolorcitodecorazón). Sin embargo, si alguno seguía mi otro fic sabrán ya las motivaciones por las que me decidí a empezar este. Aún no sé cuántos capítulos va a tener esta nueva historia, pero será corta, muy ligera y romántica. Ya tengo otros dos capítulos escritos y si todo sale bien, publicaré uno por semana.
De corazón espero que en esta situación tan difícil todos estén bien. Desde aquí les mando un saludo muy grande y todos mis mejores deseos para ustedes y su familia. Cuídense mucho.
Como siempre agradezco a mi super beta DanisitaM por haber leido esta primero y darme animosssss. No se que haría sin tí! Graciassssssssss!
¡Los leo!
S.R