Una locura completamente nueva para mi! Simplemente amo a este par y pues, las ideas fluyen de una manera sorprendente.
Mafe, gracias por las ideas cuando se me fueron acabando!
Espero que les guste!
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La primera vez que Midoriya vio a sus maestros en una situación un tanto comprometedora, pensó que había sido una mala jugada de sus ojos, por el ángulo en el que se encontraba.
Había ido a la sala de maestros a buscar a All Might, debido a que el rubio héroe había quedado de explicarle algunas cosas que aún no lograba entender de su quirk, para evitar seguir haciéndose un daño extremo cada vez que lo activaba y el horario de almuerzo era el único en el que coincidían ambos.
- Permiso… - se hizo notar cuando ya había dado un paso dentro de la habitación y vio por el rabillo del ojo, como Present Mic, se enderezaba luego de haber estado a la misma altura que su maestro, mientras Aizawa le miraba de medio lado.
- ¿Qué necesitas Midoriya? – Si él no creyera conocer a su maestro, como lo hace, habría pensado que este estaba nervioso y ligeramente incómodo.
- Ehm, esto… estaba buscando a All Might… - el chico de cabellos verdes se llevó una de sus manos a su cabello, nervioso.
De una manera u otra, está seguro de que ha interrumpido algo privado y no sabe bien qué es.
- No se encuentra aquí… - asintió al escucharlo, jugando con sus manos sin saber si debería irse o no.
- Creo que dijo que iría con el director… nosotros le diremos que viniste, Midoriya-kun… - el tono de voz de Present Mic le sacó de su nerviosismo y haciendo una reverencia, agradeciéndoselos, salió de ahí.
- Debes dejar de hacer eso aquí… - fue lo último que escuchó de su maestro titular, seguido de una divertida risa de parte del rubio, justo cuando decidió que apresurar el paso era lo que mejor podía hacer.
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La segunda vez que los volvió a ver en una extraña situación comprometedora, fue una noche que salió a entrenar. Sabía que estaba haciendo algo por lo que podían castigar, estaba saltándose el horario de tope, pero era eso o seguía quedándose atrás.
Estaba entrenando entre medio de unos árboles, intentando mantener por más tiempo el control del poco porcentaje que era capaz de utilizar, cuando escucho la clara y fuerte voz de su maestro de inglés.
- Deberías hacerlo, sabes que te gusta… - el chico de desordenado y verde cabello se agachó, escondiéndose.
Por un lado, sabía que espiar a sus maestros estaba terriblemente mal, pero por otro, no quería recibir un castigo de Aizawa, no otra vez.
- No es cierto… - la siempre apagada voz de su maestro sonó ligeramente divertida cuando le respondió al rubio.
- Si lo hace… te gusta… - el bufido del moreno le estremeció de solo escucharlo, no quería imaginar como estaría el rubio.
- Qué no… - desde su escondite, el adolescente pudo notar que ambos llevaban bolsas de compra en sus manos y solo podía verlos de la cintura hacia abajo.
- Oh vamos Aizawa-kun, sé que sí, las mujeres voluptuosas y extrovertidas te gustan…
El primero en detenerse, justo frente a su escondite, fue su maestro que, dándose media vuelta, quedó de frente al rubio. – Hizashi, basta…
- Peeeero… - por algún extraño motivo, el rubio dejó su exclamación a la mitad, silenciándose, en el preciso instante en que los vio más cerca que nunca.
Aunque aquello duró solo un par de segundos, no se dio cuenta de que había estado aguantando el aire hasta que escuchó al moreno volver a hablar.
- Te concedo lo de extrovertido, pero nada más…
- ¡YEI! Así cualquiera se convence… - el ligero grito del rubio, a pesar de no estar amplificado por su quirk, lo hizo levantar sus manos a taparse los oídos.
- Idiota… - no lo ha visto, pero imagina que su maestro ha negado con la cabeza, en el preciso instante en que ha reanudado su camino, siendo seguido de inmediato por el rubio.
No sabe si fue efecto de la oscuridad a esas horas, pero podría estar seguro de que ha visto la mano de Present Mic tomar la de Eraser, y este, por muy extraño que parezca, no ha rechazado el gesto.
El chico se restregó los ojos y volvió a asomarse, viéndolos avanzar uno junto al otro, pero con las manos separadas.
Si, definitivamente había sido producto de la noche y su extraña imaginación.
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La tercera vez que ocurre, Deku ya no confía ni en su cabeza. Porque está completamente seguro, o casi, de lo que cree haber visto. Pero ha durado tan poco, que después de unos segundos, entra en la duda.
Iba después de almuerzo camino al patio para encontrarse con sus amigos, cuando dio la vuelta en una esquina y se topó con el maestro de la clase 1-A de espaldas a él, mientras que frente a este, estaba el rubio y extrovertido héroe, Present Mic, o mejor conocido como su maestro de inglés, demasiado cerca para ser normal, demasiado cerca para ser siquiera natural.
Una de las manos del rubio estaba en el hombro del moreno y Deku está completamente seguro, de que están besándose.
Se devolvió sobre sus pasos sin que lo notaran y apoyó su espalda en la pared, sintiendo su corazón latir apresuradamente, mientras sentía las mejillas calentarse.
- Estoy seguro de que tus ojos están demasiado rojos. – Deku escuchó al rubio, sin atreverse siquiera a respirar. Siente el calor en sus mejillas aumentar de ser posible y sus manos sudorosas, mientras anhela, que no vayan en su dirección.
¿Por qué la voz de Present Mic ha sonado tan ahogada?
- ¿Y debías hacer aquello para comprobarlo? – la varonil voz de su maestro lo hizo tragar hondo.
¡Por qué diablos le tenía que pasar eso a él!
- Es la única manera en la que me dejas acercarme… - un suspiro por parte de su maestro y una leve risa por parte del rubio.
- Hay personas que no me dejan dormir en la noche, de ahí dan de ser mis ojos rojos…
Al adolescente le costó pasar saliva. ¡Quería que la tierra se lo tragara!
- ¿En serio? – una risa por parte del rubio. – Ha de ser una persona encantadora, para querer pasar la noche entera en vela contigo…
- Si claro… encantadora… - el énfasis en la última palabra puso más nervioso aún al peliverde justo cuando sintió el ruido de una carpeta chocar con algo, mientras la estridente risa del rubio hacía eco en las paredes. - ¡Tus exámenes!
- Gracias Shou, eres lo máximo… - no los vio, pero imaginó la escena claramente, la amplia sonrisa del rubio y el revoloteo de ojos del moreno.
- Si, si claro, como digas…
Lo escuchó cada vez más lejos, por lo que agradeció a un Dios si es que existe, que haya sido en la dirección contraria a la suya.
Siguió ahí unos minutos más, intentando controlarse y borrar las imágenes que creía haber visto.
Después de un tiempo, cuando iba al fin camino al patio, el adolescente terminó por autoconvencerse de que había visto mal y Present Mic solo estaba así de cerca de su maestro porque estaba viendo sus ojos, no porque estuvieran besándose, cómo creyó imaginar en un comienzo.
Si, era mejor creer eso.
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La cuarta vez que le pasa lo mismo, que ya hasta cree que es algo contra él, es completamente diferente. La situación es distinta.
Cualquiera creería que le ha dado por ser voyerista o algo similar, pero siempre encuentra a sus maestros en situaciones comprometedoras y termina quedándose ahí para que no lo descubran.
En la UA existe una sala de descanso para todo el personal docente, él lo averiguo a comienzos de año, cuando All MIght lo llevó ahí para conversar. Por lo que está bastante familiarizado con el lugar. Es por ello que ese día viernes está ahí, justo después de que acabaran las clases, para poder conversar con el rubio sobre algo que descubrió de su quirk heredado.
Lo que no se espera, es ver a su maestro echado en uno de los sillones, con la cabeza apoyada en las piernas de Present Mic, mientras este juega con sus dedos entre sus desordenados mechones de cabello, intentando, por lo que ve, en vano desenredarlos.
Debido a que se encuentra de lado a ellos y no en el campo de visión de ninguno, es que decide no moverse. Se encuentra hipnotizado con el momento.
- ¿No has dormido anoche tampoco? – es solo un susurro y lo sorprende.
De todo el tiempo que lleva estudiando ahí, jamás pensó que el héroe capaz de romper los vidrios tan solo con su voz si se lo proponía, sería capaz de hablar tan despacio y suave.
Imagina que su maestro ha negado con la cabeza, porque no ha escuchado nada salir de sus labios, cuando el rubio volvió a hablar. – No se si sentirme halagado o qué, de que esta vez no sea mi responsabilidad…
No son más que susurros, pero los escucha demasiado claros, mientras siente su corazón latir apresurado.
El momento es demasiado íntimo y siente qué si se mueve, aunque sea para salir de ahí, romperá el extraño hechizo.
- Creo que prefiero cuando es tu culpa… - otro susurro más.
- Si, creo que yo también… - el rubio sonrió y Deku fue consciente de como los largos y finos dedos del locutor de radio hicieron un viaje por el rostro del moreno, delineando con una de las yemas de sus dedos la cicatriz bajo el ojo derecho de su maestro. – Duerme un rato…
- No puedo, debo corregir unas cosas… - el ademán de levantarse fue claro, pero el rubio no se lo permitió, obligándole a permanecer en la misma posición.
- Ya lo harás luego…
No hubo reclamos ni objeciones al respecto y por primera vez, el adolescente comprendió todo lo que ha estado observando de pura casualidad entre ellos.
Sinceramente no supo como sentirse, pero cuando salió de ahí, sin que le vieran, se sorprendió de que una amplia sonrisa adornada su rostro.
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La quinta vez que le pasa, ya se siente completamente molesto. Está cansado de ser el único al que le tenga que ocurrir algo así. Hasta ha estado tentado de interrumpirlos y que se den cuenta de lo que hacen, de que cualquiera puede pillarlos y que no todos son tan discretos como él. Más aún considerando todo el tiempo que lleva encubriéndolos.
Pero no puede, porque en esa oportunidad unos cuantos pasos atrás de él venían caminando Iida y Uraraka, conversando alegremente, después de terminar la última clase del viernes.
Por algún motivo importante, que en ese momento no recuerda, debían desviarse por los estacionamientos, pero jamás creyó que ahora en ese lugar, tendría que presenciarlos.
Ya no eran situaciones que él pudiese malinterpretar, no. Ahora era completamente directo y debía actuar rápido antes de que sus amigos también los vieran.
¡Por qué!
Present Mic estaba, por lo que Deku supuso, en el asiento del conductor de su propio auto, mientras al lado de este, se encontraba su maestro titular. Ese no era el problema, sería una situación completamente normal, sino fuera porque ambos estaban besándose, sin preocuparse por lo que ocurría a su alrededor.
Haciendo lo primero que se le vino a la cabeza, el adolescente concentro su quirk en su dedo y lanzó aire comprimido hacia el auto, reventando en el proceso el vidrio del lado donde estaba el moreno.
Claramente ambos se separaron en ese mismo instante, sorprendidos y fueron capaces de ver unos cabellos verdes perderse en la esquina contraria a la que ellos estaban.
- ¡Acabo de recordar algo! – prácticamente gritó, llamando la atención de sus amigos.
Ambos chicos lo miraron confundido y le siguieron de regreso, sin entender bien qué ocurría.
Deku sabía que debía sentirse culpable, había roto el auto de uno de sus maestros y el castigo, si es que le habían visto, podría ser terrible, pero sinceramente, no le importaba. Se lo merecían por todo lo que lo habían hecho pasar esos meses. Por descuidados y exhibicionistas.
Por otra parte, el par de adultos había salido del auto, a ver qué diablos había pasado y por qué el vidrio había explotado de esa manera.
- ¿Ese era Midoriya-kun? – la divertida y un tanto nerviosa voz del rubio, solo logró que el moreno frunciera más el ceño.
- No sé por qué te sigo en estas estupideces… - llevó una de sus manos al puente de su nariz, suspirando.
- Oh cariño, porque te encanta, aunque prefieras jugar al gato gruñón… - si la mirada matara, Present Mic sería un hombre muerto hace mucho tiempo.
- No tientes tu suerte Yamada…
Pero él era inmune a esos fríos ojos, así que simplemente optó por reír. – Ahora tendré que ir a cambiar el vidrio… me deberás pagar la mitad.
- Olvídalo… - poniendo las manos en sus bolsillos, Aizawa comenzó a alejarse de ahí.
- ¡Pero Shouta! – el reclamo exagerado y el puchero en labios del rubio, no fueron suficientes para detener al maestro de la clase 1-A, mientras se alejaba y lo dejaba solo en medio del estacionamiento.
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Si había algo que el rubio de mechas de clavo odiaba, era que lo usaran para los mandados, para eso estaban los alumnos nerd, como Deku. Pero no, ahí estaba él, en camino hacia el dormitorio de Present Mic a entregar unos papeles que Midnight le ha pedido llevarle a su maestro.
Lo primero que hizo cuando se los pasó media hora atrás, fue ir directo al lugar dónde sabe duerme el moreno de ojos cansados, pero después de estar 15 minutos fuera, llamándolo, decidió que definitivamente no estaba ahí, por lo que se devolvió sobre sus pasos a la sala de maestros.
Cuando llegó y se lo comento a la mujer, ella simplemente tomó su celular y frunció el ceño al recibir el buzón de voz al otro lado.
Ahora bien, si Bakugo es sincero consigo mismo, no entiende por qué debe ir al dormitorio del extrovertido maestro de inglés, pero tampoco lo cuestionó, con tal de salir luego de todo aquello y no seguir siendo acosado por la voluptuosa maestra, simplemente accedió a hacerlo. De malas ganas es cierto, pero lo hizo.
Cuando llegó al lugar suspiró y tocó la puerta, bastante fuerte a decir verdad, pero no obtuvo respuesta.
Eso era todo, no estaba para los mandados de nadie, así que dio media vuelta sobre sus pies y cuando dio un par de cosas, sintió un fuerte golpe dentro del dormitorio.
Alzó una ceja, molesto. ¿Si Present Mic estaba ahí, por qué no le abría?
Volvió a tocar la puerta con sus nudillos, mucho más fuerte que antes y cuando estaba por hacerlo una tercera vez, con más fuerza, esta se abrió, revelando a un rubio un tanto sorprendido al otro lado.
El adolescente no puede negar que lo ha sorprendido lo que está mirando.
El largo y rubio cabello del héroe está completamente desordenado y lo trae suelto, por lo que cae con poca gracia por su espalda. Trae encima una camisa mal cerrada con los botones desalineados y trae los pantalones puestos, pero sin abrochar. Sus lentes, ahora trasparentes, le dejan ver sus verdes ojos, que lo analizan unos instantes.
¿Será que lo ha despertado?
- Bakugo-kun, ¿qué necesitas?
Su voz suena con una leve urgencia que el muchacho no es capaz de entender y sabe que se le ha quedado mirando fijo unos segundos.
- Busco a Aizawa-sensei… me dijeron que estaba aquí… - Present Mic ladeó ligeramente la cabeza al escucharlo.
¡Un momento! ¿Cómo era que el rubio estaba durmiendo si tenía compañía? Eso no tenía sentido.
- Uhm… ¿A Shouta? – el adulto rio nervioso y le apuntó con un dedo. – Un segundo…
Cuando estaba a punto de cerrar la puerta y dejar al explosivo muchacho en el pasillo, volvió a abrirla. - ¿Quién te dijo que estaba aquí?
El chico alzó una ceja, molesto. – Midnight-sensei, debo entregarle unos papeles…
Puede que él no tenga mucha experiencia en la vida, pero supo reconocer esa mirada como una de burla. – Ah ok… un segundo.
Ahora sí, la puerta se cerró prácticamente en sus narices, cosa que lo hizo bufar sumamente molesto.
Estuvo tentado en irse, pero fuera como fuese, Present Mic era su maestro y no debería desobedecer una orden directa. ¡Aunque ganas no le faltan!
La puerta volvió a abrirse un par de minutos después y si Bakugo creyó que el rubio estaba desordenado cuando apareció, su maestro no tenía definición alguna.
Traía puesta una extraña polera roja que le llegaba a medio muslo y que podría jurar, no era suya. Justo cuando lo miró hacia abajo, notó que no traía pantalones y en verdad, no quiso ni siquiera pensar el por qué.
Tenía la ligera sensación, de que ahí estaba pasando algo diferente.
- ¿Qué ocurre Bakugo? – el tono siempre ronco y tosco lo sacó de sus cavilaciones.
- Traigo esto para ti… - la mirada de alerta no pasó desapercibida para él. – Para usted profesor… - le extendió el sobre con los papeles y de pronto se sintió sumamente cohibido.
- ¿De quién? – el moreno lo recibió, sin dejar de mirarlo.
- Midnight-sensei… - respondió arrogante. Le molestaba aquella situación.
¡Por qué tenia que estar él presenciando algo tan privado en la vida de su maestro! Sinceramente no le interesaba.
- Oh… - fue lo único que salió de los labios de moreno, en el preciso instante en que el rubio volvía a aparecer en escena.
- Bueno, eso era todo… no lo molesto más, Aizawa-sensei… puede seguir en lo suyo… - le movió las cejas sugestivamente y se dio media vuelta.
Incluso antes de que el hombre tuviera tiempo de reaccionar, Bakugo arrancó de ahí con una amplia sonrisa en la cara.
Sinceramente esperaba que después el alto hombre no se la cobrara.
- Nemuri se pasa a veces, en serio… - fue lo último que escuchó cuando llegó a las escaleras.
- Ya sabes cómo es… - Hizashi cerró la puerta, encerrándoles a ambos en el dormitorio.
- Por lo mismo, se pasa… - Aizawa tiró el sobre encima de un sillón y acorralo al rubio contra la pared. - ¿En qué estábamos tu y yo antes de la interrupción?
El más alto de ambos sonrió ampliamente, acortando la distancia entre ambos y devorando la boca contraria.
Aizawa ya tendría tiempo de hablar con el explosivo adolescente y ponerlo en su lugar por lo que le había dicho, ahora tenía mejores cosas que hacer.