Ranma ½ y todos sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi
-Diálogos-
~Pensamientos~
Parte 1. SUERTE.
El desconocido tomaba velocidad y lanzó con todas sus fuerzas un uppercut que no logró conectar, su rival con una destreza y agilidad felina dio un salto hacia atrás. Con una sonrisa en el rostro, saludo al desconocido y se puso en guardia.
El hombre, que más que un humano parecía un oso: tosco, enorme y peludo gruño con furia y lanzó una pierna para darle una fortísima patada al chico; que, no dejaba de sonreír, aunque estuvieran en medio de tremenda pelea.
Él joven tranquilo le golpeo con su pie de manera que, la pierna del desconocido emitió un chasquido terrible. El tipo se dejó caer de lleno en el suelo de la arena emitiendo unos gritos horribles, su pie colgaba de forma extraña. Parecía que a un muñeco de peluche le habían puesto una pata chueca. Era una escena dolorosa de ver.
El réferi se acercó al tipo y después de unos segundos levanto y agito los brazos dando por finalizado el encuentro.
El chico vencedor levanto el puño al cielo en señal de victoria, su rostro seguía mostrando una sonrisa cargada de seguridad. Las luces le daban de lleno en el rostro haciendo que sus ojos azul oscuro brillaran como si fueran dos piedras preciosas.
- ¡Oh! - Suspiraron sonoramente Asami y Sayuri frente al televisor.
- Es tan guapo - exclamo Asami
-Sí. Y además es fuerte, rico, popular y ¡soltero! - la secundo Sayuri.
Akane se encontraba en su mesa de trabajo, estaba patronando unos vestidos mientras veía a sus dos amigas (y supuestas asistentes) suspirar y chillar por un tipo que estaba peleando en la televisión. No lograba entender que tenía de especial ese individuo para ponerlas tan chifladas.
- ¡Hey par de locas! Apaguen ese aparato y ayúdenme aquí. Aún tenemos mucho trabajo por hacer- les gritó lanzando una mirada feroz. Las tres eran muy amigas y Akane era más que feliz trabajando con ellas; excepto en días como ese; tenía mucho trabajo atrasado y eso la ponía de malas.
Las dos chicas se miraron de reojo en silencio, sabían que cuando su jefa se estresaba, el mal humor era quien hablaba por ella.
-Akane relájate. Trató de conciliarla Sayuri. Los vestidos van bien, estarán listos para la gran boda, deberías de tomarlo todo con más calma. -
Asami se acercó a la peli azul y la rodeo con un brazo en un caluroso apretón –Todo saldrá perfecto, ya verás. Akane le devolvió el gesto con una cálida sonrisa. -Además, que mejor que calmar los nervios que deleitándote la pupila con un hombre tan guapo como ese – concluyó Asami señalando la pantalla del televisor, donde aún se apreciaba en primer plano el rostro del peleador victorioso.
Akane miró el televisor y puso una mueca. El chico que el aparato proyectaba no era para nada su tipo. Suspiro fuerte y se dirigió de nuevo a sus amigas –En su día libre podrán babear y gritar por cuanto hombre se les cruce por el camino, pero hoy necesito que pongan toda su loca energía en terminar estos vestidos. Por favor. - suplicó.
Sin más remedio Asami y Sayuri comenzaron a trabajar, Después de todo Akane era la diseñadora, la jefa.
.
.
.
Después de terminar el trabajo del día, Akane abandono su estudio de diseño de modas y se encamino a la estación de trenes. Quería visitar a su padre antes de volver a su casa. Ya hacía varios años que se había independizado y rentaba un pequeño departamento no muy lejos de su estudio.
Nabiki le había aconsejado que se comprara un automóvil para que se pudiera mover cómodamente por la ciudad, pero Akane creía que debía ir con calma. Su nombre aun no figuraba entre los grandes diseñadores y sentía que un automóvil era en lujo que aún no se podía dar. Además, no le molestaba caminar por la ciudad.
Era una chica atlética (siempre lo había sido) y todos esos años de entrenamiento con su padre en el dojo le habían dejado un cuerpo delgado, torneado y resistente que le permitía moverse cuanto quisiera.
Al subir al tren sintió varias miradas, pero como ya estaba acostumbrada sólo las ignoro. Además de su espectacular cuerpo poseía una melena azulada media que le rozaba los hombros cada vez que se movía y una piel nívea que resaltaba sus oscuros ojos cafés. A donde quiera que fuera llamaba la atención masculina, ella no sólo era bonita, era iridiscente.
Después de 30 minutos de camino llego a la casa de Kasumi. Desde que su padre se había retirado se había ido a vivir con su hermana mayor. Y eso había sido lo mejor, ella y Nabiki no pasaban mucho tiempo en sus respectivas casas y tampoco eran muy hogareñas. No obstante, lo visitaban todo el tiempo, casi parecía que ellas también vivían en ese lugar.
- ¡Hola! ¿Papá? ¿Kasumi? Grito Akane desde la entrada, era un hogar grande y acogedor, justo como la sonrisa de la propietaria. Esa casa le parecía el lugar más seguro del mundo, le gustaba estar en ella, aunque después de la boda, tal vez ya no podría pasar tanto tiempo ahí como lo hacía ahora.
-Hija mía, estoy en la sala- contestó el patriarca Shoun Tendo. - Ven conmigo a ver el programa.
La peli azul se encamino hacia donde se encontraba su padre, lo encontró viendo una entrevista. Era el mismo peleador por el que suspiraban las locas en el trabajo. Seguramente su papá estuvo mirando la pelea también.
Se dejó caer en el sillón a un lado de él y se acomodó para que éste le hiciera mimos.
- ¿Qué pasa Akane-chan? ¿Aún sigues con los preparativos para la boda? Le pregunto en tono cariñoso su padre. El señor Tendo amaba tres cosas en esta vida: A su difunta esposa, a sus tres hijas y las artes marciales. Así que cualquier cosa que involucrada algo de lo antes mencionado merecía toda su atención.
Akane suspiro e hizo un puchero con los labios –no creí que una boda llevara tanto trabajo. No vuelvo a hacer esto nunca más-
Shoun miro a su hija y soltó una fuerte carcajada –pero Akane-chan, si ya no piensas hacer esto nunca más; entonces ¿Cuándo llegue tu boda, quien se va a hacer cargo? - le pregunto mientras le acariciaba el cabello como si fuera una niña pequeña.
- ¡Nadie! Ya sabes lo que pienso del matrimonio papá. Argumentó ella.
- ¡P-pero Akane-Chan! Sollozo su padre, ahora el que ponía pucheros era él.
Akane sabía de sobra que el sueño de su padre era verla casada con un gran hombre. Pero ella no creía en el amor y el matrimonio. Solo se había enamorado una vez y las cosas no salieron muy bien; así que había decidido dedicar su vida entera al trabajo.
- ¡Papá! Kasumi y Nabiki estaban entrando a la casa cargadas de bolsas.
Akane y su papá dieron por cerrada la plática del matrimonio y se dirigieron a su encuentro.
- ¡La novia! mi Kasumi y mi Nabiki, canturreo el hombre cuando se acercó a saludar a sus hijas mayores.
Era evidente que él más contento con el matrimonio de Kasumi era el señor Tendo. Por fin su hija mayor se casaría con el buen doctor Tofu y pronto le daría los nietos que tanto añoraba. Además, Nabiki también ya estaba prometida con Kuno, una persona un poco chiflada para su gusto, pero encajaba bien con la mediana de sus hijas. La única que faltaba por sentar cabeza era Akane, la testaruda rebelde. Todas las noches le rezaba a su difunta Naoko para que hiciera entrar en razón a la cabeza dura de su hija menor.
Akane se acercó a ayudar a sus hermanas con las enormes bolsas –Pero, ¿qué rayos? ¿A caso compraron todo el almacén? Dijo al ver las bolsas con perfumes, maquillaje, ropas, y demás artículos no dejaban de aparecer por todos lados.
Kasumi soltó una pequeña risita –Nabiki insistió en que compráramos todo lo que me gustara. De hecho, Tofu viene con más cosas, las está bajando del automóvil-
La peli azul asomo la cabeza por la puerta de entrada y efectivamente ahí estaba el doctor Tofu, peleando con varias bolsas. Porque por más que lo intentara ya no le cabía ni una sola cosa más en los brazos, pero aún quedaban varios paquetes regados en el piso de la entrada.
-iré a ayudar al doctor Tofu dijo Akane, mientras abandonaba la estancia y se dirigía hacia la entrada.
-Hola Doctor Tofu, permítame ayudarle con las bolsas.
-Oh Akane-Chan ¡Gracias! Esto es de locos ¿No crees? Exclamo él con su típica sonrisa bonachona en los labios.
Akane lo miro con nostalgia. El siempre amable Doctor Tofú había sido su primer y único amor. Recordó como se había enamorado del él cuando aún era una niña de primaria y como ese amor inocente había ido creciendo a lo largo de los años.
Hasta que un día Kasumi le dijo que ella y el doctor empezaban una relación. Su corazón adolescente se quebró en mil pedazos. Ya habían pasado 13 años desde que se enteró que el doctor amaba con locura a su hermana mayor y viceversa. Dio gracias a que ambos eran terriblemente lentos y que les haya tomado más de 10 años llegar al matrimonio, porque así su corazón pudo sanar y olvidar.
Y aunque ya no sentía más que un gran afecto por el doctor, siempre se alegraba de verlo, era un gran amigo y en un par de semanas ahora sería parte de su familia.
Terminaron de llevar todas las compras a la estancia y después de un rato toda la familia estaba sentada esperando por la cena que preparaba Kasumi.
-Y Akane, ¿cómo van esos vestidos? Pregunto Nabiki para amenizar el ambiente en lo que esperaban la comida.
-Bien, Asami y Sayuri están a cargo de los vestidos de las damas. Sonrió al percatarse de la mala cara de Nabiki. –No te preocupes, ellas son las mejores y estoy supervisando de cerca que tu vestido cumpla con todo lo que pediste.
Nabiki le devolvió la sonrisa –perfecto-. Contestó.
Su hermana siempre había sido una aficionada de la moda y fue la primera en apoyar su carrera de diseñadora. Sobre todo, porque eso implicaba que tendría diseños exclusivos gratis para siempre. Y vaya que Nabiki sabia lucir muy bien su línea ejecutiva.
Ésta se había convertido en una exitosa abogada mercantil que trabajaba para el gobierno. Con el paso de los años su carácter frio y manipulador le había ayudado a escalar alto en su profesión. Era temida y respetada por igual. El único que podía sacar su lado tierno era su prometido Kuno Tatewaki. Habían sido compañeros en la preparatoria y aunque al crecer sus caminos habían tomado rumbos separados se volvieron a encontrar cuando Nabiki tuvo que hacer unos contratos con las empresas constructoras de Kuno y los demás es historia. Ahora se encontraban comprometidos.
Kasumi por otro lado, era una chef especializada en la comida tradicional japonesa. Tenía un pequeño restaurant muy popular en el centro de la ciudad; y aunque Nabiki había insistido mucho en que se expandiera a otros puntos; la mayor se había reusado. No obstante, si le hizo en caso en publicar varios libros de cocina y pronto estrenaría un programa de televisión. También era exitosa y estaba por casarse con el amor de su vida
Akane la menor, a sorpresa de todos (porque creían que se dedicaría a las artes marciales o algo relacionado a ello) se decidió por la carrera de diseño de modas. Y aunque llevaba pocos años ejerciendo, se había ido haciendo un hueco en la gran industria de moda en Japón. Muchos la veían como una gran promesa, por sus diseños únicos, frescos, femeninos y versátiles. En estos momentos se encontraba trabajando de lleno en el vestido de novia de Kasumi. En su vida no había cabida para el amor, así que estaba soltera y quería seguir estándolo por mucho tiempo.
Después de cenar con su familia, Akane se despidió cariñosamente de ellos y se encamino a su departamento. Al llegar a su pequeña casa se deshizo de los zapatos que llevaba puestos y se dejó caer en el sofá. Estaba por levantarse para tomar una cerveza del refrigerador cuando escucho el pitido de su celular.
-Un mensaje de Ryōga, se dijo a si misma
Akane te tengo excelentes noticias ¿Qué te parece si mañana comemos juntos? Y te platico todo
Akane se preguntó que noticias le tendría su amigo y como hace un par de semanas que no se veían, acepto gustosa de inmediato.
¡Hola Ryōga! Claro, ¿te parece bien a las 12:00 en el café que se encuentra frente a mi estudio?
Apenas había soltado el celular cuando volvió a chillar con la respuesta. Ryōga siempre era rápido para contestar sus mensajes. Eso le gustaba de él, era confiable y atento.
¡Perfecto! Es una cita
.
.
.
La mañana había pasado rápido y sin darse cuenta ya pasaban un par de minutos después de las 12. Akane seguía sumergida en su trabajo cuando su celular comenzó a brillar y un suave tono le aviso que tenía un nuevo mensaje en su buzón
¿Y nuestra cita?
La peli azul abrió los ojos como platos y busco la hora en el reloj de pared que colgaba frente a su mesa de trabajo, marcaba las 12:10. Agarro su bolso y salió corriendo del lugar.
Ryōga la esperaba en una mesa que daba justo al frente de la puerta del edificio donde se encontraba el estudio de Akane; así que, la vio salir. Llevaba puestos unos jeans que se ajustaban perfectamente a sus torneadas piernas, acompañados de una blusa vaporosa color rosa con flores y su cabello estaba recogido en un moño alto algo despeinado que había dejado varios mechones de cabello regados por su sien y su nuca dándole un aspecto fresco y relajado; todo acompañado con un bello tono de rosa pálido en los labios.
El chico sonrió ampliamente al verla, la quería con toda el alma desde el primer momento en que se habían conocido. Fue cuando estaban en la preparatoria: él se había perdido, no encontraba su casa y en lugar de dar con el camino hacia su hogar llegó al dojo del papá de Akane. Cuando la vio entrenando junto a otros chicos supo que jamás la olvidaría; así que, se inscribió y entrenó en el dojo Tendo durante toda su adolescencia para estar junto a ella. Con el paso de los años se convirtieron en buenos amigos y aunque intento confesársele en muchas ocasiones, nunca lo logro. Sabía que el corazón de Akane estaba ocupado por alguien más y se dio por vencido. Sería su amigo por siempre.
Ahora él está junto a Akari y es feliz (muy feliz). Pero, era consiente que una parte de su corazón siempre iba a estar enamorada de Akane.
Cuando ella ya se encontraba los suficientemente cerca él se levantó de la mesa y abrió los brazos para recibir a su amiga, Akane sonreía ampliamente cuando se acercó a abrazar efusivamente a Ryōga.
-Ryōga ¡Lo siento tanto! Estaba…
-Sumergida y concentrada en tu trabajo como sueles hacer. La interrumpió el chico mientras le acomodaba la silla. Tu siempre tan despistada Akane. Dijo en un tono cariñoso.
Akane se sonrojo poquito. Le dio un ligero golpe en el hombro a su amigo cuando éste se sentó frente a ella – Sí, sí, sí. Ya sé que me conoces muy bien. No sé para qué pierdo mi tiempo tratando de explicar algo que ya sabes de sobra. Sonrió y observó rápidamente el rostro de su querido Ryōga. Era un chico muy dulce y atento; además que, poseía un físico increíble (no en vano era entrenador personal) y era muy guapo. Muchas veces deseo enamorarse de él, aunque nunca pudo llegar a verlo como algo más que un amigo, el hermano mayor que nunca tuvo.
-Bueno. Y dime Ryōga ¿Cuáles son esas noticias tan emocionantes que me tienes? Preguntó Akane mientras veía el menú del lugar.
Él la miro lleno de emoción como si fuera a entregarle un regalo - ¿Qué pensarías si te dijera que te he conseguido el cliente que elevará la fama de tu estudio por los cielos?
Akane no levantó la mirada de la carta, seguía pensando que ordenar. Su amigo se codeaba con gente muy importante dentro del mundo de los deportes, pero no sabía que conociera gente de la farándula, personas para quien, ella podría diseñar algún vestuario - ¿A qué te refieres? Habló entre dientes.
Ryōga sin poder aguantar más, declaró: - Te conseguí un contrato con el artista marcial más exclusivo del momento… Ranma Saotome.
La peli azul levanto la mirada y abrió la boca formando una gran "O" después de unos segundos estalló en risas. El chico cambio su cara de alegría por una de confusión total - ¿Qué es tan gracioso? Le cuestionó
Akane daba ligeros golpecitos con sus puños en la mesa mientras trataba de contener las carcajadas –Ryōga, es que no entiendo que le voy a diseñar a ese artista marcial ¿unos boxers? Creo que mi talento da para más; comentó mientras se echaba aire en la cara con el menú para disipar las gotitas de lágrimas que se le habían acumulado en las comisuras de los ojos causadas por tanto reír.
El chico puso los ojos en blanco –Tal vez no lo sepas, pero Ranma Saotome en estos momentos es la estrella del deporte más redituable. Todos quieren que él promocione sus marcas. Es una máquina para hacer dinero.
Akane lo escuchaba sin mucho ánimo –Aja, pero ¿dónde entro yo y mis diseños en todo esto?
-Ranma quiere alguien que, pues le diseñe sus trajes de pelea; además planea lanzar una línea de ropa deportiva. Y por si fuera poco siempre está acudiendo a fiestas, beneficencias y otras tonterías donde necesita atuendos de diseñador. Ahí es donde entras tú, la mejor modista de modas de todo Japón. ¡Serias su diseñadora personal!
La chica sonrió por el cumplido –No lo sé Ryōga. En lo de los atuendos para fiesta no hay problema; pero nunca he diseñado ropa deportiva. No creo poder hacerlo bien. Comentó un poco insegura.
-Vamos Akane. Eres la mejor y tus diseños son únicos. Estoy seguro de que a Ranma le va a encantar tu trabajo. Además, tienes suerte, ya hablé con él y está más que interesado.
La peli azul tomo aire. Seguro que su amigo no la tuvo fácil para conseguirle esa oportunidad. No podía defraudarlo. Soltó Sonora mente el aire que contenía en sus pulmones - Muy bien lo haré. Finalizó
El chico sonrió ampliamente dejando ver sus dientes - Sé qué harás un excelente trabajo.
Akane sintió como su corazón se llenaba de luz con la sonrisa que le regalaba Ryōga, era su mejor amigo y lo adoraba.
–Pero, no me has dicho ¿como es que conoces a ese Ranma Saotome? Averiguó Akane
-Fuimos compañeros durante la secundaria. Y hace poco él se enteró que soy el mejor entrenador de Japón y me buscó; lo he estado entrenando desde hace un par de meses. Le explicó su amigo con orgullo.
-¡Pero que guardado te lo tenías! Le respondió ella en tono burlon.
-Ya sabes que soy una persona reservada. Se rio Ryōga y Akane sonrió.
Continuaron platicando de lo acontecido en sus vidas y después de un rato se fueron del lugar. Ryōga acompañaba a Akane a la puerta de su edificio y mientras se despedían le dijo
-Akane, sólo un consejo para cuando estés con Ranma.
La chica arqueó sus cejas en un gesto de confusión, no comprendia porque necesitaba consejos para trabajar con el deportista.
-Él es, pues como decirlo. Un torpe con las mujeres. Nunca ha convivido mucho con ellas y tampoco ha tenido buena suerte con las chicas; así que, es un algo rudo, no lo tomes personal. No es por ti. Él solo es un idiota, en el buen sentido de la palabra.
A Akane le pareció gracioso el comentario, le agradeció a Ryōga y se despidió de él.
Cuando regreso a su oficina se sentó en su escritorio y prendió su laptop. Enseguida puso en el explorador de internet "Ranma Saotome" y empezó a buscar fotografías del artista marcial. Encontró muchísimas ~ Vaya sí que es popular ~ pensó y siguió mirando miles de imágenes, hasta que vio una que llamó su atención. Había sido tomada por un paparazz, el chico no estaba posando para la cámara, solo iba caminando por la calle llevaba puesta una camisa azul claro que resaltaba enormemente sus ojos, unos vaqueros y unas zapatillas conversse blancas. Era un atuendo sencillo pero efectivo. Lo hacía ver guapo, joven y muy masculino.
-Este trabajo se empieza a poner interesante. Masculló Akane mientras seguía analizando la figura del chico.
Gracias por leer.
B.