Disclaimers: La corda d' oro no me pertenece, el videojuego es propiedad de Koei. La adaptación a anime le pertenece al estudio Yumeta company. La adaptación a manga corre a manos de Yuki Kure, al igual que el diseño de personajes del videojuego.

Resumen: Un accidente de auto le arrebata a Len la oportunidad de ser feliz. ¿Lograra sobreponerse del golpe fatal de posiblemente perder a la mujer que ama?

Ave maría.

Enero.

Prov. Len Tsukimori.

La nieve cae, cubriendo todo a su alrededor. Las montañas. Los árboles. Las carreteras. Mis sentimientos por ti. Cada parte de este país, es cubierto por la nieve, símbolo de la época en la cual se encuentra Japón. Usualmente, la visita al templo reglamentaria de mi familia, dando gracias por un año más de salud, física y mental. Pero este año es diferente. Este año, cada parte de mi ser cae en desesperación ante la noticia. Hino Kahoko sufrió un accidente automovilístico y se debate entre la vida y la muerte en el hospital.

Febrero.

Prov. Ryotaro Tsuchiura.

El tiempo, transcurrió. Es el día de San Valentín. En años anteriores, Hino solía regalarme un chocolate por obligación. Este año, no puede. El accidente en el cual se vio envuelta, casi le arrebata la vida. Por obra de un ser celestial, un milagro, ella sobrevivió. Pero el golpe no ha desaparecido, permanece ahí, impidiéndole despertar. Ella se encuentra en coma, el golpe en su cabeza afecto en gran medida a su salud, impidiéndole sanar. Ella lucha por su vida. Y yo solo soy un espectador más en su batalla.

Marzo.

Prov. Azuma Yunoki.

Es 14 de marzo. Día blanco. Tal como años anteriores, suelo regalarle un presente a Kahoko por tomarse las molestias de prepararme un chocolate cada año, a pesar de su agenda ajetreada. Decido visitarle, como cada fin de semana. Su madre es agradable, veo de donde heredó la dulzura que le caracteriza. Su hermana, suele mirarme con cierto anhelo, algo que me molesta. Su hermano menor, simplemente me mira como si tratara de arrebatarle a su hermana mayor. Entró a su habitación, deteniéndome en la entrada sin atreverme a ir más allá. Quizás los monitores y el sonido desagradable, aunado al respirador y el repiqueteo de los latidos de su corazón, ocasionan en mí sensaciones de naturaleza variada. Desde odio hacia el imbécil que lastimo a mi juguete, hasta odio a mí mismo por la impotencia de no protegerla debidamente. Ella es mi juguete, me pertenece. Sin atreverme siquiera a mirarle, me acercó lo suficiente a ella, depositando en su mano un regalo. Su regalo por el día blanco.

Abril.

Prov. Kazuki Hihara.

Kaho–chan no despierta. No reacciona ante las voces de su familia, sus amigos, aquellos que lloramos su desgracia. Día a día le visito, platicándole sobre mi día, expresándole mi sentir. Pero ella no reacciona. Ni siquiera mueve parte alguna de su cuerpo. El doctor explica que su cuerpo necesita sanar, el golpe recibido en la cabeza, ocasionó una lesión difícil de tratar, pero ella está luchando, peleando por su vida. Y eso es bueno, siempre lo es. Nadie pierde la esperanza, ni siquiera yo. Pero he de admitir que por un momento, solo un instante, pierdo la esperanza.

Mayo.

Prov. Keiichi Shimizu.

Kaho–senpai no despierta. Solía ser quien dormía todo el tiempo –en algunas ocasiones, usando su pierna como regazo– pero ahora ella duerme y no puedo despertarle. Ella es la bella durmiente, en espera del beso de su príncipe azul. Es la razón por la cual no ha despertado, su príncipe aún no besa sus labios y eso retarda su despertar. Teniendo en cuenta esa analogía, me acercó a ella con cuidado de no despertarle –algo innecesario, considerando su estado deplorable– y deposito un suave beso en sus labios, apenas rozándolos. Pero ella no despierta. Ni ese día, ni a la mañana siguiente, ni la siguiente. Y me di cuenta de que no soy su príncipe azul.

Junio.

Prov. Shinobu Ousaki.

Hino–san no despierta. Solo han pasado seis meses desde el accidente. Ella actualmente tiene veinticinco años de edad. Es una prestigiosa profesora de violín. Tiene un brillante futuro por delante como violinista; pero la vida le ha puesto una prueba difícil de superar. Ella debe de luchar, ganar la batalla, reponerse de su herida mortal. Pero no reacciona. Ella simplemente duerme, tal como la bella durmiente. Me duele verla en tal estado, pero he decidido permanecer a su lado, por amor a ella y la música que interpreta.

Julio.

Prov. Hiroto Kanazawa.

Otro mes, más. Hino no reacciona. Al contrario, cada vez los doctores pierden la esperanza de que ella despierte algún día. Su madre, llora, incapaz de creerlo, dudando sobre si seguir y dejarse caer. Su hermana, trata de alentar a su madre, pero ella pierde la esperanza al ver a su madre romperse. Su hermano, simplemente se guarda todo para sí mismo. Y yo, permanezco ahí, incapaz de poder abrir una nueva puerta y traerla de vuelta.

Agosto.

Prov. Aoi Kaji.

Siete meses. Siete meses desde que no escucho tu suave voz, tu sonrisa llena de alegría, tus palabras de aliento. Siete meses en los cuales no pasamos cada tarde ensayando para nuestro próximo concierto, uno en el cual todos participemos. Siete meses en los cuales los ensayos no son interrumpidos por Yunoki–senpai. Siete meses definidos por la tortura en carne propia.

Septiembre.

Prov. Kiriya Etou.

Ocho meses. Ocho meses soportando la depresión de todos. Kaji apenas y ensaya. Tsukimori volvió a su etapa de antisocial. Yunoki no habla salvo para saber de tu estado. Hihara toca canciones tristes la mayor parte del tiempo, la otra, duerme o bebe alcohol. Kanazawa bebe, acompañándolo. Ousaki si bien mantiene un estilo de vida remotamente decente, a veces le encuentro sumergido en sus pensamientos mientras observa una foto tuya. Tsuchiura es tranquilo, pero en ocasiones se torna violento, gritando a todo mundo. Shimizu duerme o toca su música sin sentimiento, otro Tsukimori si me preguntan. Cada uno se desmorona, simplemente porque tú no estás aquí, alegrando nuestros días. Debes de volver, regresar, derramar la miel en aquellos que te aman y tú los amas por igual. Por favor, solo te pido eso, regresa.

Octubre.

Prov. Nao Kobayashi.

Por dios Kaho, por favor, detén esta tortura. Todo lo que tienes que hacer es despertar. Abre los ojos, por favor. Nadie te culpara por tratar de salvarlo, le amas después de todo. Pero esta espera es una tortura. Has dormido ya por diez meses, ya es tiempo de que despiertes. Abre los ojos, sonríe como siempre, enseña tus sonrojos cada que él toca tu mano, acaricia tu piel, besa tus labios. Ellos se rindieron a tus encantos y han respetado tu amor por él. No les tortures más por favor y despierta, solo despierta. Que nosotras te estamos esperando.

Prov. Mio Takato.

Kaho–chan, sé que estás ahí, escondida en alguna parte de tu cuerpo. Escucha. Si escuchas mis palabras, quiero pedirte, suplicarte de rodillas si es necesario, que despiertes. Diez meses de tortura es suficiente. Ya, por favor, regresa. Si no quieres regresar, lo entenderé, solo por favor, detente, por favor. Si te has de ir de nuestras vidas, prefiero recordarte con una sonrisa, no llorando en un hospital, suplicando que despiertes. Ellos están perdidos sin ti, no saben qué hacer con sus vidas. Él también lo está. Su música ha vuelto a ser perfeccionista, sin sentimientos, sin el amor que te profesa a cada instante. Él solo es una mera sombra del hombre que conoces. Él te necesita. Y nosotros también.

Noviembre.

Prov. Shouko Fuyuumi.

Kaho–senpai. Sé cuán difícil puede ser esta situación. Once meses sin dar señales de recuperación. Pierdes lentamente y nosotros nos sumergimos en un mar de desesperación. No sé cómo lidiar con esto. Te extraño. Extraño nuestra tarde de chicas, en donde los chicos predominan. Extraño nuestro día de compras en compañía de Amou–senpai, Takato–senpai, Kobayashi–senpai y Mori–senpai. Quiero que todo vuelva a ser como antes, quiero regresar el tiempo y detenerte de hacer una locura. La locura de salvar a Tsukimori–senpai.

Prov. Nami Amou.

Hino–chan, despierta. Es todo lo que tienes que hacer. Solo despertar y sonreír como siempre. Ellos te están esperando, su vida se ha estancado a la par que la tuya. Debes de despertar. Solo despierta por favor, te llenaremos de amor de forma incondicional. No debes de temer, solo despertar. Simplemente despertar.

Diciembre.

Prov. Kahoko Hino.

Es navidad. Lo siento en mi alma. He recorrido un largo camino, me siento cansada. Tengo ganas de dormir y no despertar nunca. Mi cuerpo me lo pide, me dice que es necesario ir a dormir, que he hecho suficiente en esta vida. Pero yo quiero vivir, quiero despertar de este sueño, pero mi cuerpo no me responde. Permanece en reposo. Quiero gritar, pedir ayuda, pero nadie me escucha. Simplemente me dedico a escuchar a los demás.

Escucho las suaves palabras de Tsukimori–kun, recriminándome por salvarle de aquel automóvil. ¿Acaso es que no se da cuenta de mi amor por él? Creo que no. O tal vez si y le es una molestia. No lo sé, cuando iba a preguntarle al respecto, el auto intento embestirlo y me sacrifique en su lugar. Escucho a Tsuchiura–kun, conversando sobre su próximo concierto en solitario. Debe de tener miedo, después de todo es la primera vez que tocara en otro país, es comprensible.

Escucho a Yunoki–senpai, recriminándome porque este año no prepare su regalo y por lo tanto no me dará regalo en el día blanco, si tan solo supiera que mi hermana es quien prepara cada regalo de cada año. Escucho a Hihara–senpai, pidiéndome despertar de mi sueño, si tan solo supiera que mi cuerpo no quiere obedecerme, me pregunto si me ayudaría.

Escucho a Shimizu–kun, comparándome con la bella durmiente, si viera mi expresión cuando duermo, definitivamente no pensaría lo mismo. Escucho a Ousaki–senpai, siempre comprensivo, pidiendo que me sobreponga a esta prueba. Escucho a Kanazawa–sensei, pidiéndome que abra mi propia puerta y salga de mi letargo sueño, si supiera quien la cerró en primer lugar, lo culparía.

Escucho a Etou–kun, pidiendo que regrese y los ayude a retomar el camino, lo siento, Etou–kun, no soy alguien con algún poder especial, capaz de ayudarlos a vivir plenamente. Escucho a Kaji–kun, sumergirse en la oscuridad, creo que Etou–kun tiene razón, debo de despertar, pero mi sueño es placentero y lo disfruto, no quiero despertar, la oscuridad, me absorbe lentamente.

Escucho a Nao, me pide que despierte, simplemente eso, que esta tortura es demasiado de soportar; lo siento, Nao, no puedo despertar pero tampoco puedo sumergirme en la oscuridad, lo he intentado en más de una ocasión, créeme. Escucho a Mio, pidiendo que, si no quiero vivir, que nadie me culpara, pero debo de irme debidamente y no hacer sufrir a mi familia, amigos y seres queridos, que él me ama, ella lo sabe, pero que debo de detener la tortura; Nao, no es mi culpa, quiero sumergirme en la oscuridad, pero no puedo, hay algo que no me permite hacerlo, lo siento, por hacerlos sufrir a todos. Escucho a Fuyuumi–chan, quien añora nuestro momento juntas, si tan solo pudiera decirte que yo también extraño las conversaciones de chicos; amas tanto a Shimizu–kun sin saber si eres o no correspondida, que solo puedo pedirle a alguien que me escucha, que seas correspondida por él. Escucho a Amou–san, quien me pide que despierte, que debo de regresar a reparar el daño que he ocasionado en sus corazones, si tan solo supiera que no sé siquiera como reparar mi propio corazón, cubierto de incertidumbre al no saber si soy o no correspondida. Escucho a mi madre. Escucho a mi hermana. Escucho a mi hermano. Escucho a cada uno de ellos. Pero por sobre todas las cosas, escucho una dulce melodía, aquella que me enseño la belleza del primer amor. Ave maría de Schubert.

Prov. Len Tsukimori.

Es diciembre. Doce meses desde tu inesperado sueño. Día a día, suelo visitarte, al igual que los demás. Salvo que, a diferencia de ellos, quienes tienen algo de qué hablar, simplemente permanezco en silencio, observándote. A veces, suelo tocar el violín, melodías que reflejan mi maltratado corazón. En otras ocasiones, cuento historias sobre mi pasado, historias que reflejan de alguna u otra forma lo que trato de expresar. Me es difícil estar en la misma habitación, el recuerdo de tu cuerpo inconsciente, en el suelo, herido, sangrante, me tormenta a diario. A veces, quiero que despiertes, pero cuando la realidad me golpea, quiero que dejes de sufrir y duermas eternamente. Shimizu–kun suele decirte "bella durmiente". Todos lo pensamos. Duermes sin importar lo que sucede a tu alrededor. Con tu rostro sereno, sin nada que te perturbe.

Lo siento, no puedo más. No creo soportar esto. Así que hoy, treinta y uno de diciembre, en pleno fin de año, me despido de ti, mi amor. Tocó una vez más el "Ave María", la canción que nos unió; los dedos recorren las cuerdas de mi violín con maestría, el sonido surge del instrumento, inundando la habitación en la cual solo existimos tú y yo. Lloro tu partida, ya que, en un par de horas, tu madre dará la orden de desconectar tu cuerpo. No puedes resistir más, tu cuerpo en tu límite está, lo justo para ti y los demás, es que esta vez te dejemos descansar.

Prov. Lily.

Hino Kahoko, te pido perdón por no visitarte con anticipación. La escuela es mi nuevo hogar y solo puedo abandonarle cada treinta y uno de diciembre. Me enteré de tu estado de gravedad y he venido a pagar mi deuda. Gracias a ti, estos años han sido extremadamente divertidos, llenos de energía, coloridos. Cada día, solías ir a la escuela a visitarme, contándome tu vida, tocando melodías llenas de amor hacia la música, hacia él. Pero dejaste de ir y la soledad regresó. Y es por eso que estoy aquí. Si existe una pequeña posibilidad de que la magia en mí, salve tu vida, por muy pequeña que sea, lo haré. Te salvaré.

Entro a tu habitación. Tsukimori Len se encuentra, tocando el "Ave María". Es perfecto para esta ocasión. Ocultándome de él, liberó toda la magia de mi ser, mezclándolo con el sonido de su violín. Lentamente, desaparezco. Él levanta la mirada y se cruza con la mía por un instante. Si bien se sorprende al comienzo, después sonríe. Su sonrisa me recuerda a la tuya y no tengo remordimientos por ello. La magia se intensifica de acuerdo a la música de Tsukimori Len. Mi existencia en cambio, desaparece. Este es mi último regalo, Hino Kahoko, disfrútalo.

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–Narración normal–.

Len baja su instrumento, con un vacío en su corazón. Lleva a su rostro su mano, descubriendo pequeñas lagrimas salir de sus ojos. Sorprendido, atina a limpiar todo rastro, inútilmente. Las lágrimas no dejan de fluir, la culpa crece día con día, consumiéndolo por dentro. Len, sumergido en su dolor, ignora el inesperado sonido de una esperanza perdida. Si. El sonido de una mano, moviéndose. El sonido de un par de parpados, abriéndose lentamente. El sonido de una suave voz, esforzándose por pronunciar palabra alguna. El sonido de la pelirroja, esforzándose por llamar su atención, lograr que él le miré a ella, solo a ella.

–Es la hora– dijo Azuma, pensativo.

–Yunoki– pronunció Kazuki, triste.

–No tienes de que preocuparte, Hihara– Azuma le tranquilizó –de alguna forma u otra, me preparé para esto– suspiró, actuando a la perfección.

–Pero Yunoki, amas a Kaho–chan– dijo Hihara, tratando de convencerlo.

–Si, la amo– confesó Azuma, tristemente –y es por eso que debo decirlo– observa a los demás, serio –Kahoko sabe cuan egoísta soy y me acepto tal cual soy en realidad– explica –y es por eso que egoístamente me opongo a que la desconecten– declaró, decidido.

–Yunoki–san– pronuncio la señora Hino.

–Yunoki–senpai no debe ser egoísta– dijo Ryotaro, enojado –no hay esperanza de recuperación, ten piedad de su familia– agregó.

–No– dijo Azuma, serio –no soy un hombre amable, Tsuchiura–kun– sonrió de lado, muy a su estilo –y por lo tanto no tendré piedad de nadie, ni siquiera de su familia– explicó –Hino okaasan– miró a la señora –por favor permita que mi familia se encargue a partir de ahora de Kahoko– hizo una reverencia.

–¡Yunoki suficiente! – gritó Kazuki, enojado.

–Que ser tan egoísta eres, Yunoki–senpai– dijo Aoi, molesto con él.

–Yunoki–san– dijo la señora, interrumpiendo la disputa –sé cuán difícil puede ser dejar ir a alguien que amas, pero hay situaciones en las cuales no se puede hacer nada– expresó –perdí a mi esposo a una edad temprana– inicia su historia –y críe sola a mis hijos– expresó, derramando lagrimas –cada uno de ellos es maravilloso a su manera de ser– cubre su rostro, llorando –no me pidas que te entregue a mi hija– suplicó –por favor, no te la lleves lejos de mí, es todo lo que me queda de mi difunto esposo– se hinco.

–Mamá– pronunció su hija mayor, abrazándola.

–Vete– ordeno el hermano menor, enojado.

–Me disculpo por mis palabras egoístas– dijo Azuma –pero no me iré– cruzó sus brazos –Kahoko me necesita después de todo– susurró –haz tu movimiento, Tsukimori–kun– pensó –después de todo, si ella es una princesa en espera del beso de su príncipe azul, en definitiva, eres tú– sonrió retorcidamente.

Len se acercó a ella, hincándose a un lado y tomando su mano. Apego la fría mano a su rostro, llorando en silencio. Tantas cosas que pasaron juntos. Tantas cosas que se dijeron entre ellos. Tantas. Tantas. Que es imposible contarlas con los dedos de ambas manos. Él fue una especie de rival en un comienzo; luego –después de defenderlo y salvarlo de su encierro– se formó una extraña alianza, en donde asistió a su lado a darle palabras de aliento, levantando sus ánimos; después una amistad más sólida, más allá de su rivalidad en el concurso; las palabras de su madre le dieron la respuesta correcta a su relación. Amor. Él se enamoró de ella y ella en más de una ocasión dio a entender el responder sus sentimientos. Sonrió, besando su mano. Y entonces, como si fuera por arte de magia, ella despertó, finalmente. Len lloró de felicidad, abrazando a una confundida Kahoko. Finalmente, la primavera ha llegado, derritiendo la nieve en su corazón.

–¿Eh? ¿Torturar a Kaho–chan a otro año sin esperanza? – cuestiono Mio, llorando.

–¡Imposible, no diga estupideces Yunoki–senpai!– gritó Nao, enojada con él.

–Esperen por favor– Mori Manami trata de calmarlos –entiendo que es difícil para ustedes, pero solo escuchen a Yunoki–senpai– pidió.

–No– negó Ryotaro –Yunoki–senpai deje de actuar como un infante y acepte la realidad, ella debe de descansar– sentenció serio.

–No es algo que tu decidas, Tsuchiura–kun– dijo Azuma, dando ligeros golpes con sus dedos en su brazo izquierdo.

–Lo decidirá la madre de Hino– dijo Ryotaro –ni usted ni yo debemos decirle que hacer con su hija– chasqueo la lengua, molesto.

–Por cierto– interrumpió Kazuki, llamando la atención de los demás –¿en dónde está Tsukimori–kun? – preguntó.

–Probablemente auto compadeciéndose de su existencia en alguna parte– dijo Ryotaro, enojado.

Azuma sonrió, enojándolo aún más si es posible.

–¿Qué es tan gracioso, Yunoki? – pregunto Kazuki, serio.

–Nada del otro mundo, Hihara– sonrió Azuma, amablemente –simplemente que mientras todos discutimos sobre el bienestar de Kahoko, Tsukimori–kun hizo algo de provecho– dirigió su mirada hacia el pasillo que conduce a la habitación de Kahoko, encontrando a Len –¿o me equivoco, Tsukimori–kun? – cuestionó.

Len dio pasos vacilantes, suspirando, cansado –Yunoki–senpai– observo a Azuma sonreír –empiezo a creer que es más de lo que aparenta– simplificó.

–Solamente soy un estudiante de postgrado– dijo Azuma –y… ¿Cómo resultó? – le cuestiona.

–… Funcionó– sonrió Len, abiertamente –ella despertó– sentenció.

Silencio total.

–Ya veo– dijo Azuma –¿y que estás haciendo aquí? – pregunta con un tono molesto –es el deber de su novio el estar a su lado ahora que despertó de su letargo sueño– explicó –o no me digas que eres tan cobarde como para no darle la cara– utilizó un tono aburrido.

–Simplemente vine a decirles la noticia– les da la espalda –buenas noches– desapareció por el pasillo.

Tic–tac.

–¡EHHHHH!– se escucha por todo el hospital.

–Es tan divertido ser el villano de la historia– dijo Azuma, riendo abiertamente.

–¿Eh? – Kazuki y Ryotaro le miran, confundidos.

–¿Eh?– observa a los chicos –lo lamento– se disculpa –años siendo de tal forma con Kahoko y ella acoplándose a mis bromas me han hecho una persona con un único sentido del humor– explicó –desde un principio solo quería ganar tiempo para que Tsukimori–kun hiciera lo necesario para traerle de vuelta– se explica, observando a los presentes –nunca fue mi intención herir los sentimientos de la familia Hino– observa a la madre, hermana y hermano –ahora si me permiten iré a castigar a Tsukimori–kun, no es el único que desea ver a Kahoko y ponerse al día con ella– con una mano hecha puño, se dirige a la habitación de la pelirroja.

–¿eh? – articula Kazuki.

–Quiere decir que todo este tiempo– inicia Ryotaro, confundido.

–¿Simplemente estuvo jugando con nosotros? – finaliza Aoi, confundido.

–¡Yunoki/Yunoki–senpai! – gritan Kazuki, Ryotaro y Aoi, a todo pulmón.

Fin.

¡Soy feliz! Sorry me emocioné, es solo que esta historia la escribí en menos de tres horas y me siento realizada. Nunca he escrito en una historia por mucho tiempo –casi siempre solo son por minutos, después cambio a otra historia- y me emociona acabar con las historias pendientes de años anteriores. En fin, una más a mi colección. Traté de hacer ver a Yunoki como el amigo cruel de la protagonista y ¿Qué creen? ¡Me encanto el resultado!

Firma: Shaoran Uchiha de Nikaido.

Omake.

–2 semanas después–

–Ah– suspiró Azuma, aburrido –ya expliqué mi actuar y me disculpe con la familia de Kahoko, Tsukimori–kun ¿te importaría soltarme? Empiezas a lastimarme y perderé la paciencia– agregó, sonriendo.

–No– dijo Len, reafirmando el agarre con más fuerza –y deja de llamarla Kahoko– agregó, molesto.

–Tsukimori–kun suelta a Azuma–senpai por favor– pidió Kahoko, sonrojada.

–No– dijeron Aoi, Ryotaro y Len a coro.

–Y deja de llamarlo por su nombre, es molesto– agregó Len, celoso.

–No te preocupes, Tsukimori–kun– dijo Azuma, feliz –Kahoko te ama a pesar de que no puede llamarte por tu nombre debido a la vergüenza de la vez que te llamo en sueños durante la piyamada– ríe divertido.

–¡Azuma–senpai por favor! – Kahoko se cubre el rostro, avergonzada por las revelaciones de su mejor amigo.

–Kahoko ¿a qué se refiere? – pregunta la señora Hino.

–Madre no importa– negó Kahoko, inmediatamente.

–¿A que piyamada se refiere, Kahoko? – pregunta su hermana mayor, enojada con ella.

–No tengo idea– Kahoko desvía la mirada.

–¡Neesan! – gritó su hermano, enojado.

–¡Kahoko contesta! – gritó la señora Hino.

–Yunoki–senpai– pronuncia Ryotaro.

–Es un demonio– agrega Aoi, cansado.

–¡Ten piedad de mí, Azuma–senpai! – gritó Kahoko, escuchándose por todo el hospital.

–Que no le llames por su nombre, maldita sea– dijo Len, enojado –o celoso– de la cercanía de ambos.

–Tsukimori–kun no debes de ser celoso– agregó Azuma, antes de sufrir las consecuencias a manos de un novio celoso.

Fin de omake.