Disclaimer: KHR no es de mi propiedad. Podemos disfrutar de esta obra gracias a la gran Amano-san, yo solo escribo sin fines de lucro, meramente por diversión. Si fuera mío habría hecho a Haru la protagonista y con todo un harem(?) :v Lo único que me pertenece son los OC que aparecen en las historias, y alguno que es creación de mis lectoras xD
Notas Autora: Lo prometido es deuda... y sigo aprovechando la cuarentena para escribir. Estoy batallando un poquito con el otro fic que quiero actualizar, pero aún sigo tratando de terminarlo, espero pronto tener bueno resultados. Por el momento si mis ideas siguen intentaré actualizar el fic de Shito lo más que pueda.
Mientras les dejo el capítulo de esta historia, cuya "ruta" ahora le toca a Gokudera xD y creo que por obvias razones este me quedo más largo :D no por nada es mi OTP, aunque confieso que me gustó más el de Yamamoto jijiji. En fin, vengo rápidisimo, espero que les guste.
Nos leemos más abajito :)
AVISO: Esta historia se basa en el juego otome My fake boyfriend desarrollado por Genius Inc. , sin embargo solo se trata de la idea base. Las situaciones, diálogos y los OC son todos venidos de mi cabecita, por lo que NO ES UNA ADAPTACIÓN.
Advertencia: Probablemente haya OOC (Out of Character) pero intentaré que no sea tan obvio.
Aclaraciones:
Cursiva- Flashback, Recuerdos, palabras extranjeras(?), etc...
«Pensamientos» ...
Fic dedicado a: mis queridas amiga Hiyori Ishida y Hitomi. ¡Las quiero un montón chicas! Gracias por apoyarme siempre :3
Capítulo II
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Gokudera Hayato
Definitivamente la mejor opción que Haru tenía era la sugerencia que Michael y Aryana le habían dado. De hecho podía considerarla casi como brillante, de no ser porque su mente no era capaz de ayudarla a elegir a alguien.
Salió del café con los ánimos por el suelo.
¿Era tan complicado conquistar a un chico? No lo sabía, pero de lo que si estaba segura era que Tsuna valía totalmente la pena. Sería capaz de hacer cualquier esfuerzo por él.
«Quizás deba aceptar la ayuda de Michael-san» pensó para sus adentros.
El joven rubio parecía tener bastante experiencia en el tema, además al ser unos años mayor seguramente daría mejores consejos que otra persona. Aunque el hecho de que fuera amigo de Shito la detenía un poco. ¿Qué pasaría si se le escapaba al rubio y terminaba contándolo a alguien? No quería ni imaginarlo.
— Sería un desastre~ desu — exclamó sintiendo un escalofrío.
Con resignación se dirigió a su casa antes de que la noche cayera, pero no contaba con que, por ir sumida en sus pensamientos, su rostro fuera a chocar directamente con algo duro que la hizo perder el equilibrio y caer al piso.
— ¡Maldita sea! ¿No puedes fijarte por dónde caminas? — la castaña no sabía si frotarse la nariz o el trasero, pero tan pronto como escuchó aquella voz cualquier duda se le fue de la cabeza — ¡¿Qué…?! Tenía que ser la mujer estúpida.
Sus ojos chocolate se clavaron con furia en el peliplata.
— Haru no es estúpida… — exclamó aún en el piso — Gokudera-san es quien debería fijarse, ¿acaso eres un neandertal?
Gokudera chistó y sin más preocupación continuo su camino.
— ¡Hahi! ¿Ni siquiera ayudarás a Haru a ponerse de pie~ desu? — reclamó apresurándose a levantarse.
— No fui yo quien te dijo que te tiraras al piso… — respondió dándole la espalda sin ni siquiera girarse.
La castaña no puedo hacer otra cosa más que mirarle marchar.
Apretó los puños furiosa.
— ¡Más te vale no volver aparecer frente a Haru, estupidera! — le amenazó con un grito, siendo ignorada.
¿Quién se creía que era? Ser amigo de Tsuna no le daba derecho a tratarla como quisiera. ¿Quién en su sano juicio querría estar al lado del peliplata malhumorado? Sentía pena de solo pensar todo lo que su querido Tsuna pasaba con un amigo como ese.
— Jum, Haru nunca estaría con alguien como él~ desu — refunfuñó emprendiendo de nuevo su camino.
Así no hubiera nadie más sobre la tierra, Haru estaba segura que sería la última persona a la que le pediría un favor.
¿Un novio falso como Gokudera? Tembló de solo pensarlo.
— Ni que Haru estuviera loca…— murmuró.
Antes muerta que eso.
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Después de una semana, Haru se había rendido por completo. Aunque la idea de un novio falso era fabulosa, no había sido lo suficientemente valiente para pedir la ayuda de alguno de sus amigos.
Sus opciones eran limitadas y siempre que estaba frente alguno de ellos temía ser tomada por loca y terminaba por declinar. Y aunque aceptaba que Michael era una buena opción, terminó por desechar la idea ya que consideraba que su relación no era tan estrecha como para atreverse a pedirle tanto.
Así que ahora se encontraba en medio del parque sin saber que hacer realmente. Tal vez solo debía enfocarse en dos de los puntos que Michael había señalado: no hacer demasiado caso a Tsuna y comportarse de una manera más femenina.
Estaba segura de poder cumplir con el segundo punto, pero el primero se le dificultaba enormemente, considerando que esa era la principal razón por la que se había transferido de escuela.
Mientras su mente trataba de acomodar todas las piezas de su plan para ponerlo en acción, observó una cabellera castaña muy conocida.
«Por eso es más difícil para Haru…» pensó, pues sin ni siquiera buscarlo aparecía frente a sus ojos.
Estaba a punto de alzar la mano para saludarlo cuando notó un comportamiento extraño en el chico. Lucía un poco nervioso mientras atravesaba el parque observando todos los alrededores, además su vestimenta era diferente de la usual. Si Haru tuviera que describirlo, lo haría con la palabra "guapo", más que de costumbre.
Aquello llamó la atención de la chica, quien en su curiosidad, comenzó a seguirlo en secreto para ver a donde se dirigía. La siguiente escena que se presentó frente a sus ojos fue la de una joven peli-naranja que lo saludaba mientras Tsuna casi tropezaba.
— ¡Hahi! Pero si es Kyoko-chan y Tsuna-san… — exclamó para sí misma mientras discretamente se ocultaba tras un árbol. ¿Por qué se habían encontrado en el parque solo ellos dos?
Haru no alcanzaba a escuchar su conversación. Lo único que podía ver era la sonrisa en el rostro de su amiga, y la mueca avergonzada que tenía Tsuna. Quiso acercarse un poco más para saber de lo que hablaban pero al hacerlo no se percató de un pie que asomaba de un arbusto, mismo que terminó pisando.
— ¿Y ahora quien carajos...? — la frase de Gokudera quedó en el aire al encontrarse con la joven de ojos chocolate.
— Gokudera-san… ¿qué estás haciendo aquí?
— ¿Qué te importa mujer estúpida? La pregunta sería, ¿qué haces tú aquí? — le refutó.
— ¡Hahi! H-Haru solo… — se avergonzó, no quería decir la verdad y volver a discutir con la tormenta. No le quedaba más opción que desviar su culpabilidad — ¿Gokudera-san está siguiendo a Tsuna-san? — se hizo la sorprendida.
— ¡¿Qué?! Por supuesto que no, soy la mano derecha del Décimo y…
— ¿Gokudera-kun? ¿Haru? — los mencionados pegaron un brinco al escuchar la voz de Tsuna a sus espaldas.
Tan enfrascados estaban en su pelea que no se percataron cuando Tsuna y Kyoko les había visto, yendo a su encuentro.
— Hola Haru-chan, ¿qué haces aquí? — la suave voz de Kyoko fue la siguiente en escucharse.
El castaño les miró inquisidoramente, esperaba una respuesta de ambos, pero los jóvenes no estaban seguros de que responder.
Con frustración parecía que el primero que se animaría a hablar sería Gokudera, pero Haru fue más rápida.
— Haru decidió dar una vuelta por el parque con Gokudera-san, ¿no es así? — respondió con nervios, dando un codazo al peliplata. No estaba dispuesta a admitir que lo estaba espiando.
— ¿Qué tonterías crees que…? — antes de que Gokudera pudiera arruinar sus planes, le calló la boca con una mano y lo arrastró fuera de escena.
— T-Tenemos algo de prisa~ desu. Nos vemos luego Tsuna-san, Kyoko-chan…— se despidió tan rápido como pudo, dejando claramente confundidos a sus amigos.
Una vez que estuvieron lo suficientemente lejos soltó al peliplata.
— ¡¿Estás loca mujer?! — reclamó tan pronto fue liberado — ¿Qué mierda fue eso?
— ¡Hahi! Gokudera-san debería agradecer que Haru le ayudó a que Tsuna-san no se diera cuenta que lo seguías como un acosador~ desu — aprovechó para recriminarle.
— Tsk. ¿Acaso hablas de ti mujer estúpida? — Gokudera pasó una mano por sus cabellos claramente frustrado — no me metas en tus problemas. El Décimo sabe que, a diferencia de ti, yo estoy para cuidarlo de cualquier peligro.
— Pues el único peligro que Haru ve es tener que convivir con semejante bestia~ desu.
Ambos se vieron con enfado, casi como su salieran cuchillos de sus ojos. Pero el ambiente asesino fue roto por una amigable voz que se unió a su conversación.
— Hello miss Haru — saludó con animosidad Michael. Había llegado hasta ellos luciendo más fresco de lo normal, con una gorra y gafas de sol, que lo hacían lucir un poco extravagante.
— Michael-san, ¿estás dando un paseo~ desu? — preguntó de lo más normal Haru, ignorando al peliplata a su espalda.
El rubio se quitó las gafas para verlos mejor y una sonrisa ladina apareció en su rostro.
— Parece que hiciste caso de nuestro consejo — sonrió triunfante — él es tu…
— ¡Hahi! NUNCA — respondió casi en un grito — Haru no esta tan desesperada~ desu.
Michael soltó una carcajada al ver su reacción. Y por algún motivo que Gokudera desconocía, le fastidió no estarse enterando del tema. Sentía que estaban burlándose de él en su cara y sin poder responder.
— No le veo un problema. The Storm parece tener las aptitudes necesarias, aunque… — el rubio le miró dudoso — creo que eres tú quien Aryana…
— No entiendo un carajo de lo que hablan y tampoco me interesa… — le interrumpió Gokudera, algo irritado — y tú, mujer estúpida, más te vale no estar planeando nada raro.
— Eres un paranoico~ desu — Haru le sacó la lengua.
Gokudera soltó un último bufido, y metiendo las manos en sus bolsillos, se dio la vuelta para irse.
Dio un último vistazo a la castaña que seguía conversando con el chico americano. No le gustaba para nada su comportamiento, así que si estaba ocultando algo, él se encargaría de descubrirlo.
Porque, aunque no lo admitiera, sabía que aquella mujer era tan tonta que podía ser fácilmente engañada, y más si se trataba de uno de los amigos del idiota de Shito. Gokudera no podía bajar la guardia.
Definitivamente mantendría sus ojos sobre ella.
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Lo último que Haru esperaba era sentirse vigilada como si se tratara de una criminal. Con cada movimiento que hacía podía sentir la penetrante mirada de Gokudera que no la dejaba de seguir a donde fuera.
A pesar de que había esquivado lo más que podía a Tsuna, aun así la vigilancia del peliplata no cesaba.
Ahora en medio de aquel viaje escolar que habían realizado a las montañas, Haru trataba por todos los medios de despistar al guardián de la tormenta. Sin embargo el destino le jugaba en contra pues había recibido una noticia que la había dejado en shock.
— Bien chicos, esa es su pareja designada. No intenten persuadirme porque no hay cambio de parejas — declaró el tutor de aquel viaje en medio de burlas y bullicios.
La castaña miró con horror a su compañero que no era otro que Gokudera. ¿En qué momento se le había ocurrido al profesor organizar una carrera hasta la cima de las montañas? De hecho ese no era el principal problema, después de todo a Haru le agradaba el ejercicio, lo que no soportaba era la idea de tener a su vigilante malhumorado con ella.
— No me mires así mujer estúpida — exclamó sin dirigirle la mirada — Cualquier tarado es de mayor utilidad que tú. Espero que no me retrases, quiero terminar lo más pronto posible para asegurarme de que el Décimo llegue sano y salvo.
Haru se mordió la lengua para no contestarle y lo siguió de cerca en su caminata hacia arriba. La parte problemática llegaba a la mitad de la montaña, pues los alrededores estaban llenos de árboles que dificultaban la visibilidad y el camino empedrado alentaba el paso de todos.
Cada quien era libre de tomar el camino que quisiera, siempre y cuando el equipo designado permaneciera junto, así que muy pronto los únicos que quedaron en el camino eran ellos dos. Haru no comprendía que tenía en mente el peliplata, pues estaba tomando un camino que hasta el momento parecía no tener fin.
«Si tan solo a Haru le hubiera tocado con Tsuna-san…» suspiró.
Después de unos treinta minutos de caminata, Haru no pudo resistir más.
— Gokudera-san, ¿estás seguro de haber tomado el camino correcto?
— Por supuesto que sí, ¿con quién crees…? — Haru levantó la vista al notar que se había quedado callado, y casi choca con su espalda por el repentino freno.
Haru le clavó unos ojos asesinos, pero al darse cuenta de lo que el chico miraba, rodó los ojos.
— ¡Hahi! Haru estaba segura que ya habíamos pasado por aquí~ desu.
— Cállate mujer estúpida, me pones de nervios…
— Gokudera-san fue quien nos llevó por el camino equivocado, ¿y ahora la estúpida es Haru? — esta vez la castaña lo encaró.
— No dramatices, solo tenemos que seguir las coordenadas de… — pronto el chico se había puesto sus lentes explicando la posición del sol y otras tonterías que Haru no estaba dispuesta a escuchar.
Retrocedió dejando que hablara todo lo que quisiera. Ya encontraría ella el camino correcto, o al menos eso era lo que esperaba, pues tan pronto como se giró en la dirección opuesta y avanzó unos metros, uno de sus pies quedó atrapado en lo que parecía una especie de cuerda y lo próximo que vio fue el piso a unos tres metros lejos de su cabeza.
— ¡Hahi! Gokudera-san… — gritó desesperada al darse cuenta que colgaba de cabeza en lo alto de un árbol.
El peliplata que hasta ese momento estaba sumergido en sus cálculos, reaccionó a su grito, corriendo a su encuentro.
Haru, creyendo que volvería a regañarla, se sorprendió al verlo reír.
— ¿Qué pasa? ¿Piensas encontrar el camino desde allá arriba, mujer? — bromeó al verla revolotear.
— Muy gracioso, estupidera… — respondió enfadada, pero pronto se dio cuenta que él era su única salvación — ¿p-podrías b-bajar a Haru de aquí?
— ¿Eh? Creo que no escuche muy bien.
Haru volvió a resoplar. Esta vez habló con más tranquilidad.
— ¿Podrías ayudar a Haru…? Por favor~ desu.
Una sonrisa se extendió en el rostro de Gokudera, y de repente un brillo apareció en sus ojos verdes, dándole un poco de temor a la castaña.
— Tengo la solución — con horror Haru pudo observar que de repente de entre su ropa sacaba una dinamita.
Volvió a retorcerse.
— ¡Hahi! ¿Acaso quieres matar a Haru?
— ¿Quieres bajar de allí o no, mujer? Decídete… — sentenció el peliplata con una mirada.
— ¡Quiero bajar, pero no muerta~ desu!
Gokudera dejo escapar una risa maliciosa, y entonces sacó una pequeña navaja.
— Voy a cortar la cuerda, busca donde aterrizar.
— ¿Eh? Pero Gokude… — no tuvo tiempo de decir más, pues pronto sintió el peso de su cuerpo jalándola hacia abajo.
Cerró los ojos con mucha fuerza esperando el golpe. ¿Cómo se había atrevido a hacerlo sin siquiera prepararla mentalmente? Definitivamente era un neandertal.
Pero para su sorpresa el fuerte golpe que esperaba fue sustituido por el contacto de unos brazos que la atraparon en el aire. Pero a pesar de ello, la fuerza los hizo caer al piso.
— Auch… — exclamó la castaña confundida. Sintió algo suave debajo de ella y al alzar la vista se encontró con unos ojos verdes que la miraban fijamente, sus rostros estaban más cerca de lo que creía. Pero por alguna razón no pudo apartar la mirada, en su lugar sintió sus mejillas arder.
— ¿Vas a quedarte toda la tarde así, mujer estúpida? Pesas más de lo que crees…
— ¡Hahi! L-Lo siento… — avergonzada, intentó ponerse de pie, sin embargo un dolor en su tobillo la detuvo y volvió a hincarse.
Gokudera, quien apenas estaba poniendo de pie, vio su mueca de dolor.
— ¿Qué sucede? — preguntó, esta vez su tono era neutral. No parecía especialmente enfadado.
— Nada~ desu — Haru intentó hacerse la fuerte, no quería tener que pelear con él nuevamente, por lo tanto reprimió el dolor y como pudo se puso de pie tratando de no hacer ningún gesto que la delatara.
Gokudera le miró con una ceja levantada, y se cruzo de brazos: — Entonces camina…
— G-Gokudera-san puede adelantarse. Haru ira detrás — respondió. Esperaba que el dolor disminuyera sin que él se percatara.
— Tsk, deja de fingir, no te queda para nada — chistó el guardián de la tormenta mientras se arrodillaba y tomaba su pie para examinarlo.
— ¡Ay! Gokudera-san es un bruto — soltó en un grito, pero el chico simplemente la ignoro.
Se dio la vuelta y se quedó inclinado. Haru le miró confundida, sin entender que era exactamente lo que quería que hiciera.
— ¡Sube de una maldita vez! — le gritó y señaló su espalda.
Un "hahi" salió de la castaña, que tardó unos segundos en reaccionar y, algo dudosa, subió a la espalda del chico pasando con cuidado los brazos alrededor de su cuello.
Gokudera se puso de pie, acomodándola y comenzó a caminar en silencio.
Era la primera vez que Haru estaba tan cerca del peliplata, y claramente podía percibir el peculiar aroma del joven, una mezcla de aroma amaderado y pólvora. No era desagradable, por el contrario, hasta se sentía relajante.
Cerró los ojos dejándose llevar y apretó un poco más su agarre esperando no hacerle daño.
— Fue mi culpa… — el susurro de Gokudera la hizo reaccionar.
— ¿Qué dijiste Gokudera-san?
— ¡Qué no debí cortar la cuerda tan bruscamente! — su tono se elevó un poco más exasperado, pero rápidamente volvió a bajar — si no te hubieras alejado no habría necesidad de que…
Inconscientemente asintió. Había sido su culpa quedar atrapada, así que por esta vez estaba en su derecho de reclamar. Sin embargo lo siguiente que dijo la dejó atónita.
—… estuvieras lastimada. No eres inmune mujer, más te vale cuidarte.
Su inesperada frase logró llegar al corazón de Haru. ¿Sería que, después de todo, no era tan insensible como parecía? Por un momento se sintió tonta, pero no pudo evitar sonreír.
La noche había llegado y ellos en cambio parecían más perdidos que al principio. En determinado momento Gokudera decidió parar a descansar un rato, cerca de unas grandes piedras. Colocó a Haru sobre una de ellas y después se sentó a su lado.
El clima comenzaba a ser frío y Haru se lamentó no haber optado por algo más grueso mientras frotaba sus brazos. Pero como si Gokudera hubiera leído sus pensamientos, extendió su chamarra frente a ella. Esta vez no hubo necesidad de preguntar, Haru supo la intención del peliplata y con una sonrisa se la colocó encima. Ya era un gran avance que él estuviera dispuesto a cederle esa prenda.
— ¿Dejó de doler? — lanzó la pregunta al aire esperando la respuesta de la joven. A pesar de su tono desinteresado, Haru sintió que su sentimiento de preocupación era genuino.
— Un poco, gracias por preguntar~ desu — sonrió una vez más. Después de todo era gracias a él que no había tenido necesidad de esforzar tanto su pie.
Un silencio incómodo se instalo de repente. La verdad es que eran pocas las veces en que estaban solos, y cuando lo hacían siempre terminaba en una pelea, sin embargo el ambiente no se prestaba para ello.
Haru vio de reojo como el joven lucía ligeramente cansado, lo cual no culpaba. Esa montaña era tremendamente pesada y cargar con ella parte del camino había añadido un peso extra en él. El chico bomba estiró sus músculos soltando un bostezo de por medio.
¿Podría ella también mostrar algo de consideración por él? Conocía su respuesta, pero de igual forma lo intentaría, así que inhalo una bocanada de aire para armarse de valor.
— Gokudera-san… p-puedes descansar si quieres~ desu… — ruborizada, señalo su regazo. — N-No sería muy cómodo si… — no sabía cómo continuar sin parecer que le obligaba a hacer algo que no quería.
El peliplata tenía el ceño fruncido. No había hablado mucho desde que estaba allí, y eso ponía más nerviosa a la castaña.
Sin emitir una respuesta, recostó su cabeza tal y como le había indicado, cerrando los ojos ante la sorpresa de Haru. Realmente no esperaba que lo hiciese, pero si le había ofrecido eso no se echaría para atrás ahora.
— Más te vale no hacer nada raro, mujer…
— ¡Hahi!
« Como si quisiera hacer algo… » pensó para ella misma, más se guardó sus palabras.
Pronto lo único que Haru pudo escuchar fueron los ruidos que había en la montaña, el sonido de los grillos y uno que otro animal. Pero lo que más capturaba su atención era la suave respiración del chico que yacía recostado sobre sus piernas. De un momento a otro se había quedado dormido.
Sus ojos chocolate recorrieron cada una de las facciones de su rostro. Su nariz bien delineada, sus labios que a pesar de lucir un poco agrietados, no eran feos. Vio brillar su hermoso cabello platinado, y sus largas pestañas. En general tenía un rostro que podía calificar como bonito, a pesar de que nunca le había prestado la suficiente atención. Ahora comprendía un poquito más porque es que varias de las chicas de la escuela le perseguían. Aunque obviamente, no admitiría eso delante del él. Incluso por un momento deseo que Gokudera abriera los ojos para ver aquellos verdes orbes que tenían un brillo singular.
De repente sacudió la cabeza para retirar aquellos pensamientos raros. ¿Qué rayos le pasaba?
Pero verlo así, tranquilo y sin sus malas caras, hacían que algo dentro de ella se removiera.
— Gokudera-san debería dejar de fruncir tanto el ceño, así sería más guapo~ desu… — susurró.
Pronto se asustó cuando el chico se removió ligeramente. ¿Le habría escuchado?
No tuvo tiempo de cerciorarse, pues de pronto escucharon a lo lejos las voces de personas que se acercaban. Ante el ruido, el joven se levantó lentamente y cuando ambos volvieron la mirada hacia el frente, el profesor y varios de sus compañeros se acercaron con linternas.
— ¡G-Gokudera-kun! ¡Haru! — el castaño salió de entre el grupo, claramente preocupado. Se acercó hasta sus amigos — ¿Están bien?
— ¡Hahi! Tsuna-san… t-todo…
— Décimo, no necesitaba preocuparse. No paso nada, solamente nos desviamos y tomamos el camino equivocado, así que no pudimos volver en el tiempo requerido — le interrumpió Gokudera.
— Me alegra ver que están bien ustedes dos — sonrió el chico. Después fijo su vista en la joven de ojos chocolate — ¿quieres que te ayude Haru?
Tsuna se había percatado de la pequeña hinchazón que tenía, lo que sorprendió a Haru. Por alguna razón dudo en tomar la mano que le estaba ofreciendo.
— La mujer estúpida es demasiado pesada Décimo… — soltó de repente el peliplata, haciendo que ambos le vieran — temo que si la carga, termine lastimándose. Deje todo en mis manos.
Sin más Gokudera volvió a subir a la chica a su espalda, e invitó a Tsuna a que le siguiera. El castaño no dijo más, simplemente dejo que su amigo avanzara para que llegaran con el profesor que ya estaba más que listo para darles una buena reprimenda.
Allí, con el cálido cuerpo del chico sujetándola, Haru no pudo escuchar la voz de su profesor. Por alguna razón su mente solo le traía recuerdos de lo que había sucedido ese día.
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Los días habían pasado rápidamente y las ideas de Haru ya se habían esclarecido un poco más en su mente. Esta vez había decidido enfocarse completamente el punto más importante: ser más femenina.
Por lo tanto, para ese día Haru había organizado algo que consideraba su obra maestra, un concurso de trajes de baño. Su meta era clara, invitar a sus amigos a la playa, en el que obviamente el invitado principal era Tsuna, y de esa manera mostrar que ella también podía presumir su buen cuerpo en un lindo y delicado traje de baño.
Pero como siempre, la suerte no estaba de su lado. Al final los únicos que habían podido ir con ella eran su amiga Aryana, quien de paso se había llevado a Michael, y Ryohei, Yamamoto y Gokudera; éste último porque había sido arrastrado por un animado Yamamoto.
— ¡Maldito idiota del beisbol! — los gritos del peliplata se escuchaban por toda la playa — me engañaste. Yo no veo al Décimo por ninguna parte.
— Ma, ma Gokudera. Tsuna iba a venir, pero a última hora tuvo un problema. Igual dijo que nos divirtiéramos.
— Mi deber es estar con el Décimo, no con ustedes… frikis… — espetó enfadado.
— ¡No seas aguafiestas cabeza de pulpo! ¡NOS DIVERTIREMOS AL EXTREMO!
Haru y Aryana vieron a la distancia la pelea que los jóvenes tenían, en la que obviamente el perdedor era Gokudera. Con cada minuto que pasaba parecía más enfadado.
Un suspiró salió de la castaña. En cambio la pelirroja soltó una carcajada que sorprendió a Haru.
— Gokudera es muy gracioso, ¿no crees?
Con una expresión algo confundida Haru se dio cuenta de que su amiga miraba al peliplata. No era común que ella se acercara a sus amigos, por lo que no se esperaba aquellas palabras. Aryana colocó una mano sobre el hombro de su amiga, mostrando una sonrisa confortadora.
— Quizás no pudo estar aquí Tsunayoshi, pero igual podemos divertirnos.
Tenía razón, no había motivo por el cual no deberían aprovechar el momento para relajarse y tener un rato de esparcimiento.
— Muy bien ladies, ¿no van a prepararse? — la voz del rubio capturó su atención.
El joven ya estaba preparado con un atuendo playero y una loción de protección solar en su mano. Ambas jóvenes rieron, y fueron hasta un vestidor cercano para cambiarse.
Haru había escogido un bonito traje de baño a dos piezas en tono naranja y detalles en color blanco, mientras que su amiga había optado por uno en color azul que combinada con sus ojos y contrastaba con su cabellera rojiza.
— ¡Wow! Pero que chicas más hermosas — aduló el joven americano, ganando la atención de los otros jóvenes cuya pelea ya había terminado.
Haru se sonrojo ligeramente ante el comentario de Michael, y pronto su mirada se encontró con la de Gokudera quien la miraba fijamente. Durante unos segundos continuaron observándose, pero de repente el chico desvió la mirada.
Aquella acción confundió a Haru, sin embargo trato de no darle importancia.
El ambiente era animado, pues a pesar de todo, los jóvenes se divertían con un voleibol playero, y poco después decidieron entrar a refrescarse al mar.
Durante un momento Haru decidió salir del agua, y acercarse hasta donde estaba colocada su manta y sombrilla para tomar un refrigerio. Después de todo había sido una buena idea ir en compañía de sus amigos, se estaba divirtiendo como hacía tiempo no lo hacía.
Su mirada se concentró en los alrededores, esperaba encontrar a Gokudera quien había salido un poco antes que ella, y no había vuelto a donde estaba el resto. Además Aryana no había parado de repetir una y otra vez que el joven peliplata parecía más cómodo que al principio, y eso había hecho que Haru se percatará de lo mucho que su amiga prestaba atención al joven. ¿Podría ser que Aryana consideraba interesante al guardián de Vongola?
— Pero que tenemos aquí… — los pensamientos de Haru se vieron interrumpidos cuando un grupo de chicos la rodeó, sobresaltándola.
Los jóvenes le dieron una mirada de arriba abajo, logrando incomodarla. El más alto de ellos, un moreno que tenía un rostro desagradable le lanzó sonrisa burlona.
— No te asustes… no estamos interesados en ti — sus otros dos amigos se rieron — queremos que nos lleves con tu preciosa amiga, aquella hermosa pelirroja.
Haru miró que señalaban a Aryana, que yacía con sus amigos y quienes no se habían percatado de la situación.
— Haru no tiene porque ser su celestina~ desu. Si son verdaderos hombres deberían acercarse ustedes mismos. ¿O acaso no pueden competir con los chicos que la rodean?
Las palabras de la castaña hicieron enojar a los jóvenes.
— Tú pequeña… — el más alto estaba claramente enfadado. Pero uno de sus compañeros trato de tranquilizarlo.
— Déjala Touma, no tiene caso tratar con esta tipa. Nada más mírala, intentando lucir como una mujer cuando es claro que no tiene ningún atributo. Está claro que esta celosa de que su amiga sea más popular.
— ¡Hahi! ¿Qué? — ante sus palabras Haru no pudo evitar enojarse. ¿Cómo se atrevían a insultarla? — Aquí los únicos que no tienen ningún atributo son ustedes~ desu.
Inesperadamente, para cuando los chicos se dieron cuenta, su amigo había recibido un puñetazo en la cara por parte de la castaña y ahora estaba en el piso. No pudieron evitar el asombro, que claramente fue sustituido por rabia.
— ¡Maldita! ¿Cómo te atreves? — Haru observó como los otros dos estaban a punto de abalanzarse sobre ella.
Sí, en realidad no había medido las consecuencias de sus actos. Simplemente le había ganado el enojo, pero ya no había marcha atrás. Lo hecho, hecho estaba.
Pero pronto, aquellos dos también se encontraron en el piso, cada uno con un golpe propinado por nada más y nada menos que Gokudera. Haru vio al peliplata frente a ella, con una clara mueca enfadada.
— ¿Qué diablos haces mujer estúpida? ¿Eres superman o qué? — le reclamó.
— ¡Hahi! Claro que no~ desu. Superman es un hombre… en este caso Haru sería superwoman.
Un tic apareció en el ojo del peliplata que se volteó a verla con el rostro irritado. Pero tan pronto como lo hizo uno de los jóvenes maleantes se levantó y le dio un puñetazo, haciendo retroceder un poco a Gokudera.
Haru se asustó al ver lo que sucedía, pero en cambio Gokudera que ahora estaba más enojado, preparó sus puños para regresar el golpe. Sobra decir que aquellos chicos se habían arrepentido enormemente de haberse metido con el guardián de la tormenta. Los tres salieron despavoridos luego de unos cuantos golpes dados por el peliplata, y pronto el resto de sus amigos se acercaron.
— Gokudera, ahora sí que te has pasado — dijo el moreno, pero una sonrisa estaba en su rostro. Al parecer la cosa le divertía bastante.
— Cabeza de pulpo, debiste pedir ayuda AL EXTREMO.
— Ja, nadie necesita de su ayuda— respondió girando el rostro. Haru pudo observar claramente su mejilla roja por el golpe que habían logrado darle.
— ¿Deberíamos curar…? — Aryana estaba a punto de ofrecer su ayuda, pero Gokudera ya se había dado la vuelta y comenzado a caminar por la playa.
La pelirroja bajo los hombros con aparente desánimo y Michael se acercó a ella. Pronto cada uno optó por separarse, ya habían pasado demasiado tiempo fuera y debían regresar antes de que atardeciera. Haru rechazó la oferta de Aryana y Michael, en su lugar se dispuso a encontrar a Gokudera, a quien ya no habían visto desde su pelea.
Yamamoto le había dicho que seguramente el chico se había marchado a casa, pero Haru decidió dar un último recorrido por la playa. Nunca estaba de más asegurarse, además no podía evitar sentirse culpable. Después de todo había sido la distracción que había permitido que Gokudera fuera golpeado.
Al atardecer y casi con la playa completamente vacía, Haru logró encontrar al peliplata cerca de la orilla este, sentado en la arena mientras veía el mar. Antes de acercarse corrió hasta la tienda más cercana para comprar un poco de hielo, y una vez de vuelta se sintió aliviada al ver que él seguía allí.
Sigilosamente caminó a través de la arena, hasta llegar cerca y entonces tomó asiento. Gokudera le dio una mirada silenciosa, que Haru interpretó como una aceptación de su compañía.
— H-Haru siente lo de esta tarde… — comenzó a hablar, apenada — por mí culpa esos idiotas lastimaron a Gokudera-san. Lo siento.
— Tsk…
— ¿Puedo curar tu herida Gokudera-san? — pidió su permiso, mostrándole el pequeño pañuelo que cubría un par de cubitos de hielo.
— Hazlo que quieras… — respondió vagamente, pero Haru ensanchó su sonrisa y colocó el hielo sobre su mejilla inflamada.
Estuvo un rato así, esperando que aquello ayudara al peliplata a reducir su hinchazón.
— Te había dicho que más te valía cuidarte, y lo primera que haces es meterte en problemas mujer estúpida…
— ¡Hahi! Es que Haru no pudo evitarlo… y-yo… — se detuvo al sentir la mirada de Gokudera sobre ella. — No volverá a suceder~ desu.
Por alguna extraña razón había prometido algo como eso a Gokudera. Se sentía con el deber de hacerlo. ¿Él estaba preocupado por ella?
— Fue un buen golpe.
— ¿Eh? — Haru le miró confundida. No estaba segura de haber escuchado bien.
— El golpe que le diste a ese idiota.
La chica se mordió un labio intentado reprimir una sonrisa. Después de todo, estaba recibiendo una felicitación de parte del guardián de la tormenta.
Después de un rato retiró el paño, y sin darse cuenta, acarició la mejilla de Gokudera. El acto sorprendió al joven, pero Haru pareció no darse cuenta, pues continuo como si nada.
— Gracias por rescatar a Haru. La verdad es que ha estado cometiendo muchos errores últimamente~ desu.
Dejo escapar un suspiro mientras Gokudera le veía. No había razón para ocultar la verdad, quizás ahora la comprendería y sería comprensivo. O en el peor de los casos se burlaría de ella. No importaba realmente.
— La verdad es que Haru está pensando en una manera de conquistar a Tsuna-san antes de la graduación. Pero todo ha fracasado desde el comienzo, Haru ni siquiera pudo conseguir un novio falso~ desu — soltó con naturalidad.
— ¿Qué? — esta vez el peliplata no pudo reprimir la sorpresa. ¿Acaso estaba loca?
— No veas así a Haru, Gokudera-san. Era una buena idea, solo que Haru no pudo encontrar al candidato perfecto, un novio falso ayudaría a Haru a tener más experiencia en el amor, y de esa manera saber la forma de poder atraer a Tsuna-san. Pero creo que después de todo, si necesito alguien con experiencia como Michael-san.
— ¿Esto fue idea de ese tonto? — esta vez Gokudera lucía más enfadado. Solo podía haber sido idea de unos de los amigos del capo de Ghiaccio.
— ¡Hahi! Michael-san no es un tonto. Está tratando de ayudar a Haru, por eso creo que debo tomar la oportunidad. Puede que aún no sea demasiado tarde.
Gokudera vio como Haru se paró repentinamente con una nueva determinación en la mirada.
— ¡Haru le pedirá a Michael-san que sea su novio falso!
Instintivamente, Gokudera se puso de pie y sorprendiendo a Haru tomó su muñeca.
— ¿Estás loca? Tal parece que no te cansas de meterte en problemas… — el peliplata paso la mano por su cabello con fastidio. — Ese idiota no podrá ayudarte.
— ¡Hahi! ¿Cómo estás tan seguro?
— P-Porque… — durante un segundo Gokudera no supo que decir, la mirada chocolate le hacía dudar — e-es o-obvio que para conquistar al Décimo necesitas saber lo que le gusta y lo que no. Necesitas a alguien que lo conozca bien. Y aún así puede que no lo logres, después de todo eres la mujer estúpida.
— ¡Eres un grosero Gokudera-san! — le miró enojada. — ¡Deberías dar una solución a Haru, no criticarla!
— ¡Estoy diciendo que yo te ayudaré! No necesitas recurrir a ese idiota…
Su última frase gritada dejo en shock a Haru. No esperaba para nada que él mismo se ofreciera, pero tenía sentido. Si había alguien que estuviera siempre al lado de Tsuna, ese era Gokudera.
— Más te vale no estar engañando a Haru. Debes ser capaz de ayudarme a conquistar a Tsuna-san…
— ¿Es un reto? — respondió Gokudera con una sonrisa confiada.
Al final del día, ellos dos habían llegado a un acuerdo de una manera muy extraña.
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¿Qué había fumado aquel día Gokudera? Ni él mismo lo sabía. Simplemente habían salido de su boca aquellas palabras cuando había escuchado esa tontería de un novio falso y que la persona que ayudaría sería uno de los guardianes de Ghiaccio.
¿Es que acaso esa mujer era descerebrada? Aunque él tampoco estaba muy bien de la cabeza ahora que era consciente del problema en el que se había metido. Y es que lo peor de todo es que Gokudera sabía que para ese tema era completamente inútil, el mismo Shamal se lo había dicho una y otra vez, que él no servía para conquistar a las mujeres. Así que ¿cómo ayudaría a alguien tan estúpida como Miura Haru?
Y todo se agravó cuando, inesperadamente, recibió una llamada de la chica en cuestión preguntando cuándo comenzaría su "entrenamiento".
¡Maldita la hora en la que había abierto la boca!
— ¿Qué es lo primero que vamos a hacer, Gokudera-san?
El peliplata soltó un suspiro cuando ambos se encontraron por la calle. Era más fácil insultarla que ayudarla.
— ¿Qué vamos a hacer de qué? — soltó sin más, logrando que Haru inflara sus mejillas claramente enojada.
— ¡Hahi! Gokudera-san prometió ayudar a Haru, ya deberías tener algo en mente. Tal vez decirme que es lo que le gusta a Tsuna-san de una chica, o su cita perfecta~ desu.
El chico se rascó la cabeza con fastidio. Haru claramente podía ver la nula cooperación de su compañero, ¿cómo se le había ocurrido aceptar esa situación? Si ella era la primera que había dicho que solo alguien desesperada podría pedir la ayuda de Gokudera, aunque muy en su interior, había deseado que llegará la hora de su entrenamiento.
— No sé que tenía en la cabeza~ desu.
— ¿Eh? ¿Estás quejándote mujer estúpida? — reclamó de inmediato la tormenta.
— Gokudera-san tampoco sabe cuál es el trabajo de un novio falso, ¿no es así? Michael-san podría…
— ¡Claro que lo sé! — gritó ofuscado. ¿Acaso creía que ese rubito engreído sabía algo que él no?
— ¡Entonces pruébalo! — le retó.
— Cállate mujer estúpida… yo sé lo que hago— rápidamente Gokudera indagó en sus recuerdos. Desde pequeño Shamal había hablado una y otra vez de sus "tácticas de seducción" con las mujeres. Algo de toda aquella mierda debería haberse quedado en su cabeza.
¿Qué era lo que una chica más deseaba hacer con su novio?
— Vamos a ver una película… — dijo casi en un susurro.
— ¡Ah! Una cita en el cine — la idea no le pareció mala, por lo regular eso era el tipo de convivencia que tendría una pareja que recién está comenzando. Pero la idea de que los vieran juntos ya de por sí era rara, todavía más si se encontraban a alguien conocido en el camino. — E-Eh… Gokudera-san… ¿no sería un problema si nos vieran yendo al cine juntos?
Una venita se apareció en la sien del peliplata. ¿Es que acaso no podía estar de acuerdo en nada con él? Claro que tampoco le interesaba que la vieran con ella, pero no tenía que decirlo en aquel tono que demostraba como si le diera vergüenza estar con él. Trato de controlarse pensando que había sido su culpa en primer lugar.
— Podemos ir a mi casa.
— ¡Hahi! Gokudera-san es un pervertido~ desu — exclamó rápidamente la joven, cubriéndose con ambas manos sobre su pecho.
— N-No m-me e-estoy refiriendo a eso, estúpida… — tartamudeó, visiblemente sonrojado. — Quiero decir que podemos ver la película en mi casa. Así puedes entrenar, o no sé qué carajos es lo que quieres hacer.
Haru comenzó a reír, lo que hizo enojar más a Gokudera, pero después de una disculpa aceptó que estaba en lo correcto y le siguió hasta el lugar donde el chico vivía.
Era la primera vez que sabría cual era la dirección del peliplata, algo que hasta el momento era muy íntimo. Gokudera no vivía en una zona demasiado concurrida, las calles estaban tranquilas, y la castaña se sorprendió cuando llegaron a un sencillo pero cómodo apartamento. No era demasiado grande, pero para alguien que vivía solo como él parecía bastar, además de que todo estaba perfectamente acomodado como si prácticamente el lugar estuviera vacío. Pero era obvio que Gokudera era quien lo mantenía así de limpio.
— Pasa, ahora vuelvo — escuchó decir al chico que había entrado a otra de las habitaciones y la había dejado en la pequeña sala en la que solo había un sillón, un televisor y un par de libros en una mesa.
Haru tomó asiento pero no puedo evitar que su mirada curiosa se paseara por todos los alrededores. Nunca, en toda su vida, se hubiera imaginado que algún día ella estaría a solas con un chico, mucho menos con alguien como Gokudera.
De repente se sintió algo nerviosa. Recordó que Aryana había dicho que básicamente un novio falso ayudaba a saber que hacer durante las citas, como sentirse cómoda estando con un hombre e incluso había quienes enseñaban como ser un buen besador.
« ¡Hahi! Haru no debería estar pensando en eso~ desu » ser avergonzó sintiendo sus mejillas acaloradas.
Pronto el peliplata salió con ropa más cómoda y un par de películas en sus manos.
— No tengo muchas opciones, así que elige bien mujer — extendió sobre la mesa la gran selección de películas.
Ella dio un vistazo, aunque la verdad ninguna tenía un título especialmente llamativo. Reviso una por una hasta llegar a una cuyo título era diferente a los demás: "Yo antes de ti".
— ¡Hahi! No sabía que Gokudera-san tenía una película como esta.
— No es mía, la dejó mi hermana la otra vez que desafortunadamente llegó de sorpresa — respondió el chico sintiendo un escalofrío de solo recordar a Bianchi.
— Bueno, pues esta es la que Haru desea ver.
Él se encogió de hombros. Realmente no importaba lo que pusiera, estaba seguro que se quedaría dormido, así que mientras todo estuviera tranquilo le daba igual.
Se puso de pie, encendiendo la televisión y colocando la película en el DVD. Después regresó al sillón tomando asiento al lado de la castaña. Ella lo observó de reojo, mientras comenzaba a jugar con sus dedos con nerviosismo.
Al principio Gokudera no se dio cuenta, pero después de un rato giró la vista a la castaña.
— ¿Y ahora qué mierda pasa? — espetó.
— Gokudera-san dijo que sabía lo que un novio falso hacía~ desu. A-Así q-que… — comenzó a tartamudear, le daba algo de vergüenza decir lo siguiente — Haru cree que y-ya que e-estamos solos… p-pues… ¿p-podemos tomarnos de las manos~ desu?
El peliplata no pudo evitar sorprenderse ante la petición. A su mente llegó una de las muchas pláticas que Shamal le había dado, en las que mencionaba algo sobre el "ambiente perfecto" para estar con una chica.
Respiro profundamente esperando recordar lo que le había dicho.
— Más te vale no pensar que estoy haciendo algo raro, mujer estúpida.
Haru abrió los ojos con confusión mientras le miró ponerse de pie. Entró de nuevo a la habitación trayendo consigo una ligera manta, y después de acercarse al interruptor apagó la luz. Ahora el lugar se encontraba solamente iluminado por la televisión y Gokudera de nuevo se había acercado para sentarse junto a ella colocando la manta sobre las piernas para cubrirse. Haru se sorprendió por sus actos, pero sin decir más, Gokudera tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de ella.
— ¿A-A e-esto te referías? — preguntó, y aunque Haru no podía ver muy bien su rostro debido a la oscuridad, estaba casi segura que había un ligero sonrojo en sus mejillas.
Ella simplemente asintió. A decir verdad estaba resultando más extraño de lo que pensaba, pues por primera vez Haru se sentía cómoda a pesar de la situación en la que estaba. De hecho ni siquiera estaba prestando atención a la película que ella misma había elegido, solo podía pensar en lo cálida y fuerte que era la mano de Gokudera que la sostenía. Por un momento dudo de hacer su siguiente movimiento, pero ya que esto se trataba de solo un entrenamiento, no perdía nada con intentarlo.
Con cuidado acercó su cabeza al pecho del peliplata, recargándose sobre él. Pudo sentir el pequeño brinco que había dado, seguramente sorprendido por su acción, por lo que estaba agradecida que no pudiera ver su rostro que ya estaba más rojo que un tomate. Lo siguiente que sintió fue la barbilla de su compañero sobre su cabeza descansando con tranquilidad.
¿Quién diría que sería posible tener a Gokudera Hayato y Miura Haru solos dentro de una habitación y sin intenciones de matarse?
No pudo evitar que escapara una risa.
— ¿Qué es tan gracioso?
— ¡Hahi! Nada… — volvió a quedarse en silencio.
La película avanzó sin ningún cambio aparente, de hecho Haru cada vez se acurrucaba más a Gokudera y éste no parecía rechazarla. Así que por ese breve instante, no pudo sentirse más que feliz de que así fuera.
— Gokudera-san quieres… — cuando Haru alzó la cabeza para decirle eso, sintió removerse con algo de nerviosismo al peliplata.
— Mujer, no hagas eso…
— ¿Eh? ¿A qué te re…? — volvió a hablar, provocando la misma reacción en el joven.
Pronto se dio cuenta de lo que sucedía. Su boca al hablar estaba muy cerca de su cuello, así que probablemente sentía un cosquilleo en esa parte.
— ¿Así que ese es tu punto débil, Gokudera-san? — preguntó de manera traviesa, susurrando nuevamente en su cuello.
— ¿Qué carajos? — refunfuño con las mejillas rojas. Y aunque intento separarse no pudo debido a que Haru aún tomaba su mano.
Escuchó la risa de la castaña, comprendiendo que se estaba burlando de él.
— ¿Quieres jugar eh? — respondió esta vez con el mismo tono malicioso de Haru, y entonces se acercó a ella de manera peligrosa.
Haru intentó huir, y en el forcejeo ambos, terminaron recostados sobre el sillón con Gokudera sobre ella.
Lo siguiente que Haru pudo ver fue el rostro de Gokudera cerca del de ella, como aquella vez en la montaña, solo que con los papeles invertidos. Se quedaron en silencio un momento, como si nada alrededor existiera. Por alguna razón su corazón comenzó a latir rápidamente, y sintió la respiración del peliplata cada vez más cerca. En un impulso desconocido para ella, cerró los ojos.
Gokudera le miró, ella tenía los ojos cerrados como si esperara lo que ni él sabía que estaba haciendo. Sin embargo desde semanas atrás, algo raro estaba sucediendo dentro de él, lo supo desde el momento en que había chocado con ella en la entrada del instituto, cuando iba distraída y en su cara le había echado en cara que el idiota del beisbol si era considerado a diferencia de él.
Involuntariamente la había estado vigilando y había notado un extraño comportamiento en ella, lo que se había agravado cuando la había visto vigilando a Tsuna y después toda amigable con el rubito amigo de Shito.
De alguna manera le molestaba todo sobre ella. O más bien, le molestaba el hecho de que nunca le tuviera en cuenta, quizás esa había sido la razón por la que estúpidamente se había ofrecido para ser un novio falso. Pero ahora, con ambos en aquella situación, él realmente sentía el deseo de acercarse y probar un beso de ella.
¿Acaso estaba loco?
« Debes ser capaz de ayudarme a conquistar a Tsuna-san…» recordó de manera repentina.
No debía olvidar que lo que ella deseaba, no era estar con él. Con frustración desvió su boca, colocando un beso en la mejilla de la castaña.
— ¡Hahi! — ella había abierto los ojos sorprendida.
— ¿Quién es la pervertida ahora? — ser burló poniéndose de pie mientras le daba la espalda.
— ¡N-No es verdad! H-Haru no estaba esperando nada~ desu — respondió avergonzada.
Al parecer ambos habían caído en un juego por demás peligroso.
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Los días siguieron transcurriendo, y el avance en la relación falsa no iba nada mal. De hecho Haru consideraba un milagro el hecho de que cada vez, tanto Gokudera como ella, podían tomarse de la mano, abrazarse y tener algunas otras muestras de cariño de manera muy natural. Como si hubieran estado juntos durante bastante tiempo.
Cualquier que los viera pensaría que eran la pareja más extraña del año. Sin embargo ella se sentía muy contenta y cada vez deseaba más que llegara el día siguiente para poder verse con el peliplata.
Las últimas "citas" habían sido planes de la castaña, que aunque por una u otra razón peleaban como era su costumbre, siempre resultaba un momento agradable para Haru. Y siempre que pensaba en el casi beso con Gokudera, un sonrojo se apoderaba de ella a pesar de que intentaba no pensar demasiado en eso.
En esta ocasión ambos habían acordado verse en el parque, aunque no era tan común que estuvieran en público, de vez en cuando a Haru le gustaba respirar el aire puro. Cuando llegó Gokudera ya se encontraba sentado en una parte lo bastante solitaria y Haru había llegado con una sonrisa el rostro. El peliplata, con el ceño fruncido no había participado de la conversación, lo cual no era raro pues Haru siempre era la que se encargaba de hablar por los dos.
Sin embargo ese día en particular había algo que parecía irritar a Gokudera. Haru lo percibía en su semblante.
— Hay una nueva pastelería que Haru…
— No.
— Entonces, ¿una ida al parque de diversiones~ desu?
— No.
Desde que Haru había comenzando a dar sugerencias podía notar que Gokudera ni siquiera se estaba enterando de lo que hablaban. Si hubiera sido en otros tiempos aquello no le hubiera importado menos, sin embargo ahora era diferente, y le irritaba demasiado que él ni siquiera mostrará interés.
— ¿Podrías dejar de portarte como un amargado, Gokudera-san? — terminó por reclamar con los ánimos a punto de explotar — Haru está intentado que esto funcione.
— No estoy de humor mujer estúpida…
— ¿Y cuando lo has estado? Ya era raro que últimamente estuvieras comportándote tan bien con Haru.
— ¡Maldita sea mujer! ¡Esto no es más que tiempo desperdiciado, no deberías de intentarlo con tantas fuerzas! — gritó frustrado.
De repente Haru sintió un dolor en el pecho al escucharlo.
— H-Haru sabe que es una inútil en el romance, pero Gokudera-san no tiene derecho a echármelo en cara. E-Estoy h-haciendo lo mejor que puedo y…
— ¡El Décimo está saliendo con la hermana de Sasagawa! Así que deberías rendirte en esto. ¡ES INÚTIL!
Gokudera quiso golpearse al darse cuenta que su tono irritado había lastimado a la castaña, lo sabía porque ella se había quedado en shock y entonces una expresión triste había aparecido en su rostro. Pudo ver como gruesas lágrimas comenzaban a fluir de sus orbes chocolate. Se maldijo internamente de inmediato.
Haru no fue consciente de que estaba llorando hasta que llevo las manos a su rostro. De alguna manera ella intuía que algo pasaba entre Tsuna y Kyoko, lo sabía y estaba triste por ese hecho. Pero lo que en verdad la lastimaba era darse cuenta que Gokudera realmente pensaba que ella no servía para estar con alguien. Sentía que sus palabras se debían a que, hiciera lo que hiciera, ella nunca podría gustarle a nadie.
Ni siquiera a él.
Pensar en eso la lastimó más que la otra noticia. Porque eso significaba que ni Gokudera la consideraba como mujer, después de todo Haru había escuchado de muchas personas que ella no tenía ningún atributo. Lo habían dicho aquellos chicos en la playa, y ahora el destino se lo volvía a escupir en la cara.
Gokudera lanzó un suspiro frustrado. ¿Por qué siempre tenía que decir las cosas sin ninguna consideración? No le importaba ser así con el resto de las personas, pero por alguna razón verla con esa expresión lo hacía sentir culpable.
Sin pensarlo demasiado se acercó a ella y tomando su rostro con sus manos limpió sus lágrimas con delicadeza.
— Y-Yo… no quería hacerte llorar… — acarició sus mejillas, mientras la miraba fijamente. ¿Por qué esa mujer le hacía sentir tan desesperado?
Intentó hacerse creer que no le importaba lo que le pasaba, pero cuando escuchó que Tsuna por fin se había declarado a Kyoko, lo primero que había venido a su cabeza era la imagen de Haru y la reacción que tendría.
Y ahora, que estaba tan cerca de ella, parecía que en vez de detener sus lágrimas había hecho que estas fueran más fuertes.
— Joder mujer, ¡deja de llorar! O sino yo… — volvió a frustrarse. No iba a resistirse.
Como si fuera una escena en cámara lenta, Haru vio el rostro de Gokudera más cerca del suyo, primero dando un beso en su pómulo, dando otro más en la comisura de sus labios y finalmente dándole un beso en los labios.
Aquel acto había detenido por fin sus lágrimas y había sido reemplazado por un sentimiento cálido que lleno su corazón por completo. Sintió que Gokudera estaba por separarse, pero ella no deseaba eso, así que en su lugar tomó la camisa del peliplata con sus manos evitando que hiciera otro movimiento. Siguió besándole sin importar si alguien a su alrededor los miraba.
De alguna manera había comprendido algo en ese momento.
Haru se había vuelto loca. Haru se había enamorado de Gokudera Hayato.
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Después de aquel incidente en el parque, Haru ya no tenía más dudas. Podía parecer algo extraño, pero lo aceptaba.
Y aunque Gokudera no le había dicho nada después de eso, ella sabía que tampoco era indiferente al peliplata. Estaba claro que ambos eran deficientes en ese tema del romance, pero ella estaba dispuesta a cambiarlo. Y si para eso debía confesarse a Gokudera, lo haría. Esta vez ser arriesgaría a decir directamente sus sentimientos esperando que fuera correspondida.
El día perfecto había llegado. Durante la semana se había encontrado a Gokudera por el pasillo del instituto y aunque había evitado mirarla directamente a los ojos, había tenido el valor suficiente para decirle que este fin semana irían a un parque de atracciones.
Haru sabía que esa sería la oportunidad de aclarar su situación. Así que desde muy temprano por la mañana había elegido su mejor atuendo y se encaminaba ahora hacia la entrada del parque donde se vería con Gokudera.
Al pasar por la cafetería donde Shito trabajaba, se dio cuenta de que iban saliendo Aryana y Michael, seguramente en una de sus tantas citas. Estaba a punto de acercarse cuando escuchó algo que hubiera preferido no escuchar.
— Deberías decirle de una vez por todas lo que sientes por él Aryana. El guardián de la tormenta no parece muy listo como para captar lo que tratas de mostrarle.
La pelirroja soltó un suspiro visible para Haru.
— Gokudera es muy popular, pero nunca ha hecho caso a ninguna chica en la escuela. ¿Crees que tendré alguna oportunidad?
Haru les vio alejarse mientras seguían su conversación. ¿Por qué es que nunca se había dado cuenta de los sentimientos que su amiga tenía por Gokudera? Ahora comprendía sus palabras cuando le dijo que había alguien que le gustaba y por quien estaba recurriendo a un novio falso. Todo el tiempo se había referido a Gokudera.
Para cuando llegó con el peliplata, sus ánimos habían decaído de golpe. Se sentía como una mala amiga por no haberse dado cuenta antes, y lo que era peor es que ahora ella tenía los mismos sentimientos por Gokudera. ¿Acaso el destino podía ser más cruel?
— Oie mujer, no tenemos todo el día — la voz de Gokudera la regresó a la realidad. Ambos ya estaban en la entrada del parque y el peliplata lucía un poco desesperado.
Miró fijamente aquel rostro que ahora no paraba de pensar en todo el día. Sus verdes ojos brillaban por el reflejo de sol, sin duda era una imagen que Haru quería conservar.
— ¿Qué es esa expresión? Pareces una loca…
— ¡Hahi! Que grosero~ desu.
Gokudera contuvo una risa al ver su expresión. Después de darle un suave golpe en la cabeza ambos entraron al parque tomados de la mano.
El peliplata giró la cabeza para que Haru no viera su sonrojo. Se sentía algo ridículo haciendo todo eso con la mujer estúpida, pero él también había comprendido que por más que lo negara, a él también le gustaba estar con ella.
Durante esos momentos Haru decidió olvidar lo que acaba de escuchar y concentrarse en su cita. Disfrutaría del momento, aunque el día no terminara como lo había planeado desde varios días atrás. Ahora realmente no podía confesarse, por lo menos no sin antes hablar con Aryana.
La primera atracción a la que Gokudera la había llevado fue la montaña rusa, en la cual ambos lucían demasiado asustados. Con cada giro que daban la sensación era peor, y por momentos hasta sentía náuseas. Pero al bajar de ella, a pesar de todo, Haru tenía un sonrisa en el rostro pues Gokudera había tomado su mano todo el tiempo sin soltarla. Tal vez era solo por la emoción del juego, pero le agradaba.
— ¿Qué es esa sonrisa tonta? Te ves más fea que de costumbre — le dijo dando un golpecito con su dedo en la frente de Haru.
— ¡Hahi! Pues Gokudera no lucía como un caballero encantador hace rato~ desu. De hecho tu cara de miedo se veía a cientos de kilómetros — respondió en venganza.
— ¡¿Q-Qué?! ¡P-Por supuesto que no estaba asustado, deja de inventar cosas mujer estúpida — la vergüenza era notoria en el peliplata.
Haru rió entre dientes. A pesar de que sus peleas seguían presentes, sabía que en el fondo ambos la pasaban bien.
— Vamos Gokudera-san, Haru quiere una manzana acaramelada.
Su cita continúo por buen camino, después de descansar para comer algo, habían entrado en la casa embrujada. Hecho que había asustado a Haru pero a Gokudera le había fascinado. ¿La razón? Parte de la indumentaria estaba relacionada con extraterrestres y Gokudera se había obsesionado con una loca investigación sobre los UMA. A pesar de casi perderse por tener que jalar constantemente a Gokudera, Haru se había divertido completamente.
Su última parada de ese día había sido la noria. El final perfecto que Haru había planeado pero no estaba convencida de llevar a cabo.
Con un chasquido Gokudera había sido el primero en acercase y decirle que subieran. Haru sonrió internamente al ver el esfuerzo que el chico hacía por tener una cita "adecuada". Ver que él realmente deseaba estar allí, junto a ella hacía latir su corazón.
En silencio, los dos se sentaron frente a frente, mientras la noria subía de manera lenta haciendo que pudieran ver todo el parque de diversiones conforme subían más arriba. La noche ya había caído así que Haru podía ver perfectamente el hilo de colores que se formaba bajo ellos. Una hermosa vista en compañía de quien ahora consideraba su persona preferida.
Justo cuando estaban en la cima, Gokudera se aclaró la garganta atrayendo la atención de la castaña.
Ella le miró claramente nervioso, como si no supiera que decir.
— M-u… Haru — la llamó por su nombre, sorprendiéndola. Eran pocas las veces en las que él se refería a ella de esa manera. — No voy a hacer esto largo, después de todo Shamal siempre me ha dicho que no soy nada romántico. Así que escucha con atención.
Haru tragó seco mientras su corazón latía con fuerza. ¿Era lo que ella creía?
— Sé que no soy exactamente lo que esperabas, de hecho tampoco tú eres lo que yo esperaba.
— ¡Hahi! Gokudera-san deberías de…
— No me interrumpas, mujer… — le detuvo — pero aún así me enamoré de ti.
Haru parpadeó ante sus palabras directas. Sus ojos verdes estaban fijos sobre ella, y era claro que aunque no estaba muy cómodo diciendo esas palabras, el sonrojo en sus mejillas y sus manos que se movían nerviosas, le corroboraban la sinceridad de sus palabras.
— Me enamoré de ti, Haru. Quiero que seas mi novia, no una falsa, sino una de verdad.
No pudo evitar sentirse emocionada. Había esperado escuchar esas palabras, pero nunca se habría imaginado que las desearía tanto viniendo de Gokudera.
Se quedó callada, sin responder. Arrugó los bordes de su blusa sin saber que decir, realmente no esperaba que Gokudera fuera el primero en confesarse.
— G-Gokudera-san… — susurró su nombre, tenía que decir lo que sentía pero había de por medio alguien importante para ella. — La verdad es que Haru…
El peliplata la miró impaciente. Había tardado mucho tiempo en armarse de valor y no pensaba salir de ese lugar sin una respuesta.
— L-Lo que quiero decir es que Ary-chan, ella está enamorada de ti, y…
— ¿Quién? — la sorpresa se hizo evidente en el rostro el peliplata. — Habla claro mujer, ¿qué tiene eso que ver con lo que acabo de decir?
— ¡Hahi! Claro que tiene que ver~ desu. Ary-chan es una de las mejores amigas de Haru, pero yo no sabía que estaba enamorada de Gokudera-san entonces, Haru no sabe que es lo que ella pensara— dijo todo tan rápido que ni ella misma se había entendido.
— ¿Hablas de Sabatine? — dijo por fin el chico. Conocía a la joven de la que hablaba, aunque no la había tratado demasiado. — No me interesa.
Haru frunció el ceño con molestia. ¿Debía ser tan insensible?
— Estoy preguntando qué es lo que tú quieres. ¿Por qué estas preocupándote por alguien más? ¿Acaso no quieres estar conmigo? — lanzó la pregunta al aire.
Haru mordió su labio. No era eso, pero ella no podía ignorar los sentimientos de su amiga.
— Joder mujer estúpida, quiero saber lo que tú sientes.
— Gokudera-san no de…
Haru se quedó callada cuando el peliplata se levantó y la acorraló en su asiento. Su rostro estaba muy cerca del suyo, logrando que un rubor cubriera por completo sus mejillas.
— Dime que no te gusto, y entonces terminaremos con esto aquí — susurró cerca de su oreja, provocándole un escalofrío. Él volvió la mirada hacia ella, acercándose lentamente, se detuvo un centímetro lejos de su boca y volvió a hablar: — Te quiero.
Después de aquello Haru no pudo negarse. Cerró la distancia entre ambos entregándose a un dulce beso sin pensar en lo demás.
Gokudera sintió la sinceridad de sus sentimientos como nunca antes. Y por ese breve momento supo que lo inesperado puede sorprenderte de muchas maneras.
En su caso, había sido enamorarse de la estúpida mujer que un día se había autoproclamado la futura esposa del líder de Vongola.
Nada más alejado de la realidad.
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Cuando Haru tuvo el valor de hablar con su amiga, la risa que ella había emitido después de decirle que estaba saliendo con Gokudera y que se sentía culpable hizo eco en el lugar donde estaban.
— ¿Estabas preocupada por eso? — preguntó con mirada comprensiva — Haru, siempre debes saber que uno no puede controlar los sentimientos de los demás. No importa lo que yo hiciera, si Gokudera se ha enamorado de ti, él no se fijará en mí. He aprendido que a veces, debes darte por vencida. Eso no te hace alguien de poco valor.
Haru se sorprendió por sus palabras. Ella siempre había sido una chica tan madura.
— Yo, realmente quería poder gustarle. Pero eso no significa que debas sacrificar tus propios sentimientos. Además eres mi valiosa amiga, un chico jamás estará por encima de ti — le abrazó con cariño.
Haru se sintió tranquila. Ahora realmente podía sentirse en una relación apropiada con Gokudera.
Finalmente caminó hacia la entrada con una sonrisa en el rostro mientras observaba a Gokudera esperándola.
— Vaya que tardas mujer, ¿crees que voy a esperarte toda la vida? — reclamó el guardián con su habitual tono gruñón.
— ¡Hahi! Por supuesto que sí. Después de todo Haru es el amor de tu vida~ desu.
— ¡¿Eh?! ¿Cuándo dije eso? Debes estar alucinando… — dijo mientras la tomaba de la mano y caminaban lado a lado.
Haru rió por su comentario y se acurrucó junto a él, siendo observada con sorpresa por sus compañeros de instituto.
Ahora no le importaba si la llamaban loca. De hecho aunque ella lo pensó durante un tiempo, estaba convencida que no lo cambiaría por nada.
La locura había llegado e instalado en su corazón el día que aceptó a Gokudera Hayato.
NOTAS FINALES: Gracias por llegar hasta el final, espero que haya quedado decente xD ya saben que mi Gokudera es algo tsundere, ¡por eso me encanta! :3 Y como curiosidad, originalmente el OC de Aryana ama a Tsuna, pero aquí ni lo fuma jajaja esta más interesada en Gokudera.
En realidad en el fic de Waiting for you, siempre les vi potencial como pareja xD
¡Muchas gracias por sus comentarios!
Sigan cuidandose en esta cuarentena, que aquí me la extendieron hasta el 1 de junio... D:
Especial agradecimiento a: Hiyori Ishida y Mike-chan7 ¡gracias hermosas!