El problema con los chicos listo
Kohaku no es tonta.
Claro, no es la chica más brillante del reino científico, pero ella no es tonta. Kohaku sabe que la pesca durante el invierno es poco fructífera, que adentrarse demasiado en el bosque sola no es la mejor opción si quiere evitar a los leones, que darle la espalda al sol mejorará sus posibilidades de casa, que las bayas que crecen en la sombra y cuyas flores son moradas y de mal olor no son comestibles, que las ramas en los árboles secos no son seguras en absoluto, que el pescado que no es cocinado adecuadamente puede ser peligroso… en general, Kohaku no era una chica estúpida, solo más práctica. Evita perderse en los términos que no entiende, pero es más cuidadosa y diligente en los detalles que son fáciles de recordar.
Recientemente Kohaku también puede jactarse de entender lo básico de las matemáticas, saber escribir y leer un poco, de ser más diestra en cocinar, y haber aprendido a usar algunos de los cosméticos que usan Minami y el resto de las chicas -un logro que no se atribuiría sola, pero Yuzuriha ha sido benévola al no mencionar frente al resto las horas que paso enseñándole-. También Kohaku sabe que los imanes atraen a los metales, que el sonido viaja por medio de ondas, que el murciélago de Gen no lee mentes, solo predice respuestas en base a comportamientos ya manifestados, que las rocas pueden ser más interesantes de lo que creyó… Y, sobre todo, que los chicos listos tienen grandes problemas.
La primera vez que ella fue consciente de este último hecho fue poco después de derrotar a Ibara y conseguir la medusa. La luz había llegado a sus ojos después de mucho tiempo en la penumbra, el viento golpeó su rostro y pudo escuchar a la lejanía los pájaros cantando, mientras las hojas de los árboles se movían lentamente… Después de despetrificar a Ginro y que éste quisiera aprovecharse de su buen humor para tocar de más, recibiendo un muy merecido golpe de su parte… ella miró a su salvador y él correspondió automáticamente.
Aún recordaba ese breve intercambio de miradas que habían compartido Senku y ella después de que él la despetrificara; recordaba la sonrisa que había tirado de los labios del chico, ni una palabra fue pronunciada y sin más ella lo abrazó. No había habido nada como un golpeteo incesante de corazones, no había habido nada de palabras cursis susurradas al oído, no, solo la calma extendiéndose en todo su cuerpo y la gran inhalación por parte del chico que le había causado cosquillas.
Nadie, tal vez solo Ginro, había mencionado nada de ese contacto, el abrazo duró más que cualquier otro contacto físico en la escala del científico, pero menos de lo que ella había compartido con otras personas como su hermana, Suika o incluso Yuzuriha.
Incluso después de que el abrazo terminará el científico le permitió caminar con ella apoyando el brazo en su hombro mientras la mantenía al tanto de lo que había pasado en su ausencia y algunos inventos del viejo mundo que habían usado para la misión. Aun así, Gen no perdió el tiempo. Se acercó a ella por la noche con una de esas sonrisas que le decían que tenía algo trabajando en los engranajes de su maquiavélica mente.
–Oh… Kohaku-chan~, no creí encontrarte sola –la falsa sorpresa era palpable aun cuando su aterciopelada voz hacia lo posible por ocultar sus intenciones.
– ¿Por qué? –cuestiono con una ceja en alto dudosa de lo que podría salir de la boca de ese hombre.
–Oh, nada en particular –desestimó con una sonrisa y un encogimiento de hombros –solo creí que tú y Senku-chan estaría ocupados conversando a solas.
–Senku esta con Ryusui hablando sobre el barco –comentó regresando la vista al cielo.
Él no mencionó nada, ella tampoco hizo intento por continuar la conversación hasta que él soltó una risa pequeña pero audible entre el silencio. – ¿Sabes, Kohaku-chan? muchos esperábamos que aquel abrazo entre Senku-chan y tu fuese algo más que eso~ –comentó cantarinamente.
Una sonrisa apareció en sus labios – ¿Muchos?
–Bueno, no puedes negar que la relación entre ustedes es muy especial, no nos puedes culpar por esperar que algo surja de ahí –se excusó levantando las manos en señal de rendición.
Su índice viajó de inmediato a su barbilla en una pose pensadora antes de al fin suspirar –Tal vez tengas razón –ver como la confianza del hombre caía ante sus palabras fue tan divertido que valió la pena darle la razón por una vez.
–Oh… ¿en serio lo crees? –la sorpresa duró poco al parecer, ahora él se veía verdaderamente curioso por sus palabras.
–Bueno, Senku y yo hemos estado juntos por mucho tiempo y aunque no entiendo ni la mitad de lo que dice la mayoría de las veces admito que es muy divertido estar con él –razonó fingiendo inocencia para sus siguientes palabras – ¿Crees que eso signifique algo?
Los ojos de Gen viajaron por cada milímetro de su rostro en busca de una pista de lo que pensaba la mujer, aunque no tardó en sonreír de nuevo con aquella mueca que hacía cada que tenía un plan en mente –Oh, me temo que esto es más simple de lo que crees mi querida Kohaku-chan~ –canturreo cruzando los brazos entre las mangas de su abrigo.
– ¿Lo crees?
–Claro, es muy sencillo deducir que estás enamorada de nuestro querido Senku-chan~
–Hm… ya veo –murmuró más para sí.
–Por lo que veo no estás sorprendida –entrecerrando los ojos como si con eso leyera mejor a la rubia, la sonrisa que tiraba de los labios del de cabello bicolor se extendió.
Ciertamente esa respuesta no sorprendía a Kohaku, era algo que vio venir tan pronto algo cálido y diferente a la admiración comenzó a aparecer cada que veía a Senku. Kohaku no era tonta, sabía que era ese sentimiento que se desarrollaba en su pecho, solo… no creyó que fuese tan visible para el resto. –No soy tan ajena a mis sentimientos –le restó importancia con un ademán.
–Es una pena que ninguno haya hecho un movimiento para que su relación avanzara, pero bueno, creo que aún son unos pequeños niños –comentó Gen con pena. Kahuku frunció el ceño ante esas palabras.
– ¿Que tienes en mente, Asagiri Gen?
–Bueno hay muchos trucos que puedes usar para averiguar si nuestro querido Senku-chan siente algo por ti. –Una ceja se enarco en respuesta a las palabras del hombre, y él no tardó en explicarse –Los chicos listos tienen grandes problemas con algo tan simple como los sentimientos –comentó como si fuese una ley.
Gen parloteo un rato sobre muchos de los planes que tenía en mente, Kohaku no entendió mucho, pero algo le quedó claro, los hombres listos complicaban incluso cosas tan simples como los sentimientos.
…
Senku era un chico listo y Kohaku nunca lo negaría.
Ella lo había visto crear algo tan asombroso como electricidad desde cero, era interesante ver cómo los engranajes en su cerebro trabajaban a una marcha tan veloz cuando se trataba de solucionar alguno de los problemas que su mala suerte siempre le obligaba a resolver. E incluso cuando esas sonrisas de científico loco y explotador aparecían en su rostro, Kohaku nunca creería que algo malo saliera de ese brillante cerebro.
Sin embargo, Asagiri Gen tenía razón en algo, los chicos listos tenían un gran problema con eso llamado sentimientos.
Porque, aunque Kohaku no era la persona más brillante, podría asegurar que de un tiempo hacia acá Senku se portaba un tanto diferente a su alrededor. Ella no era lista pero sí muy observadora. Había algo sutil en su mirada que ella no podía explicar, pero era consciente de que estaba ahí cada que el rubí de sus orbes se encontraba con el zafiro de las propias. Ese mismo algo estaba ahí en las noches cuando todos habían caído agotados en sus camas y ellos comenzaban a hablar de banalidades, o cuando sus manos se rozaban casualmente en las largas caminatas por el bosque. Y no había duda de que ese algo tenía mucho que ver con las sonrisas que él le daba cuando ella tenía un rotundo éxito en seguir alguna de sus instrucciones. Kohaku no podía ponerle un nombre, pero sabía que había algo ahí, sutil y secreto, que se compartía en pequeños roces, sonrisas, miradas y palabras, algo de lo que no solo ella era consciente pero que al parecer solo ella decidía no ignorar.
–Los chicos listos de verdad tienen un problema –comentó una noche después de una larga conversación. Una de las cejas de Senku se arqueó mientras una sonrisa ladeada tiraba de sus labios.
– ¿En serio? ¿Quieres explicarme eso, leona? –Kohaku pudo detectar que la diversión no era todo lo que había en su tono de voz, ese algo en definitiva estaba ahí, y eso solo la hizo rodar los ojos.
–Eres malo con los sentimientos, incluso con los tuyos –declaró con el ceño fruncido mientras recorría con la yema de los dedos patrones aleatorios en su pierna. La confusión se sumó a la combinación entre diversión y ese algo.
–Diez billones por ciento seguro que tú y ese mentalista han estado hablando más que de costumbre.
–Bueno, tal vez, aunque no puedes negar que tenemos razón. –El silencio inundó el lugar, bien, las cartas habían sido puestas en la mesa -como decía el mentalista- y solo quedaba esperar por la explicación del científico.
Él suspiró después de un tiempo –El hecho de que no esté por ahí jactándome de ello no significa que no sienta nada, no sería humano de ser así, simplemente prefiero ahorrarme las molestias –sus palabras fueron acompañadas por ese gesto tan suyo de llevarse el dedo meñique a la oreja y restarle importancia al asunto.
–Eso es estúpido –soltó de inmediato.
–Las cosas son más complicadas de lo que crees, leona –su ceño se ha fruncido en la misma medida que el de ella –. Aunque no espero que entiendas ni un milímetro realmente.
–Lo entiendo y es estúpido –antes de que el científico pueda salir con alguno de sus comentarios inteligentes ella continúo –. Tal vez las cosas no son tan complicadas, tú eres quien complica las cosas.
Senku estaba a punto de contestar, pero las palabras murieron antes de que su ceño se frunciera más y sus labios se transformarán en una línea recta. Sí, ese es el problema con los chicos listos, son emocionalmente estúpidos.
…
Ese algo muere más rápido de lo que tardó en aparecer, y no, no es que Senku estuviera molesto con ella, simplemente Kohaku no estaba dispuesta a que ese algo siga ahí mientras Senku mantiene su cerebro trabajando buscando resolver su situación como si ella le hubiera planteado el más difícil problema matemático.
Todas las tardes trabajaba arduamente en cualquiera que sea el proyecto en turno, nada parecía haber cambiado entre ellos, pero la realidad era que el cambio fue tan sutil para todos pero evidente para ellos que parecía joder a Senku, para el regocijo de la rubia. Mientras Kohaku ayudaba al científico a volver polvo todo ese trigo podía sentir la mirada rubí clavada en su espalda, lo que la hizo reír un poco.
–Así que las cosas terminaron antes de empezar, es una pena Kohaku-chan -Gen se acercó a ella esa noche, Senku y ella ya no conversaban más antes de dormir, pero a ella le gustaba sentir el viento tocando su piel mientras miraba a las estrellas, ingenuamente esperando a que una noche él decidiera no ser emocionalmente inadaptado.
Kohaku negó aún sin mirar al mentalista –Un mes –comenzó ganándose toda la curiosidad del hombre. –Si Senku habla conmigo antes de que nos embarquemos para el próximo viaje sabré que él realmente quiere intentarlo.
–Y si nuestro querido Senku-chan en verdad es emocionalmente estúpido, ¿qué harás, Kohaku-chan? –Gen tomó asiento a su lado, dispuesto a que esa conversación durara más que solo un intercambio de palabras.
La rubia frunció el ceño. Esa posibilidad había estado presente en sus pensamientos; claro que era una opción, incluso tal vez la más probable entre todas las que podía pensar, y sin embargo no había pensado mucho sobre qué haría sí Senku decidía que ese algo no valía lo suficiente como para cambiar sus planes. –Bueno…
Una risa escapó de los labios del mayor –Confías demasiado en él –sus orbes zafiro se pegaron al suelo, como si mirar las gotas de rocío sobre el pasto fuese de lo más interesante en ese momento. –Tomaré eso como un sí, e incluso, me atrevería a decir que si Senku-chan no habla contigo antes de nuestro viaje tu seguirás esperando, ¿verdad?
–... – Kohaku a veces se sentía un poco estúpida ante eso ojos grises, en especial cuando era consciente de que Asagiri Gen podía ver a través de ella, justo como lo estaba haciendo ahora… es un poco injusto que nadie pudiera escapar de los escrutinios astutos del mentalista.
–Bueno, espero tengas éxito. Nuestro querido Labo-chan no es una presa fácil, aunque eso es algo que ya sabes –la sonrisa que ahora tiraba de los labios del chico era la más sincera que le había visto hasta entonces, por lo que no pudo evitar contestar el gesto.
–Gracias...
…
Kohaku era inteligente, mucho más de lo que muchos creen.
Ella puede jactarse, en general, de que ahora sabe cómo hacer cerveza; de los muchos usos que podría tener el maíz sí es que lo consiguen; sabe con certeza que hay muchos lugares más allá de lo que ella creía era el límite; y que la luna no es un lugar imposible de tocar.
Kohaku no era estúpida… o bueno, tal vez solo un poco.
La noche había traído sorpresas consigo: Kohaku ha aprendido a jugar, que el jugo de naranja, piña, limón, un poco de ginger Ale y una cucharada de jengibre en polvo pueden hacer un cóctel tan delicioso como la Cinderella picante, que Hyuga no es un mal entrenador y… que es un poco estúpida.
Gen tenía razón, aun cuando Senku ni siquiera había dado señales de que le interesase resolver las cosas entre ellos ella seguía esperando. Lo peor era que las miradas furtivas por parte de los ojos carmesí habían parado, y bueno, ella no podía hacer mucho al respecto.
Kohaku es estúpida, un poco más de lo que ella creyó.
–Así que aquí te escondías, leona –la sorpresa invadió a Kohaku. Sus ojos buscaron de inmediato al dueño de esa voz solo para encontrar a Senku con un cóctel en mano, otro ofrecido en su dirección, esa sonrisa ladeada y ese algo en los ojos.
–Ya te dije que no soy una leona –sus dedos se rozan mientras ella toma la copa y Senku solo suelta una pequeña risa ante sus quejas por el sobrenombre y su ceño fruncido.
–No lo sé, eres muy escurridiza –comenta tomando un trago a su vaso.
–Solo estaba descansando, y pensando un poco –murmura dejando que la bebida se deslice en sus labios.
– ¿En qué pensabas?
Consideró un segundo contarle su dilema mental, aunque al final terminó por desechar la opción –Nada especial…
Él no dijo nada y ella tampoco hizo ningún intento por continuar la conversación, solo se concentró en la imagen de un cielo estrellado y el sabor tan peculiar del trago.
– ¿Es realmente bueno? –No puede evitar enarcar una ceja ante la pregunta de Senku, y él solo rodó los ojos –El cóctel.
–Sí, deberías probarlo –comentó tomando otro poco.
–Tal vez mañana, Francois se fue a dormir hace un rato.
Ella asintió, y sus dedos se deslizaron lentamente por el cristal antes de ceder a la que podría ser la peor de sus cuestionables decisiones. – ¿Quieres un poco? – dio un trago en tanto los ojos rubí viajaban de su rostro a la copa con sorpresa, entonces sonrió y tomó el cristal de su mano.
Sus labios tocaron el borde contrario a dónde habían estado antes los suyos, y ella pudo ver la forma en la que el líquido bajó por su garganta, moviendo esa protuberancia ahí… –Diez billones de puntos a Francois –una de sus cejas se arqueó invitando al científico a continuar. –Ese cóctel es el indicado para ti… una combinación acida y picante, pero que te deja con ganas de más.
Por un momento Kohaku no supo cómo tomar esas palabras, aunque después de ver a Senku sonriendo de lado y con ese algo brillando en sus ojos… lo entendió, esa era la forma de Senku de hablar de sus sentimientos. Una risa escapa de sus labios, realmente los chicos listos tienen un problema con los sentimientos.
Notas de la autora:
1.- Bueno, esta es mi primera incursión en este fandom, la idea surgió hace unos días, y lo iba a publicar en cuanto lo termine pero… falta de tiempo. Realmente no sé si volveré a escribir para este fandom, pero espero les guste y me digan si les pareció muy OoC Kohaku o si creen que capta la esencia de la rubia o fui pésima para eso, ya saben, las criticas siempre se aceptan.
2.- Agradezco a quienes leen y un poquito más a quienes dejan review.
3.- Personajes de Inagaki y Boichi, historia mía, sin más me despido, cuídense y sayonara.