¡Hola! Agradezco nuevamente el tiempo que se toman en darle lectura, los comentarios, follow y favoritos. Espero el capitulo les sea de agrado.


Capítulo 4.-No tengo pruebas, tampoco dudas.

Sesshomaru miraba fría y largamente a Rin por encima de sus gafas negras mientras que, con la fuerza y brutalidad de un látigo arrestaba con una de sus manos la delgada muñeca de ésta. Ella estaba que temblaba, con un aire de pena golpeándole el rostro y obstruyendo su garganta, por lo que, ante la opulenta tensión aderezando la atmosfera ya sentía a sus pulmones al borde del colapso.

Todo había pasado tan rápido, tan de súbito e inesperado que el susto (más que el azote sobre su muñeca) la obligó a soltar el pastillero y a no medir el peso de sus acciones; llámese instinto, pero había cacheteado a Sesshomaru en un acto desesperado de autodefensa. ¡Plack! La mejilla de éste se contrajo de dolor. Sesshomaru tenía el rostro algo inflado con los ojos casi-fuera de sus órbitas, sea sí o sí, consecuencia del enojo ahorcando sus retinas. El suceso le había puesto de mal humor, más de lo que había previsto desde que comenzó su jornada y vio a su secretaria dormir a sus anchas en su sacro trono. Encima tenía que lidiar con los intereses egoístas de los líderes de otros departamentos como para dar pie a una disputa, de la que claro, no lo conduciría a nada, salvo al despido justificado de su secretaria y el que no le convendría ya que el 3.4% de la población suelen ser igual a ella.

La sesión ya había iniciado, el pitido de su bíper fue prueba de ello. Sesshomaru, no sin dejar de ver a su secretaria con una mirada retacada de un odio bien fundado en razones, tomó el USB (así mismo de su pastillero) y con la prisa prendiéndole candela a sus pasos, se fue, dejando aplastada en un rincón de la oficina y como cucaracha fumigada a su secretaria. Ante el abandono de su jefe, sobre de Rin se cernió el silencio. Multiplicado a la millonésima potencia, un silencio desgarrador para Rin que, con una ráfaga de estertores machacándole el pecho, lamentaba con los lagrimales húmedos del llanto lo que sin un ápice de razón había cometido.

Muy en sus adentros, donde los temores están al acecho, Rin deseaba que la reunión del comité se extendiera lo suficiente, al menos como para poder terminar los asuntos irresueltos de su trabajo, juntar sus cosas, firmar su renuncia e irse a casa, antes de que su jefe se tomé la palabra de hacerlo lo que para ella sería el revólver que con sus contadas balas apunta a su dignificación.

¡Estaba arruinada! Tanto sacrificio para nada, y eso, más que la pérdida definitiva de su trabajo, la hundía en las profundas garras de la depresión, en el mero hoyo del abismo. Había dado un todo por todo para no haber conseguido desenmascarar a su jefe, del que claro, con pruebas o sin ellas, éste sin dudas era un vampiro. Dígase que las pastillas fueron el boleto dorado en una barra de chocolate Willy Wonka.

—No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas—se consoló pensando.

Así cómo se hizo de llanto, Rin también se hizo de risas. Ni cómo evitar sentirse así, mordiendo fango. De solo imaginar que su vida laboral se había convertido en una tragicomedia, desde que concibió la idea de que su jefe era un vampiro su mera existencia por los pasillos de la empresa fue un chiste, un chiste malísimo pero del que alguien (sensible a la gracia) se habría de reír tarde o temprano. Sesshomaru, por ejemplo, se lo imaginaba perdido en calma, batiendo la quijada con la panza abotargada de la risa. Era una lástima, Rin jamás le vio brotar una carcajada de su boca estando él siempre concentrado y serio; lo que hubiera dado por ello, tal vez su sangre entera. ¿Será que los vampiros no tienen sentido de humor? Sabrá Dios. El tiempo ya lo tenía contado como para perderlo en fútiles reflexiones.

Rin avanzó cuanto pudo dando por finalizada a una torre de documentos apilados en su pequeñísimo escritorio. Después de tomar el lunch, verificar y darle seguimientos a unos e-mails, procedió con el papeleo de su renuncia. Esto último le malhirió de sentimentalismo el alma puesto que se iba ir a casa sin estar satisfecha, sin un éxito garantizado, con la autenticidad del mediocre cuya inmadurez es reprochable.

En los pasillos de su departamento rápido se difundió la noticia de su renuncia. Unos quedaron boquiabiertas, otros, los menos impresionados le extendieron un muy ramplón adiós del que por buena o mala voluntad, no hubo ni el deseo de la suerte, ni nada. Tocado la hora de su fin, Rin tomó sus cosas, mentón en alto… y se fue. Sin embargo, en el transcurso a su casa, le asediaba la creencia de que su partida fue a traición y vaya a donde vaya la deslealtad y retractación la acompañaría.

La reunión terminó al poco rato que Rin despejó su cubículo y abandonó la empresa. Sesshomaru entró a su oficina con los espásmicos sabores de la cachetada taladrando su memoria. ¿Y cuál fue su sorpresa? De su secretaria no había rastro alguno ni luz que la proyectara. Sea como fuere, tampoco albergaba el deseo de verla y no por guardarle desprecio, sino qué el afrontarla ameritaría de un esfuerzo de pacíficas actitudes que en circunstancias menos atroces, serían fáciles de ejecutar. Meneó la cabeza como gesto de desaprobación con el simple hecho de imaginarla; era torpe en demasía, tenía sus debrayes de locura pero aun así, ostentaba una cualidad que las personas "toscas" y "brutas" rara vez poseen, el sentido de responsabilidad.

Al llegar a su escritorio y echar una breve oteada al cubil de su secretaria, a Sesshomaru le perturbó ver organizado y bien pulido el área de ella cuando ya es costumbre observar el reguero de papeles que hay en las esquinas. Su seriedad se desvaneció por completo al enterarse a que se debía.

— ¿Rin renunció?

—Sí—.Fue la parca respuesta del secretario de Recurso Humanos, el encantador Miroku—.Me extraña que no lo sepas, Sesshomaru. Fue tu secretaria. ¿Pasó algo entre ustedes?

—No.

—Ese "no" me suena a un "sí". Pero bueno, no es de mi incumbencia. Abriré la vacante, mañana se publicará en la bolsa de trabajo de la página de la empresa. ¿Algún requisito en especial que quieras de las futuras candidatas?

—Ya sabes, el de siempre; que su tipo de sangre sea AB+.

FIN.


(Thank you so much for reading. I push myself too hard to write a decent and satisfactory story. It is a pleasure for me to know there are people who likes what I do. The most rewarding part about being a fanfiction writter is making people happy)

¡¿?!

ME GUSTAN LOS FINALES MEDIO FELICES Y TRISTES.

GRACIAS POR ACOMPAÑARME CON ESTA HISTORIA.