Una noche como cualquier otra


kimetsu no yaiba © Koyoharu Gotouge

N/A: Hice esto hace unos meses, algo feliz para los tiempos duros del manga.


Estaba tan cansado de la misión anterior, donde se rompió dos costillas y su nariz por la tarea de cazar demonios que iban a comer formando bandas a la medianoche. Ugh, que agotador. Los párpados le pesaban y los ojos le cerraban solos. Lo que le faltaba era una buena siesta para recuperar las fuerzas y seguir combatiendo el día siguiente para asestar el golpe certero al cuello de los demonios con la nichirinto teñida de amarillo vibrante. Sí, ese era el plan y hubiera sucedido así de no ser que sus compañeros eran unos lunáticos.

La misma discusión se repetía con la misma frecuencia, puntualmente y todo porque el jabalí tenía demasiada adrenalina para ser más de las doce de la noche.

—¡Inosuke! No podemos pelear, Shinobu nos matará si se da cuenta que estamos forzando los vendajes.

—¡No me importa! ¡Gonpachiro enfréntame!

—Cállense de una vez.

El tira y afloja sobre si el hermano mayor de Nezuko y el autoproclamado rey de la montaña se enfrentaban era de nunca acabar. Cada vez que lograba conciliar el sueño, un grito de guerra en la oscuridad y la noche estaba perdida. Esperaba que al menos su preciosa Nezuko pudiera descansar.

(Respira. Cuenta hasta tres.

Uno.)

—Jaja, Monjirou tiene miedo de perder.

(Dos.)

—Nuestras heridas recién están sanando, en unos días estaré recuperado por completo.

—No importa, yo también estoy herido ¡Eso hace las cosas más emocionantes!

(Tres.)

—¡Basta, Inosuke!

—¡AHHH! ¡¿POR QUÉ TIENEN QUE SER TAN ESCANDALOSOS A MEDIA NOCHE?!

Los idiotas voltearon a verlo, sorprendidos por un momento y Agatsuma pensó que quizá finalmente le harían caso y sería capaz de dormir. Grave error.

—Monitsu está siendo muy ruidoso.

—Zenitsu, no deberías gritar en la finca. Despertarás a los demás.

Era todo, quería sacar el aliento del trueno ahí mismo y hacerles desear no haber nacido, pero... Ciertamente la señorita Kochou no estaría nada feliz de ser testigo de un desastre en su propia residencia.

—Tanjirou—dijo mostrando su enojo en cada sílaba y Kamado comprendió (olió) la gravedad de la situación—mañana nos toca otra misión infernal de la que, no sé, podríamos acabar devorados. Solo pido dormir un poco antes de eso. Por favor.

—Oh, Zenitsu, lo siento. No fue cortés de mi parte. Seré más cuidadoso.

—Gracias por entender. —Una sonrisa cansada se formó en sus labios. — Y en cuanto a ti, cer-

—¡Al carajo! ¡A menos que me derrotes no tendré compasión alguna! ¡Ataque porcino! —El joven de rasgos delicados y abdominales notorios exclamó mientras atropellaba al rubio cuyos cabellos se balancearon con gracia mientras su cara se contorneaba por el dolor.

—¡Inosuke! ¡No debes hacer eso!

—...Aliento del rayo, primera postura...

—¡¿Eh?!

Apareció la temida pilar abriendo la puerta con fuerza y pese a su magnífica sonrisa, una vena hinchada se vislumbraba en su rostro perfecto.

—Chicos, saben, no me gustaría molestarlos, pero-

—¡Destello del Relámpago!

Y así se produjo una explosión de luz, donde los tres salieron volando en tanto Shinobu apretó su mano como un puño para controlar su ira. Bueno, el daño ya estaba hecho. Tendrían que ayudar a reparar la habitación que habían destruido hasta los cimientos. Pero primero a recuperarse, solo que la medicina dada sería un poquitín más amarga y el entrenamiento ligeramente más duro.

Al día siguiente, Nezuko escucharía como los valientes cazadores se morían de miedo después de que Shinobu los mandara a llamar.