Disclaimer
Los personajes que ya conocen son de JK Rowling.
¡Hola a todos! Vengo con un nuevo Dramione para ustedes. Quiero avisar de una vez que va a ser un fanfic LAARGO lleno de sorpresas y muchas situaciones interesantes así que no desesperen.
La mayoría del fanfic es en el mundo muggle porque lo que no habrá demasiada magia y se introducirán personajes nuevos completamente de mi autoría. Espero les guste mucho y dejen sus reviews llenos de amor.
Capítulo uno
Eran cerca de las siete de la mañana, Hermione daba los últimos toques a su alborotada melena frente al espejo de su habitación. Llevaba esperando mucho tiempo por este día, después de la guerra mágica su vida se sumergió en una ola de preguntas sobre Harry, el papel que ella había desempeñado para derrocar al señor tenebroso, dónde estaban sus padres, su compromiso con Ron y que haría ahora que se había convertido en una heroína de la Segunda Guerra Mágica. Este día representaba la oportunidad de empezar desde cero lejos del mundo donde todos sabían su nombre y cada uno de sus movimientos.
—Me gusta más como se ve tu cabello con el listón rojo alrededor de tu cabeza— exclamó Harry recargado en el marco de la puerta mientras daba un sorbo a su taza de café.
—Creo que es demasiado para el primer día—contestó Hermione sonriéndole.
—Yo pienso que luces linda.
—Y yo pienso que ya deberías de estar vestido—dijo Hermione mientras metía todo lo necesario para su primer día de clases en una pequeña mochila.
—Terminaré mi café y estaré en camino al ministerio, no tienes de que preocuparte— contestó Harry sentándose al borde de la cama.
—Buena suerte, Harry.
—Igual tú, Herms.
Hermione salió de su habitación, caminó por el pasillo, dio un último vistazo a su cabello en el espejo que colgaba a un lado de la puerta de entrada; tomó sus llaves y se encaminó a la universidad. Estaba nerviosa, jamás pensó que su vida tomaría una dirección fuera del mundo mágico, pero después de todo lo que había pasado en los últimos meses, pasar un tiempo en el mundo muggle le parecía una manera refrescante de salir adelante, necesitaba olvidar.
Después de unas cuantas cuadras llegó a un edificio que ocupaba casi toda la cuadra, todas las paredes exteriores dejaban al descubierto los ladrillos con los que el edificio se había construido. Hermione caminó hacia la entrada y contempló por un segundo las grandes puertas de cristal por donde se podían ver los amplios corredores, la recepción y parte de la cafetería. Respiró profundo y entró al edificio.
—Hola, lindo día. Estoy buscando el salón 309— dijo Hermione a la joven de pelo largo de color negro con facciones finas y piel del color de la porcelana.
—Hola, tercer piso a la derecha junto al taller de acuarela— contestó la recepcionista posando sus ojos azules sobre Hermione. —Las escaleras están al fondo del pasillo a la izquierda, el salón está muy cerca de los baños, es imposible perderte incluso si es tu primer día —
Hermione sonrió y caminó hacia el salón siguiendo las instrucciones de la recepcionista, abrió la puerta azul que dejó ver un salón amplio con paredes de color blanco, baldosas grises que brillaban con las lámparas del techo, nueve escritorios blancos con bancos que lucían sumamente incómodos y un pizarrón de tiza al frente que le recordaba sus momentos en la primaria antes de entrar a Hogwarts. Tomó asiento en el primer escritorio del centro, colocó todo lo que necesitaría en esa clase en su escritorio y espero a que empezará la clase. Al poco tiempo, la puerta se abrió dejando al descubierto una melena rubia platinada que le parecía extrañamente familiar.
Hermione se congeló, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, ese era... ¿Malfoy? No podía ser posible, de todas las los lugares el maldito mundo, él estaba ahí, parado ante ella con ese aire prepotente y cínico que lo caracterizaba, como si jamás hubiera dejado el mundo mágico. Se sentía indefensa y ultrajada, no quería que fuera posible, estaba huyendo y la magia había encontrado un modo de regresar a ella.
—¡Qué sorpresa! De todas las personas que podría encontrarme tengo a la sangre sucia en el salón de clases— exclamó Draco Malfoy sarcásticamente mientras entraba al salón de clases y buscaba un escritorio lejos de la castaña. —Un futuro tan prometedor en el mundo de la magia termina en una escuela muggle ¡qué tristeza! —
—Lo verdaderamente triste es lo bajo que tuviste que caer para encontrarte en un lugar como este — dijo Hermione mirando a Draco con desdén.
Draco tomó asiento en el escritorio del fondo a la derecha y evitó establecer contacto visual con el lugar donde se encontraba Hermione hasta que llegara el profesor, de todas las personas del mundo tenía que encontrarla a ella, la chica estrella del mundo mágico, la chica que podría expandir la noticia del decadente estado en el que se encontraba al estar entre muggles. Maldita sangre sucia, siempre entrometida en todos los asuntos que no eran de su incumbencia ¿qué demonios estaba haciendo ahí?
Pocos minutos después que para ambos parecieron horas, entraron los demás estudiantes seguidos del profesor, un joven no más allá de treinta años con cabello castaño oscuro, tez color canela y complexión delgada pero musculosa, vestía un pantalón de mezclilla, camisa a cuadros y llevaba en la mano un portafolio; caminó hacia el escritorio y escribió en la pizarra su nombre y la asignatura.
—Buenos días, soy el profesor James Evanson. Quiero darles la bienvenida a la clase de Historia de arte, aquí trataremos de abarcar lo más que podamos acerca de las principales corrientes artísticas en la historia, los únicos requisitos son su puntualidad y compromiso hacia la clase, los programas que repartiré en un momento contienen todo lo que necesitan saber del curso — exclamó el profesor mientras sacaba de su portafolio los programas de la asignatura y se paseaba por el salón para repartirlos a sus estudiantes. —Ahora quiero que se presenten, somos muy pocos para no memorizar todos los nombres. Empecemos por aquí— agregó señalando a la chica que se encontraba a la izquierda de Hermione.
—Yo soy Penny— dijo una chica extremadamente esbelta de tez blanca, cabello rizado y negro.
—Yo me llamo Andrew— exclamó un chico musculoso, rubio y con ojos verdes.
—Hola, soy Peter—exclamó un chico de cabello castaño y ojos verdes.
—Hermione Granger— dijo la castaña deseando que la tierra la tragara. Odiaba las presentaciones, corrección, odiaba presentarse ante Draco. Le parecía casi vomitiva la idea de que ese estúpido respirara el mismo aire que ella.
—Nate — dijo un chico de tez blanca, cabello lacio de color café con ojos del mismo color.
—Tina—exclamó una chica de tez morena, cabello lacio y ojos verdes.
—Alana— dijo la chica a la derecha de Hermione. Una joven de piel morena, una melena negra rizada incontrolable y unos ojos café oscuro.
—Yo soy Marck— agregó un chico de lentes, cabello pelirrojo y ojos verdes.
—Draco Malfoy— dijo el rubio con tono de hastió mirando a la ventana con desinterés. La situación ya era lo suficientemente humillante para mirar a todos esos muggles a la cara. No podía creerlo, un Malfoy condenado a convivir con muggles. Estaba verdaderamente enojado, no entendía como su vida había terminado de esa manera y odiaba a su padre por haberlo arrastrado a ese destino. Pocas veces había sentido tanto odio en su vida como al escuchar a un montón de muggles decir sus nombres.
Ninguno de los dos tuvo cabeza en las dos horas de clase para lo que el profesor explicaba, la presencia del otro era una verdadera molestia, les parecía una irrupción en la paz que el anonimato de encontrarse entre los muggles les brindaba. Ambos estaban ahí para seguir adelante y olvidarse de todo lo que había sucedido, pero ahí estaban, en la misma aula con el pasado tocando su puerta.
Cuando el profesor finalizó la clase, Hermione guardó sus cosas para irse lo más rápido posible del aula, salió del edificio a pasos agigantados y rebuscó en su bolsa un cigarrillo para calmar sus nervios, la cabeza le daba vueltas, tenía el estómago revuelto y tenía una combinación de sentimientos que ninguna palabra podría haber descrito. Su lugar seguro había sido destruido.
Caminó sin rumbo fijo por un nublado Londres unas cuantas horas, no estaba segura de cuál sería su siguiente movimiento respecto a lo que tendría que aguantar por los siguientes meses, necesitaba analizar sus opciones y recomponerse, no tenía claro que le provocaba todo ese oleaje de sentimientos, si era por la presencia de alguien del mundo mágico en su vida más allá de Harry o que esa persona fuera justamente Malfoy.
Las primeras gotas de lluvia sacaron a Hermione de sus pensamientos así que decidió volver a casa. Caminó rápidamente a un callejón solitario y se apareció en la sala de su pequeño departamento, no había señales de Harry todavía. Fue a la cocina tomó una cerveza y se dirigió al sillón de una plaza en su sala donde tanto le gustaba leer.
Poco tiempo después Harry abrió la puerta y fijo su vista en Hermione que miraba al infinito y no parecía haberse percatado de su presencia.
Caminó hacia ella, dejó su portafolio en el suelo y se acuclilló frente al sillón donde estaba sentada la castaña.
—¿Qué pasa Herms? — preguntó Harry con un tono de preocupación mientras buscaba la mirada de Hermione.
—Draco Malfoy—contestó Hermione.
—¿Qué pasa con Malfoy? — preguntó Harry.
—Lo encontré en mi salón de clases—contestó la castaña después de un sorbo a la cerveza.
—¡¿DE QUÉ ESTÁS HABLANDO?! — gritó Harry mientras se ponía de pie bruscamente.
—No sé que jodidos haga aquí, pero eso arruina todo Harry, todo— agregó la castaña mientras desviaba la mirada de la conmoción que estaba sufriendo su mejor amigo.