Finalmente, tras años de persecuciones, peleas, disgustos e incluso aventuras, pudo ver al hombre que tanto había luchado por atrapar frente a él, tras las rejas, sin posibilidad alguna de poder escapar en esa ocasión. Era imposible esa deducción, pero Zenigata estaba seguro ¿Por qué? El tiempo transcurre y siempre termina por cobrar todas tus acciones, evidentemente este no tiene excepciones, es por ello que un cuerpo que ha sido sometido a quien sabe cuántos castigos, heridas, cirugías poco confiables e incluso haber estado al borde de la muerte, siempre tiene un límite, y Zenigata podía ser testigo de esto.

Después de haber pasado meses buscando su paradero luego de su último encuentro tras una pelea que acabo mal para su compañero, dio con el lugar de su escondite, el criminal no opuso resistencia puesto que un niño se hallaba con él, y además de evitar el ponerlo en peligro no tenía la fuerza suficiente para sacarlo de ahí y huir.

Ese niño llevaba el nombre de su rival, "Lupin", el nombre de su padre, el ladrón más famoso y buscado en el mundo. El niño, aún con apenas 5 años de edad, parecía estar comprendiendo todo lo que ocurría a su alrededor, de estatura un poco más alta del promedio, algo delgado, su expresión no mostraba más que melancolía, parecía ser bastante educado, obedecía a todo lo que se le pedía. Desde que Zenigata encontró al niño y a su padre, estos ya no pudieron mantener una comunicación directa, hasta el momento en que el inspector visito su celda por primera vez.

El cuerpo ya bastante desgastado del ladrón se hallaba recostado en una pequeña litera, parecía dormitar o por lo menos lo intentaba. Al abrir la reja, el preso despertó de inmediato, se irguió y observó a su amigo con una ligera sonrisa para después dirigir su mirada hacia la pequeña persona que lo acompañaba, sin pensarlo extendió sus brazos mostrándole una gran sonrisa, el niño corrió hacia él sonriendo por primera vez de igual manera. El hombre lo tomo entre sus brazos, lo levanto y abrazo con fuerza, el gesto no duró mucho, con una expresión de dolor el padre tuvo que interrumpir el abrazo, mientras pasaba su mano una y otra vez por su costado.

- Creí que una costilla rota sanaba más rápido- murmuró más para si mismo, pero al notar el rostro de preocupación del pequeño rio con esfuerzo mientras le revolvía el cabello

-¿Y bien? ¿El viejo Zenigata fue lo suficientemente divertido para ti?- pregunto de manera burlona tratando de distraer a su hijo

El pequeño Lupin negó rápidamente con la cabeza, no era de muchas palabras a decir verdad.

-¿Ah no?- El hombre volvió a dirigir su mirada hacia su compañero y con gesto divertido exclamo -Espero que por lo menos le hayas dado un delicioso postre a mi hijo para merendar ¿Eh Zenigata?

El niño salto con alegría de inmediato llamando su atención, movía sus manos hacia todos lados mientras con gran ilusión en su mirada le relataba a su padre todo lo que había podido comer en su estadía con el inspector. Su padre sonrió de oreja a oreja, animado por la gran energía de su hijo.

-Ha podido comer mucho mejor hoy a diferencia de los últimos meses- Replicó Zenigata mientras se acercaba hacia el hombre

La mirada ya cansada del preso se ensombreció aun mas al escuchar esas palabras, sin apartar la mirada del niño dirigió sus palabras hacia su compañero

- No fueron días fáciles-

- Pudiste entregarte –

No hubo respuesta, en lugar de eso el padre le indico al niño que saliera de la celda y que esperase afuera de la habitación, el pequeño atendió de inmediato asintiendo enérgicamente con la cabeza caminando con calma hacia afuera.

-No creas que no ignoraba lo que pasaría conmigo después de eso

El inspector suspiró pesadamente, se sentó a su lado en la incomoda litera mientras mantenía su mirada lejos del rostro de su compañero.

-Hice todo lo que pude, no hay manera… te condenaran a muerte sin dudarlo-

-Si… si…

Hubo un momento de silencio, ambos se hallaban sumidos en sus pensamientos, hasta que Zenigata interrumpió de manera brusca el ambiente

-¿Dónde están Jigen, Goemon o Fujiko?

-Cada quien esta en sus asuntos, ahora tienen una familia de la cual preocuparse. Me alegra saber que no terminaron como yo

-¿No pedirás ayuda? Ellos sin duda vendrían por ti, podrías irte de aquí sin problemas

El hombre rio ligeramente mientras negaba con la cabeza

-No hay caso ya, ya no soy el de antes Zenigata, deberías haberlo notado desde que me encontraste. Solo luche por sobrevivir para seguir con el- al decir esto alzo su mirada señalando al pequeño niño que se hallaba fuera de la habitación sentado tranquilamente mientras jugaba con sus pies

-Entonces continua luchando, ese niño aun tiene una vida por delante

De nuevo no hubo respuesta, Zenigata no podía creer lo que observaba ahora, ya no veía mas a quien por años había sido su rival mas intrépido, maravilloso, de eso solo quedaban recuerdos y en su lugar se hallaba un hombre sumamente delgado, lleno de llagas y con una mirada ensombrecida por la hambruna y el insomnio. Aparto la mirada, si bien era cierto que su meta mas grande en la vida, su sueño, era verlo por fin pagando por sus crímenes tras las rejas, esta no era la manera en que lo había imaginado, todo estaba mal, él iba a morir y no podía evitarlo, desaparecería así como así del mundo, ¿a esto había basado la mayor parte de su vida? En el fondo deseaba verlo salir de ahí, escapar una vez mas e iniciar esa persecución que siempre había odiado pero que ahora anhelaba con todo su ser que sucediera, y además, estaba involucrado este niño, ¿Cómo podía dejarlo solo? Tenia el impulso de tomar a su compañero de los hombros, sacudirlo y hacer que entrara en razón, que debía continuar, que debía huir de ahí y criar a su hijo, debía huir para poder perseguirlo una vez mas como todos estos años, mantuvo su mirada inclinada, admirando el pobre suelo de la celda mientras con frustración arrugaba con fuerza parte de la tela de su pantalón.

Finalmente sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes en los barrotes de la celda, era uno de los oficiales, con la mirada le indico a Zenigata que era la hora, suspiro con pesadez poniéndose de pie, curiosamente sentía su cuerpo pesado, sin energía, se coloco frente al prisionero llamando su atención, él le dirigió la mirada mientras sonreía ligeramente, trato de ponerse de pie pero sus pocas fuerzas lo limitaron a solo tambalearse para caer de nuevo sobre la litera. Sintiendo un nudo en su garganta Zenigata ayudo a que se estabilizara un poco mientras se encontraba sentado, nunca imagino verlo en ese estado, indico al oficial que trajeran ayuda para poder sacarlo de la celda, el hombre atendió la indicación y salió de ahí.

-¿Cómo es que soportaste tanto tiempo así?

Su compañero rio ligeramente -Ni siquiera yo lo sé-

El inspector se irguió dirigiendo su mirada hacia fuera de la celda, el niño mantenía su mirada agachada, mirando atentamente a sus manos mientras jugaba con ellas, parecía nervioso

-Oye Zenigata, necesito que me hagas un favor-

Sin pensarlo el inspector se giro hacia él captando su atención -Lo que necesites-

-¿Podrías cuidar de él?-

La sensación del nudo en su garganta se intensifico -¿Yo?-

-Por supuesto. No tiene madre así que esta solo en el mundo, además eres bueno con los niños ¿no? -

Su compañero se mostró inseguro, no sabía cómo responder a esa petición.

-Inspector- de nuevo el ambiente fue interrumpido, el oficial ya había regresado y tenía consigo una silla de ruedas

-Espero que sirva- señaló el hombre mientras entraba en la celda

-Con eso... será suficiente- respondió Zenigata aún algo desorientado por la reciente pregunta de su amigo

Ambos hombres ayudaron a colocar al preso en la silla de ruedas y el oficial fue quien lo llevo fuera de la celda. Al verlo salir el niño se dirigió hacía su padre con preocupación, jalo de sus holgadas ropas tratando de evitar que continuará avanzando. El inspector indico al uniformado que se detuviera y el atendió a su petición, giro la silla de ruedas hacía niño y él sin pensarlo se abalanzó hacía su padre abrazándolo con fuerza.

-Oye tranquilo, vas a romperme las pocas costillas sanas que me quedan, tienes una gran fuerza ¿Lo sabías? - el preso sonreía mientras acariciaba el cabello del pequeño

-¿A dónde vas? -ignorando su intento de desviar su atención de la situación, con lágrimas en los ojos observó a su padre esperando una respuesta, él comprendió y suspiro

- Yo... No creo poder volver -

- ¿A dónde vas? - El niño quería una respuesta clara, quería saber con exactitud en qué lugar estaría su padre

- Escúchame - el hombre levanto gentilmente el rostro del niño hacía él - No importa a dónde me dirija ahora, tú no debes seguirme, ese sitio no es para ti

El pequeño agachó la mirada comenzando a llorar pero asintió con la cabeza

- Tu misión ahora, es siempre portar con orgullo mi nombre, el de tu abuelo y bisabuelo, y mostrarle al mundo lo que alguien como tú puede lograr hacer, Lupin IV - Acaricio la cabeza del pequeño una vez más, le dio un beso en la frente y con delicadeza lo aparto de él poco a poco

- El viejo Zenigata cuidara de ti - el pequeño Lupin levanto la mirada hacia el hombre, él le sonrió débilmente mientras sostenía su sombrero entre sus manos - Es un gran hombre, algo gruñón, pero no dudo en qué estarás bien con él, vamos

El niño obedeció a su padre y se dirigió con lentitud hacía el inspector

- Fue un honor el poder perseguirte todos estos años, e incluso el poder trabajar a tu lado, mantengo mi palabra al decir que no eres igual que los demás criminales, eres mucho más, eres...

Su discurso fue interrumpido por la risa del preso

- Esos son demasiados halagos para alguien como yo, me avergonzaras frente a mi hijo -

El sonido de un silbato se oyó a lo lejos indicando que debían apresurarse, el uniformado observó al inspector y él asintió, su mirada se nublaba poco a poco a causa de las lágrimas pero mantenía su posición erguida e imponente, colocó su mano sobre el hombro del niño, quería indicarle que no estaría solo, que tenía un apoyo, y en un futuro alguien en quien confiar.

El oficial comenzó a alejarse, aunque no era mucha la distancia que aún había entre el preso y ellos el hombre en la silla de ruedas grito con notorio entusiasmo mientras alzaba su brazo ondeándolo a modo de despedida

-¡Cuida bien de él Zenigata, porque es el mayor tesoro que le pude haber robado a la vida!

El inspector no pudo evitar mostrar una sonrisa ante tal muestra de energía, el niño había comenzado a llorar ya, su llanto aunque silencioso llamo de inmediato la atención del hombre. Recobró su compostura, secó sus lágrimas, colocó su sombrero en su lugar y poniéndose a la altura del niño obstruyendo su vista del pasillo y la inevitable despedida de su padre lo invito a salir de ahí, ir por un postre delicioso para comer y después caminar por dónde sea que el momento los llevará. El pequeño aún con lágrimas lo observó y asintió, Zenigata le ofreció su mano y él se la extendió sin dudarlo, tomándolo con fuerza mientras su llanto continuaba, el inspector se puso de pie y comenzó a caminar con lentitud hacía la salida, pero aún antes de dejar el lugar se detuvo por unos instantes, recordando las palabras que tanto habían repasado su mente

"Lo único que quiero es que él pague su deuda a la sociedad, y beber un trago con él"

Dio una rápida mirada hacia atrás para después observar al niño y seguir adelante

- Levantaré mi copa para brindar por ti, Lupin III