Capítulo 6: En Busca De Respuestas.

La última luz del día se ha filtrado en el cielo cuando llegan a la montaña. Ahora está pie frente a él, la presencia ominosa se vuelve abrumadora. La montaña aparentemente artificial tiene una larga grieta que se extiende a través de ella. La brecha está abierta lo suficiente como para que la gente se deslice. Derieri, tan perdida en sus pensamientos, ve vagamente a Meliodas alejarse sin darse cuenta. Sus botas metálicas crujen fuertemente en la hierba mientras ella se apresura a ponerse al día.

Sus dedos rozan el material áspero de la abertura mientras se desliza entre las dos paredes. La mínima luz del exterior comienza a reducirse y luego se funde cuando son envueltos por una baja luz azul. Este lugar está mal. Sus instintos le gritan por alejarse de aquí, el crujir de sus huesos se unen a la causa y en el instante en que se desliza por el pequeño espacio de una entrada es cuando se da cuenta del porqué. Su poder demoniaco no sale a flote y tampoco puede invocar la Materia Oscura.

"Nuestro poder está siendo reprimido con fuerza. No tenemos acceso a él aquí", Meliodas expresa indiferente mientras observa fríamente su entorno.

Derieri intenta desesperadamente recuperar su oscuridad, pero se siente vacía. Como un río estéril. "¿Qué podría estar causando esto?" Ella gruñe mientras da un paso más, sin recibir respuesta, tal parece que él tampoco lo sabe.

Sus ojos giran lentamente, tratando de buscar cualquier cosa que pueda revelar los orígenes de este lugar.

En la tenue iluminación azul, es difícil ver mucho, pero el área es pequeña, estrecha, con una pared aglomerada de rocas frente a ellos. Al mirar hacia arriba, resopla con fastidio. Parece que nunca termina cuando la poca luz crece, comenzando a comerse la baja oscuridad de los rincones.

"¡Magia de luz! Hay diosas cerca. Pero solo hay una forma de averiguarlo". Con eso Meliodas vaga por el muro aglomerado de rocas y comienza a escalarlo lentamente.

Los ojos de Derieri se abren, "Espera, ¿vas a subir allí?" Esa magia es tan poderosa que puede ser fácilmente comparada a otros miembros de los Diez Mandamientos, más ahora que no cuentan con sus poderes demoníacos.

Puede sentir su irritación cuando él ofrece una respuesta. "Todo está envuelto en luz. Lo que significa que una diosa debe rondar por aquí. Solo tengo que matarla para tener acceso a nuestra oscuridad". No hace más comentarios mientras se levanta lentamente por la pared.

Es una explicación lógica y a juzgar por su tono, cree que ella solo lo retrasará. "Le mostraré que también puedo". Ella se mueve hacia la pared y encuentra un agarre firme. Sosteniendo hasta que comienza a subir constantemente. Un pie en un rincón, luego moviendo su mano hacia arriba para agarrar otra roca, y así consecutivamente. Derieri ha escalado árboles, acantilados y montañas antes, pero nunca se había expuesto a magia de la luz.

Levanta la vista para ver que está justo donde la luz comenzó a absorber la oscuridad de la habitación.

Meliodas sorprendentemente la mira de cerca con una sonrisa burlona.

"¿Te tardaste mucho?"

La luz se hincha a su alrededor, bloqueando su visión, aunque a él parece no afectarle. "No", es su fría respuesta, escalando el último trozo de roca para quedar a la par.

"Bien, porque todavía hay mucho camino por recorrer", dice casi demandando.

¿Cómo sabe él esto? Mantiene su mente enfocada al frente siguiendo su patrón. Derieri escala más y más alto, respirando lenta y constantemente para mantener un poco la calma. Luego su pie resbala y no puede recuperar el control a tiempo. La forma rápida en que su corazón se hunde en su pecho es más aterradora que la imagen que imagina de su impacto en el suelo.

Una mano fuerte e insensible engancha su muñeca, luego balancea toda su forma hacia arriba y bruscamente la arroja sobre una superficie plana. Con el latido de su corazón y el dolor de ser sacudida con tanta fuerza por su brazo; Derieri escucha la voz de Meliodas teñida de burla, "¿Miedo en el tramo final?"

Sin embargo, en lugar de comentar, se levanta lentamente a medida que pierde su sentido de la vista. El área está más allá del tono blanco, ellos muy bien podrían estar entrando al Reino Celestial. ¿Por qué aceptó ser llevada a un lugar como este? Esto calza a la perfección en lo que podía ser la trampa de la diosa.

"¿Cómo se supone que debemos saber hacia dónde nos dirigimos?" Su voz es ligera y vacilante, apenas lo suficiente como para causar ondas que perturben el agua. Este lugar la pone nerviosa y apenas quiere dar un paso adelante.

Se puede escuchar el ruido de las botas cuando Meliodas comienza a alejarse. "Sígueme", contrario a lo que pensaba, él está muy confiado en sus pasos.

Parece que no tiene otra opción y lo hace, escuchando únicamente sus pasos, Derieri mantiene su ritmo a la perfección. Caminan un rato y el sonido de sus pasos se aligera.

... Tap-Tap...

Derieri se detiene ante el sonido extraño que hace que Meliodas lo haga después de adelantarse unos pasos. "¿Qué pasó?" La irritación es obvia en su tono así como en su impaciencia.

Ella lo ignora por un momento mientras escucha atentamente. Silencio absoluto.

"Nada. Solo pensé escuchar algo..." Informa antes de continuar caminando. Meliodas hace lo mismo después de un suspiro áspero y Derieri se relaja en los tonos reconfortantes de sus pasos.

... Tap-Tap...

Se detiene nuevamente cuando su cabeza se da vuelta con la esperanza de poder ver algo. "Algo está aquí. Lo sé", expresa con certeza.

Meliodas también se detiene, pero no dice nada. Derieri conjura su magia oscura; pero no funciona. Hay algo aquí que podría estar a punto de atacar y ella no tiene oscuridad para hacerle frente.

La habitación se vuelve tan espesa por el silencio que juran estarse ahogando. No pueden respirar. La presión es demasiado aplastante. Entonces Meliodas expresa una aguda y baja voz, algo que hace que su piel se vuelva pálida mientras su sangre se enfría. "Corre".

"¿Q-qué?"

"¡Corre!"

Derieri tropieza con la orden sin poder saber a dónde ir, pero no tiene de otra. Meliodas está a su lado con ambos jadeando alarmados; sin embargo, sus oídos lo oyen, claramente lo que trataban de ocultar. La sensación mortífera detrás de ellos los persigue desde muchas áreas diferentes. Están siendo perseguidos por una horda de ángeles y los sonidos que emiten comienzan a llenar el aire. ¿Qué clase de sonido es este? ¿Un ángel es capaz de causar tal chillido?

Sus corazones se convierte en una resonancia en su pecho, casi desea gemir y derrumbarse por la luz, pero eso no sucederá. No importa si son ángeles, nadie la derribará tan fácilmente.

"¡Allí!" Meliodas grita de repente, sorprendiéndola brevemente. Derieri mira hacia adelante su mero rostro le hace entender que no ve nada.

Meliodas gruñe con frustración antes de que ella sienta algo apretado agarrándole la mano. Sus corazones se agitan por completo en un instante cuando se da cuenta de que es su mano. No tiene mucho tiempo para pensarlo antes de que él la empuje hacia adelante nuevamente y se tambalee bruscamente a través de una situación difícil. Derieri intenta enderezarse para avanzar cuando de repente Meliodas está detrás de ella. Sus manos arden mientras presiona su trasero, empujándola hacia adelante con insistencia mientras él se aprieta detrás de ella.

Su respiración sale áspera y olvida por un segundo que están en peligro solo por sus toques fuertes. ¿Por qué le importa si ella escapa? ¿Por qué la está poniendo primero?

Con un empujón final, cae de cabeza y los raspones de esa pequeña abertura comienzan a darse a conocer. Meliodas sale tras ella con un breve aliento. Los chillidos de los ángeles detrás de ellos se quedan donde están. ¿Cómo hubiera sido si Meliodas no hubiera visto la forma de escapar?

Derieri se pone de pie cuando lo oye comenzar a caminar con calma, como si no hubieran corrido por sus vidas hace un momento. "Ya hemos recuperado nuestra oscuridad. Ese lugar la mantenía suprimida".

No hay respuesta, pero ella está agradecida internamente. Sus ojos bajan mientras confía en sus pasos como guía, "De todos modos, ¿por qué los ángeles tenían esa naturaleza? Son seres de luz, ¿no?"

Ella puede verlo encogiéndose de hombros, "No tengo idea. Pero los miembros del Clan de las Diosas no son tan benevolentes como ellos quieren hacer verse".

Derieri mueve la cabeza en la dirección de su voz al oír su respuesta, pero aún está la incógnita de cómo fue posible que ese lugar suprimiera sus poderes; es algo que le revuelve la cabeza, decidiendo no preguntar más.

Después de que la emoción dada por la persecución comienzan a alejarse de la montaña habitada por los ángeles. Derieri deja que su mente se calme, ya que los únicos sonidos a su alrededor son su respiración, sus latidos cardíacos y sus pasos constantes.

Los dos caminan, con ella considerando las cosas profundamente, sus pensamientos están dando vueltas con sus movimientos suaves y un instante después fija su atención a Meliodas.

Él la había ayudado. Desconoce si fue a propósito o por casualidad.

Un segundo después, la luz del día, el aroma de la naturaleza y la libertad repentina, los inunda a los dos mientras caminan en la hierba.

Sigue caminando a cierta distancia de él con la duda aferrándose a ella. Sin embargo, es de corta duración cuando una sensación familiar empequeñece el área en una fuerte niebla. El tiempo parece ralentizarse mientras se gira. Meliodas está parado allí invocando su espada en mano alistado para la ejecución. Sus corazones se detiene, pero su orgullo la imposibilita a caer en la conmoción del momento otra vez; una vez con su oscuridad restaurada, se prepara para el ataque.

Nada visible aparece alrededor, hasta que un momento después la totalidad de la montaña implosiona, enviando pedazos de rocas que se disparan en todas las direcciones. La ola de poder es inmensa. Derieri siente como sus sonidos suenan con contundencia cuando su estómago se revuelve. Los chillidos de los ángeles dentro casi la ensordecen mientras imagina sus muertes en manos de su acompañante. Así fue. Meliodas los mató sin pensarlo. Sus vidas no tenían sentido en su mente y fácilmente las etiquetaba como innecesarias; sin valor.

Cuando el sonido ambiental comienza a volver a ella otra vez, Derieri susurra fríamente. "Finalmente han desaparecido".

"Así es. Esos bastardos no merecen más que la muerte", le dice simplemente.

Su cabeza se levanta para mirarlo con tranquilidad. Meliodas la mira con indiferencia, luego le da una sola sonrisa pequeña y fría. "Te aconsejaré, que mantengas tu oscuridad alerta, sino ya no regresarás a salvo al Reino Demoníaco".

Sus manos se estremecen debajo de ella en la hierba húmeda. Derieri se pone de pie mientras lo mira enojada. "No me subestimes. Solo fue una simple rabieta".

Se hace el silencio entre ellos mientras sus palabras se instalan en el aire. Un viento frío la atraviesa, mira a Meliodas mientras sus ojos parecen brillar de emoción y lentamente, él se acerca a ella. Su intención no está clara, pero no retrocede. Si él no lo hace, lo destrozará. Cuando se detiene, está justo delante de ella.

Meliodas levanta una mano y ella espera un ataque, preparándose por si fuera a recibir un golpe.

Sorprendentemente, su palma solo captura su barbilla y lentamente su pulgar comienza a rozar su mandíbula. Ella no muestra nada más que desdén por sus movimientos.

"Huh, espero que sea verdad", Derieri golpea su mano, no tan fuerte para enviarlo a volar, pero sí aplicando la suficiente fuerza para alejar su áspera mano de su piel.

"No me toques". Su voz le dejó en claro que habla en serio; ella no dudaría destrozarle la cara si es necesario.

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La semana pasada había sido sosa y sin mayores incidentes. Viajar con Derieri en busca de diosas alrededor de Britania, parecía estarse convirtiendo en un completo desperdicio; ya no parece haber más. Lo que es peor, la tensión entre los dos es tan nociva, y es sorprendente que no hayan logrado matarse todavía.

"La misión debe continuar", se dice Derieri, pero le resulta increíblemente difícil seguir viajando con Meliodas.

No hay absolutamente ninguna característica que compartan, más allá de sus extraordinario poder físico en batalla y los constantes intercambios de heladas miradas, que no ayudaban en nada. Solo está viajando con él por órdenes directas del Rey Demonio, y cuando el año finalice, será el día más feliz de su vida, esperando a que un mejor compañero se le sea asignado.

Meliodas vuelve los ojos en dirección a Derieri mientras caminan lentamente por un valle expuesto. El cielo está despejado con solo unas pocas nubes y la hierba roza los tobillos de sus botas con cada paso. Ocasionalmente, Meliodas siente la necesidad de aplastar los pétalos de una flor amarilla que brota, molesto por su brillo. Las paredes empinadas con arbustos manchados sobre ellas se colocan a cada lado, permitiendo que los vientos fríos se extiendan ocasionalmente.

Dereri había sugerido que tal vez si estaban a la intemperie, aparecería algo. Decidió darle una oportunidad a la idea ya que no se habían encontrado con nada después de varios días. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, comienza a creer que quizás destruyeron a todos los pueblos cercanos y el humano le había mentido; con las ganas de querer buscarlo y matarlo de la manera más despiadada que le fuera posible.

Tal vez tendrán que volver al Reino Demoníaco con el informe. Es un pensamiento desagradable, la idea de haber perdido más de una semana en una misión estúpida no hace más que hinchar su ira a niveles altamente destructibles para cualquier ser vivo que se encuentre en la cercanía.

Mientras la mira ahora, sus ojos rojos duros, sus labios apretados y llenos de ceño fruncidos, lo hacen llegar a pensar que ella también conoce su próximo movimiento.

Entonces, se detiene cuando llegan al final del valle, decide finalmente expresar lo que ambos piensan. "Creo que es hora de que regresemos al Reino Demoníaco. Yo le informaré al Rey Demonio acerca de lo que pasó".

Ella se detiene y por un momento, él piensa que no estará de acuerdo con su decisión. Luego se da vuelta para mirarla mientras asiente, "Está bien. No tiene sentido perder más tiempo juntos aquí".

Sus labios se adelgazan ante su elección de palabras. Por supuesto, ella está en lo correcto. Sin embargo, la idea de no verla hasta que hayan nuevos registros de avistamientos a diosas o pueblos humanos, lo convierte en un pensamiento deslumbrante.

Antes de que pueda analizar el extraño peso de la idea, sus sentidos capturan la sensación de algo oscuro y malicioso. Ángeles, un pequeño número de ellos está muy por delante. Pero el extraño sentimiento de toda la vida, se siente más como los que él y Derieri encontraron antes...

Sus ojos se apartan de los de ella mientras mira a su alrededor. La expresión de Meliodas se suaviza cuando los ve. Las grandes criaturas brillantes completamente blancas de antes. No parecen tener una forma definida, ya que crean protuberancias afiladas en sus cuerpo. De entre la candente luz atadas a su figura extraña, fueron formadas lanzas luminosas.

Una sensación de apatía lo invade mientras observa a los ángeles extraños. Son patéticos. Aunque los ángeles representan la misma posición jerárquica a una diosa, no dejan de ser igual de inútiles.

Siente los ojos de Derieri rodearlo, antes de que ella se gire para mirar en la dirección que él está mirando. Meliodas se cruza de brazos, pareciendo aburrido, "Ya he hecho mucho con ellos... Ahora, tienes que acabarlos–"

Derieri ni siquiera espera a que él termine mientras despega a toda velocidad en dirección a ellos.

Meliodas respira con satisfacción mientras cierra los ojos, y en el momento siguiente exhala, la tormenta se calma y puede abrir los ojos sin ver el rojo entumecer los bordes de su visión.

Mientras se concentra en la batalla, ve que Derieri ya está tomando medidas. Su cuerpo se mueve como un río elegante, cortando el aire mientras se zambulle en patadas fluidas y golpes precisos, y su cuerpo brilla en el sol deslumbrante. Ella es implacable en sus movimientos para acabar con los ángeles, seres que odian irracionalmente. Sus ojos se pegan a su figura, atrayendo su atención por un tiempo antes de mirarla a la cara cuando finalizó lo encomendado.

Su espalda está recta con determinación mientras limpia las pequeñas salpicaduras de sangre fuera de su piel. Atacó estratégicamente detrás de sus oponentes, golpeándolos con fuerza hasta que sus cuerpos terminaran abatidos. La había visto practicando tácticas de batalla antes cuando se conocieron, pero esto... Verla en acción mientras su cabello fluye alrededor de ella en un elegante movimiento, lo conmovía.

Verla tan capaz, tan competente y tan decidida, hacía hervir su sangre. Los enemigos comienzan a caer con fuertes golpes, y él ve una ola de inquietud sobre los seres de luz. Solo quedan unos pocos y Derieri rápidamente se lanza hacia ellos con el pelo azotando detrás de ella. Dos huyen a un ritmo sorprendentemente rápido hacia el matorral de árboles que llaman su atención antes de que pueda atacar a su último objetivo.

Meliodas la mira mientras salta en el aire. Un elegante lazo oscuro se forma en su mano mientras apunta con una expresión endurecida.

La opaca oscuridad que dispara en la dirección de los ángeles que huyen es precisa, e incluso si ya no se ven. Derieri abandona su posición defensiva mientras voltea una vez en el aire, luego aterriza en el suelo. Con lo que Meliodas, decide ir a verificar para asegurar de que esos dos últimos estén completamente inertes, con sus pensamientos llenando su cabeza.

Había pasado tiempo desde que había sentido tan hipnotizado.

La forma en que movió su cuerpo flexible, tomó un firme control de su deseo y lo hundió en las ardientes profundidades, aligerándolo en una ola de calor mientras se convertía en un objetivo vivo en su mente. Algo hierve en su pecho mientras sonríe. Se da cuenta después de un momento, de lo que estaba pesando. No sabía si sentirse orgullosa por ella...

Mientras camina rápidamente por ellos, ya puede escuchar las quejas de los susodichos. Ciertamente, ellos están al borde de la muerte, pero más allá de eso, permanecen aún conscientes de su entorno.

"Ser derrotados por una mujer demonio, ha sido lo más humillante que ha de haber pasado", murmura uno enojado mientras le dan a Derieri miradas amargas.

"Es cuestión de tiempo para que ustedes, seres repugnantes de la oscuridad sean purificados por la santa luz del Clan de las Diosas. Solo así, alcanzaremos la máxima paz, construyendo una utopía armónica por todos los clanes, sin su asquerosa presencia en Britania", dice agonizando otro con una sonrisa burlona.

Su desdén por ser derrotados por un demonio es casi palpable a ser quemados en el Purgatorio. Meliodas se ríe mientras aparece entre los árboles. A Derieri ciertamente no le interesa lo que ellos dijeran.

"Ese discurso fue tan conmovedor que me dieron náuseas", Meliodas se acerca, alzando la mano abierta, con pequeños destellos de llamas oscuras danzando en las yemas de sus dedos. "Despídanse". Las llamas son enviadas a los moribundos ángeles, cubriendo sus cuerpos por completo.

Su alegría es marcada cuando comienza a escuchar chillidos aún más agonizantes. Sus cejas se ensanchan mientras se deleita con la maravillosa vista.

Luego, cruza casualmente los brazos sobre el pecho mientras observa cómo terminan los ángeles incrédulos, que retuercen en un tormento absoluto mientras son consumidos por el Fuego del Purgatorio. Meliodas realmente disfruta de su sufrimiento a medida que lentamente comienzan a a volverse polvo, disminuyendo al paso que su residuos permanecen ahí y como la arena que sopla en el viento... Desaparece.

Se acerca a la hierba donde alguna vez estuvieron, el área está ligeramente chamuscada, pero de lo contrario, no hay signos de lo que solían ser esos seres angelicales. Sin embargo, no se siente sorprendido por sus muertes.

Unos pasos lentos vienen de detrás de él y ni siquiera tiene que darse la vuelta para saber que es Derieri. "Esos bastardos molestos", ella murmura ásperamente por lo bajo, "Fueron un desperdicio".

Meliodas tiene que volverse hacia ella al escuchar el contento total en su tono, algo que aún no ha visto en ella en el tiempo que han pasado juntos. Ella está brillando positivamente de felicidad, y eso hace que una sonrisa burlona se desliza sobre su boca para verla.

Con esa felicidad verse fluir de su rostro, ya tienen en claro lo que deben hacer ahora. Meliodas se aleja de ella mientras ensancha su rostro al frente. Empuja a un lado la rareza de la situación mientras camina descuidadamente sobre dónde están los restos de las criaturas. "Esto prueba que hay más ángeles o diosas allá afuera", dice eventualmente mirándola, "Todavía tenemos un largo camino por recorrer antes de regresar". Una especie de deleite retorcida comienza a llenarlo con la idea.

Sus pasos lentamente comienzan a acelerarse cuando ella se acerca a su lado. "Desafortunadamente, tienes razón. Como desearía que no lo estuvieras. Ya estaba feliz de regresar".

Propiamente, él se ríe sombríamente. "¿En serio? Parecías tan ansiosa matando a aquellos bastardos", Meliodas afirma mientras corta los ojos en su dirección.

Derieri se vuelve hacia él mientras sus ojos se entrecierran. "No del todo, pero podría cortar tu garganta para saciar mi sed de sangre mientras duermes. Quizás así dejes de ser tan arrogante".

Meliodas vuelve su visión hacia adelante mientras sonríe, completamente satisfecho con su respuesta.

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Caminan por otro bosque donde prosperan una gran variedad de flora y vida vegetal. Huele completamente refrescante cuando los azules, rosas y amarillos de varias flores cuelgan de los árboles y crecen en varios arbustos. El aire es cálido y la tenue iluminación del sol lucha por alcanzarlos a través de las vibrantes hojas de los árboles. Los melodiosos sonidos envolventes invaden sus oídos. Desde el canto de los pajaritos hasta el canto de los insectos. Derieri suspira feliz mientras sus pies pisan el camino desigual que toman. Es un paraíso estar en un lugar tan sano y animado, muy distante a lo que suele ser el Inframundo. Por un momento, se siente brillar de alegría esto, por supuesto, es sobre el momento en que siente que los ojos se pegan a su forma.

Es un sentimiento que no ha conocido desde hace tiempo. Ella no sabe si hace que una sensación ferozmente convincente se agote en su vientre o o una llamarada de disgusto cuando percata de que Meliodas la está observando de una manera tan abierta. Derieri cruza sus brazos conscientemente mientras sus labios bajan fruncidos. Cada vez que deja que su mente lo piense, le resulta ridículo que incluso por el más breve de los momentos, el disfrute de sus atenciones... De sus miradas.

Después de un tiempo, el sentimiento no se va. Ella exhala bruscamente, pero se niega a mirarlo. Sabe lo que encontrará si lo hace.

Su eventual pregunta la asombra. "Estaba pensando, en que si vamos a viajar juntos por más tiempo deberíamos... Aprender más el uno del otro. ¿No estás de acuerdo?"

Su cabeza gira en su dirección manteniendo lo estoica de su mirada. Derieri encuentra una fría máscara de indiferencia incrustada profundamente en su expresión. "¿Qué?" Ella pronuncia con fuerza.

Meliodas levanta una ceja, "Bien, ya que no puedes dar una respuesta, iniciaré yo: ¿Por qué me desprecias exactamente? No recuerdo haberte hecho algo, de hecho, tú eres la que me ha estado hostigado todo el viaje".

Esa llamarada caliente dentro de ella se eleva una vez más ante su actitud. Derieri aprieta los dientes ligeramente mientras aparta la cara. No pudo responder, pero una leve curiosidad habita dentro de ella... Quiere saber por qué él realmente se tomaría el tiempo para llegar a conocerla. ¿Para pasar el tiempo tal vez? ¿Rellenar el silencio quizás? De cualquier manera, expulsa el aire sin darse cuenta, soplando un mechón de cabello frente a su cara al mismo tiempo.

Entonces responde honestamente. "Odio ver a criaturas arrogantes y engreídas por tener un gran estatus... Como tú".

Meliodas simplemente tararea en respuesta, ¿Es eso realmente? Derieri esperaba que se burlara de ella por lo que para él, sería una razón injustificada de odio. Pero no llega, estará haciendo en su cabeza muy probablemente entonces...

Sin girarse para mirarlo, decide devolverle la pregunta: "¿Qué hay de ti? ¿Debe haber algo que odies que no sea una diosa?"

Puede decir que él está sonriendo sin siquiera tener que mirarlo. Sin embargo, su tono no se ajusta a la expresión pensada, lo que en realidad hace que lo mire cuando él responde: "No es exactamente odio, debido a que mi propio Mandamiento no me permite sentir esa emoción. Pero si he de decir que aborrezco algo, eso es... Perder. Detesto no poder hacer las cosas que me propuse", se mira las manos como si algo de hace mucho tiempo le estuviera pasando por la mente, molestándolo.

Derieri no lo había visto de esa manera, tampoco sabía del decreto que está en su poder y la maldición que lo perjudicaría si llegase a romperla. Realmente hace que una extraña sensación fluya a través de ella.

Para combatir la rareza, decide burlarse de él con malos resultados que le vienen a la mente. "Así que eres un mal perdedor y un gran triunfador. Buenas cualidades para ser el Príncipe Demonio". Tiene curiosidad de cuál podría ser la maldición de su Mandamiento, pero decide esperar para verlo por ella misma.

Cuando su mirada se dirige hacia ella, se siente aliviada al ver esa sonrisa insufrible en su lugar.

"Qué dulce de tu parte decir eso", su risa es tortuosa mientras lentamente se acerca a ella en su caminata.

Se pone alerta mientras sus corazones laten con fuerza en preparación ante un ataque. ¿Qué hará él?

¿Preparase para un combate a muerte? No lo sabe, pero tampoco le importa. Ella luchará si es necesario, como siempre lo hace. Cuando Meliodaa simplemente se detiene un poco más cerca que sus amplios lugares, parpadea un par de veces sorprendida. Él se encoge de hombros, sin embargo, tal vez solo está tratando de confundirla...

"Me gustaría oírte decir eso después de lo que tengo planeado hacerte. La vez anterior fue solo un calentamiento haberme hecho retroceder, pero esta vez no..." Esboza una cruel y siniestra sonrisa.

El tono áspero la hace volver sus ojos hacia él con una mirada helada, a lo que Meliodaa solo se ríe fríamente, "De cualquier modo... No importa", se dice lo último en baja y complacida voz.

Esto la extraña y casi deja que sus dudas regresaran al completo. "¿Qué quieres decir?" Pregunta confundida al no haber muestras de un posible ataque.

"Nada. No tengo que responder", niega ahora en voz alta y clara. Incluso cruza los brazos con fuerza sobre su pecho cuando sus ojos comienzan a vagar por las diversas plantas una vez más. Un árbol alto, arbustos tupidos, flores bonitas...

Meliodas suspira dramáticamente, "Supongo que ahora deberíamos descansar". En contra de lo que ella se esperaba, él observa el entorno del bosque para ver si logra captar un movimiento inusual entre los racimos y arbustos.

"¿Qué está haciendo? ¿Ahora está disfrutando disfrutar del paisaje?" Ella se pregunta, colocando sus manos empuñadas en sus caderas; con su pie comenzando a golpear con agitación el húmedo suelo.

Meliodas no se da cuenta ni le importa mientras sigue merodeando sus ojos. Al final, su visión se desenfoca al no encontrar nada. Un animal, es todo lo que necesita para saciar su hambre y el lugar aparentaba que no había ninguno cerca, pero a largas distancias... Es probable.

Ahora, no le queda más que recurrir a un fruto. Con rapidez, salta hábilmente a un árbol cercano, golpeándolo. Segundos después, las manzanas comienzan a llover a golpes.

Derieri las esquiva sin problemas; entonces Meliodas reaparece mientras se sienta con la espalda apoyada contra el árbol. Agarra uno de las últimas manzanas que caen del aire y la muerde salvajemente como un pedazo de carne. Es demasiado dulce para su gusto, lo puede ver con la simple mueca de desagrado grabada en su cara. Involuntariamente, ella se arrodilla y recoge una fruta madura. Está bastante hambrienta...

Su voz la hace fijar su visión hacia él. "Hubiera preferido algo más carnoso, pero lastimosamente tendremos que esperar hasta encontrar un animal".

"¿Cuál es el significado de esto? ¿Pensé que no se nos permitía descansar?" Pregunta, dándole una mordida a la manzana.

Siente sus ojos encima fundiéndose en la duda. "Nunca dije tal cosa. Además, pensé que era hora de tomar un pequeño descanso", su tono es bajo y sin interés.

Luego, con varillas enciende rápidamente un fuego, la noche estaba comenzando a caer, no teniendo de otra que mantener el calor corporal estable en sus cuerpos. Derieri esta vez no se molestó en alejarse la mayor distancia que podía de él.