Entropía: La tendencia natural a la pérdida de orden en un sistema.

Capítulo 1: Las aventuras de un buen perdedor.

Surrey, Inglaterra.

Reuniones como ésta era una anormalidad después de la derrota del señor oscuro. Es un secreto a voces que después de una guerra, la reconstrucción total de una sociedad es muy lenta y son los pequeños sucesos que van dando forma a la nueva sociedad, aunque éstos ocurren tan rápido como un pestañeo.

El fin de la segunda guerra mágica había traído consigo felicidad y esperanza, pero también mucho dolor y confusión. El ejemplo perfecto de estos contrastes estaba en el comedor de una blanca mansión, donde cuatro antiguos alumnos de Slytherin estaban charlando después de la cena; un hombre rubio con entradas en la frente, lentes de montura delgada y de complexión delgada se encontraba sentado en la cabecera de la mesa. El resto de los invitados miraban al pequeño bebé rubio que gatea feliz por el comedor, sin preocuparse de que la reunión tenía connotaciones más deprimentes. Poca gente de Slytherin o sangre pura organizaba reuniones después de la guerra, sobre todo porque levantaba desconfianza en los demás.

- ¿Cómo le explicarás a Scorpius todo esto? - preguntó la única mujer en la reunión, desviando su vista del bebé que ahora chupaba feliz un juguete que se encontraba tirado. Ninguno hizo el esfuerzo de levantarse a quitarle el juguete.

El hombre rubio no respondió de inmediato, estaba perdido en sus pensamientos; sus delgados dedos blancos hacían girar su copa ya vacía. –Primero que aprenda a hablar para que pueda formular preguntas, Pansy- Dijo el hombre sin interrumpir nada de lo que hacía. Si alguien habia encontrado la respuesta algo ácida, nadie pareció tomarlo en cuenta.

-Maldito engendro del mal…- El hombre de cabello oscuro rompió el silencio, pero de inmediato dejó de hablar cuando la mujer y el hombre de piel oscura lo reprendieron con la mirada; al parecer aquello había sacado de su trance al rubio, porque su copa cayó y chocó contra el plato de porcelana blanca, levantó su copa, se compuso los lentes y cuando habló, su tono era casi indiferente – Astoria ya no existe ni para mí, ni para Scorpius. Saldremos adelante y la prueba es que estamos aquí reunidos.

Los tres entendieron de qué hablaba.

Aquellos dos años siguientes al término de la segunda guerra, obligaron a madurar a Draco Malfoy (o envejecer como le gustaba llamarle él). Ahora era un hombre responsable de una gran familia conformada por su hijo Scorpius, sus propios padres, Blaise Zabini, Pansy Parkinson y Theodore Nott. Su ahora ex-esposa también había formado parte, pero de ella no quería saber nada.

La primera acción que tomó el ministerio en cuanto el buen Harry Potter venció al señor oscuro fue enjuiciar a los Malfoy; un buen inicio para lavar su imagen ante la comunidad mágica. Literalmente tomaron su juicio como ejemplo para enjuiciar a todo aquel mortífago que habían logrado atrapar. Durante esos años Draco estuvo inmerso en su juicio, el de sus padres, la reconstrucción de Hogwarts (lo hubiera hecho, aún cuando no hubiera sido parte de su condena), las visitas a su padre en Azkaban y la búsqueda de pruebas a favor en el juicio de Pansy Parkinson; que en su opinión, su único error fue haber gritado en el gran comedor que entregaran a Potter, jamás ayudó a la causa como lo había hecho su padre y él mismo, pero el wizengamot fue muy estricto en su proceder para evitar que alguien quisiera repetir los pasos del señor oscuro.

En sus constantes idas y venidas al Ministerio, Draco había escuchado que había aurores que estaban trabajando como cazadores de magos oscuros por toda Europa, y lo menos que había querido era que lo persiguieran creyendo que su padre fuera una especie de Voldemort 2.0 y él su más ferviente sirviente. Así poco a poco fue construyendo una vida muy tranquila y moralmente correcta con nuevos mejores amigos, Blaise y Theodore, quienes habían sido los únicos que habían querido testificar en el juicio de Pansy.

Los años siguieron pasando, todos decidieron vivir en Surrey después de encontrar un lugar donde podrían vivir los cuatro, cerca de Londres, pero lejos del escrutinio público.

Ocho años después, casado y con un hijo de meses de nacido, Draco había ido a Londres a firmar los documentos que daban por finalizada su libertad condicional; un viaje por la riviera griega estaba esperando para él y su familia. La ilusión de volver a viajar había elaborado muchos escenarios en su mente, así que no fue sorpresa que cuando regresó y encontró su mansión sumida en la más absoluta oscuridad, donde el único sonido que se escuchaba era el llanto de su hijo en su cuna y todas las pertenencias de Astoria habían desaparecido, sus ilusiones se convirtieron en rabia y decepción. Para hacer más grande su sorpresa, había dejado una carta pidiéndole perdón porque era muy difícil para ella sostener una responsabilidad tan grande.

"Sostener una responsabilidad tan grande", la única línea de la carta que no podía ni quería entender Draco.

Pansy se estiró sobre la mesa para tomar la mano de Draco. Después de todo lo que había hecho por ella, lo menos que podía hacer era demostrarle que estaría con él, pasara lo que pasara. Blaise y Theodore solo asintieron, entendiendo lo que Pansy había querido decir sin palabras. Todos coincidían en que Draco era la verdadera piedra angular de todos ellos y de su propia madre, quien, al enterarse de la desaparición de Astoria, habia dejado todo y se mudó con él para ayudarlo con Scorpius.

Para quitarle un poco de peso al asunto como si nada hubiera pasado, Theo preguntó - ¿por qué no bajó Narcissa? Pensé que vendría a cenar con nosotros.

Draco soltó la mano de Pansy para levantarse y recoger a su hijo del suelo. –No quiso desayunar y apenas comió. Si su idea de venir ayudarme es tener que vigilar que se alimente, preferiría que no me apoyara.

-¡DRACO!- Pansy se había levantado escandalizada de la mesa –tu madre sigue lidiando con la realidad de tu padre en Azkaban y ahora tiene que pensar en ti y Scorpius, ten un poco de empatía hacia ella.

Blaise le tomó el brazo -Tranquila, no lo dijo en serio. Theo convocó una nueva botella de vino y se sirvió como si de nueva cuenta, no pasara nada.

Pansy volteó a mirar a Draco, el ya estaba buscando su mirada y le envió un guiño rápido a través de las gafas -te prometo que estaré más al pendiente de ella. unas pequeñas manitas quisieron tomar los anteojos de su padre, pero ágilmente hizo a un lado su cabeza. Al no lograr su cometido, el pequeño soltó un gran bostezo y reclinó su cabeza en el hombro de su padre –Creo que ya es hora de ir a dormir, despídete de todos.

Scorpius sonrió y se despidió con su manita; Pansy se levantó y se lo quitó de los brazos de su padre -duerme tranquilo cariño- acto seguido lo cubrió de besos y él no pudo evitar romper en risas.

Draco lo tomó de nuevo y salió del comedor para subir al segundo piso. Sin pronunciar lumos en voz alta, las velas que flotaban por encima de la escalera y el pasillo le fueron mostrando el camino hacia la habitación de su hijo. Lo cambió, lo arrulló y finalmente se durmió el pequeño bebé rubio.

Observó a su hijo dormir durante un largo rato, se sentía el bastardo más afortunado del planeta al tener la custodia completa de su hijo; era un niño muy tranquilo y a veces tímido, sentía que debía motivarlo a hacer travesuras.

Pero dejaría esa preocupación para mañana, porque ese día estaba cansado.

Se dejó caer en una mecedora con suaves cojines y se durmió al instante.


¡Hola! después de varios años, regreso con una historia que tenia guardada desde hace varios años. Encontré la libreta donde escribí con muchos detalles como quería que fuera. Según yo ya había publicado un capítulo, pero al final de cuentas he decidido hacerle algunos cambios que en lo personal me parecen mucho mejores que lo que planeaba escribir en aquel tiempo.

Si alguien lo lee, espero que les guste. ¡Nos vemos en unos días!