HOLA.

Here i am, incursionando en un nuevo fandom. A continuación, algunas aclaraciones(?

El título de la historia, así es, es por la novela de Gabriel García Márquez. Hubo una línea de ese libro que me quedó grabada y por eso lo puse acá. Por otro lado, uso el mismo título porque se me ocurrió hacerlo como un multi-chapter con varios personas, pero no creo que la haga kakaka.

Perdón por el final abrupto, pero hace meses que estoy bloqueada ajajaj y lo dejé así(?

DISCLAIMER: los personajes no son míos, si lo fueran, sería un todos con todos.

Disfruten.


La cabeza le punza del dolor y sabe que es porque está muy pasado de su hora de dormir. Hace ya algunas horas que está solo, en la oscuridad, la computadora lo único que lo ilumina. Tiene que terminar ese ensayo ahora, porque el resto de la semana estará exhausto, y no quiere tener que hacerlo todo a último momento.

Aunque…

No, no. Le falta poco, además, si corta ahora, después habrá olvidado todo. Está bien, no tiene nada de malo dormirse un poco tarde, solo son las… ¿Cuatro de la mañana?

A la mierda el ensayo. Guarda su progreso y cierra la laptop, tal vez un poco más fuerte de lo necesario, y se mueve en la oscuridad hasta la habitación. Se quita la ropa en silencio y tantea por el piso el pijama que se quitó en la mañana y dejó tirado ahí. Luego, se desliza despacio en la cama, tratando de no despertar al otro, lo cual es imposible.

―Ahh, porqué eres tan ruidoso

―¿En serio? ―murmura, más irónico que otra cosa.

―Me despertaste cuando cerraste-

Shushshus ―por alguna razón, nunca le salió eso bien. Siempre sonó como el siseo de una serpiente perezosa, o eso decía el niño raro de su clase de gimnasia―, vuelve a dormir.

―¿Qué hora es? ―murmura, girando hacia él y pegándose.

―Como las cuatro.

―En un rato me tengo que levantar. Cuéntame qué hacías ―se incorpora apenas, más despabilado.

―Ugh, no, yo sí voy a dormir ―Giyuu gira incómodamente, porque está en el borde de la cama y no quiere caerse, y parece que Sabito no se dio cuenta de esto.

―Entonces, te hablaré para que no te duermas.

―Qué valeroso de tu parte asumir que puedes detenerme así.

―Entonces, me voy a levantar a las cinco. Nos voy a preparar el desayuno, después una ducha…

Algo que descubrió poco después de mudarse juntos, es que escuchar a Sabito hablar era la forma más fácil de dormirse. No es como si lo aburriera, es que su voz es tan aliviadora, que sus ojos se cierran. Como por arte de magia.

Es un arma de doble filo, dormirse escuchando su voz, porque sueña con él. Y es raro, tan extraño, porque lo ve y él también lo hace, pero no son ellos.

Sabito tiene el pelo más largo, por debajo de los hombros, y tiene una cicatriz en su mejilla derecha, comenzando desde la comisura casi. Su Sabito tiene una marca de nacimiento, en el mismo lugar, pero es muy tenue, nada que ver con esa cicatriz.

Es como si abriera los ojos y supiera que es un sueño, y no uno cualquiera, sino uno recurrente que olvidará apenas despierte. Se siente tan pesado ahí, no como si estuviera cansado o si tuviera un impedimento físico, sino que siente el peso de la soledad, la tristeza y la angustia, potenciados por años de acarreamiento.

Nunca lo entiende al principio, porque está más acá que allá, pero no tarda mucho en entender. Algo lo persigue… no, él busca algo. Tiene un propósito ahí, uno que no cumple como debería porque se pone trabas a sí mismo.

La más grande de todas es Sabito, es recordar que él ya no está, que murió, que lo perdió.

Y a partir de ese momento, en que recuerda que está solo, ya todo lo demás pierde importancia. Las escenas cambian, a veces está peleando, otras está solo, otras está rodeado de otras personas que no puede escuchar y que sus caras están tachadas.

La criatura que él persigue aparece y es algo horrible y grotesco, y su corazón late con fuerza e irregularmente, y sus piernas se congelan y tiene tanto, ¡puta madre! Tanto miedo.

Pero se mueve. Y si bien no sabe qué hacer, es como si su cuerpo fuera poseído por algo que sí lo sabe y él solo está ahí, siendo un espectador. Lo malo es que siente todo, los golpes, las heridas, la frustración y la ira. Siente que estas criaturas le quitaron más de lo que recuerda, que no solo perdió a su Sabito, y le duele tanto.

La criatura arremete contra él, con tanta velocidad, tanta fuerza, un odio tan intenso y profundo, que casi se equipara al que él siente.

Y entonces, despierta. Ya no está cansado y las cortaduras no duelen y sus músculos no pesan. A su izquierda está Sabito, como debe ser, durmiendo, y por escasos segundos, el sueño sigue en su mente y la angustia lo embarga y se pega a la espalda de él, porque, ¿qué otra cosa podría hacer?

Sus puños se cierran con fuerza en la camiseta gris de él y apoya su frente en su espalda, aspirando el tenue olor del sudor nocturno.

Y, entre el sueño y la consciencia, Giyuu se pregunta, ¿hay alguna otra forma de vivir, si no es con Sabito?

Sí, la hay. Y no es vida.

Cuando despierta, horas después, Sabito sigue a su lado. Tal como Giyuu gira a su izquierda, él gira a la derecha y se miran.

―Me quedé dormido ―murmura él, con voz gutural. Sus ojos están rojizos y un poco hinchados.

―¿Mucho? ―Giyuu se pone de costado, sus dos manos debajo de su cabeza.

―Debí haber salido hace tres horas.

―Ah.

Quedan en silencio. Sabito está bocarriba y mira al techo, y Giyuu cierra sus ojos otra vez.

―Te movías mucho ―murmura él y Giyuu lo mira―, y me pareció que hablabas. ¿Tuviste una pesadilla?

Por una milésima de segundo, la respuesta fue clara, un no que casi escapa de sus labios. Pero, ¿es normal despertar con tanta angustia?

―Puede ser. No lo recuerdo bien.

Vuelven al silencio, antes de que Giyuu vuelva a hablar.

―¿Qué harás, entonces? ―Abre los ojos al hablar, porque el sueño se ha ido por completo.

Sabito está pensativo, cierra los ojos y se pone una mano en el mentón.

―No iré, Sakonji dijo que me esperaba hasta las ocho, así que…

―Creo que es el primer sábado en mucho tiempo en que coincidimos.

―Es verdad, deberíamos hacer algo divertido.

Ninguno hizo ademán de moverse.

―O, podríamos quedarnos…

Tardaron alrededor de dos horas en levantarse.

Sabito termina empujándolo de la cama, diciendo que se duche primero así pueden salir a almorzar, porque ya es casi mediodía.

Giyuu suele ducharse rápido, mientras que Sabito demora más y casi siempre sale cuando ya se le acabó el agua caliente.

Otra gran diferencia que tienen, es que Sabito sí recuerda sus sueños. Y mientras Giyuu está en la ducha, y él tirado en la cama, no puede evitar recordar lo que soñó en la mañana.

Tiene muchas quejas. Porqué tiene que ser siempre así, porqué tiene que estar solo. Porqué es siempre el mismo sueño.

Siempre pensó que era una persona de luz, es decir, su cabello es claro y su piel rosada, pero en el sueño, se ve más oscuro, sus uñas grisáceas y su cabello, un beige sucio.

Suele tener pensamientos bastante singulares, a su parecer, como que las noches antes eran hermosas, tranquilas y relajantes, pero ahora son un momento de completo suspenso y terror, el cielo negro, oscurecido como él.

Y no está solo, porque a la otra persona todo le aterra más que a él. Odian estar solos de noche, y casi nunca lo están, pero a veces-

Pero, a veces, esa otra persona se siente en paz.

Cierra los ojos y piensa que no está ahí con él, sino en otro lugar, a salvo, protegido en la ignorancia.

Ah, ¿qué podía hacer?

Nada. Ojalá Sabito pudiera hacer lo mismo, olvidarse de su vida e imaginar otra mejor, pero no valía la pena, porque en otra vida, tal vez no lo hubiera conocido.

Ah, ¿qué más podía hacer?

―La vida es maravillosa, pero no tienes idea ―murmura para esa persona, y cómo deseó habérselo dicho muchísimas veces antes―, el sol y el mar son magníficos, pero no tienen sentido para ti.

Le acaricia el cabello mientras duerme, le besa la frente y la sien. Se acuesta siempre a su lado y lo observa, pero nunca lo acompaña. Sus ojos nunca pesan, ni su mirada se nubla de cansancio.

Entonces, se da cuenta que está muerto. Y el descubrimiento es horrible.

Estar muerto significa que no puede intervenir, que tiene que ver como él se hunde y se abandona a sí mismo, y le hace preguntarse, ¿por qué debe ser castigado viendo a su amor morir lentamente por dentro? ¿Qué había hecho de malo?

Siente que a su alrededor, alrededor de ambos, todo se vuelve más oscuro. Las casas donde él para son una más sombría que la anterior. Lo ve cómo se queda en esos lugares por escasos días, cómo se oculta allí de sí mismo, rodeado de oscuridad y soledad. Y dolía.

¿Por qué había desperdiciado su amor en alguien que no valoraba su vida, su existencia?

―Giyuu ―murmura en su oído cuando duerme, suplicando que lo escuche―, no puedes dejar que la soledad te devore como cualquier otro demonio.

Y lo ve fruncir el ceño y removerse, y Sabito se acerca más a él.

―Giyuu, por favor, me prometiste que no morirías, y lo estás haciendo.

―Sabito…

―Giyuu, la vida es hermosa, pero no te das cuenta.

Se acerca más aún y besa sus labios, rezando porque Giyuu sí pueda sentirlo en sus sueños, a pesar de que él no puede.

―S-Sabito ―implora, con el ceño fruncido y la voz quebrada por los sueños y el dolor.

―Sabito ―dice el Giyuu verdadero, parado en el umbral de la puerta. Está vestido con el mismo pijama de antes y tiene una toalla en la cabeza como turbante. Sabito sonríe apenas y se levanta de la cama―, ya está la ducha. No te tardes mucho.

―Claro ―contesta, y ambos saben que es una mentira. Se levanta y va a pasar veloz a su lado, pero Giyuu lo detiene. Sabito sonríe apenas―, ¿qué pasa?

Giyuu le deja un beso en los labios, un roce sobre la mueca confusa que tiene él.

―No te tardes ―repite y lo suelta.

Mientras se saca la toalla y sacude su cabello, Sabito sigue en el umbral de la puerta, pensando en cómo le leyó la mente.

Cuando sale de la ducha, él sigue en pijama, su cabello esparcido sobre la cama mientras mira su celular. Se cruza de brazos, porque él salió vestido del baño, y le parece una burla que Giyuu esté así.

que tardo mucho, pero esto es una falta de respeto ―dice mientras busca un par de medias.

Giyuu se levanta, se saca la camiseta-

―Qué sexy ―murmura Sabito, sin mirarlo, y el otro sonríe.

Sabito no termina de ponerse las medias que Giyuu está de vuelta en la cama, cambiado. Esta vez, solo rueda los ojos. Toma su billetera, se cepilla el cabello, y ya está.

―¡Listo! ―dice. El otro se arrastra fuera de la cama. Sabito cepilla su cabello también, y ambos se encaminan hacia la salida.


MÁS ACLARACIONES: La primera parte, es el sueño de Giyuu, la segunda, cuando Sabito habla de su sueño, el sueño está narrado de su punto de vista. Creo que no lo expliqué bien(?. Also, el sueño de Sabito está basado en la canción Black Beauty de Lana del Rey que es- beso de chef.

Saludos.