He aquí una advertencia que les hago antes de que se atrevan a leer: El OS viene inspirado en los últimos capítulos de la novela 2001: Una Odisea espacial, así que les digo que, si están leyendo el libro o están interesados en leerlo, pues dejen este OS para después, pues podría darles algo de spoiler. No menciono la película porque, si bien no la vi, sí tengo entendido que el final es algo distinto, por lo que supongo que por allí no hay tanto spoiler.

Hija de las estrellas

Konata, luego de un interminable viaje por el espacio, había caído en un punto no determinado del cosmos, indudablemente apartado del Sistema Solar del que es nativa. Tal vez estaba en un punto apartado de la Vía Láctea, o incluso en una galaxia lejana, más allá de cualquier punto del firmamento descubierto por los seres humanos.

Había vivido una de las experiencias más increíbles que ser humano alguno fuera capaz alguna vez de relatar: Luego de caer en el extraño monolito oscuro que estaba ubicado en el "Ojo de Jápeto", termina encontrándose en un extraño fondo negativo en que las estrellas eran puntos negros tapizando un infinito de luz. Luego de eso, Konata va en lenta caída sobre una enorme estrella roja que, a pesar de ello, no funde de modo alguno la nave en que la joven se encontraba. Lejos de ello, el descenso al interior de la estrella resulta bastante seguro y cómodo, aunque las lenguas de plasma de miles de kilómetros de altura le dieron uno que otro susto en el proceso.

Para cuando se da cuenta se ve en un sitio completamente nuevo. No entendía lo que estaba pasando, pero la nave había aterrizado en un sitio radicalmente diferente. Parecía un sitio paradisíaco, lo cual era incomprensible, tomando en cuenta que poco antes había estado cayendo en una estrella. Mira por el cristal, una y otra vez, tratando de estar segura que no había ningún elemento hostil más allá de la pequeña nave exploradora en que se encontraba.

Todo parecía bastante inofensivo, pero eso era precisamente lo que le daba mala espina a Konata. No entendía cómo es que un mundo completamente extraño, donde seguramente nadie la esperaría, pudiera tener cerca de allí un resort con motivos de anime y una música de fondo de OSTs de sus juegos favoritos ¿Qué estaba pasando allí? Luego de tantos meses fuera de su mundo y sin poder actualizarse a gusto con sus animes favoritos, encontrarse con aquello resultaba bastante llamativo. Encontraba imágenes de animes que hasta el momento no había visto, presumiblemente nuevos, viendo que muchos de ellos tenían un estilo de animación bastante actualizado.

─ ¿Será que de alguna manera está recibiendo la información que se origina en la Tierra?

Era difícil no preguntarse aquello. Pero no podía confiarse, así que Konata se pone el traje espacial antes de salir, y al hacerlo encuentra exactamente lo que estaba viendo desde dentro de la nave. Da un par de pasos cautelosos, pero no pasa nada extraño, aunque definitivamente Konata veía precisamente en eso lo extraño. Se acerca al resort que estaba al fondo, esperando encontrarse con alguien.


Dentro del resort

El sitio resulta amplio, pero también era cierto que no había nadie. A Konata le parecía extraño que el sitio estuviera tan impecable y ordenado sin necesidad de que hubiese alguien a cargo. Hace un chequeo para ver si la atmósfera local resultaba compatible con ella, encontrándose con la sorpresa de que sí lo era. Una cosa era que dos mundos coincidieran en condiciones de habitabilidad, pero que sumado a eso estuvieran condicionados de igual manera para la comodidad humana... Ahora Konata estaba plenamente segura de que la estaban esperando. No tenía de quién, pero alguien allí había preparado todo aquello especialmente para ella.

¿Cómo era posible que la hubiesen esperado? ¿Cómo se dieron cuenta de sus hábitos y gustos cuando vivía en la Tierra? Por desgracia no tenía quien respondiera a sus preguntas. Sólo puede probar a quitarse el casco y notar que los datos recibidos eran legítimos. El aire era perfectamente respirable, casi delicioso después de todo el tiempo en el espacio, dentro de una nave en la que se regulaba la provisión existente de oxígeno.

Mira en todas direcciones, y encuentra que cerca de allí había una habitación ¿Será acaso que está más bien en una casa de campo o algo así? No lo tenía realmente claro, siendo que estaba en un mundo completamente alejado. Se encuentra con un periódico, y Konata se decide a echarle un visto, pero no encuentra nada. Era extraño aquello, pero las letras no estaban, sólo cuadros grises y fotografías sin una forma definida. Debía significar que el nivel de diseño a imagen y semejanza de un hospedaje terrestre tenía un límite en su detalle. Pese a ello, Konata pensaba que el trabajo realizado seguía siendo notable.

─ Sea quien sea el que hizo todo esto, no me ha dejado otra opción que quedarme aquí ─ dice Konata al terminar de comprobar el sitio ─. No tengo de otra que quedarme aquí hasta que el anfitrión aparezca...

Konata se quita el traje. Usarlo en ese sitio era completamente innecesario.


Habitación

Luego de otro rato de exploración y de decidir tomar un baño, Konata se encontraba sobre una enorme y cómoda cama. Era raro que le procuraran tantas comodidades al ser una total desconocida en ese lugar, pero igual toma la oportunidad, convencida de que igual no iba a pasar nada. De pronto se sentía un poco aburrida, por lo que toma el control remoto y apunta al televisor, queriendo saber si había un límite de detalle al igual que con el periódico, y lo que ve es una emisión de una película que recordaba haber visto algún tiempo antes de aceptar aquella misión con rumbo a Saturno.

Prueba a cambiar el canal, viendo un anime que vio un par de años atrás. Otro cambio de canal, y ve un noticiero de bastante tiempo atrás. No habían letras, igual que con el periódico, pero la definición general de las imágenes sorprendía mucho a la viajera.

─ Este sitio... Al parecer almacena las programaciones captadas de tiempo atrás... Y ese programa es de los tiempos del cine mudo ¿Cuánto tiempo lleva esto captando señales?

Había escuchado de un fulano monolito negro, perfectamente geométrico, con un tamaño de proporción 3x6x9, lo cual había llamado bastante la atención desde un principio, misma proporción que, calculó, poseía la cosa que la absorbió al llegar a Jápeto. Tal vez sí era cierto que aquella cosa llevaba en la luna desde hace al menos tres millones de años, el llamado TMA-1, había estado haciendo una aparente función de antena ¿para qué? No lo entendía para nada. Nada de todo aquello tenía sentido...

Llegó un punto en que Konata tenía sueño. Había pasado por muchas cosas, y tampoco podía hacer ya nada. Desafortunadamente no había una computadora o una consola para comprobar si podía poner algún juego, pero ya no importaba. Konata apaga el televisor y se tiende en la cama.

No se imaginaba que ella, como humana, como Izumi Konata, estaba cerrando por última vez los ojos.

Al poco tiempo de dormirse, la habitación empieza a cambiar completamente. La indefensa habitación se transforma en un vacío oscuro, y la cama flotaba en medio de aquello. Konata no se daba cuenta de nada, ni tampoco nota que sus recuerdos, su mente, sus sentimientos, su espíritu, todo estaba siendo extraído de su cuerpo. Su forma física, que hasta el momento le había servido de mucho para desenvolverse en el medio en que había vivido, representaba una limitación para los planes de las entidades que habían creado ese sitio en que había caído. Y ahora eso llegaría a su fin. Konata sería transformada, pasaría en vida a una evolución que sólo unos pocos habían considerado, hasta el momento, era posible, y eso para un futuro bastante lejano todavía.

Se suele señalar que los seres vivos físicos, una vez llegados a un cierto nivel de evolución y sofisticación tecnológica, verían en sus propios cuerpos un envoltorio exigente en sus necesidades, frágil, débil, vulnerable ante invasores internos y externos que servían para limitar el potencial y calidad de vida de éstos, por lo que convierten las máquinas en su nuevo recipiente, gracias a que así no se verían asfixiados por las necesidades de la piel, la carne y el hueso. Y así los seres tendrían mejor esperanza de vida, y serían capaces de llegar mucho más lejos en su pretensión de conocer la verdad acerca del Todo, pero llegaría un punto en que las máquinas también se ven necesitadas, y también expiran, lo que trae la necesidad de ir más allá. Y entonces los seres descubren la manera de hacer que la mente y el alma existan independientes de un cuerpo, logrando alcanzar así una entidad capaz de trascender toda necesidad física, y además con la capacidad de hacer grandes cosas, mismas que Konata tendría que llevar a cabo muy pronto, una vez que su proceso de asimilación toque su final. Era lo más cercano que permitía la posibilidad, según algunos teorizadores, de alcanzar el estado mismo de Dios, capaz de incluso trascender el espíritu y la mente, y capaz de alcanzar finalmente esa verdad absoluta que tantos y tantos se han empeñado en buscar.

El envoltorio vacío de Konata ya no tenía ninguna importancia para los entes que trajeron a Konata, sólo les interesaba esperar el renacimiento de aquella chica. Y al cabo de un tiempo ocurre. Konata da una primera mirada al lugar donde había vuelto a nacer. Pero no tenía tiempo para contemplar aquel mundo donde la luz de las estrellas y el vacío oscuro compartían lugar. En lugar de ello se incorpora y se va de allí, abandonando aquella estrella y dirigiéndose a aquel monolito que servía como túnel, de regreso a su antiguo hogar. Conservaba sus recuerdos como humana, pero también tenía en su mente la misión que le fue insertada en su proceso de renacimiento: Convertirse en creadora y destructora de planetas, así como también debía vigilar la evolución de aquellos seres vivos con el potencial de alcanzar el estado de civilización. Era una tarea que los creadores de aquel sistema en que se encontraba habían estado llevando a cabo por muchísimo tiempo, y ahora Konata era parte de esa raza que nacía en el seno de un sol: Se había convertido en una hija de las estrellas.


A 20000 años-luz de distancia

Konata sale de la puerta por donde entró en un principio, un sitio ideal para realizar viajes interestelares en muy poco tiempo, puesto que no tardó mucho más de un minuto en cubrir la distancia entre la estrella donde renació y la luna Jápeto. Sus ojos se dirigen hacia un punto del Sistema Solar, donde ya sabía que encontraría el planeta donde ella existió como humana, y enseguida viaja hacia allá.

Piensa en el monolito encontrado en la luna, aquel que los terrícolas habían llamado provisionalmente como TMA-1. Era imposible que los humanos, con su atrasada tecnología y capacidad limitada de análisis, fuera capaz de comprender el potencial verdadero de aquella cosa. Tres millones de años atrás fue capaz de poner a prueba la capacidad intelectual de los ancestros de los humanos, y si así, en la actualidad, Konata lo consideraba necesario, podría utilizarlo para aniquilar a la humanidad, con un poder destructivo que revisaría ampliamente la capacidad de cualquier arsenal nuclear. El destino de aquel planeta estaba en manos de Konata. Ella tomaría la decisión de qué hacer con el TMA-1, y qué destino darle a los humanos.

Y cuando se acerca a la Tierra, su mirada se fija en aquel sitio que alguna vez fue su hogar. Había llegado el momento de llevar a cabo el gran proceso transformador: Pone en marcha, con sólo su mente, el TMA-1 y todo aquello que sus creadores dejaron millones de años atrás, envolviendo al planeta en un poder nunca antes conocido, y todo en cuestión de apenas minutos. Konata había tomado la decisión de globalizar su idea: Los humanos se convertirían todos en otakus, igual como alguna vez lo fue ella. El poder de TMA-1 crearía un aparente estado de hipnosis que induciría en la humanidad la idea de amor y seguimiento por los animes, los mangas y los videojuegos, y dicho proceso se repetiría una y otra vez, a razón de una vez por día, hasta que la humanidad entera sienta una atracción irreversible por todas aquellas aficiones que engancharon a la humana Izumi Konata.

─ La transformación... ha comenzado ─ son sus primeras palabras mientras contemplaba cómo cambiaba el planeta en que alguna vez existió.

Fin


Una historia extraña con un final extraño, ¿no? Puede que haya algún punto de la novela que no incluí, del mismo modo que otras cosas las puse yo, puede que el orden de señalamientos no sea el mismo, pero básicamente es la versión Izumi Konata de los últimos capítulos de 2001: Una odisea espacial, no hay mucho más que deba señalar al respecto. En fin, si han leído díganme qué les pareció. Hay otras historias de Lucky Star que quisiera hacer, pero ya tengo decidido lo que haré para el resto de marzo y principios de abril, pero igual les aseguro que nos volvemos a ver.

Hasta otra