Me doy cuenta de que esto no es la gran cosa, pero me sigue pareciendo brillante.

Disclaimer: My Hero Academia no me pertenece.


Persona perversa.

Por Blue-Salamon.


Monoma ríe. Es un murmullo de risa que le nace en la parte baja del estómago y se le acrecienta con el latido del corazón. Que no tarda, pronto, y entonces ya no ríe solamente, sino que carcajea.

Monoma carcajea y está al borde del colapso; a nada de precipitarse hacia la locura completa, que.

Monoma se ríe. Luego se carcajea. Y no termina de creerse que en verdad aquello, todo, se trate de la realidad misma burlándose de él y dándole todo lo que esperaba en tan solo una persona.

Kendō Itsuka.

Ahí está. Es ella.

Y lo sabe cuando le muestra aquella tarjeta, a la indicación de dejarse llevar con ella.

Persona perversa.

.

.

.

¿

Q

U

É

?

.

.

.

Y las alarmas suenan y resuenan en su cabeza. Y Monoma no alcanza a comprenderlo —no alcanza a creerlo—. Como por, dos segundos.

Bien.

De acuerdo, bien.

Es el momento perfecto para tener un ataque de pánico y Monoma implosiona. Porque la siguiente vez que la ve —a ella, a Itsuka Kendō grandiosa (sublime, épica, excepcional, eminente), a ella— Kendō no es, ya no es, solo Kendō.

Es Itsuka. Brillante y resplandeciente, con una belleza avasalladora que lo deja al instante sin aire y siente que tiene que decírselo porque no hay manera de que ella no se haya dado cuenta de cómo la luz cegadora que emite hasta provoca dolor de cabeza.

Dolor de cabeza.

Itsuka acaba de poner su mundo entero de cabeza y Neito Monoma siente que ya no es dueño de sí mismo o de su propia vida. Porque.

Porque.

Es todo un dramático.

Madre mía.

Empieza, pues. La lucha consigo mismo.

Batalla épica de la que nadie (cree), se entera.

Lo que sabe Kendō después de eso es que a Monoma no se le da bien el arte de fingir. Pero sí el de manipular, que hasta se manipula a sí mismo si lo que quiere es mantener todo en un cierto orden. Que.

Es un maniaco, obsesivo, perfeccionista. Y le gusta ganar.

Detesta perder.

Para su suerte, Kendō nunca se ha sentido en la capacidad de confiar al cien en nadie. Siempre existe esta pequeña pizca de duda sobre lo que escucha. Lo pone en duda, todo.

Y mientras desconfiara siempre habría de mirar las cosas dos veces. Alguna de ellas (el orden de los factores no altera el producto), siempre, con ojo crítico.

Meticulosa.

Meticuloso él.

—¿Qué quieres decir con ello? De que soy una persona perversa.

Monoma le muestra una cara cuidadosa. Una estudiosa y reservada que lo, hace ver tímido. Y, a Kendō no le cabe duda de que no está fingiendo. Quiere una respuesta —quiere asegurarse—.

Una que no venga de sus palabras así que.

No sabe qué hacer.

Echa el codo hacia atrás, en el mismo momento en que apoya su mano en su propia cintura. Sea como sea a Kendō no le extraña, pero igual le resulta difícil.

Ella es una chica que piensa. Piensa mucho sobre muchos. Guarda sus opiniones para sí. Por respeto, por prudencia. Lo de Monoma ha sido un desliz, de una impulsividad que creía ya bajo control después de la secundaria, pero.

El resultado ahí está. (Suspiro).

Echa la mirada al cielo unos cuantos segundos en un breve recorrido que hace por sus propios pensamientos y exhala un suspiro como su última resistencia: —eres muy cuidadoso con las cosas por cómo te afectan —le debe eso, le debe honestidad—, las manipulas para que el juego quede a tu favor. No es una crítica, es la observación que he hecho —inclina la cabeza, su gesto pidiendo incluso una pequeña disculpa, por si es que lo ha incomodado. La cola de caballo cae involuntariamente a su costado, e Itsuka acaba apartando su melena de una bofetada. Luego sonríe, algo de pena, y entonces ríe; risitas que, incluso, parecen burlescas, Monoma no entiende del todo eso pero ella(s) lo hacen que se sonroje: —. En realidad, me parece que en ti queda. Me gustas así, como persona perversa —quizá hasta anticipadamente.

Y en combinación.

Porque luego de decir eso. Itsuka también enrojece.