PRÓLOGO

Emma Swan supo la primera vez que vio a su Regina Mills que ella era la elegida. Incluso intentó robar el anillo de su madre adoptiva para sellar el trato, pero se metió en problemas por hacerlo y ni siquiera la dejaron acercarse. Está bien, sin embargo, porque ella cree en el destino, así como en el hilo rojo que las conecta, está completamente segura que un día seria su esposa y que le dará un anillo comprado con todo su esfuerzo para ese entonces.

Tenía 16 años cuando la volví a ver, ella tenía 21 me encontraba dando servicio comunitario por algunos crímenes que no cometí, pero eso no es lo importante la tenía frente a mi la habían invitado a dar un discurso por ser una alumna excepcional en una de las grandes universidades de la Ivy League en el país, muchos esperaban que siguiera los pasos de su madre y se convirtiera en una abogada, nunca olvidaré la manera en la que se veía tan segura de sí misma al hablar dominando toda la habitación como una reina y juro que entre más la escuchaba, más sentía la certeza de que era la clase de mujer que se presenta una vez cada diez mil vidas.

Así que como ese día nunca voy a olvidar cada uno de nuestros encuentros, ni cómo se veía desde la primera vez que la conocí, tan confiada y segura de sí misma. La observe desde la distancia. No me le acerque y no la molesté. He querido cuidarla y protegerla desde el primer momento en que la vi. Construí todo lo que tengo pensando que en algún momento pudiera darle la vida que se merece, después de todo mi vida se encuentra dividida en tres partes: antes, durante y después de ella.