Cien historias por contar
C1: Cuidando a un chico listo.
¨Esto…no puede ser peor¨-pensó inevitablemente Kohaku ante su situación. Ella sabía que su madre había estado saliendo mucho con un compañero de trabajo, y que realmente estaba disfrutando sus salidas. Aunque la misma se lo negara, Kohaku sabía que detrás de esa ¨amistad¨ había algo de atracción, y eso no le molestaba, de hecho, se sentía muy feliz por su madre. Ella las había cuidado sola desde la muerte de su difunto padre, siempre más preocupada por su bienestar y futuro que por el suyo propio, así que estaba feliz de ver que por fin estaba pensando más en sí misma y en lo que quería.
Kohaku no conocía mucho sobre al ¨enamorado¨ de su madre, pero sí sabía que este era profesor universitario y que tenía un hijo (y uno muy inteligente, a decir verdad). Ella sabía que tarde o temprano tendría que conocerlos, pero nunca se imaginó terminar conociendo a su futuro hermanastro en tal situación.
Habían pasado ya varios meses desde que su madre empezó a llevar abiertamente su romance, sin embargo, como toda pareja adulta y con familia, les era difícil a los dos encontrar tiempo para verse y/o salir juntos. Aquel día, la cita tan planeada que la pareja tenía, estuvo a punto de verse cancelada ante algo inesperado: la cuidadora del hijo del señor profesor se había enfermado. A pesar de la madurez que el muchacho demostraba para su edad, al señor profesor le preocupaba mucho dejarlo solo en casa. ¿Por qué razón? Ella no tenía ni idea.
Aunque era en cierta forma entendible esto, Kohaku no quería que su madre se perdiera esa cita que tanto había esperado, por lo que hizo lo que consideró la mejor y ¨razonable¨ solución para dicho problema: se ofreció a cuidar al hijo del señor profesor. A pesar de la gran sorpresa y preocupación general que este ofrecimiento causó en la pareja (y en su hermana mayor), al final, gracias a su insistencia, logró que su propuesta fuera aceptada.
El día prometido, Kohaku siguió la dirección escrita por su madre hasta llegar por fin a la casa del señor Ishigami. Al tocar la puerta, fue recibida muy afablemente por este, y tras una ligera charla y un pequeño tour por el apartamento, conoció por fin a su futuro hermanastro.
-Senku, ella es Kohaku-chan, la hija de la señora Kirisaki-la presentó el señor Byakuya-Ella te hará compañía por el día de hoy, así que por lo menos trata de no explotar nada-comentó este divertido.
(¿QUÉ?)-pensó Kohaku al oír eso- (¿Explotar qué…?)-a pesar del aparente tono de broma en sus palabras, Kohaku no pudo evitar tener un mal presentimiento, seguido por una rápida (y no muy linda) imagen mental de una ¨posible escena¨ con respecto a dicho tema.
-Hmm-el chico la miró de arriba para abajo (aunque más para arriba, debido a la clara y gran diferencia de altura que había entre los dos), de forma simple y algo aburrida-Sinceramente, me parece innecesario que ella esté aquí, pero bueno, ya estaba decidido-expresó en un tono igual de seco y desanimado, con un suspiro de resignación.
Ese comportamiento tan grosero y directo por su parte, la hizo enojar un poco, pero se esforzó todo lo posible por no demostrarlo. ¡Él era solo un niño de once años, por dios! No había necesidad de tomarse sus palabras tan enserio. Ella era tres años mayor que él, y aunque fuera una no tan grande diferencia, debía de demostrar que ella era más madura.
-Ah perdona, Kohaku-chan, él es así-explicó Byakuya en un tono divertido, pero con cierto aire de disculpa.
- ¡No-no, no se preocupe, señor Ishigami! No me molesta-correspondió ella rápidamente-Todo estará bien. Suelo llevarme bien con los niños pequeños-dijo ella a modo tranquilizador.
Era cierto, a ella le gustaba tratar con niños, y de igual forma, estos se divertían mucho con ella, hasta tal punto, que todos los niños de su barrio la adoraban como a una hermana.
-Pfff, ¿por qué será? ¿Porque eres igual a ellos? –rio Senku muy por lo bajo.
(¿¡M-ME ESTÁ DICIENDO INFANTIL!?)-oh cielos, él sí que sabía ser un insolente, puede que si ella se despistara, terminara por sucumbir ante los impulsos de su enojo.
Por un momento, la tensión se sintió en el aire, y las miradas cruzadas entre los dos parecían soltar chispas. En serio, de no ser porque Byakuya se había vuelto la razón mediadora entre los dos, puede que una guerra se hubiera iniciado (aunque fuera una de pura fuerza de palabras). Calmando las ansias de ¨conflicto¨ con su contraparte más joven, ambos actuaron más dócilmente y se despidieron de Byakuya en la puerta, con una gran sonrisa (aunque se notaba a leguas lo forzadas que estas eran). Cuando por fin se perdió su figura en el horizonte urbano, ambas expresiones volvieron a un estado inexpresivo y silente, MUY silente.
-Ah…Bien, creo que hemos empezado con el pie izquierdo…-expresó Kohaku por fin tras un largo par de minutos de incómodo silencio-… ¿Y si empezamos de nuevo? –propuso apenada.
En verdad estaba comportándose como una niña, y esa clase de actitud no era la mejor que podía tomar, teniendo en cuenta de que él podría volverse parte ¨oficial¨ de su familia (y puede que antes de lo esperado).
-No es necesario que te fuerces a llevarte bien conmigo solo porque nuestros padres salgan juntos-respondió él con monotonía, sin siquiera mirarla-Ni aunque pronto terminemos siendo hermanos-agregó, cruzándose de brazos y mirándola de medio lado-Eso no es algo que se pueda forjar así de repente.
Esas palabras tan…directas e…inesperadas por su parte, la dejaron muda. ¿En serio era un niño de once años? Porque no actuaba para nada como uno. El verle hablar así, como si lo supiera y entendiera todo a la perfección, se sentía tan…extraño, incluso antinatural. Era como si un ente más adulto, estuviera atrapado en el cuerpo de un niño.
-En fin, ese el caso-comentó Senku aburrido y volvió al interior del departamento, solo para rápidamente volver a la puerta, con mochila y una lista en la mano.
- ¡Espera, espera, espera! ¿¡A dónde crees que vas!? –lo detuvo ella antes de que diera un paso más hacia afuera.
-Necesito hacer unas compras personales, si no te importa-expresó este algo molesto-Volveré pronto, la tienda no está tan lejos de aquí-aclaró al lograr soltarse de su (por suerte) no tan fuerte agarre.
- ¿De verdad piensas que voy a dejarte ir solo, así como así? –oh, en serio ese niño quería ponerle en duda su respeto- ¡Ni lo sueñes, salir solo a la calle es peligroso para los niños!
-Y también lo es para las jovencitas como tú, genio-aclaró el listillo (incluso le saco la lengua), y Kohaku tuvo que reprimirse las ganas de darle una colleja.
-Jah, puede que no te lo creas, pero soy muy fuerte. Puedo defenderme perfectamente de cualquier peligro que se me interponga por el camino-afirmó con aire orgulloso.
-Hmm-volvió a mirarla detenidamente el menor, hasta que por fin tras un minuto dijo con simpleza-Pues perfecto, entonces acompáñame.
- ¿Eh? –esa propuesta repentina la dejó desubicada.
-Si tanto te preocupa lo que me pueda pasar, solo tienes que venir conmigo. Así será más seguro y fácil llevar las cosas, además de que es prácticamente tu deber el vigilarme por hoy-detalló este con una sonrisa ladina.
Rayos, a pesar del enojo que sus frases y actuar le provocaban, todo lo que él decía tenía sentido y era muy práctico. Entonces… ¿¡porque sentía que salía perdiendo en el asunto!?
-Ah, vale, lidera el camino-expresó entre un suspiro de resignación. Había perdido su batalla ante la más pura y conveniente lógica, y peor, ante un ¨argumento¨ contra un simple niño.
Él sonrió ladinamente como muestra de su inevitable y aplastante victoria, y entonces, tras cerrar el apartamento y coger guardar la llave, empezó a caminar con aire orgulloso, solo para ser nuevamente retenido. Miró hacia atrás confuso y algo molesto por la mano que ahora ella le retenía.
-Aunque no creo que seas de los que se pierden, no te sueltes de mi mano por si acaso-expresó ella queriendo mostrar madurez, pero se notaba mucho su propia diversión ante esa justificada razón para tratarlo como lo que era: un niño.
-Puff, da igual-solo correspondió él también resignado y eso la hizo sonreír divertida.
Justo como él le había dicho, la tienda no quedaba ¨tan lejos¨ y por ¨TAN LEJOS¨, se refería completamente a todo lo contario.
-Hey, ¿se puede saber para qué rayos necesitas todo esto? –comentó ella algo irritada en el largo camino de regreso. Puede que el peso de la compra no fuera mucho comparado con otras cosas que podía llevar, pero definitivamente no era una carga y cantidad muy razonable para que la llevara un niño tan ¨pequeño¨.
-Estoy haciendo un cohete-respondió él sin más.
-Ja, ja, sí, claro, cómo no. A otro con ese cuento-rio divertida, pero al verlo mantenerse serio se calló- ¿Eh? No…No puede ser verdad… ¿E-En serio? –expresó atónita.
- ¿Acaso te parece que no hablo enserio? –respondió él igual o incluso más serio, y eso la sorprendió aún más.
Wow, con lo poco que había escuchado de él y con lo que habían ¨conversado¨ en todo este tiempo, ella sabía que él era un chico listo, pero nunca pensó que fuera TAN LISTO. Aunque más que listo…podría decirse que era… ¿determinado? La convicción en su expresión y mirada eran mucho más férreas que muchas otras personas con sueños para el futuro que ella había conocido…y él era todavía solo un niño…Pero sin duda…uno muy curioso…en varios sentidos…
- ¡Ah, espera, será mejor pasar por el supermercado antes de volver a casa! –dijo el menor de repente, justo cuando el tramo de camino que quedaba no era muy largo-Hay que comprar la cena.
- ¿Qué? ¿No tienen los ingredientes ya en la casa? –indagó ella.
-Unos cuantos, pero eso no es el punto-comentó con desgano-No vamos a comprar ingredientes, solo unos Bentō-y antes de que esta pudiera decir algo, prosiguió diciendo-Y tranquila, guardé dinero para eso también.
-Hey, no es bueno para tu salud que comas tan seguido esa comida prefabricada-reclamó ella. Interesante, antes de preguntar siquiera por cómo es que él tiene tanto dinero guardado, solo lo regaña sobre su ¨mal hábito¨.
-Lo sé muy bien, genio, ¿pero tienes alguna mejor opción? Según tengo informado, tú no sabes cocinar y preferiría evitar morir joven por una intoxicación estomacal o algo peor, gracias-detalló este en un tono entre sarcástico y medio fastidiado.
Diablos, otra vez la dejaba callada. Sin duda, no había forma de combatir contra esa lógica. Y así, sin más ni modo, ella se vio nuevamente dirigida por el chico menor hacia el nuevo destino fijado. Lo gracioso del asunto, fue que se encontró a varios de sus conocidos trabajando a medio o tiempo completo en el supermercado, y debido a la graciosa (y linda) vista que les proporcionaba el verla tan ¨maternal¨ llevando al peliblanco de la mano, ambos recibieron un montón de pequeños ¨regalos¨ y extras gratis.
-Jah, no sabía que eras tan convenientemente conocida, Kohaku-oneechan-dijo el menor ladino y muy divertido, mientras disfrutaba plenamente de uno de los regalos recibidos.
- ¡Para ya con eso! –quejó ella avergonzada.
- ¿Qué? ¿No estás acostumbrada a que te llamen así, KO-HA-KU-ONEE-CHAN? -continuó este, recalcando a propósito su nuevo ¨apodo¨ y en un tono muy cómico.
- ¡AH, YA CÁLLATE! –exclamó ahora más apenada, de no ser por tener ocupadas ambas manos, ocultaría su rostro tras ellas.
Entre más y más conocidos se fueron encontrando en el supermercado, él empezó a actuar más y más como si fuera ya su ¨lindo hermano menor¨, todo con tal de divertiste a costa suya y sus reacciones. Y dicha actuación, provocó el origen de esa nueva y fastidiosa forma de llamarla. Puede que pronto ese ¨apodo¨ se volviera verdad, pero por ahora, no dejaba de darle una inmensa pena. No era lo mismo que se lo dijeran los niños de su barrio, ÉL lo hacía sonar todo diferente.
Solo cuando pudo divisar en su línea de visión el conjunto de apartamentos, fue que por fin esa ¨tortura¨ acabó. Al entrar, lo primero que hizo fue llevar el ¨material necesario¨ al cuarto del menor y no pudo negar su sorpresa al hacerlo. Esto, solo le confirmó una vez más lo que ya intuía: ese niño, era un chico listo, dedicado y persistente por aquello que lo apasionaba. El llamado del propio peliblanco, la hizo despertar de su ensoñación. Cierto, mejor ya ir a comer, que mucho lo necesitaba después de toda esa energía gastada. Nunca le gustó comer en completo silencio, por lo que trató de entablar por lo menos el mínimo de conversación con él durante ese momento, y para su alivio, él correspondió en gran parte sus esfuerzos (siempre y cuando el tema en cuestión le llamaba suficiente la atención).
Al terminar de fregar los vasos, botar la basura y lavarse bien las manos, redirigió toda su atención hacia el morocho que debía cuidar, solo para sorprenderse de verlo dormido sobre el sofá. Puede que estuviera cansado por toda la caminata de hoy, ya que según pudo apreciar por el camino, él no estaba acostumbrado a tan largas distancias (muestra de que quizás había alguien más que solía hacerle esos mandados). Tras un suspiro de cansancio, Kohaku lo tomó en brazos (con cuidado para no despertarle) y se dispuso a llevarlo a su habitación. Sin embargo, su paso fue de repente detenido por el sentir de un agarre sobre su ropa.
(Rayos, ¿ya lo he despertado?)-pensó ella preocupada, pero al ver la expresión de su rostro aún dormido, cambió de pensamiento- (No…parece que está…teniendo un mal sueño)
Él no se movía bruscamente, pero su expresión lo confirmaba. Cualquiera que fuera la temática tratada en sus sueños, le hacía verse muy…dolido.
-…Mamá…-la suave y triste pronunciación de esa única palabra, hicieron que su corazón se le encogiera.
Justo ahora, en ese mínimo instante, ese niño tan molesto, listo y algo raro para su edad, aquel que la hizo frustrarse y sorprenderse tanto en apenas unas cuantas horas juntos, le parecía en verdad…un simple niño…tratando de sobrellevar el vacío en su interior y la soledad…No conocía su pasado, pero aun así…sentía que este, para ser tan joven y pequeño, llevaba sobre sus hombros una pena mayor de la que se pudiera imaginar…Ese sentimiento…tan distinto y…tan parecido al suyo propio…la hacían querer ayudarlo y comprenderlo…
-No puedo ser tu mamá…-dijo ella suavemente, en un tono entre serio y calmante-…pero puedo ser tu hermana si quieres-sus palabras resonaron ahora en uno más dulce, alentador y hasta en cierta forma cómico.
Aunque era prácticamente imposible que él la estuviera escuchando, el sentirlo aflojar su agarre sobre su ropa, y el estrecharse ahora más relajado contra sí misma, en muestra de que su sueño había dejado de ser malo, hizo que su corazón diera un vuelco de ternura. Vaya, él podía ser realmente lindo si se lo proponía.
(Así que…así es como se siente tener un hermano pequeño)-pensó entre una apacible sonrisa, acariciando un poco su extraño, pero atrayente cabello.
Prosiguió entonces su camino hacia su cuarto, y con extremo cuidado, lo acomodó sobre su cama y lo cubrió con su manta. Tras terminar su tarea, le dedicó una última mirada y sonrió satisfecha de verlo plácidamente dormido. Procuró salir de la manera más silenciosa posible, y al lograrlo, se fue a la sala a leer un libro, en espera de la llegada del dueño de la casa. Rememoró los sucesos del día y pensó profundamente en aquella importante cuestión.
-Ummm, puede que no sea tan malo que crezca nuestra familia-se afirmó ahora más tranquila y decidida.
Aquella visión que hace unas cuantas horas atrás la preocupaba, ya no la percibía de la misma forma. De hecho, estaba curiosa por saber cómo se vería una foto familiar con ellos, y al pensar en ello, rio un poco. No había duda, muchas cosas (e incluso su propia vida) cambiarían, pero estaba segura de que ello, solo lo haría todo más divertido. Después de todo, a pesar de los altos y los bajos, no negaría que fue divertido cuidar de ese chico listo.
N.A: Hey, ¿qué tal? Tenía ganas de iniciar una serie de one-shots para Senku y Kohaku en donde pudiera escribir cualquier idea que me viniera a la mente, así que al final, después de mucho pensarlo, ¡me animé a hacerlo! Rayos, va a ser un camino largo el llegar al cien TT w TT (o quizás no XD). Es difícil ponerse a escribir cuando tu cabeza te pincha con los recordatorios de tareas de la escuela, pero, aun así, me esfuerzo por continuar escribiendo y publicando tanto como pueda XD. (Uff, ya hasta de día tengo sueño O_O) Como siempre, gracias por su apoyo y comentarios, prometo que actualizaré la cadena de historias que inició con ¨En su propio mundo¨ tan pronto como pueda, y sin más que decir, ¡espero nos leamos pronto!