UN CONTRATO MÁS CON MI NUEVO JEFE. (CAP. 1)
Personajes de Mizuki e Igarashi
Los días jueves salía temprano de la preparatoria de la estatal Lane, por lo que me iba al café de del señor Carson, en el que vendían el mejor pastel de chocolate. El único sitio decente de aquel pueblito llamado Lakewood.
Ahí vi a Bert, mi novio, el chico más guapo del condado de Michigan. Le iba a saludar, cuando una pelinegra alta, esbelta se sentó a su lado. Cautelosamente, sin que me vieran, me acerqué a ellos, ocultándome detrás de unas matas ornamentales.
─Nunca imaginé que te harías novio de una chiquilla.
─Negocios. Los terrenos White, son fértiles para la producción de cereales requeridos en la elaboración de Whisky.
─Suerte con el cambio de pañal cada 24 horas, ja, ja, ja.
─Vamos, no soy tan viejo para ella.
Quedarme un segundo más; hubiera sido una tortura para mí, así que me fui de ahí. En los sucesivos días traté de seguir como si nada, a su lado, buscando de ser la mujer que, todo hombre desearía tener como esposa. Fue así como dos meses, posterior a aquel incidente, en una reunión familiar, Albert se puso de pie y me pidió que yo también lo hiciera, eso hice...
─Mi amor. Yo y mis padres estamos aquí para pedir tu mano en matrimonio.
No sabía que decir. Volteé a ver a mi madre que estaba feliz y asentía con su cabeza para que yo dijera que sí... después volteé a ver a mi padre que estaba serio cruzado de manos.
─¿Quieres que nos casemos?… pero no crees que es muy pronto, yo todavía ni termino la preparatoria.
─Eso que importa hijita... después de casada no vas a necesitar seguir estudiando y menos hacer una carrera ─dijo mi madre.
─Tu no opines, Pony. Deja que la niña decida si quiere casarse o no. Aparte ella tiene razón todavía no termina la preparatoria. Apenas va a cumplir sus 18 años y debe pensar bien lo que quiere para su futuro ─le dijo mi padre a mi madre.
─Sé que todavía no terminas tu preparatoria y cuando la termines ya tendrás 18 años mi amor. Conmigo no te faltará nada ─expresó Albert─ ¿Te quieres casar conmigo, Candy White? ─Sacó una cajita roja de terciopelo de la bolsa de su pantalón y la abrió, en ella estaba una hermosa sortija de compromiso.
─Es que no sé qué decir ─la verdad en esos momentos no tenía palabras... yo quería mucho a Albert, pero era una adolescente que tenía sueños y muchas ganas de hacer una carrera universitaria. Además, ni sabía si en realidad era por amor o por "Negocios" como bien dijo él aquel día. Así que cómo me iba a atar a un compromiso sin saber si realmente me ama.
─Pequeña, si es porque todavía no terminas tu preparatoria, no importa nos podemos casar después de que la termines. Solo faltan dos meses, mientras podemos preparar todo para la boda... sabes que yo te amo más que a nada en esta vida. Lo único que quiero es compartir mi vida contigo ─Yo sólo sonreí... Miré a ver a mi madre y, ella, estaba esperando con ansias a que dijera que sí. Mi padre negaba con su cabeza, porque él no quería que me casara. En cambio, sus padres me miraban ilusionados, esperando mi respuesta, él era su único hijo, vivo, y sin pensar asentí.
─Está bien, sí, sí, me quiero casar contigo ─dije, aunque en el fondo estaba indecisa.
Albert me puso esa hermosa sortija en mi dedo anular... me abrazó fuerte, dándome un beso.
─Te prometo que te haré la mujer más feliz del mundo, mi princesa ─me dijo.
Mi madre y sus padres aplaudieron, nos felicitaron, mi padre también lo hizo, pero él no estaba de acuerdo a que me casara a esa edad.
Cuando el día de la boda llegó yo estaba llorando, porque seguía con las mismas inseguridades. Ahí estaban Tom, Stear, Paty, Annie y Archie, mis amigos, juntos conmigo en mi habitación donde me estaban arreglando mis amigas.
─Si no dejas de llorar, nunca voy a terminar de maquillarte, Candy...─me dijo Annie.
─Son los nervios por eso no puede dejar de llorar ─dijo Paty.
─¿Cuáles nervios, qué no se dan cuenta de que ella no se quiere casar? Solo lo va a hacer por darle gusto a su madre ─gritó molesto Tom─. Si no quieres casarte Candy, no te cases. Todavía estás a tiempo, mira yo tengo un pequeño departamento en Chicago si te arrepientes a la hora de dar el sí... y quieres huir ahí está mi departamento. Nosotros te compramos el boleto de avión, total, todos nosotros nos vamos a ir a estudiar a Chicago. Tú también lo puedes hacer.
─Es que no le puedo hacer algo tan feo a Albert... le amo y él me ama ─dije sin dejar de llorar.
─Pero, si te casas sin amor, tú vas hacer infeliz toda tu vida... tu lo quieres, porque ya llevan casi dos años de novios, pero no lo amas y, también le vas a romper el corazón cuando él se dé cuenta que sólo te casaste con él por hacer feliz a tu madre ─esta vez me dijo Tom.
No los escuché y, me sequé las lágrimas... ─Ya es hora. Si sigo llorando aquí... voy a llegar tarde a mi boda ─expresé poniéndome de pie.
Mis amigos solo negaron. Ellos se adelantaron a la casa de Albert, donde sería la ceremonia y la fiesta. Cuando llegué con mi padre ya todos estaban esperándome para casarme con Williams Albert Ardlay.
─Si te arrepientes hija no importa ─mi padre puso en mis manos las llaves de su auto ─vete que yo siempre te voy a apoyar. Yo las apreté con fuerzas y seguí caminado del brazo de mi padre hasta el altar donde me esperaba el hombre con el que me iba a casar.
─¿Candy White acepta por esposo a Williams Ardlay? ─me preguntó el cura.
─Albert me volteó a ver con una sonrisa, pero se le borró cuando miró la tristeza en mis ojos. Todos estaban esperando a que yo contestara, porque me había quedado callada llorando.
─Lo siento, de verdad lo siento Albert, pero no me puedo casar contigo, perdóname.
Salí corriendo de ahí agarrando mi vestido para evitar pisarlo y tropezar... sólo escuché que Albert gritaba mi nombre. Subí al auto de mi padre, manejé hasta llegar a mi casa para encerrarme en mi habitación.
Mi padre llegó con mi madre, la cual estaba furiosa, yo escuchaba la discusión que tenían en la sala.
─¿Qué no te das cuenta Pony que nuestra hija no está enamorada de él?, quizás le tiene cariño, pero no lo ama y si ella había aceptado casarse con él fue, porque tú te la pasabas presionándola. Por Dios apenas tiene 18 años, ¡es una niña!
Incluso Albert había ido a buscarme. No tuve el valor de verlo a la cara, esa noche llegó muy borracho con unos escoceses, quienes tocaban la gaita, me estuvo cantando desde afuera de mi ventana y, yo solo lloraba en mi habitación, porque escuchaba que me gritaba que me amaba, que le había roto el corazón. Quería salir y enmendar mi error, pero sabía que eso simplemente empeoraría las cosas.
Al día siguiente mi padre me dio una fuerte cantidad de dinero que había conseguido por haber vendido algunos caballos.
─Vete lejos a cumplir tus sueños hija, es mejor para Albert que tú no sigas aquí. Él en estos momentos está muy dolido, pero algún día lo va a superar, quizás nunca te perdone, pero él debe de entender que no te podías casar con él sin amor.
Y desde ese día vivo en Chicago. Nunca he ido ni de visita a mi pueblo, sólo hablo con mis padres por teléfono y mi madre aún me sigue diciendo que fui una tonta por no casarme y dejar plantado a Albert en el altar, que, ahora todas las jóvenes del pueblo quieren con él, porque es exageradamente guapo y con mucho dinero... He sabido de él por mis amigos, los cuales van cada año a la fiesta del pueblo. Albert al parecer nunca sufrió la separación; como ya lo sabía era un simple negocio. Le han visto salir con una que otra mujer, casualmente mis excompañeras de clases. Dicen que en sus planes no está casarse, porque no quiere quedar otra vez haciendo el ridículo como novio de pueblo vestido y alborotado en el altar.
Desde que llegué a Chicago luché por mis sueños, tuve suerte de que rápido encontré trabajo, ya que desde muy chica aprendí hablar francés y otros idiomas. Primero empecé como recepcionista en el banco del señor Richard Granchester, empecé trabajando medio turno, ya que tenía que estudiar, pero a los pocos meses el señor Richard me dio la oportunidad de ser su asistente, dijo que era muy inteligente y que aprendería más si era su asistente. Él me ayudó mucho, me enseñó todo lo que sé, incluso me ayudó a conseguir una beca para que tuviera más facilidad de hacer una carrera completa, y, desde entonces trabajo para él, ya tengo cinco años como su asistente. Pero desgraciadamente él se iba a retirar.
─Señorita Candy White, ¿puede venir a mi oficina? ─mi jefe me llamó por el intercomunicador.
─Ahora, mismo voy señor Richard.
Tomé mi libreta de apuntes y me dirigí a la oficina del hombre que ha sido mi jefe durante cinco años. Toqué a la puerta.
─Pasa Candy ─dijo mi jefe desde adentro. Yo entré y cerré la puerta detrás de mí─ toma asiento.
Me senté frente a él, esperando a que se desocupara.
─Candy te mandé llamar para decirte que a partir del lunes mi hijo Terrence se quedará al frente de todo mi patrimonio. Quiero que tú como mi asistente te quedes como la asistente de él.
─¿Quiere decir que su hijo será mi nuevo jefe, señor?
─Así es Candy, ya es hora de retirarme… pero el problema no es eso, el problema es mi hijo… Terry es un hombre muy estricto y arrogante en pocas palabras mi hijo es un hijo de puta. Sé que no será fácil trabajar para él...
Todavía no conocía a su hijo y ya quería pedir mi renuncia... si su propio padre hablaba así de su propio hijo, eso quería decir que mi tranquilidad en mi trabajo había terminado.
─Y, ¿por qué no le pone otra asistente y a mí me acomoda en otra área señor? ─la verdad me gustaba mucho mi trabajo, aparte de que me pagaban muy bien. Sin embargo, no sé sí aguantaría trabajar para el hijo de mi jefe.
─En eso pensé Candy, pero tú conoces muy bien la presidencia. Sabes todo lo que es confidencial aquí. Eres en la única en la que confío, por eso quiero que te quedes como la asistente de Terry, pero si te das cuenta que no puedes con el trabajo me lo haces saber. Te puedo acomodar en otro lugar.
No era mala idea de que me acomodara en otro lugar, pero el señor Richard me había dado la oportunidad de aprender a su lado.
─Está bien señor... me quedaré como la asistente de su hijo, seré paciente.
El señor Richard me estrechó su mano, diciéndome que su hijo me mandaría un correo al día siguiente para indicarme: cuáles serían mis nuevos deberes.
Salí de su oficina y regresé a la mía para terminar los pendientes que tenía. Cuando terminé mi jefe ya se había ido. Solo quedaba yo. Apagué las luces y salí de ahí.
Entré al elevador, bajé hasta la planta baja donde ya nada más estaba el guardia de seguridad, esperando a que yo saliera para cerrar bien todo el edificio.
─Que descanse, Jimmy ─me despedí del guardia.
─Igualmente, Candy. Nos vemos mañana.
Tomé un taxi ya que no tenía un auto propio, llegué hasta mi edificio donde tenía mi departamento que logré comprar hace apenas dos años, no era muy grande, solo tenía una recámara, un baño con tina, y una pequeña sala-comedor, con una hermosa vista que se podía apreciar desde el balcón.
Apenas entré a mi departamento, me quité los altos tacones, dejándome caer en el sofá. Estaba cansada. Ser la asistente personal del jefe no era fácil, yo me hacía cargo de todo lo que tenía que ver con la presidencia.
Ni siquiera cené, porque me quedé dormida. Al menos descansar me sirvió para levantarme temprano. Lo primero que hice cuando me levanté fue darme un rico baño con agua caliente. Todavía eran las 5 de la mañana y mi entrada a la oficina era a las 7:30 am, así que tuve tiempo para desayunar.
Salí de mi edificio a las 6 am, porque tomaba 45 minutos para llegar a mi trabajo, así que siempre llegaba con suficiente tiempo para tener todo listo para mi jefe.
Como todos los días llegué al edificio y saludé a Jimmy el guardia de seguridad. Entré al elevador ya que la presidencia se encontraba en el piso 53, este día el señor Richard no vendría a trabajar, así que estaría sola en ese piso.
Lo primero que hice al llegar a la oficina, fue revisar si ya me había llegado el correo de mi nuevo jefe y, ahí estaba ese correo, el cual ya tenía casi dos horas que lo había enviado.
"Acaso este hombre no duerme", pensé... pero para saber lo que mi nuevo jefe quería... abrí el correo.
De: Terrence Granchester Baker.
Señorita White, espero sea la persona competitiva que me informó mi padre y haga bien su trabajo. Si no puede con lo que le voy a pedir puede renunciar, ahora mismo.
Quiero un informe completo de todos los trabajadores, al igual que sus áreas de trabajo, más el puesto que están desempeñando.
También quiero un tabulador de cada uno de los empleados. Reanude todas las citas canceladas. Haga un informe de todos los socios al igual que una reunión con ellos. Busque el número de uno de los mejores detectives de Chicago. Por último, quiero que me consiga un departamento que este cerca de la oficina.
Espero, me tenga todo listo para mañana a primera hora. Así que haga bien su trabajo.
Me quedé con la boca abierta al leer todo eso... este hombre sí, que iba ser un dolor de cabeza. Me iba a pasar todo el día haciendo todo eso. Así que puse manos a la obra y empecé a hacer cada cosa que decía esa lista, la cual anoté en mi libreta de apuntes.
Primero empecé con el informe de los empleados... y así me fui tachando cada cosa que tenía la lista. Mientras me entregaban el informe empecé a buscar en mi celular el número de uno de los mejores detectives, encontré uno que había hallado a una persona a quien habían estado buscando durante 20 años y, él la había encontrado en tan solo un mes, así que guardé su número.
Por último, me comuniqué con una inmobiliaria para que me mostrara algunos departamentos, saqué cita, mientras se llegaba la hora de verme con la persona que me enseñaría algunos departamentos, me puse a ordenar todo lo que mi nuevo jefe me había pedido.
Cuando se llegó la hora de verme con la persona de la inmobiliaria iba entretenida, poniéndome de acuerdo con mis amigos para reunirnos el día de mañana en el bar de costumbre.
─Señorita White ─me habló la señorita que me mostraría los departamentos.
─Sí ─la saludé de mano.
─Tenemos cinco propiedades, cuatro de ellas se encuentran desamuebladas. Solo una se encuentra amueblada.
─Empecemos por la que esta amueblada ─no quería pasarme todo el fin de semana comprando muebles.
─Entonces le mostraré esa. Está en una de las mejores zonas de la ciudad. Además, está sumamente cerca de la dirección que me dio.
Seguí a la mujer, quien me llevó hasta un edificio demasiado elegante. Me mostró un departamento de dos recamaras en tonos negro, blanco y gris. A mí me gustaba y como no pensaba pasarme mirando los demás inmuebles elegí ese.
─Me gusta este ─le dije a la señorita.
─Espero sí sea del agrado de su esposo.
─No es para mi esposo, es para mi jefe ─¡Acaso está mujer me miraba una sortija de matrimonio en mi mano por Dios!, solo tenía 23 años, bueno los cumpliría este fin de semana.
Me despedí de la mujer. Me dijo que le mandaría el contrato a mi jefe a primera hora el día de mañana, pero le dije que él estaría hasta el día lunes, de igual forma me contestó que no importaba.
Continuará...
Gracias a todas las chicas del grupo Fanfic de Albert y Candy por la ayuda en la adaptación de esta historia, que se me dio el permiso de usarla para la pareja protagónica de la novela: Candy. El Príncipe en la Colina, escrita por Mizuki.
Gracias, Mirian Choque Vilca, sirvió tu comentario para mejorar la historia.