Capítulo 4


Karin se encontraba en su escritorio, tranquilamente haciendo uno que otro corto informe, como el de traspaso de su papel de secretaria a la próxima que aceptara el vicepresidente. En el costado de la pantalla de su computadora se podían ver algunos memorandos, los cuales contenían escritos sobre las próximas reuniones a hacer. En la pantalla se podía ver lo que estaba escribiendo, era sobre qué es lo que debía hacer su sucesora

"Sea discreta, pero actúe con rapidez todo el tiempo. Yo lo hice sin experiencia o calificaciones" —de a poco iba especificando lo que debía hacer, viró su vista al costado de la pantalla, en donde había un memorando que decía: "Sé objetivo, cordial y rápido"—. "Y lo último que me gustaría contarle a mi sucesora es..." —Toshiro venía entrando a la oficina, y observó a la morocha con seriedad y pasando de largo—. Señor Hitsugaya —este la miró—, Dios mío, se ve pálido, ¿se siente mal? —preguntó preocupada.

—No pude dormir —respondió simplemente—. Te ves bien descansada —le mencionó.

—Ah, he dormido bien gracias a ti —el peliblanco volteó un poco su mirada, mientras que la morocha le dirigió una sonrisa. Al volverlo a ver se dio cuenta de algo—. ¡Oh Dios! ¿Eso es una espinilla? —Toshiro volteó a verla nuevamente—. ¿Debo llamar a tu dermatólogo?

—No —le pidió.

—O puedo llamar al tu médico y pedirle unas pastillas para dormir —el peliblanco no dijo nada, por lo que la joven comenzó a buscar el número del médico entre sus contactos. Entre tanto, la mirada turquesa se fijó en una caja a un lado del escritorio de la menor, en donde habían algunas cosas de esta. Suspiró pesadamente.

—¿Estás preocupada por mí ahora?

—¿Perdón? —preguntó confundida—. Por supuesto que estoy preocupada por ti —el peliblanco asintió.

—Entonces, en este momento, ¿eres la secretaria Kurosaki o Karin Kurosaki? —preguntó seriamente.

—¿A qué se refiere señor? —respondió confusa.

—Señor, la solicitante para la posición de secretaria ya está aquí —entró e informó Aizawa—. ¿Le gustaría conocerla?

—Déjala pasar —ordenó Toshiro, sin apartar la vista de la morocha—. Deberías sentarte —le dijo a esta—, voy a entrevistar a la persona que ocupará tu puesto —mencionó serio y yéndose a su oficina.

—E-Está bien...


Dentro de la oficina de Toshiro se encontraba este, Karin y la postulante sentados en los sofás de allí. La entrevistada era una joven de tez clara, grandes ojos y cabello verde rizado. Todo el tiempo lucía una amable sonrisa en su rostro. El peliblanco estaba demasiado serio en ese momento, y Karin solo sonreía.

—Señor Hitsugaya, aquí están las preguntas de la entrevista —le dijo Karin entregándole una carpeta con las preguntas y el currículum de la peliverde. El peliblanco la tomó y ojeó un poco, para luego cerrarla, dando un pesado suspiro.

—Señorita Kuna, ¿como quién vivirás si obtienes el puesto? ¿Como la secretaria Kuna o Mashiro Kuna? —preguntó Toshiro, ganándose una mirada confundida de la morocha.

—Como la secretaria Kuna, por supuesto —respondió la peliverde—, pero a pesar de eso seguiré siendo Mashiro Kuna.

—Deberías hacer preguntas también —le mencionó Toshiro a Karin, entregándole la carpeta.

—Por supuesto —dijo Karin tomándola y abriéndola—. Bien, ¿cuáles son algunas de las virtudes de una buena secretaria?

—Cuidaré a mi jefe como...

—¿Qué piensas de qie vas a trabajar con un jefe que ya es perfecto? —le interrumpió Toshiro con una sonrisa, generando una risa en la peliverde y que Karin quisiera matarlo.

—Oh, será emocionante —la morocha cerró rápidamente la carpeta, para hacer preguntas al azar, las cuales no estaban escritas en esta.

—¿Crees que serás capaz de satisfacer a un jefe que ya es perfecto? ¿Tu jefe estará contento con tu trabajo? —la peliverde se puso algo seria, mientras el ojiturquesa solo la miraba.

—Supongo que no será fácil —respondió Mashiro provocando una pequeña risa en la morocha.

—Necesito a alguien que no renuncie y dé excusas abstractas como "asuntos personales" del por qué lo hace, ¿puedes ser responsable con esto? —preguntó Toshiro, eliminando la risa de Karin.

—Si señor —respondió la peliverde—. Trabajaré aquí por el resto de mi vida si consigo el puesto.

—¿Qué pasa si mueres en el trabajo? —preguntó algo frustrada la morocha.

—¿Perdón? ¿Es el trabajo tan estresante? —preguntó preocupada la aspirante.

—El trabajo puede ponerse tenso, pero pagamos mejor que otra compañía —mencionó Toshiro como excusa del por qué tanto trabajo.

—La paga es buena, pero no tendrás vida —mencionó Karin—. Simplemente existirás como la secretaria Kuna —Toshiro sonrió sarcásticamente ante esto.

—¿No consideras todas las horas que has puesto en el trabajo como parte de tu vida? —preguntó el peliblanco a la morocha, ganándose una mirada seria por parte de ella. La peliverde no sabía que decir, por lo que rápidamente pensó en algo.

—Haré lo mejor que pueda si me contratas.

—¡Contratada! —gritó Toshiro sin dejar de ver a Karin.

—¿De verdad? —preguntó Mashiro alegre.

—Señor Aizawa —llamó el peliblanco a este.

—¿Si señor?

—Por favor presente a la señorita Kuna en la oficina, ella será nuestra nueva secretaria —dijo Toshiro sin dejar de ver a la morocha—. Entrenala adecuadamente. Haz que sea un clon tuyo antes de irte —le ordenó a la morocha.

—Sí señor —respondió simplemente esta. La peliverde estaba muy feliz por haber conseguido el trabajo, así que agradeció enormemente la oportunidad y siguió con una sonrisa a Aizawa, saliendo ambos de la oficina. La morocha se también se levantó para irse.

—Espera —la detuvo Toshiro—. Dijiste que querías recuperar tu vida, ¿qué querías decir con eso? —le preguntó.

—Mi vida siempre ha sido el trabajo, así que me gustaría tener tiempo para mí de ahora en adelante —le explicó Karin.

—¿Y?

—Y... —la morocha tragó duro—. Tengo 29 años ya, debería empezar a pensar en salir y casarme pronto —el peliblanco se le quedó mirando sorprendido y casi sin palabras.

—¿Q-Qué?


—¿No dijo ella eso? —en un restaurante de buena clase se encontraba la morocha junto a su amiga de toda la vida, Ururu. Su hermana mayor se la había presentado un día, pues la pelicastaña estaba saliendo con el primo de esta, Jinta—. ¿A qué debo el placer? Normalmente no tienes tiempo de salir —la morocha rió.

—No me excluyas de salidas de ahora en adelante —dijo Karin—. Tengo mucho tiempo libre.

—Te vi en las noticias —mencionó Ururu—, estabas al lado del vicepresidente de la compañía. Has estado trabajando muy duro por lo que veo.

—Si, solo un poco. Ha sido algo difícil —mencionó Karin.

—Te comprendo —dijo la pelinegra—. Bueno, permiso, iré al tocador —Karin asintió. Apenas Ururu se levantó, tropezó con los bolsos de ambas, provocando que estos cayeran al suelo y, algunas cosas del bolso de Karin se desparramaran—. Lo siento mucho —se disculpó Ururu, la cual, fue a ayudar a Karin a levantar sus cosas—. ¿Qué es esto? —preguntó curiosa al ver todo lo que contenía el bolso—. Un pañuelo y corbata de hombre, hasta un encendedor. ¿Por qué traes todo esto?

—Ah, no sé cuándo el señor Hitsugaya pedirá algo —rió Karin, a lo que Ururu solo la miró preocupada y sin nada que decir. Ururu se levantó y fue rápidamente al baño. La morocha la esperó. En cuanto esta volvió, retomaron su conversación como si nada de lo anterior hubiese pasado.

—Bien, ¿cómo va la relación de Yuzu y Jinta? —preguntó Ururu.

—La verdad no lo sé, no me ha contado nada —mencionó Karin—. ¿A ti si?

—Mi primo dice que va estupenda, adora a tu hermana —Karin sonrió—. Dice que es un ángel, un ser caído del cielo, tierna y dulce. No se lo quería decir, pero parece estar muy enamorado de ella —rió Ururu, contagiando a la morocha.

—Yuzu suele causar esa sensación —mencionó—. Me alegra mucho que estén juntos, y lo mejor de todo, es que papá e Ichigo lo aprueban.

—Eso es muy importante —mencionó Ururu.

—Y que lo digas.

—¿Qué hay de ti?

—¿Disculpa?

—Has pensado, no sé, ¿en salir en citas o algo así? —preguntó Ururu.

—Oh, eso —sonrió—. Pues, la verdad es que no —mencionó— Estos últimos años solo he estado consiente de hacer bien mi trabajo, y esas cosas quedaron de lado. Creo, que nunca me he puesto a pensar seriamente en tener una relación —la pelinegra la miró tristemente.

—Es triste.

—¿Por qué? —preguntó la morocha confundida.

—Pues, eres muy bella Karin, y no sacas partido de eso —le mencionó—. Ahora que estas libre, deberías darte el tiempo de, no sé, conocer a alguien.

—Podrías tener razón —dijo Karin—. Lo pensaré.


Ya era de noche, y la morocha se encaminaba a su casa en el autobús. Este paró para recoger pasajeros en una de las tantas paradas, Karin se fijó en ellos, eran una familia con dos hijos, no pudo contener su sonrisa al verlos tan alegres, pero pronto esa sonrisa se esfumó al recordar lo pasado hace unos días.

—¿Entonces tu nombre es secretaria Kurosaki?

No, no... es Karin Kurosaki.

Una sonrisa un poco triste adornó su rostro, así que prefirió mirar por la ventana el paisaje nocturno mientras el autobús hacía su recorrido. Ya en su departamento, fue directamente a su habitación, con solo un par de luces encendidas y se sentó en su cama, pensante, no muy relajada. Recordaba como la miró Ururu cuando lo que tenía en su bolso fue revelado. No era normal en una chica llevar esas cosas, y esa era otra razón del por que renunciar, así no provocaría ese tipo de caras nuevamente en sus conocidos.

La morocha se levantó rápidamente de la cama, aproximándose al escritorio y sacando de debajo de este una gran caja, en donde comenzó a guardar todo lo relacionado a la compañía y Toshiro Hitsugaya, incluyendo lo que traía en su bolso.

Ya en pijama, esta se sentó en el escritorio, teniendo frente a ella el informe de traspaso y unos memorando. En estos últimos se dignó a escribir lo más importante que debía recordar Mashiro sobre su trabajo.

"Lo más importante que debes recordad —una sonrisa inundó su rostro—, es tener tiempo para ti misma. De su predecesora, Karin Kurosaki" —sacó el memorando y lo pegó en la carpeta del informe, para después guardarlo en una de las cajas y cerrarla. Estas serían dadas a la nueva secretaria—. Listo.


Y volvemos al principio de la historia


—¿Qué pasa con la secretaria Kurosaki? —Toshiro estaba aún sentado en el sofá en aquella fiesta, a su lado Hikari—. ¿Mi propio tiempo? ¿Mi vida? ¿Citas y matrimonio? —el peliblanco sonrió sarcástico—. ¿Cómo puede decirme eso como si estuviera hablando con un completo extraño?

—¿Quién dijo qué? —preguntó Hikari, algo confundida.

—¿Qué piensas de mí? —preguntó Toshiro.

—¿Qué?

—Te pregunté qué piensas de mí.

—Dios, ¿realmente tienes que preguntar? —dijo Hikari con una sonrisa coqueta—. Eres simplemente perfecto. Exitoso, alto, guapo y educado —dijo—. Y también eres sexy —mencionó queriendo tocarlo, aunque sabía que eso estaba prohibido.

—Entonces, ¿qué le pasa a la secretaria Kurosaki?

—¿Qué hay de la secretaria Kurosaki? —preguntó algo molesta—. ¿Estás hablando de otra mujer frente a mí? —Toshiro no le prestó atención, una idea se le vino a la mente, por lo que rápidamente salió de la fiesta.

Iba por las calles en su auto, a toda velocidad, pues debía llegar a su destino cuanto antes. Vaya que tenía una gran idea.


Karin aún estaba sentada en su escritorio, aunque esta vez, con una lata de cerveza en la mano y observando ese pequeño e infantil cuaderno que aún conservaba de su niñez. Una sonrisa adornó su rostro, aunque esta se esfumó al escuchar el fuerte golpeteo en su puerta. Inmediatamente se levantó a ver quién tocaba.

—¿Quién es? —preguntó sin obtener respuesta. Se asomó a ver quién era el que golpeaba, grande fue su sorpresa al ver al mismísimo Toshiro Hitsugaya allí—. Dios —abrió rápidamente la puerta, encontrándose al peliblanco de brazos cruzados—. Señor Hitsugaya, ¿qué lo trae por aquí? —este no le respondió—. Por favor, entra primero.

—No me des órdenes, hablemos afuera —dijo serio.

—Por supuesto —respondió confundida la morocha, cerrando la puerta y siguiendo a Toshiro, el cual iba bajando las escaleras. Gracias a Dios esta solo vivía en el segundo piso. Ya en la calle, Toshiro tomó aire profundamente, para luego girarse y encarar a la morocha.

—Hablaste de citas y matrimonio, ¿lo dices en serio? —preguntó frustrado.

—Viniste todo el camino hasta aquí y a esta hora, ¿solo para preguntarme eso? —preguntó esta.

—¿Por qué de repente? —el peliblanco no le respondió—. ¿Has estado viendo a alguien a mis espaldas?

—Señor Hitsugaya, de casualidad, ¿está enojado conmigo? —preguntó curiosa.

—No —respondió Toshiro—, si estás viendo a alguien o no, no es de mi incumbencia, ¿por qué estaría enojado contigo?

—Cierto.

—Solo responde mi pregunta —le pidió. La morocha suspiró.

—No estoy viendo a nadie.

—Ese debería ser el caso.

—¿Perdóneme?

—¿Qué? —ambos se quedaron en silencio.

—Incluso si estuviera viendo a alguien, no tengo motivos para ocultarlo —explicó Karin—, y no es que haya tenido tiempo de salir —le mencionó—. Tenía que estar en el trabajo a las seis de la mañana y nunca supe a qué hora me podía ir. Cada vez que me llamabas me ponía a trabajar de inmediato, no importaba si estaba durmiendo —le contó.

—¿Y qué? —habló el peliblanco—. No estás siendo lo suficientemente persuasivo —la morocha suspiró.

—Si sigo trabajando así, probablemente envejezca sola y nunca me case.

—Entonces, ¿solo por esa razón? —le preguntó el peliblanco un poco más sereno.

—"¿Solo por esa razón?" —nuevamente soltó un suspiro—. ¿Quién me va a cuidar cuando sea mayor y quede sin trabajo?

—Bien —asintió—. Te garantizaré nunca quedar sin trabajo.

—No, gracias —le dijo la morocha—. Eso solo significará que quieres que trabaje toda mi vida y me quede sola —el peliblanco suspiró ante esto, y el nerviosismo lo consumió.

—Entonces, quieres dejar tu trabajo para casarte —repitió.

—Sí —respondió la morocha con una sonrisa.

—¿Es así entonces?

—Si —volvió a responder Karin. Toshiro suspiró pesadamente, lo que iba a hacer a continuación era algo impensable. No sabía de donde sacar el valor para hacerlo, pero lo valía si no quería que la morocha se fuera de su lado.

—Entonces has eso —las morocha le iba a agradecer, pero este le interrumpió—. Pues yo, Toshiro Hitsugaya, me casaré contigo.


No sé por qué yo me emociono con esto jaja. Pero, vamos, yo le diría que sí de inmediato. En plan: "Si, me caso y te doy 10 hijos". Pos, ¿quién no? Si Toshiro es un papucho, su cara parece tallada por los mismos ángeles.

Bueno, hasta aquí el capítulo, espero les guste.

Como no hay aclaraciones que hacer, lo dejo hasta aquí.

Nos vemos en el siguiente capítulo.