Disclaimer: ©Shingeki no Kyojin/進撃の巨人, sus personajes y trama son propiedad de su autor, Hajime Isayama. Yo tan solo realizo este FanFic por diversión, sin ánimos de lucro.

Advertencia: Universo SemiCanon| Uso descarado delOoC| Eren/Levi | Insinuación de muerte de personaje(s)| Romance implícito| Hurt&Comfort

Nota inicial: Este es un Fic dedicado a D. Teufel por su cumpleaños, que espero lo haya disfrutado a lo grande. 3 Y a Ola-chan, mi nena hermosa desaparecida, la colección es para vós, en honora a la tuya "Historias".

Así que a las demás nenas que leen, este será el inicio de una colección donde postearé varios one-shot, en su mayoría medios crack (con respecto a la temática) Ereri/Riren.

Por favor lean las notas finales y no olviden dejar sus hermosos review.


Llorona


¿Saben cómo se siente morir?

Duele. Pero solo un poquito, y no dura mucho. Es solo tu corazón dejando de latir.

Luego viene el frío, y al final es el vacío.

Es como quedarte dormido.

No hay más que oscuridad, que después es algo gris y amorfo que acaba transformando en una paz estática; un pasado perpetuo. Porque allí, el después no existe. Tan solo flotas en una inmensidad acuosa de recuerdos, arrepentimientos, sueños rotos y algunos granos de felicidad. Pues la felicidad también es invalida aquí si ya no se tiene como alimentarse. Así que, solo te ahogas, una bocanada a la vez, en una espiral decadente hacia la nada. En un camino al olvido. Al descanso inconsciente sin retorno. A la inexistencia.

O al menos es así (para mi) por un tiempo (uno que pudo ser un segundo pero supo a la eternidad misma), hasta que el sin sentir deja de ser, el agua se convierte en arena entre mis dedos, mi inmovilidad desaparece y el sonido atraviesa mis oídos, trayendo consigo aquel llamado que parece venir desde todos lados, «Capitán» dice, y suene como gotitas de lluvia sobre la superficie de un estanque. Una parte mí está gritando que no es una buena idea seguir esa voz, a pesar de ello, abro los ojos y me pongo de pie.

La imagen que me recibe es el de una playa de dorada arena infinita, bordeada por un gigantesco arroyo arbóreo de luz que pinta el cielo de colores pálidos verdosos y azulados.

Es hermoso y a la vez inquietante, por lo que la pregunta nace sin remedio. ¿Dónde diablos me encuentro? Luego pienso que esto podría ser un pequeño limbo, uno en donde debo expiar mis pecados antes de continuar mi viaje.

—«Capitán»—el sonido vuelve a llegar a mí, ahora más claro, dirigido, y me hace saber a quién pertenece esa voz.

Eren Jeager.

Bueno, al parecer este lugar no es exclusivo, sino comunitario.

Y ahora allí está él. Un recordatorio a los fracasos dejados atrás.

Que gran mierda es la muerte.

Pellizcando con ligera saña mi labio inferior, retengo las ganas de llorar y no volteo hasta la quinta vez que su voz se impulsa hacia mi suplicante.

—¿Capitán, por favor?—suelta, esta vez con el sonido de sus pasos en mi dirección acompañando su voz. Pero lo detengo con un gesto de la mano, a la vez que giro para enfrentarlo, retándolo con un dedo acusador.

—No, por favor tú, Eren. Ya estoy muerto, carajo. ¿No podrías haberte mantenido alejado de mí y dejarme el consuelo de la ignorancia al menos, mocoso?—le regaño y él me ve con esos ojos de cachorro pateado que siempre me dio en vida, luego sacude la cabeza, su cabello castaño, suelto y largo rozándole las mejillas y estorbándole la mirada mientras suelta esa risita extraña que había desarrollado en su tiempo en Marley. Una cosa que rozaba tanto la burla con la amargura.

El mocoso que una vez se hizo nido en mi interior había cambiado me recordé, y ha como había sucedido no hace mucho me di cuenta que lo que sea que me iba decir, el motivo de estar juntos en este lugar, no me iba a gustar.

—Debo pedirle perdón de antemano por algo diferente a eso, Capitán. Pero de haber caído y roto mis juramentos, eso jamás.

—¿Entonces por qué estás aquí?

Eren permanece en silencio durante un minuto, con la vista al luminoso fondo, cambiando el peso de su cuerpo de un pie a otro y luego barriendo un poco de arena con su zapato.

—Ese es el camino invisible—dice, señalando con un gesto de la cabeza hacia el coloso que había estado observando—la coordenada. Este en el mundo de Ymir.

Allí iba, divagando otra vez. Su nueva forma de expresión.

—Usted murió. Si. Y yo casi también...pero ya no.

—¿De qué carajos estás hablando?—esto ya había perdido sentido, pensé. Bien, morimos, eso estaba claro, él mismo lo dijo, pero...

—Lo reviví—suelta en un hipido chillón.

—¿Qué?—me tambalee hacia atrás aturdido.

¿Qué mierdas acababa de decir?

—Lo reviví—repite, la mirada baja, las manos retorciéndose entre ellas. Una posición de vergüenza dolorosa—con el poder del fundador. Ymir me mostró cómo. Pero no soy ella, y tampoco un Fritz. Así que, solo puedo empujar su consciencia, su alma a su cuerpo, pero no reconstruirlo.

Esta vez fue mi turno de reírme.

—¿Es que a acaso la muerte te ha ganado otro grado de locura? Que tonterías dices.

Él me mira un poco ceñudo, luego relaja la expresión.

—Quizás un poco. Pero no estoy mintiendo.

—Fantástico ¡eh! Y si eso es cierto ¿Con que fin, Eren? No había mucho remedio allá, de todos modos. Solo planes contingentes que no resolverían nada.

—Yo voy a salvarlos a todos. Todos serán libres, como lo juré. Por eso lo necesito. Porque voy a hundirme, capitán. Convertirme en un monstruo. Pero no quiero morir como uno.

—Que lo haga Mikasa, ella siempre está…

—¡No!—su grito para mi verborrea, dejando estáticos los pensamientos que ya se habían empezado a enlazar en mi cabeza, deduciendo él porque me había sustraído a este lugar, cortando mi muerte, y realmente no quería aceptarlo. Creer que él me estaba pidiendo eso—. Quiero que sea usted quien me mate.

—¡No!—ahora soy yo quien grita—. No lo haré. Déjame aquí. Estoy cansado de todo eso. No me hagas esto.

—Me lo prometió—me regresa, su voz goteando enojo, sus manos (¿En qué momento se había movido?) como garras sobre mis hombros, sujetándome con una fuerza que podría dejar moretones en mi piel si este fuese un cuerpo real—. Prometió detenerme si me salía de control. Que me liberaría de la agonía—sus lágrimas ardientes caen sobre mis mejillas y yo simplemente me empiezo a desmoronar por dentro—. Cumpla su palabra, sus promesas.

—Eren, no me hagas esto.

—Por favor—solloza, liberando la presión en mis hombros, convirtiendo su toque en algo suave, casi una caricia—. Me resistiría al final si no lo hace usted, y el ciclo se volvería a repetir—sus manos se deslizan por mi espalda, y un segundo después estoy envuelto en un abrazo—. Una vez soñé que cuando todo terminará quizás podría si me lo permitía, sonreír junto a usted, en ese mar que alcanzamos.

—Tú, jodido mocoso, no me estás diciendo esto así—trato de liberarme, huir lejos y encontrar el retorno a los senderos de la muerte, pero él me retiene, su abrazo sólido conteniendo mis intentos, dejándome quieto.

—Capitán, por favor—un susurro, su aliento deslizándome sobre mi cuello, su voz llenando mis oídos—dígame que cumplirá su promesa. Que podré morir en sus manos, que lo veré una última vez y será también lo último que vea. Que me llevaré el recuerdo del brillo vivo de sus ojos.

Un par de lágrimas se deslizan silenciosas por mis mejillas al segundo siguiente de murmurar un simple "bien", que me gana una sonrisa de su parte y que siento a través de la piel de mi cuello.

—Bien—dice él, reafirmando antes de soltarme—. Y no se preocupe, todo estará bien—dice eso, pero luego sus labios se mueven, liberando palabras que me hacen sentir mareado, planes amargos susurrados, que me pide no contar. Solo seguirlos.

Bajo la cabeza y niego un poco—Bueno, qué sería lo peor que podría pasar ¿morir? Tsk, ya estoy muerto—digo con fastidio.

—Estuvo—me corrige Eren, una suave sonrisa en sus labios mientras una de sus manos acaricia mi mejilla derecha, limpiando el rastro húmedo ya casi desvanecido—. Estaré—le regresó yo, emulando su sonrisa y rodando un poquito los ojos.

—Si después de eso el universo puede ganar más sonrisas suyas así, creo que vale el precio del crimen.

—Ah, y vengo a darme cuenta que actual comportamiento solo es una máscara estúpida y sigues siendo el mismo mocoso sentimental de antes, Eren—le digo suavecito, colocando mi mano sobre la suya, que aún permanece en el mismo lugar.

—Para usted, siempre.

Y esta vez, no entiendo el porqué, él se echa a reír con ganas por un buen par de minutos hasta que se calma a sí mismo, barriendo unas lagrimillas de los ojos.

—Lo siento, lo siento—dice él haciendo un aspavientos con las manos—. Solo es que es tan risible que solo en un momento así pueda ser capaz de estar así.

—¿Así cómo?—le inquiero. La verdad es que comprender a Eren jamás fue fácil, tan impulsivo era que, con los últimos años es ahora casi ilegible.

—Feliz—suelta él, más un suspiro satisfecho que nada, y yo siento un nudo en la garganta, como una bola de pelos que me asfixia. Quisiera callarlo y decirle que deberíamos quedarnos aquí y dejar que lo demás se pudra, pero sé que eso rompería lo apenas revelado. Ajeno a mi contradicción Eren niega un poco y vuelve a sonreír—. De verdad espero me perdone que le esté haciendo esto.

—Y yo te repito que está "bien". No pasa nada ¿sí?

—Si—dice, y me vuelve a abrazar, esta vez más apretado, casi como si quisiera fundirse a mí—. Muchas gracias—susurra, su voz enroscándose en mis oídos—. Nos vemos después.

—Si—contesto, elevando mis brazos para corresponder su abrazo, después de todo, aquí no hay necesidad de ser precavido o contristo con mis deseos ocultos, pero no llegó a nada, pues Eren ya no es algo sólido contra mí, solo una imagen nebulosa que no abandona su sonrisa—. ¿Eren?

—Llegó el momento, Capitán—responde a mi pregunta—. Lo espero del otro lado. Así que no dude, tal como me lo enseñó. Matar a Zeke, recuerde—me guiña un ojo antes de desaparecer en el resplandor intenso que en ese momento emite el árbol chispeante, dejándome solo. Aunque no por mucho tiempo.

Él me está llevando.

Solo toma un par de exhalaciones, y no duele nada. En un segundo el mundo es solo arena y luz, al otro es verdor, sonido de agua, el roce de tela sobre hierba, el eco de algo cayendo, la voz de Hange soltando un hipido ahogado...flores mecidas por el viento, encorvándolas de tal manera que parecen vencidas por una honda congoja.

Y en ese momento me sentí como ellas.

Llorando en silencio.

Estoy vivo otra vez.

Se siente como despertar.

Realmente no quieres hacerlo.

Dejando pasar otras tres respiraciones, me levantó. Ya no hay dolor en mi cuerpo, solo la sensación de vendas cubriendo la mitad de mi rostro. El dolor llegará después, y las verdaderas heridas con ello, lo sé.

—¿Levi?—gorgotea Hange.

Nos miramos durante un largo minuto, sus ojos sorprendidos, los míos más allá de su mirada, por sobre el río y el bosque.

Es hora de iniciar el fin, me digo. Hora de cumplir las viejas promesas...

—Bestia, pedazo de mierda—suelto en un sonido amortiguado por las vendas—. ¿Dónde estarás?—...y las nuevas adquiridas.

No hay vuelta atrás.


Notas finales

Este fic está basado en el capítulo 126, cumple de alguna manera con el canon, pero igual solo quería darle salida a mis fantasías con eso de las vendas del Levi ¡yei! Porque en mi mente, es Eren quien se los está poniendo cuando le acaricia el rostro, y es algo así como una ceremonia de encuadernación/matricidio.

Además está inspirado en algunas frases de la canción Llorona por Ángela Aguilar. De allí el título del Fic.