Tanjiro Kamado no ve a un demonio. Ve a su hermana. Nezuko Kamado no ve una fuente de alimento. Ve a su hermano.
En sus ojos reflejados ven a su familia, la cual, de ningún modo querían perder. No querían estar separados y no tenían intención de que nadie los separe. Porque lo que tenían enfrente era lo único que le quedaba. Era lo único que tenían.
Algunos podrían decir que estaban haciendo mal, que era peligroso. O es mas, decirle a Tanjiro que su hermana debía morir, antes de que dañe a a alguien. Porque Nezuko es un demonio.
Pero, él estaba seguro que no lastimaría a nadie. Por eso no podía evitar protegerla, aún si el chico era un cazador de demonios, no podía soltar su mano.
Esa mano en la cual su palma estaba pegada a la suya. Esa, que el joven veía como ahora tenia uñas largas y afiladas, pero a pesar de los peligrosas que resulte ver, su mano nunca vacilo. No se aparto. Y la muchacha, quien notaba como su hermano tenia las manos ásperas y callosas. Por ella, por su afán de ser fuerte por encontrar una cura. No se alejo.
Es mas, eso los unió con mas fuerza.
De pronto, sus dedos llenaron los huecos y se conectaron. Se entrelazaron, indicando su resolución de estar juntos. Sin importar nada mas.
Sintieron la calidez desde su mano hasta el resto del cuerpo. Tanjiro sonrió; en un gran y esperanzadora sonrisa. Los ojos de Nezuko, brillaron en confianza.
Sus dedos se entrelazaron como ramas de árboles. Y sin importar cuán fuerte sople el viento (cuanta gente este en contra) no se soltarían. No se separarían porque estaban juntos, y seguirían estándolo por el resto de sus días.