"Desde la primera vez que te vi, no pude apartar la mirada de ti"

Víctor se encontraba esa mañana observando desde el gigante ventanal de su oficina las afueras de Ginza, en algún momento de su mente paso por el entendimiento de aquellos que se perdían en algún tipo de vicio, quizás lo hacían para escapar de la realidad o quizá, camuflar aquellos pensamientos que les ofuscaban o hacían doler sus pechos. Víctor en ese instante los entendía perfectamente.

Habían pasado ya algunos días desde que el presidente ruso había obligado a Yuuri a hacerle una mamada en una explosión de emociones que jamás había tenido en su vida. El sentimiento de inconformidad, molestia y amargura que había sentido dentro de él al encontrar las personas que revoloteaban alrededor de Yuuri lo había cegado. Y sabía que no debía estar molesto ya que él y Yuuri solo tenían una relación física, pero, no podía evitar molestarse. Tácitamente estaban en una relación en la que ambos tenían la libertad de poder estar con otras personas, o en su particular, siempre sus relaciones habían sido de ese estilo, la única diferencia con la actualidad es que esas personas no eran Yuuri, y estaba tan seguro como él que no tenían ninguna pareja más que ellos mismos. Por eso la confusión le nacía y le atormentaba el pecho, porque no podía ni quería alejarse de aquel hermoso hombre que le había llevado en incontables ocasiones al borde de la locura. Katsuki Yuuri era una persona llena de sensualidad que desde un principio lo incito a realizar locuras que ocasionaron grandes problemas pero que saldadas las mismas, habían logrado encontrar a una persona muy hermosa en cuanto a su alma. Víctor admitía que, de verdad, él quería mucho a su secretario, pero había tantas cosas que aún no sabía de él ni el japonés de su pasado, cometer semejante arranque de celos no era sano para ellos, especialmente porque no podía coartar al otro joven de una pareja si este lo deseaba. Pero no quería hacerlo y sentía que no quería dejar de ser obstinado ante eso.

El ocaso se veía perfecto desde aquella altura en donde se ubicaba su oficina, pero Víctor no podía apreciarla como en ocasiones pasadas. Envió dos mensajes esa tarde; uno, para Yuuri indicándole que podía retirarse y que llegaría tarde a casa esa noche, y otro, para Chris, pues necesitaba alguien con conversar y desahogarse a base de alcohol.

Chris de verdad no tenía problemas en escuchar los problemas de su mejor amigo, era algo común para él en realidad. Lo que no le era grato y le desesperaba en ocasiones era la lentitud con la que este podía convivir a pesar de ser el presidente de una de las empresas farmacéuticas más importantes del país.

— ¿Y bien? —le pregunto, viendo como este tomaba un short de vodka de un solo golpe—, creí que luego de comenzar una relación con Katsuki Yuuri tu estarías entres las nubes, pero al verte no parece que las cosas vayan muy bien —indico, Víctor tomo su segundo short, y Chris supo que esa noche seria larga y fastidiosa—. ¿Es pésimo en el sexo?

—Él es la mejor persona más sensual del mundo moviendo sus caderas, ni siquiera vuelvas a repetir eso, es una blasfemia —vocifero el ruso, y Chris entendió que era un aspecto mucho más profundo.

—Si no tiene nada que ver con el sexo ¿Qué es? —cuestiono.

Víctor suspiro tendidamente y comenzó a explicar todas las ansiedades y preocupaciones que tenía alrededor de su relación con Yuuri, afincándose que solo llevaban una especie de relación sexual solicitada por él y aprobada por el joven, aun teniendo citas y otros aspectos más de pareja, ninguno había incluido algo relacionado a lo sentimental en los últimos tres meses que llevaban saliendo. Siendo sincero, Chris estaba algo sorprendido de que no tuvieran una relación "formal", puesto que en los últimos meses su amigo no paraba de hablar de su pareja al punto de desquiciarlo en ocasiones. Sin embargo, intuía que era lo que estaba ocurriendo al momento de que su amigo culmino su explicación, quizás la intimidación y el arrinconamiento era suficientes para hacerlo entrar en razón.

—Entiendo todo lo que me has dicho, pero yendo al contexto ¿De verdad eres serio con Yuuri? Digo, por todo lo que se, ese hombre es un alma que tuvo la desgracia de conocerte y tú eres quien lo ha llevado por las sendas del mal —comentó algo divertido, y recibió un gemido doloroso de parte de Víctor, pues sentía que estaba en lo correcto.

—Yuuri es alguien demasiado hermoso, puro a pesar de ser tan sensual y tener un eros que es capaz de endurecer a todos los que lo vean sean hombres o mujeres, de verdad, no sé exactamente que siento por él —menciono. Chris quería matarlo lentamente, no podía con semejantes palabras.

—Entonces eso significa que Yuuri es un simple juego para ti —pico, y obtuvo la reacción correcta.

— ¡Eso jamás! ¡Yo nunca podría hacer eso con Yuuri, el no merece nada de eso! —alego con rapidez, el suizo esbozo una sonrisa divertida, ya iban por buen camino.

—Si no es un juego ¿Entonces lo más sencillo no es decir que te gusta? No solo es algo sexual, también hay algo diferente ahí adentro —expresó, indicando el pecho de su amigo. Este tomo la bebida pensativamente entre sus manos.

Víctor sabía que no era solo algo sexual, era más profundo, pero él era un mar de indecisiones y no encontraba las palabras correctas para decir aquello que estaba en su pecho. A raíz de su propia desesperación, pidió que Yuuri y él salieran a pesar de que estaba indeciso de sus sentimientos, pero cuando comenzaron a convivir, una nueva gama de facetas que el japonés tenían fueron abiertas para él y jamás espero poder recibirlas de una manera de tan cálida y fraternal. Apenas llevaban tres meses, y aun había tantas cosas que no sabía del secretario que hacían que el ruso se frustrara porque deseaba saber más, quería más, pero no sabía cómo.

Chris analizó cada expresión de su amigo, y con un suspiro ofuscado, le quito el vaso de las manos y lo obligo a verlo.

—Tu estas perdidamente enamorado de Yuuri, eso es lo que pasa. Punto. —afirmo con seguridad, más el ruso negó de inmediato.

—No puede ser eso, tiene que ser algo más —menciono, desacreditando la posibilidad. El suizo se vio ofuscado ante el retroceso alcanzado.

—Es lo único obvio, no es solo aprecio, no es solo algo físico, es mucho mayor, y eso solo responde a que estás enamorado de él —finalizó, y Víctor lo miró preocupado.

El jamás se había enamorado de alguien, siempre les había tenido apreció o deseo por sus cuerpos, pero nunca había amado a alguien como lo expresaba Chris con su relación. Sin embargo, todo era diferente. Aun cuando él y Yuuri se habían acostado, no termino todo allí, siguió. Chris se lo había dicho en una ocasión, que Víctor era el tipo de persona que se interesaba por alguien una vez, y luego de acostarse juntos, se iba. Era la primera vez que algo así le sucedía y tenía que reconocerlo, que no solo era interés o aprecio lo que él tenía por el japonés.

Víctor analiza las palabras de su amigo, porque era curioso. Desde que tenía cierto grado de memoria, recuerda que nunca fue apegado a nada más que a sí mismo, y a su perro. Desde la muerte de sus padres cuando era joven, asumió los negocios familiares porque era su legado aun cuando esto nunca fue de su total interés en un principio. Sabe que con dieciséis años todo ello sería fastidioso, pero una persona cercana a su familia estuvo siempre apoyándolo desde aquel doloroso momento en el que debieron ser solo Víctor y Makkachin. Yakov Feltsman y su esposa Lilia fueron quienes lo ayudaron a salir adelante tanto en sus estudios como en vocación para el futuro, al final de cuenta siente que guiar la empresa de su padre y de su abuelo no es tan malo. Toma aprecio a su trabajo, pero cuando precisa que las investigaciones sobre medicamentos generan saldos positivos al momento de salvar vidas, entre ellas la de su mentor Yakov, Víctor decide que eso era aquello que quería seguir desarrollando. Es por ello, que decide seguir ampliando su cadena, propiciando las investigaciones de nuevos medicamentos para que muchas personas pudiesen ser salvadas, quizás no era médico, pero desde su lugar quería ayudar en lo que pudiera.

Él estaba claro que cuando era joven fue una persona muy libertina, un amante apasionado de un solo día, sus relaciones nunca llegaban a más, y a él le constaba. Porque sabía que, al ser rico de cuna, nunca nadie le amaría sinceramente. Su infancia, adolescencia e incluso de adulto, las personas seguían acercándose a él solo por su estatus económico. Por eso se cerró al mundo, a los sentimientos, a sí mismo, a la vida y al amor. Pensó que simplemente el permanecería así, estable, solo. Incluso con el apoyo de Chris intento darse una oportunidad, pero siempre fue lo mismo. Pero todo cambio cuando vio por primera vez a Yuuri, cuando lo vio no pudo apartar la mirada de él. Al principio fue curiosidad, que después se convirtió en un frenesí que no quería dejar ningún resto de piel sin ser descubierto, tocado, besado, marcado. Cuando descubrió su alma, no pudo si no caer rendido a su sonrisa, a su corazón, a todo su ser.

Y es entonces lo debió aceptar, que estaba perdidamente enamorado de su secretario.

De verdad había sido muy ciego porque en un principio fue muy difícil tratar con él, ya que era una persona muy cerrada, pero cuando lo fue conociendo, descubrió que era una persona maravillosa, sencilla, humilde. Alguien que nunca antes había conocido. Y él no estaba dispuesto a dejarlo ir.

Miró a su amigo con una sonrisa de apreció y eterno agradecimiento.

—Muchas gracias Chris, no sé qué haría sin ti —expreso sonriente, el suizo dio un suspiro y correspondió su sonrisa.

—Sabes, te quiero bastante, pero en ocasiones me preocupa que seas tan estúpido —menciono, recibiendo un codazo por parte del ruso que termino en un par de carcajadas.

Ya no tenía motivos por los cuales tuviera que dudar, era simplemente el momento de actuar. Por eso, decidió idear un plan infalible.

—Yuuri, tú y yo mañana nos vamos de viaje a Kioto, así que prepara todas las cosas necesarias porque partimos temprano—dijo casualmente mientras le llamaba por teléfono al llegar a su apartamento. Al otro lado un jadeo de sorpresa y pánico se escucha, pero el ruso no da tiempo a explicaciones ni reproches, sabía que, si dejaba que este dijera algo, cosas relacionadas al trabajo y la responsabilidad saldrían a flote, y Víctor estaba consciente de ello, pero había algo importante que tenía que hacer, y bueno, unas vacaciones nunca estaban de más.

Por su parte, el japonés al ver que su jefe le ha cortado sin forma de dar objeciones a su ridículo plan, suspira y comienza a preparar sus cosas, no es como si la idea de viajar a Kioto le disgustara, solo estaba algo sorprendido por lo repentino de ello. Se preguntaba si existiría algún motivo oculto tras aquel viaje y alejo de inmediato cualquier perspectiva en la que pudiera estar la posibilidad de una ruptura, no podía ser nada semejante, y luego de los últimos días llenos de intensidad y sexo, Yuuri no veía que hubiera algún motivo para ello… más que el ruso se hubiese cansado de él. Era por supuesto descabellado pensarlo cuando terminaba de invitarlo a un viaje que con seguridad sería extremadamente caro, aun así, aquel temor siguió en el pecho del secretario aun cuando intento alejarlo durante toda la noche.

La mañana siguiente llegó, y habiendo dejado a Makkachin a cuidados de uno de los trabajadores residenciales, ambos tomaron camino a la estación donde tomarían el tren bala que les llevaría hasta Kioto en solo dos horas y veinte minutos. Yuuri estaba algo curioso de ya que esperaba que fueran en avión, pero de cierto modo estaba muy feliz de por ir en el Shinkansen* ya que no tomaba uno desde su viaje con el club de danza en la universidad, eso le traía tantos recuerdos y le llenaba de cierta alegría. Víctor pareció notarlo un gesto de felicidad lo envolvió.

—Parece que tomar esta idea no fue tan malo —le comentó en el momento que tomaron sus asientos de primera clase, y en efecto, aunque estaban dejando sus responsabilidades a Chris como director ejecutivo de la empresa, la situación no era mala y Yuuri estaba de acuerdo en ello, aunque sentía un poco de remordimiento.

—Sí, aunque lo siento mucho por Chris, estar de viaje en el tren bala me trae muy buenos recuerdos —dijo, Víctor lo miró con atención.

—No es la primera vez que viajas a Kioto entonces —menciono en una interrogante suave, y la sonrisa de nostalgia en el secretario aumento.

—Fui solo una vez con mis compañeros del club de danza cuando estaba la universidad, teníamos una presentación donde participaban otros clubes de otras universidades a nivel nacional, y aunque no ganamos la competencia, fue una experiencia muy divertida —alego con una sonrisa que Víctor jamás vislumbro en su subordinado.

El tren anunció su inició en movimiento, y a los pocos minutos cerró sus puertas, iniciando con su recorrido. La sensación era en un principio confusa para el estómago al momento de que el tren tomara velocidad, pero luego de unos cuantos minutos este se calmaba y se podía disfrutar enormemente de las bellezas del paisaje, aunque en este momento, Víctor admirara un paisaje mejor.

—Entonces, es mi deber como tu jefe hacer que tengas recuerdos tan gratos como los que me comentas —habló, y el sonrojo de alegría que se formó en el rostro de Yuuri fue tan grande como su sonrisa.

— ¡Si!

Durante todo el camino conversaron sobre temas diversos y llenos de entusiasmo, algunas cosas del pasado de Yuuri y su estancia en la universidad de Tokio. Como era su ciudad natal: Hasetsu, su familia y sus amistades, como logro ser representante del club en algunas presentaciones regionales y nacional que el ruso hubiera pagado por ver, hasta llegar al porque el ruso se había mudado desde su natal San Petersburgo hasta una ciudad tan lejana como Tokio para instalar una nueva sucursal de su empresa, conversaron amenamente durante aquellas dos horas que para ellos parecían haber sido minutos. Alrededor del mediodía llegaron a la estación de Kioto, un auto les esperaba para llevarlos a su hospedaje y Yuuri solo se dejó guiar por Víctor que tenía todo preparado. El recorrido solo tomo algunos minutos en los cuales llegaron a un amplio hostal tradicional que era bastante acogedor, pero no parecía ser de aquellos que eran cinco estrellas que se veían por la televisión, el japonés viro su mirada al presidente ruso y este pareció entender que le preguntaba con la mirada.

—Imaginé que te sentirías incomodo si elegía un lugar muy lujoso, por ello decidí ir a lo tradicional. Me han dicho que este lugar cuenta con aguas termales y un excelente servició a la habitación —respondió, y un poco de vergüenza nació en Yuuri al haber creído que irían a un sitio en extremo lujoso.

Por suerte, estaba más tranquilo con esa acertada decisión del ruso. Aunque de igual modo había solicitado la habitación más cara del hostal, estaban en una habitación tradicional con una pequeña salita, un televisor, un baño y aguas termales al aire libre al lado de un pequeño jardín. Era simplemente sublime, pero lo que más había captado la atención del joven secretario fue al momento de llegar el servicio a la habitación. Una mesa entera llena de exquisiteces locales y otras que el también acostumbraba comer, provocaron que el ya proporcionado apetito de Yuuri aumentara al ver semejante delicia, debió cerrar la boca para no dejar caer saliva a la mesa, levanto los palillos, expectante y tomo un bocado de un platillo para después llevárselo a la boca, al sentir el sabor, no pudo evitar abrir los ojos de sorpresa.

— ¡Esta demasiado delicioso! —exclamo lleno de felicidad de probar algo tan sabroso, Víctor sonrió satisfecho ante su expresión.

—Sé que has hecho grandes esfuerzos para mantenerte en forma, pero por hoy puedes comer todo lo que quieras, salado, dulce, quiero verte feliz al comer comida deliciosa —indico.

Un intenso sonrojo abrumo el rostro del secretario quien siguió su comida en silencio sin poder decir nada, estaba demasiado escandalado de la belleza del ruso. Aunque tenían tres meses saliendo, ese día en particular Víctor estaba más atento que lo usual, no dejaba de mirarlo con unos ojos que no podía identificar, y aunque trataba de mantener su rubor al margen, su corazón no dejaba de latir. Aunque ambos estaban extasiados por la comida, el presidente ruso jamás alejo su mirada atenta de Yuuri y esto no paro hasta que hubieron terminado de comer.

Un suspiro de alivio fue emitido por Víctor al terminar su comida, un par de damas del hostal se acercaron hasta este al momento de retirar los platos de la habitación.

—Si desea tomar un breve descanso, podemos preparar el futom para ustedes en el momento que lo soliciten —expresó, y Yuuri finalmente cayó en cuenta de un detalle que no había pensado en toda esa mañana.

El y Víctor estaban solos en una habitación de hotel matrimonial, motivo por el cual compartirían no solo el futom, sino que también habría posibilidades de algo más. Yuuri no entendía porque debía sentirse nervioso cuando ya llevaban teniendo sexo durante esa misma semana, y estando en una situación de descanso, era natural considerar que esa noche fuera igual que las demás, donde la pasión los consumiera y nuevamente sus pieles se encontraran en frenesí. Pero justo había algo más que hacía que el corazón de Yuuri latiera con mayor intensidad, siendo ese ambiente extraño que ahora los envolvía y lo tenía expectante.

Sabía de parte de Víctor que luego de comer pasearían un poco por los alrededores para dedicarse al día siguiente al turismo del resto de la ciudad, esperaba que pudieran ponerse un poco melosos durante esa tarde por ello, había traído consigo algunos paquetes de lubricantes y condones, estaba avergonzado de sí mismo por eso, pero se encontraba ansioso de lo que pudiera ocurrir esa noche así que la esperaba con ansias.

Pero pese a que lo había esperado, esa noche Víctor no lo toco.

Yuuri pensó que quizás era debido al viaje y las actividades que habían hecho esa tarde, pero al llegar la mañana, tampoco hubo reacciones, besos o algún tipo de insinuación de algo más. Paso el tiempo del desayuno y el ruso solo acerco la posibilidad de hacer turismo en Kinkaku-ji* por la mañana y luego hacer un paseo por Fushimi Inari* al terminar el almuerzo.

Solo recibió una sonrisa de entusiasmo y partieron hacia su destino en la brevedad que pudieron, aunque una sonrisa se esbozaba en el rostro de Yuuri, miles de interrogantes surcaban su mente en forma de huracán.

Se decía que debía estar tranquilo, que no importaba si por ese día no lo tocaba, quizás solo quisiera que tuviera fuerzas para recorrer a libertar todos los lugares a los que se dirigirían ese día, que no era nada para sentirse inquieto, y que su cuerpo y él mismo eran del agrado de Víctor. Pero cuando hubo llegado el almuerzo, no compartieron más que abrazos, tomando sus manos en pocas ocasiones, a final de cuentas, un sentimiento extraño le fue recorriendo el cuerpo, puyando como un millar de agujas.

Yuuri amaba a Víctor, de eso no había duda, y la ansiedad que había acumulado durante todo el tiempo que había salido con Víctor estaba comenzando a aflorar con fuerza en su pecho, ese sutil pero gran cambió le dio brecha al pensamiento que el japonés no quería aceptar a pesar de que s mente le recordaba constantemente de aquella posibilidad: que el ruso finalmente se hubiera cansado de él.

Y cuando la situación finalmente le hubo consumido por completo, se encontraban en medio del Fushimi-Inari. Los largos caminos de Torii estaban calmados al ser temporada baja y solo algunos turistas extranjeros paseaban por aquellos pasajes cercanos a ellos, sin embargo, Yuuri se detuvo cuando la presión fue demasiada. Víctor tomaba fotos del lugar cuando noto como su subordinado estaba detenido en medio con su mirada gacha. Reconociendo de inmediato esa postura se aproximó hasta él extrañado y un poco alarmado, su miedo se hizo realidad al encontrarlo con lágrimas en los ojos.

— ¿Yuuri? ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? —pregunto nervioso, temiendo haber descuidado algun detalle o algo que hubiera hecho sentir mal al secretario.

Pero aun cuando este había preguntado, Yuuri no tenía las agallas para afrontar aquello que temía. Aun cuando las lágrimas bajaban por sus mejillas, se quedó en silencio sin decir nada

—Yuuri…

Víctor abrazo al joven quien lloraba desconsoladamente entre sus brazos, sin saber qué hacer, lo mejor que pudo fue llevarlo de nuevo al hotel. Eso entristeció aún más al joven que pensaba que había arruinado los planes de Víctor para ese día. Las lágrimas no paraban, y aunque intentaba detenerlas, estas solo iban en aumento. La presión en su pecho solo aumentaba y aumentaba, sintiendo como se asfixiaba, el miedo lo estaba consumiendo hasta que su mente solo encontró una única manera de terminar el mismo con su dolor.

—Víctor…

—Dime Yuuri ¿Te sientes mucho mejor? ¿Quieres que te traiga algo? —pregunto, pero Yuuri solo podía pensar con frustración una única salida, y aun con su mirada llorosa, enfrento al ruso.

—Terminemos con esto.

El silencio reino por completo la habitación y los ojos del presidente ruso se abrieron de par en par, su mirada decía claramente que no entendía nada de lo que estaba pasando hasta que finalmente su cerebro pareció entender las palabras emitidas por su interlocutor, y poco a poco su mirada fue oscureciéndose hasta clavarse directamente en el suelo. Yuuri decidió proseguir.

—De verdad, quiero agradecerte por todo este tiempo. Fue muy divertido y lo disfruté mucho, gracias a ti pude experimentar muchas cosas, pero creo que es momento de llegar al final.

Hubo una respiración fuerte de parte de Víctor, ninguno de los alzaba la mirada, el ruso intento decir algo, pero divago al hacerlo. Luego de unos segundos logro armar una oración.

—Oh, jamás espere que Katsuki Yuuri fuera a terminar primero con esto —menciono en voz desanimada, el secretario entendió aquello como que el esperaba terminarle antes, y un fuerte dolor le hizo querer llorar nuevamente.

—Es una decisión egoísta, pero la he tomado —contesto—, terminemos.

El presidente alzó la vista, Yuuri pensó que vería una cara de fastidio o quizás simplemente una mirada inexpresiva, pero lo que encontró en ese instante lo dejo congelado. Cayendo en pequeñas gotas, las lágrimas de Víctor se escurrían de sus pestañas sin que este tuviera deseos de detenerlas.

— ¿V-Víctor?

—Entiendo… Yo… aceptare lo que ha dicho Yuuri —pronunció con suavidad sin ánimo de detener sus lágrimas, una leve sonrisa se mantenía en su rostro, pero el secretario no concebía los motivos

— Víctor… ¿Estas llorando? —pregunto mientras apartaba unos mechones de pelo del rostro del ruso, recibiendo ante eso un manotazo por el gestó.

— ¡Es porque estoy molesto! —exclamo y Yuuri se alejó un poco asustado ante el manotazo—, yo estoy molesto conmigo mismo por no darme cuenta antes, si hubiera aceptado antes lo que sentimientos que tenía por Yuuri, quizás…

Se detuvo porque simplemente no podía con su propio dolor y frustración, aquel viaje era la abertura para dar un siguiente paso a su relación, había preparado todo rápidamente para tener un lugar perfecto en donde declarase porque creyó ilusamente que los sentimientos que sentía eran correspondidos, pero al parecer se había equivocado. Sin embargo, ahora Yuuri estaba en shock por sus últimas palabras.

— ¿Sentimientos? —repitió como un breve conjuro, su mano se encontraba alzada y en camino hacia su propio rostro mientras Víctor le miraba interrogante —, Sentimientos dices… ¿De qué tipo?

El ruso se vio sinceramente ofuscado ante aquella pregunta, parecía que era obvia su respuesta.

—Sentimientos de amor por Yuuri —expreso con determinación, aunque su mirada estuviera plagada de lágrimas—, creí que era claro que yo amo a Yuuri con todo mi corazón. No puede ser de otra forma.

Yuuri quedó estático. De verdad debió pellizcarse una mejilla al momento de repetir la frase en su cabeza para recordarse que no era alucinación y que verdaderamente la había escuchado, que no era una dulce mentira y que, de verdad, Víctor Nikiforov estaba diciendo que estaba enamorado de él. Quiso gritar de júbilo, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez por un motivo diferente, estaba tan feliz que no cabía en ello. Y, sin embargo, aún estaban en una circunstancia complicada, por eso Yuuri respiro profundamente para decir aquello que había anhelado responder hacía tanto.

—Yo también tengo sentimiento de amor por Víctor —dijo suavemente cerrándose sus ojos.

Solo vasto una respiración para que todo cambiara. El ruso siquiera asimilo las palabras emitidas por su secretario, al escucharla su cuerpo parecía haber reaccionado primero que su cuerpo, encontrándose besando a su subordinado a pesar de que este parecía querer decirle algo, pero Víctor estaba siendo testarudo y no le dejaría hablar antes de que el pudiera hacerlo.

— ¡Yuuri es un tonto, un tonto! ¡Mira que hacerme llorar justo el día que planeaba declararme ante la luz de la luna! ¡Tonto Yuuri! —reclamaba entre besos, un sonido de entendimiento fue emitido por el japonés que sopesaba los besos del ruso pasando sus manos por todo su pecho.

—No podía hacer nada, de verdad lo siento mucho —se disculpaba al tiempo que contenía la fiera hambrienta que tenía encima de él—. Víctor jamás había dejado de tocarme en estos tres meses y al no hacerlo durante este viaje, yo pensé…

Víctor se detuvo de golpe para mirar a un sonrojado Yuuri, su cara no daba crédito a lo que estaba escuchando.

—Entonces ¿Todo fue un error provocado al querer aguantarme hasta esta noche? —pregunto, y ciertamente, dada la expresión de arrepentimiento y vergüenza de Yuuri, había sido aquello.

Definitivamente, Víctor estaba seguro que Chris iría a burlarse de él toda la vida si llegaba a enterarse de eso. Era un malentendido provocado por sus propias inseguridades, pero ahora que estaban besándose y dejando sus ropas por toda la habitación hasta llegar al futom, todas esas preocupaciones habían desaparecido por completo hasta dejarlos a ellos dos solos, amándose.

—Lo siento por haber arruinado tus planes de hoy—se disculpó el japonés al momento de abrazarle dentro del futom.

—Está bien —respondió besando su cuello y apretando fuertemente sus nalgas, Yuuri jadeo en respuesta.

—Yo de verdad lo siento —volvió a decir, y el ruso supo que debía hacer algo al respecto.

—Yuuri —llamó, y alzó lentamente su rostro para plantarle un beso lento, cargado de deseo y con sus lenguas buscándose al menos por un minuto para después morder su labio inferior, una mirada de deseo fue dirigida directamente —Déjame demostrarte cuanto te amo, no te disculpes más.

Yuuri trago en secó y un gemido de placer fue emitido por su garganta cuando este mordió su cuello dejando una marca destacable entre este y su hombro izquierdo.

Al haber pasado toda una noche y parte de un día sin tocarle, Víctor no se controló mucho más y volvió a besarle, pero esta vez, comenzó a acariciar su cuerpo mientras le besaba, Yuuri también lo acariciaba mientras desabotonaba su camisa manga corta, jadeaban a través del beso, ambos estaban en su límite. Por un momento, el ruso se permitió separarse un poco y observar a su pareja, sentía como su pecho daba un vuelco. Yuuri estaba allí, frente a él, con su pecho enrojecido y marcado por sus besos, con un intenso sonrojo y una sonrisa que le causaba un cosquilleo de felicidad en su pecho y un fuerte calor en su entrepierna. Su mirada se tornó oscura por el deseo, y le dio una suave lamida desde el pezón derecho hasta su cuello donde deposito un beso.

—Eres tan hermoso y cruel a la vez —le dijo mientras volvía a abrazarle con fuerza—, de esta forma no poder controlarme por mucho más tiempo.

Pero para su sorpresa, el japonés unió sus labios con los suyos iniciando un suave beso mientras pasaba sus brazos alrededor de su cuello, al separarse una sonrisa traviesa se esbozó en el rostro de Yuuri.

—Hazlo, no te contengas —expreso.

Y un fuerte escalofrió subió por toda la espina dorsal del ruso, ya no podía aguantar. Su cuerpo se encendió por completo y mientras devoraba sus labios, terminaba de desvestirlo y Yuuri le quitaba a sí mismo el resto de su ropa. Solo habían sido casi 48 horas sin contacto físico, pero sus cuerpos parecían gritar estar unidos de nuevo, su tacto quemaba al igual que sus respiraciones, y el sentimiento que tenían en sus pechos, solo hacía que todo aquello fueran mil veces mejor.

no obstante, el sentimiento que afloraba en sus pechos, era uno de los mejores que podían haber sentido en años.

Finalmente, desnudos, Víctor hizo un camino de besos por todo su pecho, deteniéndose en su pezón derecho, mientras lo lamía y mordisqueaba, apretaba el otro con su mano izquierda, su mano derecha había bajado a atender la intimidad del japonés que a lenguas pedía atención tanto como la suya propia. Yuuri tampoco se quedaba fuera de la ecuación solo recibiendo placer, quería hacer sentir bien a Víctor por eso lo masturbaba al mismo tiempo que este lo tocaba y hacia que la habitación estuviera inundada de gemidos lascivos. Hubo un momento donde ambos sintieron que era suficiente y que necesitaban unirse,

—Yuuri —le llamó al ver la suavidad de su entrada, un intenso color cubrió el rostro del japonés, que no cabía en su vergüenza.

—Yo no sabía cuándo podía darse la oportunidad, por eso —no pudo seguir explicando porque el ruso lo volteo con rapidez y alzo su trasero hacia él con una desesperación sin precedentes.

Ingreso en él de una sola estocada y Yuuri apenas pudo contener el gemido que obtuvo de ello, el ruso empezó a moverse dentro de él mientras besaba su espalda, el secretario mantenía sus manos apretadas contra la espalda mientras la sensación placentera de ser invadido una y otra vez le llenaban por completo, causando desesperación. Pero no era suficiente, algo más le faltaba. Tomo a Víctor en una de sus mejillas mientras susurraba en oído.

—Besarte… déjame besarte —le pidió inconforme, y haciendo caso a esa propuesta, el ruso salió de él para darle vuelta y volver a entrar de nuevo en él.

Yuuri no podía solo con esa sensación, y sin despegar su vista del rostro de Víctor, comenzaron a besarse mientras le decía que lo amaba mientras este le respondía lo mismo y controlaba no ser brusco, pero en un momento ya no pudo pensar en nada más, sus instintos se desenfrenaron, la habitación se llenó de gemidos interminables, mientras ambos gemían el nombre del contrario. No importaba si eran escuchados por alguien más dentro de aquel hostal, ellos solo querían amarse y solo podían pensar ellos, nada más. Sintiendo como el interior de Yuuri lo apretaba, aumento el ritmo sus caderas mientras masturbaba a Yuuri, se corrieron al mismo tiempo, sintiendo como una descarga le invadía todo el cuerpo y abrazándose fuertemente.

—Te amo —pronunció nuevamente rozando sus labios contra su mejilla, el brillo en la mirada de Yuuri se amplió mientras seguían abrazados, en medio de la bruma del sexo que se había transformado en amor, el joven secretario suspiro en jubilo.

—Yo también te amo, Víctor.

No sabían cuánto tiempo había pasado desde que habían caído en las redes del amor, pero al tener conocimiento de que eran plenamente correspondidos, sus corazones se sentían plenos y con una inmensa felicidad que les recorría el cuerpo entero.

Por fin, encontraban un final feliz que solo era indicios de un nuevo inició para ambos.

Bueno, este es un fic que comence a escribir en el año 2017 y que logre culminar el año pasado, fue muy divertido escribirlo, espero que lo hayan disfrutado tanto como yo ame crearlo.