Los celos de Ai

Hola a todos, después de muuuuucho, mucho tiempo, decidí volver a escribir, o al menos intentar hacerlo.

El fandom que me llevó a tomar esta decisión es el de Jigoku Shoujo, que estoy volviendo a ver (sobre todo la pareja AixRen owo). En su momento la dejé porque no me gustó Mitsuganae, pero al enterarme de que salió Yoi no togi (¿un poco tarde, no?) decidí darle otra oportunidad (aún no puedo soportar Mitsuganae T-T).

En fin, tomen este fic como los desvaríos de una vieja, que sintió ganas de volver a escribir.

Disclaimer:Jigoku Shoujo no me pertenece, ni ninguno de sus personajes, por más que quisiera.


Otro día más, otro trabajo más para el equipo de Jigoku Shoujo. Ésta vez se encontraban en una pequeña ciudad, investigando el caso de un joven que era acosado constantemente por una persona anónima.

Los incidentes habían comenzado como pequeñeces, nimiedades: cartas en su casillero, mensajes a su teléfono por la madrugada; y poco a poco habían aumentado su importancia: las paredes de su casa pintada con aerosoles, fotos que le llegaban a su celular donde se lo veía realizando sus actividades diarias, la constante sensación de que era observado.

El mensaje de su acosador no era claro, pero parecía enfadarse si el joven se relacionaba con sus amigos, logrando al final que éste se aislara, sin poder contarle a nadie lo que le sucedía.

El muchacho se llamaba Tohru Kyousuke y había accedido al Correo Infernal en su desesperación, aunque al no saber el nombre de la persona que lo estaba molestando, no pudo completar la solicitud.

Aún así, Jigoku Shoujo había decidido investigar el caso, por lo cual, se encontraba esa misma tarde en el salón de clases del muchacho, como una alumna más.

El salón era como todos los demás de las escuelas secundarias, pero ésta vez parecía que el revuelo era mayor. Ai observó sus alrededores. Parecía que la causa de los rápidos susurros y risas de las muchachas era su nuevo profesor. Ichimoku Ren. Ishimoto-sensei, como se presentó a los demás.

- Bueno, ¿alguien podría decirme cuál es el resultado de ésta operación? - dijo Ren mirando a sus alumnos. Su sonrisa hizo que los susurros aumentaran un nivel: ("¡Has visto cómo me sonrió!", "¡qué belloooo!").

Ai frunció el ceño imperceptiblemente. A veces su ayudante se tomaba el trabajo demasiado en serio. Sobre todo cuando tenía que ver con mujeres. La chica miró disimuladamente a su alrededor. Todas las miradas estaban posadas en Ishimoto-sensei. Todas excepto una: una joven con dos trenzas y ojos color miel, miraba a Kyousuke fijamente. Sonreía levemente, y parecía ajena a la conmoción del salón.

- La respuesta es la tangente de 45°, o sea, aproximadamente 1, 62 - respondió una joven sentada en la primera fila, mejillas ruborizadas.

- Muy bien, la respuesta es correcta, Fujioka-san - contestó Ren mientras se ajustaba los lentes y sonreía. Los murmullos aumentaron aún más - Ahora veremos otras aplicaciones de las funciones trigonométricas...

Ai emitió un pequeño suspiro. Normalmente Ren causaba ese tipo de alteración, sobre todo cuando el público era femenino. No podía evitarlo, ¿no? Y es que esos lentes y esa camisa, ciertamente, le quedaban muy bien…

- Pssst, ¡Kyousuke! - susurró el joven sentado al lado de Ai - el viernes iremos al cine a ver la nueva película de Batman, ¿quieres venir? Últimamente estás muy alejado...

Kyousuke iba a responder también en un susurro, cuando su teléfono vibró. Vio el mensaje en la pantalla, que se encontraba en el hueco de su escritorio: "NO VAYAS", y ojeó a la clase con una mirada rápida. Todos los ojos estaban sobre Ishimoto-sensei, excepto los de su interlocutor y los de Ai. El joven miró a Ai asustado, y respondió a su compañero: - el viernes debo ir… a ayudar a mi abuela con algunas cosas - bajó la mirada hacia su escritorio, y se quedó pensativo.

- Mmm, está bien - dijo el joven. Claramente sabía que era una excusa, pero lo dejó pasar.

- Y así es como podemos calcular la trayectoria del movimiento de una partícula ideal ¿Alguna pregunta?.

- ¡Ishimoto-sensei…!

- ¡Sensei, tengo una pregunta…!

- Sensei, ¿es usted soltero..?

Las preguntas de verdad y las de mentira, las risillas tontas y los murmullos empezaron a mezclarse. Parecía que todos estaban ajenos a Kyousuke, que con expresión consternada seguía mirando fijamente su escritorio.

Mientras Ren fingía pena al escuchar las preguntas descaradas, e intentaba contestar las serias, miró de soslayo a su Ojou. Estaba sentada, impasible como siempre, con su seifuku muy prolijo y su cabello negro y largo, suelto. Parecía desprender un aura que hacía que nadie se fijara en ella lo suficiente, como si no estuviera allí. ¿Qué estarían pensando esos jóvenes, que no le prestaban atención? Claramente, era quien más destacaba en ese salón de clases; no, en toda la escuela. Observándola, Ren descubrió que algo no andaba bien. Probablemente pasara desapercibido para los demás, pero Ren la conocía lo suficiente. Su ceño estaba levemente fruncido, y se mordía el labio inferior. ¿Habría descubierto algo sobre el caso?

Ai también sabía que algo no iba bien. Sentía algo en su pecho, un enojo irracional. "¿Hacia quién?" Claramente, hacia sus compañeros de clase. "¿Por qué?" "¿Acaso no ven que son muy ruidosos? No dejan que Ren dé su clase en paz…". No; no era sólo eso. Las miradas, las sonrisas, las risitas y los susurros de las chicas que miraban a Ren ¿por qué le molestaban tanto? Ella, como Jigoku Shoujo, sabía que no debía dejar las emociones salir. Además, ya había vivido situaciones similares otras veces. Demasiadas veces. Miró a Ren, que con una mano detrás de la cabeza, respondía amablemente las preguntas que le hacían, mientras chicas y algunos chicos, lo miraban embobados. Sintió ganas de irse de allí. Pensando en la irracionalidad de todo aquello, no reparó en que la chica de trenzas y ojos color miel, había cambiado de foco, ahora miraba atentamente a Ishimoto-sensei, con la boca apenas entreabierta.

- ¿Alguien más tiene una duda? De la clase, por favor.

Una silenciosa y solitaria mano se levantó en medio del bullicio del salón. La sorpresa de Ren fue evidente, pero la ocultó enseguida ¿Qué querría decirle su Ojou? - Sí, ¿Oj… Enma-san?

Ella tampoco sabía por qué había levantado la mano. Pero sentía la atención de toda la clase sobre ella. Había intercambios de miradas y susurros, muy distintos a los anteriores. Ahora que había hecho notar su presencia, sus compañeros se preguntaban: "¿Enma-san, cuánto hace que viene a esta clase?" "¿No estuvo aquí todo el año?" "Entonces, ¿por qué no la recuerdo?" "¿Había alguien con los ojos de ese color en esta clase? ¡Qué intimidantes!".

Se había roto el "hechizo" que la hacía pasar desapercibida, las miradas la aguijoneaban y podía sentir el descontento de sus compañeros al sentir que a pesar de saber que era una alumna más de la clase, había algo que no encajaba del todo.

- ¿Enma-san? - Ren la miraba preocupado.

- Sensei, ¿puede explicarme otra vez el triángulo de Pitágoras? Creo que no lo comprendí del todo bien...

"¿Triángulo de Pitágoras? ¿Era acaso algún mensaje en clave?" La confusión de Ren era evidente. Como para salvarlo, sonó la campana indicando el fin de las clases de esa tarde.

- Puedes quedarte después de clase y te lo explico… - empezó a decir Ren, pero se detuvo al ver que algunas chicas dejaban de guardar sus cosas y lo miraban vehementemente, prontas a sumarse a la explicación - O mejor la próxima clase.

- Está bien - dijo tan suavemente Ai, que sólo Ren escuchó.

El primero en salir del salón fue Kyousuke, con la cabeza gacha y apresurado. Quería evitar que su acosador lo siguiera, aunque sabía que normalmente esa estrategia no funcionaba. Al final del día recibiría las fotos tomadas de incógnito, más unos cuantos mensajes diciéndole que él sólo pertenecía a esa persona, que no tenía derecho de mirar a alguien más. Que no debía tener amigos. Golpearían con pequeñas piedras su ventana a la madrugada, y probablemente se encontrara con alguna sorpresa al abrir su casillero a la mañana siguiente. La misma rutina, de varios meses. Nadie iba a hacerle caso, porque era un chico. Si una chica te acosaba, es porque le interesabas, ¿verdad? Había intentado contarlo al principio, pero todos se reían de él, argumentando que debían ser las tonteras de una enamorada. Él sabía ahora que no eran tonteras y eso no era amor. Necesitaba solucionarlo de alguna forma, aunque fuera por el Correo Infernal… si sólo supiera su nombre…

Cuando Ren estaba retirándose del salón, le dedicó una última mirada. Había sólo dos personas aún guardando sus útiles. Su Ojou, y una joven que llevaba el pelo recogido en dos trenzas. Si no se equivocaba, se apelliadaba Sekime. La joven le devolvió la mirada. Había algo en esos ojos color miel que le produjo un escalofrío.