Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.
**Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer
La Historia le pertenece a M. K. Eidem de la Serie Tornians
Son las fiestas navideñas en Lua o al menos la versión Voltrian de ellas. Cuando Bella se enteró sobre el Festival de la Diosa estaba inicialmente emocionada, eso fue antes de que ella supiera cómo los Voltrians lo celebran.
La mezcla de familias y tradiciones nunca era fácil, pero Bella y las chicas estaban decididas a traer su versión de la Navidad a Luada y a las personas que habían llegado a amar.
Era la noche anterior al Festival y en toda la Casa no había una criatura moviéndose...
Bella permaneció en silencio en la puerta de la cámara de descanso de las chicas, su cabeza apoyada contra su marco mientras escuchaba la profunda y severa voz de Edward.
Siempre era tan suave y gentil cuando les contaba a las chicas su cuento para dormir sobre el Gran Raptor; se había convertido en su ritual nocturno. Las chicas esperarían con impaciencia su regreso para la tercera comida. Cuando finalmente lo hacía, corrían hacia él, bañándolo con abrazos y besos.
Durante la comida, charlaban como pequeñas urracas, contándole sobre cada momento de su día, lo que habían hecho, adónde habían ido, con quién habían hablado. Edward escuchaba cada palabra, nunca, ni un sola vez, impacientándose con ellas.
Una vez que terminaran de comer, las chicas se apresuraban a su habitación a prepararse para la cama. Con risas y risitas, saltaban en sus camas y llamaban.
– Que Edward venga a contarnos una historia.
No tenia espacio lo que sucediera dentro de Luada, sin importar los problemas, las tensiones o las demandas, Edward siempre hacia tiempo para sus hijas y florecían bajo su atención.
Bella se pasó una mano por el estómago mientras escuchaba.
Ella estaba solo de tres meses y ya se estaba hinchando con el hijo de Edward. No había lucido así con las chicas hasta que estuvo al menos de cinco meses y mientras ella estaba sorprendida, Edward estaba asombrado. Con la excepción de Victoria, Edward nunca había visto a una mujer hinchada con descendencia.
Las hembras de Voltrian se escondían cuando concebían, entrando en aislamiento en lugar de permitir a sus machos presenciar el desarrollo de su descendencia. Eran unas tontas, Edward la amaba mas al ver cómo iba cambiando su forma. Siempre la estaba tocando y acariciando, especialmente sus pechos, que ya tenían duplicado su tamaño, eran tan sensibles que todo lo que Edward tenía que hacer era mirarlos y se ponían duros como guijarros, rogando por su atención.
Los últimos dos meses habían estado ocupados para todos.
La llegada de diez hembras había creado un alboroto a diferencia de todo lo visto antes en Luada. Edward se había puesto en contacto con Amun cuando aún estaban en Volterra ordenando que el ala más cercana a la Real fuera limpiada y amueblada. Amun había seguido las órdenes de su Rey y lo llevó un paso más allá; asegurándose de que también se haga como su Reina demandaba
Al Comandante Harry se le ordenó aumentar toda la seguridad planetaria, todas las naves debían ser completamente investigadas y cualquier macho que no fuera de Lua debía ser registrado antes de que se les permitiera atracar en la superficie.
Mientras a Charles se le ordenó doblar a los guardias en las paredes y bloquear Luada, nadie debía ser permitido dentro sin permiso de Edward o Bella.
Bella había contactado a Mary, diciéndole que la necesitarían en Luada inmediatamente después de su llegada. Bella quería que Mary conociera a cada mujer, la midiera y creara un guardarropa para cada una. Aunque las cubiertas que se habían hecho para los Voltrian, eran todas iguales, Bella quería que pudieran expresar su propio estilo personal. Les habían quitado tanto que ella quería que lo hicieran, ser capaces de controlar su entorno.
Había pasado mucho tiempo con cada una de ellas individualmente en el vuelo a casa, conociéndolas mejor.
Ella había escuchado sus sueños y sus miedos y el miedo expresado con mayor frecuencia era que una vez que llegaran a Lua, serían asediadas por hombres, todos presionándolas para unirse. Bella rápidamente disipó ese miedo, prometiéndoles que no se permitiría que sucediera, no a menos que fuera su elección.
Edward no había tomado bien la promesa de Bella. Ya había recibido cientos de peticiones de los hombres que querían presentarse a las hembras; algunos ya en camino a Lua, esperando llegar primero para una elección. Por eso había aumentado la seguridad planetaria.
También había recibido muchas peticiones de guerreros y mannos, todos queriendo servir a Edward o tener sus machos jóvenes entrenados por él. Todos querían el honor de servir a un guerrero tan superior. El más digno de las casas. Sabía que todos tendrían que ser examinados cuidadosamente para detener los rumores ya difundiéndose de que los guerreros de Luada tendrían acceso preferencial a las hembras. Eso estaba causando problemas con los otros señores.
Habían discutido la situación hasta altas horas de la noche. Bella entendió que causaría un gran problema a Edward pero ella se negó a dar marcha atrás. Las mujeres necesitaban sentirse seguras por una vez. Habían discutido al respecto, y finalmente se les ocurrió una solución que, aunque no era perfecta, creían que era justa para todos los interesados.
Se anunció en todo el Imperio, que a ningún hombre se le permitiría presentarse ante las hembras por espacio de dos meses, permitiendo a las mujeres el tiempo que necesitaban para adaptarse. Todos los machos interesados en unirse a una tendrían que enviar primero una solicitud por escrito.
En esta solicitud, debía incluir un visual, un resumen de la posición del hombre en su casa, donde vivirían y, lo que es más importante, por qué quería una hembra. Las mujeres luego revisarían las solicitudes y decidirían qué hombres serían invitados a Luada para reunirse con ellas.
También quedó perfectamente claro que de ser elegido para venir a Luada no le garantizaba al hombre una hembra. Solo le daba una oportunidad.
ooooo
La atención de Bella se dirigió al presente cuando la voz de Edward se fue apagando. Mirándolo a él, vio que las chicas estaban profundamente dormidas y su duro y brusco guerrero estaba metiéndolas cuidadosamente en sus cobijas antes de inclinarse para depositar un suave beso en la frente de cada una.
Las noches eran cada vez más frías en Lua y Edward temía que las bajas temperaturas las molestaran. No importaba cuántas veces ella le asegurara que estaban bien, que las temperaturas también fluctuaban en la Tierra, él todavía se preocupaba y revisaba todas las noches.
Sus ojos lo siguieron mientras él se movía silenciosamente por la habitación, asegurándose de que las ventanas estuvieran aseguradas y las cortinas bien cerradas. Por último, comprobó su fuego, viendo que estaba avivado.
Luego agregó otro tocon, asegurándose de que la habitación se mantendría caliente hasta la mañana.
Cuando finalmente se volvió para irse, la vio y se quedó inmóvil.
ooooo
Los ojos de Edward se encendieron al ver a su Bella apoyada contra el marco de la puerta. Su largo cabello castaño enmarcando su hermoso rostro mientras sus ojos chocolate lo miraban con tanto amor que él no podía moverse.
La túnica que usaba era una nueva que Mary había creado para realzar su floreciente figura. Una que mostraba el resultado de ella llevando a su descendencia, su hija, era muy hermoso para él. Agradeció a la Diosa diariamente por entregársela a él.
Hubo momentos en que se despertaba bruscamente en medio de la noche, su corazón acelerado mientras revivía el día que Felix había atacado. El miedo desgarrador regresó porque su Bella estaba siendo perseguida por guerreros deshonrosos, el horror del abuso que había sufrido en manos de Felix fue por siempre quemado en su mente.
Si Paul no hubiera acudido en su ayuda, protegiendo a su Bella hasta que pudiera llegar, la habría perdido. Perdido a ambas..
Cada vez que se despertaba recordando ese terrible día, miraba a su Bella, anidada a salvo en sus brazos, su descendencia presionada contra él y agradecía a la Diosa de nuevo, porque su vida no tendría sentido sin ella.
Él le había fallado ese día y, sin embargo, allí estaba ella, confiando en él no solo con su vida sino también con la de sus
hijas, sus hijas. Sus ojos continuaron recorriendo su cuerpo, pensando en todo las formas en que quería adorarlo esta noche y fruncía el ceño. Los dedos de los pies descalzos se movieron hacia él mientras se asomaban por debajo de su bata. Ella no estaba usando las zapatillas que él había insistido que Mary le hiciera.
OOOO
– ¿Cuántos esta noche? –, Preguntó Bella bromeando mientras Edward avanzaba hacia ella.
– ¿Estas lo suficientemente cálida?– Él exigió saber ignorando su pregunta.
Bella tuvo que evitar rodar los ojos. Las chicas no eran las únicas de las que Edward estaba preocupado, especialmente ahora que ella llevaba a su hija. Siempre la vigilaba, asegurándose de que ella descansara, asegurándose de que no se excediera.
La primera vez que ella había salido corriendo de sus brazos con náuseas matinales, Edward estaba aterrorizado.
El había urgido a los Guardias, ordenándoles que encontraran a Billy y Rose mientras él se arrodillaba a su lado, suplicándole a ella que estuviera bien. Cuando se recuperó lo suficiente como para decirle que estaría bien, toda la familia había estallado en un escándalo. Billy y Rose habían corrido, las chicas lloraban y cada Guardia se había ido al máximo estado de alerta.
Rose había tratado de convencer a Edward de que esto era normal, que Bella estaría bien. Se negó a créerla hasta que los resultados de la unidad portátil de Billy dieron normales.
Sus brazos temblaron cuando Edward levantó cuidadosamente a Bella del piso de la sala de limpieza y se acomodó con ella de nuevo en su cama. Todavía le había llevado varias horas calmarse por completo, creer de verdad que ella estaría bien. Le había llevado casi una semana al resto de la familia.
OOOOO
– Estoy bien –. Ella lo tranquilizó extendiendo una mano.
–Ahora responde la pregunta –.Bella siempre se asombraba de cómo su guerrero fuerte se ponía tan nervioso cuando se burlaba de él.
Edward tomó su mano y la atrajo hacia sí, compartiendo el calor de su cuerpo con ella mientras él cerraba silenciosamente la puerta de las niñas. – Se quedaron dormidas durante la tercera historia–, le dijo bruscamente, sus mejillas se oscurecieron. El guerrero más temido en el Imperio Voltrian, el más severo, el hombre ante el cual todos los demás se habían encogido antes, estaba indefenso cuando se trataba de sus hijas.
Sacudiendo la cabeza, Bella rió suavemente mientras envolvía sus brazos alrededor de su cintura hundiéndose en su calor. Él era un hombre tan digno de ella, su Edward.
Ella agradecía a Mike y a la Diosa todos los días por haberlo traído a su vida.
Apoyando la barbilla en su pecho, ella lo miró. –Te amo Edward. Mirando a su Bella, Edward vio que el amor brillaba en sus ojos.
– Y yo a ti, mi Bella –. Inclinándose, él capturó sus labios en un profundo beso. – Ven mi Bella –.murmuró contra sus labios.
– Vamos a descansar.
OOOOO
Bella dejó que Edward la llevara a su habitación, pero en lugar de volverse hacia su cama, caminó hacia el sofá que había sido colocado frente al fuego rugiente para que pudiera ver el árbol resplandeciente frente a la ventanas, quitándose la bata se sentó.
– ¿Bella?
– Ven, Edward, siéntate –. Ella palmeó el lugar junto a ella mientras alcanzaba la copa de vino que le había servido con anterioridad. Edward se movió lentamente y se sentó a su lado, pero en lugar de llegar a la copa, él alcanzó sus pies colocándolos en su regazo.
– Necesitas cuidarte mejor, mi Bella –, le dijo.
– Estoy bien, Edward. – Ella lo tranquilizó.
–Tienes zapatillas –, le recordó, frunciendo el ceño ante la frialdad de sus pies.
– Sí –. Ella le dio una sonrisa pícara. –Pero me gusta la forma en que los mantienes calientes.
Edward se limitó a gruñirle mientras le frotaba los pies hasta que estuvieron rosados y cálidos. A veces su Bella no tenía sentido para él, al igual que su árbol. Sus ojos se movieron a lo que ella llamó un árbol de ''Navidad''. En frente de las ventanas.
¿Por qué querría eso? Pensó para sí mismo. Bella habíainsistido en que lo tuvieran. Un árbol y no les había dejado simplemente cortarlo, oh no, eso hubiera sido demasiado fácil para su Bella. Ella hizo que Reed, el guerrero a cargo de los jardines, lo desenterrara, envolviera sus raíces y lo colocara en una olla para que pueda ser regado antes de replantarlo.
Había requerido cinco guerreros ponerlo exactamente donde ella lo quería. Entonces, una vez en su lugar, ella había informado a los guerreros que en varias semanas tendrían que quitarlo para que pudiera ser replantado.
Bella se había reído con diversión cuando los guerreros habían gemido, pero cuando las chicas lo habían visto, sus chillidos de felicidad los había hecho sonreír.
Durante las siguientes semanas, las niñas hicieron lo que llamaron decoraciones para el árbol, asegurándose que cada rama tenía una. Había rastros de sus manos con su nombre y una fecha en ellos, cadenas hechas de papel que estaban envueltas alrededor del árbol, mientras que estrellas hechas de ramitas y cuerdas colgaban de sus extremidades. Bella había colocado cuidadosamente cristales de energía de Ponto en diferentes ramas para que el árbol brillara suavemente por la noche. Era... agradable, pero Edward todavía no entendía por qué lo querían.
Bella observó en silencio que los ojos de Edward viajaban sobre el árbol y supo que aún lo confundía. Empujándolo suavemente con la copa, sus ojos se volvieron hacia ella y la tomó.
– Desearía poder explicártelo mejor.
– No importa Bella, si te hace feliz a ti y a las chicas puedes tener cien árboles en Luada.
– Estás equivocado Edward –, corrigió ella rápidamente.
–Si importa. Me doy cuenta de que los Voltrianos no tienen lo que llamamos "Navidad", en cambio, tienen el Festival de la Diosa.
– Es un día importante para los guerreros, mi Bella.
– Porque los guerreros esperan que sus esfuerzos atraigan la atención de la Diosa
– Sí
– Ganándoles la bendición de una mujer en el próximo año.
– Sí.
– Pero es una competencia sombría –, subrayó. –Compiten uno contra el otro, en combate armado, por un premio.
– Por supuesto –. Él le dirigió una mirada confundida. –Dijiste que tienen competencias en la Tierra.
– Lo hacemos, pero... – Bella frunció el ceño en busca de las palabras correctas. –La Navidad no se trata de competir, sobre golpear a alguien o ser mejor que ellos. Se trata de que tu familia y amigos sepan que te importan, que te preocupas por ellos. Es un momento para recordar aquellos que son importantes en tu vida, incluso si ya no están contigo.
Tomando la mano de Edward, la sostuvo contra su niño en crecimiento. – Mientras estás agradecido por las bendiciones que tienes.
– Estoy agradecido mi Bella –. Sus dedos se extendieron protectoramente sobre su vientre, su calor se hundió a través de el fino material de su vestido. –Agradezco a la Diosa todos los días por haberte traído a mi vida.
– Yo también Edward. Todos los días. Pero quiero compartir esa bendición. Quiero que tus machos sepan que no es necesario ganar una competencia para ser bendecido, solo con ser quienes son es suficiente.
– ¿Y el árbol es parte de eso? – Edward le dirigió una mirada confundida.
Bella sonrió suavemente ante su confusión. – No. Es sólo un símbolo. Un símbolo para indicar que las fiestas de Navidad han comenzando.
– Es por eso que las chicas estaban tan emocionadas cuando lo vieron.
– Sí, siempre empiezas las festividades decorando el árbol.
Edward miró en silencio al árbol mientras sorbía el vino que Bella le había dado. Los Voltrianos no tenían nada de lo que Bella estaba hablando. Tenías que ser digno de ser bendecido. Estar en forma. Era la única manera de atraer la atención de La Diosa, porque ella solo bendecía al más apto.
Frunciendo el ceño, de repente se dio cuenta de que eso no era cierto. La Diosa lo había bendecido, con su Bella, cuando otros lo habían visto como impropio e indigno, ella no. Su Bella había sabido que estaban equivocados y La Diosa había aceptado.
Mañana era el festival de La Diosa; Edward se dio cuenta, repentinamente, de que por eso Bella había elegido ahora para tener su ''Navidad''. Ella estaba combinando una importante tradición de la Tierra con una de Voltrian, combinando sus mundos como Alice había hecho en su ceremonia de unión con Jasper.
ooooo
Bella esperó en silencio mientras Edward reflexionaba sobre todo lo que había dicho. Habían pasado por tanto juntos, en tan poco tiempo, que era realmente increíble que no hubieran tenido más problemas. Incluso en la Tierra, la fusión de las familias podía ser difícil, especialmente cuando sus tradiciones eran tan vastas, tan diferentes.
Cuando escuchó por primera vez sobre el Festival, estaba tan emocionada. En la Tierra, siempre había festivales de invierno en su ciudad. Ella y Mike habían ido todos los años, incluso cuando él estaba muy enfermo, iban juntos como una familia. Ella empujaría su silla de ruedas a través de los puestos y compraban golosinas y regalos especiales.
Sin embargo, cuando Edward explicó que el Festival era un combate armado, que no era raro que los guerreros se hirieran, a veces severamente, ella se había horrorizado.
No había manera de que ella pudiera permitir que las chicas fueran testigos de eso. Que vieran a los machos que habían llegado a conocer y les encantaban, atacarse el uno al otro.
Les aterrorizaría.
OOOOO
– ¿Pusiste tu bendición en el árbol para que todos lo vean?–Edward preguntó interrumpiendo sus recuerdos.
– Algo como eso. Lo que ponemos en el árbol nos recuerda los tiempos pasados, de dónde venimos, de los que nos ayudaron a convertirnos en quienes somos hoy.
– Bellalo miró pero sus ojos estaban llenos de recuerdos.
– Cuando tenía la edad de Annie, hubo una tormenta de nieve– , sonrió suavemente ante su mirada confundida. –Un montón de esos copos blancos que cayeron la semana pasada –. Edward asintió, entendiendo.
– De todos modos mi papá tuvo que quedarse en casa para trabajar. Él y yo nos sentamos juntos en la mesa de la cocina, bebiendo chocolate caliente y hacer una cadena de papel como esa – Señaló a su árbol. – Decoró nuestro árbol cada año hasta que finalmente se desmoronó.
Edward miró de ella al árbol y de repente vio la cadena de manera
diferente. Los eslabones de la cadena eran de colores diferentes; eran de diferentes tamaños y diferentes formas porque diferentes personas los habían hecho. Recordó la noche en que las chicas insistieron en que las ayudara a hacerla,
abandonando la hora de dormir y su historia.
Había querido rechazarlas porque ese día había habido problemas con uno de sus guerreros y él necesitaba cuidarlo pero no podía rechazarlas. Habían pasado las siguientes dos horas haciendo esa cadena.
Las chicas se rieron cuando logró poner más pegamento en los dedos que en el papel, pero sus pequeños dedos inmediatamente ayudaron a sus mucho más grandes dedos a hacer esos enlaces, lo ayudaron, pasando los suyos por los de él hasta que todos fueran uno.
De repente comprendió lo que Bella había estado tratando de explicarle. La cadena era más que el papel y el pegamento del que estaba hecho, se trataba de los vínculos que estaban forjando juntos, las vidas que estaban construyendo... juntos.
Cuando volvió a mirar a su Bella, la encontró tendiéndole un paquete envuelto.
–Esto es para ti – Ella le dijo suavemente.
–Bella... – Edward la miró sorprendido.
– Por favor, Edward.– Ella susurró, extendiéndolo hacia él.
Edward miró a su Bella confundido, nunca antes había recibido un "regalo". Un guerrero tenía que ganar todo lo que recibía; nunca se daba nada, no a un hombre. Lentamente dejó su vaso a un lado y lo tomó.
– Ábrelo Edward–. Ella lo alentó suavemente.
Cuidadosamente Edward sacó la envoltura. No recordaba a su Bella envolviendo esto. Ella había mostrado todos los regalos que ella había adquirido para las chicas antes de envolverlos. Asegurándose de que lo entendiera. Sería de parte de ambos, asegurándose de que los aprobara.
Ella había hecho lo mismo con las hembras de la Tierra y todos los varones en la Casa Luada. Todos ellos recibirían regalos mañana en el festival de la Diosa.
Sin embargo, no se había dado cuenta de que ella tenía uno para él. Ella era su regalo. ¿No lo sabía acaso?
OOOOO
Bella apenas podía respirar mientras Edward lentamente desenvolvía su regalo. Le sorprendió lo nerviosa que estaba.
¿Y si no le gustaba?, tal vez ella no debió habérselo dado. ¿Sería un insulto?
OOOOO
Los ojos de Edward se abrieron ante lo que se reveló. Era una caja. Una caja hecha de un tipo de madera que no había visto antes. Cuando la inclinó para verla mejor, algo en su interior se sacudió. Mirando a Bella, el se sorprendió, ella se veía...
nerviosa como si no estuviera segura de que le gustaría su regalo.
– ¿Bella?
– Era de mi padre – Ella susurró mirando de él a la caja.
– Cuando fuimos a buscar a las chicas, estaba envuelto en mi camisón –. Ella levantó la vista y vio que él recordaba.
– Ni siquiera sabía que lo tenía hasta que saqué el camisón esa noche en el Buscador– .Los dedos de Bella temblaron levemente cuando alcanzó la caja, pasándolos lentamente por la superficie sedosa.
– Era de su padre, de su manno –, corrigió usando la palabra Voltrian. – Y de su manno antes de él. Siempre se le daba al varón más viejo de la familia después de la muerte de un hombre. Mantenía solo un indicio de tristeza y arrepentimiento. Papá nunca tuvo un hijo, un hombre para dejársela.
– Te tenía mi Bella, era más que suficiente.
– Lo sé y él nunca me hizo sentir como si estuviera decepcionado, pero en la Tierra, tener un hijo, un hombre, llevar el nombre de un hombre... bueno, es importante. Como tener una mujer lo es para un Voltrian.
Edward no sabía qué decir. No sabía cómo aliviar el dolor que veía.
– Ábrelo Edward–. Lo alentó suavemente.
– ¿Qué? – Miró de ella a la caja.
– La parte superior se abre –. Ella le mostró dónde empujar.
Los ojos de Edward se abrieron cuando se reveló el contenido de la caja. – Es una caja de recuerdos–, le dijo Bella, inclinándose hacia adelante para mirar dentro.
– Cada macho pone algo adentro que le importa. Algo que es importante, para él, algo que él quiere para las generaciones futuras.
Con cuidado, metió la mano en la caja y sacó una ronda, blanquecina, algo plana, como un disco.
– Esto es un dólar de arena–, le dijo ella. – Puedes encontrarlos en las playas de la Tierra –. Con cuidado ella colocó el pequeño disco en la mano grande de Edward.
– Mi bisabuelo encontró esto el día que conoció a mi bisabuela Y esto… – .Edward frunció el ceño ante la franja marrón de aspecto frágil.
– Esto solía ser una brizna de hierba. ¿Ves esa marca?– , Preguntó ella, señalando a un poco sangre discernible.
– Sí.
– Marca el tamaño del dedo de mi abuela. El abuelo la envolvió alrededor para saber qué tamaño de anillo debía comprar cuando él le pidió que fuera su esposa– . Con cuidado, colocó la frágil hoja dentro de la caja.
– Y esto – .Ella con reverencia sacó una cinta azul descolorida, enhebrándola alrededor de sus dedos. – Mi madre llevaba esto en el pelo el día que se casó con papá.
– ¿Y estos? – Edward colocó cuidadosamente el dólar de arena en la caja y sacó varios restos de un papel descolorido luego miró a Bella. Él se sorprendió por las lágrimas que corrían por sus mejillas. Los dedos temblaron mientras tocaba el papel con cuidado.
– ¿Bella? – Preguntó preocupado.
– Eso es todo lo que queda de la cadena que papá y yo hicimos– , susurró mirando el papel. – Yo no sabía que había guardado parte de eso, que lo mantuvo con la cinta de mamá.
Solo me mostró la caja una vez, cuando él me dijo lo que significaba cada elemento, entonces no estaban. Fue solo después de que él murió que la abrí de nuevo y las encontré.
Edward miró las frágiles piezas de su mano al árbol que sostenía la cadena que él y las niñas hicieron, y de repente todo tuvo sentido para él. Su Bella lo estaba vinculando a su pasado, a su familia, haciendo de el una parte de ella, un enlace. Con este regalo, ella le estaba dando un pedazo de su pasado, un pedazo de algo que le importaba mucho a ella. Ella le estaba dando a su familia.
– Bella... –.Edward no sabía qué decir.
– Papá hubiera querido que la tuvieras Edward –. Ella lo miró con los ojos llenos de convicción mientras acarició su mejilla.
– Le habrías gustado.
– ¿Crees que tu hombre no me hubiera aprobado? – .Edward preguntó con los ojos llenos de dudas, una duda que ella sabía provino de ser declarado indigno e incapaz por su propia gente.
– Oh, sí– . La voz de Bella no contenía ninguna duda. – Me amas y proteges Edward. Tu amas y proteges a las chicas. Nos haces felices. Eso es todo lo que le habría importado. Es todo lo que importa, cuando llegue el momento de las niñas.
– ¡Eso no ocurrirá por muchos, muchos años!– Edward frunció el ceño sombríamente ante la idea. Carly y Annie eran sus hijas y ningún hombre sería lo suficientemente bueno.
– Ya veremos –. Bella puso cuidadosamente la cinta de su madre en la caja. – Y un día, mostrarás esto a tu hijo, le contarás acerca de sus ancestros de la Tierra, junto con los Voltrian y ese día será suyo
OOOOO
Bella observó a Edward poner cuidadosamente su regalo en el compartimiento secreto del gabinete. Se lo había mostrado a ella para que pudiera sacar la Garra y el Corazón del Raptor cuando quisiera, de donde los guardaba.
La caja de su padre fue puesta en el lugar reservado para los tesoros de Lua, lo cual la conmovió profundamente. Cuando el no regreso a su lado, pero en cambio se quedó mirando el árbol, ella frunció el ceño.
– Edward, ¿qué pasa?
– No tengo ningún regalo para ti, mi Bella. –. Finalmente la miró, las lágrimas llenando sus ojos verdes. ¿Cómo pudo no darse cuenta de que ella tendría algo para él? Debería haber
tenido algo. – No lo hice , darme cuenta de...
–Por supuesto que no –. Cuando ella se movió para levantarse, Edward estaba inmediatamente allí, tirando de ella hacia sus brazos. – Edward, no importa. Las fiestas son sobre dar, no recibir y tú me das tanto cada día – Usando sus pulgares, ella secó las lágrimas de su guerrero.
– Yo no tengo un regalo para ti, mi Bellaa –. Edward negó, su voz profunda con una emoción apenas contenida. Ella le sonrió suavemente. – Yo soy tu Bella.
Cada vez que me llamas así, me das un regalo Edward. Soy toda tuya. No necesito nada más, solo a ti...
Edward vio la verdad brillando en sus ojos. Ella pensaba que él era un regalo. Cuando la verdad era que ella era el regalo.
– Te amo mi Bella –, le susurró suavemente besando sus labios.
–Te amo Edward –. Bella clavó sus dedos en la camisa de Edward cuando él se habría alejado. La respuesta de Edward fue inmediata. Levantándola contra él, capturó sus labios profundizando el beso.
Bella se hundió en el beso de Edward, sus brazos rodeando su cuello, su pulso comenzó a correr y su mundo a girar. Dios, ella lo amaba cuando él la besaba así, como si la absorbiera en su cuerpo. Repentinamente se dio cuenta de que realmente estaba girando porque Edward se había girado y caído en el sofá.
Edward colocó a Bella en su regazo, su mano se deslizó debajo de su vestido para acariciar la suave piel del muslo interior, su lengua se acopló con la de ella, tratando de expresar lo que sus palabras significaban para él. Ella le mostró que su mundo podía ser completamente diferente, que podría ser mejor, pero ella nunca lo intentó para cambiarlo, nunca exigió nada que no pudiera dar. Ella lo aceptó como era y debido a
eso, descubrió que podía darle todo, todo lo que era y más.
Moviendo su mano entre sus piernas, Edward la encontró ya húmeda de deseo, su baya hinchada con necesidad, exigiendo su atención. Frotándolo con el pulgar, sintió que ella se sacudía.
– ¡Edward! –, Bella gritó, arrancando su boca de la de él mientras la acariciaba. Ya, con sólo un beso y su tacto, estaba empapada y dolorida, su pecho hinchado, sus pezones apretados hasta el punto de que incluso la fina seda de su vestido era irritante. Esto era lo que Edward le hacía a ella, cada vez que se unian, pero desde que ella había concebido era como si su libido se hubiera disparado a toda velocidad. Esto no había pasado con las chicas y mientras que la había sorprendido, había satisfecho a Edward.
Ya sus caderas se movían contra su mano, exigiéndole más y él se la dio, conduciendo dos dedos profundamente dentro de su funda resbaladiza, mientras su pulgar acelera su ritmo contra su nudo.
–¡Dios Edward! ¡Sí! –. Los dedos de Bella se hundieron en los hombros de Edward mientras bombeaba contra su mano. Su mundo entero se redujo a solo a él y lo que le estaba haciendo. Sus dedos entrando y saliendo de su tembloroso canal, su pulgar frotando con la suficiente fuerza, en el lugar correcto para que estuviera tensa buscando ese placer, fuera de alcance, que solo él podía darle.
Los ojos de Edward nunca dejaron a su Bella viendo como él la complacía. Sus ojos, cargados de deseo, ardían en los suyos. Las uñas se clavaron más profundamente, revelando lo cerca que estaba ella. Ella siempre era tan receptiva, siempre dejándolo saber lo que su toque le hacia. Retorciendo los dedos, los enganchó ligeramente y frotó ese punto que él Sabía que la volvía loca. La respiración de Bella cesó cuando Edward acarició ese lugar secreto en lo más profundo de ella. Echando la cabeza hacia atrás, ella gritó mientras su orgasmo la desgarraba.
Edward continuó impulsando el orgasmo de Bella hacia arriba, sus dedos implacables enviándola a otro orgasmo. ¿Sabía lo que le hacia a un hombre saber que él podía hacer esto? Saber que él era el único hombre que podía?.
OOOOO
Los ojos de Bellaa se abrieron lentamente, enfocando la luz centelleante del árbol, su cerebro comenzó a funcionar de nuevo. Estaba tendida sobre el pecho de Edward en el sofá, con
la mejilla apoyada sobre el firme latido de su corazón.
Esto era lo que Edward le hacía. Él le cortocircuitó la mente y el cuerpo. Ella lo amaba.
Levantando la cabeza, encontró que su guerrero brusco y duro estaba dormido, pero incluso dormido, sus brazos estaban envueltos alrededor de ella, manteniéndola a salvo.
Pensó en cómo Edward creía que ella querría que él usara el Serai ahora que ella había concebido. Cómo había creído que sería demasiado incómodo para ella si él encontraba su placer dentro de ella. Había tomado una larga conversación y algunos orgasmos increíbles antes de que ella finalmente lo convenciera de que todavía podían encontrar su placer juntos.
Edward era de ella y nadie, criatura de arena o no, lo tocaría de esa manera. Él era su regalo de la Diosa. Su regalo... una pequeña sonrisa comenzó a formarse en las comisuras de su boca. Edward había estado molesto porque él no tenía ningún regalo para darle. Que ella no tenía nada que desenvolver. Bueno, él estaba equivocado.
OOOOO
Edward despertó con Bellapresionando besos calientes con la boca abierta en su pecho, un pecho que ahora estaba desnudo.
– ¿Bella? – Preguntó adormilado, apretando sus brazos mientras ella se movía.
– ¿Realmente quieres darme algo para desenvolver Edward? –, Preguntó con voz ronca y lo miró a través de gruesas pestañas.
–Lo deseo mi Bella pero no tengo nada–. Sus ojos se oscurecieron con pesar al recordar. –Oh, pero lo haces Edward y sé lo que quiero –. Sus manos se movieron para desabrocharle los pantalones.
– Bella? ¿Qué estás haciendo? –., Le preguntó abriendo los ojos. –Estoy desenvolviendo mi regalo Edward –, dijo juguetonamente.
– ¿Me vas a desenvolver? –. Él no trató de ocultar su sorpresa.
– Oh, sí –.Dijo besándole en su pecho, deslizándose fácilmente entre los muslos gruesos que se separaron para
hacer espacio para ella. Su mirada recorriendo la magnificencia que ella había revelado. El pecho de Edward era hermoso para ella, mas que cualquier pieza de escultura. Porque mientras ambos estaban llenos de músculos duros y abdominales cincelados, debajo de Edward, había un corazón cálido y palpitante.
– ¿Sabes lo hermoso que eres para mí Edward? – Ella susurró.
– Tu eres muy fuerte. Das mucho, pero no esperas nada para ti –.Cuando sus ojos se movieron sobre sus cicatrices, se detuvo entonces. Se inclinó y besó a cada una, tratando de aliviar ese dolor que hacía mucho tiempo que era más que profundo. Ella sabía que todavía le molestaba ... que su propia gente lo había declarado no apto e indigno.
Tomaría tiempo para aliviar el dolor causado por años de hembras voltrian rechazandolo. Por los comentarios hecho por aquellos como Felix y Aro. Nunca desaparecerían completamente, pero ella estaba decidida a hacer todo lo posible para facilitarlo.
– Nunca te rindes –, dijo ella besando la cicatriz más cruel.
– Nunca te rendiste cuando los tiempos eran difíciles ,cuando otros lo hubieran hecho. ¿Es de extrañar que la Diosa misma te considere su guerrero más digno?¿Severo? Pero incluso ella no puede tenerte –. Sus ojos Chocolate eran intensos cuando se encontraron con los de él. – Tú eres mío.
Mientras ella hablaba, las manos de Bella sedeslizaron por la cintura de Edward, empujando sus pantalones sobre las caderas delgadas antes de envolver una mano alrededor de su eje grueso, liberándolo. Oh sí, su Edwardera verdaderamente magnífico en todos lados. Las caderas de Edward se levantaron cuando Bella bajó los pantalones.
Se quedó sin aliento cuando ella envolvió un puño en su palpitante carne, su toque causando que se hinche aún más grande. Sus ojos se estrecharon cuando ella no se movió para montarse, pero en cambio se deslizó más abajo entre sus piernas, bajando su cara suavemente acariciando la mejilla contra su eje.
Cerrando los ojos, Bella frotó su mejilla a lo largo del eje caliente y satinado de Edward, inhalando su aroma único profundamente en su alma. Esto era Edward en su forma más básica, poderosa pero suave, picante pero reconfortante, todo con sólo un indicio de peligro. Ella necesitaba un gusto.
Retrocediendo un poco, sus ojos se abrieron para encontrar una cuenta brillante de semen que colgaba de la punta de su cabeza lengua lo alcanzó justo cuando comenzó a gotear por su abertura, siguiendo su camino ella se aseguró de que lo tenía todo. Su esfuerzo fue recompensado con más de su dulce esencia picante pulsando.
– ¡Bella! –Edward se sacudió mientras ella le lamía su miembro.
– ¿Qué estás haciendo? – Exigió, con los ojos pegados a su lengua. La conmoción en la voz de Edward hizo que Bella levantara sus ojos hacia él mientras su lengua seguía girando alrededor de su pene, asegurándose de que él no se perdiera nada. De repente se dio cuenta de que Edward nunca había tenido una mujer chupándolo antes. Nunca se le ocurrió que esto sería nuevo para él, que él no lo sabía.
Ella podría darle placer con su boca.
– Déjame Edward –. Suplicó, su aliento caliente fluyendo sobre
la cabeza de su pene, de la misma forma en que su deseo fluyó a través de su cuerpo.
– ¿Dejarte que? – Él se ahogó, su calor quemándolo.
– Amarte, de la forma en que me amas –. Sus ojos nunca dejaron los suyos cuando abrió la boca tanto como ella.
Podía y lo llevaría adentro.
– ¡Bella! – Gritó con voz ronca, sus caderas involuntariamente se clavaron en su boca caliente y húmeda. Bella aprovechó el movimiento llevándolo aún más profundo. Con cada pasada de su lengua. acarició la gruesa vena pulsante a lo largo de la parte inferior de su eje, y su cuerpo respondió a la primitiva llamada inundando su canal con necesidad, preparándola para él.
–¡Diosa, Bella!– Las rodillas de Edward la rodearon, sus dedos se hundieron en su cabello, mirando con incredulidad mientras su boca cabalgaba su miembro.
Nunca había visto nada tan erótico en su vida como los labios de Bella alrededor de su pene, sus mejillas se ahuecaron mientras lo chupaba.
– No detengas a Bella– . Suplicó sombríamente, su respiración entrecortada mientras sus caderas bombeaban más rápido y más profundo en el calor húmedo y caliente de su boca. Podía sentir sus bolas apretarse, sabía que estaba cerca pero antes de que pudiera alejar a Bella lo tomó todo, en lo profundo de su garganta y tragó. Era demasiado y con un grito su cuerpo explotó, su semilla corría por su garganta.
OOOOO
Bella tragó con avidez cada gota que Edward le dio, saboreándola, aunque sabía que significaba para ella, su placer tendría que esperar. Después de varios minutos, ella se recostó lentamente, permitiendo que su miembro ahora flácido se deslizara de su boca. Mirando hacia arriba, no pudo evitar sonreír. Los ojos de Edward estaban cerrados, su boca colgando abierta y su pecho estaba agitado. Ella había devastado totalmente al guerrero más temido en el Imperio. No podía esperar para hacerlo de nuevo.
OOOOO
Edward se recostó sobre su espalda tratando de recuperar el
control de su respiración. Diosa, nunca hubiera sabido que tal
cosa era posible, nunca había oído hablar de ella, ni siquiera de
los guerreros que frecuentaban las Ganglian, que eran casas de placer.
Cuando ella se había arrodillado entre sus piernas, había pensado que era para liberarlo para que ella pudiera montarlo a horcajadas. Esa se había convertido en una de sus posiciones favoritas para amar a su Bella porque le permitía adorar sus hermosos pechos mientras aún tiene acceso a su clítoris para que él pueda continuar impulsando su placer.
En cambio, ella lo había lamido, había probado su semilla... Edward se estremeció, recordando lo bueno que había sido cuando sintió que tenía su lengua en su pene, que su boca le chupara de la manera que lo hacía su canal, entonces ella había tomado todo de él y lo había tragado. Perdió el aliento que acababa de recuperar, su pene se endureció al recordar como su garganta se contrajo alrededor, recordó la sensación de sus músculos masajeando cuando tragaba.
Sintió el toque de las manos de Bella en su pecho, tenía los ojos abiertos.
OOOOO
Las manos de Bella se congelaron en el pecho de Edward cuando
sus ojos se abrieron y el hermoso verde suave que ella amaba era duro y ardiente.
– Edward...–. Antes de que ella pudiera decir otra palabra, Edward se levantó, envolvió sus brazos alrededor de ella, sus caderas la sujetaron al sofá mientras se aseguraba de que él no pusiera presión sobre su abdomen hinchado. Su eje no tuvo tales reparos y rebotó impacientemente contra la piel suave de su vientre, expuesta por su bata subida.
No dijo una palabra, solo miró a su Bella. Su rostro estaba enrojecido de deseo, sus labios hinchados de complacerlo, sus pechos sobresalían hacia él. Ella era hermosa. Nunca rompiendo su mirada, Edward bajó sus caderas entre sus piernas. Su eje duro, palpitante, encontrando sin ayuda su canal resbaladizo, y con un fuerte empujón, se enterró hasta la empuñadura.
– ¡Edward! – Bella gritó, arqueando la espalda para aceptar más de él. Deslizando los brazos detrás de ella, aplastó sus pechos contra el suyo mientras su boca capturaba la de ella. Él se probó a sí mismo en sus labios.
Él la probó. Él los probó. Nada tenía mejor sabor.
Edward sabía que no iba a durar mucho, su Bella se sentía demasiado bien estirada alrededor de su polla. Con cada
empuje, su canal se apretaba a su alrededor, masajeándolo como un guante de seda caliente. Ya el podía sentir su control deslizarse, sus bolas se estiraban, su cuerpo se tensaba a medida que su necesidad crecía, pero se negó a dejarse ir sin ella esta vez.
Alejando su boca de la de ella, él se inclinó un poco hacia atrás, capturando un pezón, provocándolo profundamente en su boca, mientras su lengua se arremolina alrededor de ella. Su respuesta fue inmediata, su canal oprimiéndolo aún más fuerte. Negándose a darle un respiro, Edward empujó más rápido.
El mundo de Bella estaba girando de nuevo, girando fuera de su control hasta que lo único que existía era Edward . La boca de Edward... El miembro de Edward... El toque de Edward... Sus talones engancharon la parte posterior de sus caderas delgadas, ella hundió sus dedos profundamente en su grueso cabello, aferrándose a la única cosa sólida que queda en su mundo.
– ¡Oh Dios! – Bella gritó cuando la boca de Edward se aferró a su pecho, el placer se disparó directamente a su coño, tan agudo que era casi doloroso. Su eje repleto frotaba cada nervio crudo mientras él implacablemente golpeaba en ella, sus empujes cada vez más cortos y más rápidos. Su cuerpo ya no era suyo. Era de Edward. Él la poseía. La controlaba y solo él podía darle el alivio que ella necesitaba.
– ¡Por favor, Edward! –, Le rogó sin aliento, sacando la boca de su pecho. –Por favor...
Los ojos de Edward ardían en los de Bella mientras él continuaba chocando contra ella, el sudor rodaba por su cara, lo que le costó mantener su control, pero su súplica lo rompió.
– ¡Vamos Bella! – Ordenó con dureza. – ¡Ahora!
Con un grito, el orgasmo de Bella lo golpeó, su coño convulsionando a su alrededor. Con un último duro empuje, Edward se incrustó profundamente dentro de ella y explotó.
OOOOO
Al escuchar las risitas mal silenciadas de sus hijas, Bella gimió y levantó las mantas sobre la cabeza. Era la mañana del Festival, muy temprano por la mañana y al parecer, las chicas seguían adelante con esa tradición navideña que todos los padres temían. Despertar antes del amanecer para espiar.
Bajando la sábana, las encontró de pie al borde de la cama, susurrando la una a la otra.
– Chicas, ¿qué están haciendo tan temprano?
– Es la mañana del festival, mami –. Carly le informó como si eso lo explicara todo.
– Se eso, bebé –. Bella sintió que Edward se movía detrás de ella.
– Hay regalos, mami –. Annie intervino emocionada.
– También lo sé, pero es muy temprano.
– ¿Por favor, mami? – Dijeron juntas, sus jóvenes ojos estaban
llenos de emoción mientras le suplicaban a ella , igualmente se volvieron hacia Edward.
– ¿Por favor, Edward?
– ¿Ya se han cepillado los dientes? – Edward les preguntó con voz ronca por el sueño.
– No –. Ambas se miraron a los pies.
– Vayan a cepillarse los dientes, pónganse las batas y las zapatillas y cuando vuelvan, pueden abrir los regalos.
– ¡Sí, Edward! – Respondieron de inmediato, con sonrisas llenando sus caras mientras salían corriendo.
– ¡Disminuyan la velocidad! – Ordenó bruscamente, pero ya se habían ido.
Bella se apoyó en un codo, sonriéndole pensando en lo bien que se había adaptado a ser padre. No fue hace tanto tiempo que el despertar para encontrar dos niñas pequeñas al lado de su cama lo tenía entrando en pánico.
Ahora ni siquiera se preocupaba.
– Olvidé decirte que se levantarían temprano.
– ¿Es otra tradición? – Preguntó, sus dedos recorriendo su costado, acariciando suavemente el oleaje de su pecho.
– Sí.
Su pecho se tensó de inmediato ante su ligero toque. – Se cepillarán los dientes en un tiempo record– Ella le recordó sin aliento.– Así que será mejor que nos vistamos antes de que regresen –. Edward trató de ocultar su sonrisa cuando sacó su mano, pero la mirada de asombro en el rostro de Bella lo hizo imposible.
– Oh, tú...– Bella escupió, su mano golpeó ligeramente su enorme pecho. – ¡Tu lo hiciste a propósito!
–¿Qué hice mi Bella?– Riéndose Edward se echó hacia atrás, deslizando las manos detrás de su cabeza.
–¿Sabes qué?–, Dijo levantándose para pararse junto a la cama. Con las manos en las caderas se volvió para enfrentarlo, despreocupada por su desnudez. La risa de Edward se apagó al instante y desvió sus ojos con avidez, viajando sobre su forma desnuda, su cuerpo al instante respondiendo a su belleza.
Belaa sonrió con suficiencia cuando la sábana se tendió sobre las caderas de Edward. Dándole la espalda, caminó lejos.
– ¡Bella! – Edward se levantó de la cama detrás de ella.
Mirando por encima del hombro, Bella soltó un gritito de sorpresa, luego se echó a reír y corrió hacia el cuarto de limpieza. Ella casi llegó, pero justo antes de alcanzar la puerta, Edward la alcanzó y balanceándola en sus brazos, pateó la puerta para cerrarla.
– Es hermosa, mami –. Carly levantó con cuidado el recogedor de sol verde que Nahuel había hecho. Los primeros rayos luz de la mañana lo hacían brillar.
– Asegúrate de decirle gracias a Nahuel cuando lo veas hoy–, dijo Bella acurrucándose en el costado de Edward en el sofá. Ella no sabía quién había disfrutado más los regalos, las chicas o Edward. Con cada chillido de placer, con cada abrazo de agradecimiento, la sonrisa de Edward había crecido. Bella pensó que nunca lo había visto así de feliz antes.
– Lo haré –. La voz de Carly la sacó de sus pensamientos.
– ¿Podemos colgarlo en mi ventana ahora?
– En poco tiempo, Amun está subiendo con la primera comida.
–Está bien –. Con cuidado, Carly volvió a poner el receptor de sol en su caja protectora y luego se giró para susurrarle a Annie.
– ¿Y? – Bella preguntó volviendo su atención a Edward, sabiendo que él entendería la pregunta.
– Es una cosa maravillosa mi Bella, tu Navidad. La alegría en los ojos de nuestras hijas... Es lo que hemos estado tratando de hacer, pero de alguna manera durante la lucha por sobrevivir, hemos olvidado lo que intentábamos salvar, la simple alegría de vivir, de ver nuestra descendencia segura y feliz– .. Bella estaba a punto de responder cuando sonó el comunicador de Edward.
–¿Qué pasa? –Edward exigió impaciente con la interrupción.
– Majestad, el guerrero Peter está solicitando permiso para transferirse a la superficie–. El Comandante Harry le informo.
– Tiene permiso comandante. Asegúrate de que sea acompañado directamente a Luada.
– Sí, majestad.
–¿Peter? – Bellaa miró a Edward interrogativamente. Peter no había estado en la lista de hombres invitados a conocer a las mujeres. Ni siquiera había presentado una solicitud.
– No es lo que piensas, mi Bella –. Edward la miró sabiendo a dónde habían ido sus pensamientos. – Peter es... No le interesa acercarse a una de las hembras.
– ¿Qué? – Ella se puso rígida. – ¿Por qué no?
Edward sonrió ante el percibido insulto de Bella hacia sus compañeras, pero se desvaneció al pensar en Peter. – Porque ya lo han encontrado falto.
– Pero Edward... – El corazón de Bellaa inmediatamente saltó a Peter. – Eso fue diferente.
–Su orgullo no le permitirá acercarse a una de ellas ahora, mi Bella.
El orgullo de un Voltrian, era algo que Bella había llegado a comprender, realmente no era tan diferente a la de los hombres de la Tierra, una vez lesionado era difícil de reparar.
– Entonces, ¿por qué viene? – Edward permaneció callado.
Bella se puso inquieta. –¿Edward?
– Él viene a hablar contigo mi Bella.
– ¿Conmigo? – Bella lo miró confundida.
– Sí –, Edward miró a las chicas y bajó la voz. –Se ha decidido que el Buscador regresa a la Tierra.
– ¡Edward! – Bella no puo evitar el shock en su voz o el dolor en sus ojos.
– No es lo que piensas, mi Bella–. Sus ojos suplicaron a los suyos por comprensión, cuando dijo.– Otra nave Ganglian ha sido encontrada en el Imperio Kaliszian. Este contenía Hembras de la Tierra, solo hembras.
Bella se recostó contra el sofá al pensar en más mujeres que sufrían como Victoria. Porque era los pandilleros que habían capturado a Victoria, violándola. Si no fuera por James, ella habría muerto. Si no fuera por Victoria, Los Voltrianos no habrían encontrado la Tierra, Edward no la habría encontrado.
– No es lo que piensas mi Bella– , dijo de nuevo, sabiendo lo que ella temía. – No han sido abusadas –. Vio el alivio que instantáneamente llenó sus ojos. – Los pandilleros han oído que las hembras de la tierra se están reproduciendo compatiblemente con los Voltrianos. Que hay quienes pagarán mucho por obtener una –. El alivio se desvaneció.
– Las están tomando para venderlas.
.
– Sí– , Edward asintió con rigidez. –Y están tomando a quien encuentren sin tener en cuenta si están protegidas o no. No podemos permitir esto.
– ¿Qué estás planeando? –. Mirando a su Bella, viendo su fé en él, sintió que era algo que apreciaba.
– Peter ha hablado tanto con Alice como con Victoria, buscando sus consejos sobre la mejor manera de ponerse en contacto con tu gente. Ahora busca el tuyo.
– ¿Va a hacer contacto? ¿Que las personas en la Tierra sepan lo que está pasando?
– Es la única forma de proteger a tus hembras mi Bella.
Bella solo miro a Edward , su mente corriendo. Que la gente de la Tierra supiera que realmente había vida allí afuera. Que no estaban solos en el Universo. Habría aquellos que darían la bienvenida al conocimiento y los que querrían destruirlos. ¿Como podría ella saber que eso ayudaría?
Sus ojos se dispararon a Edward cuando un pensamiento golpeó.
– ¿Qué mi Bella?–
– Puede que conozca a alguien...
ooooo
– No– El enojado susurro de Carly alejó la atención de Bella a Edward para ver su agarre más duro en el brazo de Annie– Yo digo que esperemos.
– ¡No! – Annie replicó, su pequeña barbilla sobresaliendo tercamente. – ¡No quiero!.
– Chicas, ¿qué está pasando?– Bella exigió.
No estaba segura de lo que estaba viendo en sus caras, pero se sorprendió cuando Annie soltó su brazo, se alejó de su hermana y se arrastró bajo el árbol. Annie rara vez desafiaba a Carly. Ella miró a Edward Interrogante, pero podía decir que él estaba tan confundido como ella.
El pequeño trasero de Annie se retiró de debajo del árbol y en sus manos había un paquete que Bella nunca había visto antes. Lentamente, Annie se acercó a Edward, con Carly detrás.
– Papá murió –. Sus palabras, pronunciadas con una voz tan inocente y sincera, que hicieron que el corazón de Bella se detuviera. – Era un buen papá –. Los pequeños ojos tristes miraron a Edward.
– Lo era, Annie –, dijo Edward con brusquedad. Nunca había conocido al hombre, pero Mike tuvo que haber sido un buen macho para que estas tres lo siguieran queriendo tanto.
– No queremos otro papá–, continuó diciendo. – Papi era papi. Tu no eres papi, tu eres Edward.
–Edward apretó la garganta con emoción, encontrando que no podía hablar ante el pensamiento de esta pequeña encontrándolo falto y asintió bruscamente.
– Ya no queremos llamarte Edward.
– Edward abrió los ojos con sorpresa. – Papá era papi– , dijo Annie de nuevo. –Así es como lo llamamos. Queremos llamarte manno.
Dos pares de ojos esperanzados miraron a Edward esperando su respuesta. –¿Podemos? – Preguntó ella tentativamente.
Sus pequeños ojos llenos de esperanza. Edward ni siquiera intentó detener las lágrimas que llenaban sus ojos. Estas dos preciosas criaturas querían llamarlo manno...
–Sí, pequeñas– Su voz se rompió cuando las recogió en sus brazos, sosteniéndolas cerca. – Me gustaría, será un honor para mi que me digan manno.
– Entonces esto es para ti, manno– Annie le dijo con su carita radiante hacia él. – De mí y Carly.
–¿Lo es?– Colocando una en cada pierna, envolvió un brazo protector alrededor de cada una antes de tomar el paquete de Annie.
– Lo hicimos para ti –, le dijo con orgullo.
– ¡No lo hicimos Annie!– Carly resopló. – Mary ayudó, al igual que Nahuel y Eric.
– Bueno, sí, pero...
– Chicas, eso es suficiente, dejen que Edward lo abra–, dijo Bella, deteniendo la discusión antes de que se intensificara.
Edward cuidadosamente desenvolvió el regalo, sin saber qué esperar. Era obvio que lo habían envuelto ellas mismas por la cantidad de cinta utilizada. Mirando a Bella, él podía ver que ella tampoco tenía idea de lo que era.
Dentro del papel había algo que calmó el corazón de Edward.
– ¿Te gusta, manno? – Preguntó Annie, levantándolo. – Son nuestras huellas dactilares. Mira. – .Ella puso su pulgar en uno.
– Mary nos puso los pulgares en arcilla y luego se los llevó a
Eric y Nahuel y ellos los pusieron en cristal. Mira, el de Carly es verde y el mío...
– Es azul –. Edward terminó por ella y ella le dijo que recordaba
su color favorito.
– Sí, entonces Mary tejió el collar y los puso– , explicó.
– Así que siempre estaremos contigo no importa donde vayas. Mary dijo que una vez que nuestra hermana fuera más grande, también podemos agregarla a ella.
Edward miró desde el regalo en su mano a sus hijas, viendo los collares que siempre llevaban. Bella le había dicho antes que el metal de forma extraña que colgaba de ellos era la huella del pulgar de Mike, hecho antes de morir, por lo que siempre estaría con ellas. Ahora querían darle un pedazo de sí mismas a él, algo más allá de llamarlo Manno, para que siempre estuvieran juntos. Un macho nunca había sido tan bendito.
–Aquí, déjame ayudarte –, dijo Bella suavemente. De pie, tomó el collar y se puso detrás del sofá. Deslizándose sobre su cabeza, ella ajustó la longitud como él indicó que lo quería. Colgaba perfectamente en la apertura de su camisa, fácilmente visto por todos.
Envolviendo sus brazos alrededor de las chicas, las acercó.
– Gracias Annie. Gracias Carly –
Edward dijo besando la frente de cada uno. – Lo apreciaré siempre.
–¡De nada, manno!– Ellas corearon alegremente, mirando con orgullo su regalo mientras estaba contra su pecho macizo, cada huella digital chispeaba a la luz de la mañana.
– Señor, la primera comida está aquí.– Amun anunció de pie justo afuera de la puerta abierta.
– ¡Sí! – Las chicas rápidamente besaron a Edward y luego saltaron de su regazo ansiosas por contarle a Amun sobre todas sus regalos.
Sonriendo Edward asintió a Amun para que entrara y se volvió para encontrar a Lisa a su lado.
Inclinándose, ella le dio un beso sincero. – Gracias mi Bella –, murmuró contra su labio.
– Por tu Navidad. por todo lo que me has bendecido, pero sobre todo por amarme.
– Siempre lo haré Edward –. Y después de un beso más, se dieron vuelta para unirse a sus chicas.
MUCHAS GRACIAS POR SUS REVIEWS
LA HISTORIA LE PERTENECE A M. K. Eidem – Serie Tornians
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