''VII''

Pese a la ¹lobreguez que lo rodeaba fue capaz de mover una de sus patas y de manera casi automática la dirigió hacia la parte posterior de su cabeza, de inmediato la retiró en compañia de un espasmo de dolor e incluso podía asegurar que había soltado un siseo. Poco a poco comenzó a abrir los ojos dando con un lamentable escenario, el amado restaurante de su padre, estaba reducido a escombros, no sólo era la estructura, el mobiliario y los implementos de cocina estaban en el mismo o incluso peor estado. El panda estaba demasiado shockeado como para si quiera poder lamentarse, abrió la boca queriendo decir algo, pero las palabras jamás llegaron a salir.

—Hey— el panda reconoció esa voz.

Volteó y se encontró con Hao quien le estaba ofreciendo un trapo humectado con una viscosa sustancia verde, Po lo miró con duda intercalando la mirada entre él y el paño.

—Es medicina, evitará que se infecte— explicó señalando su propia nuca para establecer el punto.

Aún desconfiado accedió, se llevó el trozo de tela hacia la zona afectada teniendo que reprimir un gemido de alivio cuando se produjo el contacto, sea lo que fueron esa medicina era muy efectiva, pasado unos minutos volvió a mirar al cachorro.

—Lo siento.

Hao ladeó la cabeza extrañado —¿De qué hablas?.

—Creías que podía hacerlo, ¡H-hasta yo llegué a creerlo!— volteó la vista enfocando el charco de sangre seca donde antes reposaba su cabeza —y falle.

—Si, ¿y qué?.

—¿Como qué "y qué"?— cuestionó imitando sus palabras —no pude derrotarlo, ¡Soy el Guerrero Dragón!, ¡Se supone que debía lograrlo!.

—Pero no lo hiciste— recalcó el tigre cruzándose de brazos —sin embargo sigues vivo, puedes volver a intentarlo.

—¿Para qué?, el resultado será el mismo, no puedo hacerlo— aseguró con un tono dolido Ooway se equívoco conmigo.

—¡Panda!.

El oso no logró reaccionar a tiempo y tuvo que sumarle un creciente chichón a su dolor de cabeza, el responsable golpeo el suelo con su bastón para luego agarrar al panda de la barbilla obligándolo a mirarle.

—¡No quiero oirte decir eso!, ¡mucho menos ahora que estamos en medio de una crisis!— regañó Shifu liberándolo de su agarre, después le dió la espalda y se alejó un par de pasos —Hao tiene razón, mientras sigas vivo puedes fallar las veces que haga falta— el cachorro asintió energéticamente —aprenderás de esos fallos y podrás hacerte con la victoria.

Finalmente se detuvo y volteó a verlos, Po permanecía callado esperando a que continuara, El maestro suspiró y culminó la conversación diciendo.

—Reitero lo que te dije esa noche, tal como yo confío en la palabra de Ooway, tú debes confiar en la mía, puedes hacerlo Po.

El aludido no contestó, con gran esfuerzo, y algo de ayuda por parte de Hao, logró incorporarse, miró firmemente a su maestro ahora portando un semblante determinado, siendo aún apoyado por el cachorro, avanzó hacia el panda rojo y una vez frente a él se inclinó chocando puño y palma en un saludo respetuoso.

—Si, maestro.

—Bien, así está mejor— concedió el mismo gesto y luego agregó —porqué tampoco tenías otra opción.

—¿Qué?— cuestionó aturdido.

—Iremos a por él, capturó a Tigresa, así que podrás pedirle la revancha.

—¡¿Qué?!— repitió aunque esta vez Shifu no contestó, solo siguió de largo para acercarse a los furiosos restantes.

—Es como ha dicho él, ese leopardo la secuestró en mi lugar y ahora está en peligro— explicó el cachorro agachando la cabeza al terminar sintiéndose sumamente culpable.

Ante eso Po no insistió más, por compasión hacia Hao, se limitó a acariciarle la cabeza a modo de consolación. Mientras tanto siguió analizando la situación actual, a pocos metros estaba el resto de sus compañeros, prestando suficiente atención logró descubrir que intentaban atender a Vibora, la maestra serpiente se encontraba en un estado mucho más delicado que el suyo, de hecho, aún estaba inconciente, a lo largo de su cuerpo se apreciaban claras marcas de zarpazos profundos y las partes que llegaban a salvarse de eso estaban cubiertas de moretones.

«Es mi culpa» declaró para si mismo al recordar como había huido del leopardo, llevándose a Hao y dejando a la reptil a su suerte.

Curiosamente, al momento de regresar a Golden Harvest, luego de la charla motivacional de Hao, no había rastros de su compañera, aunque tampoco es que hubiera tenido tiempo de fijarse bien, Tai Lung salió de la nada y arremetió contra él en cuanto tuvo la oportunidad, en cuestión de minutos ya lo tenía a su merced, al borde del desmayo, temiendo que ese fuese su fin, no obstante, la aparente ausencia de Víbora era algo que comenzaba a intrigarle demasiado.

—¿Po?, ¿todo bien?— cuestionó Hao saliendo momentáneamente de su tristeza.

El aludido sacudió la cabeza alejando todo su dilema mental, luego le sonrió cálidamente y por último contestó diciendo que no había problemas y que solo estaba algo cansado, el cachorro asintió creyéndole, después le ofreció un pequeño banquito para que reposara, ese uno de los pocos muebles que se habían salvado de la ira de Tai Lung, el panda accedió y con Hao a un lado se dispusieron a esperar el despertar de Víbora, hecho que les permitiría partir en busca del leopardo.

Tomó alredeor de media hora, pero finalmente la maestra logró reaccionar, tras curar las heridas más graves y vendar las superficiales le explicaron la situación, con el mayor tacto posible para evitar que se alterara, cosa que realmente no tuvo buenos resultados, Mantis terminó con un ojo morado por medio de un coletazo. Posteriormente, pasado el peligro, Po y Hao se unieron a la charla para poder discutir acerca del plan de rescate, fijaron en un mapa las posibles opciones de escondites que podría haber adoptado Tai Lung y al cabo de diez minutos abandonaron el pueblo.

—Recuerden, no se alejen demasiado y ante cualquier posible peligro envíen señales para que podamos reunirnos, no necesito a más heridos— aclaró Shifu con un tono serio, y sarcástico al terminar, dirigiéndose a los equipos designados para la búsqueda.

—Si, maestro— contestaron de manera unánime al tiempo que realizaban una reverencia.

Complacido, Shifu dió la orden y los aludidos partieron internándose en el bosque.


Las cadenas se tensaron ante su intento de safarse y al no conseguirlo la trajeron de regreso provocando que se golpeara contra la muralla, siseó, pero no por dolor sinó por el fracaso de su escape y más que nada por la creciente molestia que le producía el ver la sonrisa ladina del leopardo nevado.

Tai la contemplaba sentado en una piedra, su cara era sostenida únicamente por una de sus patas dándole un aire de calma y hasta cierto punto diversión. Había aprovechado la inconciencia de la felina para apresarla por medio de una cadena que había cogido de un campanario, mismo lugar donde ahora se encontraban, el campanario y su respectiva campana estaban resguardados tras una ²empalizada de buen acabado y material, sin embargo, el sitio parecía abandonado por lo que, teniendo en cuenta todas esas cualidades, el leopardo lo había escogido como una base temporal.

—Yo no haría eso si fuera tú— comentó sin cambiar su postura, en respuesta la maestra lo miró con intensidad —sólo decía, sería una lastima que tus heridas se abrieran y murieras antes de que Shifu te pueda encontrar.

Tigresa frunció el entrecejo y bajó la mirada, el ³irbis se había tomado la molestia de vendarle los cortes del costado deteniendo el sangrado, aunque evidentemente ella no se lo iba a agradecer, sabía que la única razón por la que tuvo ese gesto era para prolongar la ansiedad y agonía de Shifu e incluso la de Hao, pues por culpa de su bocota Tai Lung era conciente de la relación que existía entre ella y el cachorro.

—Así esta mejor, ¿sabes?— se encaminó hacia ella dejando escasos centímetros entre nariz y nariz —casí me siento mal por usarte... ¿hermana?.

De inmediato al escuchar esa palabra sus pupilas se contrajeron e impulsándose con todas las fuerzas que le quedaban le propinó una potente patada en la quijada, la cual lo hizo retroceder aferrándose la zona afectada al tiempo que soltaba impropios con la voz contenida.

—¡No vuelvas a decirme así!, ¡traicionaste a Shifu!, no mereces que te llame su hijo— bramó y susurró con veneno.

Y por un breve instante creyó notar una mirada dolida en su contrario, fuera cierto o no, no duró lo suficiente como para comprobarlo, él rugió con fuerza y arremetió contra Tigresa encestando sus garras un par de centímetros por sobre su cabeza cubriendola con su cuerpo.

—Será mejor que vayas cuidando tus palabras, no bromeó— su tono ahora era severo —puedo matarte en cuanto se me dé la gana, con o sin Shifu.

—¿Y por qué no lo haces?, es más, ¿por qué me secuestraste?, ¿por qué no a Hao?, el era un blanco mucho más seguro para tí.

Tai se tensó pero recuperó la compostura y volvió a mostrar una sonrisa ladina —Sabía que tenías sangre fría, pero pensé que al menos harías una excepción por tu hijo— se mofó recriminándola

Tigresa echó las orejas hacia atrás y enseñó sus colmillos en señal de amenaza, algo que no inmuto al irbis, sólo provocó que su sonrisa se acrecentara. De pronto ladeó la cabeza y enarcó levemente una ceja.

—¿Acaso..., No lo sabes?.

La ira de Tigresa disminuyó levemente, confundida por la pregunta, al parecer Tai Lung sabía algo que ella no.

—¿De qué hablas?.

—Bueno, no tienes forma de escapar así que no veo el porqué no podamos... conversar por un rato— la aludido le gruñó —alguien está tras ese chico.

—Si, tú— corto con un tono que denotaba obviedad, Tai volvió a tensarse y su semblante se tornó molesto.

—¡No!, alguien más, alguien mucho más peligroso que yo— le reclamó al tiempo que agitaba las patas.

—O sea que tu ego tiene un limite— se mofó siendo ahora ella quien enarcó una ceja con incredulidad.

Sin embargo el leopardo lejos de mostrarse molesto por ser un objeto de burla, parecía preocupado, eso hizo que la felina también se tornara seria.

—¿Hablas en serio?.

—¿Por qué habría de mentirte— se defendió —prácticamente ya he ganado, de nada me serviría engañar te a estas alturas.

Eso era cierto, no tenía caso mentirle. Poco a poco sentía como aquella molestia que la embargaba, desde que había conocido a Hao, regresaba, ahora, sabiendo que él era su hijo, entendía el porqué de su malestar, de alguna manera su instinto siempre había sabido la verdad sobre el cachorro y en consecuencia su prematuro instinto materno le provocaba esas raras sensaciones dependiendo de la situación que involucrara a Hao, desafortunadamente, la sensación que estaba experimentando en este momento era de genuina preocupación porqué, si ese alguien llegaba a intimidar a Tai Lung, no cabía duda de que el cachorro corría un serio peligro.

—¿Lo entiendes ahora?— preguntó el leopardo recobrando su atención —el secuestrarte a tí era más seguro, puede que deba enfrentarme a Shifu y probablemente al resto de tu equipo— refiriéndose al resto de los cinco furiosos —pero sigue siendo más seguro que haber tomado a ese cachorro.

Para colmo, pensó Tigresa, era un hecho que su rescate tendría mayor prioridad para Shifu y el resto de los cinco, que según ella aún no sabían la verdad sobre Hao, por lo que su hijo estaría desprotegido. Con eso en mente tomó una decisión, sí escapar le era imposible y no tenía manera de comunicarse con los suyos sólo le quedaba una opción.

—Ni te molestes— cortó Tai anticipándose a la propuesta de la felina —no pienso involucrarme con ese niño, tampoco es que seas una gran motivación para mí— terminó con un tinte burlón.

Tigresa aferró las cadenas entre sus patas y jaló de ellas desesperada por librarse, deseando con todas sus fuerzas que los chicos se olvidará de ella, la prioridad era Hao, él era quien corría mayor peligro y al mismo tiempo quien estaba más desprotegido. Entonces cayó en cuenta de algo, sus emociones la estaban dominando, si bien era un hecho que ese cachorro era suyo, al mismo tiempo no lo era, no lo conocía y tal vez solo tal vez, estaba dándole muy poco crédito, tantas revelaciones y sucesos repentinos la habían abrumado, tanto así que no consideró la posibilidad de que, para empezar, Hao estuviera acompañando al resto para rescatarla, él ya estaba siendo protegido, al menos de momento y podría asegurarse de resguardarlo una vez llegaran a por ella.

—Descuida, tienes razón, no vaya a ser que te vuelva a humillar— atacó directo a su orgullo y el leopardo no se quedó callado.

Volvió a aferrarla de la quijada y con los ojos destilando ira le bramó.

—¡Que no te le suban los humos!, entiende algo, vas a morir, ¡Shifu sufrirá y ese cachorro también lo hará!.

La liberó de su agarré y atacó la empaliza desquitando su ira, sin embargo, esas palabras ya no afectaban a la felina, finalmente, después de toda esa ajetreada semana, había conseguido dominarse, había recobrado su radicalidad y lo más importante, había vuelto a ser Tigresa.


[Continuará…]

(-Redacción: 02/02/2020)

(-Revisión: 03/02/2020)

(-Publicación: 03/02/2020)

*Vocabulario*

¹Lobreguez: Significa oscuridad, falta de luz.

²Empalizada: Valla hecha con palos, cañas, estacas, etc., clavados en el suelo y que sirve como defensa o para cercar un terreno.

³Irbis: Es otro nombre con el que se le conoce al leopardo de las nieves, fue otorgado por Matthews, L. Harrison en 1977 y aparece en su libro "La Vida de los Mamíferos", tomo II

[Notas de la autora]

Y con este capítulo finalizan las etapas de transición al cambio de Tigresa, desde un principio tenía planeado que ella sufriera un mayor shock que el resto, en consecuencia la sometí a las 5 fases, primero la negación que se vió entre el prefacio y el inicio del capítulo 2, luego la ira y el enfado, respecto a las extrañas molestias y la incertidumbre que rodeaba a Hao, siguió la negociación cuando Tigresa partió a rescatar a Hao estando dispuesta a protegerlo como su hijo y por último la depresión y aceptación que mostré en este capítulo.